-Sabes… No creo que Carl esté preparado para una madrastra _pronuncio Glenn dedicándole una mirada rápida mientras se pasaba por su lado, durante una de esas excursiones improvisadas a algún poblado desierto_
La siempre rígida y algo desvelada expresión de Rick se suavizo posando la atención en el muchacho. Esa insípida afirmación que lo persuadió duramente de la ausencia de su esposa, era cruel para ser una broma; pero muy escabrosa para tomarla como un consejo.
Y hablaban de Daryl Dixon, claro. El duro hombre que cada vez pasaba más tiempo a su lado y lentamente se hacía un lugar muy específico en el grupo; como un miembro de su familia, quizás. Todo el que hubiera puesto un pie en la celda de Rick durante los últimos tres meses lo sabía muy bien. Ese brusco y algo torpe campesino que jamás en su vida había expresado un poco de delicadeza, se había apoderado completamente de su atención. Y lo que era aún peor, estaba reemplazando a su esposa.
Y no en lo romántico, ni en lo sexual, por desgracia, sino en lo que a espacio concernía. Daryl no solo había llenado el espacio vacío del corazón de Rick, sino que literalmente había llenado el espacio que antes ocupaba Lori. El cazador estaba con él en todo momento, con la mano en su hombro; cuando era necesario, con su mirada nerviosa rebuscando palabras que entregarle; cuando lo notaba distante y su voz certera y algo cariñosa trayéndolo al presente cada vez que los recuerdos lo arrastraban muy lejos.
-¿Qué pasa? _pregunto el cazador dándole la espalda mientras fijaba un blanco a través de la mirilla de su arma_
-No hay muchos caminantes por esta zona _expreso el comisario con molestia mientras le comunicaba a en un gesto sutil, de esos que solo Daryl parecía entender, que dirección debían tomar_
Llevaban tan solo unos minutos en el extenso y solitario poblado, pero la intensidad del silencio empezaba a fastidiarlo.
-Casi suenas como si los extrañaras…
-Bueno, si no hay caminantes, significa que alguien estuvo aquí antes que nosotros.
-No hay señales de que alguien haya estado aquí en mucho tiempo _exclamo Daryl dedicándole una sonrisa fugas_
El cristalino azul de sus ojos quedo en evidencia bajo la luz de un claro, desvelando también el exquisito castaño cobrizo de su cabello. Era encantador, llamativo y en la opinión de Rick uno de los pocos detalles que hacían las salidas agradables.
Era en momentos como ese que el cazador le resultaba tan malditamente atractivo que optaba por abandonar su sentido común y buscar su toque de furtivamente. En un apretón de manos, en un rose accidental o pegando su cuerpo al suyo mientras se cubrían ocultándose en alguna esquina.
Cualquier excusa era válida si con ello lograba conseguir material para callar sus dudas, y valla que cada vez eran más explorativas. El aroma de Daryl, la forma de su cintura, la sensación de su piel, las dimensiones de su parte trasera o su expresión de vergüenza, formaban parte de las cuestiones que le habían estado fastidiando el alma desde hace ya un tiempo y se desbordaban cada que ese campesino hacia un nuevo gesto.
No podía perder la compostura de esa forma cada vez que recibía una pequeña sonrisa de su compañero o cada que sus ojos se posaban en él.
Daryl era, en la opinión de Rick, un hombre autentico, sencillo, amable, altruista y duro, la clase de amigo que es leal y condescendiente, de pocas palabras, pero con unas cuantas muy certeras que le enfriaban la mente cuando lo necesitaba. Un hombre maduro con la firmeza de un verdadero semental y alguien sin duda muy difícil de doblegar. No podía seguir acechándole y desvelando sus secretos con la mirada.
Temía las Ideas que lo bombardean últimamente al escudriñarlo, obscenidades, más bien, propias de un adolescente enamorado, ideas que no cabían en un mundo ya lo suficientemente consternado como para sumarle las fantasías retorcidas de un degenerado.
¿Y qué podía hacer Rick? Si al rosar esa piel sentía calidez, si al observar a ese hombre cargando a su bebé apenas podía contener las ganas de encerrarlo entre sus brazos, si cada vez que oía su voz se sentía en casa y cada noche se preguntaba qué tan extraño seria tenerlo en su cama.
-Rick…
Entono por lo bajo el hábil rastreador mientras hacía pasar una onda eléctrica a través del cuerpo del ex comisario con su duro tacto empujando su pecho, lo había arrastrado hasta un muro.
-Un tirador, vi el destello de un arma sobre aquel edificio _señalo consiguiendo la mirada de su líder_
-¿Solo era uno? Si hay más de ellos es probable que nos estén tendiendo una emboscada.
-Caímos en su trampa…
-Quizás no, ve por la avenida principal, yo rodeare el área, juntos somos un blanco fácil. Reúnete con Glenn, debe estar cerca del punto de encuentro _un par de palmadas rápidas le depositaron su confianza_ Nos vemos haya.
Con cautela, Rick recorrió un par de cuadras hasta divisar la carretera, no había señales de otras personas o alimentos en las tiendas; el pueblo ya había sido completamente saqueado.
-¡Rick! _Oyó la voz del muchacho asiático saliendo de una residencia_ ¿Paso algo? ¿Dónde está Daryl?
El ex comisario poso la vista en el de forma incrédula, en ese preciso instante, Glenn debía estar del otro lado del pueblo ¿Cómo rayos había llegado hasta allí?
-Lo envié a buscarte.
-Eso es malo, me escabullí hasta aquí evadiendo saqueadores _dijo nerviosamente mientras se incorporaba fuera de la vivienda_ tienen todo el otro lado bloqueado, si Daryl los intercepta será un desastre.
Un par de disparos limpios atravesaron la calma helándole el cuerpo a Rick, el eco se había dispersado desde la lejanía de entre algún callejón escondido. Y todo lo que el hombre pudo pensar fue que esta vez estaba acabado, no podía hacerlo, no podía perder una vez más a la persona que amaba.
Ese pensamiento se instaló en el cruelmente mientras se preguntaba ¿En qué momento se volvió capaz de declarar que amaba a Daryl Dixon? ¿De verdad lo hacía? ¿Qué más daba? Si apenas era capaz de llevar el aire por sus pulmones y su mente a duras penas podía procesar su propio nombre.
Por mero instinto corrió tras el eco de los disparos y sin una pizca de sutileza barrio cada calle hasta instalarse en el largo callejón donde fueron emitidos. Busco hasta tener los casquillos de las balas y cada flecha que Daryl había usado, pero del hermoso cazador no había nada.
Sin rastro, sin sentido, sin piedad para el corazón de ese pobre hombre que se negaba a aceptar que su amado cazador ya no estaba.
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