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Corazón Delator por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Se avecina un nuevo problema en la vida de los protagonistas. Además se muestra el desenlace que tuvo la hstoria entre Kagami y Kuroko, pero de manera muy superficial.

 CAPITULO 15 


¿Qué me perdí?


 


Kise se abrazaba con fuerza de la espalda del moreno, escondiendo su cuerpo del frío viento que les daba de lleno producto de la velocidad a la que se desplazaba la motocicleta.


Se podía decir que un día de descanso había bastado para que recuperara las energías perdidas. No estaba completamente recuperado, aun le dolía el cuerpo y tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para caminar con naturalidad, pero dentro de todo se podía decir que se encontraba bien. En su actual estado de recuperación había sido crucial el descanso que le había dado Aomine, justo como había prometido, no volvieron a tener sexo y el moreno sólo se dedicó a cuidarlo, mimándolo en todos sus caprichos.


Pasados unos minutos, llegaron a la Preparatoria Kaijo. La presencia de la motocicleta en el lugar llamó la atención de muchos, aunque ninguno de los dos muchachos les prestó mayor atención a las curiosas miradas que se dirigían hacia ellos. Kise se bajó de la moto con cierta dificultad, siendo ayudado por el moreno, y se quitó el casco, haciendo que su rubio cabello se moviera al ser liberado.


Aomine sonrió al verlo y unos deseos inmensos de besarlo en las puertas de entrada de la Preparatoria lo invadieron de súbito, pero no pudo hacer más que suprimirlas. Habían hablado al respecto y ambos tenían la certeza que lo mejor era que su relación no se hiciera pública aún. Aomine sabía por experiencia propia que la homosexualidad no es un asunto aceptado por todos y con la única intención de proteger al rubio, había propuesto, aun a su pesar, tener reservas en lugares públicos. Sólo sus amigos cercanos se enterarían.


¡Aunque si por él fuera, le habría plantado un beso de esos que hacen leyenda, ahí mismo!


—Gracias por traerme, nos vemos en casa Aominecchi —Kise guardó el casco en la moto y sonrió al moreno.


—¡Olvídalo! Te pasaré a buscar —Aomine habló serio, tratando de disimular la molestia que sentía.


—No es necesario, puedo volver solo.


—¡Ya dije que lo haría y eso haré! Quiero hacerlo —puntualizó la primera palabra mirando fijo al rubio.


Éste sonrió abiertamente y aceptó con la cabeza.


—Ok. Te espero entonces.


El moreno se puso otra vez el casco y se subió a la moto, sonriéndole ampliamente antes de arrancar con velocidad rumbo a su Preparatoria. Cuando lo vio perderse en la esquina, Kise se dio la vuelta y decidió entrar. No se percató de las miradas curiosas que se posaban sobre él. Ni mucho menos en la intensa mirada celeste que lo vigilaba a la distancia.


Caminaba concentrado, tratando de controlar a la perfección sus movimientos corporales y evitar así cualquier sospecha, pero no dejaba de sentirse inseguro, como si todos pudieran ver a través de él. Dejó de caminar de pronto y suspiró hondo con los ojos cerrados, tratando de liberal la tensión y recuperando la seguridad que lo caracterizaba. Miró hacia el frente con expresión decidida y continuó con su camino. Una vez dentro, caminó por el pasillo con ritmo pausado hacia su salón, mientras se volvía a amarrar la bufanda por enésima vez, preocupado de la marca que aún tenía en el cuello.


—¡Oye Kise!


Se volteó rápidamente, sobresaltado por esa voz y vio a su capitán caminando hacia él, con una expresión seria en el rostro.


—Senpai… Buenos días —susurró temeroso de recibir un golpe por parte del mayor.


—¿Estas bien? Me preocupé cuando faltaste ayer —Kasamatsu le puso una mano en el hombro, en un gesto muy confidencial mientras lo miraba con ojos preocupados.


—¡Ah, lo siento! —Kise hizo una reverencia—. Es que no me sentía muy bien, he estado un poco cansado últimamente, pero ya me encuentro mucho mejor.


—Me alegra saberlo —Kasamatsu sonrió relajando su expresión facial—. Has estado bajo mucho estrés últimamente.


—Gracias por su sincera preocupación, senpai —Kise le sonrió con naturalidad.


El mayor sonrió tiernamente y dio unos golpecitos suaves a su kouhai en el hombro.


—¡Vamos! Te acompaño a tu salón.


Caminaron juntos con normalidad, sin embargo, los expresivos ojos celestes del capitán de Kaijo no podían ocultar la tristeza que sentía. No había querido mencionar el asunto, de algún modo esperaba que si Kise no lo verbalizaba, sería como si no existiera. Además, ya que no había mencionado nada con respecto a su visita de ayer, podía deducir que el moreno no le había contado nada, lo cual lo hacía sentir un poco más relajado. Si había alguien que tenía que hablar con Kise y explicarle el motivo de su discusión con el As de Touou, ese debía ser él.


—Bueno, y ¿qué me perdí? —Kise miraba a su superior con curiosidad.


Kasamatsu volteó la cabeza para mirarlo a los ojos, entendiendo su pregunta y con palabras pausadas y cuidadosas, tratando de leer la reacción del rubio frente a ellas, dijo -El fin de semana vamos a salir a un campamento de entrenamiento fuera de Tokio-


—¡¿Qué?! —Kise gritó espantado.


—¿Qué pasa? ¿Tienes algún problema? —Kasamatsu preguntó fingiendo inocencia, pues a estas alturas sabía a la perfección que el problema de Kise tenía nombre y apellido.


—N-no… —contestó dudoso.


—¡Excelente! Entonces prepárate, salimos este viernes después de almuerzo —el capitán comentó entusiasmado, una gran y hermosa sonrisa adornaba su rostro.


—Sí —Kise respondió algo desanimado.


—Será un campamento importante, finalizará con un encuentro de práctica y no podemos volver a perder.


Si debía ser sincero, tenía que admitir que la idea de ese repentino campamento había sido suya. Necesitaba poner algo de distancia entre Kise y Aomine, necesitaba estar un tiempo, aunque sea corto, a solas con él, para poder hablar tranquilamente. Por eso, ayer mismo había vuelto a la Preparatoria y le sugirió esta idea al entrenador, que para su suerte la acogió encantado. El argumento perfecto había sido que era necesario recuperar la moral del equipo y fortalecer los lazos entre los miembros luego de la última derrota sufrida.


—¿Contra quién jugaremos? —Kise preguntó un poco más interesado en el asunto.


—El entrenador aun no lo ha confirmado. Pero está buscando a un equipo de los fuertes.


El timbre que anunciaba el inicio de las clases sonó por todo el pasillo, interrumpiendo la conversación de ambos jóvenes. Pero antes de marcharse a su salón, Kasamatsu sacó de su bolso un trozo de brownie envuelto en una servilleta de papel. Sabía a la perfección que el rubio disfrutaba de los chocolates y de todos, el brownie era uno de sus favoritos. Por eso antes de llegar a la Preparatoria, dio un rodeo de más de cuatro cuadras para pasar a la pastelería favorita de Kise.


—¡Ah, se me olvidaba! Te traje esto —mintió con gesto despreocupado, como si le restara importancia.


—¡Senpai! —Kise lo miró emocionado, tomando el trozo de brownie entre sus manos—. Gracias.


—Lo hice porque sé que nunca tomas desayuno. Deberías empezar a cuidar más tu alimentación, es importante en un jugador de alto rendimiento como tú —Kasamatsu se cruzó las manos sobre el pecho y habló autoritariamente, reprochando a su kouhai.


—No te preocupes, hoy si tomé desayuno, Aominecchi lo preparó —Kise comentó despreocupado mientras daba un mordisco al trozo de chocolate.


Para suerte de Kasamatsu, Kise era un total despistado y no reparó en la agria expresión que se fijó en su rostro al oír esto ¿Cómo era posible que ese tipo le saliera hasta en la sopa? Aun cuando había buscado una ocasión perfecta para expresar su preocupación por su kouhai, la figura del moreno seguía entrometiéndose entre ellos.


—Kise, otra vez con eso —desvió la vista, fastidiado, y habló con voz ronca de enojo—. ¿Por qué no entiendes que él es nuestro enemigo? ¿Qué vas a hacer cuando el día de mañana nos toque jugar contra él nuevamente?


—Senpai… —Kise dejó de comer y miró con tristeza a su capitán—. ¿Vas a seguir jugando en la Universidad?


—Sí ¿Y eso qué tiene que ver? —miraba a su kouhai con ojos intrigados.


—Dudo que asistamos a la misma Universidad, tenemos intereses dispares.


—Ya ¿Y qué con eso? —realmente Kasamatsu no entendía el punto de su kouhai.


—Cuando nos encontremos como contrincantes en la Universidad ¿Quieres que te odie? —la voz de Kise se oía triste—. ¿Quieres que finja que nunca fuimos compañeros, ni amigos, que nunca hubo ninguna relación entre nosotros?


Kasamatsu no respondió, por fin había entendido el punto de rubio.


—Es lo mismo con Aominecchi: él fue mi compañero de equipo una vez y es mi amigo ahora. Por favor no me vuelvas a pedir algo así senpai, porque no podré cumplirlo —habló con firmeza.


El mayor no pudo decir nada más. Normalmente se habría molestado, habría sentido rabia, porque con esa frase tomó el peso del asunto, supo lo importante que era Aomine para Kise y eso no lo podía cambiar. Pero ahora no sintió nada de eso. Sólo podía sentir ternura.  Ahora podía entender perfectamente, por qué se había enamorado de Kise.


Cuando recién se enteró que ese año el equipo había fichado a un miembro de la “Generación de los Milagros” sólo había sentido el interés y emoción de cualquier otro capitán: Este fichaje permitiría fortalecer al equipo. Pero el tiempo de convivencia con el rubio, le había enseñado que él era mucho más que una cara bonita con habilidades para el basketball. Kise era alguien sensible, preocupado por los demás, alegre y optimista; le había devuelto la alegría a su vida.


Miró al rubio con una expresión que a éste le pareció indescifrable y se despidió para marcharse a su salón. Kise continuó mirando cómo se alejaba lentamente hasta que la vibración de su Smartphone dentro del bolsillo del pantalón, le hizo despegar la mirada de la espalda de su capitán y fijarse en el remitente de esa llamada.


—¡Kagamicchi! —respondió alegre, sorprendido por la llamada.


—¡Kise! Ayer te estuve llamando todo el día —el pelirrojo hablaba abiertamente enfadado y aun a través del teléfono se le podía notar—. ¿Para qué tienes ese teléfono si no lo contestas?


Kise levantó las cejas en un gesto de inocencia, aunque sabía que el otro muchacho no podía verlo y habló con voz arrepentida.


—Lo siento, no quise preocuparte. Es que ayer… —no pudo continuar hablando, porque el grito de Kagami lo interrumpió.


—¡No! ¡Para! No es necesario que me des los detalles sucios.


—¿De qué hablas? ¿Cuáles detalles sucios? —se produjo un silencio en la línea unos segundos, y luego Kagami continuó con voz seria.


—Kuroko me lo contó todo: La razón por la que había ido a tu departamento esa noche, la conversación que tuvo luego con Aomine y los sentimientos del él hacia ti… así que puedo imaginarme cómo terminó la historia.


Kise rio alegre, comprendiendo las palabras de su amigo.


—Terminó muy bien.


—¿En serio? ¿Y puedes caminar? —el pelirrojo preguntó con ironía.


-—Kagamicchi! —Se oyó una fuerte risa al otro lado de la línea telefónica— Y tú te oyes muy alegre ¿Acaso te pasó algo bueno? con Kurokocchi —el rubio contratacó.


—Algo así, no creo que sea tan rápido como ustedes, pero anoche me confesé —aunque no podían verse, Kise imaginó a la perfección la expresión apenada del pelirrojo al decir esto.


—¡Eh! ¿En serio? ¿Y qué te dijo? —pregunto emocionado.


—Que me correspondía, pero quiero llevar las cosas con calma. Kuroko no es cualquiera para mí, realmente lo amo y quiero que nuestra relación funcione.


—¡Felicitaciones Kagamicchi! —Kise sonreía abiertamente por su amigo mientras se paseaba de un lado a otro, indiferente de todo lo demás a su alrededor.


—Gracias. A pesar de todo, finalmente todo salió bien para ambos —Kagami comentó con voz suave.


—Tienes razón, por fin todo está bien —al decir esas palabras, una paz interna lo invadió, pero agregó con voz traviesa—. Pero ahora quiero los detalles cochinos.


—¡Cállate idiota!


Sin decir más, el indignado pelirrojo cortó la llamada, dejando a un risueño Kise solo en medio del pasillo de la Preparatoria. Sólo hasta ese momento, se percató que ya todos habían entrado a sus salones y sólo él permanecía afuera, indiferente de la realidad. Se dio la vuelta con lentitud y vio la cara de odio de su profesor y suspiró con cansancio… ese sería un día muy largo.

Notas finales:

Gracias por leer y comentar. 


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