Un día, mientras su madre fumaba cigarrillos en la cama y su padre azotaba la puerta del frente gritando obscenidades, se preguntó si eso era el amor: gritar, herir, golpear y en una que otra ocasión olvidar las rencillas para entregarse al sexo. Una idea que no cambio demasiado a lo largo de los años en esa casa donde todos parecían ir y venir sin rumbo alguno, donde su hermano llevo a tantas mujeres como su padre. Donde lentamente aprendió a cuidarse solo, ser “rudo” y a no esperar nada de los demás.
Se trataba de un pequeño pueblo, donde nadie conocía los besos, los abrazos entre hermanos o la compasión. Un lugar de gente dura que jamás le permitió derramar lágrimas o quejarse. Ya fuera por la prematura muerte de su madre, la partida de su único hermano, o el abuso de ese bastardo que durante años lo obligo a llamarlo “padre”.
No había tiempo para buscar refugio, o esperar a que Meerle volviera y le quitara de encima las manos de ese hombre. Aprendió luchar por con sus propios medio, a resistir, perdonar y en algún momento a aceptar ese retorcido concepto de amor violento y desentendido propio de cualquier hombre respetable de por allí.
Para Daryl el cariño, eran los interesados “te quiero” de su hermano, las crueles “lecciones” de vida que le dio su padre y las toscas caricias seguidas de indiferencia de aquella mujer cuyo rostro había olvidado hace mucho tiempo.
Un amor que en retrospectiva lucia vacío. Un amor que antes de Rick no era sino pantalla de un corazón falto de afecto y que al que ya no estaba dispuesto a regresar.
− ¡¿Qué demonios crees que haces?! _pregunto Meerle interponiéndose en su camino, en medio de aquella transitada avenida que de pronto se volvió el foco de atención del pueblo_
− ¿Qué parece que hago? _soltó el cazador con un tono firme, viendo sin una pisca de vacilación dentro de ese par de ojos celestes que por años lo hicieron temblar_ Voy por mi grupo.
−Y una mierda… vas a regresar tu trasero a la enfermería.
El Dixon menor le dedico su fría mirada por un par de segundos, sintiendo esa vieja sensación que siempre lo acompaño, recorriéndolo de nuevo. Ese leve temor que en el pasado lo hacía obedecer la voz de su hermano, un miedo que quedo enterrado hace mucho. Quizás en una de esas tantas ocasiones en las que su vida no necesito de Meerle para tener un sentido, quizás en una de esas tantas ocasiones en las que las palabras del hombre resultaron ser falsas. Quizás, para ser más exactos, en el momento en el que lo creyó muerto, y es que por cruel que pareciera, esa fue la primera vez que sintió la libertad.
En su ausencia, descubrió que era capaz de todo aquello en lo que él lo consideraba inútil, y mucho más. Descubrió talentos y sentimientos que nunca pensó tener. Encontró un lugar, un camino, una familia, e incluso, a un hombre por el que sería capaz de dar la vida.
Ya no era el cobarde ingenuo que Meerle dejo en aquel campamento, ya no era el un tonto hermano menor al que podía manipular. Y le importaba un carajo que el sujeto hubiera resurgido milagrosamente de la muerte o el destino hubiera conspirado para que volvieran a encontrarse, no iba a permitir que se pusiera en su camino una vez más. Si su grupo lo necesitaba; él iba a ayudarlos, aun si tenía que pasar sobre su hermano y patearle el trasero en el proceso.
−Voy a buscar a mi familia… _soltó de forma definitiva, dejando al sujeto con la palabra en la boca y el rostro descompuesto_
Su hermanito, jamás le daría la espalda, pensó Meerle viéndolo marcharse sin dedícale siquiera una mirada de arrepentimiento. Su ingenuo Daryl, nunca podría en duda sus palabras o les pasaría por encima. No, ese sujeto decidido que caminaba con su ballesta en la espalda directo a la salida de Woodbury, no era el mismo que recodaba; eso lo hizo rabiar, pero sorprendentemente, también lo lastimo.
− ¡Yo soy tu familia! _exclamo colocándose detrás de él, en esa apresurada caminata hacia el portón, mientras las miradas de los vecinos se posaban sobre el sorprendidas_
Después de todo, Meerle Dixon, la desalmada mano derecha del gobernador, parecía tener un corazón; uno muy susceptible a su hermano menor.
−Joder Daryl… _continuo desesperándose ante el silencio de su hermano_ ¿Ya olvídate lo que hablamos ayer? ¡Soy tu sangre! ¡El único capaz de querer a un bastardo como tú! Ellos ni siquiera saben lo que hiciste, lo que planeabas hacerles… ellos no saben todo lo que yo sé de ti…
− ¡Tú no sabes nada! _exclamo el menor girándose momentáneamente, con una mirada que no necesito más de dos segundos para decirle a Meerle todo lo que estaba pensando_
Un peso culposo cayó sobre el hombre al ver esos hermosos ojos azules lastimados. Azolados aun por el dolor que le provoco en su niñez al abandonarlo con su padre, rencorosos por las cosas que estuvo metiendo en su cabeza todo esos años y decididos, dispuestos a dejarlo sin más para ir detrás de su grupo. Ante eso no pudo más que rendirse y verlo atravesar el muro, hacia el bosque infestado de caminantes, ese ya no era su pequeño hermanito.
Sin embargo, al ver su figura desapareciendo entre el espesor, no pudo solo girarse y olvidarlo; como habría deseado hacer. Sintió el dolor de la pérdida arrancándole un pedazo importante de su seco corazón y momentos después se encontraba corriendo detrás de él. No iba a perder a su hermano una vez más.
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El Dixon menor lo escucho caminar a su lado sin soltar una palabra. Entendía perfectamente su intención de acompañarlo, pero no estaba seguro de lo que eso implicaba. Meerle no era de los que cambian o se arrepienten, no era la clase de persona que dejaría pasar su traición y lo ayudaría a encontrar a las personas por las que lo abandono. Pero allí estaba, una hora después de haber iniciado el recorrido en busca de un rastro; diciéndole por donde podrían haber ido y mostrándole un camino más despejado hacia el rio.
Rick y el grupo debían haber vuelto la noche anterior, no era un recorrido tan largo. De hecho, era casi imposible perderse si llevaban un mapa. La noticia de su retraso lo había golpeado de forma fuerte, fue algo que lo sacudió por completo regresándolo de golpe a la realidad incierta que había allí afuera.
No pudo simplemente sentarse y seguir las indicaciones del médico o creer en las palabras de Philip cuando le decía que quizás era un simple contratiempo y que enviaría hombres a buscarlos. Tenía que ir y ver con sus propios ojos a sus hijos, y es que ya los sentía como propios. Tenía que hallar a Rick y encontrar la forma de mantener al grupo unido, y es que, a estas alturas, ya no había otra cosa que pudiera completar tan bien su idea de la felicidad como estar junto a esas personas.
− ¿Qué fue lo que te hizo? _escucho preguntar a Meerle de golpe y con un tono serio, algo quebradizo que nunca había oído en el_
− ¿El viejo? _pregunto adivinando, sin atreverse a devolverle la mirada_
Pudo escuchar un sonido de afirmación entre el de sus pasos sobre las hojas secas, mientras apretaba el agarre sobre su ballesta y se preparaba para contar algo que quizás debió decir hace mucho tiempo; cuando aún no era tarde para pegarle una paliza a su padre.
− ¡¿Qué te hizo ese bastardo?! _pregunto de nuevo Meerle sintiendo la ira carcomerlo_
−Cuando te fuiste… _empezó Daryl manteniendo la vista al frente_ el paso toda una temporada bebiendo. Volvía de vez en cuando para buscar dinero y desaparecer otra vez. Ya no estaba mamá para discutir y hacerlo volver a casa, así que solo se olvidó de mí. Yo me las arregle… pero cuando los servicios sociales empezaron a inmiscuirse y el volvió, ya no era el mismo. Pasaba la mayor parte del día echado en el sillón viendo la tele, dejo de llevar mujeres y salir por allí, y un día…
Vio hacia atrás para confirmar que Meerle aún le ponía atención. El sujeto parecía perdido en su historia. Expectante, tenso… angustiado por un relato que no quería escuchar, pero de igual forma necesitaba conocer.
−Él se acercó a mí en el pórtico y me llevo adentro _continuo empezando a sentirse nervioso_ sabía que algo no andaba bien, así que intente huir, pero me alcanzo, me golpeo hasta que no pude levantarme y me obligo a desvestirme…
Pensó que no era necesario continuar, que el resto era obvio y no tenía por qué atormentarse a sí mismo contando los detalles de ese traumático evento que desato una cadena de destrucción en su infancia. Pero al dirigir la vista hacia su hermano, el seguía expectante, realmente quería oírlo completar la oración y acabar con el asunto. Una parte dentro del hombre quizás tenía la esperanza de que lo que fuera a escucha no sería tan grave, pero no tuvo esa suerte y su corazón sufrió una puñalada traicionera al ver a Daryl detenerse y decir:
−El me violo… _una breve pausa precedió a las palabras apresuradas que soltó después_ lo hizo de las maneras más horribles, me golpeo una y otra vez, me obligo hacer cosas asquerosas y yo… _se quebró sintiendo sus ojos empañarse_ no pude hacer nada. Lo intente Meerle, de verdad intente detenerlo, pero era tan débil que…
Su voz dejo de salir cuando el repentino peso de los brazos de su hermano lo rodeo. Su cuerpo quedó paralizado ante ese suave contacto que en su vida jamás creyó llegar a sentir de parte de ese hombre. Era amable, reconfortante, cariñoso… todas esas cosas que Meerle nunca le mostro a nadie y que lo llenaron tanto que casi sintió reparado el daño que le hizo al abandonarlo.
−No eras débil… eras un niño _escucho sus palabras roncas a su oído_ lo siento, de verdad lo siento _lo apretó más fuerte_ si ese maldito estuviera vivo, lo destrozaría… _Y el rencor en esas palabras era genuino, tan real como el que el mismo sintió consumiéndolo por tantos años hasta que decidió perdonar_ No dejare que nadie vuelva a ponerte una mano encima. Antes le arrancare la piel y lo entregare en pedazos a los muertos…
Y puede que esas promesas no tuviera tanto valor ahora que él ya era un hombre capaz de protegerse a sí mismo, pero lo hicieron sentir amado, en una forma que quizás anhelo toda su vida. Por primera vez, quizás, sentía el verdadero cariño de un hermano mayor.
−Gracias, Meerle _alcanzo a pronunciar devolviéndole el abrazo al hombre y dándole un fuerte apretón antes de alejarse y desviar la mirada abrumado por la situación_
El otro Dixon parecía igual de desubicado al finalizar el contacto. Al parecer ambos eran igual de torpes en todo de lo que de afecto se trataba.
De forma un poco tensa, pero compartiendo cierto aire íntimo y satisfecho continuaron el camino, hablando solo cuando era necesario y evitando verse a los ojos por demasiado tiempo. En definitiva los Dixon acababan de dar un gran paso.
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Al menos media hora después, mientras una leve briza se escurría entre las hojas indicándoles que estaban por entrar a terreno abierto ambos hombres se quedaron inmóviles viendo fijamente un punto en la maleza. Un movimiento brusco se había dado alertándolos de la presencia de un tercero, cosa que se tomaron con cautela elevando sus armas y rodeando el punto.
−No te separes demasiado… _indico Meerle viendo al menor avanzar en una dirección desconocida_
El cazador solo asintió listo para volver; al parecer se trataba de una falsa alarma, o muy probablemente de un caminante atorado entre los matorrales. Pero la entonación de una voz conocida lo hizo correr sin pensárselo dos veces.
− ¡Daryl! _había sonado la voz de Carl en la profundidad del bosque_
− ¡Carl! _le llamo mientras lo buscaba nerviosamente con la mirada entre los grupos de árboles que dejaba atrás_
Sus brazos se extendieron hacia el frente lanzando su ballesta a su espalda en cuanto la figura del muchacho se alzó frente a él y de forma efusiva lo abrazo levantándolo del suelo.
Sentir esos pequeños brazos alrededor de su cuello fue glorioso. No podía controlar su corazón excitado, era como si no lo hubiera visto en años y todo su cariño explotara ansioso por tenerlo de nuevo con él.
Meerle se aproximó contemplando la escena con cierta distancia de por medio. Para el, era algo extraño. El afecto que parecía existir entre esos dos lo hizo sentir desconcertado, pero luego de ver la sonrisa de su hermano, esa amplia y radiante sonrisa que no veía desde aquella navidad en la que lo dejaron conservar un perro callejero y corrió por todas partes casi por dos semanas con el animal pegado a él, hasta que su padre decidió sacarlo a patadas; lo hizo sentir conmovido. Tuvo que aceptar que su Daryl había desarrollado lazos con alguien más, tuvo que admitir por mucho que le pesara, que lucía feliz y tuvo que resignarse a pensar en ese grupo de extraños, como personas importantes para su hermanito. Aunque claro, el seguramente sería una historia muy distinta y complicada para ellos.
− ¿Dónde está Judith? _pregunto el cazador viendo a Carl correr rápidamente hacia el tronco de un árbol_
La niña ya hacia acostada en el interior y extendió los brazos en cuanto vio a su hermano, pero una sonora risa salió en cuanto noto la presencia del cazador, haciéndola revolverse para pedir su atención.
Daryl la tomo plantando en su cabeza un par de besos. La meció un par de veces sintiéndola babeando contra su pecho y luego se tomó unos segundos para verla a los ojos y asegurarse de que su mirada vivaz y curiosa siguiera allí.
−Papá, Michonne y Glenn, deben estar de camino hacia acá. Carol está escondida río abajo y Maggie no debe andar muy lejos; nos separamos para buscar comida _explico el muchacho, seguro de lo ansioso que estaba Daryl por saber de ellos_
− ¿Qué ocurrió? ¿Por qué no volvieron ayer?
Carlo vio a Meerle, inseguro por su presencia. Según recordaba estaba muerto. Volvió la vista hacia Daryl y presiono los labios delatando que lo que estaba a punto de contarle no le iba a gustar.
−A mi papá le gustas mucho, no creo que quiera engañarte, pero…