El sonido de una que otra conversación de vecinos, preocupados por sus jardines o la pintura de sus cercas, pasaba ocasionalmente a través de la ventana sacándolo del sueño. La risa de una niña que se asomó a la puerta lo hizo hecho saltar desorientado cuando trataba de volver a dormir y el olor de una parrillada ahora lo mantenía despierto, preguntándose si el delicioso aroma que detectaba en el aire de verdad era carne de res.
Cualquiera diría que era un día cualquiera, con cosas cotidianas y placeres simples, como tomar un baño caliente. Pero para Daryl, estar sobre esa cama, con una bolsa de suero conectada a su brazo y ropa limpia recién lavada, era todo un lujo que pensó que jamás volvería a ver en ese mundo infestado de muertos.
Woodbury, era un lugar casi utópico, con un estilo de vida que parecía imposible para cualquiera que alguna vez huera estado afuera. Un sitio que existió hasta ahora solo en sus sueños, y donde imagino que se sentiría feliz. Pero justo en ese momento, mientras en ese paraíso se llevaba a cabo alguna especie de festividad, lo último que había en su corazón era alegría.
Su familia estaba muy lejos, separada, herida por la pérdida de los suyos y lamentando dejar atrás su hogar. Y mientras el descansaba en esa cómoda cama, muy probablemente Carl y Judith lo esperaban, tal vez Michonne empezaba a creer que no volvería y Carol estuviera muerta. Eran pensamientos que no dejaban de darle vueltas en la cabeza, que hiciera lo que hiciera lo tendrían al filo de la espada hasta no ver de nuevo a sus pequeños y estar de vuelta con todo el grupo.
El ya no era el hombre de antes, egoísta y desprendido del resto, capaz de ir por su cuenta y sobrevivir solo. Lo noto en esos pocos días que paso lejos de casa; el grupo lo había cambiado. O más bien, él había mejorado gracias a ellos. Jamás había sido alguien hogareño o necesitado de afecto, hasta que conoció al comisario y entonces su pequeño grupo de supervivencia se convirtió en una familia, y puede que no hubiera una relación sanguínea de por medio o garantía de mantenerse unidos, pero se sentía útil y más querido que nunca cuando estaba con ellos.
Ya no era una cuestión de supervivencia o de trabajo en equipo, era cariño, y la ilusión de construir una vida juntos. Y valla que anhelaba esa vida, donde quizás no todo sería tan bueno ni duraría tanto como deseaba, pero se sentirían vivos.
Esa fantasía secreta de él y Rick en una casa cualquiera, con una gran jardín lleno de hortalizas y la compañía de todo su grupo como vecinos, lo hacia reír de lado, con algo de tristeza en momentos como ese. Era un ideal lejano, que no valía la pena tomar en serio al echar un vistazo al mundo de afuera.
Las cosas no eran nada sencillas y el mundo no era nada amable, fue lo que pensó por largos minutos a la espera del comisario, quien dijo que volverá apenas terminara de hablar con Philip.
Cuando la puerta se abrió, no esperaba buenas noticias, más bien estaba listo para los problemas y es que en ese mundo loco nadie hacia una buena acción sin esperar nada a cambio. Así que cuando las palabras salieron de la boca del comisario, le tomo unos segundos salir de la incredulidad y darles forma.
−Vamos a quedarnos en Woodbury por un tiempo _fue lo que dijo el hombre mientras tomaba asiento a la orilla de la cama_
La noticia le provoco sensaciones confusas. La desconfianza quedaba al margen del alivio y la alegría, haciéndolo también preguntarse cómo se supone que debía sentirse con respecto a su hermano conviviendo de nuevo con él en el mismo lugar.
− ¿Qué hay de los demás?
−Glenn y yo vamos a ir por ellos. Según el mapa, el rio del que hablaste no está lejos de aquí. Si seguimos la carretera unos cuantos kilómetros podremos dar con ellos.
−Iré con ustedes… _soltó firmemente el cazador renuente a la idea de separarse de nuevo_
−No estás en condiciones… _dijo Rick poniéndose de pie sin darle pauta de objetar_
Un beso cayó en la frente de Daryl y seguidamente sus ojos se toparon con los de Rick.
−Estaremos de vuelta en la noche. Aprovecha el tiempo para arreglar las cosas con tu hermano; le dije que viniera a verte. No será fácil hacer que conviva que con el grupo, así que as que se mantenga al margen.
Los ojos del cazador se desviaron dudosos y volvieron a los del comisario, intranquilos. Su hermano iba a ser un tema difícil, no solo por la tensión que existía entre él y el grupo, o el hecho de tener que ocultarle su relación con Rick, porque definitivamente no sería el quien le dijera a Meerle Dixon que su hermanito estaba acostándose con un hombre. Sino que también estaba la preocupación que le había dejado con su amenaza.
Ese sujeto no se tentaría el alma para soltarle al grupo las cosas que habían planeado, y las cuantas otras que hicieron a sus espaldas. Y joder, todo ya estaban los suficientemente mal, como para imaginar qué pensaría su familia de él, qué pensaría Rick. El comisario no se andaba por las ramas cuando algo amenazaba a los suyos y seguramente el asunto se tornaría doloroso. No era algo que su corazón, recién ablandado por los sentimientos hacia ese hombre, quisiera experimentar.
Rick se giró, listo para irse y los reflejos de Daryl fueron rápidos. Tomo su mano haciéndolo volverse mientras con la mirada baja ideaba la forma de hacerle saber lo que quería. El Dixon aún era torpe cuando se trataba de romance, no sabía cómo expresar sus emociones o pedir cariño. Eran cosas que simplemente hacían su mente estancarse y su frustración envolverlo, enojado consigo mismo por no tener idea de que rayos estaba haciendo.
− ¿Daryl? _pregunto el comisario algo curioso por esa expresión confusa y algo graciosa que empezaba a formarse en el rostro del cazador_
Lo vio llevar esos bellos ojos azul oscuro de un lugar a otro sin lograr decir nada y sus labios presionarse como si estuviera indeciso.
−Vuelve… _pronuncio con una voz baja, pero firme_ y trae de vuelta a Carl y a Judith.
Con un increíble esfuerzo de su parte halo al comisario y lo estampo contra sus labios. Era un beso de despedida y pensarlo le resultaba bochornoso, pero no estaba dispuesto a dejarlo pasar; realmente deseaba ese contacto.
Rick tomo su rostro con sus manos y alargo el beso un poco más, humedeciendo los labios del cazador con una suave caricia.
−Te amo, Dixon _dijo poniendo sus labios contra su mejilla_ Es solo eso… y allá afuera, en medio de todo ese caos, quizás no tenga mucho significado… pero quiero que lo recuerdes si las cosas se ponen difíciles, porque es lo único que tenemos para darle sentido a nuestra lucha.
Una vacilación breve se hizo presente en el campesino, esas palabras tenían un trasfondo peligroso que seguramente estaba muy alejado del romanticismo y quedaron en la duda al ver a Rick alejarse y desaparecer tras la puerta. Los problemas parecían no darles ningún descanso, pero quería pensar que quizás la paz podría durar un poco más esta vez.
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La figura del gobernador lo tomo por sorpresa mientras trataba de relajarse un poco dando vueltas en la pequeña cama, la preocupación lo tenía tenso y el silencio que aparentemente reinaba allí por las tardes no lo ayudaba a conseguir quitar la cabeza de Rick y los niños.
− ¿Cómo te sientes? _dijo poniendo una silla junto a la camilla_
−Ya estoy bien… _respondió Daryl incorporándose con algo de delicadeza, para evitar lastimar más su herida_
−Soy Philip _dijo el hombre extendiéndole la mano_ no tuve oportunidad de presentarme formalmente antes.
−Daryl… _se presentó con simpleza estrechando al sujeto_
−Rick me comento que estuviste cuidando de sus hijos; me sorprendió saber que uno de los Dixon estaba interesado en los niños. Meerle nunca describió a su hermano menor como un hombre muy blando, más bien me daba la impresión de que eran dos gotas de agua.
Una mirada escudriñarte se posó sobre él acortado un poco la distancia, Philip parecía analizar sus facciones con sumo interés.
−He estado pensando…. _continuo el gobernador cambiando animosamente el rumbo de la conversación, luego de alejar de él la mirada con una pequeña sonrisa de lado que no supo exactamente cómo interpretar_ en el lugar ideal para ustedes. Hay muchos edificios con una gran vista y buenos vecinos, pero ya que tienen niños, supongo que una casa con jardín, les sentaría mucho mejor.
El cazador solo asintió, un poco abrumado por la jovialidad del hombre, él no era alguien a quien se le dieran muy bien las charlas con extraños, aunque el sujeto parecía agradable. A primera vista era un hombre sencillo, alguien amable a quien esperarías ver asando carne en su partió los domingos antes que dirigiendo un pueblo, hasta que claro, notabas su simpatía y se convertía en alguna especie de prospecto político de revista; demasiado bueno para ser verdad.
Sensación que lo hizo levantar un poco la guardia luego unos pocos minutos hablando con él, aunque si se lo preguntaban, eso más bien había sido un monologo que el sujeto manejo sin problemas demostrando que era un gran orador.
−Te haría bien estirarte un poco, antes que empiece a oscurecer _dijo al final, haciendo al Dixon llevar la mirada hacia el reloj de pared, unas dos horas habían pasado sin que lo notara, llevándolo de una anécdota a otra sin darle a pauta a distraerse_ puedo mostrarte los alrededores, aunque te advierto que no iremos muy lejos, no sería bueno forzar tu condición.
−Me gustaría echar un vistazo afuera… _dijo el cazador, usando una de las pocas intervenciones que tuvo en toda la charla_
Su intención era ponerse de pie, y sujetarse sobre lo que hubiera a su alcance, pero la rápida intervención de Philip se lo impidió apoyándolo contra su cuerpo y ayudándolo a sacar la aguja del suero de su brazo ya que la bolsa estaba casi vacía. Un gesto que le pareció tan solo gentil, mientras trataba de ignorar la mano que reposaba sobre su cintura retándole importancia.
La imagen limpia y ordenada de las calles al otro lado del pequeño jardín de frente, resulto casi extraña para el cazador. La tranquilidad con la que un par de personas caminaban por la avenida, se sintió irrealista, pero luego de unos momentos logro cautivarlo haciéndolo sentir una pequeña sonrisa ampliándose en su rostro.
−Este lugar es mi sueño… _comento el gobernador luego de sentarse a su lado sobre el pórtico_ no creí que llegaría tan lejos cuando inicie con él.
Su mirada se topó con la de sujeto tras esas palabras, observando con un aire expectante y algo curioso. Un encuentro que duro algunos segundos haciendo al cazador caer en cuenta del brillo idealista que bailaba en esos ojos azules. Por un momento le pareció estar junto a un gran soñador y luego su sonrisa lo hizo desviar la mirada, sintiéndose expuesto.
−A unas dos cuadras, sobre la avenida, hay varias casas vacías _dijo el hombre haciéndolo ver en esa dirección, tras el manto de luz amarillenta de la tarde_ Tu grupo podría instalarse allí, e imagino que querrás quedarte con ellos, pese a los planes de Meerle de que vuelvan a estar como en los viejos tiempos; supongo que ya te lo comentara luego.
−Rick dijo que el vendría…
−Le pedí que no lo hiciera… _comento el hombre fijando su atención sobre el con una mirada más seria y una pequeña pausa se extendió hasta que volvió a tomar la palabra_ Me parece que tú y el comisario tienen una relación de la que tu hermano no sabe aún.
El corazón del Dixon se paró al sentir el golpe de esas palabras tan dadas en el punto. Al parecer a Philip le gustaba decir las cosas de forma clara, aunque claro, el hombre no era tan insensible como para ir y abordar en el tema sin antes ganarse un poco de su confianza y pasar unas buenas horas charlando con él.
−No quisiera ver iniciar una pelea entre hermanos, así que quise hablar con tigo antes de que hacer cualquier cosa _su mano fue al hombro de Daryl_ si me dices que quieres mantenerlo en secreto, voy a mantener a Meerle fuera de eso, y di decides contárselo, cuentas con mi apoyo; ese sujeto no es nada fácil con este tipo de temas, tengo entendido que crecieron en un lugar muy duro.
− ¿Rick te lo dijo? _pregunto el campesino algo contrariado_
−No, los vi despedirse… la enfermería tiene dos puertas _aclaro notando la preocupación de su invitado_ y debo admitir que me sorprendió, no son una pareja muy peculiar.
Daryl giro el rostro avergonzado, mientras se llevaba la mano al cuello y suplicaba que Philip le sacara los ojos de encima. Ese había sido un momento muy bochornoso que habría preferido que no tuviera testigos.
−Mantenlo en secreto de Meerle… _pidió aun sin levantar la vista_ en el lugar donde crecí podían golpearte hasta dejarte muerto en una esquina por menos…
−Es alguien de mente cerrada… pero, te quiere _le dio un par de palmadas en la espalda mientras se levantaba_
El resto de la tarde fue relativamente tranquila, el gobernador lo acompaño por varias horas hasta que el doctor llego y le puso algo a través de la vía del suero. Era alguna especie de relajante que lo hizo caer en un estado de soñolencia casi sonámbula, y es que su cuerpo se negaba a recibirlo y dejarse llevar por el sueño; estaba demasiado tenso.
En medio de las idas y venidas a través de la inconciencia sintió su cuerpo ser tocado cariñosamente en el pecho, mientras una sombra se inclinaba sobre él y depositaba un beso en la comisura de sus labios.
−Rick… _susurro por lo bajo sintiendo un gran alivio apoderarse de él mientras otro beso caía sobre su piel acariciando su mejilla_
Y la sensación de esos labios era un tanto extraña, los saboreo largamente recibiéndolos en su boca con un poco de torpeza, atontado por ese terrible sueño que no lo dejaba levantar los parpados. Fue un contacto tibio y sumamente relajante que acaricio sus labios con cierta lentitud que le resulto desconocida, pero que al final, mientras sentía la bruma del sueño envolverlo, dejo a cosa de nada y acepto en una última intimación profunda.
Una sensación de cosquilleo y algo de ardor posándose en su cuello fue lo último que sintió antes de caer en la oscuridad y tener un agradable sueño, donde él y Carl cazaban por el bosque y Rick lo esperaba en una misteriosa cabaña donde seguramente tendrían sexo. Como en la mayoría de sus sueños desde que salió de la prisión.
Quizás era el momento de hacer algo al respecto. Pensó algo lastimado por la luz que pasaba a través de la ventana y la puerta medio abierta, al despertar. Parecía que no había dormido nada, aunque ya eran casi las diez de la mañana.
− ¿Dónde están Rick y mi grupo? _pregunto haciendo voltear al médico, que leía en una esquina mientras ordenaba las repisas_
−No han vuelto aun…