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PLACERES LIGEROS por NYUSATSU NO AI

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Notas del capitulo:

Parte I:Solo imagina lo precioso que puede ser arriesgarse y que todo salga bien.

Relata Dante.

 

Parte II: Conozco el miedo pero la pasion me hace valiente.

Relata Steven.

 

parte III: Intentaba alejarlo de mi, pero en el fondo tenia esperanzas de que quisera quedarse.

Relata Izak.

 

Parte IV:No todo principe esta en busca de una princesa...

Relata Dante.

 

 

JUEVES EN LA TARDE

DANTE

– ¡Señor, le buscan abajo!

Los suaves toquidos en la puerta seguidos de la voz de una de las muchachas de la limpieza me hicieron abrir los ojos, en un primer momento me sentí desorientado, no sabía si ya era el día siguiente, ni la hora exacta y las cortinas cerradas no ayudaron. Intenté tomar mi celular que descansaba sobre la cómoda, pero descubrí que mis manos estaban ocupadas. El cuello me dolía  por la posición en la que me había dormido, estaba sentado sobre la cama con la espalda recargada sobre el cabezal, Steven dormía tranquilamente entre mis brazos que lo aprisionaban posesivos, como si temiera que fuera a escapar, y su rostro se resguardaba sobre mi pecho.

Al menos, uno de los dos parecía estar completamente cómodo. Una de mis manos, deshizo el agarre sobre su cintura y acaricio sus cabellos. Se veía hermoso cuando no me peleaba nada, o cuando se mostraba como ahora, relajado, completamente sereno. Y sobre todo, cuando sabía que estaba seguro entre mis brazos. Siendo solo mío, y de nadie más.

– ¿Señor? – Insistió la muchacha.

– ¡Ya voy! Bajaré en un momento… gracias. – Cuide de no hablar muy fuerte de manera que pudiera despertarlo, ahora mismo, mientras lo acariciaba, pude notar que tenía algo de fiebre, quizá eso del frio que había sentido al medio día no había sido mentira.

Con mucho cuidado y sin quererlo del todo, lo aparte de entre mis brazos, recostándolo suavemente sobre las almohadas. Lo acobije y me despedí momentáneamente de él, no sin antes dedicarle una última mirada.

Mientras bajaba las escaleras, me topé con mi nana, Mireya había dedicado su vida entera a cuidar de mí, incluso desde antes que naciera, actualmente, su trabajo consistía en revisar el trabajo de las más jóvenes, regañarme y hacerme postres, de todo lo demás, respecto a lo mío, se encargaba Steven. Y de la casa, las chicas. 

– ¡Mireya! Qué bueno que te veo, pide por favor que le suban un Té caliente al señor y dos Acetaminofén. – Le pedí mientras me acercaba a ella y le dejaba un beso en la mejilla.

– ¿Qué le sucede al niño Steven?

– Creo que se refrió… ¿Puedes encargarte de lo que te pedí? – Ella asintió de inmediato, así que me dispuse a seguir con lo que hacía.

Nadie entra a la casa a menos que yo lo autorice, esa había sido mi orden y ahora cada vez que alguien llegaba se le hacía esperar en una vistosa sala de la terraza principal. Caminé hacia el lugar y mi desagrado fue imposible de ocultarse al ver de quien se trataba.

– Izak…

– Hola, primo… por favor, no tienes que alegrarte tanto de verme… – El aludido paso de mí y rodeándome entro a la casa.

– Mi padre no está… y mi madre ha viajado a los Ángeles, volverán dentro de tres días…– Le dije mientras instintivamente le seguía de cerca. Para mí la idea era clara, mis padres no están, así que vete por donde viniste. Y esperaba que lo comprendiera. 

– Gracias por la información que no te pedí… Pero no vengo a verlos a ellos. Son mis tíos… ¿sabes? Estoy enterado que no están. – Lo que me faltaba. Lo vi tomar asiento en la sala principal, se acomodaba a sus anchas como si fuéramos familia. Cierto. Somos familia, pero detestaba su excesiva confianza. – Quiero hablar contigo…

– ¿Tiene que ser ahora? – Pregunté con impaciencia. – Porque lo lamento, pero estoy ocupado…– El gesto de decepción y escepticismo de Izak me incomodó.

– Ya estamos aquí, porque no solo te sientas e intentas tener una amable y simple conversación conmigo. – Mientras hablaba señalo un espacio a su lado en el sillón y con otro gesto me invito a sentarme.

– No me malentiendas pero, en verdad, estoy ocupado…

– ¿Haciendo qué? – Me cuestionó ligeramente ofendido. – ¿Le estas contando los cabellos a tu amante?

– Algo así… – Contesté en tono consiliatorio mientras me sentaba frente a él.

– ¡Me refería a Steven!

– Lo sé… – Me limité a contestar.

Izak ardió de cólera frente a mí, él tenía la culpa por meterse donde no debía.

– No es gracioso Dante, por el contrario es asqueroso, así que deja de tomártelo tan a broma. Que te liguen con alguien como él no es algo para presumir. Él no es como notros, no es de nuestra clase y por si eso fuera poco, es…raro.

– ¿A qué te refieres con que es raro? – Pregunté con extremada seriedad, a estas alturas ya no me extraña que Izak se refiriera  a Steven de manera tajante, pero era la primera vez que mencionaba algo como esto. – No le veo nada inusual…

– ¿Por qué será? – Habló y cada silaba de esa pequeña oración salió cargada de ironía. Me miró en silencio durante unos segundos, su rostro se relajó un poco y resoplo con aire derrotista. – ¿Es enserio? ¿No te has dado cuenta de lo rara que es su relación? – La sola mención de la última palabra le causo un espasmo. 

– Steven es mi mejor amigo…

– ¡No, no y rotundamente no, Dante! – Gritó molesto. – Hazte un favor y deja de engañarte, ese tipo está usándote… Date cuenta, controla cada aspecto de tu vida. Desde lo más simple hasta llegar a influir en tus decisiones. Todo el tiempo está flotando a tu al redor, haciendo que mires el mundo de la manera en la que él lo ve.  Te ha vuelto un ser sin voluntad, por dios, mírate… Incluso cuando me acerque hace un momento, pude sentir su olor sobre ti. O ¿Me vas a decir que ya cambiaste de perfume? ¿Ahora te van los olores dulces?

– No crees que estas exagerando… – Intenté defenderme mientras olía mi ropa. – Yo no siento nada. Y ¿Cómo es eso de que me está usando? Steven no va tras mi dinero si eso es lo que te preocupa. – Aseguré con suficiencia.

– Eso es porque estas tan inmerso en él, que lejos de su cuerpo contoneándose de aquí para allá y su brillante sonrisa no puedes ver nada más. Ya te atrapo. Te tiene en sus redes, están juntos todo el día, no me extrañaría que ahora mismo este aquí. Desde niño se la pasaba colgado a ti diciéndote que te quería… que tú eras, su máximo. ¡Es tan irritante! – Agregó mientras se tallaba la sien. – Sé que ahora mismo estarás pensando que no es asunto mío, pero eres como un hermano menor para mí, y estoy preocupado por esta situación, fui a verte jugar, y la manera en la que te mira me asusta.  – Su gesto fue dramático, al punto que rayo en lo chusco. – No te rías, es enserio, te miraba como si quiera devorarte. Sus ojos no se apartaron ni un solo segundo de ti, y cuando te fui a buscar a los vestidores él estaba ahí, a tu lado, sosteniendo tus cosas, solo habían jugadores ahí, ¿Por qué entonces esta él contigo?  

– ¿Acaso no estabas tú también ahí? – Le detuve. – Steven estaba ahí porque yo se lo pedí, él es amable conmigo y se preocupa por mí, sabes que soy descuidado… él se encarga de eso. Y sobre si me mira, ¿Qué hay de malo en eso? No es como si me mirara de alguna manera en especial…– Aclaré. – Entre Steven y yo no hay nada raro, nos tenemos confianza, solo eso… – Me detuve, mi mente conspiro en mi contra y el recuerdo de sus labios sobre a los míos, hizo que la piel se me erizara. Eso no había sido tan normal, pero tampoco lo sentía como algo malo. – Nos tenemos confianza… – Repetí más para mí mismo que para Izak.

– No quiero ni imaginar porque te distrajiste tan de repente… Pero continua, intenta convencerte a ti mismo, de que solo se tienen confianza… – El desconcierto me invadió. ¿Acaso estuvo mal? Si ambos estábamos de acuerdo, no había problema. – Vámonos unos días a la casa de la laguna. – Ofreció. – Ese lugar al igual que a mí, sé que te encanta… este fin de semana ¿Qué dices?

– Lo siento, ya tengo planes…

– ¿Esos planes lo incluyen a él? – Preguntó mientras volvía a molestarse.

– No puede este fin de semana… – Confesé.

– ¡Genial! Porque mi invitación no le incluye. Tu y yo, es probable que también nuestros otros amigos… – Intento venderme su idea y si era atractiva, pero Steven y yo éramos uno mismo, su lugar es a mi lado, no le dejaría solo y menos por tres días, no ahora que Alan lo rondaba tan de cerca.

 

STEVEN

 

A pocas personas las despreciaba tanto como a Izak, tras cada una de sus visitas no nos dejaba nada bueno. Dante se ponía irritable y se perdía de mí durante días, aun si estábamos juntos, se mostraba ausente, perdido en quien sabe qué tipo de pensamientos.

Pero era más astuto que él, yo conocía mejor a Dante que cualquiera de sus familiares. Lo comprendía, sus movimientos me resultaban predecibles, nueve años me había llevado estudiarlo, desmenuzarlo, y nadie, nadie lo apartaría de mí. Esa decisión sería algo únicamente entre nosotros dos.

– Es una buena idea, deberías de ir… – Hablé mientras bajaba las escaleras. Dante se puso en pie y avanzo hacia mí, Izak ladeo los ojos y me miro con desprecio. Estúpido, era lo único que podía hacer contra mí, mirarme de mal modo.

– Ahora también te metes en conversaciones que no te incumben, es propio de los de tu clase…

– ¡Lo lamento! – Me disculpé de inmediato mirando a Dante falsamente avergonzado y triste. – Solo he escuchado lo del viaje y creí que era una buena idea, porque últimamente has estado tan ocupado que he pensado que te haría bien tomar un descanso. – Dante llego a mi lado y posó su mano en mi frente y la otra libre la puso sobre la suya. – En verdad, lo lamento… no ha sido mi intensión. – Aseguré.

– ¿Te tomaste el té y las pastillas? Aun tienes algo de fiebre… – Su amabilidad y el cuidado con el que me tocaba me gusto, sobre todo por la mirada recelosa y desconfiada con la que Izak nos miraba. – No debiste levantarte, es necesario que descanses…

– Me desperté cuando no te sentí a mi lado… – Dante asintió de inmediato. – Pero no pensé que estarías ocupado, mejor me voy. No quiero interrumpir. – Hable mientras hacía gesto de volver a subir.

– Me parece que es la mejor idea que has tenido desde que te conozco… – Intervino Izak, – Te acompañaría a la puerta pero creo que ya conoces la salida.

Realmente podía ser tan despreciable. Lo odiaba, y si no fuera porque Dante estaba ahí. Le hubiera caído a golpes. Pero nuevamente me repetí que debía ser inteligente. Me fingí ofendido, y poniendo la mirada más triste que tenía, la pose sobre el suelo.

– ¡Ya basta Izak! Steven está enfermo ya no lo atormentes más con tus cosas… – Me hubiera reído en su cara si no fuera porque Dante me llevo hasta el sillón. – No tienes que irte, además, si bajaste es porque necesitas algo… ¿Qué es? Me encargaré personalmente que se te dé.  

La verdad es que no, no necesitaba nada, pero cuando Mireya menciono que Izak estaba aquí, supe que debía intervenir cuanto antes. Y si, lo confieso, había escuchado toda la conversación. No me afectaba lo que dijera ese imbécil, pero si lo que Dante llegara a creer o a decir.

– Quería un poco de leche… – Fue lo único que se me ocurrió pedir.

– Te la traeré, ¿está bien tibia?

– ¡Por favor!

Dante se perdió por el pasillo hacia la cocina. Obviamente Izak no dudo en aprovechar la oportunidad de agredirme de nuevo.

– Como puedes pretender que me coma ese chantaje… – Prácticamente escupió las palabras. – Eres pésimo actuando, nadie fuera de mi primo te creería, pero debo aplaudirte tu habilidad para manipularlo. Casi es arte… – Sonreí animado. Logrando que Izak se irritara aún más.

– ¡Gracias!

– Cínico… Pero ni creas que…

– ¡Ya basta Izak! – Hablé levantado la voz pero cuidando que Dante aun no volviera. – Vamos aclarando este asunto, ya me estoy hartando de hacerme el mudo, de callar tras cada una de tus agresiones… Quítate ese complejo de teniente que no planeo ir por la vida cediendo ante tu mal genio. Ese rol de detective que te has puesto, comienza a hartarme, no soy ningún fugitivo. No estoy para tus juegos, solo te exijo, que no intervengas…

Hubiera querido decirle las cosas de otra manera, pero Izak era traicionero, sus empeños de sabotearme no eran nuevos, así que no estaba tan volada la idea de que estuviera grabando nuestra breve conversación, después de todo, él necesitaba pruebas y yo no se las daría. Así que prefería cuidar mis palabras y al mismo tiempo dejarle claro que me ya no iba a quedarme de brazos cruzados.

– ¡Eres una sucia perra chantajista! – Quería hacerme enojar y sabía que lo conseguiría si me hablaba de esa manera.

– No tengo todo el día para discutir estas cosas… pero no creas que no he entendido lo que planeas hacer. Te aviso que no te va a funcionar, aun si lo que quieres es arruinarnos el momento, cuando la puerta de esa habitación se cierre. – Hablé mientras señalaba la habitación de Dante –  Volverá la magia y ni tú ni nadie… podrá evitarlo.

– Te encantaría que yo no existiera… No quiero ni pensar, en lo que harías si no estuviera para impedírtelo. – Su despreció a veces resultaba tal, que no podía no sentirme afectado. Izak tenía sus métodos de la misma manera en que yo tenía los míos, mi desventaja con él es que Dante a pesar de que se han distanciado, aun lo aprecia. Era ese afecto el que me frenaba.

– Para ser sincero, haría lo mismo… – Confesé – Pero si tú no estuvieras, lo haría sin esconderme. – Aquella conversación ya no tenía más sentido para mí, lo que quería ya lo tenía, si Dante no me encontraba en la sala, me buscaría. Así que sin más me puse en pie y me dirigí a las escaleras. Izak seguía diciendo incoherencias a las que francamente ya no quise ponerles atención.

– ¡No lo tendrás! – Amenazó. – Te juro que no lo tendrás… 

– Ya veremos… - Le respondí mientras le dedicaba la mejor de mis sonrisas. 

 

IZAK

 

Steven no era lo que Dante creía, cuando se encontraba a su lado mostraba ese aire débil y delicado, pero yo le conocía  mejor, sabia la clase de arpía que podía llegar a ser. Si bien, me sorprendía que nada de lo que había hecho para separarlos hasta ahora, hubiera funcionado del todo. Si bien, había creado problemas serios entre ellos que normalmente solían costarle muchas lágrimas a Steven y uno que otro moretón por los jaloneos de Dante, de ahí no pasaba y por el contrario, terminaban uniéndose más.

Pero eso no me detendría, mi primo había cambiado tanto en los últimos años. No voy a decir que todo ha sido para mal, pero ya no es ni el recuerdo de la persona que solía ser. Durante el tiempo que vivimos  juntos, nuestra relación era muy buena, Dante era un niño muy sociable y vivaz, algo problemático y berrinchudo, como cualquier otro niño que se sabe y siente consentido. Entonces, un día llegó del colegio diciendo que había conocido a un niño que había llegado de  intercambio y que ahora él era su amigo, y cada día a partir de ese momento, hablaba de él. Nunca después de ese día se separaron, por el contrario, comenzaron a pasar tanto tiempo juntos que nuevamente fui excluido, vivir en la casa de mis tíos ya era lo mismo que vivir con mis padres, Dante se pasaba todo el día en casa de Steven o viceversa. Pero hacia poco más de dos años, que las cosas entre ellos habían tomado otro rumbo, Dante se había vuelto tan posesivo y controlador con Steven que lo sometía de tal manera, que este último no podía hacer nada sin que mi primo se enterara.

Dante ya no soportaba estar lejos de Steven, se preocupaba en exceso y parecía ansioso  si este se le perdía por un momento. Tal y como lo haría una esposa abnegada, Steven se encargaba de la comida, la ropa, atenciones médicas si era necesario, cosas de las escuela que mi primo no entendía, todo, absolutamente todo.  Pero había una doble intención en toda esa supuesta amabilidad, y nadie me quitaría de la cabeza de que Steven estaba enamorado de mi primo, por eso lo volvió un imbécil, un tonto dependiente de él. Mis tíos, nosotros, sus demás amigos, todos podemos irnos y a él parece no afectarle, pero si Steven no le contesta a la primera el teléfono, Dante comienza a sacar conclusiones estúpidas.

Tome un curso de idiomas con Steven, eso fue hace poco más de dos años y ahí pude conocerle, no podría decir que esa una mala persona, pero él tiene una forma extraña de tratar a sus amigos, muchos chicos lo rodeaban en ese entonces y el parecía disfrutar de esas atenciones, no le importaba que Dante hacia tanto coraje de siempre verlo con alguien nuevo.

– ¿Dónde está? Izak… ¿Qué fue lo que le hiciste ahora?  – Su tono ruidoso me devolvió a la realidad. Traía una tasa en las manos, supuse que era la leche.

– ¿Por qué habría de hacerle algo? ¿No crees que te preocupas demasiado por él, teniendo en cuenta que ni siquiera son familia?

– ¡Ya basta! – Exigió molesto. – No te metas con él, no voy a permitirlo, si me preocupo o no, es solo cosa mía…

– Voy a ser claro… – Hablé mientras me ponía en pie. – Quiero que te alejes de él, y no me importa si te enojas, no es alguien bueno para ti, la gente comienza a hablar y la familia está preocupada…

Su cuerpo  enteró se tensó y la molestia  le desdibujó el rostro.

– Vete Izak… – Ordenó.

– ¡Dante!

– No crees que le das demasiado atención a una persona a la que dices despreciar… permitemé dudarlo. – Su voz sonó irónica y él no se contuvo de mostrarmé su molestia. –  Cualquiera que te escuchara hablar diría que estas… celoso.

– ¿Celoso? ¿De él? Por favor…

– No, de mí… – Aseguró mientras me miraba con fijeza como al pendiente de cualquier reacción de mí parte.

– ¿De ti?

– Te molesta como me mira, te molesta que sea atento conmigo, que me cuide y me prefiera, que yo sea una prioridad en su vida, que sea tierno y amable conmigo. Y con esto en mente, nuevamente me pregunto si es desprecio lo que sientes por él…

Me sorprendió el giro que había dado nuestra conversación, y lo fácil que había sido para él llegar a esa conclusión, misma que yo evitaba a toda costa. En un primer momento, no supe que decir, Dante se sintió ofendido, la idea se había instalado en su mente y le perturbaba tal y como había sucedido cuando se enteró de todos esos otros chicos. Me reí, me carcajee con parsimonia y un horrible nerviosismo que solo hacía que mi risa sonará más incoherente.  

– ¿Di-dime como llegaste a esa conclusión? – Le pregunté aun sin dejar de reírme. – Alguien como él solo me serviría para pasar el rato…

Lo que antes fue una fina taza de porcelana quedó reducida a astillas cuando se estrelló contra el piso. La leche salpicó las alfombras y parte de los muebles. Pero no fue eso lo que me preocupo, sino que Dante me había tomado por el cuello de la ropa mientras me empujaba con violencia contra el sillón.

– Es mío… y si te atreves a tocarlo, yo te mato… – Gritó mientras empuñaba sus manos sobre mi rostro, no dude que se estaba conteniendo para no golpearme. – ¿Lo entiendes? Ahora lárgate de mi casa y no quiero que te le vuelvas a acercar.

Se quitó de encima de mí, aproveche esto para levantarme y acomodarme la ropa, Dante no me miraba, se había dejado caer en otro de los sillones y tenía la vista enterrada en el piso.

– ¡No lo tendrás! – Aseguró sin mirarme, me reí porque me recordó lo que yo le había dicho a Steven minutos antes.

– ¡Ya veremos! – Repetí mentalmente mientras me perdía por la salida de la casa.

 

DANTE

 

Ahora podía entenderlo todo, el porqué de su actitud tan severa hacia Steven, ahora comprendía que era porque todas esas atenciones que él me daba, Izak las quería para sí mismo.

Subí vuelto fiera, Steven me miraba con precaución desde la cama, estaba recostado tal y como yo la había estado mientras le abrazaba hace poco menos de una hora. Sentía la ira recorrerme y en un afán de querer desquitarmé tome uno de los floreros que descansaban sobre la mesa y lo estrelle contra la pared, a esto le siguió otro, y otro.

Pero me detuve cuando vi que Steven se ponía los zapatos y juntaba sus cosas.

– ¿Qué haces? – Le pregunté mientras me acercaba a él.

– ¡Me voy! – Respondió a secas. – Discúlpame si no me quiero quedar a ver como destruyes todo lo que hemos construido hasta ahora, sé que ha sido con tu dinero, pero el que rompas estas cosas es como si rompieras nuestros momentos…

– No irás a ningún lado… – Grité.

– !Ya basta Dante! Odio cuando sientes que puedes volverme de cristal… Así que vele bajando dos rayitas a tu intensidad… Si esto fuera una olimpiada, romperías todos los records de arruinarnos el momento, estábamos bien, ¿y ahora qué?

– No me regañes… – Me quejé. – Y ya dije que no vas a ningun lado…

– A ver, una cosa es que de repente me guste darte por tu lado y otra muy distinta que tú te lo creas. Que te vaya quedando claro que yo no soy tu propiedad… – La molestia y determinación con la que me miró me calmo lo suficiente como para ya no querer romper nada más.

– ¿Ahora es un defecto el cuidado que antes me exigías que te diera? – Le pregunté falsamente herido. – Llorabas porque no te hacía caso, ahora te enojas porque me preocupo por ti… Eso me gano por querer complacerte.

– Tienes una idea equivocada de lo que yo quiero recibir de ti…- Suspiró con derrotismo. - Nunca ha sido una exigencia ni una imposición, gracias por preocuparte pero date un respiro y dámelo a mí. Yo no necesito ningún vigilante…– Exigió mientras se sentaba de nuevo en la orilla de la cama. – Ya te lo dije, no me voy a reducir a un ser sin voluntad que pone lo mejor de sí mismo a tus pies, vendré y me iré cuando yo quiera, en el momento que yo quiera…

– ¿Qué te hace pensar que te dejaré hacerlo? ¿Qué tienes siquiera el derecho de pensar por ti mismo? – Intentaba asustarlo, bajarle un poco esos humos, pero Steven no parecía en lo más mínimo, afectado por mis cuestionamientos, así que avance con ligereza e intente sujetarlo de los brazos, pero rehuyó a mi contacto.

– ¡Ni lo pienses! – Habló mientras levantaba el tono de su voz. Volví a avanzar hacia él pero se me escapaba de entre las manos. – No te parece suficiente esto… – Agregó mientras se quitaba la camisa y me mostraba su espalda, lo que vi me desarmo.

Tenía una gran mancha morada que le corría desde el costado derecho hasta casi la mitad de la espalda. También en los brazos y en las muñecas tenia moratones, que no le había distinguido porque usaba una camisa de mangas largas. – Para mí sí lo son… Lo creas o no, no me llevo bien con el dolor, así que no te permitiré una marca más de estas sobre mi piel… ¿Entendido? – Asentí de inmediato, saberlo herido a él me hería a mí, en un movimiento rápido mis brazos lo atraparon y lo hice retroceder hasta donde estaba el buró cerca de la cama, la camisa quedó a medio cuarto y él en un primer momento no supo cómo reaccionar, sin soltarlo busque entre en medio de uno de los cajones, saque un frasco pequeño y colocando mi barbilla sobre su hombro, disfrute de su cuerpo tibio que me provocaba y en un deseo mezquino de fundirlo en mí, lo acerque aún más, Steven se estremeció cuando sintió la fría crema sobre su espalda y volvió  a hacerlo cuando sintió mis dedos recorrer con sumo cuidado las zonas lastimadas de su cuerpo. – Debiste decirme…– Susurré.

– Decirte no iba a hacer que desaparecieran… – Respondió.

– ¡Lo siento!

– Eso tampoco…

– Estoy hablando enserio… – Aseguré mientras comenzaba a ponerle el ungüento en los brazos y finalmente en la muñeca. – Lo lamento, mucho…

– No te creo… y no vas a convencerme con esa carita de galán de feria, sé que disfrutas de pensar que tienes el control sobre mí… A cambio yo no fingiré que disfruto de dártelo, pero esta vez has ido demasiado lejos. – Su queja lejos de sonar molesta o herida, resultó ser más como una reprimenda por haberlo herido, nada más. – Tengo frío, deja que recoja mi ropa y tú ve a limpiar todo eso que rompiste… – Me aparto con delicadeza mientras señalaba todas las astillas regadas sobre el piso.

– ¿Yo por qué?

– Porque tú lo rompiste…– Respondió mientras ponía los brazos en jarras, me gustaba ver como sus manos sujetaban por ambos lados su cadera, lo hacía lucir sensualmente amenazante.

– De acuerdo… de acuerdo, ya voy… – Nuevamente todo el mal rato había quedado atrás, Steven me llenaba con lo que era y no sé si lo que Izak decía era verdad, eso de que me obligaba a ver el mundo como él lo veía, pero ahora mismo, aun si no estaba de acuerdo, creía que era justo que yo limpiara mi desastre. – Pero te vas a quedar… ¿Cierto? – Le hice ojitos de cachorrito con frío y hambre, siempre cedía cuando le miraba de esa manera y cuando lo vi sonreír supe que esta vez,  no sería la acepción.

Nuestra relación era como el chocolate, a veces dulce, a veces amargo, otras tantas, empalagoso, un día podía ser negro, pero tarde o temprano sería blanco. Y a ambos nos gustaba que fuera de esta manera. 

Notas finales:

Buenas noches!!!

Que tal el capi de hoy??Espero haya sido de su agrado, bien, pues sin más por el momento, nos leemos el Lunes. Feliz fin de semana.


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