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Una Luz entre la oscuridad por LirinSanzo

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-Góku... –una voz dentro de toda aquella soledad se escuchaba a lo lejos. El joven Youkai de cabello café corría hacia ella desesperado.
-¡Espera! ¡Espera por mi! –pedía Góku mientras seguía corriendo. –¡No me dejes aquí!... –
Y de nuevo la oscuridad regresaba, algo dentro de el lo devastaba a cada momento. Ya habían pasado muchas cosas en ese día, había caído en una enorme fosa oscura y fría, y alguien le había ayudado a salir, el conocía su voz, era dulce, agradable y con la que se sentía bien estar. Pero después volvió a estar solo, ante una enorme cueva. Se sentó un instante en esa cueva, a llorar, a lamentar su vida tan triste. Algo en el le decía que era hora de marchar. Pero no sabia exactamente a donde. Ahora otra vez una voz le llamaba pero Góku no lograba ubicarla.
-Por favor... ven por mi... –suplico el niño dejándose caer de rodillas ante el suelo frió, cubierto de una nieve muy fina. Góku se abrazo a si mismo, intentando protegerse de ese frío de muerte. Muerte. Sabia que no pasaría mucho para llegar a ella. Pero por alguna extraña razón algo también le decía que no podía irse, lo necesitaban.
-Estoy solo... como siempre. –Dijo Góku comenzando a sentir que las lagrimas rodaban por su mejilla. –¿Que me necesitan? Es solo mi estúpida imaginación... –
Fue cuando, de la nada unas manos tan blancas como la nieve salieron detrás de el, abrazándole. Góku se sonrojo, al mismo tiempo que sentía una calidez por todo su cuerpo.
Un joven asomo su rostro por el hombro derecho de Góku, era el quien antes le llamaba, sus ojos violetas le miraron fijamente y en sus labios se mostró una sonrisa. Era alguien conocido, Góku lo sabia, y lo sentía, pues su corazón latía fuertemente.
-Yo te conozco... –afirmo Góku nerviosamente mientras sus manos agarraban con delicadeza los firmes brazos que le rodeaban el pecho.
-Claro que me conoces. –Respondió la voz del joven, este al mismo tiempo se separo de Góku, y quedo frente a el, era un poco mas alto que Góku y su largo y delgado cabello brillaba tanto....
-Mi sol... – murmuro Góku asombrado al ver como el brillante cabello dorado se mecía a causa del viento.
Entonces la nieve comenzó a desaparecer, y Góku observaba como regresaba a un cálido lugar, fuera de una iluminada cabaña que el había visto antes.
-Has crecido mucho. Ya no eres tan niño... –comento suavemente el joven rubio de cabello largo. Góku se sonrojo.
-Gracias, Konzen. –
Konzen Douji miro fijamente a los dorados ojos de su pequeño antes de acercarse a el y abrazarlo tiernamente. –¿Entonces aun me recuerdas? –
-¿Como olvidar a la persona que mas amo en este mundo?, Konzen... -
Y fue cuando Konzen se separo de Góku, mirándolo tristemente. –Góku... Góku desgraciadamente las cosas no son así, tu sabes que te amo, y que te amare aun en la eternidad, pero también debes recordar que yo ya no estoy en tu mundo... Bueno, lo estoy, pero no como tu lo crees. Yo debo irme ya Góku... Irme para no volver. –
Góku le miro asustado y le abrazo de nuevo. –Entonces llévame contigo –
En respuesta a eso Konzen llevo una de sus largas manos hacia el rostro de Góku, le levanto la mirada, y se fue acercando lentamente hasta sus labios, Konzen oprimió débilmente sus labios en Góku y después comenzó a besarlos con el amor mas fuerte que pudo haber sentido en vida. Góku subió lentamente sus brazos, rodeando el cuello de Konzen y mientras tanto, el rubio acariciaba suavemente la espalda y cabello de Góku como intentando llevarse consigo la esencia del Youkai antes de partir.
Fue un beso largo, dulce y eterno, Konzen pronto comenzó a sentir un sabor salado mientras besaba a Góku. Eran Lagrimas. Al separarse de el observo al niño, en efecto, tenia lagrimas en sus ojos, Góku sabia que el no podría acompañarlo esta vez.
-Escucha, mi niño, ay cosas en tu vida por las que merece la pena regresar... los seres humanos tienen tantas cosas magnificas de las que puedes aprender. –Konzen no pudo reprimir tampoco unas frágiles lagrimas caer en sus mejillas. –Yo por mi parte te cuidare siempre, a pesar de que la eternidad parece estar tan lejos, yo estaré mas cerca de lo que parece. Te Amo Góku. Pero es hora que regreses a donde perteneces... sin dolor ni culpabilidad.-Diciendo esto, Konzen seco sus lagrimas y dio dos dulces besos a las mejillas de Góku, limpiando sus lagrimas también. –Ya no llores Góku, que quiero irme recordando tu sonrisa... -
Góku se aferró fuertemente al cuerpo de Konzen y respiro profundo. Al levantar la mirada le dedico una sonrisa, una donde le decía todo lo que sentía por el.
-Te amo... –
De pronto Konzen comenzó a desaparecer entre una luz tan cálida como el mismo Sol, dejando a Góku de nuevo solo.
De nuevo había oscuridad, de nuevo estaba solo... Y tal ves, tal ves esta vez lo estaría por siempre...
-No..., no... ¡¡¡NO ME DEJES!!! –grito Góku con fuerza.

Genjo Sanzo levantó su mirada hacia el chico que se había erguido de golpe en la cama. Unos minutos antes se había sentado en la misma cama que el pequeño Mono, simplemente le miraba cuando el chico grito enderezándose y quedando sentado a pocos centímetros del monje, respirando profundamente.
Ojos dorados, un brillo espectacular a pesar de mostrarse tan desesperados. Ojos violetas, una luz ya conocida que miraba sorprendido.
-¡Góku! –logro articular palabra Genjo al instante que el niño le miraba alterado.
Góku no espero preguntas ni el porque estaba Genjo tan sorprendido al verlo despertar, solo comenzó a llorar, echándose a sus brazos, temblando consideradamente.
Genjo aun se encontraba sobrecogido pero no paso por alto abrazar a su Saru con fuerza. –Saru... ¿Góku que tienes? ¡¡Por favor dime que estas bien...!! –
Góku entonces levanto sus ojos hacia el, completamente llorosos, pero con una sonrisa en sus labios. –Estoy bien, pero quiero llorar mucho Sanzo, llorar hasta cansarme, perdóname Genjo... –
Sanzo no hizo mas preguntas, tomo al chico en brazos y le abrazo con la mayor ternura que pudo entregarle en ese momento.


La madrugada era fresca, pero las amenazantes brisas heladas no entraban esa noche a la habitación donde Góku y Genjo se encontraban. Cerca de la medianoche, cuando Hakkai entro a la habitación para vigilar de nuevo a Góku se quedo boquiabierto no solo ante la sorpresa de que el niño estaba completamente mejorado, sino ante un bello cuadro que adornaba ese cuarto.
Un hombre de cabello rubio se encontraba recostado en una cama, completamente dormido con su cabello cayendo sobre su fino y pálido rostro que a pesar de que horas antes había mostrado una horrible angustia ahora su facción se hallaba tranquila, Hakkai podría jurar que sonreía. Este se encontraba abrazando a un joven, un jovencito que tenia rodeado por el cuello al joven rubio, mientras descansaba su cabeza y su abundante cabello color chocolate en el pecho del otro hombre.
Hakkai se acerco silenciosamente, con cuidado toco la frente de Góku, y para lo que deducía estaba completamente sano.
-Creo que ya era necesario tener algo mas que heridas en tu corazón –musito suavemente Hakkai mientras quitaba pequeños mechones rubios de la cara de Genjo.
Este solamente se movió aun dormido y abrazo un poco mas a Góku.

Hakkai se dirigió a su alcoba, completamente conmovido por lo que había presenciado en aquella habitación, al regresar a la cama encontró a Gojyo despierto, observándole fijamente.
-¿Cómo sigue Góku, Hakkai? –pregunto este un poco nervioso.
Hakkai no respondió, se volvió a meter a la cama y abrazo a su pelirrojo con ternura y una vez que estaba en la calidez de los fuertes brazos de Gojyo le miro y le sonrió. Gojyo amaba tanto a ese hombre, le conocía tan bien que con solo haber visto esa sonrisa pudo interpretar la situación.
-Eso significa que como siempre tenias razón, Góku se curaría... –dijo este muy feliz
Hakkai asintió y después hundió su cabeza entre el hombro y el cuello de su “chico tabú” aspirando su cabello.
Gojyo era un joven encantador, completamente galante, coqueto de nacimiento, fumaba como chimenea y bebía como desquiciado, era pésimo cocinero, algo infantil e inmaduro a veces y un fatal ama de casa, le gustaba el desorden e iniciar líos entre las personas... Era desconcertantemente inadecuado para ser real... Pero eso complementaba la vida de Hakkai. El era suyo y Hakkai era de el. Y eso era lo que importaba ahora.
-Te amo Gojyo... –Los ojos verdes de Hakkai miraron amorosamente al pelirrojo.
-Yo te amo mucho mas... pero dime, que viste en aquella habitación que me han regresado a mi Hakkai sumamente tierno... –Gojyo emitió una risilla picara y beso a Hakkai con pasión, recorriendo las líneas de los labios del chico con su lengua, sintiendo la respiración de Hakkai mientras este, cerraba sus ojos suavemente.

Continuara.......................

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