Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor, Traición y Orgullo por Nayen Lemunantu

[Reviews - 170]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

Capítulo VIII

 

 

 

 

 

Fuimos eso que no se cuenta, ni se admite

 Pero que nunca se olvida.

 

 

La vida puede llegar a ser realmente cruel... O eso era lo que Aomine pensaba en ese instante.

Sentía que le dolían partes del cuerpo que no tenía idea que existían... El dolor del corazón. Que sensación tan extraña le parecía, no era un dolor físico, pero a la vez era el dolor más terrible que había experimentado, tanto, que lo podía sentir hasta en los huesos, comprimiendo los músculos de su pecho, cerrándose sobre sus pulmones e impidiendo que el aire llegara libremente a su cuerpo. No podía respirar y un zumbido en sus oídos lo tenía desorientando, aunque sabía exactamente hacia donde se dirigía.

Se bajó del taxi y se encaminó a la casa por el jardín en penumbras. No tocó la puerta principal, sino que dio la vuelta a la casa que conocía tan bien como la propia y se dirigió a la puerta trasera. Entró con la libertad que le daba el hecho de ser considerado en esa casa como un miembro más de la familia y sin avisar su llegada, subió las escaleras y se encaminó hacia uno de los dormitorios. Al subir las escaleras pudo oír las conversaciones de la familia reunida en torno a la mesa, en una cena amena y relajada, propia de una familia normal. Entró a la habitación con paso titubeante aún y se dejó caer en la cama de un femenino color rosa pálido.

Ahí lo encontró Satsuki casi una hora después. Con la mirada perdida sin mirar ningún punto en concreto, los ojos enrojecidos y aun acuosos por el llanto y el ceño constreñido en una expresión de dolor. La pelirrosa se asustó al instante de verlo y corrió hasta él para dejarse caer de rodillas sobre la cama, posando su mirada preocupada en el moreno que no parecía haber notado su presencia ahí.

La chica se limitó a mirarlo en silencio. No supo qué hacer, ni cómo reaccionar. Para empezar no sabía cómo interpretar aquella extraña actitud en su amigo de toda la vida, así que decidió recostarse junto a él, esperando a que éste se decidiera a explicarle qué rayos estaba pasando ahí. Pero no despegó del rostro de Aomine su inquisitiva mirada, que no había dejado de mostrar esa expresión de preocupación, en ningún momento.

Pasaron horas hasta que finalmente el moreno cerró los ojos con fuerza por un par de minutos, dejando que por la comisura de sus ojos, rodaran pequeñas y salinas lágrimas de amor.

Eso que sentía por Kise era amor y sólo hasta ahora lo sabía. Aomine se sentía destrozado, descubriendo sus sentimientos justo ahora cuando sentía que lo perdía para siempre.

—¿Qué voy a hacer ahora? —Ladeó el cuello hacia Satsuki— Él no me cree... Él ya no cree en mí.

—¿Por qué dices eso? ¿Por qué dices que ya no cree en ti?

La chica, sin entender realmente a qué se refería, pero teniendo la certeza que su amigo hablaba de Kise, como lo había hecho durante todos los últimos días, le respondió calmadamente. Su intención no era precisamente tranquilizar a Aomine ni descubrir qué ocurría para ayudarlo, más bien lo que motivaba a Satsuki era el hecho de saber todo, para tener bajo control la situación, como siempre lo había hecho.

—Él cree que lo estoy engañando con Tetsu, aunque no es así ¡Y tenía que pasar esto justo ahora! Cuando por fin habíamos hecho las paces.

—Pero Dai-chan... Tú siempre lo has engañado con Tetsu-kun, es normal que piense eso.

—¡Pero ahora no es así! Yo no tengo nada con Tetsu, él es sólo un amigo.

—Sólo debes demostrarle que eres sincero ¿no? —Satsuki habló con algo de cansancio en la voz, un poco fastidiada de lo monotemático que se había vuelto Aomine últimamente.

—¡No! Tú no entiendes... Ya todo está perdido —susurró volviendo la cabeza a su posición original, mirando nuevamente el techo blanco.

La chica soltó un suspiro cansado y se incorporó sobre la cama para mirar al moreno desde arriba.

—Explícame una cosa Dai-chan ¿Que significa exactamente Ki-chan para ti?

—Lo amo —confesó en un susurro negándose a mirar a la chica.

—¿Y qué hay de mí? ¿Qué hay de nuestra promesa de estar juntos por siempre? Tal y como lo hemos estado hasta ahora, ¿o ya se te olvidó? Todos los planes que tenemos juntos... Cumplir los 18 y largarnos de este estúpido lugar, de decir adiós a nuestras horribles y falsas familias y ser solamente tú y yo... Como siempre hemos sido.

—Esto es distinto Satsuki... El amor que siento por ti es distinto al amor que siento por Kise.

—¿Distinto? ¿Distinto cómo? —la chica preguntó arrugando el ceño.

—¡Es que a él lo amo! —respondió sentándose en la cama y elevando la voz, dándose cuenta que la pelirrosa era incapaz de entender sus sentimientos con Kise.

—¿Y a mí ya no me amas?

—¡Claro que sí Satsuki, pero es distinto!... Tú... Tú eres mi compañera de toda la vida, pero Kise...

—Kise es reciente y momentáneo —Satsuki interrumpió las palabras del moreno—. ¡Eso es lo que debes entender!

—¡Te equivocas! Yo no quiero que sea así... Lo que siento por Kise... quiero que dure por siempre —Aomine confesó impresionado de sus propias palabras.

—¿Qué significa eso? ¿Que ahora nuestros planes tendrán que ser de tres?

Aomine guardó silencio.

—Yo nunca me he interpuesto entre ustedes Dai-chan, porque siempre he creído que cualquier tipo de amor o cariño que pudieras llegar a sentir, jamás sería algo permanente, algo que pudiera llegar a amenazar nuestra unión... Y creí que con Ki-chan sería lo mismo. Dime que me no me equivoqué ¡Dímelo!

Aomine la miró dudoso. Sabía que la chica tenía razón, que ellos habían hecho una promesa de estar juntos por siempre. Lejos de toda aquella realidad que ambos detestaban, lejos de toda aquella soledad, lejos de sus familias que no eran más que un embuste. Él con un padre absolutamente ausente y Satsuki con unos padres que jugaban a parecer la familia perfecta ante los demás, pero sin un ápice de cariño real que los uniera. Ambos se sentían solos, pero también sabían que se tenían el uno al otro y juraron que esa unión sería para toda la vida.

Y aunque en el fondo de su corazón, Aomine se dio cuenta que la persona con la que quería estar realmente era Kise, no pudo decírselo a Satsuki. No podía decirle que de ahora en adelante ambos estarían completamente solos.

¡No podía dejarla! Eso era algo que simplemente no podía hacer. Ella era la única familia que le quedaba, si la abandonaba ahora, no podría perdonárselo jamás. Aunque tenía claro que el que pagaría las consecuencias sería su corazón.

—Satsuki... Tú eres irreemplazable para mí, lo sabes ¿verdad? —susurró acercando el cuerpo de la pelirrosa hacia su pecho.

—Lo sé... Es sólo que por un segundo me hiciste dudarlo —la chica respondió escondiendo la cabeza en su cuello y pasándole los brazos por la cintura—. Prométeme que nunca nadie nos separará.

—Lo prometo —sentenció con el mayor pesar de su corazón.

 

*          *          *

 

Yui llegó al departamento de Kise mucho más tarde de lo que había esperado. La reunión con el resto del equipo que trabajaba comúnmente con Kise había durado por lo menos tres horas, más de lo que a Yui le habría gustado, pero al menos habían llegado a un consenso sobre las acciones a seguir y hasta se habían asesorado jurídicamente con el único fin de estar preparados para lo que se veía venir en la carrera del modelo. Se había barajado la posibilidad de demandar a la revista Hanako y a los diversos programas de televisión donde se había transmitido la noticia por injurias y calumnias en contra de Ryouta Kise, por el daño moral que habían provocado sus declaraciones en la carrera y vida personal del modelo. De todas formas, la mejor iniciativa apoyada por todos había sido la de mantener un hermético silencio con respecto al asunto.

Por eso ahora, cuando ya había anochecido, Yui llegaba completamente agotada a darle las noticias a su hermano. Abrió la puerta con cuidado y al entrar al departamento pudo ver a Ryouta durmiendo en el sillón largo del living. Cerró la puerta sin hacer el menor ruido y dejó junto a ella su maletín y se quitó los tacones, caminando descalza hasta dejarse caer junto a su hermano a todo lo largo del sillón, quedando frente a frente con él.

—¿Sis? —Kise susurró somnoliento, alzando un poco la cabeza para ver a la joven.

En ese instante Yui pudo notar los ojos hinchados e inyectados de sangre de Ryouta y supuso con claridad que había estado llorando y que probablemente se había quedado dormido ahí después de cansarse de derramar tantas lágrimas. Exhaló un fuerte suspiro y estirando el brazo, le despejó la frente al rubio y le acarició la cabeza con delicadeza y ternura.

—¿Tanto te ha afectado lo que han dicho en televisión? —preguntó con voz calmada— No debes preocuparte por eso Ryou, ya estoy trabajando en ello y me voy a encargar personalmente de solucionar todo. Tú debes concentrarte en el cariño que te han demostrado tus fans en este momento difícil ¿Acaso no es bueno darte cuenta que cuentas con el apoyo incondicional de todas ellas?

—No es eso Sis… Estoy triste por otra cosa… —la voz de Kise se oía melancólica.

—¿Y entonces qué es? —preguntó pacientemente, acariciando ahora la espalda del rubio.

Pero éste se incorporó en el sillón, obligando a Yui a hacer lo mismo, de modo que quedaron ambos sentados, Kise mirando hacia el frente en completo silencio y su hermana mirándolo a él. El rubio llevó su cuerpo hacia adelante, afirmando los antebrazos en las rodillas con la cabeza gacha, dejando que su lacio cabello ocultara parcialmente su rostro. Yui volvió a acariciarle la espalda, cada vez más preocupada por la actitud de su hermano pequeño.

—¿Qué ocurre Ryouta? Sabes bien que puedes decirme lo que sea.

—Sis… Por favor, no me odies —Yui se detuvo para mirar a su hermano con detención. Temblaba levemente y su voz era apenas audible—. Yo te he estado mintiendo todo este tiempo… a ti, a mamá, a Kana-chan… a todas… —el chico hizo una larga pausa, tal vez esperando por la reacción de su hermana, por lo que Yui le respondió tranquilamente.

—Te escucho Ryouta, dime.

—Yo… ¿Recuerdas cuando te presenté a Aominecchi y te dije que era mi mejor amigo?

—¡Claro que me acuerdo Ryouta! Ve al grano por favor, me estás asustando.

—Bueno… es que… él no era exactamente mi amigo, él era... era… él era mi novio —confesó en un susurro.

—¡Ryouta por Dios! —Yui se llevó una mano al pecho y exhalando un suspiro de alivio, se puso de pie, relajándose por fin— ¡Me asustaste! Pensé que había pasado algo grave ¡No tienes idea del susto que me hiciste pasar!

—¿Cómo que…? ¿Qué? ¡Te acabo de decir algo muy serio, Sis! —Kise la miró confundido.

—Ryouta… Todas hemos sabido que ustedes eran novios ¡Sólo había que verles las caras de tontos enamorados para darse cuenta! —la joven le habló con una normalidad que hizo a Kise abrir la boca de impresión.

—¡¿Qué?!

—Era algo muy obvio, se les notaba en la forma en que se hablaban, cómo se miraban, cómo se sonreían… —Yui comenzó a enumerar con los dedos.

—¡¿Y si siempre lo supieron por qué nunca me dijeron nada?! —Kise ahora miraba a su hermana mayor claramente indignado.

—Mamá dijo que sería mejor esperar hasta que tú nos contaras solo. Dijo que era mejor darle tiempo al tiempo, esperando a cuando tú estuvieras listo para decir la verdad, porque ese sería el día en que finalmente te aceptes a ti mismo tal como eres. Yo no estaba muy de acuerdo, pero bueno… ¡Ya sabes cómo es mamá! —hizo un gesto con la mano, como restándole importancia al asunto— ¡A todo esto! Kana-chan tiene un álbum de fotos de ustedes, todas fotos muy románticas que no se dieron ni cuenta cuando ella se las tomó.

—¡¿Qué?! —Kise se puso de pie cada vez más espantado por lo que acababa de oír.

—¿Qué? —Yui se encogió de hombros y miró a Kise sin entender el tono casi histérico de su voz.

—Ah… ¡Olvídalo Sis! —se dejó caer nuevamente en el sillón, llevándose las rodillas al pecho.

—Bueno Ryouta, pero esto me lleva a preguntarme ¿Qué es lo que está pasando con ustedes? Desde que regresé de mi viaje me di cuenta que ambos están muy distanciados… Aunque considerando todo el tema del “romance” con Kagami-kun, no me extraña que estén peleados… Pero, ¿fue sólo por eso?

—No, nosotros terminamos antes de toda esa noticia del “romance” —Kise pronunció la última palabra con una ironía evidente.

—Si quieres que te dé mi opinión, a mí nunca me ha gustado Daiki para ti ¡Aunque mamá y Kana-chan lo aman! Creen que él te hace feliz. Pero yo creo que ese chico está bastante desequilibrado… Y sé que no es su culpa, que él vivió una infancia muy triste y todo eso, pero como se trata del novio de mi hermanito pequeño, me habría gustado que fuera todo un Príncipe Azul —Yui se arrodilló frente a él y le tomó las manos sonriendo.

—Tal vez fue por eso mismo que terminamos, me di cuenta que él no era el Príncipe de mis sueños —Kise habló irónico, pero sin poder evitar la tristeza en sus palabras.

—¿Y por eso estabas llorando? ¿Por qué Daiki y tú terminaron? —la rubia preguntó sentándose nuevamente en el sillón. Aunque el tono de su voz denotaba que consideraba la situación como mínimo, estúpida o completamente sin sentido.

—Sí… No… ¡Ah! Por muchas cosas —admitió con voz cada vez más suave.

—¿Qué es lo que pasa, Ryouta?

Yui se dio cuenta cómo su pregunta pareció liberar nuevamente la pena de su hermano. Él se dejó caer en el sillón, acomodando la cabeza en sus piernas cruzadas, volviendo a llorar y de paso, mojandole con aquellas lágrimas su fino vestido azul oscuro. Yui volvió a acariciarlo, esperando a que el chico le contara por sí solo lo que le afligía.

—Me siento muy solo —susurró entre lágrimas.

—Tú no estás solo. Tienes a toda tu familia apoyándote.

—No tengo a mi novio, quien pensé que era el amor de mi vida. No tengo amigos, pues todos resultaron ser un engaño… Yo siempre intento hacer las cosas bien, pero me termina saliendo todo mal. Trato de ser alguien bueno, de actuar con alegría, deseándole el bien al resto ¡Pero todos terminan interpretándome mal!

—Ese es un problema de los demás, no tuyo Ryouta.

—Aun así, no puedo evitar sentirme terriblemente mal.

Kise trató de secarse las lágrimas que salían por sus ojos, pero su acción fue completamente inútil, pues mientras más se las secaba, más lloraba, hasta que, cansado de contener el llanto que luchaba por salir, dejó a las lágrimas rodar libremente por sus mejillas. Lloró en los brazos de su hermana. Lloró por todas las desilusiones que acarreaba en el corazón: por Aomine y su amor que no era más que una mentira, por Kuroko y su amistad que terminó siendo rencor puro, por Kagami y la poca o nula confianza que tenía en él.

Lloró porque ahora se sentía tan pérfido y nefasto como los demás lo veían y porque se sentía traicionado por todos aquellos a quienes alguna vez quiso... Y que aun hoy seguía queriendo.

—Cuando uno espera demasiado del mundo Ryouta, es inevitable sentirse desilusionado. Sólo espero que estos tropiezos en la vida no te hagan cambiar, porque tú eres una persona hermosa y nada debería hacerte dudarlo.

Las sabias palabras de su hermana mayor lo hicieron tranquilizarse un poco e incorporándose nuevamente en el sillón, se secó las lágrimas definitivamente, tratando de esbozar una sonrisa.

—Mamá me llamó, me pidió que te llevara a casa, no quiere que estés solo aquí cuando estás pasando por un momento difícil —Yui le hablaba con naturalidad, tratando de sonar lo más normal posible, para así tranquilizar un poco al chico.

—Lo sé… También me llamó a mí, pero prefiero quedarme aquí… Necesito estar solo un tiempo —Kise le respondió en tono cansado.

—Entiendo, debes afrontar esto solo y superarlo solo, sólo así lograrás hacerte más fuerte —Yui lo miró con expresión segura—. Yo hablaré con ella y trataré de tranquilizarla... Pero no prometo nada.

—¡Sis! ¿Te puedo pedir un último favor?

—Claro, dime Ryouta.

—Creo que sé cómo remediar todo este escándalo que se ha formado, o… Tal vez sólo termine causando más problemas, pero de todas formas quiero hacerlo.

—¿En qué estás pensando Ryou?

—¿Confías en mí Sis? —preguntó esbozando una sonrisa.

Yui no respondió, sólo soltó un suspiro cansado y movió la cabeza derrotada. Presentía que el plan de Kise no sería tan bueno como él creía, pero tal vez tenía razón y era algo que él debía decidir y afrontar por sí solo, así que finalmente aceptó. 

 

Minutos después se publicó en la página oficial del modelo un video. La imagen era muy simple: Kise salía sentado en un sillón individual con las luces de la cuidad a sus espaldas y una cámara que estaba fija frente a él captaba toda la escena. Se había arreglado para la grabación, peinándose y vistiéndose para la ocasión, por lo que no se le notaba el reciente llanto, pero tanto su expresión facial como su voz, se percibían en extremo serias… Incluso apenadas.

En el video, Kise confesaba ser homosexual.

Reconocía haber mantenido hasta hace poco una relación sentimental con un joven, pero dejaba claro que aquella relación había terminado definitivamente. En cuanto a Taiga Kagami, aseguraba que era sólo un amigo, de quien había recibido apoyo y comprensión, por lo que lamentaba haberlo involucrado en un escándalo como este.

Su discurso finalizó con una sincera petición de disculpas a sus fans por mantener este secreto con ellas y recalcó lo importante que era su apoyo incondicional en el desarrollo de su carrera como modelo.

 

*          *          *

 

Kagami caminaba cabizbajo por las calles iluminadas por el amarillento resplandor del alumbrado público, sabía perfectamente a dónde dirigir sus pasos. Desde la conversación que había presenciado horas atrás entre Kuroko y Kise, había tenido tiempo y motivos suficientes para reflexionar todo el resto de la tarde. 

Había cometido un terrible error. Ahora sabía con claridad que Kise no lo había llamado en todo el día y no le había hablado cuando fue a Seirin, por el simple y sencillo motivo de estar enojado y ahora sabía que el rubio tenía todo el derecho de estarlo. Él se había dejado llevar por los comentarios del miembro de la “Generación de los Milagros” de su equipo y había terminado ofendiéndolo. Era cierto que él mismo estaba bastante confundido y tenía todo el derecho de mal juzgar los actos de Kise, pero ahora podía entender lo que esto le había provocado al rubio.

Tenía que disculparse con él, es por eso que ahora caminaba directo hacia su departamento. No quería que otra vez la misma historia se volviera a repetir, no con Kise. Con Kise no cometería los mismos errores del pasado.

Kagami tenía muy claro que su pasado y sus recuerdos le pertenecían a alguien más, pero quería que las cosas fueran diferentes. Quería vivir su presente junto al rubio, para poder decir algún día que su futuro, le pertenecería a él.

No permitiría que su indecisión y duda, le hicieran trastabillar en el presente como lo habían hecho antes. Como lo habían hecho con aquel joven que desde pequeño había sido su único gran amor, aquel que había sido un amigo, un rival, un hermano, un compañero, un amante. Todos los tipos de amor reunidos en un solo sentimiento hacia una sola persona.

Pero aunque había sentido por él un amor extraordinario, había dejado que la timidez enmudeciera sus labios y a pesar de compartir junto a él el éxtasis del amor, nunca pudo expresarle en palabras lo que sentía. Aunque le demostró con cada célula de su cuerpo el amor que le sentía, no pudo decírselo en voz alta. Y el tiempo, el cansancio, la frustración y la inseguridad, debilitaron ese amor hasta transformarlo en escombros, en recuerdos.

En medio de esta relación agonizante, su traslado a Japón de vuelta al lado de su padre, llegó casi como una bendición. Una tabla salvavidas que le permitiría romper una relación que le destrozaba la vida al tiempo que le daba una razón para levantarse día a día. Ahora podía decir adiós escudándose en una decisión externa a él, porque jamás tendría el valor de decir “terminemos”... Para empezar porque nunca habían llegado a ser nada más que amigos.

Y ahora que el tiempo y la distancia le habían permitido ver con claridad los irreparables errores del pasado, se convenció que lo único que podía hacer era asegurarse de no volver a cometerlos en el futuro. Miraría hacia adelante sin dudas y afrontaría sus problemas dando la cara... Quizá porque sentía que esto le serviría para redimir su pasado.

Se detuvo frente a un alto edificio y sacó su celular. Buscó entre sus contactos hasta dar con el número de Kise y marcó. El tono de espera sonó por varios segundos, hasta que finalmente respondió.

—¿Kagamicchi? ¿Qué quieres? —escuchó su voz suave y apagada a través del celular, pero se dio cuenta al instante que no se debía a un problema de cobertura de red, más bien Kise parecía estar muy triste.

—Me gustaría hablar contigo, Kise. ¿Puedo ir a tu casa?

Hubo un largo silencio por parte del rubio, hasta que finalmente respondió.

—No me parece un buen momento… No me siento muy bien. ¿Podemos hablar otro día?

—Por favor Kise ¡Es urgente! —insistió con voz segura.

—Si es por lo de las noticias, no te preocupes. Acabo de emitir un comunicado que espero resuelva todo este mal entendido… Y de paso, te pido disculpas nuevamente.

—¡No es por eso, Kise! Yo… Tengo que hablar contigo de algo importante. Estoy en la recepción.

—¡Estás acá… en mi edificio! —tuvo que alejar un poco el celular de su oído al escuchar el grito espantado de Kise, debía reconocer que era la primera vez que alzaba la voz desde que estaban hablando.

—Sí.

—Está bien… Sube.

Ya había anochecido completamente en la cuidad y el frío se había dejado caer nuevamente. Kise fue a su habitación y sacó un sweater delgado negro para ponerse encima de la delgada camisa lavanda que se había puesto para el video. También se había puesto un jeans celeste y unas zapatillas, por lo que con sólo un sweater le bastó para reconfortar su temperatura corporal. Luego de un par de minutos, Kagami llegó al departamento, lo supo al sentir el firme pero controlado toque sobre la puerta.

—Hola Kagamicchi… pasa —lo invitó a entrar sin mucho ánimo.

Con sólo verlo, Kagami supo que la intuición tenida cuando hablaron por teléfono era completamente cierta. Kise se veía desanimado y en sus ojos dorados, aún quedaba el vestigio de las lágrimas derramadas.

—Hola Kise… Lo siento, yo… no quería molestarte, pero tengo que conversar contigo —sus palabras se oían entrecortadas por la duda y no podía hilar sus pensamientos con coherencia.

Ver en ese estado al rubio lo había desconcertado sobremanera y no podía dejar de pensar en lo que le había pasado para que ahora estuviera así. Tal vez él y su propuesta le parecerían una soberana estupidez, tal vez los problemas de Kise eran tan grandes que él y sus preocupaciones le parecerían poca cosa en comparación. Después de todo, él no tenía idea, ni mucho menos podía imaginarse lo que se siente saber que tu novio te engañaba con tu amigo y que esa amistad era una completa falsedad. Sin embargo, la única forma de averiguarlo, sería preguntárselo de frente, no había otra opción.

Kise lo miraba con una expresión demasiado seria en el rostro que lo hacía ver extraño, diferente. Con un gesto en la mano, lo invitó a pasar y Kagami se sentó en el sillón largo con movimientos rígidos, cruzando los brazos sobre su pecho. Kise lo miraba de pie frente a él.

—Está bien, dime —el rubio exigió viendo que Kagami no había mencionado palabra alguna y se limitaba a ver hacia la nada con gesto pensativo.

Kagami levantó la mirada súbitamente, sorprendido por el tono tan impersonal usado por Kise y luego de pestañear un par de veces, le respondió con voz calmada.

—Yo… Primero quería pedirte disculpas, sobre lo que te dije anoche en mi casa.

Kise sólo escuchó en silencio las palabras del pelirrojo sin entender qué se proponía con todo aquello. Suspiró cansado y sentándose en el sillón junto a él, lo miró en silencio, esperando a que continuara.

—Entiendo que estés enfadado conmigo por eso —Kagami ladeó el cuello para mirarlo y habló con más seguridad en la voz—, pero te pido que me entiendas primero.

Kise alzó una ceja, interrogante, pero no dijo nada, por lo que el pelirrojo continuó cada vez más firme en sus declaraciones.

—Yo no sabía lo que estaba pasando. Por eso me pareció ver en ti una serie de actos contradictorios… y en medio de ese panorama, me hicieron sentido las palabras de Kuroko. Pero ahora, al conocer la historia, creo que entiendo muchas cosas.

—¿Qué es lo que crees entender? —preguntó Kise por fin, saliendo de su mutismo.

—Entiendo por qué Kuroko dijo eso de ti y sé que no es verdad… Creo que incluso en ese momento lo supe, pero ayer me dejé llevar por mis pasiones y te dije algo que pudo lastimarte —reconoció con voz calmada, haciendo que el rubio relajara las facciones de su rostro que hasta ahora habían estado contraídas—. Pero también entendí otra cosa… Tú sigues enamorado de Aomine.

Kise arrugó el ceño otra vez y desvió la mirada. Su rostro pareció adquirir una expresión más triste aún con la sola mención de ese nombre y Kagami comprendió la verdad de sus palabras. Si Kise se dejaba afectar de esa manera sólo por oír el nombre del moreno, era innegable que aún lo amaba.

—Sólo hay una cosa que no entiendo —ahora Kagami habló en un susurro.

—¿Y qué es? —Kise preguntó sin mirarlo.

—Si aún estás enamorado de Aomine, ¿por qué me besaste?

Kise cambió de expresión súbitamente y pareció sorprendido, abriendo los ojos levemente. Trató de modular una respuesta e incluso abrió la boca para hablar, pero no pudo mencionar palabra alguna.

—Me gustaría que fueras sincero conmigo —Kagami insistió.

—¿Aunque no te guste la respuesta?

El pelirrojo pareció pensarlo con detención unos segundos, sopesando las posibilidades de aceptar o no, pero finalmente asintió con la cabeza, mostrando total seguridad en sus ojos rojizos.

—Es verdad que aún no puedo olvidarme de Aomine… Pero… Tú… Me siento atraído por ti —admitió por fin—. La historia con Aomine está terminada ¡Se acabó! Y aunque sé que me costará, voy a olvidarme de él —Kise dirigió su mirada hacia Kagami, que lo oía expectante—. A Aomine aún lo amo, pero tú me gustas... Me gustas muchísimo.

—¡Te entiendo! —Kagami sonrió ampliamente— Creo que a mí me pasa exactamente lo mismo.

Ahora sí que Kise lo miró con sorpresa. Si antes estaba intrigado por aquella visita nocturna de Kagami y por la lucidez de sus palabras al hablarle de Aomine y de los sentimientos que aún tenía por él, su última declaración lo había dejado estupefacto ¿Qué significaba todo aquello? ¿Qué era lo que pretendía Kagami?

—Kise… Hay algo que yo no te he dicho. Para mí… también existe una persona especial.

Kise oyó sus palabras analizándolas detenidamente. Pensó por un instante y recordó un importante detalle que había notado ayer mismo: el anillo que siempre colgaba del cuello del pelirrojo.

—¿La persona que te regaló ese anillo? —preguntó mirándolo con expresión seria y pensativa.

Kagami se sorprendió inmediatamente con su comentario. Cada vez confirmaba aún más sus sospechas de que Kise realmente era alguien muy perceptivo, muy contrario al rubio iluso y despistado que la mayoría de la gente creía ver. En ese momento se dio cuenta que si Kise se mostraba distraído ante los demás, era sólo porque él así lo quería. 

—Sí, él me regaló este anillo —admitió finalmente con voz seria—. La verdad, fue una historia que no salió tan bien, pero es inolvidable para mí… Pensé que nunca me volvería a gustar alguien como me gustaba él, pero luego te conocí a ti —hizo una pausa para mirarlo a los ojos—. Si tengo que decir a quien amo. Diría que lo amo a él… Pero no puedo negar que tú me gustas mucho Kise.

—¿A dónde quieres llegar con todo esto Kagamicchi?

—Ambos nos sentimos atraídos y ambos queremos olvidar nuestro pasado… Tal vez podríamos ayudarnos mutuamente.

Kise abrió los ojos con sorpresa sin poder dar crédito a lo que acababa de escuchar, esa era una proposición inesperada, pero no podía negar que se sentía atraído por ella... Tal vez Kagami era el único capaz de lograr que olvidara para siempre a Aomine. Se recostó en el espaldar del sillón y lo miró detenidamente. Kagami lo miraba expectante, sus ojos rojizos se veían intensos, reflejando la firme convicción de sus palabras.

—¿Estarías dispuesto a algo así? —preguntó entrecerrando los ojos.

—No pienses como si me estuvieras usando, más bien es un acuerdo mutuo —Kagami sonrió de lado.

Kise lo miró dudoso, sin saber qué pensar y sin poder decidirse.

—¿Qué me dices Kise?

—¡Estoy adentro! —El rubio asintió con la cabeza.

Kagami sonrió ampliamente en respuesta y se dejó caer también en el respaldo del sillón ladeando el cuello para no dejar de ver al rubio a los ojos, sin poder creer aún que éste había aceptado su propuesta.

—¿Crees que deberíamos besarnos? —Kise preguntó con una timidez que a Kagami se le hizo extraña después de haber visto su avasalladora personalidad, pero a la vez le pareció de una dulzura infinita.

Kagami acortó la distancia entre ellos con cierta duda en sus movimientos y fue seguido por Kise con movimientos igual de torpes. Se acercaron de una manera tan burda que sus narices chocaron con fuerza, lastimándoles. Tuvieron que retroceder abruptamente sobándose ambos el rostro adolorido ¡Parecían dos niños inexpertos! Se miraron confundidos e inseguros y pronto estallaron en risas, Kise tapándose la boca con la mano se dejó caer en el respaldo del sillón sin parar de reír. Kagami en cambio, cesó su risa al momento de ver así de alegre al rubio que había estado triste desde que él había entrado al departamento, suspiró aliviado y sus labios esbozaron una sonrisa sutil.

Se acercó a Kise nuevamente, pero esta vez estaba decidido. El rubio aún estaba recostado en el sillón mirándolo entre divertidas risas. Kagami le acarició levemente las sienes con la mano y enredó sus dedos en las doradas hebras para acercar su boca a la ajena, besándolo con suavidad y logrando que la risa del rubio cesara automáticamente. Kise elevó una de sus manos y la posó sobre la mejilla del pelirrojo, abriendo la boca para dejarlo entrar.

Con los ojos entrecerrados, el rubio se despegó de la boca del más alto sólo unos centímetros para susurrarle:

—Sólo tengo un problema, acabo de grabar un video que dice que tú y yo sólo somos amigos y no quiero mentirles más a mis fans.

—Eso no tiene por qué ser una mentira.

—¿Qué estás proponiendo?

—¿Qué te parece si en vez de ser amigo-enemigos ahora somos amigos con privilegios?

Kise rió nuevamente, levantando las cejas en un gesto de incredulidad. Aún no podía asimilar todo lo que estaba pasando, ni mucho menos si lo pensaba dentro de todas las cosas que le habían ocurrido durante aquel día. Parecía que su vida era de locos. Pero al ver la expresión segura en el rostro de Kagami, se contagió de esta seguridad y despegándose del respaldo del sillón, se acercó al pelirrojo y lo besó.

Kagami lo rodeó con los brazos y lo atrajo más hacia él, fundiendo ambos cuerpos en un abrazo estrecho y en un beso suave. Kise se afirmó con fuerza de la nuca del pelirrojo y la otra mano volvió a posarla en su mejilla, se despegó de sus labios a los minutos, luego de un largo beso de reconocimiento de la boca ajena.

—Ayúdame a olvidarlo Kagamicchi… Por favor… —le susurró pegando su frente a la del pelirrojo.

—¡Lo haré! —respondió convencido.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer y comentar. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).