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Los sabores de la vida por Are

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A algodón de azúcar.


 


Caminaron en silencio. Haru se notaba tranquilo, caminando con la mirada al frente, de vez en vez mirando de reojo al castaño, con la idea en mente de que era la primera vez que salía con alguien que no fuese algún amigo de la infancia, como era el caso de Rin y Nagisa. Rei era diferente, él había comenzado a salir con ellos después de que se uniera al club de natación por la insistencia del rubio.


Siempre la había parecido que esos dos, Rei y Nagisa, se traían  algo. Siempre estaban juntos, y no lo decía precisamente por eso, sino porque cuando se veían o estaban juntos se sentía un ambiente tan lleno de paz y de… amor. Si no eran novios seguramente no tardarían mucho en serlo; aunque no lo externara de manera directa siempre había pensado que harían una hermosa pareja juntos.


Mientras tanto, Makoto no dejaba de aquejarse él mismo con preguntas sin respuestas. Estaba nervioso por conocer a los amigos del moreno, se sentía casi como en la ocasión en que conoció a los padres de Mei. Todavía recuerda a la perfección el miedo y los nervios que tenía, después de todo no es fácil conocer por primera vez a los padres de tu novia y menos decirles en ese primer encuentro que a sus 19 años tu novia está embarazada. Aún es palpable el miedo que sintió que Azakami-san quisiera obligar a su hija a abortar, de que le golpeara ahí mismo o peor aún, de que quisiera hacerlo a Mei. Lo bueno fue que de un regaño no pasó, lo difícil vino después, pero ahora no era momento de pensar en ese tipo de cosas, después de todo ese día se encontraba con Haruka para divertirse a petición de su hijo, además ahora Nozomi era un jovencito maduro y muy inteligente. Lo ocurrido antes ya no tenía importancia.


En pocos minutos llegaron a la entrada de un parque de diversiones. Makoto no sabía que había uno cerca, específicamente en el muelle.


– ¡Haru-chan! – Makoto brincó del susto. De repente un pequeño rubio se encontraba abrazando a Haru por la cintura mientras un joven de lentes se disculpaba y trataba de que el pequeño soltara al pelinegro.


– ¡Que malo, Haru-chan! Te olvidaste de nosotros– Gimoteaba Nagisa agarrado fuertemente de Haruka.


– Nagisa-kun, por favor. Discúlpelo Haruka-senpai, pero se ofendió porque se olvidó de nosotros– Desvió la mirada – No es hermoso que olvide sus compromisos previos, senpai.


Haruka rodó los ojos y se disculpó escuetamente. Nagisa siguió colgado de él hasta que reparó en la presencia de Makoto. Cuando vio al castaño se soltó de Haru y se dirigió a él, pues se encontraba alegremente hacia él.


– ¡Rei-chan, Haru-chan trajo un amigo! – Dijo con una sonrisa – Soy Hazuki Nagisa – Se presentó con una hermosa sonrisa – Y ese de ahí –Señaló  al de lentes – Es Ryugazaki Rei.


– Encantado de conocerlo–Respondió Rei.


– Tachibana Makoto – El castaño hizo una torpe reverencia para corresponder la hecha por el de cabello azul – El placer es mío.


Haru miraba atentamente las reacciones de Makoto. Parecía más relajado junto a Rei y Nagisa que junto a él cuando caminaban hacia ahí. Frunció el ceño y desvió el rostro. Era la primera vez que le molestaba que sus amigos hablaran con alguien más, acaso ¿Creía que Makoto podría quitarle a sus amigos? Es ridículo, ha visto lo gentil que es el castaño y sabía que jamás le haría le daño a alguien; no sabía cómo pero lo sabía a pesar de conocerse apenas desde hacía una noche. ¿Será lo contrario?


Por supuesto que no. Él no está celoso.


– Creo que deberíamos entrar– Dijo nervioso Makoto. Las miradas de Rei y Nagisa le estaban poniendo nervioso, ambos pares de ojos lo escrutaban como si tuvieran que dar un veredicto al final del recorrido. Aunque, siendo sinceros, si él tuviera un amigo como el de ojos azules también le cuidaría, y mucho.


Nagisa saltó enérgico mientras gritaba jalando a Rei junto a él para entrar al parque de diversiones. Desde hacía mucho tiempo Nagisa quería ir, pero las actividades de cada uno se los había impedido, pues el rubio era muy responsable sin dejar de ser el hiperactivo Nagisa que cautivaba donde quiera que iba. Makoto sonreía por la actitud del más bajo de los cuatro, era una persona tan alegre y enérgica, le recordaba tanto a Nozomi que no podía evitar cierta empatía por el pequeño rubio. Le veía saltar y gritar mientras miraba asombrado todo lo que veía. Era como un niño pequeño en una juguetería.


Haru miraba atentamente a Makoto, no le despegaba la mirada a Nagisa desde que se habían encontrado con él y con Rei, y eso le irritaba. Desvió la mirada avergonzado de sí mismo, no podía creer que fuera posible que se sintiera celoso de Nagisa. Para empezar, el castaño y él no tenía nada más una relación de amistar que apenas estaba comenzado como para que osara celarlo, y menos del rubio, que a leguas se notaba está totalmente enamorado de Rei. No se entendía a sí mismo, ¿Por qué tenía que pasarle esto ahora? Según recordaba, él se encontraba en duelo, aún, por su fracaso sentimental ocasionado por el amor unilateral que sentía por Rin; no debería ponerse celoso por Makoto.


Estaba enloqueciendo.


 


– Ne~ Rei-chan– Susurró Nagisa al oído de Rei mientras escogían una manzana cubierta de caramelo. El de lentes sintió un escalofrío cuando el cálido aliento del rubio chocó contra su oreja. – No te parece que esos dos hacen bonita pareja– Dijo señalando hacía Makoto y Haruka, quienes, ajenos a los pensamientos de Nagisa, miraban cómo hacían el algodón de azúcar.


– No creo que sea buena idea meterse en los asuntos de Haruka-senpai– Dijo serio el de lentes.


– Mo~ No seas aburrido, Rei-chan– Dijo con un puchero – Lo único que quiero es que sea feliz.


– No dudo que tus intensiones sean buenas, Nagisa-kun, pero debes dejar que Haruka-senpai avance a su tiempo– Dijo mirando cómo el moreno estaba atengo a la forma en que las hebras de azúcar se enrollaban formado el algodón – Además, no sé si ya supero lo que pasó con Rin-san.


Nagisa bajó la mirada con tristeza, recordaba claramente lo ocurrido con Rin a pesar de que habían pasado ya varios años. Todavía escuchaba los quejidos que Haru trataba de ahogar en su chaqueta la noche de la boda de Rin, sentía sus lágrimas mojando la tela y los espasmos provocados por el llanto. No quería volver a verlo de la misma manera, le dolería demasiado ver a su amigo de nuevo pasando por una decepción. Por otro lado algo le hacía pensar que Makoto no sería capaz de herir a Haruka, podía verlo en sus ojos, él era diferente. En cambio, con Rin, siempre supo que las cosas no saldrían bien, solo que Haru estaba tan enamorado que no quiso escucharlo. ¿Qué hacer?


– Pero, míralo, Rei-chan, Mako-chan no parece una persona capaz de hacerle daño a una mosca. Jamás lastimaría a Haru-chan.


Rei dudo por un momento. Lo mismo pensó de Rin pero el pelirrojo jamás notó los sentimiento de Haru ¿Hubiese sido diferente si se hubiera dado cuenta de cuánto le amaba el pelinegro? No había forma de saberlo, no se puede regresar el tiempo.


– ¿Qué propones, Nagisa-kun? – El rubio solo sonrió por la pregunta del de lentes. Siempre se salía con la suya con ayuda de él.


 


– ¡Haru-chan! – Llegó gritando Nagisa a dónde ellos se encontraban – Había olvidado que Rei-chan y yo había acordado un compromiso con mis hermanas, ¿No es cierto, Rei-chan?


El aludido se notaba nervioso con los tres pares de ojos sobre él – Ah~ Si-i. Lo siento mucho, Haruka-senpai. Nos olvidamos por completo de que… que era el mismo día.


Haruka los miraba con cara de no creerles, era más que obvio que estaban mintiendo, Rei no sabía decir mentiras. ¿Y así le habían estado reclamando por el olvido que él había tenido primero? Sin embargo, Makoto les había creído todo.


– Oh, ya veo. Es una lástima, nos estábamos divirtiendo mucho, ¿Verdad, Haru? – El moreno seguía mirándolos sin ninguna expresión en el rostro.


– Etto… Bueno, nosotros nos vamos– Nagisa tomó a Rei por el brazo y comenzó a jalarlo hacia la salida – Mako-chan, cuida bien de Haru-chan – Un coqueto giño hizo que la cara de Makoto enrojeciera y el ceño de Haru se frunciera.


– Bueno, creo que nos hemos quedado solos. ¿Quieres seguir dando la vuelta o nos vamos también? – Preguntó Makoto a Haru.


– Sigamos, hoy no tengo nada que hacer.


Haru le contó, con pocas palabras, a Makoto, que ese día comenzaban sus vacaciones. Solo era una semana la que no iría al restaurante, pero algo era algo.


Continuaron viajando de puesto en puesto admirando la comida, bebida y objetos que vendían en los diferentes establecimientos. También pasaron a uno que otro local de concursos: Makoto era bueno con los juegos que tenían que ver con deportes. Haru lo observó anotar tres perfectas canastas con un pequeño balón de baloncesto en un aro igual de pequeño, dar en el blanco tres veces seguidas en una diana colorida e incluso atinar a reventar un globo premiado en un tablero. Al final de la tarde, Makoto cargaba con varios premios que decía le llevaría a su hijo, entre los que, además de haber varios muñecos de felpa había un pequeño llavero en forma de delfín que el mismo Haru había escogido.


– Haru, ¿Quieres subir a la noria? Tiene mucho que no doy un paseo en ella, a Nozomi no le gustan las alturas.


El moreno aceptó con un movimiento de cabeza y así terminaron los dos sentados en una pequeña cabina frente a frente. Haruka veía a Makoto mirar emocionado todo desde la cima de la gran rueda, indicando cada cosa que llegaba a su campo visual, el de ojos azules admitía en su mente que se veía ciertamente adorable.


Al bajar de la atracción las estrellas cubrían ya el cielo y la luna reinaba sobre sus cabezas, ninguno se había percatado de lo tarde que se había hecho hasta ese momento.


– Cielos, ya es tarde– Confirmó Makoto mirando el reloj en su muñeca. – Creo que deberíamos irnos antes de que Nozomi haga explotar la casa– Comentó con una sonrisa.


– Espera un poco. Sígueme– Haru lo guio hasta la cima de una colina cerca de ahí, desde el lugar se podía apreciar todo el muelle. Makoto se quedó observando embelesado todo el lugar: las luces de los juegos mecánicos llenaban de color y alegría la pequeña explanada, las estrellas titilaban y la luna se reflejaba hermosa sobre el mar. Era una visión simplemente hermosa.


Unos pocos minutos después el cielo se vio adornado por una danza de magníficos y brillantes colores que formaban hermosas figuras en el cielo, Haruka quiso quedarse al espectáculo de fuegos artificiales. 


Makoto estaba maravillado por las cosas que había visto ese día, se había divertido como hacía muchos años no se divertía.


Volteó hacía Haru para agradecerle el hermoso paseo cuando observó lo más hermoso que había visto en su vida: Haru se encontraba atento mirando los fuegos artificiales con una pequeña sonrisa contrastando completamente en su cara de asombro, las tonalidades verdes, amarillas y rojas se reflejaban en sus hermosos ojos azules. Makoto dejó de contemplar el cielo para pasar a ver lo que para él era su paraíso personal en ese momento.


Cuando el espectáculo nocturno terminó, Haru se giró hacía Makoto encontrándose con la mirada esmeralda clavada en él, no pudo decir nada ni mover un solo músculo, esos ojos eran hipnóticos y lo tenían totalmente atrapado.


Makoto estiró una mano y la posicionó sobre la mejilla del menor, quien no pudo evitar exaltarse ante ese tierno contacto y ruborizarse cuando sintió el pulgar del mayor acariciar su pómulo con ternura. Haruka jamás había sentido una caricia así de alguien que no fuese su madre o su abuela.


El tiempo se detuvo alrededor de ambos, ninguno decía absolutamente nada, solo la mirada hacia los ojos contrarios hablaba, ambos deseosos de perderse en la profundidad de los ojos ajenos, ambos queriendo probar el elixir que prometían los labios que se encontraban frente a los suyos. Makoto lentamente se acercaba a la gloria que deseaba probar nuevamente, podía sentir la esencia de Haruka al acercarse cada vez más, era dulce, tan o más dulce que el algodón de azúcar que habían comida momentos antes. Cuando solo centímetros los separaban el sonido de los fuegos artificiales explotando en el firmamento los exaltó e hizo que se separaran, ambos con el corazón agitado y las mejillas arreboladas.


– Creo… Creo que deberíamos irnos – Dijo Makoto rompiendo el silencio. Haruka asintió con la cabeza.


El moreno pensaba que aquello había sido tan cliché que parecía un Déjà vu. Le sorprendía las ganas que tenía de que nada los hubiera interrumpido y el beso se hubiera perpetuado. ¿A qué sabrán los labios de Makoto?


Por su parte, el castaño se reprendía a sí mismo por lo que estuvo a punto de hacer. Sí, él deseaba volver a probar los labios de Haruka sin alcohol de por medio, pero no sabía si el más joven también lo quería así. Ya había notado que el moreno no recordaba haberlo besado antes, lo que no le garantizaba que haya querido darle el beso.


Makoto se despidió de Haru como si nada después de dejarlo frente al edificio donde se encontraba su apartamento. El otro por su parte, se quedó mirando hasta que la espalda del más alto desapareció de su campo de visión, indeciso por ir o no a buscarlo y terminar lo que habían empezado. Al final desistió, no quería ilusionarse nuevamente si no podía tenerlo.


 


– ¿Y cómo te fue? – Preguntó sonriente Nozomi cuando su padre entró a la casa.


– Bien.


– ¿Bien? ¿Qué clase de respuesta es esa? ¡Debiste pasarla fantástico con Haru-chan! – Decía con entusiasmo – ¿Hiciste avances con él? – Una sonrisa pícara se extendió por el rostro del menos y un sonrojo por el del mayor de los Tachibana.


– ¡Nozomi! Yo no…


– Vamos, papá. Admítelo, yo sé que te gusta Haru, a mí también me gusta, pero te lo dejo porque tengo novio – Dijo en broma – No es que quiera volver a todos homosexuales, pero harían una bonita pareja.


– Tal vez – Admitió derrotado Makoto. – Pero no podemos ser una pareja  si él no siente lo mismo. – Dijo con una sonrisa triste – Ahora, me voy a dormir, estoy cansado.


Cuando su padre había subido por las escaleras, Nozomi se preguntaba cómo era posible que fuera tan ciego, hasta él había notado que Haruka babeaba por su padre y que Makoto también lo hacía por Haru; ahora entendía porque decían que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Bueno, si lo que necesitaban era ayuda, él podría dárselas.

Notas finales:

Hola!


Lamento la demora, pero a diferencia de otras autoras a las que se les facilita actualizar en vacaciones, para mí es un poco más difícil, aún así, aquí me tienen.


Ojalá les gustara el capítulo. ¿No aman a Nagisa? Yo sí, es todo un pillo :3 ¿Qué hará Nozomi?


Espero leernos pronto.


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