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PLACERES LIGEROS por NYUSATSU NO AI

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Notas del capitulo:

Las flores del decierto suelen ser hermosas, su belleza es antinatural y prohibida, resguardada por espinas hirientes y veneno. No presumire de ser una flor, quiza solo soy una espina de decierto, quiza solo el veneno.

Relata Eren.

Estar junto a Christopher es muy agradable, él es una persona única en toda la extensión de la palabra, es cuidadoso conmigo, es amable y respetuoso. Disfrutaba mucho de su compañía y de amanecer entre sus brazos.  También disfrute de las miradas sínicas que nos dedicaron al vernos llegar juntos al colegio, hubo gestos de sorpresa, confusión e inclusive de molestia.


La gente ya solía rumorar sobre nosotros, debido a que no solía hablar con nadie más, en mis otras clases que no compartía con Chris me sentaba solo y con el único que me veían era con él. Me sentía orgullo de que me vieran caminar a su lado, de que comprendieran que en cierto sentido nos pertenecíamos.


Al llegar al nuestra aula nos sentamos en el lugar de siempre, a los pocos minutos nos enteramos que el profesor se había reportado enfermo, aun así, decidimos quedarnos en el aula, me acomode entre sus brazos, con mi espalda sobre su pecho, el recargaba su cabeza en mi hombro y yo jugaba con sus manos, pasamos la siguiente hora de esta manera, algunos de nuestros compañeros se mostraron sorprendidos de mirarnos de esta manera, pero no me importaba, quería conservar lo más que pueda de Christopher en mi memoria, más tarde tendría que volver a mi rutina, necesitaba de su fortaleza.


– Cuando vaya a visitar a mis padres en las vacaciones de Navidad, ¿vendrás conmigo?


– Falta mucho para eso…


– Lo sé, pero pretendo hacerte prometer que vendrás conmigo. – Intento explicarse mientras sus brazos me sujetaban con fuerza. – Promete que vendrás conmigo sin importar nada, de esa manera estaré tranquilo de que tú y yo sobreviviremos juntos hasta ese día. Que nada nos va a separar hasta entonces.


– No eras tú que él decía que debíamos vivir un día a la vez. – Agregue evadiendo su promesa, no es que no quisiera hacerla o que no planeara cumplirla, pero alguien en mi situación, no tiene como aleado al tiempo.


– Siento que un día a tu lado, ya no es suficiente para mí. – Su voz se tornó melancólica y eso me hizo mirarlo a la cara, el cambio en su humor había sido demasiado drástico. – Necesito saber que tendremos un mañana.


– ¿Qué sucede Christopher? – Le cuestione alarmado, mientras me colocaba frente a él y me sentí angustiado al ver ese gesto de incertidumbre en su rostro. – ¿A qué viene todo esto, tan de repente?


– Anoche… – Hablo dudoso. – Te veía dormir entre mis brazos, en mi cama. Y fue algo maravilloso, me sentí pleno, completo. Porque lo que siento por ti se hace cada vez más fuerte, ya no puedo controlarlo, es como si no dependiera de mí.


– ¿Qué te sientas de ese modo, es malo?


– No lo sé,  no lo creo así. – Agrego después de meditarlo un poco. – Pero es peligroso, porque tus sentimientos son cambiantes.


– ¿Qué? ¿Acaso tiene algún sentido eso? – Le reproche molesto. – Mis sentimientos no son cambiantes, es absurdo que digas algo como esto.


– No lo dije para que te molestaras…


– ¡No estoy molesto! – Le grite, aunque la verdad era que sí, estaba muy molesto.


– ¡Olvidémoslo! – Sugirió intentando tranquilizarme.


– No lo voy a olvidar, ya lo has dicho y quiero saber la razón. – Le exigí. – ¿Es por lo que dijo Meghan anoche?


– No.


– ¿Entonces qué es? ¡Dímelo! – Le exigí.


– Te amo. – Fue lo único que obtuve de sus labios y eso me hizo enfurecer aún más. Porque después de decirlo escondió su mirada de la mía. – En verdad, te amo.


– No lo digas, no quiero escucharlo ahora. Quiero que contestes a mis preguntas o entonces, realmente voy a molestarme.


– Dudo mucho que alguien pueda molestarse más de lo que tu actualmente lo estas. Ni siquiera tu…


– Pues que poco me conoces… –  Respondí mientras me ponía en pie. – Si estas comenzando a darte cuenta que esto no conviene, aborta la misión de una vez, nadie te obliga a que te quedes y tengas que sufrir, ni siquiera yo, mucho menos yo.  – Christopher se llevó las manos a la cabeza y lo vi luchar por controlar su respiración y sobre todo por calmarse, me dolió el darme cuenta lo fácil que últimamente le resulta enojarse conmigo. – Jamás te prometí un para siempre, y aun cuando teníamos un presente interesante, no lo hare. Muchas gracias por el fin de semana Christopher y por dejarme dormir en tu cama anoche, si te debo algo, házmelo saber y con el número de cuenta al que debo depositarte.


– Si cruzas esa puerta…


– ¡No me amenaces! – Le interrumpí.


Exagere, tal vez, pero ya estaba hecho. Después de decirle aquello me di la vuelta y hui de su lado, porque realmente eso fue lo que hice, huir. Corrí hasta donde tendría mi siguiente clase, y trate de no pensar en lo sucedido, pero la decepción me fue inundando al ver pasar las horas y notar que Christopher no me buscaba, tal vez, esperar que lo hiciera era demasiado egoísta y ambicioso  de mi parte, pero por sobre todas las cosas, en estos momentos que me sentía tan abatido era que realmente necesitaba que me encontrara, que me tuviera entre sus brazos y que dijera que me amaba. Pero eso no sucedió, ni en el intermedio, y en la hora de descanso, aun cuando cruzo a mi lado, él estaba con sus amigos e hizo como que no vio. Fue realmente como si yo no estuviera ahí, o peor aún, como si no representara nada para él.


Lo observe durante toda esa hora desde una mesa lejana, el reía y bromeaba con sus amigos, poco a poco se les fueron uniendo también algunas chicas que estudiaban con él. Y no es como si no fuera más que obvio que la mayoría coqueteaba con él y buscaban cualquier pretexto para tocarlo y por mucho que me doliera reconocerlo, no parecía desagradarle la idea. Él también les sonreía y en especial con una extrajera, alta y rubia. De ojos grandes y labios gruesos, una mujer despampanante y curvas definidas. Entonces Christopher tomo uno de los mechones del cabello de ella y lo enrollo en su dedo para después acomodarlo detrás de su oreja. La mujer le sonrió insinuante y tomo su mano para entrelazar sus dedos.


– Sea lo que sea, no creo que esa caja de leche tenga la culpa. – La voz de esa persona me distrajo de lo que miraba. Fue entonces que me extendió unas servilletas y pude ser consciente de que había apretado la cajita de leche con tanta fuerza que esta se había derramado sobre mi comida. – ¿Puedo saber a quién miras con tanto desprecio? – Pregunto mientras se sentaba a mi lado. – Estas seguro de no haberte equivocado en tu lección de carrera, porque la escuela de artillería de la armada está del otro extremo de la ciudad. Tienes mirada de francotirador.


– No dije que podías sentarte. – Le respondí con frialdad.


– Tampoco dijiste que no podía hacerlo… – Me respondió de la misma manera en la que yo le había hablado, lo cual me sorprendió, así de grosero y prepotente me escuchaba cuando hablaba de esa manera. – Ya no comerás eso ¿cierto? – Me pregunto e inmediatamente me quito la chórala con la comida y la vacío en uno de los contenedores.


– No estoy de humor para…


– Se nota. – Me interrumpió. – Aunque con todo respeto parce que este es tu estado de humor natural. – Él era sin duda un tipo exasperante.


– La mayor parte del tiempo sueles ser así de molesto, o es solo por temporadas… No me digas que es tu estado natural. – El sarcasmo en mis palabras, contrario a lo que creí que ocurriría, le causo mucha gracia. – ¡Eres un fastidio! – Le grite molesto e hice el gesto de levantarme para alejarme de él, pero antes de pudiera avanzar me tomo del brazo y me jalo para que me sentara de nuevo. – ¿Cómo te atreves? – Le regañe. – No vuelvas a tocarme…


– ¿Sueles ser así de extremista y escandaloso, o es solo por temporadas? – Se burló aun sujetándome de la mano. – No es para tanto, mi intención no es lastimarte.


–No es como si fuera a permitirte que lo hicieras. – El me miro con algo de sorpresa, pero finalmente sonrió.


– Vaya que si tienes valor, a pesar de tu apariencia eres un hueso difícil de roer. – Acepto mientras finalmente me soltaba.


– Es precisamente por mi apariencia que aprendí a defenderme, así que mejor déjame en paz, si vuelves a tocarme sin mi autorización, olvidare que eres mayor y que te debo algún tipo de algo parecido al respeto.


– ¿Y en verdad me darías autorización de tocarte? – Me cuestiono mientras sonreía. – Lo siento, no debí preguntarte eso. – Se disculpó de inmediato. – Por favor, no te vayas, en media hora terminara el descanso, pasa lo que queda a mi lado, cuéntame sobre esa persona a la que mirabas con tanto desprecio. Créeme que no ha sido mi intensión ser grosero contigo y mucho menos he querido obligarte a sacar tus garritas pequeño gatito.


– ¿Qué es lo que alguien como tu quiere conmigo? – Pregunte directo, ya no era ingenuo y podía entender la manera en la que me miraba. – No soy un niño pequeño, no necesito muchas explicaciones ni que midas tus palabras para no decir algo indebido. Me basta la verdad, habla claro y di lo que quieres de mí.


– La rubia es hermosa… – Agrego mientras señalaba a la mujer con la que ahora Christopher platicaba tan amenamente ya un poco más alejados del resto del grupo. Lo que vi me dolió, porque el dejaba ella le tocara, le acariciara. Pero trate de no mostrar lo mucho que me afectaba por que el chico frente a mí, me examinaba con detenimiento.


– Si te gusta ese tipo de belleza… – Agregue mientras me sentaba a su lado. – No voy a negarlo, ella es guapa y tiene buen cuerpo, si es lo que te gusta.


– ¡No me gusta! – Reconoció. – Solamente lo dije para sacarme una duda. – Lo mire extrañado y el sonrió complacido, efectivamente, había logrado obtener mi atención. – La cosa es, que si no mirabas a la rubia, entonces, mirabas al chico. Y estabas molesto porque esa mujer le esta coqueteando vil y vulgarmente al hombre que te gusta. En otras palabras, eso no es bueno, ni para ti, ni para mí… estas lo que comúnmente se llama celoso. Y eso me deja sin posibilidades de acercarme a ti de otra manera que no sea simple amistad.


– “Celoso” – Repetí lo que dijo y me reí con ganas ante su completo asombro. – y según tú, ¿De quién estoy celoso? ¿De ella por acercarse tan ingenuamente a lo que me pertenece y que podría tener a mi lado con solo llamarle?  O ¿Quizás a su belleza? ¿Al exceso de maquillaje que usa para cubrir su rostro marchito contrario al mío que no necesita de polvos para lucir radiante? ¿De su cuerpo notoriamente modificado? Mírame, soy mucho más hermoso que ella, y todo lo que hay en mí no ha necesitado operaciones ni silicón. Y en cuanto a él, ¿Qué podría celarle? ¿Sus brillantes ojos cafés claro, que aunque suelen quitarme el sueño, no son tan hermosos como los míos? ¿La calidez de su sonrisa como si la mía no fuera perfecta? Porque que no sonreía con frecuencia, no significa que no sepa hacerlo. ¿La calidez de su cuerpo, como si la frialdad del mío no lo conociera? No, yo no les tengo celos a ninguno de los dos, pensándolo bien, no sé lo que significa en verdad tal cosa. Jamás he sentido tal sentimiento – Sabia que está comportándome verdaderamente arrogante, pero no me importo y sé que a mi acompañante tampoco, pues el, solo podía mirar desde hace varios segundos, las lágrimas que descendían por mis mejillas. – La molestia que tengo es conmigo mismo, el resentimiento que llevo es con la vida, la impotencia que me tortura es con lo que tengo que hacer para ocupar el lugar que tengo, para pagar el derecho de pisar este suelo. Ella no representa un obstáculo para mí, el en cambio,  tal vez. Porque no soy alguien bueno para él, ni para ti, ni para nadie. Y es ese mi verdadero dolor.  

Notas finales:

Capitulos seguidos, nuestro Eren sufre. Y de aqui en adelante cada vez mas, y de manera mas tragica, es lo que suelo hacer con lo que amo, destruirlo.


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