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Engaño y salvación. por Maby de Sagitario

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Notas del capitulo:

¡ Hola a todos!

Me demoré pero ya volví con otro capítulo de este mi fic n.n

Luego de su boda, Camus y Milo iniciaron una pequeña travesía por Europa de la que regresaron a los cuatro meses. Según Camus la inesperada confesión de Dégel en la fiesta de recepción hizo que se extendiera el viaje ya que no se sentía capaz de encararlo ni mirarlo a los ojos.


—¿ Estas listo?—preguntó Milo una vez que se hallaban frente a la puerta de la casa de sus padres.


Por respuesta, Camus asintió temeroso mientras dejaba en el suelo sus maletas. Enfrentar a su padre biológico era complicado.


—por favor, necesito tu mano.


—siempre la tendrás—le dio su diestra la cual apretó fuertemente.


Entraron, lo primero que Camus vió fue a Dégel conversando con Kaileena animadamente al parecer los Tavalas no tenían conocimiento de la paternidad de Dégel para con Camus.


—¡ Hijos mios!—exclamó la mujer con efusividad.


—mamá.


—tía Kaileena.


—ay no me llames tía, corazón, soy tu segunda madre por que suegra se escucha feo.


Todos los presentes rieron ante la ocurrencia de la mujer.


—mi padre, ¿ No vino?


—está en camino—respondió Dégel.


—pensé que estaba aquí—murmuró desviando con indiferencia sus orbes de Dégel quien sintió una punzada de dolor ante el gesto.


Milo, luego de saludar a sus padres y uno que otro primo, aprovechando la distracción general, se llevó a su suegro no oficial a la cocina.


—Camus no lo tomó bien.


Dégel negó, las palabras se trabaron en su garganta.


—sé que trata de ser fuerte, pero ahora noto que quiere desahogarse.


Ojos violetas se enrojecieron.


El largo cabello verdoso corrió como cortina ocultando su rostro que a pesar de sus años, presentaba esa lozanía que no todos a los cuarenta años o más tenía el privilegio de gozar, Milo no tenía conocimiento de las circunstancias en que se dio la adopción de Camus por parte de su tío Albert.


—no voy a juzgarlo.


—no es eso, Milo...—apartó sus mechones que ocultaban su rostro—no me interesa el qué dirán, sólo quiero a mi hijo.


—no estoy de acuerdo en que esto siga guardado—bajó la voz para no ser oído.


Sonaba tan fácil.


Pero era difícil decírselo a los demás.


—necesito un trago de agua helada—se dirigió a la refrigeradora.


El líquido helado pasó por su garganta quitando la sequedad de la misma, Milo sabía que eran nervios que se manifestaban de esa forma.


—Dégel...


Plantó una mano en sus hombros.


— llenaste el vaso hasta el límite—le quitó la jarra—esto no está funcionando


—es lo mejor que puedo hacer, no me siento capaz de enfrentarlo ahora.


Tenia que idear un plan para juntar a esos dos.


Pero... ¿ cual sería....?


 


                                                                                               ***********************************


Jardín, casa de uno de los amigos de Saga y Kanon.


—¿quién es?—indagó el gemelo de Kanon.


—carajo Saga, eres más sordo que Shura—murmuró Kanon fastidiado luego de mencionarle por vigésima vez quién era la persona que se hallaba frente a ellos.


—te oí mala copia—refunfuñó Shura mientras devoraba una hamburguesa a la sombra de un árbol.


—ups, creí que no me oiría.


Saga puso los ojos en blanco, mejor se dedicó a entretenerse con un pequeño perro negro que se acomodó en sus pies, propiedad de Shura cuyo nombre era Manolo, y es que justamente ellos se encontraban en un día de " picnic" en la casa del mencionado.


—se llama Mu—dijo el anfitrión amablemente.


—y ese—señaló a un muchacho de cabellos castaños que tenía una sonrisa de oreja a oreja.


Kanon carraspeó divertido, Shura casi se atora con una cerveza.


—ese mi querido hermano, es la ensoñación de nuestro amigo español y se llama Aioros.


—¡ cállate copia!—se abalanzó sobre Kanon tapándole la boca—era un secreto.


De repente los que habían nombrado estaban frente a ellos, Saga se puso de pie un poco tambaleante por que aunque fuera increible el hermano de Kanon no era tan tolerante al alcohol.


—Shura—dijo el castaño.


El aludido soltó a Kanon al oír la voz de Aioros, sonrió de lado mientras el otro se acercaba.


—ya me voy.


Si Kanon hubiese tenido una cámara grabaría cada expresión de Shura.


Codeó a su hermano que asintió, era divertido ver al siempre serio Shura mutar de expresión, no mejor dicho mirar espantado a Aioros.


El otro joven no entendía ni pío que pasaba pero también quería despedirse de su anfitrión, pero la intensa mirada que le lanzaba Saga lo estaba descolocando de sobremanera.


—este... yo también me voy—extendió su mano para despedirse de Shura—que pases buena tarde.


—prométeme que vendrás a ver películas el domingo—gritó el de cabellos negros al castaño que alzó su brazo dándole a entender que si.


—estás fregado...


—cállate mandado—atacó a Kanon.


Saga se empezó a reír ante la mención de la palabra " mandado", era divertido cuando alguien decía algo a su hermano y le quitaba la típica sonrisa de suficiencia que siempre tenía. Después de todo era la primera vez que pasaba con sus conocidos una tarde de esparcimiento. Quizá si los dioses del amor le sonreían podía encontrar su pareja ideal.


Cuando su estómago dolió de tanto reír, Saga se volvió a sentar en el césped en tanto agarraba una botella de agua para refrescarse pues hacía mucho calor. Todo lo que sucedió con Milo, fue sanado y el joven de ojos celestes lo consideraba como su amigo tanto que aún no olvidaba las palabras que él dijo antes de irse de la fiesta.


" Estoy seguro que encontrarás alguien que te ame tanto como yo lo hice, a partir de ahora contarás conmigo.... amigo"


Se arrecostó contra el tronco del árbol donde Shura se refugiaba, mientras analizaba cada palabra.


—creo que ya lo encontré.....


                                                                                                 **********************************


De regreso a la casa de los Tavalas.


—no es buena idea Milo.


—yo digo que tú y Dégel deben dejar este tonto distanciamiento—dijo cerrando la puerta de la biblioteca de su padre Alejandro.


—pero él me abandonó.


Milo quería arrancarse sus cabellos de fustración, la típica excusa de Camus era esa..... pero....¿ qué le costaba oírlo?


—sólo déjame explicarte—intervino Dégel con un ligero temblor en su hablar.


" Abre tus oídos a su voz"


Dijo su conciencia que por primera vez lo hincaba para que lo hiciera.


Alzó su vista encontrándose con la de su padre biológico, le dolió mucho más por que aunque no lo admitiera en voz alta, notó desesperación, dolor y tristeza en las orbes violetas que oprimió su pecho.


Miedo. Pánico y orgullo insano era lo que sentía Camus.


—no puedo, quiero hacerlo, pero.... tienes que ganarte mi confianza.


— haré lo que tú quieras... pero necesito tu perdón— tomó sus manos—haré lo que quieras.


—dirás la verdad delante de todos los que están afuera.


Milo iba a protestar.


—a eso no temo—dijo para sorpresa del joven moreno—como ya dije, quiero tu perdón.


— entonces... esta conversación está terminada— soltó sus manos sin nada de brusquedad—sólo que será dentro de dos meses.


Dégel acató cada palabra dicha por su hijo.


Ahora que le había dado una oportunidad, debía hacerlo bien, un peso se aligeró sobre sus espaldas, estaba a punto de sacarse el más grande, el más oprimente de los pesos.... la verdad sobre Camus.


 


 


 


 

Notas finales:

Espero que les agrade :)


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