Capítulo 9 Viento matutino…
Frio… Cuando sopla con fiereza es frio… Las corrientes nacientes de un nuevo día anuncian su llegada con un viento frio…
Había corrido toda la noche.
Sus músculos le dolían, estaban contraídos con fuerza y respiraba superficialmente.
Podía ver el vapor salir por sus fauces afiladas, pero este se perdía entre la niebla que afloraba en las tierras del Grand Line…
Aúllo una última vez para relajar su frondoso cuerpo y restregarse contra el viento que soplaba con fuerza etérea.
Su pelaje oscuro brillaba con sedosidad, parecía ser suave como ligeras esponjas de nubes grumosas conteniendo algo poderoso y devastador. Sus garras ahora que estaban a tope, mostraban ligeras descamaciones el clásico signo de que había arrancado todo a su paso.
Pero los ojos…
Estaba orgulloso de sus ojos ambarinos, afilados como cuchillas, dorados como el mismo oro, y sobre todo capaces de ver más allá en la oscuridad.
Camino como un lobo por unos instantes para después hacerlo como un hombre y volver a su forma primordial.
Empezó con ligeros gruñidos de siempre…
Escuchar el tronar de sus huesos con fuerza así como sus músculos encogerse, reafirmarse compactando su forma a la más cómoda. Le dolía como el mismo infierno, pero ya estaba acostumbrado.
Llevo sus manos a su cabello que agarro el color rojizo de la sangre más exquisita que hubiera probado.
Se sentía más relajado, más libre, más en paz…
Tenía que volver a cubrir su pálida piel para ocultar un poco su naturaleza bestial.
-Sera mejor cambiar de refugio… otra vez… - su voz sonaba apagada.
El hombre sabía que tenía que escoger un nuevo hogar ahora que su cazador le seguiría la pista.
Y el lobo quería quedarse a reconocer el aroma del cazador, quedarse a que lo mimara y marcarlo como suyo
-Joder… puto lobo… - gruño poniéndose los pantalones de piel de ciervo.
Los lobos son depredadores mortales que buscan las presas más aptas para su condición o en este caso para reproducirse…
El invierno se acercaba y solo significaba una cosa…
Temporada de celo…
Por eso odiaba al lobo en su interior.
Ese olor que capto del guardia rojo era sin duda alguna… un aroma sugerente para él, y por lo tanto para el lobo.
Era la maldición que lo condenaba a seguir en solitario por las tierras inhóspitas y ahora debía buscar la forma de saciar el apetito sexual de su parte animal.
Recorrió con la mirada su hogar…
Apenas tenía un mes ahí y ya tenía que partir…
Busco en el cofre que estaba cerca del soporte de pieles.
Dentro contenía las botas que utilizaba, un atuendo sencillo pero elegante de pieles de ciervo, junto con una cota de hierro forjado y dos hermosas dagas con incrustaciones de piedras preciosas en al mango…
Habían sido un regalo de un cazador que intento atacarlo cuando era un lobo.
No había tiempo que perder… Estaba seguro que la batalla contra el guardia rojo sería pronto y no quería asesinarlo…
Asesinarlo…
Asesinar… Como el lobo despiadado que era…
-Gracias por la hospitalidad… - habló con voz sería al tendero de la posada.
-Es un gusto atender a los viajeros… Ahora que una bestia ronda por estos parajes, ya no hay muchos visitantes… - el hombre de cabello canoso respondió algo atemorizado.
La noticia del ataque en Little Garden no había quedado en rumores, se había extendido como el fuego y es que no era el primer lugar en el que se había visto a la bestia…
Era el tercer poblado que atacaba…
Por eso lo habían mandado a él, para acabar con los impetuosos actos de un animal sediento de sangre humana.
-¿Qué rumores ha escuchado? - el moreno que ahora ponía una bolsa de monedas sobre la barra esperaba cierta información que no todo el mundo tenía acceso.
Pero el hombre que ya era mayor rechazo el oro…
-No tiene que pagarme, buen señor… Ese monstruo debe morir por el bien de todos y estoy dispuesto ayudar si con eso se evitan más muertes.
Era su miedo el que hablaba por ese hombre.
-Han visto una manada de lobos cerca de Paraje de Water Seven, pero por favor no me malinterprete… Quiero ayudar así que de mis labios no ha salido nada… - volvió a su labor de atender a los pocos clientes que quedaban ofreciéndoles comida y olvidando por completo el tema.
Sin duda la bestia ya tenía aterrorizada a los poblados más cercanos.
Tomo el pequeño saco para meterlo entre su gabardina oscura y poner su espada sobre su hombro.
Tenía que acabar con la bestia…
Tenía que cumplir con su misión…
Salió de ahí para encaminarse a su nuevo destino y el viento helado lo recibió despeinando ligeramente su oscuro cabello.
Ese viento frío predecía muerte y sangre.
-Necesito más información… - susurro para mirar el poblado donde estaba.
Debía volver al lugar del último ataque para confirmar sus sospechas.
Los lobos del Grand Line por lo regular estaban cerca de los portadores de la sangre bestial y había una gran posibilidad de que ahí encontrara a su gran presa, pero tenía que asegurarse.
Seguir los rumores podía llevarle a perder un rastro seguro o a un callejón sin salida.
-Te encontrare… Monstruo… - susurro con rabia para emprender la marcha.
Volvería al devastado poblado y acabar con todo eso.
No se detendría hasta matarlo con sus propias manos.
Después de todo… era un hombre de palabra.