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Los sabores de la vida por Are

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 A café

Despertó desorientado, sintiendo la boca pastosa y con un sabor desagradable. Su cuerpo se sentía pesado y adolorido, su cabeza parecía estallarle y la luz le molestaba en demasía. Sintió la mullida y áspera superficie y de inmediato se dio cuenta de que no se encontraba en su cama, sino en un sofá de quién sabe quién. ¿Dónde había pasado la noche? No lo sabía. Recordaba a la perfección haber aceptado tomar una copa con sus compañeros del trabajo, también recordaba haberse encontrado con Makoto y después… nada.

Miró a su alrededor tratando de reconocer algo. No se encontraba en su departamento, eso estaba claro. ¿En la casa de alguno de sus compañeros? Tal vez, pero no estaba muy seguro. En una de las mesas dispersas por la habitación notó que había un porta retratos, seguramente la foto le daría un indicio del dueño del lugar en el que se encontraba. Se levantó del sofá y sintió como si su cerebro chocara fuertemente contra su cráneo, por reflejó se llevó una mano a uno de sus costados para tratar de equilibrarse. Lentamente se acercó hasta el marco y cuando lo vio se quedó estático, era Makoto, ¡Makoto Tachibana! ¿Cómo había terminado en casa de él? Un sinfín de preguntas atacó su cabeza aumentado su dolor.

– ¡Oh! Veo que ya estás despierto. – Dio un respingo al ser sorprendido por su anfitrión husmeando entre sus cosas. – Buenos días, Haru-chan. – Saludó con una sonrisa.

– Deja el “chan” – Contestó tratando de verse tan estoico como siempre.

– ¿Quieres un café? – Preguntó amable – También puedo ofrecerte un desayuno, a no ser que tengas otra cosa que hacer a esta hora. – Una negativa del moreno, el castaño asumió que negaba tener algún compromiso. – Siéntete como en tu casa, en un momento estará listo– Dicho esto, se encaminó hacía una habitación que Haruka asumió era la cocina.

A los pocos minutos le siguió, él era chef y si Makoto había tenido la amabilidad de alojarlo en su casa toda la noche lo mínimo que podía hacer era preparar el desayuno.

Al principio el castaño se negó alegando que él era en invitado y que el anfitrión es el que se tiene que hacer cargo de esas cosas, pero Haruka no le prestó atención y después de notar qué era lo que estaba preparando le ayudó sin importar la opinión del castaño, quien, resignado, se dedicó solo a ayudarle.

Makoto se mostraba nervioso y Haruka lo notaba. Le mira en cada oportunidad y luego volteaba la mirada, como si le hullera. Cada vez que se encontraban cerca trataba de que el contacto visual y físico no fuera más del necesario. Recordaba que las otras veces el castaño había tenido una actitud de lo más relajada, tanto que le inspiraba una sensación de paz con tan solo estar a su lado.

Por otro lado, Makoto no podría dejar de sentirse nervioso al estar cerca de Haruka. Recordaba vívidamente el beso que hace unas horas había compartido y no podía evitar que su cuerpo reaccionara nuevamente: su corazón se aceleraba, sus manos sudaban, su respiración se agitaba y una sensación muy extraña se alojaba en su vientre. ¿Eso era a lo que llamaban mariposas en el estómago? No lo sabía, era la primera vez que lo experimentaba.

A los pocos minutos, pese a los inconvenientes, un perfecto desayuno japonés estaba sobre la mesa en tres porciones. Haruka no entendió el número de porciones hasta que Makoto gritó un “A desayunar” hacía el segundo piso de la casa. El moreno pensó que llamaba a su novia, hasta que vio bajar por las escaleras a un adolescente de no más de 15 años con un short y playera de pijama, despeinado y sobándose los ojos.

Cuando el pequeño lo vio abrió los ojos desmesuradamente y concentró su mirada en sus ojos. Detuvo su andar y por unos momentos solo se dedicó a mirarlo de pies a cabeza. Nozomi pensaba que el joven que trajo su padre a su casa era mucho más hermoso de lo que le había parecido la noche anterior. Ese azul de sus ojos tenía un brillo inigualable, le recordaba mucho al azul de los ojos de Kaoru pero los del azabache eran de un azul mucho más hermoso. Desvió la mirada avergonzado al notar su pensamiento, ¡Ningunos ojos podían parecerle más hermosos que los de su novio! Cuando volvió la mirada el joven se había sentado ya a la mesa y la mirada interrogante de su padre estaba sobre él, indudablemente había notado la mirada que le dedicó al invitado.

– Haru-chan– Dijo una vez que el adolescente había bajado. – ¿Recuerdas que te platiqué de mi hijo? – ¿Hijo? ¿Cuándo el castaño había dicho que tenía un hijo? Volteó el rostro avergonzado por no recordar algo tan crucial en la vida del castaño, seguramente había sido cuando ya no tenía control de sí mismo, el mismo instante en que acabó cómodamente durmiendo sobre el sofá de su sala.

– Bueno, pues este es mi hijo, Nozomi-chan– El pequeño y él se sostuvieron la mirada por un momento hasta que el de ojos verdes la desvió avergonzado y con un sonrojo que a Haruka le pareció adorable.

El hijo de Makoto tenía unos ojos igual de hermosos que los de su padre. Sus labios y nariz eran igual que los del castaño; sin embargo, sus cejas y la forma de su cara no, seguramente en esos aspectos se parecía más a su mamá, de la que seguramente también habría heredado el cabello negro. De repente Haruka sintió la curiosidad de preguntar por su madre, pero le pareció imprudente hacerlo; después de todo, si hubiese sido voluntad del castaño ya le habrá hablado sobre ella o, en todo caso, se la hubiese presentado pues estaría desayunando en ese momento junto a ellos. De una forma bizarra y cruel se sintió alegre de que no fuese así.

– Mucho gusto, Haru-chan. Por favor cuida de mí– Dijo el pequeño con una reverencia.

Haruka viró los ojos, no sabía si debía seguir discutiendo con la familia Tachibana acerca de omitir el ‘chan’ que siempre utilizaban para acompañar su nombre o simplemente ignorarlo. Optó por lo primero, después de todo, es más fácil enseñarle cosas a una persona joven a que a una mayor, como Makoto. Como contestación el pequeño solo sonrió. Tenía una sonrisa deslumbrante como la de su padre.

El desayuno transcurrió con normalidad, los Tachibana hablaban y Haruka fingía comer, pues las náuseas le asechaban a cada momento; el café, cargado y sin azúcar, mermaba un poco su jaqueca.

– ¡Ahora te recuerdo! – Gritó de pronto Nozomi después de mirarlo durante un tiempo. – Tú eres el chico del restaurante. ¿Es así? – Haruka asintió. Ya había notado que Nozomi era el niño que le sorprendió en el restaurante. – Eso significa que eres chef. ¿Eres el que hizo la deliciosa comida de ayer? Era una carne deliciosa. – Dijo con efusividad.

Haruka negó. – Haru-chan es el que hace los postres. – Explicó Makoto.

– ¿En serio? – Haruka asintió – Tus postres son deliciosos. Tendrás que enseñarme a hacer algunos. Podríamos hacer algunas recetas nuevas juntos…– Siguió hablando Nozomi acerca de muchos planes que tenía para con Haruka, el cual solo asentía bajo la mirada feliz de Makoto.

Le gustaba esa escena al mayor de los Tachibana, no lo negaba. Haruka sentado a la mesa con ellos comiendo una comida que había sido preparada por él mismo, Nozomi hablando efusivamente con él haciendo planes para un futuro cercano. Por un momento pensó que si Haruka fuera una chica existiría la posibilidad de que escenas como esa se repitieran tres veces al día trecientos sesenta y cinco días al año y uno más en cada año bisiesto.

¿Si fuera una chica? ¿Qué de malo había en que fuera un hombre? Su hijo era homosexual y él no se consideraba homofóbico, así que no debería haber ningún problema con el hecho de que Nanase sea un hombre. Solo que Makoto no era gay, y tampoco sabía si Haruka lo era.

Cuando el desayuno terminó, Nozomi, ayudado por Haruka, levantó la mesa y juntos lavaban los platos.

– Ne, Haru-chan. ¿Tienes novia? – Preguntó Nozomi ganándose la completa atención del moreno. ¿Qué clase de pregunta era esa? Podría haber iniciado la conversación con alguna otra cosa como el clima, su edad, incluso preguntar por qué había decidido estudiar para chef, pero que estuviera interesado en su vida sentimental era raro.

Nozomi sonrió ante la duda negativa del moreno de ojos azules. No es que estuviera planeando la forma de conquistarlo, claro que no, aunque si se le presentaba la oportunidad no iba a desaprovecharla, claro que no; simplemente había notado la mirada que su padre le dedicaba y que al parecer Haruka no notaba.

‘Sabes – Continuó el menor – Es raro que los mayores no tengan pareja, papá tampoco sale con nadie – Dijo haciendo énfasis en la última palabra como quien no quiere la cosa. – No sé por qué no tiene pareja, así ya no estaría solo y no tendría que preocuparse tanto porque yo me quede solo en la casa – Haruka solo escuchaba atento lo que el pequeño decía, aunque le seguía pareciendo una conversación fuera de lugar.

– ¿Y tu mamá? –Preguntó de repente. No había querido preguntárselo directamente a Makoto, pero ya que el pequeño Tachibana había comenzado las conversaciones extrañas él también tenía dudas que quería resolver y que tal vez Nozomi sí le respondería.

El pequeño dejó de realizar su labor por un momento, decidiendo si contestar o no la pregunta que el mayor le hacía. Por un lado, si quería que él y su padre estuvieran juntos debería decirle la verdad, pero por otro lado no sestaba seguro si era correcto que fuese él quien se lo contara. Para empezar no sabía si Haru gustaba de su padre o si sus sospechas eran ciertas y a su padre le gustaba el moreno.

– Lo siento, no debí preguntar eso– Continuó con su labor viendo cómo Nozomi suspiraba como si tomara valor.

– No te preocupes– Sonrió mientras enjuagaba un tazón. – No es un secreto después de todo, así que no hay ningún problema. Es solo que yo tampoco sé mucho. – Tomó el último plato para enjuagarlo mientras Haru, que se secaba las manos con una toalla, le miraba – Lo único que sé es que se marchó después de que yo nací y no quiso llevarme con ella.

Haruka sintió un estremecimiento, las palabras del pequeño se escuchaban con tanto rencor y dolor, parecía que en realidad no sentía nada de aprecio por su madre. ¿Makoto le habrá enseñado a odiarla? Esperaba que no. El castaño no parecía ser una persona rencorosa.

– Papá se hizo cargo de mí – Continuó Nozomi – Nunca me ha faltado nada y siempre ha estado cuando lo he necesitado. Es el mejor hombre del mundo – Dijo con los ojos brillantes – No necesitamos de mamá.

El moreno sonrió por lo dicho por el pequeño. Él también creía que Makoto era un hombre increíble, no entendía cómo es que la madre de Nozomi había sido capaz de abandonarlo con un bebé pequeño. Haruka siempre había escuchado del amor incondicional de una madre por sus hijos y las mamás que conocía daban todos por sus hijos, incluso Tsubaki, siendo una madre joven, cuida a Tamyko excelentemente.

– Pero no se lo comentes a mi papá, por favor, Haru-chan– Pidió mirándolo a los ojos cuando había terminado de secar todos los utensilios – Se supone que yo debo saber esto. Ni papá ni la tía Ran me habían querido contar nada, pero el tío Ren es más fácil de convencer – Hizo una risita traviesa.

– No te preocupes, no le diré nada a tu padre– Dijo para después alborotarle el cabello en una señal de complicidad.

 

Nagisa caminada de lado a lado como león enjaulado mientras miraba su reloj de pulsera constantemente.

– Cálmate por favor, Nagisa-kun, me estás mareando– Reclamó Rei, quien se encontraba sentado sobre una jardinera.

– Es que esto es muy raro, Rei-chan. Haru-chan nunca llega tarde. ¿Y si algo le sucedió? ¿Qué tal que lo secuestró una nave extraterrestre? ¿O si iba caminando por la calle y de las sombras algún ente lo jaló y se lo llevó a otra dimensión? – Dijo el rubio con una mueca de miedo – No, Rei-chan. Tenemos que buscar a nuestro amigo.

Rei negó con la cabeza, le sorprendía que a pesar de que Nagisa estudiara una carrera demasiado lógica fuera una persona tan fantasiosa. Aunque era bueno, pues el pequeño Hazuki no perdía su esencia, y tenía que admitir que eso le gustaba.

– Primero, trata de llamarle. ¿Lo hiciste ya? – Nagisa hizo un puchero, la verdad era que no lo había hecho.

– ¡Pero Haru-chan nunca está al pendiente del celular! – Dijo con un gesto de manos exagerado – Acuérdate que siempre teníamos que hablarle a Rin-chan cuando queríamos hablar con él – Rei lo pensó por un momento. El Rubio tenía razón, Haruka siempre había sido así cuando estudiaron la preparatoria y no había cambiado desde entonces ¿Qué hacer?

– Márcale – Dijo extendiéndole su propio celular – No pasa nada con que lo intentemos. Además, también existe la opción de que se le haya olvidado.

– ¡Claro que no! Haru-chan jamás se olvidaría de nosotros – Contestó con un puchero mientras marcaba al número del moreno.

 

En la casa Tachibana, Nozomi estaba sentado en el sofá cambiando de canales en el televisor mientras Haruka y Makoto tomaban un té en el sofá de tres plazas. Estaban uno a cada extremo, siendo separados por un cojín. El Tachibana mayor había insistido en que el moreno se quedara si no tenía otro asunto que atender, y así habían terminado así. Lo paradójico del asunto residía en que a pesar de que era el castaño quien le había insistido en que no se fuera, guardaba distancia del moreno y se encontraba demasiado nervioso en su presencia. ¿¡En qué estaba pensando!? Se regañaba mentalmente Makoto. No podía sacarse de la cabeza el beso que el menor le había dado y que él había correspondido.

Nozomi miraba divertido la escena, aparentaba no darse cuenta pero la realidad es que estaba pendiente de cada uno de los movimientos de los mayores. De las miradas furtivas de ambos, del nerviosismo de su padre, de la tensión entre ambos. No podía evitar sonreír, sería muy divertido si las cosas seguían así.

– ¿Ah? – Makoto llamó la atención de ambos morenos – Algo está vibrando en el sofá– Se levantó y buscó entre los cojines hasta que finalmente encontró un celular azul – Supongo que es tuyo, Haru-chan – Dijo extendiéndoselo.

Haruka hizo un asentimiento de cabeza y tomó el pequeño aparato sin mirar a la sonrisa que el castaño le dedicaba. Miró en la pantalla el nombre de Rei y frunció el ceño como signo de extrañeza, ¿Para qué le hablaba?

– Diga.

– ¡Haru-chan, estás bien! – Haruka alejó el celular de su oreja por el grito que Nagisa pegó. Makoto y Nozomi voltearon a ver al moreno por la sorpresa que se llevaron al escuchar el grito del otro lado del auricular – Pensamos que te habían abducido los ovnis o que los espectros te habían arrastrado a la dimensión desconocida. Bueno, Rei-chan dijo que te habías olvidado de nosotros, pero ¿Verdad que no es cierto? – El moreno imaginó los gestos del rubio en cada una de las frases que había dicho.

Haruka entonces recordó que ese día había hecho planes con Nagisa y con Rei. – Lo siento, Nagisa. Sí lo olvidé. En un momento llego– Y colgó.

Makoto y Nozomi lo miraban fijamente ¿Nagisa? Acaso ¿Se trataba de su novia? No, Haru había dicho que no tenía pareja, pero ¿Quién era?

– Discúlpenme, no podré quedarme. Olvidé que había hecho planes con Rei y Nagisa, unos amigos. – Explicó –  Tengo que irme. – El moreno recogió su mochila que se encontraba aún donde Makoto la había dejado esa madrugada y se dirigió hacia la puerta.

– Espera, Haru-chan. – Le detuvo Nozomi – Papá quiere acompañarte.

– ¿¡Quiero!? – Preguntó sorprendido Makoto sintiéndose pequeño ante la profunda mirada que Haru le dedicaba.

– Claro que si papá. Te hará bien salir un momento. O ¿Te molesta Haru-chan? – El moreno negó. – ¿Lo ves? Así sirve que conoces más la ciudad, no has hecho más que trabajar desde que llegamos. – Dijo con una sonrisa. – ¡Vamos, papá! Que ya es tarde y a Haru-chan lo están esperando. – Dijo mientras daba empujoncitos en la espalda de Makoto para que subiera a cambiarse.

– Espera, no puedo dejarte solo, es domingo y…

– No te preocupes papá– Contestó sin dejarle terminar de hablar– Yo tengo mucha tarea que hacer, así que no podría acompañarte hoy, es mejor que salgas a divertirte– Dijo mientras seguía empujándolo.

El castaño estaba totalmente sorprendido, en ese momento parecía que él era el hijo y Nozomi el padre. Como buen niño obedeció y subió rápidamente las escaleras para cambiarse.

Nozomi con una sonrisa veía por donde su padre había subido y cuando volteó se encontró con la mirada azul de Haruka. – ¿Qué tramas? – Preguntó secamente el mayor.

– ¿Yo? – No sabía si el pequeño moreno era muy inocente o demasiado cínico. – Nada, Haru-chan. Solo quiero que mi papá esté bien – Dijo giñándole un ojo y sonriéndole.

Al moreno no le convencieron para nada las palabras del pequeño. De hecho, tenía en la cara la misma sonrisa que Nagisa ponía cuando estaba tramando algo, algo realmente malo. Suspiró, no sabía si era buena idea que el castaño le acompañara tomando en cuenta su raro comportamiento en las últimas horas.

A los pocos minutos, Makoto bajó vestido con unos vaqueros, una playera, tenis y el cabello aún mojado; se había dado un baño solo para salir con él. Haruka desvió la vista con vergüenza. No es por salir conmigo, solo es educado. Pensó. Pero lo cierto es que el castaño sí lo había hecho porque le acompañaría, mientras se duchaba pensaba qué ponerse para la ocasión y lo que usó fue lo que, según Ran, le quedaba mejor.

Cuando ya estaban fuera de la casa, Nozomi se despidió de ellos con una sonrisa y una mirada cómplice para ambos.

Haruka se dio cuenta de que no se encontraban lejos de su casa, eran dos cuadras aproximadamente para llegar al conjunto departamental y le venía como anillo al dedo. Si Makoto se había tomado la molestia de arreglarse para salir con él, él no podía quedarse atrás.

– ¿Dónde vamos, Haru-chan? – Preguntó el castaño caminando tras él.

– A mi casa – Haruka notó el extendido sonrojo de Makoto – Necesito ducharme.

Cuando llegaron, Haru invitó al castaño a sentirse como en su casa mientras se duchaba. Makoto notó que era un lugar muy amplio e iluminado, perfectamente ordenado y limpio, no pudo evitar preguntarse si Haruka vivía solo en aquel piso, le parecía mucho para una sola persona.

– Vamos – Makoto dio un brinco al escuchar la vos del moreno a su espalda.

Al igual que él, Haruka venía todavía escurriendo. No pudo evitar seguir con la vista el recorrido de las gotas de agua que nacían en sus negros mechones y recorrían su rostro para perderse dentro de su camiseta. Se sorprendió a sí mismo pensando en cómo sería bajo aquella prenda que el agua tenía el privilegio de traspasar.

Un sonrojo se hizo presente en sus mejillas. Haru le miró con la interrogante plasmada en el rostro, pero decidió no preguntar.

Salieron del departamento a un destino todavía desconocido por el castaño, pero no le importaba, seguramente Haru no era alguna clase de asesino serial o algo así. Aun así se sentía nervioso, era la primera vez que salía sin Nozomi desde que el pequeño había nacido, más porque la persona a la que acompañaba le hacía comportarse de un modo extraño y sumado a eso, conocería a sus amigos.

¿Cómo serían los amigos de Haru?

 

Notas finales:

Lamento la tardanza, pero tuve mi últmo examen el viernes y no tuve tiempo de escribir antes. Una disculpa. 


¿Qué les pareció? Nozomi es todo un pillo, ¿No creen? Me parece que congeniaría bien con Nagisa o ¿Qué piensan ustedes?


Gracias por leer.


Espero leernos pronto.


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