Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Corazón Delator por Nayen Lemunantu

[Reviews - 220]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No todo es rosa pastel en la vida de este par. ¿Podrán solucionar sus diferencias?

 

 CAPÍTULO 9


¿Y él, qué hace aquí?


 


Ese día había sido agotador y lo único que quería hacer era volver a casa. No tenían nada que ver sus ansias por ver a cierto moreno. No, él sólo quería llegar a descansar a su dulce hogar.


Luego de los agotadores entrenamientos, fue junto a sus senpais a un restaurant cercano a la escuela, donde se reunían usualmente a discutir cuestiones de estrategia para los partidos, por lo que hoy, volvía particularmente tarde. Había calculado que a estas horas Aomine ya debería haber llegado al departamento, con suerte habría cocinado algo, pensó con alegría mientras subía entusiasmado por el ascensor. 


Abrió la puerta del departamento con una sonrisa en el rostro, pero al momento de entrar y oír esa voz, ésta se borró por completo. Alguien más estaba ahí con Aomine, era Kuroko.


—¿Kurokocchi? —su voz no sonaba con la alegría acostumbrada.


—Buenas tardes, Kise-kun —el peliceleste respondió con la misma impersonalidad de siempre.


—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó extrañado mientras dejaba caer su bolso en uno de los sillones y se acercaba a ambos muchachos.


—¡Qué mal educado Kise! Es obvio que vino de visita —Aomine comentó con molestia.


—¿Visita? Kurokocchi qué malo eres, tú  nunca me habías visitado antes —Kise se cruzó de brazos y fingió molestia—. No creas que no me doy cuenta que sólo viniste por Aominecchi.


El rostro de Aomine palideció instantáneamente con este comentario y el siempre indiferente rostro de Kuroko se sonrojo por leves segundos ¡Había dado en el blanco! Al parecer aun corría agua bajo ese puente. No pudo evitar sentirse triste con la situación. Era injusto para él tener que ver ahora la reconciliación de aquellos dos, pero decidió fingir indiferencia y habló con naturalidad.


—Bueno, te perdono, pero de ahora en adelante me vas a tener que visitar a mí también Kurokocchi —se dejó caer en el sillón al lado del peliceleste y le pasó un brazo por el cuello—. ¿O es que a mí no me quieres?


El peliceleste, evidentemente incómodo con la situación, sonrió forzadamente al sonriente rubio y asintió en silencio.


Aomine en tanto, se había puesto realmente nervioso. No sabía exactamente qué hacer ni cómo reaccionar ante la situación. Kuroko había aparecido en el departamento de la nada y no tenía idea de cómo explicarle eso al rubio. Aunque ¿Por qué tenía que darle explicaciones al tonto de Kise? Sí, era verdad, esa era su casa, pero aun así, él no tenía por qué darle informes de su vida a nadie.


—¿Tienes hambre? —tratando de cambiar el tema, le preguntó al rubio—. No llevaste almuerzo, así que debes tenerla, pero aquí no hay nada. Tal vez deberíamos ir a un restaurant.


—No es necesario, Kasamatsu senpai me dio de su almuerzo.


Una ceja se alzó escéptica en el rostro del moreno con esta respuesta y se puso de pie repentinamente ofuscado, gesto que no pasó indiferente para el peliceleste, pero sí para el rubio que vivía más en la luna que en el planeta tierra. 


—¡Oye Kise! ¿Qué fue lo que te dije de ese tipo? —preguntó disgustado.


—¡Aominecchi, estás alucinando! —el rubio no le hizo ni el más mínimo caso, lo que disgustó aún más al moreno.


—¡Tch! —Aomine desvió la vista hacia la ventana.


—Pero ahora que estamos los tres deberíamos hacer algo… —Kise se puso de pie ignorando olímpicamente la actitud del muchacho más alto—. ¡Ya sé! Vemos una película de terror, jugamos videojuegos, cantamos karaoke… —comenzó a contar con los dedos las posibles actividades—. ¡A sí! Voy a llamar a Kagamicchi.


—¡¿Qué?! —tanto Aomine como Kuroko miraron al rubio asombrados.


—¿Qué, no quieren que lo invité? —preguntó dudoso sacando su Smartphone del bolsillo.


—¿Y tú desde cuando eres tan amigo de Bakagami? —Aomine lo miraba con el ceño fruncido—. ¿Y cómo te conseguiste su teléfono?


—Lo obligué a dármelo —el rubio sonrió recordándolo—. Nos vemos muy seguido, siempre jugamos videojuegos —comentó despreocupado ante la mirada atónita de los dos muchachos.


Comenzó a marcar y el monótono tono se escuchó varias veces, hasta que finalmente el pelirrojo cogió su celular.


—¡Hola Kagamicchi! ¿Quieres venir a mi casa? —Sonrió de pronto y comenzó a pasearse por el living bajo la atenta mirada de los dos muchachos—. Sí, y trae una película. OK. Nos vemos.


Colgó aun con una sonrisa en el rostro, gesto que provocó que el moreno arrugara más aun el ceño y se dejara caer de brazos cruzados sobre el sillón.


—Listo, Kagamicchi ya viene para acá y él traerá la película —recogió su bolso— Bueno, yo me voy a cambiar de ropa,


—Por qué… ¿Quieres estar presentable cuando llegue Bakagami? —Aomine ironizó con una expresión molesta en el rostro.


Kise no lo tomó en cuenta, se limitó a sacarle la lengua graciosamente cuando pasó junto a él para dirigirse a su habitación.


La verdad era que con Kagami inexplicablemente se habían hecho buenos amigos. A pesar de la rivalidad que había entre ambos, compartían un sinnúmero de gustos en común. Por eso, la primera persona que se vino a su mente al ver a Aomine y Kuroko juntos, fue él. No quería transformarse en un mal tercio y necesitaba del apoyo de un amigo. Además, sabía muy bien que el pelirrojo tenía más de un motivo para estar ahí esa noche.


Ya en su cuarto, comenzó a cambiarse. Quería usar algo cómodo, así que se puso un short de jeans hasta las pantorrillas y una camisa de hilo blanca holgada. Se dejó caer sobre su cama y decidió esperar ahí hasta que llegara Kagami, no quería aparecerse por el living y ver juntos a Aomine y Kuroko. Tristemente comenzó a imaginárselos juntos: tomados de la mano, compartiendo miradas cómplices, sonriéndose íntimamente, besándose… ¿Qué haría él si ellos decidían volver? No podría seguir viviendo con Aomine, sería demasiado doloroso para él verlos juntos.


Se recostó en la cama en posición fetal, su pose de seguridad y cerró los ojos, tratando de evitar pensar en ellos, pero la imagen de Aomine y Kuroko juntos volvía a su cabeza una y otra vez. Luego de casi una hora de espera, el timbre sonó tan sólo una vez y él se puso de pie animado, pues sabía, por la característica manera de tocar el timbre, que se trataba del pelirrojo.


Aomine al oír el timbre, se puso de pie malhumorado, pues también sabía perfectamente de quien se trataba. Caminó con paso lento hasta la puerta dispuesto a abrirla incluso en contra de su voluntad, cuando se detuvo por completo al ver a un entusiasmado Kise corriendo por el pasillo para darle la bienvenida a Kagami.


—Kagamicchi ¡Qué bueno que llegas! —lo abrazó alegre.


Éste, luego de quitarse al rubio de encima y entrar al departamento, reparó en la presencia de los otros dos basquetbolistas. Aomine lo miraba desafiantemente con el ceño fruncido, mientras que Kuroko sentado en el sillón permanecía aparentemente tan indiferente como siempre, pero él lo conocía lo suficiente como para saber que estaba nervioso por algo.


—No me dijiste que había alguien más aquí —Kagami se dirigió al rubio. 


—¡Ups! Se me olvidó mencionarlo —comentó con gesto inocente.


—Sí, claro —fingió que le creía.


—¿Y eso? —Kise, reparando en la gran bolsa que traía consigo el pelirrojo, lo miró interesado y preguntó señalándola con el dedo índice.


—Compré algo de comida para cocinar —comentó con un gesto escéptico levantando la bolsa en el aire—, porque me imaginé que aquí no había nada.


—¡Vaya! Pero qué amiguitos son —Aomine comentó sonriendo sarcástico.


—Pues sí, somos muy amigos —Kise respondió inocente, impacientando más al moreno que desvió a mirada ofuscado.


Kagami no prestó atención a la discusión de los dos muchachos, se dirigió hasta donde estaba sentado Kuroko y le preguntó levemente disgustado.


—Me dijiste que hoy tenías algo importante que hacer, por eso no podías juntarte a entrenar ¿Era esto? —El peliceleste asintió suavemente con la cabeza—. Desde cuando Kise es “importante” —el pelirrojo comentó para sí mismo.


—¡Oye! —El rubio gritó ofendido y le golpeó la espalda— Además, Kurokocchi no me vino a ver a mí, vino a ver a Aominecchi —se cruzó de brazos al hablar.


—¿Y por qué vino a tu casa? —el rostro de Kagami se veía confundido.


—Aominecchi vive aquí ahora —Kise comentó despreocupado.


—¿Qué? ¿Por qué? —ahora sí que estaba confundido.


—A bueno, es que él…


Kise no pudo seguir hablando debido al grito de Aomine, que hastiado con toda la incómoda situación, decidió ponerle un punto final.


—¡Kise! Ya basta de tantas explicaciones, no sé por qué tienes que complicarlo todo con tus tonterías. Ustedes pueden quedarse a ver su película y cocinar juntitos, Tetsu y yo vamos a salir —cogiendo su chaqueta y tomando sus llaves, salió del departamento seguido de Kuroko.


El fuerte portazo dado por el peliazul al salir, resonó en el departamento, dejando con su cada vez menos audible sonido, una analogía de la distancia a la que se encontraba del moreno: cada día más lejos, cada día más inalcanzable. Cada paso que daba en su dirección sólo servía para alejarlo más y más; hasta la distancia infinita.


Con una mirada triste en el rostro, Kise se dio la vuelta para ver a Kagami.


—Lo siento —susurró apenado—. No quería que presenciaras algo así.


—¿De qué hablas? —el pelirrojo se hizo el desentendido evitando mostrar el dolor que había causado en su corazón ver esa escena, de algún modo sentía que Kuroko vivía aferrado al pasado, pero no sabía aun por qué.  


—Yo sé de tus sentimientos por Kurokocchi.


—¡No sé de qué hablas Kise! —Kagami ahora sí se hizo completamente el desentendido.


—¡No te hagas el tonto, yo sé que te gusta! Lo sé porque yo siento lo mismo… por Aominecchi —susurró derrotado—. Siento que los hayas tenido que ver juntos…


Kagami se sorprendió por unos segundos, no se esperaba una confesión como esa, pero inmediatamente se recuperó y lo abrazó por el cuello comprendiendo a la perfección los sentimientos del rubio y habló con una sonrisa en el rostro, tratando de animar a su amigo.


—Eso no significa nada.


—Claro que sí, tonto ¿Acaso no sabes que ellos fueron novios? —Miró al pelirrojo a los ojos mientras éste negaba con la cabeza—. Supongo que has oído que donde fuego hubo, cenizas quedan… —ahora hablaba muy bajo, casi inaudible.


Ambos jóvenes se dejaron caer pesadamente en el sillón casi al mismo tiempo. Aunque sonara triste, ahora tenían otra cosa más en común: el desamor.

Notas finales:

Gracias por leer y comentar. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).