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PLACERES LIGEROS por NYUSATSU NO AI

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Notas del capitulo:

Tomó mi mano y la puso a la altura de su corazón mientras decía – Estas aquí, aquí lates…

Relata Dante.

Fue la sensación de tener mis brazos vacíos la que me hizo removerme sobre la cama, estaba cómodo, sí, pero me hacía falta sentir la tibieza de aquel cuerpo y su respiración lenta contra mi pecho. Aun sin querer abrir los ojos, intenté buscarle tanteando sobre la cama, no podía estar lejos, era una cama pequeña después de todo. Mis piernas intentarón moverse, pero el peso de algo me obligaba a mantenerlas sobre el colchón, mi mente despertó de su aletargamiento y asustado abrí los ojos.


La tenue luz lastimo mis ojos en un primer momento, pero fue más importante mirar a quien tenía sobre mí. – ¿Steven? ¿Qué…? – La primitiva forma con la que me miró, bien podría comparse a la manera en que una fiera salvaje mira a quien ha elegido para alimentarse. Sus ojos miel refulgían con un brillo que nunca antes le había visto y una sonrisa lasciva se le formo de medio lado.


No dijo nada. Pero sus ojos me recorrieron lentamente.


– ¿Qué…? – Se llevó el dedo índice a los labios indicándome que me callara, por alguna extraña razón obedecí y él sonrió complacido.


– ¡No te muevas, sé que lo vi! – Agregó casi en un susurró pero con la voz  ronca, como cargada.


– ¿Qué viste? ¿Por qué hablas así? – Estaba comenzando a desesperarme, me resultaba incomodó tenerlo sobre mí, no me lastimaba, pero estaba sentado muy cerca de… algo a lo que él debería de mantenerse lejos.


– Dan… ¿Te acuerdas de la historia de la anguila en la cuevita? – Preguntó con sorna, mientras se acercaba peligrosamente a mi rostro.


– ¡No! – Contesté de inmediato mientras giraba mi rostro hacia un costado para evitar quedar frente a él.


– ¿Por qué luces tan incómodo? – Me preguntó divertido. Aun así, no me había pasado inadvertido su descontento por mi acción, razón que ahora le obligaba a sujetarme de la barbilla para obligarme a mirarlo.


– ¡Estas aplastándome! – Me quejé, mientras rehuía a su toque. – Ya basta, quítate. – Bramé fingidamente molesto, mientras con mi propio cuerpo y mis manos intente hacer contra peso y quitármelo de encima, no quería que volviéramos a pelear, pero tampoco lo quería sobre mí.


Para mi sorpresa no pude moverlo ni tantito, intenté sentarme sobre la cama y empujarlo, pero cuando estaba a punto de lograrlo, puso una de sus manos en mi pecho y me obligo a recostarme de nuevo.


– ¿Ha donde crees que vas? – Me cuestionó con seriedad. Y la aspereza con la que me habló me dejo pasmado, al igual que esa extraña fuerza que no le conocía.  Le miré confundido, esa expresión severa en su rostro, no me gustaba.


– Estoy hablando enserio, Steven… Quítate o te vas a arrepentir. – Bufó irónico y eso me molesto, coloqué mis manos sobre sus hombros y luche por apartarlo, forcejeamos, pero realmente no me dejaba moverme. – No estoy para historias, déjame dormir. – Hablé molesto. Entonces intente algo que nunca antes había hecho. Golpearlo, pero se anticipó a mis pasos y en menos de lo que esperaba volví a quedar debajo.  


Sea lo que sea que Steven estaba tramando, no era un juego. Y tampoco él estaba para contar historias sobre anguilas y sus cuevitas, lo comprendí cuando me miró molesto y sujetando mis manos a mis costados con más fuerza de la necesaria, se deslizo sobre mí cuerpo hasta que nuevamente quedamos de frente. La forma carnal en que se restregó al acercarse, prendió una alarma en mi interior. Pero él no haría algo así, no, no mi Steven.


– ¿No es enserio? ¿Cierto? – Únicamente me miraba de manera depredadora, y eso hacía que mil cosas pasaran por mi mente. – No me jodas, Steven… – La sonrisa traviesa que se dibujó en su rostro, me dejo sin palabras, si, él planeaba joderme.


Mi instinto me dijo, huye. Pero tan pronto como lo pensé, él negó con la cabeza.


– Sé que eres inteligente, así que créeme, esa no es buena idea. – No importa como lo haya dicho, aquello había sido una amenaza. – Voy a hacer que recuerdes la puta historia de principio a fin, así que lo mejor para ti es que cooperes.


Se acercó un poco más y nuevamente rehuí mi rostro de él, no me importaba lo que había dicho, tampoco la tendría fácil. Nuevamente negó con la cabeza, y aumento la presión que ejercía sobre mis muñecas, mientras prácticamente se sentaba sobre mí, aunque sea vergonzoso de reconocer, innegable erección. Hubo un quejido de mi parte, mismo que Steven aprovecho para alcanzar mis labios. Fue rudo, sus labios se mostraron posesivos sobre los míos, obviamente no iba a corresponderle, estaba fuera de mí, atónito por su comportamiento y aunque duela reconocerlo, estaba asustado. – Ya que estas aquí, porque no intentas disfrutarlo. – Sugirió el muy sínico, mientras se separaba un poco de mí, dejándome respirar.


– Ya suéltame… – Me quejé. – No quiero seguir con esto.


– ¿Con qué? – Me cuestionó como si realmente no supiera.


– Eres un maldito ninfomaníaco, doble cara… 


– ¡Ya basta! – Gritó enojado. Creo que esta era la primera vez que me levantaba la voz, en realidad esta era la primera vez de muchas cosas entre Steven y yo. – ¿Y que si lo soy? Tu eres un estúpido doble moralista y jamás te he juzgado por eso ni por muchas otras cosas, aun si he podido hacerlo, todo este tiempo he guardado silencio. No hables ni me mires como si estuviera infringiendo alguna ley… Por si no lo has notado, esta es “mi” casa, estas en “mi” habitación, entre “mi” cama y “mis” sabanas y eres “mi mejor amigo”… Solo estoy tomando lo que pertenece. – Se burló.


– Yo no soy de tu propiedad… – Aseguré ofendido. – Tuya ni de nadie.


– Lo que está en mi cama es mío, yo no te pedí que vinieras… Así que aun si solo es esta noche, tú me perteneces. – Hubiera sido útil reaccionar antes de que atara mis manos con las orillas de la sabana que había pasado por los tubos de la cabecera, o disculparme con él por todos los errores cometidos y evitar llegar a esto.


Pero no había sucedido, y ahora sus manos aprisionaban mi rostro mientras me besaba, ya no como la primera vez, lo hacía lento, casi con ternura. Sus labios estaban tibios, húmedos y tersos, su respiración ligeramente acelerada, sus manos heladas me hicieron tiritar. No supe si solo lo sentí yo, pero la temperatura comenzó a aumentar, mi piel se calentaba mientras se volvía resbaladiza y se forraba de la transpiración de nuestros cuerpos. Steven estaba muy concentrado en lo que hacía, y aun si mi orgullo me impedía aceptarlo, besaba muy bien y me moría de ganas por corresponder a esos dulces labios con los que más de una vez había fantaseado. Sus manos bajaron por mi cuello hasta mis hombros, se estaba acomodando sobre mí y aunque intente callarlo, un gemido se me escapo por el roce de nuestros cuerpos.


Sonrió sin dejar de besarme y una de sus manos se aferró al cierre del abrigo que me había prestado, intentaba bajarlo, pero le estaba costando mucho trabajo lograrlo. Se enfurruño y alejándose de mis labios volvió la vista a la ropa.


– Es una señal… – Me burlé, él me miró con molestia. – Te lo advierto de una vez, no vas a conseguir más que esto y una patada en el… – Si, bueno, esa era una forma muy original de hacer callar a alguien, aunque también era una bajeza aprovechar el que yo estuviera expresando mi descontento, para que introdujera su lengua en mi boca.


Un escalofrió me recorrió, y aunque mi mente se negaba, mi cuerpo comenzó a responder ante esa insinuante caricia, Steven prácticamente chupaba mi lengua, logrando que la saliva entremezclada se volviera como hilos de telaraña que unían nuestras bocas. Si, la forma en que lo hacía no solo era excitante, sino también placentera. Se detuvo un momento. Estuve a punto de quejarme, pero me contuve.  Respiraba pesadamente, mientras que yo sentía que me ahogaba por la falta de aire, sus manos peinaron mis cabellos hacia atrás, lo comprendí, quería ver mi rostro, y como por arte de magia me llene de vergüenza. Me acaricio de nuevo con cierta vehemencia y podía sentir su mirada fija sobre mis parpados cerrados, los abrí lentamente y sus iris color miel saludaron a los míos azules, más cerca de lo que deberían. Su mirada ahora era distinta, la pasión y ese brillito voraz en sus ojos aún seguía, pero también había algo más, su trato hacia mí también era distinto, más tierno, delicado. Como si yo fuera alguien a quien él necesitara amar.


– No puedo creer que en verdad te guste esto… – Yo era el menos indicado para decirlo, y aun así lo murmuré con fingido desprecio, mientras observa como Steven reía tan sutilmente.


– ¿Quién era el que quería que le demostrara cuanto lo quería? – Me acusó con amabilidad. Era gratificante que me mirara tanto y con tanta atención, pero al mismo tiempo me ponía nervioso.


– Pero no de esta manera, además, yo solo quería que lo dijeras….


– Esta es la única manera que tengo de quererte a ti. – Aseguró – Aun si no es la mejor, es un riesgo que pretendo correr. Porque al parecer, si no te lo digo, no vas a notarlo.


– ¿Notar que?


– Enserio, ¿no te has dado cuenta? – Deshaciendo el nudo, tomó una de mis manos y la puso a la altura de su corazón, mientras decía – Estas aquí, aquí lates…


Su declaración hizo algo más que tomarme por sorpresa, también deshizo todas mis barreras, mis miedos. Y lleno mi alma de cierto alborozo. Entonces, cuando creí que no podría hacer nada más dulce y tierno que aquella declaración, beso la palma de mi mano y  mirándome con firmeza dijo – Te quiero, te he querido y te seguiré queriendo. Si en verdad, esto no te agrada,  es este el momento de que te vayas, toma tus cosas y no mires atrás para ver lo que dejas. Y a lo que ya no podrás volver jamás.


– ¿Quieres que me vaya? – Pregunté más por decir algo que por, realmente, haber entendido a lo que se refería. Resultaba que ahora estaba muy cómodo en el lugar en el que estaba.


– ¡Quiero que te quedes! – Respondió de inmediato con la mirada atormentada. – Deseo que disfrutes esto tanto como yo, pero eso no va a suceder, si realmente te estoy obligando. – Se mostró débil por unos segundos, el mismo tiempo que me tomó a mí alcanzar sus labios.


– Ya los extrañaba… – Confesé de manera espontánea mientras lo besaba. Al darme cuenta de lo que estaba haciendo me asuste de mí mismo y quise retractarme. Que carajos se suponía que acaba de hacer. 


Demasiado tarde, Steven ya había vuelto  a tomar el control de la situación y mordiéndome los labios me obligó a abrir la boca, para que negar que le di una cálida bienvenida a su invasora y húmeda lengua. Aquello por muy bien que se sintiera, no duró mucho más, sus manos nuevamente descendían por mi cuello, entonces, hundió su rostro debajo de mi mandíbula, su aliento calento mi cuello, antes de sentirlo morderme suavemente, esa acción me hizo gemir ligeramente y un temblor se apoderó de todo mi cuerpo. Me había liberado del único nudo que me quedaba, así que terminé aferrando mis brazos alrededor de su cuello, acariciando levemente su espalda y obligándole a pegar su cuerpo un poco más al mío. La forma en que besaba mi cuello me hacía estremecer, sentía espasmo, tras espasmo, como si la electricidad misma recorriera cada una de mis arterias. Traspasándome, torturándome, dejándome sin aliento.


Mis caricias hacia él, podían resultar demasiado ásperas y de seguro raspaban su piel aun sobre su ropa, mientras que él, era posesivo pero jamás demasiado brutal cuando esporádicamente sus manos recorrían mi cuerpo. Era como si fuéramos dos esencias diferentes dentro de una misma simbiosis compleja.


Steven volvió a su tarea de quitarme el abrigo y al no lograrlo, término sujetando el cuello por ambos lados y jalo con tanta fuerza que el zipper cedió casi de inmediato, ante la jubilosa sonrisa del que me miraba desde arriba.


– ¿Por qué…?


–Es mi ropa… – Me interrumpió. – Se cómo funciona.


La camisa que traía debajo no fue difícil de desabrochar para él, y el camino de besos que fue dejando por mi pecho desnudo hasta mi vientre bajo me hizo suspirar. Era unos meses menor que yo, no debía de ser tan bueno en esto, la forma en que me hacía sentir, me gustaba y al mismo tiempo, hería mi orgullo. Pues literalmente, me estaba deshaciendo ante sus caricias. – No siempre la experiencia derrota al talento. – Sugirió, adivinando mis pensamientos. Era un presuntuoso patán.


 Sus labios atraparon uno de mis pezones, y tuve que soltarlo para cubrirme la boca con ambas manos y acallar mis gemidos que pugnaban por salir. No era justo, él se veía tan sereno y yo temblaba y sudaba como nunca antes en mi vida. Una de sus manos comenzó a acariciar mi otro pezón, a endurecerlo, mientras su lengua daba tortuosos círculos alrededor de su sensible víctima.


– Steven… Steven… Steven… ¡Basta! – Repetí pausadamente mientras suspiraba. Debió entender mal el mensaje, o simplemente decidió ignorarlo, porque descaradamente comenzó a succionarlo, fue imposible no gritar.


Nuevamente fui acallado por los besos de sus posesivos labios. – ¡No grites! Mis padres duermen… – Me regaño. – Relájate…


– ¿Cómo diablos quieres que me relaje si me tocas de esa manera? – Le cuestioné molesto.


– No puedo evitarlo, todo tú eres delicioso. – Declaró relamiéndose los labios como una respuesta al goce que sentía al hacerme sufrir de esta manera,  provocándome mucha más vergüenza de la que ya de por sí, sentía.


Sonrió complacido, y volvió a hacer esos extraños movimientos con su boca, mientras su lengua volvía repasar sus labios, no me importaba que fuera raro verlo actuar de esta manera, porque se veía enfermizamente sensual haciéndolo.


Con la misma volvió a su tarea de torturar mi cuerpo, mientras que una de sus manos descendía un poco más abajo, hasta el seguro de mi cinturón, que resguardabá con recelo la única parte de mi cuerpo que no había sido explorada por Steven y que ya dolía por la falta atención. Luchó contra ese seguro, y comenzó a desesperarse al notar que no quería ceder.


– Es lo bueno de la ropa de marca… – Me burlé.


– ¡Quítate el pantalón! – Ordenó apurado.


– Hazlo tú si tanto te urge… – Le reté.


– Así que aún puedes hablar… – La sonrisa se me borro en cuanto note como emanaba de él una perversión grotesca y prohibida. – Te prometó que eso va acambiar...


Su mano bajo hasta el bulto que estaba en medio de mi entrepierna y comenzó acariciarlo aún sobre la tela, se sentía tan jodidamente bien, que no hubo forma de no gemir. Entonces, algo inesperado, sus manos fueron sustituidas por sus labios, jamás antes tuve tanta prisa para quitarme los pantalones, pero ahora Steven me lo impedía, y seguía besando con extremada lentitud mi erección, no me importaba que fuera sobre la tela del pantalón, mismo que odie por ser tan grueso, podía imaginarme esos sublimes labios sobre mi piel sensible. Lo quería ya, lo quería ahora.  


– ¿Tienes prisa? – Se burló con sorna. La mayor parte del tiempo, Steven podía ser más caballeroso que cualquier otro hombre en el mundo, pero había momentos en los que llegaba a ser latoso e idiota a niveles apenas aguantables.


– Ah, me desesperas… – Me quejé molesto.


– Estoy haciendo algo más que desesperarte. – Su mano me apretó con fuerza y me queje ante el contacto, Steven sonreía con amplitud, mientras mi rostro se retorcía en una mueca que oscilaba entre el dolor y la gracia, sí, gracia, como resultado de la vergüenza que sentía. Como una variedad de sonrisas formuladas cuando uno se ríe de su propio dolor y no es que estuviera saliendo a flote mi lado masoquista ni ninguna de sus variantes.


– Desabrocha el cinturón… – Ordenó sin soltarme, obedecí, por supuesto que lo hice.


Steven volvió a subir a mis labios, pero una de sus traviesas manos se metió por debajo del pantalón e inclusive por debajo de mi ropa interior, recorrió el camino de vello, hasta alcanzar mi endurecido miembro. Cada parte de mi cuerpo que tocaba, ardía. Steven tanto con sus dígitos la punta de mi falo, volviéndome a causar espasmos y sonoros gemidos que se escapaban de mis labios aun mientras él me besaba. Estaba tan sensible ante su tacto que me sentía como una jovencita en su primera vez. Recibí un espasmo violento cuando sentí su mano cálida estimular casi con ternura la cabeza de mi miembro.


– Steven, vas a matarme…– Exigí ser besado, estaba portándome bien, merecía recibir lo que quería y él terminó dándomelo. Mientras más rápido frotaba sus dedos en mí, más brusca y desesperada se volvía la necesidad que sentía de sus besos y caricias. Y Steven realmente no me decepcionó, sabía cómo darme lo que necesita de la manera adecuada, ante mi necesidad, dejó de ser amable y tratar con respeto lo que su mano acariciaba, comenzó a friccionar con sus dígitos la suave carne de la punta, provocándome temblores exabruptos y soltar un inconfundible gemido de placer, mismo que hizo reír a Steven. Intente decirle que aumentará la velocidad, pero tal y como había prometido, me había dejado sin habla, envuelto en un mar de sensaciones placenteras que hacían de mi vida y del mundo un mejor lugar para vivir. Y quizá no pude hablar, pero Steven comprendió mi desesperación e hizo algo mejor que aunmentar la fricción, prácticamente engulló la punta de mi miembro, Ni siquiera fui consciente de en que momento me habia despojado del pantalón. Su lengua saboreaba plenamente mi carne, y nuevamente los jodidos espasmo me hicieron temblar, el agarre de mi mano empuñado en su sedoso cabello se fortalecía, conforme sentía su boca y sus labios succionar vehementemente, hacia todo tipo de movimientos ricos que cada vez me causabán más placer.


Comencé a gemir ruidosamente, mientras de manera inconsiente le nombraba con cierta dulzura. Entonces, cuando creí que no aguantaría más Steven, tragó todo la extensión de mi hombría, su lengua recorría desde la base hasta la punta, era tan insoportable y delicioso el modo en que lo hacía, que sentía que en cualquier momento perdería la razón. Un par de succionadas más y un aullido agudo y ronco se escuchó desde lo más hondo de mi pecho.


Entonces, en medio de todo ese placer, desperté desorientado. Mi cuerpo estaba bañado en sudor y mi respiración agitada me impedía tragar el aire suficiente, Steven descansaba profundamente dormido de espaldas a mí. – Un sueño… – Susurré aun sin poderlo creer del todo. – Todo ha sido un puto sueño... y tuve que desvertar justo ahora.

Notas finales:

Feliz año nuevo!!!


Jajajajajaja Taiga, no me mates. De esta manera se nos ocurrio, era la unica forma en la que podría suceder, teniendo en cuenta que no estan en sus roles verdaderos. 


Espero que te haya gustado, francamente no soy muy buena en eso de los lemón. Si te interesa la continuación veremos que se puede hacer, sino, la historia seguira el curso que se tenía planeado. Me divertí mucho asiendo esto, aunque es dificil desempolvarse, llevaba meses sin escribir, algo que siquiera se le parezca. 


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