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La sangre de la bestia por -Raiden-

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Capítulo 8 Lejanía…

Ese espació que nos separa… Y aunque la distancia es irrelevante… No deja de ser vacía y casi sin sentido…

 

 

El hombre lobo sabía que sería una noche larga…

 

 

Y no solo porque su sangre animal no le permitiera tener un sueño apacible.

 

 

Aunque intentara dormir en su cama de pieles de oso y paja no podría…

 

 

El intoxicante aroma de ese guardia rojo estaba impregnado en toda la cueva y en especial en las pieles de oso.

 

 

Ese olor dulzón mezclado con la embriagante sangre que le llamaba como una maldición.

 

 

Gruño un poco para removerse sobre las pieles buscando donde se concentraba mas el aroma.

 

 

Aspiro ligeramente y su sangre bestial corrió con fuerza por todo su cuerpo.

 

 

Sus afilados ojos ambarinos brillaron con espectacular fiereza, que sentía perder el control de su mente y quizás de su cuerpo también.

 

 

No sabía cómo es que un persona… más concretamente un hombre, le hacia perder sus cinco sentidos de esa manera.

 

 

El lobo en su interior ladraba desesperado.

 

 

Y ya sabía lo que quería el condenado animal.

 

 

-Joder… Ahora no… - dijo para acomodarse al otro lado de la cama.

 

 

Lo que su lobo interior quería era correr en busca del joven moreno.

 

 

Quería que lo mimara como el lobezno que algún tiempo atrás fue…

 

 

Uno feliz sin la preocupación de ser cazados…

 

 

Un lobo libre…

 

 

La sensación de ese doloroso pasado que lo atormentaba en las noches de lluvia volvía a sus recuerdos.

 

 

-¡Mierda! - grito para levantarse de la cama.

 

 

Hace apenas un día había saciado su apetito animal y ahora tenía ganas de correr hasta el cansancio.

 

 

Tuvo que quitarse la ropa para transformarse una vez más.

 

 

No quería destrozar los últimos pantalones de piel de ciervo que tenía así que…

 

 

Cuando la luz lunar toca su pálida…

 

 

Miro las estrellas recordando los ojos grises plateados del Law.

 

 

Un grito distorsionado acompañado de un fuerte espasmo indicaba la transformación.

 

 

Pero esta vez no tardo nada en oscurecerse su piel y sacar esas afiladas garras de acero negro que llevaba en cada mano.

 

 

Ahora el lobo le dejaba el completo control de su cuerpo.

 

 

Exhalo un momento para que su vista nocturna se acostumbrara a las sombras…

 

 

-Trafalgar… - parecía más un gruñido que una palabra.

 

 

Y con el moreno en mente empezó a correr en la dirección contraria.

 

 

Se alejaría lo más que le dieran sus patas hasta el cansancio.

 

 

El hombre era más irracional que el animal…

 

 

 

 

Dentro del cuarto de una posada aun permanecía encendida una vela.

 

 

La ventana que ahora estaba cerrada dejaba ver la luna…

 

 

Una luna menguante…

 

 

No pudo evitar verla cuando recordó a cierto nórdico de piel pálida.

 

 

Sacudió su cabeza de forma negativa.

 

 

Tenía que centrarse en su misión…

 

 

Matar al hombre lobo…

 

 

Esa era la misión que le encomendaron.

 

 

Su santa orden conocía el recelo que tenía por estas bestias… y por eso lo mandaron lo a él.

 

 

Sus tatuajes oscuros que cubrían sus manos eran un recordatorio de su juramento.

 

 

-Que Stendarr se apiade de ti… porque la luz de la justicia no se apiadara… - susurro para acariciar el extraño sol tribal que adornaba su mano.

 

 

Esas marcas representaban eso…

 

 

La luz de la justicia…

 

 

Debía descansar para retomar el rastro de ese hombre lobo mañana por la mañana.

 

 

Pero no podía pegar ojo…

 

 

Estaba seguro que sus ojeras estarían más pronunciadas si no dormía lo suficiente.

 

 

Bueno… tampoco es que durmiera mucho.

 

 

Las pesadillas inundaban su mente cuando empezaba a dormir profundamente…

 

 

Tenía que distraerse con algo hasta que el alba asomara por el oriente, algo para no desperdiciar esa noche que pasaría en vela.

 

 

Tuvo que levantarse de la cómoda cama donde reposaba para tomar su fiel espada.

 

 

La saco de su funda…

 

 

Vio las cruces blancas sobre la piel de zorro oscuro que cubría a su compañera de armas.

 

 

Basto un ágil movimiento para dejarla salir cortando el viento con un pequeño silbido.

 

 

Tan larga como siempre y afilada como debía ser…

 

 

El brillo que surgió de ese movimiento dejo en claro que su espada estaba hecha para acabar con el mal.

 

 

Clavo su mirada en el acero líquido que parecía conjugar con sus ojos.

 

 

Esa espada fue forjada con la plata de la montaña sagrada…

 

 

La garganta del Mundo”

 

 

Ese era el nombre de la más antigua edificación natural donde los sabios adoradores de dragones, concedían su poder a quienes tenían un objetivo claro en su vida.

 

 

Fuera bueno o malo…

 

 

Para ellos no había diferencia…

 

 

Suspiro y empezó a limpiarla con un pequeño pañuelo que guardaba en su larga gabardina oscura.

 

 

Ni siquiera se había tomado la molestia de quitársela.

 

 

No quería que vieran sus marcas, su juramento…

 

 

Pero la verdadera razón por la cual no se la quitaba era por una simple razón.

 

 

Olía a yerba fresca mezclado con metal…

 

 

Una rara combinación…

 

 

Como si su gabardina se hubiera impregnado de esos aromas cuando se quedo dormido con ese hombre…

 

 

-Eustass-ya… - susurro para cerrar sus ojos y dejar que ese agradable olor llenara sus pulmones.

 

 

Al menos eso se podía permitir ahora que ya sabía cuál era su deber…

 

 

Alejarse para que la muerte no le siguiera al nórdico por la sed de venganza que tenía por esas criaturas…

 

 

Los hombres lobo…

 

Notas finales:

Gracias por leer...


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