Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los 8 besos que te robé por Nayen Lemunantu

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Beso 7: A la fuerza.

 

Él y Kise caminaban con paso rápido. Habían estado jugando basketball callejero hasta tarde y sólo el agotamiento los había hecho parar y ahora se dirigían hacia el local de comida rápida más cercano, aunque ya sabía de antemano que sólo él comería algo en aquel lugar ¡Era ridículo sólo imaginar que Kise comería comida chatarra! Por eso mismo había escogido ese lugar, sólo para fastidiarlo.

Ese día, habían apostado en el juego, para darle una emoción extra. El ganador podría escoger el lugar y comer todo lo que quiera, mientras que la cuenta sería pagada por el perdedor sin derecho a protesta. En ese momento Kise se había mostrado entusiasta y había sonreído con confianza ¡Se veía que estaba convencido de poder ganarle! Pero ahora, no se veía nada feliz, porque cómo era de esperarse, había ganado él.

—¡Maldición! No puedo creer que perdí contra ti —el rubio masculló entre dientes.

—Querrás decir, otra vez —corrigió. Su tono de voz era burlón y sus labios formaban una sonrisa de lado—. Porque tú nunca me has podido derrotar.

Su comentario sólo hizo que Kise se enfadara aún más y frunciendo el ceño, lo miró con ojos vidrioso, brillantes de la más pura indignación. Su mirada dorada ahora echaba chispas y podía jugar que sus intenciones no eran otras más que fulminarlo al instante. Se guardó las manos en los bolsillos y siguió caminando con pasos torpes y forzados de pura cólera.

—¡No sé por qué armas tanto escándalo! —comentó de manera casual. Imitó el gesto del rubio y se guardó las manos en los bolsillos, caminando con soltura natural—. Ya deberías estar acostumbrado a perder contra mí.

—¡No es por eso que estoy enojado! —replicó Kise. Se detuvo abruptamente para mirarlo cada vez más irritado—. ¿Tenías justamente que escoger un local de comida rápida? ¡Sabes perfectamente que yo no como esa basura! Y no intentes negar que sólo lo hiciste para molestarme.

Ahora él se rio a viva voz en el mismo rostro enfadado de Kise, quien cada vez se ponía peor. Estaba levemente sonrojado de puro odio y casi podía ver cómo se la hinchaba una venita en la frente ¡Era tan divertido hacerlo enojar! Era casi tan entretenido como jugar basketball contra él o como salir de fiesta con él o hacer alguna travesura juntos. Definitivamente el único que podía hacerlo reír así era Kise.

¿Todo con él será así de divertido? ¿Siempre me sentiré así de bien si permanezco junto a él?

Pero el rubio, cada vez más hastiado de su actitud arrogante, decidió ignorarlo completamente y desviando la mirada hacia el frente, alzó el mentón en un gesto de orgullo y dignidad, y acomodándose el pelo con la mano, continuó con su camino como si nada hubiera pasado.

—¿Te enojaste?

Silencio.

—¿Qué es esto Kise, la ley del hielo?

Silencio.

—¡No te enojes, Kise! Sólo era una broma —alzó la voz y ya no sonreía—. Una mala broma, lo acepto.

Silencio.

Al borde de la desesperación por esta nueva táctica del rubio, lo tomó del brazo con fuerza, logrando que éste se detuviera y se girara para mirarlo indignado. Él tenía pensado pedirle perdón y sugerir ir a comer a otro lugar, pero al tenerlo frente a él, a sólo centímetros de su cuerpo, no pudo decir palabra alguna. Su cerebro se había congelado por completo, las palabras no querían salir de su boca y en todo su cuerpo sentía unas irrefrenables ganas de estar más cerca de Kise. Su belleza era tanta, que lo confundía.

De pronto, los labios rosados y entreabiertos del rubio se transformaron en la cosa más atrayente del mundo y sintió que funcionaban con una especie de magnetismo, porque lo atraían, lo tentaban, lo invitaban a poseerlos, conquistarlos y dominarlos.

Soltó el agarre que mantenía en el brazo del rubio y con ambas manos sostuvo su dorada cabeza con firmeza, para evitar que escapara, y ladeando el cuello, lo besó posesivamente. Succionando con fuerza los labios y metiendo la lengua imprudentemente en su boca, incluso mordiéndolo con muy poco tacto, obteniendo como resultado un quejido grave que se le hizo exquisito. Hasta que un empujón por parte de Kise, lo alejó de sus labios.

—¿Qu… Qué… —Kise tartamudeó. Lo miraba de arriba abajo y se pasaba una mano por la boca, como si quisiera limpiarse—. ¿Me besaste? ¡Me besaste a la fuerza!

—¡Lo hice! Y lo volvería a hacer mil veces más —respondió con voz segura, mirándolo fijo—. Con fuerza o sin fuerza, eso no importa ¡Y mejor prepárate, porque ahora mismo lo voy a repetir!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).