ღ He really doesn't care ღ
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Gaara lo sabe. Es tan querido como odiado, y en serio, no le preocupa, al contrario...
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En los días en los que la soledad no se aliviaba sino sucumbiéndose al dulce sabor del vicio, Gaara sentía que los oídos se le reventarían ante tales sonidos: su voz gutural, grave y sensual, al compás con los enloquecedores gemidos del chico que tenía abajo. Y éste, con las mejillas encendidas como si alguien se las hubiera pellizcado hasta el cansancio, no sabía si lo que pasaba aquellas noches era real, o estaba llegando a la cumbre del paraíso.
Al taheño no le importaba la cantidad de veces que Naruto gimiera su nombre, o el constante rechinido de la cama ante las embestidas. Estaba sumido en su propio placer, con los excéntricos ojos aguamarina entrecerrados, nublados de gozo mientras apretaba con fuerza las caderas del rubio y lo penetraba como si quisiera partirlo en dos. Y es que, si era sincero, Naruto era una delicia, siempre dispuesto para él. Cada que lo veía, hacía una sonrisa quizá más enorme que su cara, los ojos azules se le iluminaban al igual que el cielo de verano y corría hacia él como un cachorro perdido que se reencuentra con su amo. El pelirrojo había odiado ese comportamiento en su momento, sin embargo, ahora le resultaba más que reconfortante.
—Gaa... ahh—La voz de Naruto seguramente se escuchaba hasta marte, pensó el taheño, dándole mordidas en el cuello cubierto por sudor—. Más... ahhg, haz... hazlo más rápido.
¿Y cómo no complacer a Uzumaki, si era la única persona existente que toleraba su agria actitud? Abrió más sus piernas, el miembro de Gaara era como una flecha que iba y venía contra el centro de una diana, y a veces se preguntaba cómo era que, incluso después de tantas folladas, Naruto seguía siendo tan estrecho.
Quién sabe, tan sólo era curiosidad. Lo cierto es que tampoco le importaba. Porque a pesar de todo, no sentía nada más por el chico que el placer sexual. Eran las ganas de llenar ese asqueroso vacío dentro de él; ese que había dejado la muerte de su familia.
Una vez pasada la meseta, el orgasmo de Gaara estalló dentro del cuerpo de Naruto, haciéndolo arquearse en un ángulo imposible mientras él también experimentaba el clímax. Pero lo que el rubio siempre esperaba no sucedió. Gaara no cayó a su lado y lo acomodó en su pecho, correspondiéndole un silencioso "Te amo". El taheño simplemente se levantó, se puso el uniforme y salió del cuarto del Uzumaki, sin gastar ni una palabra.
—Idiota.
Una voz arrogante, pedante y altanera. Dos ojos negros como la brea y cabellos negro azulados peinados de esa manera tan (a palabras de Gaara) patética. El pelirrojo respondió al insulto y sonrió al moreno de forma desafiante.
—No es por provocarte—dijo él—. Pero todo el mundo ya sabe de sobra que eres un idiota, no tienes que recordárnoslo, Uchiha—Escupió el apellido como si fuese venenoso.
El otro hizo un sonido que era medio bufido, medio gruñido.
— ¿Qué hacías en el cuarto de Naruto?—quiso saber Sasuke Uchiha, aunque por su tonto fue más una orden que una pregunta.
Gaara expandió esa sonrisa que Naruto adoraba tanto.
—Cosas—contestó—. No querrías saberlo.
— ¿Ah, no?—el moreno lo acorraló, lanzándole una mirada asesina mientras lo tomaba por el cuello de la camisa. Gaara ni se inmutó—. Escucha, Sabaku—amenazó Sasuke—. Sé que te encanta joder cualquier hoyo que se te ponga enfrente, pero con Naruto no juegues... No sabes con quien te metes.
Contrario a lo que el otro hubiese esperado, Gaara rió.
—Oh, perdona. No sabía que eras su mami. No se preocupe, señora, que no he lastimado a su bebé. Lo tengo encantado con las folladas de cada día.
Y vio el puño de Sasuke ir contra su rostro.
No le importó.
¿Qué más daba, después de todo, que Naruto Uzumaki estuviese enamorado de él? ¿Importaba que Sasuke lo estuviese a su vez del rubio? ¿Y el golpe que el Uchiha acaba de soltarle? ¿Y el que Gaara va a devolverle?
No importa. A Gaara jamás le importó nada que no fuese sí mismo, desde que lo perdió todo. Sonrió, limpiándose la sangre del labio, y preparó su puño para devolverle el golpe a Sasuke, sin importarle que Naruto siguiese desnudo allá adentro.