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The agent's mate. por nezalxuchitl

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Capitulo 6

 

Clint esperaba su vuelo en Dublín. Con una nueva identidad y un boleto para el Ist Krieg Open Air en el bolsillo veía las noticias en su teléfono.

Miss Daisy testificaba delante de los restos carbonizados de Hanson Hall, jurando que si le hubieran dejado la llave de la casa, ella habría detectado cualquier fuga de gas (la caldera olvidada encendida era la explicación oficial) y apagado el calentador, y lo lamentaba de veras porque eran una pareja adorable que estaba a punto de casarse. Sabia de buena fuente que él iba a proponérselo.

Pasó a otra noticia, la principal, de hecho, de la edición matutina de todos los periódicos y noticieros: el frustrado ataque a la rectora de la Universidad de Cambridge. Habían puesto una bomba en su auto, detectada a tiempo por los agentes de la policía que la custodiaban desde que comenzara a recibir amenazantes emails.

Nadie relacionaba ambos incidentes, ni tenía porqué, a menos que supiera que la adorable pareja a punto de casarse había reventado a los terroristas que querían reventar a la rectora.

Sabía de buena fuente que iba a proponérselo. No podía sacarse las palabras de la viejita de la cabeza. ¿Tan bien había actuado? Sintió ansiedad al separarse de él. Era fuerte y con la tecnología moderna un inválido podía ser autosuficiente, pero aun así no le gusto separarse de él. Como estaban muertos, viajarían por separado a Skasvard. Philip le había dado todo nuevo y le había indicado que no contactara a nadie, que el lo contactaría.

Su vuelo llegó a lo alto de la lista en las pantallas gigantes y él se incorporó. El detector de metales iba a sonar como loco con su atuendo, todo cuero y metal, que habría enloquecido a Randy, allá en Minnesota, en otra vida, en otro tiempo. Le permitieron abordar con los pantalones pero tuvo que dejar la chaqueta, el cinturón y los anillos en la mochila. Los tatuajes temporales en su brazo era geniales y le merecieron más de una mirada admirada. La atención femenina lo seguía halagando, pero, no sentía lo mismo que antes.

 

***

 

Durante su plática con Juha y Stanek, Clint descubrió que la música que le gustaba, el heavy metal norteamericano, era un antepasado bastante lejano, musicalmente hablando, de la variedad de estilos musicales surgidos en Escandinavia y genéricamente conocidos como metal.

El festival al que iba era de black metal. La mayoría de los fans eran gente normal, con gusto por las letras y el maquillaje satánicos, pero había unos cuantos alucinados, como siempre. Tim Berserker estaría ahí, en primera fila, con algunos amigos y su nuevo amor. Todavía aparecían en las actualizaciones de sus amigos sus juramentos de venganza por la muerte de Fátima, su amor eterno, cuando ya estaba subiendo fotos con su valkiria teñida de negro en el regazo.

El sol no se ponía, o casi, en esas fechas y latitudes, y en el caluroso crepúsculo (tanta gente, tanto cuero, tantas horas de sol) buscaba con la mirada a una persona. Y no era Tim Berserker.

Su teléfono sonó.

-Estoy donde venden cervezas del lado oeste. ¿La prefieres clara u oscura?

-Clara.

No era consciente de la sonrisa de felicidad con que se dirigía al lugar. La silla de ruedas, tuneada con pinchos y calaveras, era ocupada por un Philip irreconocible: afeitado, con el cabello castaño claro, casi rubio, largo y perfectamente hermoso. Una camiseta ajustada con el logo de una banda y unos jeans negros. Unas botas estupendas.

-Wow. ¿Quién te ayudó a vestirte?

-Una linda azafata. – le paso su cerveza – Luces bien en pantalón de cuero.

-Te sienta bien la peluca.

-Cien por ciento cabello natural. – avanzaron - ¿Tienes localizado a Tim?

-Primera fila, y esta pinchado. Lo hize pisar un chicle con el chip.

Con su muerte, habían perdido el control sobre lo que entraba y salía del teléfono robado. Podían localizarlo con el gps, pero para escuchar algo, tendrían que usar la vieja escuela. La muy vieja escuela. Y no parecía que fueran a ser capaces de escuchar nada por el resto de su vida cuando la música empezó.

Clint y Philip permanecieron hacia el oeste, a media distancia del escenario. Philip declinó la oferta del staff de ocupar un lugar para discapacitados y se quedaron juntos, vigilando.

Algo parecido a lo que Shakespeare debió tener en mente cuando imaginó el clima del sueño de una noche de verano los rodeo. Se vislumbraban las estrellas, el cielo era de un azul oscuro, la música era compleja y armoniosa en su estruendosidad.

-Se acabó. – dijo Philip, y solo entonces fue consciente que había estado mirándolo a él y no al escenario – Y deja de comportarte como mi pareja gay, eso terminó.

Clint asintió, apenado.

-Timmy probablemente vaya a comprar drogas con el dinero de su patrocinador, - continúo Philip - con lo que su presupuesto para el rifle disminuirá considerablemente y tendremos menos de que preocuparnos, o eso espero.

Lo siguieron discretamente. Clint temía que lo recordara, que lo reconociera; le pareció un error solo haberse teñido el cabello de negro. Pero era mucho esperar de un adolescente. Su mirada paso una vez por su cara, sin el menor signo de reconocimiento. Tim estaba ebrio y presumía de todo el dinero que tenía, y más que tendría después.

Una motocicleta con sidecar, con el asiento removido, era lo que tenían para moverse. Estaba a punto de amanecer, y el grupo de Tim, todos en una van, se alejaron del área del campamento. Todavía estaban en una carretera principal cuando les empezaron a disparar.

-Rayos. – Clint onduló la moto para evitar los disparos. Llevaban cascos y chaquetas antibalas. Philip respondió al fuego, disparando directamente a las llantas. Tenía una puntería jodidamente buena.

La van continuo, renqueando y disparando, un buen trecho. Clint hacia maniobras para evitar el fuego enemigo y Philip los defendía. Se alarmó al ver sangre por el rabillo del ojo, pero Philip no dejaba de disparar. Estaban a punto de inmovilizar el vehículo cuando una moto trasera empezó a acosarlos. El conductor no era hábil como para dispararles, pero pretendía chocarlos. Clint zigzagueó mas pronunciadamente, maldiciendo de que los hijos de Odín hubieran comprado suficiente munición. Las distancias se acortaban, entre los tres elementos.

-¡Voy a ponerme detrás, y cuando te diga, te jodes la última llanta!

-¡Si! – respondió Philip, afinando la puntería tan tranquilo como si estuvieran en una práctica.

-¡Ahora!

Un dolor en la cabeza, el sonido de un disparo y la bala dio justo en el blanco. Clint se apartó y la moto choco con la van. El conductor de la moto salió disparado y quedo tendido a un lado del camino. La van avanzó un poco más y luego se detuvo. Pero no dejo de disparar.

-¿Cómo estamos de municiones?

-Bien. Tenemos la ametralladora pero necesitamos a Tim vivo.

La moto con sidecar comenzó a rodear a la van como los indios a las carretas en las viejas películas del oeste. Amanecía, pero el tráfico no comenzaría sino hasta horas después.

La luz creciente facilitaba los tiros a Philip. No quería matarlos, procuraba simplemente dejarlos fuera de combate, aunque aumentaran las probabilidades de que alguno de ellos usara el cerebro y llamara a emergencias. Y el parabrisas antibalas no los protegía tan bien ahora que exponían todos los ángulos.

-¡Sal de ahí, Timmy, maldito cobarde! – gritó Clint.

-¡Pudrete, homo de mierda!

¡Vaya! Con que si lo había reconocido.

-¡Solo queremos a Timmy! – volvió a gritar - ¡El resto puede ir a casa con mamá!

Un nutrido fuego. Una bala estuvo peligrosamente cerca de la llanta delantera. Como respuesta, Philip hizo un agujero limpio en el centro de la frente de un chico con piercings en los parpados. Timmy gritó como un verdadero berserker, pero los otros empezaron a cuestionarse la conveniencia de patearlo fuera de la van.

-¡Mi amigo tiene muy buena puntería! No queremos eliminarlos a todos para poder llevárnoslo.

La valkiria novia quiso echarlo fuera pero el más leal admirador de Bödvar Bjarki la golpeó duro en la cabeza. Comenzaron a pelear, a dispararse entre ellos mientras Tim hacia fuego y Philip se divertía acertando a pequeños objetos.

-¡Mi iphone! – grito una y logró empujar a Tim al parabrisas. El mismo rifle con el que les disparaba rompió el cristal y Tim surgió entre una lluvia de cristales. Philip disparó a la bota y aullando de dolor, Clint lo jaló, lanzándolo sobre Philip al tiempo que rogaba no hacerle daño, pero Philip rápidamente lo cogió del cuello.

Un disparo rebotó en la matrícula falsa de la moto y se alejaron con el berserker.

 

***

 

-¿Por qué diablos nos empezaste a disparar en una carretera principal? – preguntó Clint.

No tenían casas seguras en esa región de Noruega, pero una cabaña medio derruida, en mitad del bosque, les sirvió de escondite.

-Por diversión. – le dijo Timothy – No creí que un homo de mierda me hubiera seguido hasta acá por un teléfono ni que tuviera cojones.

-Pues te equivocaste. – le saco el teléfono del bolsillo y se lo entregó a Philip, quien de inmediato comenzó a revisarlo.

Lo había esposado y yacía en el suelo. La herida del pie no era grave, incluso había dejado de sangrar. Philip tenía un arañazo en la mejilla y tanto Clint como el tenían algunos moretones debajo del blindaje.

No reconoció ningún número, la mayoría eran de Cambridge, y entre ellos había un interesante contacto llamado Money.

-Si ese era el rifle que habías comprado para matar al físico, eres un jodido lacayo de última además del resto. – dijo Philip.

-¡Con ese rifle pude volarte la tapa de los sesos!

-¿Pero no quisiste? – pregunto burlón.

-Tenías blindaje.

-¿Y no se te ocurrió invertir el dinero del negocio en el negocio? Con un parabrisas blindado esa chica no te habría echado fuera tan fácilmente.

Mostraba una furia digna de un berserker. Pero nada más.

-¡Esa perra traidora, esos malditos traidores! – vociferó – Los mataré a todos.

-No matarás a nadie más. – dijo Clint con calma, acuclillándose para tratarlo más como un niño. Que buen trasero tenia, y solo Philip para verlo. – Estas frito niñato.

-Por supuesto que no. Esto es Noruega y tú eres un poli.

-Mala suerte. – torció el gesto Clint. – No soy policía.

-Si lo eres. Me advirtieron sobre ustedes.

-¿Money?

El gesto del chico fue lo bastante elocuente.

-Quién te contrató para esto, quién es el objetivo y como ibas a hacerlo, es lo que vas a decirnos antes de morir.

-Puedes irte de la manera fácil o de la manera difícil.

Tim lo escupió.

-Soy un berserker. No siento dolor.

-Estas drogado. – corrigió Philip – pero esto – le mostró una inyección sacada del brazo que no tenía el ordenador de su silla – contrarrestara el efecto de la droga y vas a ser un Clearwater cualquiera, llorón como tu papa el reverendo.

Tim odiaba a su padre. Por ser sensible y abierto con sus sentimientos.

-Creo que le informaremos de tu muerte solo para que llore como un bebé.

Le pasó la jeringa a Clint, quien lo pisó fuerte en el cuello para inyectarlo.

-Púdranse. Todos ustedes púdranse. Mi vida es igual de importante que la de ese físico de mierda, ustedes lo dicen, pero no lo demuestran.

-¿Te refieres al hecho en particular de que te matemos a ti para salvarlo a él o a tu resentimiento porque la sociedad no aprecia tus logros? – preguntó Philip

Tim trató de escupirlo pero su puntería no era tan buena.

-Solo son unos asesinos a sueldo, como yo. Matones homos de mierda.

-Es verdad. Pero estamos del lado correcto porque la vida de un hombre que contribuye a la ciencia y al progreso es más valiosa que la de uno que odia a su padre y roba a su empleador, diga lo que diga la corrección política. – la inyección hacia efecto rápidamente, Philip podía verlo en su cara - ¿Quién es, Timothy? ¿Quién es el científico que te hace sentir el imbécil que realmente eres?

-Ustedes no entienden, no entienden… - se retorcía en el piso – Ella me gustaba pero estaba enamorada del profesor de física.

-No me digas que estamos haciendo esto por un físico que enseña en preparatoria.

-Por supuesto que no: de ellos ya me hize cargo.

-¿Los mataste?

-Solo a él. A ella la viole para que viviera con ello.

-Pero enmascarado y con condón, o te hubieran mandado al servicio comunitario.

-Púdranse. – se retorcía – Sera mejor que me maten, no voy a hablar.

Philip miró desamparado a Clint.

-Esto va a ser tedioso.

Por respuesta, Clint buscó algo que pudiera arder. Encontró una vela, la encendió y se quitó la chaqueta. Cuando la acercó a su brazo Philip entendió lo que pretendía hacer.

-¡No! No puedes disminuir tus capacidades en medio de una misión. Yo lo haré.

Y cogiendo la vela encendió los cabellos de Tim Berserker. Tim aulló, se retorció, tratando de apagarlos.

-¡Apáguenlo, apáguenlo!

Clint lo golpeó duro con su chaqueta. El hedor a pelos quemados y a mierda (el berserker se había cagado y meado) hacía toser.

-Lo diré, lo diré todo – lloraba – pero pónganme algo, no quiero sufrir.

-Dilo y luego consideraré la posibilidad de meterte un piercing en el cerebro como a tu amigo.

Tim berserker habló a borbotones.

*

 

-Lo necesitamos vivo. – dijo Philip con asco.

-No te emociones. – lo cortó Clint - ¿Ves esto? Parece un parche para dejar de fumar pero en realidad suelta un veneno indetectable que te matará en tres días a menos que te demos el antídoto.

-Y no lo tenemos aquí. – ladeó el rostro Philip. Observó a Clint pegárselo en un punto de la espalda difícil de alcanzar.

Luego lo sacó para limpiarlo con la manguera afuera de la cabaña (había una bomba para extraer agua del pozo). Luego le curó el pie.

-¡Oh, por Dios! ¡Denme algo para el dolor!

-¿Cuál Dios? ¿Alá, Odín, Brahma… hay tantos.

-¡Jodete! Digo, por favor, por favor.

-Este tío realmente no puede vivir sin drogas. – le dijo Philip lanzándole la inyección.

-Estará más dócil. – respondió Clint, rasurándole la cabeza con una navaja.

-Y callado.

-Su vuelo a Londres está lleno.

-Tendremos que suplantar a dos pasajeros.

-¿Cómo?

-A la vieja escuela. – sonrió Philip.

 

 

 

Notas finales:

¿Han visto esas fotos de un perro blanco y negro infiltrado en un grupo de blackers, diciendo "nunca me descubriran"? ¿O esas de los blackers haciendo cosas cotidianas de la vida como cagar, pero bien maquillados? >.< Lo siento, con todo respeto para los blackers en general, pero los extremistas se prestan para tantos memes.


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