Pudo sentir las calientes manos de Rick alejarse lentamente de su tacto y la dolorosa presión encerrada en sus pantalones haciéndose flácida mientras un leve temblor se apoderaba de sus labios y su expresión se tambaleaba entre la vergüenza y la rabia.
Y ¿Por qué el hermoso cazador estaba tan consternado? Si ser interrumpido en pleno sexo no era un buen motivo, entonces Daryl, no tenía idea de que rayos lo era.
Aunque claro, un par de besos, caricias y abrazos no eran su mejor o más cercana idea del sexo, pero algo le decía que si ese muchacho no hubiera entrado por la puerta en el momento justo, esa noche habría follado con Rick Grimes, señores. Y tenía que estar loco, que montarse una primera vez y en semejante lugar, no era precisamente algo muy reflexivo.
Rick estuvo a punto de hacer historia en la familia Dixon, enviando a su lindo hijo menor al excitante lado oscuro de los pasivos.
Y valla afirmación era esa. Que el más tosco, varonil y duro hombre de toda esa tierra plagada de caminantes admitiera que estuvo a punto de dejar que se lo tirara su mejor amigo, era algo serio o más bien, un poco difícil de procesar. El cuerpo se le helaba de solo pensarlo.
¿Para qué negarlo? Estaba avergonzado, aun le costaba creer que hubiera caído en semejante situación con un hombre y sumarle un mirón solo empeoraba las cosas.
Porque valla que el coreano se había llevado una buena impresión de todo eso. Lo veía en su rostro. Ese gesto entre confuso y morboso que afinaba en la pronunciada curvatura de sus labios, rehuyendo su mirada mientras su cabeza seguramente maquinaba el resto de la historia era desagradable y poco a poco lo estaba tentando a impartirle un par de puñetazos.
Esa mirada expectante que descubrió varias veces observándolo a través del retrovisor durante el largo y silencioso camino a casa, le recorría duramente el cuerpo de forma acusadora. Enfriándole la piel, haciéndole zumbar la cabeza con palabras que nunca en su sano juicio creyó usar y con un sentido tan radical: que estaba colgado por un hombre, que ese hombre lo agarro en curva y casi lo arrastra a un callejón sin salida, porque si de algo el astuto cazador estaba seguro, era de que si caía en sus brazos, jamás se iba a poder soltar.
Aunque era un gran decir, considerando que estaba aterrado. Ese duro hombre que le colaba en la mente pensamientos sumamente cursis y homoeróticos, hasta esa mañana era su amigo, su líder, su hermano… como admitir que de un momento a otro su perspectiva hubiera cambiado o que tal vez se había desviado hacia un amor un poco insano.
¿Cómo explicar que sosteniendo a su hija se sentía en su lugar? Que quedándose a su lado en aquellas largas noches de llanto en las que Judith se rehusaba a dormir se sentía tan cálido y cercano a ellos que casi podía rosar el cielo. Que le gustaba ver a Carl muy temprano en su celda hablando con Rick mientras él cuidaba a la pequeña, que en ocasiones sentía estar en la amorosa familia que nunca tuvo o que a veces se divertía imaginando que él y el comisario se mantendrían juntos hasta que todo hubiera terminado y una bala bailara en sus cráneos marcando el fin de la partida. Aunque el “juntos por siempre” tampoco quedaba fuera de sus fantasías.
¿Cuándo empezó a sentirse así? Era difícil averiguarlo. Rick se había instalado sutilmente en su corazón antes de que pudiera notarlo. Y no solo él, un cariño algo posesivo e irracional crecía en el pecho del cazador hacia los hijos del ex comisario.
Pero, todo fue destruido catastróficamente aquella noche. Con ese dulce beso que Rick le planto sin ofrecer explicaciones, la delgada línea entre el cariño y amor se fue carajo.
¿Y qué le quedaba por hacer al confundido y hasta cierto punto, bastante consternado cazador de ardillas? Enterrar al coreano en algún bloque desierto definitivamente era lo primero en su lista.
-Así que… ¿lo suyo es oficial? _Lo escucho preguntar, quebrando la poca templanza que le quedaba_
Totalmente rabioso, soltó cuanta maldición conocía y pateo la parte trasera del asiento del asiático hasta que la voz de Rick lo paro en seco.
Esos ojos azules, hoy más platinados y punzantes que nunca, lo hicieron retroceder hasta recuperar la compostura. Y entonces supo que Rick estaba de un humor incluso peor que él.
Instintivamente su expresión se volvió sumisa y su mirada rehuyó la suya.
-Lo lamento _pronuncio con un tono bajo, uno débil y algo dudoso que en ocasiones hacia a Rick preguntarse qué tan dura había sido su infancia.
La molestia del comisario fue vencida con ese gesto. Liberando su tención lanzo un largo suspiro y se acomodó nuevamente en el asiento del copiloto.
-Glenn, solo llévanos a casa y cierra la boca _ordeno clavando la vista sobre Daryl de forma indagaste a través del espejo _
El grupo, como siempre, los recibió de forma animosa. La atención de Rick fue robada de inmediato por su hijo al poner un pie fuera del auto. Las preguntas, sonrisas y saludos ocuparon el ambiente, pero los ojos del comisario seguían acaparados por la distante presencia del rastreador
.
Pronto su figura se distanció de ellos, Daryl solo quería alejarse de Rick y pensar… pensar lo que sea, porque si su cuerpo seguía saltando al sonido de la voz de ese hombre cada que le dirigía la palabra, estaba en un serio problema. Pero por desgracia el comisario no lo entendía, o al menos no de esa manera, a su parecer el orgulloso Dixon lo estaba abandonando y eso no iba a permitirlo.
Esa madrugada iba a dejar las cosas claras, quería establecerle al cazador sus intenciones y esas no eran tenerlo en su cama, aunque realmente lo deseara, su verdadero propósito era tenerlo a su lado, porque valla que amaba tenerlo en su celda cada mañana sosteniendo a su hija. Amaba sus detalles, sus intenciones puras, sus expresiones genuinas y su calidez, amaba a Daryl, quizás eso era lo que realmente quería comunicarle. Pero no estaba seguro de si debía. Una parte de él le decía que Daryl ya le partencia mientras que otra aseguraba que si cruzaba la puerta de su celda le arrancaría la cabeza. Tratar con los valores machistas que le habían inculcado a ese hombre no sería nada fácil.
-Hey, ¿puedo entrar? _pregunto dándole un par de golpecitos a la reja_
-¿Qué quieres? _lo interrogo el cazador desde la penumbra de su litera_
El comisario se aventuró a avanzar hasta agacharse a su lado, contemplo su exquisita figura incorporarse de manera algo brusca; y era eso justamente lo que le parecía tan apetecible de él. Su naturaleza dura, pero siempre gentil y algo tímida, su mirada cálida, su torpeza. Daryl era hermoso, pensó perdiéndose en la sensación de su piel y olvidando las explicaciones que se supone que debía darle.
Con descaro deslizo su mano por su rostro hasta peinar su cabello. ¿Y qué haría Daryl Dixon? Se preguntaba entusiasmado como si se tratara de un experimento, pero el resultado lo sorprendió.
La mano temblorosa del cazador se plantó en la suya alejándola mientras su cuerpo se apartaba.
-No hagas eso… _pronuncio con vergüenza y un leve temblor en su voz_
El cazador simplemente no podía negar el hecho de que su cuerpo temblara a merced del tacto del comisario, explicar por qué sus brazos se enredaban automáticamente en su cuello o porque su boca se abría rápidamente para corresponder sus besos.
Puede que Daryl tuviera un problema interno, o que aún no acabara de entender que se había enamorado, pero su cuerpo sabía a la perfección que quería a Rick Grimes follándolo y esta vez no había fuerza que pudiera evitarlo.
El hombre lo tumbo sobre el colchón buscando adentrase en su boca, delineando sus labios con besos delicados, enredándose en su lengua y haciéndolo perder la cabeza.
Se metió en su cama sin preguntar y se apodero de todo lo que había en el sometiéndolo a sus caricias mientras bajaba por su cuello. Su cuerpo lo traicionaba curvándose ante el toque húmedo que mojaba su abdomen, mientras aquellas manos recorrían firmemente su cuerpo sobre la ropa, explorándolo sin prisa, sacando lentamente los botones de su camisa para llevar la lengua hacia sus pezones.
El ex comisario sintió el cuerpo de su pareja dar un brinco cuando su lengua toco ese par de puntos rosa en su pecho. Esa confusa expresión de sorpresa en el pálido rostro de Daryl le confirmaba que era su primera vez en esa clase de prácticas, y valla que era grato saber que ningún otro hombre había tocado antes esa piel.
Los suaves y tímidos gemidos que salían avergonzados de los labios del cazador le erizaban el cuerpo, hacían hormiguear su entrepierna poniendo en su mente cosas perversas. Deseos extraños que nunca antes lo habían invadido lo movían a hacer cosas peculiares. Quien diría que tener el miembro de ese hombre en su mano lo haría estremecerse de excitación y ponerlo en su boca sería una necesidad inmediata. Lo saboreo de arriba abajo hasta que su parte baja no podía esperar más y entonces se hizo de la más maravillosa vista que alguna vez pudo imaginar. Tener a Daryl debajo de él completamente desnudo fue la experiencia más enloquecedora y sensual, devastadora y gratificante, porque a través de esa imagen supo que estaba completamente rendido por ese hombre.
Sus brazos buscaron encerrarlo bajo su protección, poseerlo y empapar de su calor su propio cuerpo mientras el caliente rose de sus miembros lo obligaba a mover las caderas y mojarse con el líquido que escurría de sus abdómenes. Y eso sí que fue alcanzar el clímax. Una rápida y devastadora descarga que desde hace unos meses ya necesitaba y concluyo enterrando su cansancio en los hambrientos labios del cazador.
Se perdió seducido por el sabor de Daryl hasta perder la noción del mundo y ser vencido por el sueño aferrado a su cuerpo.
Y todo lo que supo el ex comisario al despertar con ese delicioso hombre entre sus brazos, fue que tendría que trasladar su habitación y la Judith hasta allí, porque no había forma de que pudiera soltarlo.
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