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Me Perteneces por Sora17

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Notas del capitulo:

Listo el capitulo 4 ^^

-Sebastian.. Cuando llegamos??- preguntó Ciel con voz irritada, asomándose por la ventana del carruaje para mirar a su mayordomo quien guiaba los caballos por un tortuoso camino de piedra con una destreza y velocidad imposibles par cualquier otro humano.
-Solo unas horas mas Bocchan- respondió Sebastian tranquilamente mirándolo con los ojos brillantes.
Llevaba toda la noche conduciendo y ya era casi mediodía. Ciel había pasado parte de la noche dormitando dentro del carruaje, y cuando no dormía, preguntándose por que demonios a la Reina se le había ocurrido encomendarle una misión tan lejos de sus propiedades...
Sebastian llevaba con ellos lo necesario para el desayuno y el almuerzo, que sería en breve, por lo que Ciel calculaba que llegarían a media tarde.
Por suerte los Phantomhive poseían una mansión de campo en el tranquilo condado de Yorkshire que era a donde se dirigían, asi que Ciel pensaba hacer uso de ella aunque no recordaba haberla visitado nunca y de no ser por que Sebastian le comentó de su existencia ni siquiera se hubiera acordado de que la poseía.
"Es lo que ocurre cuando se es noble y uno mismo se olvida de sus propias pertenencias por poseer tantas" pensaba Ciel con disgusto. Antes de que Sebastian se llevara su alma se ocuparía de arreglar que a su muerte  convirtieran en dinero sus propiedades y ayudaran a alguna buena causa con ellas.
Después de todo, él no dejaba ninguna descendencia detrás suyo. Podía disponer de sus bienes como lo deseara.
Pero le daría Sebastian tiempo a tomar esas disposiciones?
-No importa... Lo dejaré todo arreglado apenas pueda... No necesito el permiso de un maldito demonio...- murmuró Ciel para si.
El carruaje se detuvo de pronto, y por un segundo Ciel se imaginó que sus palabras apenas murmuradas habían sido escuchadas por el demonio y este se había molestado, pero nada mas lejano a la realidad.
-Ya es hora del almuerzo Bocchan- escuchó decir a Sebastian afuera y al segundo siguiente su mayordomo abría la puerta del carruaje. Siendo enmarcado por la luz del sol del exterior casi parecía un ángel de cabellos oscuros.
"Pero no, es un demonio" pensó Ciel rechazando orgullosamente la mano que le ofrecía Sebastian.
-Ahora ni siquiera puedo bajar solo del carruaje?- murmuró Ciel con algo de sarcasmo, sin embargo su pie resbaló con uno de los escalones por accidente y de no ser por que Sebastian lo sujetó entre sus brazos se habría dado un buen golpe contra el suelo.
-Parece que no, Bocchan- respondió Sebastian con un claro tonillo de burla.
Ciel trató de deshacerse de ese agarre, corriendo otra vez peligro de terminar en el suelo, por lo que Sebastian lo levantó fácilmente en brazos y lo acunó contra su pecho.
-Por favor Bocchan, no se ponga en peligro. Las piedras del camino son demasiado afiladas como para caer entre ellas-
A Ciel le hubiera encantado replicar algo pero antes de darse cuenta, Sebastian, aun sosteniéndolo en brazos como a una débil princesita, sacó del carruaje un mantel blanco y lo colocó sobre una suave ondulación de césped que había a un costado del camino y bajó las cestas de provisiones que había traído para el viaje.
-Ni siquiera tendríamos que habernos detenido para almorzar. No tengo hambre y quiero llegar cuanto antes a Yorkshire- murmuró Ciel levemente ruborizado ya que no le había quedado mas opción que aferrarse al cuello de su mayordomo con ambos brazos mientras este lo cargaba.
Sebastian no dijo nada, colocando a Ciel con delicadeza sobre el mantel y dejando una canasta a su lado.
-Y bien. Tu que opinas de lo que esta pasando en Yorkshire?- preguntó Ciel poniendo sus frágiles manos sobre sus rodillas.
-Es sorprendente tantos asesinatos en un pueblo tan pequeño- respondió Sebastian - sobre todo de familias enteras. Algunos muertos y otros desaparecidos. Usualmente cuanto mas pequeño es un pueblo más seguro está -
Ciel asintió con la cabeza mientras su mayordomo le servía la comida que había traído para el.
El joven comió en silencio con el mayordomo a su lado y cuando terminó, de nuevo fue tomado en brazos como un niño pequeño y colocado en el carruaje.
-Ya podrías dejarte de hacer eso..- refunfuñó Ciel, sin embargo Sebastian se veía tan satisfecho cuando lo llevaba de esa forma que el joven no objetaba mucho mas.
Ademas... Tampoco le desagradaba tanto ser tratado de esa manera... Como un tesoro...
"O como un platillo raro y delicioso" corrigió su mente con sarcasmo.
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Era ya casi el ocaso cuando llegaron al fin al dichoso condado.
El lugar se veía tranquilo, el pueblo era de casas simples y humildes con su iglesia y sus fuentes. Subiendo un camino por una colina se encontraba la mansión de los Phantomhive que llevaba deshabitada al menos unos diez años.
-Ya llegamos- anuncio Sebastian deteniendo los caballos a las puertas de la mansión que se parecía bastante a aquella en la cual vivían normalmente.
Ciel aceptó la mano de su mayordomo para bajar del carruaje esta vez y miró la casa.
-Bien vamos- dijo el joven amo a su mayordomo, sin embargo este lo detuvo.
-Bocchan, déjeme entrar primero. Preferiría arreglar todo antes de que usted ponga un pie allí adentro.-
-Como quieras- respondió Ciel con indiferencia, y no había terminado de decirlo que Sebastian desapareció de su vista y las luces del interior de la mansion se prendieron como por arte de magia.
Por un par de minutos todo fue silencio seguido de algún que otro pequeño revoloteo dentro de la casa, hasta que al fin Sebastian abrió las puertas de par en par e hizo una reverencia hacia Ciel.
-Ya esta listo Bocchan. Perdón por la demora, el interior estaba peor de lo que pensaba-
Ciel suspiró y entro en su mansión...
Todo estaba iluminado y relucía sin ni una sola mota de polvo, como si la mansión jamas hubiera estado abandonada.
Al ver la mirada un tanto sorprendida de Ciel, Sebastian soltó una disimulada risita.
-Como el mayordomo de los Phantomhive no podría hacer algo tan sencillo?-
-Cállate - murmuró Ciel queriendo darse una bofetada por haberse sentido sorprendido. Después de todo llevaba junto a aquel demonio un buen tiempo como para saber la clase de cosas de las que era capaz.
-Bocchan, iré bajando las maletas, si investiga la mansión procure no perderse..- comentó Sebastian con ese tono de ligera condescendencia que Ciel detestaba.
El joven ni siquiera le respondió y se adentro en el interior de la mansión.
Todo relucía de limpio, sobre todo la habitación principal que era donde Ciel planeaba dormir hasta el día de regresar a casa.
Sebastian terminó de bajar las maletas y miró hacia el pueblo, colina abajo.
Sin embargo, los asuntos humanos que los habían llevado a aquel condado eran lo ultimo en lo que pensaba el demonio. Solo era consciente de una cosa, estaría totalmente solo en aquel lugar con su Bocchan, sin que nadie pudiera interrumpirlos.
"No habrá nada que interrumpir" se recordó Sebastian casi con un suspiro...
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Una vez que todo estuvo dispuesto dentro de la nueva residencia de Ciel Phantomhive, su mayordomo comenzó a prepararle la cena. Apenas termino de cenar Ciel se dirigió hacia la habitación principal, seguido por Sebastian quien llevaba un candelabro con varias velas encendidas.
Después de iluminar con ellas la habitación, el mayordomo se dispuso a comenzar a preparar a su amo para dormir. Sin embargo no había empezado siquiera a desabotonar la camisa de Ciel, cuando en la entrada de la casa resonaron dos fuertes llamados contra la puerta de entrada.
-Quien podrá ser a estas horas?- se sorprendió Ciel al escucharlo.
-Mas aun, que rápido se han enterado de que estamos aqui- murmuró Sebastian frunciendo el ceño.
-Quédese aquí Bocchan, yo bajaré -
Ciel asintió con la cabeza y Sebastian se fue de la habitación.
No habían pasado ni dos minutos cuando el fuerte sonido de una balacera sobresaltó a Ciel, sin embargo se relajó enseguida, fueran quienes fueran, Sebastian los destrozaría en cinco segundos...
A pesar de esto Ciel no podía estarse quieto asi que sujetó el arma que llevaba siempre consigo y con la cual incluso hasta dormía y se precipitó hacia la puerta.
No llegó allí.
El fuerte sonido del vidrio al romperse a sus espaldas lo aturdió y entonces unos brazos fuertes lo atraparon, saltando hacia el exterior con él.
El sorprendido conde miró hacia arriba, solo para ver una abultada barba y una sonrisa espantosa que le congeló el alma.
Quien era ese imbecil que lo sujetaba asi???
Solo Sebastian podía llevárselo de esa manera!!
"Vaya estupideces pienso mientras me secuestran!!" Se gritó mentalmente Ciel, debatiéndose entre los brazos de aquel tipo. Sin embargo era inútil. Su fuerza no tenia nada que hacer contra aquella.
Aquel hombre se subió con él a cuestas de un caballo y salió de la propiedad Phantomhive a toda velocidad. Se llevaba a Ciel con una sonrisa que casi parecia que se llevaba con él un trofeo de guerra.
Por un costado Ciel divisó como una sombra negra se les acercaba a toda velocidad, con los ojos chispeantes como ascuas.
-Aun no Sebastian. Veamos a donde nos lleva- murmuró Ciel y la sombra de inmediato se desvaneció sin que el tipo aquel se diera cuenta de nada.
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El lugar al que llegaron no era mas que un sótano sucio, lleno de ratas y olores que hubieran hecho vomitar a cualquiera. Hacia tanto frio que la piel de Ciel se erizó por completo.
-Eh Muchachos mirad lo que traje hoy!!!- llegó gritando el patán de barba, y en medio del sótano penumbroso y hediondo se escucharon silbidos de admiración.
-Esta vez conseguimos a un cachorro de primera calidad-
-Y los demás donde están Rupert??- preguntó una de las voces del sótano.
-Parece que el mocoso venia con unos cuantos guardaespaldas. No estoy seguro, pero lo importante es que lo atrapamos, los otros ya vendrán después..- gritó Rupert casi dando saltos de contento.
"Si supieras que todos tus hombres ya están muertos y a mano de uno solo de mis sirvientes..ja!" Pensó Ciel con una media sonrisa.
Después de aquel anuncio el joven fue arrojado al suelo sin ninguna consideración y una luz lo iluminó, permitiendo que lo examinaran mejor y al mismo tiempo poder mirar mejor a sus captores.
Eran seis hombres de aspecto sucio, sentados alrededor de una mesa con jarras de cerveza, que lo miraban y se frotaban las manos.
-Es perfecto - murmuró uno de ellos.
-Me lo pido primero!!-
-Nada de eso idiotas!!, asi puro tal y como es valdrá muchísimo mas cuando lo vendamos. Ni se les ocurra ponerle una mano encima. Este producto es de calidad, no como las porquerías que traemos siempre..- amenazó Rupert, y Ciel se dio cuenta de que era momento de hacer su actuación.
-Bastardos!!! Quienes son ??? Saben con quien están tratando?? Yo soy el conde Ciel Phantomhive!! El perro guardián de la reina!! Cualquiera que se atreva a ultrajarme lo pagará con su vida!!- a sus palabras las siguieron escandalosas risas de aquellos sujetos y la voz de Rupert.
-Da igual quien seas niño,pronto serás el juguete de algún rico pervertido y nosotros nos haremos de buena pasta por ello. Un noble, de una belleza impresionante y aun tan joven se venderá mas valioso que el diamante enchapado en oro!!-
-Asi que a eso se dedican.. A vender personas...- murmuró Ciel con voz indignada.. Todo esto le traía el asqueroso recuerdo de su pasado a la mente.
-Ja!! No hay que ser muy perspicaz para saberlo mocoso.. Desde que supimos que vendrías te hemos estado esperando!!-
-Sabían que vendría???- se sorprendió Ciel.
-Asi es.. Aquí usualmente solo secuestramos niñas y niños que valgan la pena y como usualmente los padres no quieren venderlos por una ganga, asesinamos a toda la familia y listo, contigo fue mas fácil ya que ni siquiera tienes padres- se jactó otro de los hombres.
-Como es que sabrían que vendría?- murmuró Ciel con la mirada perdida.. ¿ Acaso alguien de su propia casa lo estaría traicionando?
-Que mas da eso!!- rugió un tipo de cabellos rojos -quitadle la ropa!! Quiero ver toda la mercancía antes de venderla!!-
De un tirón Rupert le arrancó su fina camisa blanca, dejando al descubierto su pecho liso y perfecto no menos blanco que la tela de su ropa.
Varios de los presentes se relamieron, sobre todo cuando el cuerpo de Ciel se estremeció involuntariamente del frio que hacia allí.
-No dirán nada mas??- preguntó Ciel con impaciencia, como si no le importara estar siendo desnudado con semejante brusquedad y frente a aquellos asquerosos sujetos.
-Habla como si fuera a matarnos a todos jajaja esa actitud prepotente será moldeada a golpes apenas te compren niño- se rió Rupert, y estaba por seguir desvistiéndolo, cuando Ciel por si mismo se arrancó el parche de su ojo.
-Vas a contribuir??- preguntó burlonamente uno de los tipos, pero cuando vieron el brillo en aquel ojo que Ciel llevaba oculto hasta ese momento, todos se quedaron en silencio.
-Ya que veo que no van a colaborar mas... Sebastian!!! Es una orden!! Ven aquí y mátalos a todos!!!- dijo Ciel con voz firme.
-Yes, my lord- se escuchó del otro lado de la puerta, antes de que esta fuera reducida a simples astillas por el poder del demonio.
Sebastian Michaelis entró tranquilamente a la habitación como si no tuviera ninguna prisa, aunque sus ojos se tornaron rojo profundo nada mas ver en el suelo a su Bocchan, con el torso desnudo.
Con su gracia habitual, Sebastian se quitó el saco que llevaba siempre y se acercó a Ciel para pasárselo por encima de los hombros y taparlo con el.
-Bocchan... Estaría agradecido si cerrara los ojos o al menos desviara la vista- murmuró Sebastian con esa voz que erizaba hasta el último cabello de Ciel.
-Y este idiota quien es???- gritó uno de los sujetos al fin saliendo de la sorpresa.
-Da igual- murmuró Ciel desviando la vista.. Sebastian sonrió y después se volvió hacia aquellos tipos.
-Se que se preguntan quien soy.. Pues.. Solo soy un simple mayordomo- dijo Sebastian en un susurro tétrico...
Los gritos no duraron ni siquiera un minuto y aunque Ciel no miraba, no pudo evitar escuchar el sonidos de los cuellos al quebrarse y de la sangre escurriéndose de los cuerpos.
Incluso el ruido de una o dos balas.
El ultimo en quedar vivo y aullando de dolor con una pierna rota fue el jefe, Rupert.
-Espera Sebastian- dijo Ciel -Quiero hacerle una pregunta a ese bastardo-
El conde se acercó al tipo aquel y lo miró desde arriba.
-Dime, quien te aviso que estaría aquí?-
-No lo se!!!- gritó el hombre..
-Sebastian..- murmuró Ciel y de inmediato el mayordomo quebró la otra pierna del hombre haciéndole lanzar un grito de dolor.
-Estas seguro de que no hablaras? Mi mayordomo puede torturarte toda la noche,no es asi Sebastian?-
-Asi es Bocchan - murmuró Sebastian con una expresión que denotaba a las claras que deseaba hacerlo.
-Entonces hablarás??-
-Juro que no lo se!!! Recibimos una misiva sin sello ni nada, hará cosa de un mes donde nos notificaba que el dueño de la mansión que hay colina arriba, un jovencito noble, llegaría por estos dias!! No se nada mas!! Lo juro!!- gritó el aterrado hombre.
Ciel lo pensó durante un minuto..
-Bien. Sebastian, acaba con él y Vamonos de aquí.-
-Yes, my lord- murmuró Sebastian volviéndose hacia Rupert.
-E-espera te dije lo que querías saber no puedes mat...-
No pudo terminar de decir la frase, por que con un violento chasquido el demonio le partió el cuello.
Ciel miraba hacia otro lado cuando de repente fue alzado en brazos por su mayordomo para salir de aquel sitio.
El joven conde se aferró con fuerza al cuello del demonio, sujetando tambien el abrigo que este le había dado.
Sebastian era rápido como un rayo mientras saltaba y corría, y el agradable viento puro despejaba la nariz de Ciel que se había saturado de las pestes de aquel sótano.
La noche sobre sus cabezas estaba llena de estrellas y por un segundo Ciel se sintió increíblemente protegido entre aquellos brazos fuertes.

Quería quedarse allí para siempre...
Sin embargo pronto llegaron a la mansión y Sebastian preparó el baño para su joven amo y lo dejó desnudo en el agua tibia.
-Necesita entrar en calor Bocchan. Mientras tanto yo iré a limpiar el desorden de abajo...-
-Bien..- murmuró Ciel.
En menos de cinco minutos Sebastian regresó, impecable como siempre y se puso a bañarlo.
Después de aquel episodio Ciel estaba completamente relajado, aunque aun su mente no dejaba de dar vueltas respecto al hecho de que aquellos tipos supieran con tanta antelación de su viaje, cuando supuestamente hasta la propia reina se lo había pedido de un dia para el otro... Sin embargo las manos de Sebastian y el agua caliente, sumado al cansancio del viaje y de aquella aventura, y de que era mas de medianoche, provocó que Ciel se fuera quedando más y más flojo en la tina.
Sebastian lo sacó en silencio,envuelto en una toalla y lo cargó hasta la habitación, donde lo seco y vistió rápidamente para que no perdiera el calor del baño.
Y estaba por irse después de arroparlo cuando una mano salió de entre las sabanas y jaló su corbata, haciéndole apoyar una rodilla sobre la cama.
Los ojos de Ciel, uno azul y hermoso de su color natural y el otro violeta con la marca del contrato, se clavaron en él con una fuerza que Sebastian no conocía.
-Quédate aqui- murmuró Ciel dando un bostezo involuntario que hizo verse aun mas hermosas sus facciones delicadas y casi infantiles.
-Bocchan..- murmuró Sebastian abriendo los ojos de sorpresa.
-Recordé algo asqueroso mientras estaba en ese sótano. Asi que solo quédate... Y no apagues las velas...-
-Bocchan... Comportándose como un niño?- preguntó Sebastian con voz suave.
-Cállate. Es una orden. No quiero saber lo que opinas.- murmuró Ciel demasiado cansado como para mostrarse realmente ofendido.
-Como desee Bocchan...-
Sebastian se acomodó encima de las sabanas, vestido y calzado y se quedó frente a frente con Ciel, cuyos ojos ya se cerraban.
-Buenas noches Bocchan- murmuró Sebastian, aun sin poder borrar su expresión sorprendida y los ojos de Ciel por fin se cerraron, aun clavados en el rostro de su mayordomo.
Sebastian se quedó simplemente contemplando aquella carita dormida, mientras las velas se iban consumiendo.
Su Bocchan era perfecto... En cuerpo y alma...
Se quitó uno de sus guantes y deslizó uno de sus dedos de uñas negras por el contorno de la boca de Ciel, haciendo que el joven dormido se estremeciera ligeramente.
El mayordomo siguió acariciando en silencio la cara de Ciel y su cabello, disfrutando del roce de sus pieles. Había una mirada extraña en sus ojos, entre lujuriosa y desagradablemente sorprendida...
Otra vez sentia el hambre devorando su interior sin piedad como siempre que estaba demasiado cerca de ese niño...
Y ahora estaba recostado a su lado, tan peligrosamente cerca.. Y encima por orden del propio Ciel.
Aun faltaban demasiadas horas para que la noche terminara... Y solo eran ellos dos... Allí juntos...
El mayordomo se mordió los labios con fuerza de solo pensarlo.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, a lo mejor va un poco lento ahora es para entrar en atmosfera ;) odio el lemon sin sentido, igual en el próximo capitulo :3 jeje estará lo que deseamos O.O gracias por leer nos vemos.


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