-¿Thor?
Pregunto, Loki en un susurro corto; doloroso, cansado… un frio envolvente adormecía su cuerpo, lo protegía del terrible dolor que punzaba en su vientre, mantenía su mente serena ante aquella densa oscuridad que lo cubría lentamente. Valla dolor más extraño ese que lo recorría, el ardor con el que el hielo penetraba en sus entrañas lo hacía sentir bien, por alguna razón en ese estado gélido su cuerpo se sentía más vivo, más tranquilo, más suyo…
-¿A dónde vamos? _pregunto lastimosamente mientras los enormes brazos de su hermano lo llevaban por una larga escalera de piedra_
El dios del trueno no respondió, apenas le dedico una dura mirada y con algo de compasión lo apretó más fuerte para darle calor. Un rastro de sangre goteaba a sus pies mientras el delicado peso de su hermanito se estremecía contra su pecho; parecía estarse congelando. Ese fino y hermoso cuerpo a medio vestir lucia tan frágil mientras se aferraba a él y enterraba el rostro en su cuello que casi era lindo.
-Hermano… _volvió a pronunciar y esta vez un suspiro salió del heredero al trono; tan solo habían pasado dos horas y ya no podía soportarlo mas_
Cuando se abalanzó sobre esa pequeña maravilla albina en el palacio estaba completamente decidido a apropiarse de ella. Se trataba de saciar su furia, de marcar cada centímetro de ese desgraciado como suyo y devorarlo hasta no dejar nada, pero ¿Era necesario?
Subir hasta la torre más recóndita de Asgard, en las montañas, violarlo y dejarlo morir allí, al pensar que eso realmente se había pasado por su cabeza se sintió estúpido. Pero ya era tarde; estaba en ello. Lo había secuestrado y ahora, justo a la mitad de la escalera, se preguntaba qué diablos haría con él. No podía simplemente regresar y llevarlo con los sanadores.
Mientras recorría ese largo camino hacia lo que él creía seria el fin de sus problemas, la calidez, no, más bien la irrazonable bondad propia de cualquier dios, o al menos del dios del trueno empezó a alentar sus pasos. Ese hombre que cargaba en sus brazos lo había vuelto un enfermo, había puesto su vida de cabeza, lo había hecho perder el control y cometer un crimen, pero no podía simplemente dejarlo desangrarse o morir de frio. Una sonrisa lastimosa se formó en su rostro al darse cuenta de que no era lo suficientemente fuerte, lo sufrientemente valiente, lo sufrientemente desgraciado para lastimarlo. Aunque ese bastardo se lo merecía, no podía parar esa sensación que lo hacía sentir cada vez más como un maldito por haberlo herido. No entendía por qué aunque deseaba con todas sus fuerzas verlo acabado, sería capaz de arrodillarse delante de él en ese preciso instante y adorarlo… porque él era su dios.
Pensar que su rabia había sucumbido con algo tan pequeño, súbitamente y de la manera más sencilla todo su arrebato se esfumo al ver a su Loki un poco enfermo, no podía ser más blando, justamente por eso su maldito hermanito lo tenía en su mano. Quizás, después de todo Loki no era el único culpable, él caía demasiado rápido,esa era la razón de sus problemas. Tal vez simplemente no podía resistirse a su hermanito, no era algo tan fácil de aceptar.
El, que alguna vez se consideró recto y un digno heredero al trono, no podía estar confesando que en el fondo lo ponía pensar en su hermano menor, no había forma, aunque que más daba que todo mundo lo supiera, después de todo, con lo que paso hace un rato en la sala del trono, medio Asgard ya se había dado una idea.
Al final de la escalera brillaba la luz de una habitación blanca, con grandes ventanales de cristal y mobiliario de plata. La sangre de Loki se veía tan roja, tan intensa sobre ese blanco puro que hizo a Thor sentir culpa, no estaba pensado de manera muy lógica cuando lo apuñalo, valla que era un depredado si en ese momento verlo sangrar lo éxito tanto.
Con cuidado lo deposito sobre la enorme cama mullida que llenaba el centro del cuarto y contemplo ese bello cuerpo en una posición exquisita, lucia tan sumiso y frágil. Sin quererlo lo había logrado, lo que cada hombre de Asgard y decente caballero de los nueve mundos alguna vez había deseado; él había vencido al gran Loki, lo había hecho ver débil y deliciosamente sumiso.
Sin pensarlo demasiado se posó sobre él, tomo su mano y beso su palma, sus dedos, su muñeca, su brazo entero hasta aspirar el delicioso aroma de su cabello y tener a unos cuantos centímetros su labios. En un beso suave los toco con los suyos y se deleitó profundamente con ese ligero contacto, tenía que aceptarlo…
-Eres hermoso _confeso posando las manos en su rostro para acariciarlo_
El corazón de Thor se paró en seco al ver un par de lágrimas salir de los gloriosos ojos verdes de su hermano.
-No es suficiente… _exclamo en un susurro el dios de la mentira y un turbulento viento desquebrajo los cristales adentrándose al cuarto para hacer estragos_ Tu no me ves… _con una fuerza imposible levanto a Thor por el cuello mientras la herida en su abdomen se cerraba cubierta por una capa de hielo_ ¡no eres más que un cobarde!
-¿Loki? _Logro pronunciar el dios del trueno perplejo por esa extraña faceta_
-¿Por qué no te das cuenta? ¡No mereces ser un príncipe, no mereces a padre, no mereces el trono! ¡¿Cómo un idiota como tu puede ser el futuro rey de Asgard?! ¡¿Cómo es que todos te ven solo a ti?! ¡Si eres un hipócrita, si me deseas, si tú, maldito imbécil haces algo tan estúpido como esto!
Con el rostro exaltado y débiles jadeos permitiéndole recuperar el aliento, el príncipe menor bajo el rostro y soltó a su hermano; se sentó en una esquina de la cama y le dio la espalda.
Así que el impecable y estiloso dios del engaño había perdido la compostura, valla príncipe mimado, pensó su hermano sonriendo de lado. Quizás pareciera todo un noble, pero Loki no era más que una diva dolida. Sus señales eran vistosas, tan sencilla y poco deseosas como las que le lanzaba cuando eran niños, sin duda Loki era un bastardo ambicioso y sin escrúpulos, o al menos eso parecía, pero en el fondo lo que buscaba quizás lo hacía avergonzarse de sí mismo y por eso lo ocultaba. Sin embargo y pese a sus esfuerzos por ser un malnacido, Thor había descifrado sus verdaderas intenciones, Loki se sentía solo, necesitaba atención, necesitaba amor, pero por sobre todo necesitaba que el futuro rey de Asgard, el gran dios del trueno, le prestara su atención, lo mimara, lo adorara… para sentirse más grande y poderoso que él, ¡oh!, y claro, superior que cualquiera.
Su adorable hermanito quería tener el mundo a sus pies, empezando por él. Loki… podía llegar a ser tan sencillo y otras veces tan complicado, aunque debía admitir que esto quizás se debía a que lo había descuidado, no le había estado prestando la atención necesaria, aunque claro, eso dependía de que considerara Loki la atención necesaria. Ya no eran un par de niños sin responsabilidades, no es como si debiera estar pegado a él todo el tiempo, haciéndolo el centro del universo, pero eso era, al parecer, lo que Loki consideraba correcto. Y si eso era lo que su fascinación quería, él se lo iba a dar, aunque no sin antes darse un pequeño beneficio.
Abrazándolo delicadamente por la espalda le susurró al oído lo que, según él, Loki deseaba oír.
-Eres mi dios…
Un doloroso beso en el cuello le tradujo al príncipe menor lo que su hermano trataba de decir… que era suyo; y eso le encanto.
Al parecer entre los príncipes privilegiados de Asgard había un pequeño conflicto del que no se habían percatado, más bien una diferencia de opiniones. Thor creía que Loki deseaba ser adorado y Loki creía que Thor finalmente había entendido que deseaba ser amado. Dos creencias no muy alejadas la una de la otra, pero con un leve problema: cada uno viajaba en su propio mundo sin tomar en cuenta al otro. ¿Sería eso un verdadero obstáculo? En ese momento no importaba. Los dos hombres que se veían fijamente mientras se acomodaban en el centro de la cama tenían pasándoles por la mente una sola cosa: sexo, y el resto se fue a la mierda.
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