Un delicado toque, como esos que no había sentido desde la última vez que su hermano lo obligo a visitar un burdel, recorría tentativamente su piel. Dejaba su cosquilleante calor sobre su pecho, bajaba lentamente trazando un camino con las puntas de los dedos como si lo acariciara solamente, como si no hubiera lascivia en la tibia temperatura que le calaba el cuerpo y el eco de esa voz furtiva que se acercaba suavemente a su oído fuera cariñoso.
Se sentía como si ese cuerpo protector que lo tenía bajo su sombra fuera el más delicado, el más envolvente, confiable, fuerte, sincero y cuidadoso. Como si ese cuerpo fuera el de Rick. ¿Y qué hacía al cazador atribuirle tan dulce toque a su mejor amigo? Era su cercanía seguramente, ya que ese fuerte y algo ingenuo campesino remotamente había sentido antes una compañía tan genuina como la de Rick.
En sus duros días de infancia, en la soledad de la autosuficiencia y la desconfianza, todo lo que había tenido era el amor fraternal, y eso, a duras penas. El tosco hombre que tenía por hermano rara vez se había dignado a darle algo que no fuera acompañado por un insulto o un sarcasmo.
Quien diría que luego del apocalipsis, con el mundo sumido en la mismísima mierda, encontraría el cariño más cálido y envolvente que alguna vez imagino conocer. El cariño de un amigo. Rick le daba algo más que protección o camarería, era un verdadero líder, uno muy capaz y al que con gusto le confiaría su vida, si es que no lo había hecho ya suficientes veces.
A su lado se sentía confiado. No es que su ballesta y sus grandes habilidades de caza no fueran suficientes, era solo que, con su mejor amigo al lado, nada podía dañarlo y aun si algo lo hacía, tenía la sensación de que Rick lo protegería o al menor le daría fuerzas.
-Rick… _Pronuncio con la voz entrecortada mientras trataba de llevarse la mano a la cabeza_
Una fuerte punzada le recorrió la espalda en el momento en el que sintió sus extremidades atadas. La dureza del suelo lentamente se hizo sentir bajo su cuerpo. La oscuridad se disipo con brusquedad revelando un escenario penumbroso, un techo agujerado y el torrente de la lluvia goteando por las vigas agrietadas de la pequeña construcción.
El caliente aliento de un desconocido soplaba con ansia sobre su cuello mientras sus brazos se enredaban lentamente sobre su cuerpo.
-Ese no es mi nombre _exclamo el extraño por lo bajo y su rostro desvelado se dejó ver buscando con desgano nuevamente su cuello_
-¿¡Quién eres!? ¿Qué diablos quieres con migo? _expreso con molestia el cazador, mientras sus recuerdos hacían breves paradas en los tumultuosos hechos que habían ocupado sus últimas horas_
Extendiendo un grueso silencio el hombre se dedicó a forcejear para depositarle en el cuello un pequeño beso.
La rutina se volvió básica en pocas horas: silencio y nada más que la marca de sus labios fuertemente pintados sobre su cuello como resultado de una infinidad de repeticiones.
Ese extraño no parecía estar interesado en el dialogo, ni en la violencia y por fortuna tampoco en la violación. Ya que su único pasatiempo parecía ser su cuello, y eso, ya era lo suficientemente extraño, en la recién formada y homofóbica opinión de Daryl sobre él.
El campesino jamás había pensado mucho sobre el hecho de tener a un hombre sobre él, no al menos hasta que Rick lo menciono. Y mucho menos experimentado algo parecido, pero ahora que tenía la ocasión de probarlo, estaba totalmente seguro de que era por mucho de lo más desagradable que alguna vez había tolerado.
Su límite estaba cerca. Y a esas alturas de la noche sus insultos y sus fuerzas casi se habían acabado. Solo rezaba al cielo, si es que en el aún no habían caminantes, que alguna fuerza divina le sacara a ese tipo de encima.
Y sus suplicas fueron escuchadas, valla que sí. El sonido de un disparo hizo eco por todo su cuerpo como un toque divino y supo de inmediato que su problema había terminado; eso que resonaba suavemente en el fondo definitivamente era la voz de Rick.
El desconocido que lo mantenía cautivo se incorporó arrastrándose tambaleantemente hasta la puerta para abrirla. Espero un par de minutos con la mano en la perilla, luego de comprobar que no había nadie del otro lado regreso y empujo a Daryl hasta el catre. Se dejó caer de forma cansada, soltando un gran suspiro y extendiéndose a lo largo de la cama mientras colocaba la mirada de forma indagaste sobre su prisionero.
-Eres un obsequio _afirmo acomodándole el cabello a Daryl mientras este luchaba por liberarse y lanzaba maldiciones_ El líder te encontró y te trajo a mi como un regalo, jamás hace eso. No voy a dejarte ir, ahora eres mío.
-¡No soy de nadie, maldito!
Un beso suave sobre su mejilla dejo a Daryl pasmado. Otro más demandante en los labios lo tumbo sobre la cama. Antes de darse cuenta un desesperado beso le estaba cortando la respiración y lo siguiente que supo es que estaba verdaderamente asqueado.
Si su hermano lo viera seguramente se reiría, o lo golpearía, o le pegaría un tiro, porque esa tenía que ser la mayor vergüenza para un Dixon. Que un hombre lo besara era de lo más bajo… pensó con algo de culpa picándole la conciencia ¿Qué no, Rick había hecho lo mismo?
Y lo había hecho con gracia, tal vez, porque ese profundo beso que el ex comisario le había robado hace unas pocas semanas, había sido electrizante. Delicioso, si tuviera que describir la sensación que dejo en sus labios y jodidamente bueno, si tuviera que admitir que lo dejo con ganas de otro.
Pero ese no era el caso para el desagradable hombre que ahora luchaba por adentrarse en su boca, y ¿Cuál era la diferencia? Pues que ese hombre no era Rick Grimes, señores.
¿Estaba acaso Daryl, admitiendo que Rick era especial? O peor aún, que lo había hecho sentir realmente cálido y no le molestaría perder un par de besos más a su merced.
Un golpe en seco arremetió en el pecho de Rick, uno que no espero volver a sentir luego de la muerte de su esposa. Uno de celos, de rabia y frustración, uno que le saco los deseos más desesperados que había tenido en mucho tiempo y lanzo a la basura las razones por las que se había estado conteniendo con el cazador.
Un disparo certero quito de encima a ese hombre de su Dixon, porque, ¡sí! Era suyo, y se lo escribiría con plomo en el rostro a cualquiera que lo dudara.
-¡Rick! _exclamo el hermoso cazador_ ¿Cómo fue que…
Las palabras se le escaparon perdidas en el torbellino de emociones que le sacudieron el cuerpo cuando Rick se lanzó a su boca. Sus labios lo traicionaron entregándose a corresponder con hambre su beso, perdió la razón enredándose en su lengua y lo último que su mente logro concretar con coherencia cuando las manos de Rick se aventuraron sobre su piel, fue que quizás tener sexo en la guarida de un secuestrador no era una buena idea.
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