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Engaño y salvación. por Maby de Sagitario

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De regreso, sus padres le relataron que Saga se presentó a aclarar la situación de su relación. Los señores habían sido muy claros al expresar sus puntos de vista y que lo mejor y por el bien de su hijo.
—¿ aceptó?
—dijo que tú habías terminado su relación—respondió la madre.
—¿dijo algo más?
—que en cualquier momento quería hablar contigo—respondió el padre.
Mientras ellos hablaban, Camus cavilaba, desechaba y maquinaba formas y frases sobre " como declararse a Milo", estaba tan metido en su dilema ni supo en qué momento se había terminado la sopa, la risa de la madre de Milo lo regresó de vuelta a la tierra.
—Camus, ya te terminaste la sopa ¿ quieres más?
—e-este y-yo....
—¿pasa algo?—preguntó con inocencia Milo.
Camus se puso mucho más nervioso con la profunda mirada de Milo sobre su persona.
—no, yo ya me iba, ¡ gracias tía Kaileena!
Abandonó la mesa, los mayores pensaron que era cansancio por lo que no prestaron atención y se dedicaron a terminar su comida.
Mas tarde, el menor se apareció en la alcoba del mayor, necesitaba saber si era verdad lo que le había contado Dégel, sobre los sentimientos de Camus.
Halló la puerta semiabierta, para no sonar invasor de propiedad privada tocó la puerta, un " adelante" le indicó que podía entrar. Camus se hallaba leyendo un libro de pasta gruesa al parecer antiguo.
—¿puedo hablar contigo?
—claro, pero antes, déjame terminar esta página.
—está bien, mientras tanto te esperaré aquí—tomó una silla de un rincón y se sentó.
No tomaría tanto tiempo terminar de leer, tampoco deseaba hacerlo esperar por lo que colocó un marcalibros en la página donde se quedó y cerró el libro. No se imaginaba el motivo o tema a tratar.
—ya estoy disponible.
Milo se aclaró la garganta. Camus lo miró con atención.
—es hora de que seas sincero, Camus.
—¿eh?—musitó confuso.
—ya lo sé todo.
Una de las cejas de Camus se contrajeron ante esas palabras, algo le decía que su tío había soltado la lengua, pero fingiría que no lo sabía.
—´qué quieres decir con eso?
—no te queda hacerte el desentendido ¿sabes?
—en serio, no te entiendo Milo.
El mencionado puso los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza.
—te lo diré en resumen.... sé que te gusto, sé que estás enamorado de mi.
El libro cayó estrepitosamente del regazo de Camus desbaratándose la pasta, horrorizado se agachó pero Milo se le adelantó tomándolo con sumo cuidado, notó como el labio inferior de Camus temblaba.
—c-como l-lo s-supisste—balbuceó.
Milo puso una sonrisa de suficiencia.
—ahora te delataste—le entregó el libro.
—sabes que siempre detesté a Saga, pero tú siempre lo defendías.
—eso quiere decir que sí.
—para qué seguir ocultándolo más..
Se acercó discretamente como pidiendo su autorización, no le opuso resistencia. Una suave caricia fue el inicio de aquel beso, el primero en la vida de Camus y el segundo de Milo, pero vendría a ser el primero dado por el verdadero amor; al tener un poco más de experiencia, Milo fue el que lo guió al tomar su nuca y profundizar el beso, Camus siguió el ritmo de los labios de Milo que eran expertos en ese ámbito.
El corazón de Camus latía atrozmente, al fin su sueño se hacía realidad de tener a su amor ya no platónico en sus manos, por su parte Milo sentía que podría sanar las heridas del desamor de Saga y comenzar una relación con Camus, no había nada que pudiera impedir tener algo.
Se durmieron abrazados, ahora sólo faltaban que lo sepan sus padres y el resto de su familia.

                                ****************
                           
—por la cara que traes, no te fue nada bien con tus ex-suegros ¿verdad?
Sonó la boca mientras se sentaba desganado, más allá se encontraba Sorrento, el novio de Kanon se apresuró a saludarlo y continuar con lo que estaba haciendo.
—casi me pegan como a hijo—admitió tapándose la cara con ambas manos.
—tú te lo buscaste, pero lo hecho hecho está, además que te trae por mi humilde morada, hermanito.
—¿me estás botando?
—se me hace raro nada más—dijo extrañado.
—no quiero ir a mi departamento ahora, no le molesta a Sorrento que me quede aquí­—se dirigió al mencionado.
—no, claro que no Saga—dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
El anfitrión le ofreció a su cuñado un vaso de jugo de arándanos que aceptó gustoso en tanto Kanon llenaba un crucigrama, cabe decir que era el día libre de Kanon y coincidentemente el de Sorrento también. Kanon y Sorrento tenían tres años viviendo juntos de vez en cuando tenían sus bajas pero con diálogo lo resolvían y seguían adelante, cosa que para Saga era extraordinario.
En eso apareció el " hijo" de Kanon y Sorrento, un gato de nombre Antíloco de raza siamés de 7 meses, el cual se restregaba en su pierna mientras ronroneaba. Se subió a su regazo buscando caricias, Saga no le negó, al contrario se los prodigó.
—le gustas.
—estás loco, ha de creer que soy tú—comentó sin dejar de acariciarlo.
—sí como sea—le restó importancia mientras lo cogía—mejor quédate esta noche, mañana te vas.
—¿seguro que no le molesta a Sorrento?—preguntó un poco temeroso.
—si sigues haciendote el idiota, ahí sí se molestará—refunfuñó Kanon.
—está bien.

                           ******************
                                                                 
A la mañana siguiente, Camus y Milo despertaron en la misma posición de la noche anterior, extraoficialmente eran novios, más no oficialmente. Milo se sonrojo violentamente al ver el rostro de Camus tan cerca,insólito considerando que el fue el que tomó la iniciativa y ahora se avergonzaba.
Cuando bajaron al comedor, un silencio sepulcral se hizo entre los presentes, la madre de Milo le metió un codazo a su marido en tanto le enseñaba con las cejas que mirara a los jóvenes.
—¿por qué se quedan callados?—cuestionó Milo.
—expliquennos, lo que su padre vio anoche.
—.......
—¿ qué es eso de que se besuquearon?
Milo tomó la mano de Camus y se la apretó buscando la respuesta.
Sinceramente el menor no hallaba una contestación coherente, así que Camus como era el que se había enamorado primero de Milo fue el que tomó la palabra.
—por favor no quiero que lo tomen a mal, pero yo llevo algún tiempo enamorado de Milo.
Las caras de pánico de los señores Tavalas no se hizo esperar.
Gritos de histeria y uno que otro insulto en griego fue el repertorio durante media hora, cuando la tormenta pasó, los mayores tomaron aire y una vez que sus mentes se oxigenaron, se sentaron nuevamente en la mesa.
—son primos ¿ lo sabían?
—no del todo—contestó Milo.
—eso no lo hace menos tétrico para nosotros—dijo la madre.
—no pasará nada malo, no haré lo mismo que esa persona—intervino Camus.
—el problema no es eso,el problema es que esto jamás ha sucedido en la familia, aceptar esto es muy difícil—refutó el padre.
—prometemos que seremos prudentes.
Ambos padres se miraron, pasaría un poco de tiempo para aceptarlo, si bien Camus no jugaría con sus sentimientos le darían una oportunidad.
—está bien.....
—pero....
—¿ qué mamá?
—nada de hacer cosas indebidas hasta cuando se casen ¿ entendido?—sentenció doña Tavalas.
Su padre trataba de contener la risa, su mujer sí que era de hierro, nadie se atrevía a sobrepasar su palabra, era ley y nada más.
—¿ ni un beso?
—suficiente con el de ayer—dijo retomando su desayuno que por cierto ya se había enfriado.
—okay—asintieron los dos en tanto se sentaban en la mesa.
—los estaré vigilando.
Una risa de parte de Milo contagio a todos, la situación había sido un poco difícil, más con el diálogo y entendimiento todo salió bien.









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