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Corazón Delator por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

En el capitulo de hoy ¡El moreno de nuestros sueños vuelve!

 

 

 CAPITULO 17

¿Somos enemigos?

 

 

 

La mañana había comenzado fría y nublada, una espesa neblina inundaba el lugar por donde corrían cansados los doce jóvenes. Sus respiraciones salían agitadas de sus bocas, provocando que un casi imperceptible vapor se elevara de ellas. Sus cuerpos sudaban levemente, haciendo que sus pieles reflejaran un perlado destello producto de la luz matutina. Su trote era uniforme, casi sincronizado y sus expresiones eran de concentración total.

 

El día transcurrió lento y agotador. El sol avanzó a través del cielo despejado, surcándolo de lado a lado, dando paso a la tarde. Los doce jóvenes que trotaban enérgicamente por la mañana, se encontraban ahora derrumbados sobre el piso del gimnasio.

 

La voz del entrenador sonó fuerte, retumbando en el espacioso lugar.

 

—Muy bien, damos por terminado el entrenamiento de hoy ¡Pueden retirarse!

 

El capitán se incorporó con dificultad del suelo, su respiración era agitada y el sudor escurría por su cuello y espalda, mojando el uniforme deportivo.

 

—¡Buen trabajo todos!

 

—¡Buen trabajo! —gritaron todos al unísono. Lo muchachos se pusieron de pie entre quejidos y con caminar cansado se marcharon rumbo a sus habitaciones.

 

Cada uno se duchaba en su baño personal, cosa que el rubio agradeció internamente, pues no tendría que dar explicaciones sobre la horrible marca que aun llevaba en el cuello. Se quitó la vendita que protegía la herida frente al espejo y entrecerró los ojos para verla mejor. La coloración morada se había extendido y se podían ver claramente las marcas de los dientes. Suspiró cansado y se metió a la ducha.

 

Al salir de ésta, se miró de nuevo en el espejo. Su cabello mojado caía hacia atrás, despejándole la frente, dándole un vistazo de su cansada expresión. Se maldijo internamente por no haberle hecho caso a su senpai cuando le aconsejó dormir en el autobús. Por culpa de Aomine no había podido pegar el ojo en dos noches y sumado al entrenamiento espartano que estaban realizando, su cuerpo le pedía a gritos un descanso.

 

Se secó el cuerpo y el cabello y se vistió con un jeans gris oscuro, un chaleco grueso de lana beige sobre una camiseta blanca y una fina cadena de plata colgaba de su cuello. Luego del aseo personal, la programación decía que los miembros del club debían bajar al comedor a disfrutar juntos de la cena. Si no hubiera sido porque luego se reunirían para la reunión nocturna en el salón de la residencia, Kise no habría bajado, prefiriendo incluso quedarse sin comer.

 

Durante la cena no pudo prestar atención a las conversaciones a su alrededor y apenas sí probó bocado, despertando la mirada intrigada de la mayoría de los regulares. En la mente de todos sólo había una pregunta ¿Qué rayos le habría pasado a Kise? Debido a que el rubio era un verdadero escándalo andante, todos pudieron notar que no se encontraba precisamente animado.

 

Kasamatsu en cambio, parecía ser el único dentro de la mesa que no lanzaba miradas preocupadas o curiosas al modelo. De hecho, el pelinegro evitaba abiertamente mirarle. Desde la plática de ayer en la noche, no habían vuelto a hablar más allá de lo estrictamente necesario y lo que más le dolía al ojiceleste, era la indiferencia que esto le producía al rubio. Él se moría por estar a su lado, por hablarle, por apoyarlo; pero era más que evidente que en la mente de Kise sólo había espacio para una persona, y no era él.

 

Eran pasadas las ocho de la noche cuando la reunión se vio interrumpida de súbito por la visita del administrador, quien luego de hablarle al oído al entrenador, se retiró del salón silencioso. Todos los jóvenes alzaron la vista hacia el entrenador cuando éste, sonriente se puso de pie y carraspeando para llamar la atención de sus jugadores, habló con voz fuerte y segura.

 

—Muy bien. Ya está decidido quienes serán nuestros oponentes mañana por la mañana. Este equipo, es perfecto para los objetivos que nos propusimos y están con nosotros esta noche… Además, el ofrecimiento fue suyo —esta última frase la comentó con algo de extrañeza y en voz más baja.

 

El entrenador caminó hacia la puerta y abriéndola, dejó ver al completo equipo de Touou frente a ellos.

 

La perplejidad se grabó en el rostro de todos los miembros de Kaijo, quienes se miraban unos a otros incrédulos de la situación. Venían de haber perdido un partido contra ellos, quedando eliminados de la Interhigh. Ese campamento era justamente para superar el trauma de esa derrota y el entrenador los había elegido precisamente a ellos para terminar el entrenamiento.

 

Aunque para todo el equipo ver a sus rivales ahí había sido un impacto, el rostro del capitán era el más consternado. El chico de hermosos ojos celestes se puso de pie, viendo con ojos indignados al As de Touou de pie frente a él mirándolo con arrogancia ¡Eso tenía que ser una broma! ¿Qué hacían ellos ahí? ¿Qué hacía él ahí?

 

Aunque Kise había estado perdido y sin ánimos para nada todo el día, ahora, mágicamente todas las energías volvieron a su cuerpo. Sonrió amplio, cosa que no había hecho desde la mañana en que Aomine lo fue a dejar a la Preparatoria y su corazón latió con fuerza dentro de su pecho al ver la segura expresión en los ojos del moreno al mirarlo.

 

—¡Aominecchi! —Kise se puso de pie y corrió hacia el moreno, abrazándolo efusivamente por el cuello.

 

Ante la mirada perpleja de su equipo, Aomine dejó caer el bolso que llevaba en su hombro izquierdo y abrazó al rubio con fuerza, con ambos brazos, fijando su intensa mirada azul profundo en el capitán del equipo rival. Una mirada retadora que no pasó desapercibida para nadie.

 

Ahora todos entendían el sorpresivo entusiasmo del As de su equipo en ese campamento. Había sido el mismísimo Aomine quien había propuesto ese partido de práctica y había convencido al entrenador de contactarse con su par de Kaijo. A todos los integrantes de Touou les había parecido una idea fantástica, pues lo vieron como un gesto de que al fin su irresponsable titular le empezaba a tomar interés de nuevo al basketball.

 

Ahora todos se percatan de su tremendo error: Aomine estaba interesado y mucho… pero en Kise Ryouta, no en el Basketball.

 

—¡Kise! ¿Qué estás haciendo? —Hayakawa gritó más efusivamente que de costumbre.

 

—Esa es una buena pregunta —Moriyama miraba escéptico la escena—. ¿Desde cuándo tan feliz por ver al enemigo?

 

—Ki-chan, Dai-chan. ¿Qué significa todo esto? —Satsuki preguntó extrañada viendo cómo su rubio amigo se despegaba del moreno y trataba inútilmente de hacerse el desentendido.

 

—No hay nada que entender —Aomine al ver que el rubio se separaba lentamente de él, le pasó uno de los brazos por la cintura y miró a la pelirrosa para contestarle.

 

—¿Cómo que no? —La muchacha insistió, aunque intuía muy bien la respuesta—. Yo sé que ustedes se quieren chicos, ¿pero desde cuando tanta efusividad por verse?

 

—Eso no es asunto tuyo ¡No te metas! —el moreno contestó arisco, volviendo a fijar su mirada en el rubio que trataba de disimular la sonrisa de sus labios.

 

Sin que ninguno de los dos se percatara, Moriyama se les acercó y separándolos dijo serio.

 

—¡Kise, aléjate de este! Nosotros y los de Touou somos enemigos.

 

Aomine iba a protestar cuando sintió que el fuerte brazo de su capitán le rodeó el cuello y le habló sin despegar la vista de los miembros del equipo rival.

 

—Tienen razón ¡Somos enemigos! Así que lo mejor es irnos a nuestras habitaciones —y después de arrastrar con todas sus fuerzas y la ayuda de Wakamatsu al moreno hacia afuera, se dirigió a todo el equipo—. ¡Tenemos un partido que preparar!

 

Los miembros de Touou se retiraron con la sola excepción del entrenado, quien junto a su par de Kaijo, se fueron a discutir los últimos preparativos para el partido a jugar mañana por la mañana. Por su parte, los miembros del equipo de Kaijo habían dejado de mirarse unos a otros con incredulidad, para fijar una mirada reprochadora en el titular más joven del equipo.

 

Kise se dio la vuelta, consciente de que todos sus compañeros de equipo esperaban una respuesta para lo que a ellos les sonaba como una traición. Miró a su capitán en busca del apoyo que siempre le brindaba cada vez que se metía en problemas, pero éste desvió la mirada hacia la ventana, dejando a rubio sintiéndose completamente solo.

 

—¿Y bien? —Moriyama miraba con una ceja alzada y los brazos cruzados al rubio.

 

—¿Qué? —Kise trató de hacerse el desentendido      .

 

—Oye Kise, yo sé que él fue tu compañero de equipo. Sólo espero que dentro de la cancha puedas diferenciar entre compañeros y rivales —Moriyama habló con voz seria—: porque ahora él no es tu compañero, es tu rival.

 

Kise bajó la vista y guardó silencio ante esas palabras que expresaban el pensamiento de todo su equipo. Sintiendo el pesar de saber que no había tenido las fuerzas suficientes para encararlos y decirles toda la verdad. Uno a uno, los miembros de Kaijo fueron saliendo, hasta que sólo permanecieron él y Kasamatsu. Éste se puso de pie y habló evitando mirarlo.

 

—Supongo que entiendes ahora lo que traté de decirte todo este tiempo —y sin esperar respuesta, salió del lugar. Ni siquiera le dirigió la mirada al rubio al pasar junto a él y sus grandes ojos celestes se veían sombríos.

 

Kise suspiró con pesadez y subió rumbo a su habitación. Sacó la llave del bolsillo y deslizándola por el orificio, abrió lento la puerta de madera, que crujió suave. Abrió los ojos expresivamente al ver la imponente figura del moreno de pie en medio de su habitación.

 

—¡Aominecchi! —Gritó feliz abalanzándose sobre él, haciendo que ambos cayeran sobre la cama—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo supiste que esta era mi habitación? ¿Cómo entraste?-

 

El moreno rio divertido al ver la cara de intriga y alegría del rubio sentado sobre él y sentándose en la cama con su novio aún sobre él le respondió.

 

—Después de escabullirme de mi equipo, pregunté en recepción y “tomé prestada” una de las copias de las llaves —el moreno comentó con un gesto de inocencia fingida—. No pienso dejarte solo, por eso estoy aquí. Te lo dije en el mensaje que te envié ¿no?

 

—¡Aominecchi! Creí que te referías a que cuando volviera no me estarías esperando —el rubio hizo un puchero inconsciente y se abrazó del cuello del moreno.

 

—Tonto… —lo abrazó de la cintura con fuerza y hundió la nariz en el sedoso cabello dorado.

 

Aomine tomó todo el peso de Kise en sus brazos, y girando su cuerpo, dejó caer al rubio sobre la cama y se ubicó sobre su cuerpo para besarlo con intensidad, ladeando la cabeza para acomodar sus rostros y hacer que el contacto sea más íntimo, más profundo, más delicioso.

 

El moreno tomó el mentón de Kise con firmeza y le levantó, tornando el beso en un gesto posesivo, explorando con la lengua el interior de esa cálida boca, sintiendo que en cada beso le quita un poco más el aliento, oyendo como el húmedo sonido de ese beso le inundó los oídos, extasiándolo. Presionó con su pierna en la entrepierna del otro muchacho, haciendo que se remueva exquisitamente bajo él, liberando el primer gemido de esa noche.

 

—…mmh… —Kise se separó lentamente para mirar los profundos ojos azules de Aomine y susurrar contra sus labios— Te extrañé.

 

—Y yo a ti, pero ahora tendrás que pagarme por esto dos días de ausencia— el moreno susurró ronco y sensual en su oído. 

Notas finales:

Gracias por leer. 


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