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PLACERES LIGEROS por NYUSATSU NO AI

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Notas del capitulo:

No mendigue amor, no sea estúpido. Usted no nacio para recibir las sobras sentimentales de otro. A prenda a mandar  a la miarda esos jodidos apegos emocionales que le dejan roto el corazón.

Relata Eren.

Aquella había sido, sin duda, una de mis peores noches. El Wiski no me había sentado nada bien, tuve náuseas y dolor de cabeza. Si a eso le sumaba lo sucedido durante el día, el resultado había sido una noche de completo y agobiante insomnio. A pesar de que me sentía realmente cansado, ni siquiera mis desvelos acumulados fueron suficientes. Por otra parte, cierta persona estuvo rondando mis pensamientos toda la noche. Era increíble lo mucho que le extrañaba, a pesar de que el tiempo entre nosotros ha sido breve. Le añoraba como si hubiera estado conmigo desde mis principios y esta fuera la primera vez que nos separábamos. Mi corazón me reclamaba su ausencia y me hacía sentir solo y desolado. Sabía que Meghan y Eric estaban en la sala, así que solo, no estaba. Pero mi corazón añoraba otro tipo de compañía, una que solo Christopher sabia como darme.


Pero pensar en él, siendo aún tan temprano, no me hacía nada bien. Así que, trate de distraerme con el tema de mi hermano. Sabía que algo malo estaba sucediendo con él, y el hecho de que no quisiera contarme estaba comenzando a preocuparme. Encontrarlo en mi departamento anoche, no había sido novedad, sabía que venía cada que le placía o cuando quería concentrarse en hacer sus bocetos. Pero había algo más. Y si a eso le sumaba el asunto de Eric, las cosas empeoraban y por mucho. Aun si no estaba completamente seguro, tenía el presentimiento que anoche sucedió algo entre nosotros que debería recordar. Pero que mi aun ebria memoria, se negaba a recordar. No quiero preguntarle e incomodarlo, él siempre ha sido tan amable conmigo, que no se merece que le someta a mis estupideces. Así que ahora me sentía angustiado respecto a lo que le había dicho o hecho a Eric.


Y sobre todo porque Meghan se lo había llevado en la madrugada, aquello tampoco me daba buena espina. Sobre todo porque me había enterado de una buena fuente que Meghan estaba saliendo con alguien más, ¿Por qué jugar con Eric si ya estaba con otra persona? ¿Por qué confundirlo de esa manera? Quizá ni siquiera estaba enterado que Eric estaba enamorado de alguien más, y que si cedía ante él era  solo por el dolor que le provocaba el no ser correspondido por quien ama. Ese lado de Meghan no me gustaba, era descuidado y no le importaba lo que podría llegar a causar en los demás. No por nada tenía fama de rompecorazones.


La alarma sonó de nuevo sobre el tocador, anunciando que era de hora de levantarme de manera definitiva o volvería a llegar tarde. Hacerlo había sido un suplicio, decían que si te bañabas con agua fría lograbas activarte y te ayudaba a sentirte alerta. Lo intente, pero en cuanto sentí caer el agua sobre mi cuerpo me arrepentí, fue el baño más corto que me dado en toda mi vida. La secadora  se negó a funcionar y tuve que ir y venir por el departamento con el cabello goteando. De nada me había servido levantarme en tiempo, ahora mismo ya estaba retrasado y  aun andaba en bata.  Al llegar a la escuela, tarde, para variar. El estacionamiento estaba casi a reventar y tuve que dar varias  vueltas rodeándolo hasta que finalmente encontré un espacio libre para estacionarme.


Soren y algunos de sus amigos estaban frente a mí, pero ya no quería seguir buscando lugares para estacionarme, solo por evitarlo. Así que cuando pase a su lado fingí no verlo. Aun cuando le había escuchado nombrarme, únicamente aligere el paso y casi salí corriendo del estacionamiento con dirección a mi salón. Aun si me actitud hubiera parecido exagerada, la verdad era que no quería hablar con él, con nadie para ser honesto. Hoy me apetecía  estar todo el día de mal humor. Así que agradecí enormemente que al entrar a mi salón todos actuaran como si no estuviera ahí. Aunque a  más de uno le escuche cuchichiar sobre la pelea de ayer. Una parte de mi sabía que era inevitable, la pelea se había iniciando en el peor de los momentos. Ya me imaginaba todas las cosas que de seguro, estarían diciendo. En todo el menos favorecido de seguro seria yo, y  quizá me lo merecía, concia a Eric, tentaba mi propia suerte al llevar a Soren frente de él. Esa era una de las razones por las que no quería hablarle de Christopher. Yo permitiría que Eric se comportara como un patán con todos, menos con él. Así que la posibilidad de que se conocieran, por el momento, había quedado descartada hasta ayer. Eric aún no mencionaba nada sobre él, pero seguro estaba que no faltaba mucho para que me diera su impresión.


 Apenas y acomode mis cosas sobre mi mesa y volví a bajar, tenía hambre y la resaca me estaba torturando. – No volveré a beber de esta manera. – Me prometí a mí mismo. Mientras me dirigía a la cafetería.


Últimamente y por encima de mi enfermedad, estaba bebiendo con regularidad. Sé que estaba siendo irresponsable con mi salud, pero había perdido el control de mis emociones, mis días ya no eran monótonos y aburridos. Desde la llegada inesperada de Christopher, la monotonía había desaparecido. Y con ella la poca paz de la que disfrutaba. “No me quejaba”, era increíble vivir sin que todo estuviera premeditado, su espontaneidad y el que me llevara de sorpresa en sorpresa, era genial. Aunque era todo eso de lo que siempre me llenaba, lo que ahora hacia dolorosa nuestra separación, estar a su lado me hacía bien. Y ahora mismo, el motivo de nuestra pelea me parecía tan estúpido.


– “Estúpido” es una mala palabra…– Me regañe en voz alta. – No le gustaría saber que he vuelto a decirlo. – Dije mientras me tocaba los labios con la palma de mi mano. Era curioso recordar a Christopher incluso cuando digo malas palabras.


 Mis pensamientos quedaron de lado al ver lo abarrotada que estaba la cafetería de los de primer grado, quizá era porque todos ahí éramos carne fresca para los de los otros grupos  y la mayoría se reunían precisamente en este lugar, pese a que cada grado tiene su propia cafetería y todos sabemos que las otras no solían llenarse tanto, pero me quedaban demasiado lejos y tampoco tenía ganas de caminar. Pero igual hubiera sido mejor caminar, con tal de no tener que ver a Dante y su “estúpido” grupito de basquetbol. No sé qué chiste le hallaban en ir tras una pelota dura y rebotarla de lado a lado. Intente ignorar sus indirectas. Francamente, estaba harto de todo, ya me había sucedido en el pasado. Mi primer año en la escuela elemental de nena, blando y raro no me bajaban, sufrí humillaciones, que escondieran mis cosas, que nadie me eligiera para hacer trabajos en equipo, hasta golpes supuestamente accidentales. En más de una ocasión vaciaron su comida sobre mí y disfrutaban de encerrarme en la baño. Los chicos pueden llegar a ser realmente crueles y siendo franco, en ese tiempo aun había nobleza en mí, todos ellos me tenían asustado. Lo último que les permití fue que me golpearan entre varios a la hora de la salida. Esa vez Meghan se había enojado tanto cuando me vio llegar todo lleno de moretones y raspones, que quería demandar a medio mundo. Jamás olvidare lo que en medio de insultos y gritos  dijo – Lo que te hace ser único aquí, también te hace estar solo. El que no hagas nada solo les da otro motivo para atacar nuevamente a su objetivo. Créeme, huir solo retrasa las cosas, mírate, comienzas a dar pena. Cada día tienes nuevos moratones. Debes de ser fuerte, lucha, porque hacerse respectar es complicado y a ti te ha tocado. La solución es que afrontes la situación. – Aterrado y aun sintiendo el miedo y la adrenalina que me recorría el cuerpo, los enfrente a golpes cuando intentaron volverlo a hacer. Jamás volvieron a lastimarme. Fui suspendido un par de días pero a cada uno de ellos les fue peor. Y Meghan nuevamente se había ido a pelear  por mi suspensión pero me había felicitado por haberme defendido.


Estos estaban comenzando a hartarme y de lograrlo finalmente, el resultado no sería bueno. Nunca les había hablado, no entendía cuál era el motivo por el que les desagradaba tanto. No quería que me trataran con respeto, si eso era pedir demasiado, me bastaba con que ignoraran mi presencia. Pero era el sueño que no se me cumpliría, lo supe cuando al avanzar hacia la barra, la gente que estaba alrededor, dejaba de hablar y se iban apartando haciendo un gran espacio para que pasara. La universidad era un verdadero asco en ese sentido, al menos, la comida era buena y la persona que atendía la cafetería era muy amable, no dejo de sonreírme mientras me entregaba mi agua mineral y sándwich.


Cuando voltee con mis cosas Christopher estaba detrás de mí, me asusto el no haberlo escuchado acercarse. Y en un primer momento no supe cómo reaccionar, a una parte de mí, una muy enorme parte, le emocionaba el tenerlo así de cerca, mirándome únicamente a mí. Pero la otra era razonable y me hacía recordar lo que dijo ayer cuando estuvimos en el hospital y el dolor nuevamente se instauro en mí pecho, él me hacia sentir que yo era una mala persona, y odiaba que tuviera razón al hacerme sentir de esa manera. Por un largo momento únicamente nos miramos, la sensación de que me perdía en esa profunda mirada de color café comenzó a inundarme, detestaba ser más bajo que él y tener que esforzarme y levantar demasiado el rostro para mirarle, pero amaba la atención que me ponía, el cómo parecía exigirse demasiado empeño en guardar cada uno de mis gestos. Y sobre todo, esas miradas furtivas en las que se centraba en mis labios de tal manera que podía ver el reflejo de ellos en sus ojos. Algo así me resultaba provocador.


– ¿No has ido al doctor? – Me pregunto en voz baja, rompiendo con esa magia en la que habíamos caído. Intente razonar y recordar que había recibido un mensaje departe de Eric en la mañana, contándome sobre lo sucedido en la noche con él. – Dijeron que estabas indispuesto.


– Estando así, dime quien puede ser feliz… – Susurre en voz casi inaudible. Sintiéndome nuevamente triste al notar el desinterés con el que me hablaba, para que preguntar si realmente no le interesaba – La cambie para más tarde. – Le conteste mientras lo rodeaba, y trataba de alejarme.


– Sobre lo de ayer…– Agregó, mientras me sujetaba del brazo para que me detuviera y le mirara nuevamente. –  ¡Lo lamento! – Se veía incomodo mientras hablaba, la manera en que jugaba con sus manos lo delataba. Sus amigos no quitaban la vista de nosotros y se susurraban cosas de las que después se reían.


– Como sea… – Intente alejarme.


– ¡No, Eren! – Insistió. – En verdad, lo lamento. No debí...


– No, en efecto, quizá no debiste. – Le interrumpí – Pero ya está hecho ¿no? Porque no solo lo dejamos pasar, después de todo, no deseo que sigas desperdiciando tu tiempo en mí.


– Bueno, tampoco toda la culpa ha sido solo mía. – Me acusó – Sin embargo, me importas. Aun si tú complicas siempre todo…


– ¿Qué se supone que esperas que te diga? – Le cuestioné con frialdad. – Solo olvídalo, porque tampoco me voy a poner a llorar y a decirte lo mucho que me dolió… si ese fuera el caso. – Me corregí de inmediato, negando toda posibilidad de que creyera que me estaba haciendo sufrir. – Créeme cuando digo que no necesito tus disculpas, parece que ya tomaste tu decisión. – Christopher me miraba con cierto asombro, quizá le extrañaba que mis berrinches no salieran a flote – ¡Está bien! – Aseguré. – Esta vez  lo haremos a tu modo.


– ¿Qué significa eso? – Me cuestionó con cierta molestia mientras me sujetaba con más fuerza del brazo.


La gente alrededor nuestro nos miraba expectantes, deseaba que se ocuparan de sus propios asuntos y nos dejaran hablar en paz, pero era obvio que eso no sucedería, y el que ellos  hayan dejado de hablar y se concentraran en nosotros, era la prueba.


– ¿Estas terminándome? – Me exigió aún más molesto al notar que me había distraído. – ¿Es eso Eren? Habla de una vez – Me exigió levantando un poco más su tono de voz.


– No se puede terminar algo que nunca empezó… – Le respondí en voz baja. – No insistas en querer convertirme en una mala persona, este no es el momento ni el lugar adecuado. – Me jale de su lado logrando que me soltara e intente irme de ahí, ya había tenido demasiado de todo esto.


– Me importa muy poco si es o no el momento adecuado… – Agregó mientras volvía a sujetarme y prácticamente me arrastro hasta un espacio alejado. – ¿No se puede terminar algo que nunca empezó? ¿Qué demonios significa eso? – Comenzó a  gritarme una vez que estuvimos solos. Y  aunque alteraba más mi dolor de cabeza, me asusto verlo reaccionar de esa manera. Nunca antes le había visto tan enojado, que inclusive intente retractarme. – Entonces… ¿Eres de los que se besa y pasa la noche en la cama de quien se lo ofrezca…?


Christopher tenía una manera muy particular de destruirme. Su habilidad para herirme era sorprendente, me hacía descender al mismísimo infierno si él a si lo quería, lograba que me avergonzara de lo que soy. Sus palabras habían dado justo en el blanco y aunque trate, no pude ocultar lo mucho que lo que dijo me había herido, me note respirando aceleradamente, casi jadeando y cubriéndome el rostro con las manos mientras dejaba caer mi comida. Horrorizado del desprecio con el que había dicho cada una de esas palabras, mismo que recibiría yo, si llegaba enterarse de lo que hacía. Guardo silencio al mirarme reaccionar de esa manera, yo no quería su lastima, así que no me atreví a mirarlo.


– Si, tal vez yo sea ese tipo de persona… – Intente decirle mientras luchaba por controlarme. – Lo seré a partir de ahora, te lo aseguro. Pero no te preocupes, aun podrás seguir presumiendo que  en ese sentido, fuiste el primero.


No quise quedarme a escuchar nada más, ni siquiera intente recoger mi comida. Únicamente busque la salida más próxima y casi corrí hasta ella, no tenía la necesidad de seguir siendo humillado de esa manera, aún si me lo merecía. El que Christopher me siguiera a una corta distancia o el hecho de que más de uno estaba al pendiente de lo que sucedía, me importaba muy poco. En este preciso momento los odiaba a todos. 


Pero sin duda, al que más odiaba,  era al estúpido que me cerraba el paso, Dante buscaba cualquier oportunidad para burlarse de mí, él y sus amigos hacían que mi paso por la universidad sea tormentoso.


– ¿Por qué tanta prisa princesa? – Me preguntó mientras me impedía salir de la cafetería.


– ¡Apártate! – Le ordené de mal modo, pero se limitó a llevar otro pedazo de fruta a su boca, mientras yo moría de hambre el imbécil disfrutada de desayuno nutritivo. – ¡Quítate!  – Grité.


– ¿Qué pasa princesa? ¿Las cosas no te salieron como esperabas con  mi amigo? – El coraje se me subió al cerebro y mi parte racional quedo bloqueada. Soy así, qué más puedo hacer.


– Lo que haya entre Christopher y yo no te incumbe y no voy  a permitirte que te metas…


Fui consciente de lo que hacía hasta que ya lo había empujado sobre la mesa, parte del coctel estaba sobre él y el resto se había regado sobre el piso, una de mis manos sostenía su cuello contra la mesa y con la otra dejaba caer con todas mis fuerzas el tenedor de metal que le había arrebatado de las manos, casi rosando su rostro mientras le decía lo anterior. – ¡Ya me tienes arto…! – Espeté. – Deja de molestarme si no quieres que te mate, te corte en pedazos y tire tus restos a la salida de la ciudad para que te coman las aves carroñeras. – Todo sucedió demasiado rápido, y el lugar quedo en completo silencio, solo podía escucharme a mí mismo y la respiración agitada de Dante. – Que sepas que no planeo soportarte una más, vuelve a hacerlo y te aseguro que la próxima vez no fallare. – Agregué con determinación, mientras le soltaba.


– ¡Estas demente! – Fue lo único que alcanzo a decir, sus amigos que rodeaban la mesa aun me miraban sin poder creer que realmente lo había hecho.


– ¿Es una amenaza? – Intervino uno de ellos, si no me equivocaba su nombre era Steven y estudiaba con Christopher.


– Eso espero… – Le respondí con arrogancia.


– Uno no va por la vida amenazando de muerte a los demás… Amenos, que estés dispuesto a aceptar las consecuencias.


– Pues ya lo he dicho y lo cumpliré si se repite. – Aseguré con determinación – Si tienes alguna objeción díselo a alguien que le importe. – Agregué. –  Y la próxima vez que saques a tu perro, de perdida ponle bozal. – Iba a responderme, pero Christopher llegó e intervino.


– Yo me encargo Steven… – Le aseguró y él en respuesta me dio la espalda. – ¡Vamos! – Se dirigió a mí, mientras me entregaba mi comida. – Nuevamente fui arrastrado pero esta vez fue a la salida de la cafetería.


En el fondo sabía que estaba mal lo que había hecho pero Dante sacaba lo peor de mí. Entendí que Christopher estaba molesto, porque caminaba muy rápido. La alarma sonó indicándonos que debíamos ir a nuestros salones, pero él me arrastro hasta uno de los patios traseros.


– ¡Suéltame! – Le grité mientras me deshacía de su agarre o al menos, eso intente. – Tengo clase, debo volver, déjame, me estas lastimando.


– ¿Entiendes lo que acabas de hacer? – Me cuestionó mientras disminuía la presión que ejercía en mi muñeca. – Hay límites Eren, y claramente tu acabas de brincarlos.


– ¿Por qué los he brincado? Él me molesta todo el tiempo, ya me tiene arto. – Intente defenderme como si eso impidiera que se formara una mala idea de mí– Christopher, ya le he aguantado demasiado. – Aseguré molesto. – ¿Esta es otra de las cosas sobre las que tengo que callar y aguantar? ¿Por qué  si es grosero conmigo nadie lo ve mal? Y ¿Por qué soy una mala persona por defenderme? No me importa lo que piensen ni lo que digan, si el vuelve a molestarme realmente…


– ¿Realmente lo vas a matar para después cortarlo en pedazos y tirárselos a los buitres? – Me interrumpió.


– Al menos, por primera y última vez, será útil para algo. Aunque sea para alimentar a las aves de rapiño.


– ¿Lo harás? – insistió.


– Que quizá no lo haga, no significa que deje de ser una idea tentadora. – Aseguré ya un poco más tranquilo. – ¿Qué? – Le cuestioné al notar que me miraba desconcertado.


– Tus tendencias homicidas son nuevas para mí… – Comentó en voz baja y se separó un poco de mí. – Es el capitán del equipo de Básquet, acaba de ganar los primeros cuatro de los nueve partidos de la temporada y tú no solo lo amenazaste, sino que pudiste causar un verdadero accidente.  Sin mencionar que lo humillaste públicamente. – Me regañó.


– ¿No me escuchaste? – Le cuestioné ofendido – Entiendo que él sea tu amigo, pero yo soy tu… – Cuando me di cuenta de lo que estaba a punto de decir, me mordí la lengua. Christopher me miro con sorpresa. – Como sea… intenta ponerte en mi lugar, él me molesta todo el tiempo y ya no estoy dispuesto a permitírselo… Odio que me llame de esa manera.


– ¿Mi qué? ¿Qué es lo que eres tú de mí? – Me presionó mientras lentamente se iba acercando más a mí.


– ¡Olvídalo!


– No quiero olvidarlo…– Odiaba cuando se ponía en ese plan.


– ¡Pues entonces has lo que quieras pero déjame en paz! – Le grité – Vete con tu mejor amigo a rebotar su estúpida pelota.


– Eren, “estúpido” es una mala palabra. – Volvió a regañarme.


– ¡No me importa! – Contesté con determinación y él en respuesta sonrió.


– Mi Ángel es todo un caso… – Susurró mientras llevaba uno de los mechones de mi cabello detrás de mi oreja. – ¿Qué vamos a hacer con ese carácter?  No digo que no te defiendas, pero existen otros modos menos drásticos. No sé, cualquier otro que no incluya matar a nadie. – Mi corazón latió desaforado con esa caricia y la forma en la que me hablaba. – Eres todo una fierecita, esas garritas y colmillitos son peligrosos… Y me gusta que sea así.


Mi molestia se desvaneció al instante que dijo todo eso, soy un mal criado, lo acepto. Si me hablan de manera tosca soy terco y quisquilloso. Pero si Christopher me hablaba de esta manera, entonces yo hago lo que él quiera.         


– ¿Haz falto a clases? – Preguntó de la nada.


– ¡No ha habido la necesidad!


– Si te pidiera que te quedaras esta hora conmigo y olvidáramos todos nuestros asuntos sin resolver mientras estamos juntos… ¿lo harías?


– Pídemelo y lo sabrás. – Aseguré, realmente queriendo escuchar esas palabras.


– Soy un imbécil… – Agregó mientras suspiraba – Vez tras vez rompo mi promesa de no herirte y a estas alturas he llegado a creer que soy una mala persona. Que al conocerte solo te he traído aflicción y mucho dolor para nosotros. Lo que dije hace un momento…


– ¿No crees que ambos hemos dicho ya demasiadas cosas? – Le cuestioné abatido. No quería tocar de nuevo ese tema. – Ni siquiera puedo recordar con claridad cómo llegamos a esto. Solo sé que una cosa nos llevó a otra y ahora me siento infeliz.


– Dicen que si amas una flor, no debes recogerla. Porque si lo haces esta morirá y dejara de ser lo que amas. Entonces, si realmente amo a mí flor, debo dejarla ser. Porque el amor no se trata de posesión, si no de apreciación.


– Osho era un amante de la naturaleza Christopher, pero dime, ¿a cuentas personas crees que amo? – Le debatí. – Aunque quizá sea una linda comparación. No soy una flor, y si lo fuera de todos modos moriría con el paso de los días. ¿Qué no lo entiendes? Si no me condenas a muerte de todos modos me condenas a vida, una vida en la que tú no estés, créeme que no debe ser tan distinta de la muerte. – La espontaneidad y lo sinceras que me salieron esas palabras me dejaron sin aliento. Christopher sonrió de esa manera que me gustaba y acaricio mi rostro, aunque nuevamente se apartó. Esa distancia que ves tras ves ponía entre nosotros me dolía.


– A veces, dices cosas lindas, cosas que me hacen creer que voy en el camino correcto, a veces… –Hizo hincapié en esa última palabra – ¿Pero qué hay del resto del tiempo? ¿Qué crees que deba hacer con las restantes veinte tres horas con cincuenta minutos?


– ¡Lo entiendo! – Aseguré con melancolía y en realidad lo hacía, no debía insistir sobre esto, era mejor terminar. Pero tampoco tenía que ser hoy, no sin antes haber obtenido un beso más.


– He pensado mucho en lo que sucedió ayer… – No me gusto para nada la forma en la que comenzó esa oración – Busco paz y tú eres tempestad… Todo a tu lado es una terrible tormenta. – Mi sistema de autoprotección paso de luz verde a roja en un dos por tres. – La posibilidad de ahogarse es…


 – Sé que mereces a alguien completo, que no tenga fisuras ni cicatrices y que no esté roto como lo estoy yo. – Le interrumpí, no quería esto. Ahora lo entendía, no quería escuchar que quería alejarse de mí. –  Alguien que te amé como lo haces tú, que pueda darte todo lo que no te daré y que te devuelva todo lo que has dado, que pinte de colores  tus días grises y que llene tus vacíos de sí mismo. Quizá tarde y de mala manera comprendimos que yo no soy ese alguien… – L e dejaría yo, el dolor sería el mismo, pero no quería escuchar sus palabras de despedida.


– No me refería a eso… ¿En verdad estas desertando? – Me cuestionó incrédulo. – Porque al amor de mi vida le puedo perdonar todo, menos, que deje de intentarlo. – Lentamente se fue acercando a mí, con la desesperación a flor de piel – ¿Por qué no quieres luchar por mí? ¿Por lo que tenemos? Sea lo que sea Eren, poco a mucho para mi es hermoso, ¿no lo es para ti? Los días juntos, las noches en las que mi calor te cubría… ¿No han significado nada para ti? No te calles ante esto, no guardes silencio, necesito saberlo. – Me exigió con la voz quebrada. – ¿Que no ves lo mucho que estoy sufriendo sin ti?


– Un mal entendido – Pensé. – No me está diciendo adiós – Este era el momento de reparar el daño o sepultar lo que fuera que él y yo tuviéramos. Mi mente decía – De todos modos sucederá, si no hoy, tal vez sea mañana, acaba con esto de una vez. – Pero mi corazón se aferraba a  todo lo que él había dicho, a lo mucho que lo quería. Sin embargo, las palabras  salieron como si tuvieran voluntad propia.


– Los mejores recuerdos de mi vida, los he tenido contigo…


– ¡No, Eren! – Suplicó – No nos hagas esto…


– Quizás no lo has notado Christopher, pero estoy gastando excesiva energía simplemente para parecer alguien normal, alguien que merece ser amado, pero contigo aprendí que recibir amor no significa que lo tengas… Sé que si te pierdo a ti, lo pierdo todo, pero no voy a arrastrarte a mi oscuridad. – Llorar ante él, era fácil. Supongo que era porque realmente lo quería. – Lo que tú y yo queremos, no pude ser. Ya tengo demasiado con que tu recuerdo me acompañe a todas horas, no quiero esta incertidumbre de no saber en qué momento todo lo que nos une, finalmente, nos separara.   


– No digas que vas a dejarme mientras lloras, sabiendo que tus lágrimas siempre han sido mi debilidad. – Se quejó. – ¿Qué será de nuestra historia? La que escribiríamos juntos… – Agregó haciendo mención a aquella promesa de nuestros primeros días juntos.


– Si algún día decides escribir sobre nosotros, por favor, no me hagas quedar muy mal…– Agregué tratando de desviar el sentido de la conversación, me dolía hacer esto.


– ¿Por qué dices eso?


– Si llegara a existir la historia, ahora que esto va terminar, puedes aprovecharlo, así no me extrañaras tanto. – Él me miro con dolor y por un momento desee dejar todo atrás y refugiarme en sus brazos. Mi voz en cualquier momento se quebraría y necesitaba el valor para salir lo mejor posible de esta situación.  – Vamos, no me mires de esa manera, por lo menos, reconoce que te he dado un buen tema para escribir. ¿No, mi vida?


– Me has dado más que un tema del que escribir Eren. – Reconoció herido. – Se me ha ocurrido un tema para nuestra novela, que te parece que se llame: ¿Qué puedes hacer cuando alguien que amas te defrauda… y te hace miarda? – En realidad no esperaba una respuesta de mi parte, lo supe porque justo después de decir aquello, me dio la espalda y se alejó de ahí.


Eso solo significaba una cosa, ya no insistiría y quizá de manera oficial nuestra relación había terminado. El corazón me acusó – No te atrevas a llorar si esto era lo que pedías  a gritos con todo lo que dijiste.  –  No tuve argumentos con los cuales debatir, realmente lo había hecho. Y no quería arrepentirme.

Notas finales:

Proximo capitulo: Dí "No" Sin culpa, dí "Sí" sin miedo. 

No todo adios es para siempre.


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