Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los sabores de la vida por Are

[Reviews - 41]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Agridulce


 


– ¡Papá!


– ¿Eh? ¿Qué pasa Nozomi-chan?


– Eso es lo que quiero saber yo – Dijo el adolescente con un puchero. – No estás poniendo atención a lo que estoy diciendo. ¿Qué ves?


– Nada, solo observo. No veo nada en especial.


– Desde hace un rato mira hacia allá como si esperaras algo – Dijo mirando a la misma dirección en que padre miraba. – O acaso ¿Esperas a alguien?


– No – Respondió sonrojado – Es solo… Mmm. ¿No tienes la sensación de que alguien nos está observando?


El menor lo pensó un momento. –Ahora que lo mencionas, hace un rato un joven salió de esa puerta y cuando nos vio volvió a entrar. Supongo que es la cocina pues estaba vestido de chef.


– ¿Un joven? ¿Cómo era?


– No lo sé – Dijo llevándose otro trozo de carne a la boca. – No lo vi bien, tal vez ni era un joven y en realidad era una mujer. Solo vi sus ojos… Eran realmente hermosos. – Nozomi no notó como un sonrojo cubría el rostro de su padre y miraba de reojo hacia la dirección en la cual él había dicho se había ido esa persona.


Makoto no había podido apartar sus pensamientos de los intensos ojos del joven chef que les había sido presentado días anteriores. Sus ojos, su rostro, todo era realmente atrayente. Durante los días siguientes había tenido un problema interno luchando contra sí mismo. Era consciente de que Nanase era un chico, el mesero lo había dicho, ¿Por qué pensaba tanto en un hombre? Lo que era peor, ¡Un hombre menor que él! Makoto no estaba en contra de la homosexualidad, su hijo era homosexual, y a pesar de ser una persona pacífica haría todo lo posible por destrozar a aquella persona que se interpusiera entre su pequeño y su felicidad.


Entonces, ¿Por qué se sentía así?


Se convenció de que él no era gay, tenía un hijo y había estado enamorado de la madre de Nozomi por muchos años, definitivamente no era gay. Sumado a eso, jamás se había fijado en un hombre, aunque tampoco en ninguna otra mujer.


Definitivamente estaba confundido.


Tal vez era solo un error, él al principio había pensado que Nanase era una chica; tenía unas facciones finas y hermosas, esas suaves hebras negras que se asomaban por debajo del Toque blanche, los labios finos y rosas y esos ojos, esos hermosos zafiros que relucían con la luz, era lo más perfecto que había visto.


– ¡Papá, esto estuvo delicioso!


– Que bueno que te gustara. ¿Quieres un postre? En este lugar están deliciosos.


– ¿De verdad? – Preguntó con emoción – Entonces creo que tengo lugar para algo azucarado– Dijo con una sonrisa.


Pidieron la carta para elegir algún postre. Nozomi se tomó su tiempo para elegir, por lo que al final pidió uno con un nombre que le costó trabajo pronunciar, el mesero le ayudó con una sonrisa. Luego de haber tomado la orden del adolescente se dirigió al mayor de los Tachibana, con él no tuvo que esperar demasiado,  Makoto ya tenía en mente qué era lo que quería.


– ¿Cuál es el postre del chef? – Preguntó con una sonrisa al mesero, quien gustoso le comentó lo que Haruka había preparado para ese día.


 


Haruka se encontraba realmente atareado. Como todos los fines de semana, el restaurante se encontraba abarrotado y las órdenes no dejaban de llegar. Ese día, como todos, lo primero que había hecho al llegar fue preparar los pasteles y postres de la carta para posteriormente preparar el ya famoso postre del chef, que ese día consistía en un pan de hojaldre sabor chocolate, con jarabe y frutas en almíbar hechas por él. Todo lo que cocinaba era hecho desde cero por él, le gustaba que fuera así.


A la mitad de la jornada el chef de cuisine  le dio diez minutos para que tomara un descanso. Haruka solo asintió con la cabeza para posteriormente salir. Cuando cruzó todo el pasillo hacía el interior del local se encontró con unos ojos verdes que lo miraban. Esos ojos lo dejaron atónito, eran iguales a los ojos de ese hombre de sonrisa amable,  solo que eran de un adolescente y no estaban adornados por esos mechones castaños, sino por unos azabache, muy parecidos a los suyos. Era como si ese pequeño fuese la combinación de ambos.


Un rubor apareció en sus mejillas por sus pensamientos. Asustado de sí mismo regresó a la cocina y fue recibido por la interrogante del chef por su rápido descanso.


– Ya descansé– Fue su escueta respuesta.


– Está bien, Nanase-kun. – Respondió el hombre con una sonrisa.


Haruka regresó al trabajo, ahora con la imagen de aquel pequeño en mente. Y no, no era que tuviera extrañas filias sexuales, simplemente que aquel chiquillo se le hacía muy conocido, demasiado.


Entonces lo recordó. Era el niño con el que había soñado. Que ahora caía en cuenta no era una niña, sino un niño. Un niño muy parecido al hombre que hace unos días había conocido y que no había podido sacarse de la cabeza.


Tachibana. Así había oído que le llamaban. Deseaba volver a verlo aunque sea una vez más. Le encantaría escuchar sus labios pronunciar su nombre y que esos ojos le vieran solo a él. Por primera vez en muchos años se estaba fijando, de verdad, en un hombre que no fuese Rin, y sin embargo, tenía el presentimiento de que nuevamente sería rechazado.


 


Esa muy de noche cuando salió del restaurante era ya muy tarde, no había muchas personas en las calles más que ellos, y para su mala suerte ninguno de sus compañeros vivía cerca de su casa. Por otro lado, pensó que en realidad no había ningún motivo en particular para llegar a su pequeño y solo departamento, tal vez debería conseguir una mascota. Una gato no estaría mal, había oído decir a Rei y a Nagisa que eran animales muy independientes, eso era justo lo que él necesitaba, pues no contaba con mucho tiempo y solo necesitaba un poco de compañía.


– ¡Ey, Haruka! – Lo llamaron unos de sus compañeros. – Vamos por unos tragos– Invitaron.


Haru lo pensó por un momento. No tenía ningún plan en particular para esa noche, así que aceptó.


Cuando llegaron al bar al cual habían planeado ir pidieron unas cervezas y unas botanas para acompañar. Todos estaban metidos en sus propios asuntos y cuando lograban tener una conversación grupal, en la que Haruka rara vez participaba con alguno que otro movimiento de cabeza, solo era para hablar de los clientes y la mayoría de veces burlarse de ellos mismo por movimientos torpes o pedidos mal manejados a lo largo del trabajo.


Haruka no les prestaba mayor atención que la debida, solo escuchaba y bebía de su tarro de vez en cuando. En una de sus frecuentes idas al baño se encontró con la última persona que pensaba que pudiera encontrarse ese día, solo lo notó cuando ya lo tenía de frente, tan cerca que casi podía sentir su respiración en la frente por la diferencia de estaturas. Estuvo a punto de chocar contra el pecho de Tachibana.


Notó el leve sonrojo en las mejillas del otro y él solo desvió el rostro para que el castaño no notara el suyo. Ninguno de los dos dijo nada por un tiempo que pareció eterno y cuando por fin notaron que seguían a la misma distancia el castaño se separó de inmediato dando un gran salto que a Haru le pareció gracioso y adorable.


– Buenas noches, Nanase-kun– Saludó amablemente Makoto. Haru se sorprendió de que aún recordara su nombre a pesar de que habían pasado varios días ya.


El moreno solo contestó con un movimiento de cabeza, lo que hizo que el otro sonriera. Recordaba perfectamente la actitud seria que el joven había demostrado días atrás y al parecer no era solo en el trabajo, sino en todos lados. Le pareció algo sumamente tierno y lo primero que vino a su mente fue que le encantaría conocerlo y poder derribar esa muralla de indiferencia que el joven había construido. ¿Cómo sería su sonrisa? Le encantaría ver el brillo de sus ojos cuando está contento. Makoto movió la cabeza de un lado a otro, nuevamente estaba pensando como una colegiala enamorada. Debería alejar esos pensamientos de su cabeza, Nanase es un gran prospecto a amigo, solo eso, nada más.


– ¿Qué estás haciendo por aquí? – Esa fue una pregunta tonta, y lo sabía. ¿Qué podría hacer en un bar sino beber?


– Vine con unos amigos– Contestó escuetamente.


– ¡Que coincidencia! Yo también– Contestó con una sonrisa. – ¿Puedo invitarte un trago? – Makoto esperaba una respuesta negativa, después de todo apenas se habían visto un par de veces; pero contrario a todo Haruka aceptó con un movimiento de cabeza.


Se sentaron en una esquina de la barra, alejados de los compañeros de trabajo de ambos. Los dos se encontraban nerviosos por ese fortuito encuentro, parecía que fuese la primera vez que alguno se encontraba en una cita. Makoto no había tenido una sensación parecida desde la madre de Nozomi, y aun así no había sido tan intensa como esta; por otro lado, Haruka nunca había sentido atracción por alguien más que no fuera Rin, a tal grado de pensar que no era homosexual, sino Rinsexual, por muy gracioso que eso pudiera parecer, pero ahora tenía una nueva perspectiva de todo.


Pidieron una cerveza para cada uno y después de que el bartender les diera sus pedidos fue Makoto el que empezó con la conversación – ¿Tiene mucho que trabajas para ese restaurante, Nanase-kun?


– Haruka


– ¿Eh?


– Me llamo Haruka– Makoto sonrió con los ojos brillosos. El moreno le estaba dando la confianza pata hablarle por su nombre.


– Ya veo, yo soy Makoto, Tachibana Makoto. –Se presentó como debía. –Y dime, Haru-chan. ¿Tiene mucho que trabajas en ese restaurante?


– Deja el “chan” – Respondió el moreno virando la cabeza hacia un lado, Makoto estaba notando que ese gesto era muy frecuente en el joven y se preguntaba si acostumbraba hacerlo cuando estaba avergonzado, pues sus orejas tenían un leve color carmín, o qué motivo lo llevaba a eso. – No, tiene apenas unos meses.


– Eso es sorprendente, eres muy joven, ¿Cuántos años tienes? ¿24? – Preguntó dándole un trago a su cerveza.


– 22– Contestó haciendo lo propio.


Una cerveza siguió a la otra, el bartender ya no preguntaba si les apetecía tomar otra cerveza, simplemente les servía más. Un rato después, Makoto se sentía mareado y Haruka se había convertido en una persona muy parlanchina.


– ¿Entonces dishes que tienes un jijo? – Preguntó arrastrado las palabras.


– Si, es un muchachito muy dulce y educado– Respondió. Puede que ya estuviese mareado, pero todavía podía pensar con claridad y articulaba a la perfección. Comenzaba a pensar que era tiempo de que Haruka dejara de beber y que le diría a sus compañeros que lo llevaran a su casa, pero, había dos problemas con su plan: primero, no sabía quiénes eran los compañeros de Haruka y el moreno parecía muy cómodo bebiendo, no creía que quisiera irse aún; en segunda, él no quería separarse del de ojos azules. Tal vez había sido una mala idea invitarle un trago.


– ¿Shus ojos… sus ojos… son tan hermosos como losh tuyos?


– ¿Eh? – Los colores se le subieron al rostro y una expresión denotaba una mezcla de vergüenza y confusión.


– Tush ojos… Tus ojos son hermososh– Makoto observó en cámara lenta como Haruka le tomaba por las mejillas y lentamente posicionaba sus labios sobre los suyos.


Sintió cómo Haruka tomaban su labio inferior entre los suyos y lo mordía suavemente para después pasar su lengua por su contorno y finalmente soltarlo. Cuando el beso terminó se encontró con la azulina mirada clavada en sus ojos, las mejillas de Haru estaban rojas por efecto del alcohol y sus labios húmedos y entreabiertos; el castaño se llevó una mano a los labios avergonzado. Makoto tragó grueso. ¿Por qué no había apartado a Haruka? Ese había sido el primer beso que había tenido en muchos años y había sido con un joven que apenas había visto un par de veces.


Estaba perdiendo la razón.


– Es un verde hermosho– Dijo el moreno después de unos momentos. – Tengo shueño… Makoto– El castaño sintió como Haruka acortaba la distancia entre ambos y se acurrucaba sobre su pecho.


– No, espera, Haru. No puedes dormir aquí.


– Teno sueño– Era lo único que repetía cada vez que el castaño lo movía. Cuando sintió la respiración acompasada supo que por fin se había quedado dormido. ¿Cómo lo sacaría del bar?


Pagó la cuenta de ambos y se dispuso a salir con Haruka a cuestas, intentó miles de posiciones para llevar al moreno pero en ninguna se sentía cómodo y no podía evitar pensar si no lo estaría lastimando de alguna manera. Al final, lo cargó estilo princesa, era lo más cómodo para ambos, además, el moreno no pesaba demasiado, era perfectamente ligero como para transportarlo en esa posición.


Ahora que había finalmente salido del bar y subido al auto de Makoto, se presentaba un nuevo problema frente al castaño: ¿A dónde llevaría a Haru? Dudaba mucho que si le preguntaba su dirección el moreno le contestara, no creía siquiera que despertara. Resolvió llevarlo a su casa, después de todo solo sería para pasar la noche.


Cuando llegó vio que la luz del cuarto de Nozomi se apagaba, seguramente había escuchado que llegaba y fingiría estar dormido.


Cuando pudo abrir la puerta, haciendo malabares con Haru en un brazo, cerró con la punta del pie y llamó a Nozomi para que trajera una manta para el moreno.


– Jovencito, sé que no estás dormido–A los pocos minutos bajó el moreno con una manta entre los brazos y no disimuló su asombro al ver el cuerpo de Haru en el sofá.


– ¿Es tu amigo? –Preguntó acercándose hacia el rostro de Haru.


– Algo así– Respondió mientras cubría a Haru con la manta que Nozomi había traído y lo acomodaba en el sofá.


– Es muy lindo– Dijo el pequeño mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja de Haru.


Makoto sonrió. – Tienes razón, es muy hermoso– Nozomi volteó a ver a su padre con sorpresa, nunca lo había escuchado que su padre hablara así de alguien. –Ahora a dormir, que ya es tarde. No creo que se despierte hasta mañana, está muy ebrio.


– Sí, huele a alcohol. –Dijo Nozomi antes de subir las escaleras hasta su cuarto. – Hasta mañana, papá–Gritó ya dentro de su habitación, sabía que nada despertaba a un hombre en tal estado etílico.


– Hasta mañana– Respondió Makoto desde la planta baja. – Descansa, Haru-chan– Dijo acariciando levemente la mejilla de Haruka para después subir a su habitación.


Esa noche tuvo un sueño muy hermoso, un sueño donde un joven de ojos azules le besaba tierna y dulcemente toda la vida.

Notas finales:

¿Creen que las cosas van demasiado rápido?


Me gustaría saber su opinión.


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).