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Notas Discordantes por Sorgin

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La señora Pomfey dirigió una severa mirada la adolescente de cabellos rubios antes de mojar su cara con un ungüento que olía a babosas podridas. El escozor de los profundos arañazos al cerrarse le hizo apretar los dientes, mientras sus ojos se desviaban a la cama donde yacía inconsciente James. Si lo que había hecho servía para atrapar a su agresor, habría merecido la pena.

 

La mujer le arreglo el pelo antes de permitirle estar unos minutos a solas con su amigo. Si tenía una gran virtud, era la de saber desaparecer en el momento conveniente. Esa era una de las cualidades que más le agradaban de la enfermera, su discreción. Se acerco hasta la silla en la que minutos antes había estado Sirius y olisqueo el aire cercano. Le encantaba el perfume que emanaba de manera natural su amigo.

 

Suave y dulce, como una buena tableta de chocolate belga. Se mordió los labios al recordar el tacto de su piel, su aliento de hierbabuena y aquellos ojos que le devoraban con solo mirarle. Suspiro sonoramente, dejo caer sus brazos cruzados sobre la cama y ocultó la cara entre ellos. Se había comportado como un niño, después de todo el había elegido pagar el precio por la información. No tenía sentido lamentarse, debía ser responsable de sus acciones. Una mano le acarició la cabeza sorprendiéndole y haciendo que se levantase de golpe.

 

Una socarrona sonrisa le saludaba cargada de chulería. Se abrazo a su amigo sin poder pronunciar palabra y tuvo la sensación de que las lágrimas volvían a surcar sus mejillas. Con gran esfuerzo las reprimió y le dedico la mejor de sus sonrisas. Los ojos castaños del otro le atravesaron como flechas y un reflejo le hizo darse cuenta de que había logrado avistar una pequeña parte de lo que escondía.

 

-¿Cómo te sientes?- Pregunto cuando logro encontrar su propia voz.

 

-Como si me habría arrollado un dragón.- Ambos muchachos sonrieron.- ¿Y los demás?

 

-Peter esta descansando ha estado toda la mañana aquí y Sirius.- Tembló al recordar a donde le había mandado.- Esta comprobando un chivatazo.

 

-Debo hablar con él enseguida, ¿podrías ir a buscarle? – Lupin le miro con preocupación

 

-¿Recuerdas algo de lo que sucedió?- Contuvo el aliento al ver a su compañero dubitativo.

 

-Sí… y no.- Le dirigió una mirada de extrañeza.- Recuerdo a quien vi, pero sigo teniendo la sensación de que había algo extraño en él.- Recalcó la última palabra.

 

-¿A qué te refieres?, ¿Cómo si estuviera bajo un hechizo?- Se sentó sobre la cama para que Potter no tendría que forzar la voz.

 

-Era como si no fuera él.-Aclaro tras una pequeña pausa.

 

Los instintos de Sirius se despertaron al ver como su enemigo sujetaba a su pequeño y adorado hermano por la pechera del jersey de lana que su loca madre le había regalado en navidad. Sin dar tiempo a una explicación apunto su varita contra el muchacho de larga melena rubio y disparo un hechizo, sin darle tiempo a defenderse.

 

Malfoy miro sorprendido cuando la puerta de su casa salto en astillas. Por un segundo creyó que se trataba de su prometida y las locas de sus hermanas, pero la realidad había sido peor. Sirius Black se encontraba en el agujero dónde segundos antes había un retrato de acceso. Sus ojos teñidos de roja ira estaban fijos en él. No le dio tiempo a pronunciar un hechizo de defensa. Cayó varios metros sobre un sillón orejero de cuadros verdes y noto como se partían algunas de sus costillas.

 

-Hermano.- Susurro Regulus.

 

-Cabronazo.- Sirius apretaba los dientes mientras avanzaba con pasos lentos hasta el Slytherin.- Primero tocas a mis amigos y ahora te atreves a quierer hacerle daño a mi hermanito. Estas muerto Malfoy.- Sentenció.

 

El aludido lanzo un hechizo de ocultamiento para poder ponerse de pies. Alzo la varita por precaución aunque no estaba seguro de querer utilizarla sin razón, quizás se le permitiera explicarse, podría encontrar razonable la aclaración. Una bocanada de fuego expedida por la varita del Black le hizo saber que le sería imposible razonar.

 

-Esto no tiene nada que ver contigo.- Trato de hacerle comprender.

 

-Pues a mi me parece que sí.- Con una agilidad sorprendente salto por encima del sofá para cubrir la distancia que le separaba del rubio. Los dos miembros de la verde casa le miraron sorprendidos. Aunque Malfoy no pudo disfrutar demasiado de aquel espectáculo gimnástico ya que su vida corría peligro en manos de aquel neurótico Black.- Últimas palabras Lucius.- Arrastró el nombre.

 

-Expelieramus.- Dijo una voz desde las escaleras que conducían a los dormitorios. Una mujer de cabellos rubios le dirigió una fiera mirada, tras ella dos mujeres más hicieron acto de presencia.

 

-¿Qué mosca te ha picado primito?- Pregunto Bellatrix acercándose a los muchachos. Andrómeda recogió las varitas con un movimiento de la suya y se acerco a Regulus.

 

-¿Qué le estabas haciendo al pequeño?- Pregunto Narcissa a su prometido con una fría mirada.

 

-Solo estábamos hablando cuando ese loco arrancó la puerta. Ni siquiera dejo que me explicara.- Se dejo caer sobre un asiento cercano a la mujer. Siruis extendió la mano para pedirle su varita.

 

-Cuando te vayas.- Contestó a  una petición no pronunciada.

 

-Los problemas de los Slytherins los resuelven los Slytherins.- Le recordó Narcissa mientras le pedía con un gesto de cabeza a Andrómeda que le regresara la varita  a su primo.

 

No demasiado convencida, lo hizo, aunque le seguía apuntando discretamente para reducirlo en caso de que decidiera continuar con el ataque. Sin embargo y apretando los dientes Sirius acepto a calmarse.  No estaba del todo seguro de que sus primas le defendieran a él anteponiéndolo a la casa y tentar la suerte era una locura, sobretodo porque si se ponía en lo peor serían cinco contra uno. Resignado se dirigió a los escombros por los que había entrado.

 

-Tarde o temprano tendrás que salir Malfoy.- Le amenazo.- Y te prometo que quieras o no, nos veremos.

 Lucius abrió la boca para replicar pero su prometida no se lo consintió. Con una mirada severa le indico que se la acompañará a otro lugar, más apartado, para tener una pequeña charla. Cabizbajo y sintiéndose terriblemente humillado la siguió mientras le dirigía una mirada furiosa a Regulus. Al pasar por su lado el pequeño pudo adivinar las tres palabras que le fueron dirigidas en un inaudible susurro, “Ya te pillaré”. 

Como un león enjaulado Siruis cruzo los pasillos para llegar a la enfermería. Tenía que ver a Remus, así quizás averiguara que le había ocurrido. Debía de haber sido la mejor pelea de Lunático y él se la había perdido. Tratando de centrar su atención en encontrar la manera de vengarse de Malfoy perdió la noción de la realidad y arrollo a un compañero en el camino, yendo a parar los dos al suelo.

 

-Perdón.- Susurró  encontrándose con unos profundos ojos negros que le miraron con asco.- Ah Snape.- Dijo como si eso cambiase las cosas. Y es que en cierto modo así era. Al menos podría distraer su enojo con él. Fue a sacar su varita dispuesto a hacer cualquier travesura cuando la voz sesgada del otro le distrajo.

 

-Así que te envió a ti.- Su voz sonaba desilusionada.

 

-¿Cómo dices?

 

-Lupin. Creí que iría el mismo.

 

-¿A qué te refieres?- La sonrisa de Snape se volvió arrogante.

 

-¿Es qué no te lo dijo? Sirius le miro desconcertado.- Remus me pidió ayuda para descubrir quien atacó a vuestro querido amigo Potter.- escupió el apellido con asco.

 

-¿Y tú se la diste?- Ahora si estaba realmente sorprendido, Severus Snape ayudando a su peor enemigo. No podía ser cierto lo que oía.

 

-Bueno, digamos que llegamos a un acuerdo.- Recordó el estado en que había llagado Lupin a la enfermería y un escalofrío recorrió su cuerpo. ¿Qué diablos había ocurrido entre esos dos?

 

-¿Qué tipo de acuerdo?- A cada momento le costaba más respirar. -¿Económico?, ¿material?

 

-Más bien de carácter personal.- Se acerco al Black para susurrarle al oído.- Jamás pensé que su piel sería tan deliciosa.- Sus miradas se cruzaron, la de Snape burlona, la de Sirius petrificada.- No pude evitar darle un pequeño mordisco en la cadera. Espero que le dure unos días.- Se relamió antes de dejar al otro muchacho sentado en el suelo.

 

No podía moverse, no quería creer lo que acababa de escuchar. Remus no era de los que se acostaban con cualquiera, lo sabía por propia experiencia. Le había costado cuatro años de amistad y seis meses de coqueteo poder declararse y ser correspondido. Snape debía estar mintiendo era la única respuesta posible. Sintió como la cólera enrojecía sus mejillas y con pasos presurosos se encamino a la enfermería.

 

Unos metros a su espalda el muchacho de cabello negro perteneciente a la casa de Slytherin sonreía maléficamente. Entonando un himno de triunfo se encamino a su dormitorio. No pudo evitar reír al ver como los prefectos trataban de reparar la puerta hecha añicos antes de que algún profesor descubriera el suceso. La sala común estaba abarrotada de curiosos, en especial de muchachos de grados inferiores al propio. Busco con la mirada un rostro conocido, pero los gritos de Bellatrix Black atrajeron su atención.

 

Lleno de curiosidad se dirigió al lugar de donde provenían las voces. Se trataba de un pequeño estudio en el que solían disfrutar del arte. Había algunas esculturas inacabadas de un par de chicos de séptimo, unos cuadros que aún tardarían en secar y en medio de la habitación, rodeado por tres locas arpías se encontraba la única persona a la que había considerado su amigo, Lucius Malfoy.

 

-Os repito que yo no hice nada para provocarlo.- Su voz sonaba cansada. Estaba recostado en una vieja silla de madera, casi apolillada que parecía incapaz de soportar su propio peso.

 

-Sirius no es de los que actúan sin un ataque previo.- Les recordó Andrómeda a sus hermanas.

 

-Es travieso, pero no esta tan loco como para venir aquí solo para darte una paliza. Es más listo que eso. Habría esperado pillarte a solas en un baño común, en el campo de entrenamiento, o en las duchas.- Señaló Bellatrix mientras Narcisa evaluaba a su prometido.

 

-¿Qué estabas haciendo con Regulus?- Pregunto al cabo de un rato. Malfoy desvió la mirada al piso y se mordió el labio inferior.

 

-Eso es un asunto personal.- Acabo diciendo.

 

-Si nuestros primos están metidos en ese asunto, lo personal nos inmiscuye.- Le espeto fríamente la Black de cabellos dorados. Malfoy suspiro sonoramente cuando la puerta acabo de abrirse para dejar paso a un muchacho de cabellos negros.

 

-Lo siento señoritas.- Las saludo amablemente.- Pero me temo que Lucius no contestara a ninguna pregunta más. Al menos por ahora.

 

-Si ya por que tú lo digas.- se burlo Bellatrix.

 

-Exactamente Bella.- Las hermanas intercambiaron miradas llenas de complicidad.- Fui yo quien le pidió a Lucius que trajera a vuestro pequeño primo para tener una amistosa conversación con él. Me temo que no contamos con el pequeño problema que representaría su hermano mayor.

 

-¿Pequeño problema?- Alzo una ceja el otro muchacho.- no querrás decir el gran problema.

 

-Como sea. La cuestión que nos atañe ahora es que esta conversación esta acabada y no debe ser retomada hasta que acaben nuestras pesquisas.- Abrió la puerta de nuevo para que las chicas salieran.- Serán informadas a su debido tiempo. Ahora si nos disculpan, tenemos asuntos importantes que atender.- Bellatrix quiso replicar pero la mano de Narcisa se lo impidió.

 

-Confiamos en ti Severus.- Aseguro con una sonrisa. Sus hermanas la siguieron y cerraron la puerta tras de sí.

 

-¿De verdad confiamos en él?- Pregunto sorprendida Andrómeda.

 

-No.-las tres sonrieron.- pero así será más fácil averiguar lo que traman. Trataron de espiar tras la puerta y no se sorprendieron al darse cuenta de que ésta estaba hechizada para impedírselo. Resignadas subieron a su habitación para trazar un plan de ataque.

 

-¿Crees que con eso las vas a detener?- Le miro el rubio incrédulo.

 

-Solo espero ganar unos minutos.- Le confesó.

 

-Tú lo enviaste, ¿verdad?

 

-En cierto modo supongo que sí.

 

-No podías tenerla metida en los pantalones.- Suspiro dejándose caer de nuevo en la vieja silla.

 

-No podía desperdiciar una oportunidad como esta. Además la situación nos es provechosa. Sirius ya ha sido infirmado de cómo Lupin consiguió la información por lo que no moverá un dedo contra ti.

 

-Ya, pero ese es el mínimo de mis problemas. Cuando Potter despierte y por desgracia lo hará, supongo que recordará todo lo que sucedió. Y si cuenta algo estoy perdido.

 

-Deja de preocuparte por minucias.

 

-Cómo se nota que no es tu trasero el que esta en juego.

 

-Tampoco es el tuyo, ¿o me equivoco?- Le miro inquisitivamente.

 

-Tu y yo lo sabemos, pero preferiría no arriesgarme a averiguar cuantos están de mi parte.- se revolvió el cabello nervioso y se desabrocho algunos botones de la camisa.- ¿Soy yo o hace demasiado calor?  

-Eres tú. En fin.- Resopló.- Vamos a por ese pequeño entrometido.

 

-Ja ¿Crees que será tan estúpido como para dejarse ver? Si yo fuera él me aseguraría de que no me encontrarán. Al menos hasta que todo se haya calmado.- Aún así salieron dispuestos a buscarle.

  

En la enfermería Remus acompañaba a la cama james que había tenido que ir al baño por necesidades mayores, como había explicado a la enfermera negando sutilmente su ayuda.

 

-Un poco más y te alcanzo en el servicio.- Rió Lupin postrándole en la cama.- no había visto a nadie correr tan rápido. Es una enfermera cualificad no va a ver nada que no haya visto antes.

 

-Si, pues que te ponga a ti el conejo. Yo paso de que una vieja salida me mire la colita.- Y puso morros como los niños pequeños arrancándole una carcajada.- No le veo la gracia.

 

-Ay,- Se secó una lágrima.- Lo siento pero no tengo ningún espejo a mano para que veas tu cara. Te estás comportando como un niño Jimmy.

 

-Puede, O puede que solo este asustado. ¿Cuánto falta para la luna llena?

 

-Dos noches. Aún tengo tiempo si quieres que me quede contigo esta, por mi no hay inconveniente.

 

-Te lo agradezco pero no es necesario.- Su voz temblaba ligeramente.

 

-¿Seguro?, después de una experiencia como esa yo no querría estar solo.

 

-Pues por lo que veo la viviste en carne propia.- Le acaricio el rostro cuando este trato de desviarlo al suelo.

 

-Fue diferente. Yo decidí hacerlo, tú no.- Se abrazo a sí mismo.- Es solo que pensaba que no te despertarías. Tenía miedo James, mucho miedo.- Se echó a llorar.

 

-Y por lo que veo aún lo tienes.- Le refugió en sus brazos.- Ey que el enfermo soy yo no me quites protagonismo.-se echaron a reír en el momento en que Lily Evans entro. Espero discretamente a que los chicos se separaran y que el rubio se limpiara las lágrimas.

 

-Hola.- Saludo animada.- Me alegra verte despierto, parece que estas bien.- Dejo una caja de ranas de caramelos de todos los sabores a su lado y le dio un abrazo a cada uno; lo cual aprovecho james para tocarla el trasero descaradamente.-Algún día te cortare esas manos pulpo sobón.- Pero se sentó a su lado y le acarició distraídamente la cabeza.

 

-Si llego a saber que vendrías a cuidarme me habría enfermado antes.

 

-No tientes tu suerte Potter.- le apunto con el índice sobre la nariz. La conversación se torno animada e incluso se tomaron la libertad de hacer chistes sobre que si habría sido Lily quien le había apaleado por pesado.

 

-Créeme James si habría sido yo no te habrías recuperado ni en un mes.   

 

-¡Qué dura!- Silbo Lupin.

 

-Habría sido mejor. Así no me habría recuperado para los exámenes.- La muchacha le reprendió mientras su amigo soltaba una sonora carcajada.

 

La puerta de la enfermería se abrió de un porrazo y los muchachos callaron en seco, por un segundo incluso asustados. Sirius Black avanzo al interior muy serio y con los ojos clavados en una persona, sin ser consciente del entorno que le rodeaba. Ni siquiera saludo a su amigo enfermo por quien se había preocupado tanto horas antes.

 

-Sirius.- Le llamo con dulzura Remus.- ¿Qué pasa?- Sin darle tiempo a reaccionar, avanzo hasta él y lo arrojo a la cama contigua de la de James.

 

La señora Pomfey quiso regañarle y apartarle, pero Black estaba fuera de sí. Aparto a la mujer de un empujón arrojándola sobre Lily que se había levantado para ayudar. James también quiso abandonar el camastro, pero una punzada de dolor entre sus piernas se lo impidió. Para su desesperación estaba demasiado débil.

 

Remus noto como las manos de Sirius recorrían su cuerpo introduciéndose por sus ropas. Asustado sintió como las caricias de fuego quemaban su piel y no reprimió los sollozos que pronto se convirtieron en lágrimas. Trato de apartarle sin demasiado empeño por temor a poder herirle, cuando noto como la nariz de Canuto olisqueaba cada parte de su cuerpo. Un fuerte tirón hizo que sus pantalones bajasen hasta quedar al ras de su pubis y de pronto todo acabo.

 Sentado sobre sus muslos Sirius le observaba con los ojos apagados. Estaban tristes, enojados y un millón más de sensaciones indescriptibles se mezclaban en la profundidad de la noche que ocupaba su mirada. Y Remus sintió frío al verse reflejado en aquellas carnívoras pupilas. Tuvo la sensación de estar manchado de una imborrable suciedad. De un empujón aparto a su amigo y salió corriendo sin dirección tratando de tapar la vergüenza que había dibujada en su cuerpo en forma de cardenal.

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