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PLACERES LIGEROS por NYUSATSU NO AI

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Notas del capitulo:

En mi opinión él tenía un extraño encanto, una ternura no declarada, un halo de nostalgia anticipada que me hacía extrañar los días que aún no teníamos. Su aroma a viento, me hacía añorar mi libertad para poder amarlo. Quería creer que tanto sentir era posible, verdadero. Que Christopher había llegado para poner sonrisas en mis labios, esperanza en mis ojos y fe en mi corazón, así comprobaría que también se llora de felicidad y que por amor se puede detener el tiempo.


Relata Eren.

MARTES


 


Desperté pasadas las nueve de la mañana. Mis ojos se negaban a abrirse, pero aquel sueño me había dejado un vacío y la desolación propia que suele acompañar a los desencantos. Un sentimiento de angustia, se ocultaba en alguna parte de mi interior y no me dejaba encontrarle para poder desecharlo. Mi mente trajo su nombre a mis pensamientos y mis labios hablaron por si solos. – ¡Christopher! – Pronunciaron desesperados. Y me descubrí yendo de un lado a otro por el departamento mientras buscaba mi computador. Él estaba ahí, recordaba que había ocultado sus fotografías en una carpeta.


Pero fue hasta que vi su rostro reflejado en la pantalla, que pude respirar con tranquilidad. No había sido solo un sueño, Christopher existía, era real y lo mejor de todo, me quería.


La mera idea me resultaba más que suficiente, no sentirme afortunado sería una estupidez, él había hecho tantas cosas por mí y yo en cambio… Salvo crearnos más problemas, nada bueno. A estas alturas de mi vida, podía reconocer abiertamente que él era mi bien y yo la personificación de su mal. Nada bueno resultaría de todo esto y aún así, me moría de ganas por intentarlo.


Corresponderle de la misma manera en la que él me demostraba que me quería. Hacer a un lado todo ese mar de pensamientos y creencias estúpidas que me atormentan, no era algo sencillo de hacer. Pero valía la pena el intento, porque él es distinto, él me quiere y me respeta. No es como ellos, no es como nadie más, porque él es único.


Eric solía decir – “Si ya lo pensaste, decídelo… Y si la lo decidiste, no lo pienses”. – Y en efecto, ya lo había decidido, tuve todo el domingo y el lunes para decidir, con eso en mente, terminé en esa fría habitación a la que me había jurado que jamás volvería. Al menos, no como paciente. 


– Haz dicho… ¿Enamorado? – Me preguntó Kenneth, sin poder disimular su incredulidad. Mientras detenía el recorrido que esa tasa de café seguía hasta sus labios y después de sopesar mis palabras, la devolvió a la mesita, sin probar siquiera, su contenido. – ¿Es algún tipo de broma? O ¿Acaso escuche mal…? – La forma en la que reaccionó me hizo sentirme avergonzado por mis palabras. – ¿Eren? – Me presionó. Ya no estaba seguro de querer hacer esto. – ¿Desde cuando alguien tan orgulloso y pretensioso como tú, desvía la mirada? – Ha decir verdad, ya no quería hacerlo. Como último recurso, me abrace a mí mismo y miré hacia el piso. Kenneth aún estaba molesto, no había sido buena idea venir. – Es-estas, es decir, hablas enserio…


– Alguien como yo… ¿No puede enamorarse? – Debí verme tan lamentable como me escuche, porque Kenneth se quedó callado e intento no mirarme con lastima.  – “Enamorado”, en efecto, eso es lo que he dicho…


– ¿Cómo sabes que es amor? – Preguntó en un tono más conciliatorio.


– No lo sé… Lo siento. – Aseguré. – Él me hace feliz.


– ¿Él? – Preguntó con cierto asombro. – ¿Un hombre? ¿Estás enamorado de un hombre?


– ¿Es malo?


Kenneth jamás antes había puesto en entre dicho alguna aseveración de mi parte. Sin embargo, ahora mismo, había vuelto a mirarme con sospecha, mientras se ponía en pie y avanzaba hacia su imponente estante de libros que cubría más de la mitad de toda esa habitación. Su dedo índice recorría el lomo de los mismos, mientras releía los títulos.


– ¿Qué es lo que haces?


– Dame un momento… esto es importante. – Aseguró y tuvo que subirse a una silla para buscar en la parte más alta del librero. – Sé que esta por aquí… – Agregó y no supe si me lo había dicho a mí o hablaba para sí mismo. – Supongamos que no aprendí nada de los últimos tres años contigo y decido creerte… Es mejor si lo ves directa y personalmente, a que si yo te lo explico.


– ¿Hablas conmigo? – Le pregunté incómodo.


– ¡No! – Respondió – Hablo con mi amigo imaginario que está sentado a tu lado izquierdo… – Su vista seguía sobre los libros y aunque sabía que aquello había sido sarcasmo, no pude evitar mirar hacia donde había indicado.  Tal y como era de esperarse, no había nadie a mi lado.


– ¡No puedo creer que realmente hayas volteado! – Se burló. Mi vista volvió hacia él, quien ahora sostenía de manera triunfal un libro grueso sobre las manos. Por supuesto, conmigo siempre sacaba los más imponentes, haciéndome sentir que realmente estaba muy mal.


– ¡Te has vuelto muy gracioso! – Espeté.


– Y tú, muy ingenuo… Lo cual es inusual en ti. – Aseguró mientras bajaba de la silla y volvía a acomodar todo en su sitio. – ¡Grandísimo bribón! – Sonreí porque hacía mucho que no me llamaba de esa manera, lo observe sacar su pañuelo y sacudir la silla. Era parte de su compulsión hacia lo pulcro y perfecto. – Pero ya, hablando enserio… ¿Por qué miraste? – Me cuestionó, mientras volvía a sentarse frente a mí con el libro entre las manos.


– Solo quería asegurarme de que… – Me detuve. Inmediatamente escuche a Kenneth reír por lo bajo.  Volví la vista justo cuando sus labios se cerraban entorno a su tasa de café. Su sonrisa de satisfacción lo decía todo. – ¿Por qué haces esto? ¡No es gracioso!


– ¡No hay nadie a tu lado Eren! – Aseguró. Mientras nuevamente dejaba la tasa sobre la mesa.


– Eso ya lo sé…


– Los amigos imaginarios no existen… ¿Cierto? – Sus dobles palabras me irritaban. – ¿Eren? – Me presionó. Mis fantasmas no eran algo de lo que quisiera hablar en ese momento, aún si a él le obsesionaba el tema. Así que me limité a asentir. – Cuando mi asistente me dijo que vendrías, me emocioné mucho… Porque no pensé que volveríamos a vernos y mucho menos que vendrías por ti mismo…– Explicó. – Tu hermano te obligo a venir durante años. Debe estar muy decepcionado de mí, porque no volvió. Por cierto, ¿Por qué no te acompaño? – Cada que hablaba de Meghan, hecho que a decir verdad, evitaba. Se ponía muy nervioso y decía las palabras tal cual las pensaba. Era un poco perturbador saber que mi hermano aún tenía ese efecto sobre él. – Ninguno de los dos… Tenía la vaga impresión de que Eric jamás se separaba de ti.


– Eric está en el Colegio y Meghan en la Universidad... – Expliqué. Él asintió intentandó no mostrar su decepción. – Y sobre lo que dijiste, no es de ese modo, Meghan sabe que fue mi culpa. Se enojó mucho conmigo cuando tuve que decirle e incluso me castigo.


– ¡Lamento eso! Se lo que Meghan significa para ti… – Su disculpa me reconforto un poco, quizá por todo lo que últimamente ha sucedido, me sentía emocionalmente sensible y recordar lo mucho que Meghan se había enojado, me entristeció un poco. – No me dejaste hacer nada por ti, ¿Qué te hace pensar que ahora será distinto?


– Esa última vez que es tuve aquí… cuando te confesé que todo lo que había dicho era mentira. – Ante el comentario, frunció los labios y me miró con recelo. Intente no reírme… Kenneth era alguien importante para mí, aunque él no lo supiera ni lo sospechara. No solo porque fuera el ex de Meghan, sino también porque siempre me había tomado enserio. – Dijiste que hasta que no vaciara mi alma de todo lo que me atormentaba, no podría llenarla de todo lo que me haría feliz. – Sus ojos aceitunados se ensancharon por la sorpresa y asintió con delicadeza. – Si quieres que sea completamente honesto, estoy muy asustado. Tengo miedo de recordar y enfrentarme de nuevo a tantas cosas de las que he huido sin descanso. Pero… al mismo tiempo, quiero intentarlo, porque todo ese pasado no me deja disfrutar lo que siento ahora, no puedo entregarme. Me siento preso en un laberinto sin salida, aun si lo deseo con locura, siento, que no puedo, que no merezco ser feliz… Que ensucio todo lo que toco, que lo contamino. Toda mi vida ha sido una mentira y…


– ¡Detente! – Me interrumpió – Intenta recargar la espalda sobre los cojines y respira lentamente. Te hará sentir mejor. – Aseguró. – Eres demasiado severo y cruel contigo mismo. Quizá no tomaste las decisiones correctas, pero de ahí a que contamines lo que tocas y seas el malo del cuento, hay una gran diferencia.


– No para mí… – Aseguré. – Hacer cosas malas te vuelve una mala persona, es por lógica… Yo…


– Nada de lo que has hecho ha sido premeditado, una cosa te ha llevado a otra, pero he sido testigo presencial de algunos de los principales hechos y puedo testificar que has sufrido durante todo el trayecto.


– Quizás, pero eso no me vuelve menos culpable… No me exime.


– La verdad es que sí. – Iba a rebatirle pero levanto la mano pidiendo que me callara. – Creo que ya estoy entiendo lo que sucede aquí. Esa persona… – Explicó y me miró con precaución. – está juntando brazas sobre tu cabeza.


– ¿Qué? ¿De qué hablas? – Le pregunté confundido. 


– Ante tus ojos, él es bueno… Pero comparado contigo, tú eres vil. Por lo que has llegado a creer, que la balanza no está a tu favor. – Sonrió y francamente yo no le vi la gracia por ningún lado. – Te estas atormentado con todo esto porque sientes que no eres alguien bueno para él.


– Pero…


– ¡No me interrumpas! – Me regaño – ¿Has pensado que él puede estar sintiendo exactamente lo mismo? No lo pongas en un altar, te aseguro que no es perfecto. Es tan humano como tú y yo y podría meter las manos al fuego, asegurando que también lucha con sus demonios. Que ha hecho cosas malas, que ha sido deshonesto, también ha mentido, ha ocultado información, porque todos en algún momento de nuestra vida lo hacemos.


No es que él sea una buena persona, sino quizá, solo es un malo que no ejerce. Y tú eres más honesto al respecto, has aceptado tu responsabilidad ante tus actos voluntarios o no. Y te muestras tal cual eres, un pretencioso, egocéntrico que considera que la modestia es un pecado. – Reí, Kenneth había perdido su don de consolar a las personas, porque llamándome pretensioso, no me había hecho sentir mejor. – Y a todo esto, “Don Perfecto”… ¿Te correspondé?


– ¡Sí! – Creo que mi sonrisa hubiera bastado como respuesta, pero me sentía feliz de poder asegurarlo. – Christopher es muy amable conmigo…


– ¿Christopher? Así que tiene nombre… – Aunque había cierta molestia en su voz, sabía que no lo hacía para herirme. Kenneth me conoció desde que llegue con Meghan, era como el hermano serio y regañón que está en contra de la diversión. La relación que sostuvo con mi hermano, duró muchos años, y aunque la ruptura lo hirió, seguían sosteniendo una sana amistad. – ¿Quieres comenzar hablándome de él? O lo dejamos para el final… Lo pregunto, porqué hay varios espacios en blanco en tu historia y quizá deberíamos llenarlos primero. Para que después, cuando hables con él, lo tengas todo claro. Porqué ha eso es a lo que viniste ¿no?


– ¡Sí! – Aseguré. – Quiero hacer las cosas bien y serle lo más honesto posible. – Mientras hablaba fui hundiéndome entre mis hombros, la ansiedad y la angustia me estrujaban el pecho. Para mí, el haber dicho “lo más honesto posible” y no “completamente honesto” le restaba mucho valor al esfuerzo.


– ¡Eren, Mirame! – El tacto de su mano sobre mi rostro me estremeció, el roce había sido suave pero sus dedos estaban helados, Kenneth evitaba en la medida de lo posible cualquier contacto con la gente, entre nosotros, si habíamos estrechado una vez la mano, fue solo cuando Meghan me lo presento. – Jamás… escuchalo bien, jamás te avergüences de lo que sientes. Además, por algo se empieza… ¿Quedo claro? – Asentí de inmediato y entonces me soltó. – ¿Has podido recordar algo de lo que sucedió antes de que llegaras con Meghan? – Había sido imposible no notar el cambio en su semblante y su actitud, ahora estaba vestido de su profesión y me hablaba con una intensa calma.


– De eso… muy poco. Aunque nuevamente he vuelto a ver las luces, e imágenes borrosas a través de ellas. – Intente ocultar que dichas luces las veía cuando estaba perdidamente ebrio, algo así le molestaría. – Pero no recuerdo cómo fue que terminé en las calles, solo que desperté y ya estaba ahí, en un callejón…  Sé que era de mañana, pero no puedo darte muchos más detalles, esa parte esta aun confusa en mi mente.


– ¿Cuántos años tenías?


– Según las cuentas que sacamos, Meghan dijo que debía tener entre cinco y seis años. Solo recuerdo que a diferencia de mí, todos los otros niños podían conseguirse alimento y cobijo, pero yo no. Claramente tengo la remembranza que el ruido durante el día, me resultaba ensordecedor. Pero el frio y el hambre de las noches era lo peor. Meghan comento que no debí estar vagando por mucho tiempo, quizá solo fueron días. Otro psicólogo y él lo determinaron en su momento, por mi apariencia y mi comportamiento.


– Por tu apariencia te refieres…


– A la poca ropa que me dejaron…– Le interrumpí, físicamente mi estado era lamentable en ese entonces. – Mi hermano aun las conserva, y sé que puede parecer tonto pero era ropa de marca y parecía nueva. También está la cadena con mi nombre, que aún no me explico cómo no me la robaron, como todas mis otras cosas. Se supone que mis objetos personales eran un indicio de que yo no pertenecía a ese lugar, sino que fui abandonado.


– Intuyes que fuiste abandonado, pero no es algo que sepas con certeza. – Me corrigió. – ¿Has pensado que pudiste haberte perdido? Quizá te separaste de tus padres…


– Pensar de esa manera, no cambia nada y para ser honesto, tampoco me hace sentir mejor. Lo único que ellos me dejaron fue mi cadena y la cicatriz que en su momento viste.


– Pero la cicatriz ya no está… – Kenneth era muy optimista, de esas personas positivas que querían ver lo bueno aun donde no lo había. A mí no me gustaba engañarme, podía aceptar la realidad, cruda y sin condimentos.


– Meghan me sometió a varias cirugías estéticas para que no se notara… Los chicos pueden ser muy crueles al respecto. Pero aún me duele, a veces, siento latidos y me provoca muchos dolores de cabeza. – Le expliqué mientras me llevaba la mano a la cabeza, en la parte a donde antes hubo una enorme y fea cicatriz.


– ¿Qué sucedió después? – Pregunto sin rodeos, al darse cuenta que su intento de animarme no funciono, aunque se lo agradecía.


– Te lo diré a grandes rasgos, porque viviste con nosotros parte de esa historia… Meghan me encontró, me llevo a su casa, y al día siguiente al doctor. Después de muchos estudios se determinó que mi lesión había sido provocada por un accidente automovilístico o una caída, aunque los médicos apoyaban la idea inicial.


– ¿El accidente automovilístico?


– Si, y dijeron que el tamaño y extensión de la herida, así como su ubicación, explicaban porque no podía recordar nada del pasado y también mi estado de confusión. Incluso dijeron que existía la posibilidad de que hubiera estado en coma. Hecho que más tarde se confirmó.


– ¿Fuga disociativa?


– Al principio sí, pero después optaron por llamarlo Amnesia Global. Porque perdí el total de mi memoria. Todo fue como resultado de haber entrado en coma por la Amnesia Postraumática. – Kenneth me miro confundido y no pude evitar reír. – Es complicado, lo se… Pero no es tan difícil. Veras, el golpe que recibí en la cabeza durante el accidente me provocó una primera salida o bloqueo mental, cuando desperté el daño cerebral me causo la Amnesia Postraumática, que a su vez me hizo entrar en un estado de coma. Cuando desperté del coma ya no recordaba absolutamente nada y a eso se le llama Amnesia Global.


 Los estudios y análisis, duraron casi un año, pero a los siete meses de estar con él, fue que finalmente Meghan decidió conservarme.


– ¿Conservarte? – Me interrumpió. – No estoy de acuerdo con el término… Se conserva un objeto, inclusive una mascota, pero…


– ¡Esta bien, Kenneth! Te aseguro que no me molesta… – Afirmé – Meghan no era mucho mayor que yo, ni siquiera tenía la mayoría de edad. Es lógico pensar que yo fuera como un cachorrito perdido que quiso para sí. Todo lo que hizo por mí, requirió de intermediarios. Gente a la que le pagaba porque se hiciera pasar por nuestros padres. Y los doctores y psicólogos que en su momento me atendieron, habían sido conocidos de su jefe… o propiamente sus clientes.


Lo que sucedió después también lo sabes. Me quede con él, y tenía maestros particulares, pero no tenía ningún tipo de documento que me respaldara. Su jefe lo ayudo a conseguirme un acta de nacimiento falsa y certificados de estudio. Incluso me consiguió una madre y de ella se tomaron los primeros apellidos, para que posteriormente me ofreciera en adopción, porque según, no podía mantenerme. Es entonces donde entra el padre de Meghan, quien me adopto y de esa manera mis papeles se legalizaron, conserve el nombre y ahora tenía los apellidos de Meghan. Cuando cumplió la mayoría de edad, hizo que su padre le nombrara mi tutor. A partir de ahí, hemos sido solo nosotros dos. Hasta que llego Eric.


– Pese al enredo, esa parte la tengo casi clara… Aunque conservo ciertas dudas sobre la legalidad de tu identidad. Sin embargo, lo que me intriga ahora, es sobre el tema del que nunca quisiste hablar. – Me reí nervioso. A diferencia de lo anterior, que ya no me dolía tanto hablarlo, aunque si me disgustaba. Hablar de lo que aquel hombre me hizo, me producía escalofríos y el dolor me volvía, haciendo mi seguridad añicos y acabando con mi tranquilidad. – ¿Quieres tomarte un descanso? – Me pregunto con una serenidad que me dejo asombrado. – Te has rehusado a hablar de esto por años, es normal que te sientas así… – No comprendí a que se refería hasta que me extendió un pañuelo de papel. ¿En qué momento había empezado a llorar y a temblar mientras me abrazaba a mí mismo? Mi respiración se había vuelto agitada y las manos podía sentirlas entumidas.  – ¿Quieres que llame a Meghan? – Me preguntó, mientras nuevamente se acercaba a mí, parecía preocupado, quizá asustado.  


– ¡No! – Respondí de inmediato – Estoy bien, lo único que quiero es que deje de sucederme esto cada vez que alguien me pregunta por lo que paso ese día… No lo sé, solo no puedo controlarlo. – Intenté explicar lo que sentía. – Es estúpido, porque ya ni siquiera tengo que preocuparme por él, ahora está en prisión y espero que se pudra ahí, por el resto de su vida e incluso después.


– ¿En verdad? ¿Cómo ha sido? – La confusión volvió a reflejarse en su rostro cuando me vio sonreír. – ¡Qué miedo! ¿Vas a llorar o vas a reírte? – Se quejó – Ya veo que no solo tus pensamientos están confundidos, sino también tus emociones.


– Te dije que estoy bien… La reacción no puedo explicarla, solo sucede. – Intenté calmarlo.


– Es algo que decidiste sufrir solo, tu cuerpo está reaccionando ante lo que se ha acostumbrado que le produce dolor. – Su explicación tenía lógica. Busque en mi abrigo y saque un sobre pequeño y se lo entregue. – ¿Me hiciste una carta? – Pregunto fingidamente entusiasmado.


– ¡Lo siento! – Me disculpe – Es para Christopher, pero quiero que la leas…


Independientemente del desdén con el que me miró, lo vi acomodarse mejor en el sillón y comenzó a leerla. Mis ojos seguían con detenimiento cada uno de sus casi imperceptibles movimientos, mis manos estaban heladas y en un afán por entrar en calor, comencé a frotarlas.  No había escrito tanto, porque entonces la tardanza. 


Después de lo que para mí resulto ser una eternidad, bajo la hoja y comenzó a doblarla con demasiada lentitud, la metió devuelta al sobre y me la entrego. En lo que duro todo eso, no me miró y aun después de que tuve la carta de nuevo conmigo, seguía sin hacerlo.


– Kenneth… ¿Qué sucede? – Le pregunté asustado. Él solo se aclaró la garganta y se puso en pie, lo vi caminar hasta uno de los ventanales y su vista se perdió por unos segundos en lo que sucedía afuera.


– Así que eso fue lo que paso… – Susurró casi de manera inaudible. Su voz rota y atormentada me resulto incomprensible, si bien, él había visto todas mis lesiones, y sé que recordaba cuan mal estuve, así que también estaba seguro que entendía lo difícil que era para mí, hablarlo. – ¿Debo suponer que ese tal Christopher, se enteró de lo que sucedió y no pudo dejarlo solo así, entonces, lo solucionó por ti?


 – ¡Algo así!


– ¿Y qué opinas de la manera en la que actuó? – La pregunta me extraño, ¿Qué se supone que debería de opinar? – Me quedá claro el agradecimiento que le tienes, pero siendo tú, alguien que es muy receloso de su intimidad, que necesita tiempo para enfrentar ciertas cosas y mientras tanto las deja sin resolver. Y luego está él, que a simple vista, parece ser alguien de carácter impulsivo que necesita conocer el trasfondo de todas las cosas y resolverlo todo, sin detenerse a pensar si estas o no, emocionalmente listo para enfrentarlo. Y ni decir, si quieres o no que lo resuelva por ti. ¿Crees que hacen una buena combinación? ¿Qué es sano para ambos? ¿A cuántos no terminaste desechando por la misma razón?


– Bueno… Él es distinto, yo…


– Porque ahora vas a darle la carta, sabrá lo que paso… E indirectamente, también le das cierto poder sobre ti. A simple vista, parece que “Eren” no tiene problemas con eso, pero hay muchas más cosas, la enfermedad, tus medicamentos, el trabajo, tus benefactores, el propio Dae-Hyung será un problema. Esa parte de ti, ¿Está de acuerdo con lo que planeas hacer? ¿Qué si y que no vas a contarle? ¿Cómo manejaras dos verdades?


– No voy a mentirle… – Comenzaba a sentirme molesto. Aun si no era lo que quería, ante sus cuestionamientos estaba poniéndome a la defensiva.


– Negar u ocultar información, también es mentir… – Me quedé callado, tal cosa era verdad.


– ¿No debería hacerlo? – Pregunté dolido – Mejor lo ignoro todo y que lo conocí y continuo como hasta ahora… Lo quiero, Kenneth.


– ¡Pruébalo! – Me reto. – Quieres a un amigo, una ropa, una comida, algún objeto quizá… pero cuando te enamoras el sentimiento tiene otro nombre… ¿Cuál es ese nombre, Eren?


– Sabes que no creo en tal cosa…


– Eren creé… el que estés aquí enfrentándote a todo esto es la prueba.  Pero Dae-hyung no… – Me corrigió. – Y él se va a convertir en tu más grande obstáculo.


Entendía la postura de Kenneth. Él hablaba por sus libros, pero ya era momento de que yo hablara por mis sentimientos. Dae-Hyung no era mi enemigo, por el contrario, había surgido como una forma de proteger lo que quedaba de mí, para mantenerme cuerdo. Una vez alguien me dijo “si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, ni en mil batallas correrás peligro. Si no conoces al enemigo, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla pero ganaras otra. Si no conoces al enemigo y no te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”. Cuando puse especial empeño en estas palabras, descubrí que bastaba con que me conociera muy bien a mí, porque yo mismo, era mi más temible enemigo.  


– De acuerdo, a partir de aquí me quedaré callado… Ya he visto esa determinación antes. Y sé por experiencia propia, que no hay forma de ganarte, eres terco, y obstinado, así que te escucho.


– Ya no quiero jugar el papel de víctima, ni ser al que todo el mundo quiere lastimar, porque tampoco es así…  Estoy convencido de que todos sufrimos por algo y mirame Kenneth. – Le pedí mientras me señalaba a mí mismo. – No soy nadie especial, aún si la gente cree que algún tipo de fortuna me ríe, supuestamente, por mi apariencia… ¿Dime tú de que me ha servido? Solo es vanidad y la realidad es muy distinta. Soy una envoltura despampanante y brillosa que esconde un mal regalo. La piel solo es corteza, la jaula que mantiene al patito feo encerrado.


Pero por primera vez, alguien está interesado en el mal regalo, sin que la envoltura importe tanto. Sé que vez tras vez me queje porque la mayoría de mis clientes eran hombres y no me veía a mí mismo, como un homosexual. Bien. Lo acepto, escupí hacía arriba y ahora pago las consecuencias, quizás solo no quería agregarle algo más a mi lista de defectos, aun prefiero verme como alguien que no necesita ser clasificado debido a su sexualidad.


Sé que para ti, no estoy listo para ese tipo de sentimiento…


– No es lo que dije. Me…


– Lo sé… – Lo interrumpí. – Es por el trabajo. E investigado sobre eso, así que ese libro que has traido no va a ser necesario. Sé que todo me juega en contra, pero ya decidí que voy a intentarlo y por eso vine contigo, sabía que me cuestionarías y eso me hace bien, me da seguridad.


También te contaré esa parte. Mi historia de cuando entre al negocio de la prostitución, no fue como el de la mayoría, a decir verdad, fue casi voluntario. Obviamente no sabía a ciencia cierta lo que implicaba, pero fue cuestión de tiempo para que lo asumiera.  La primera consecuencia psicológica, fue la aparición de Dae-hyung, tú lo llamarías trastorno mental de tipo disociativo. Para mí fue solo un escondite, crearlo fue necesario para diferenciar a la persona pública, del carácter privado y más vulnerable de mí mismo. Fue todo un proceso de descorporalización. Aun si tengo la posibilidad de establecer reglas en mi trabajo, sufrir ataques violentos provenientes propiamente de la situación de prostitución es lo más común, y la primera violencia es experimentar relaciones sexuales no deseadas en repetidas ocasiones.     


Eren sufría mucho a causa de esto, estaban sus prejuicios y su fe en la bilateralidad en la relación. Aspectos como deseo, placer y compartir me son necesarios. Dae-Hyung por su parte, es más frio al respecto, él no necesita de estos aspectos, incluso los tiene complemente pervertidos, no hay tal intercambio bilateral y tampoco lo desea. Para Dae-Hyung el negocio de su cuerpo, no representa una relación de carácter humano, sino una mera forma de sexualidad.  Le basta tener como principal motivación el dinero y el tiempo.


Sin embargo, ambos nos hemos visto afectados por el hecho de someternos a relaciones de manera repetitiva. He debilitado mucho a Dae-Hyung, sobre todo desde la aparición de Christopher.


– ¿A qué te refieres con que lo has debilitado?


– Ya no logro separarlos… Cuando estoy teniendo sexo soy Eren y Dae-Hyung casi al mismo tiempo, ya no predomina sobre mí la parte fuerte y esto vuelve el proceso mucho más doloroso. Ya sin ningún tipo de protección o muy poca, quedo expuesto y la parte privada al descubierto, permitiendo que el impacto del daño sea más intenso.


Porque todo esto es artificial, esos hombres y yo simulamos una relación humana, pero no existen sentimientos de mi parte y las emociones son rechazadas por ellos porque las consideran un obstáculo. La ausencia de cualquier afecto humano es extremadamente destructiva para cualquier persona que vive esta situación.  


Que ha Dae-Hyung no le importe, no significa que no sienta desprecio de mí mismo y de esa parte de mi personalidad que me horroriza y a la que también le temo. Porque él es un ser vil y yo, siendo solo Eren, no me atrevería a hacer ni la mitad de lo que él sí. También tengo que vivir con la negación de mis propios deseos, la ignorancia de mi verdadera identidad humana, el saber que me asimilo tanto a un simple objeto sexual.  Si bien, Dae-Hyung me ha enseñado a nunca ser sumiso, no cambia el hecho de que todo lo que hace el carácter humano único de mi persona, tenga que ser negado y deba desaparecer en favor de una relación, estrictamente comercial.


Físicamente también he sido afectado. Porque dos personalidades opuestas están habitando un mismo cuerpo. Que Dae-Hyung domine mi mente, no hace que la sensación física desaparezca, sin embargo, la sensibilidad de dolor ha disminuido considerablemente. Es lo primero que intestas proteger y por medio de la disociación, ya no se siente físicamente lo que no se desea.


– ¿Te vuelves insensible a dolor?


– No sé si algo así sea posible, en lo referente a Dae-Hyung, solo lo tolera con mucha más facilidad. Ya sea un sentimiento físico por un golpe o propiamente durante el sexo, o también pensamientos de alerta o inquietantes.


– ¿Y tú? ¿También lo toleras? – Por primera vez desde que comencé a hablar Kenneth se atrevió a apuntar algo en su libreta. Parecía muy concentrado, como si quisiera grabar cada cosa que le decía.  


– No, en ninguna de sus formas… La sola idea de sufrir me asusta. Soy cobarde y eso ni Dae-Hyung lo ha podido cambiar. Sin embargo, desarrollé hipoestesia, mi sensibilidad táctil es más baja que el de la población promedio, pero no es constante.


– ¿Tienes algún problema sexual? Lo pregunto, porque tengo entendido, que en situaciones como la tuya, la sexualidad se encuentra truncada, disfuncional o no existe.


– El acto de la prostitución contamina la vida privada y destruyen la calidad de las relaciones sexuales y sobre todo las sentimentales. Lo sé y ahora comprendo porque me cuesta tanto llevarme bien con Christopher. Porque no podía creerle, porque siempre me mostraba a la defensiva y era agresivo con él y con el mundo en general. Sucedió que Dae-Hyung se volvió demasiado real para mí y esa personalidad no me abandonaba a veces, incluso hasta por días. Eren fue quedando atrás, me fui olvidando. Pero cuando llego Chris, vio en mí, quien solía ser y me hizo volver.   Sentía que ya no tenía la plena posesión de mi cuerpo, pero él cambio eso, y volví a sentir deseo, a disfrutar de una caricia, de un abrazo.


Sé que él no puede sanar mis cicatrices de abuso verbal y corporal y sé que debo afrontar las consecuencias de la práctica de la prostitución, esa depresión, la ansiedad, las fobias, en muchas casos, mi propia negligencia. Mi recientemente declarada gastropatía y mi adicción secundaria a los psicotrópicos y el alcohol.  Aun si mi rol es activo, solo se cambia de forma, más no de fondo y el uso de sustancias ayudan mucho a aminorar el daño del momento. Hay cosas que ni el dinero compensa.


– Hace un momento, mencionaste que lo humano y psicológico, es difícil o casi inexistente. La disociación y la eliminación de los afectos y sentimientos que has sufrido para protegerte. ¿No son un impedimento para que construyas una relación con Christopher, en la cual se van a necesitar precisamente de estos elementos?


– ¡Si, por supuesto que afecta! Pero no lo imposibilita. Y por eso vine. Voy a hacer lo que sea necesario para deshacerme de todo lo que me estorba. – Aseguré. – Sin embargo, es aquí donde el hecho que Dae-Hyung exista, me ayuda. Él representa una ambivalencia y un discurso paradójico, con él mi mente se separa y mi personalidad se escinde.  


No miento ni manipulo mis emociones cuando estoy con Christopher, solo necesito ser siempre yo y mantener lejos a Dae-Hyung. Impedir esa alternancia de momentos y lugares en los que los que las palabras o el significado de estas no tienen el mismo valor. Christopher repite para mí, el mismo discurso de manera constante y es debido a esto que he logrado construir una relación de confianza hacia él. Cuando lo escucho hablar, mi mente analiza por si sola cada uno de los aspectos de lo que ha dicho y puedo encontrar el hilo y le creo. Sé que esto va a ser una inversión a largo plazo, sé que voy a enfrentarme a una línea caótica cuando deba deshacerme de Dae-Hyung. Pero Christopher vale la pena para mí.


– Eso ya me quedo claro… ¿Pero por qué él? ¿Por qué no alguien más? De siempre te he conocido muy buenos prospectos. ¿Qué tiene Christopher de especial que no hayan tenido los otros? Incluso las otras…


– Es simple… Él me gusto desde el primer momento que mis ojos le vieron. – Kenneth término virando los ojos ante la sonrisa boba de mi rostro. – Quizá empezó como algo superficial, pero su trato me gustaba, aun cuando ignoraba la más pequeña muestra de afecto que provenían de cualquier persona que no fuera Meghan o Eric, pero en realidad, por dentro, las deseaba, las anhelaba y las necesitaba. Y él siempre me las dio, siempre… sin importar si eso creaba problemas entre nosotros.


Supongo que es verdad, eso de que cada persona tiene una lista de verificación almacenada en su mente, que incluye ciertos criterios con los cuales otra persona debe cumplir para calificar como un buen prospecto. Él cumplió desde un primer momento con los míos.


– Solo por morbosa curiosidad… ¿Puedo saber cuáles son esos criterios tan únicos y específicos que tienes? – Reí y Kenneth terminó imitándome, este tema me gustaba. Hablar de Christopher era mi conversación favorita.


– Cuando solía pensar en eso, deseaba a alguien que se preocupara más en cómo me siento, que en cómo me veo. Inteligente y estudioso, amable y sencillo. De ojos tiernos, aunque jamás pensé en unos tan bonitos como los de Christopher, esos parecen un par de soles que sin palabras hablan. Que me haga sentir enorme en el sentido literal, que no me compare con nadie más, que yo sea su máximo. Alguien que ponga mi mundo de cabeza y arruine mi tranquilidad, que le guste conversar y me toque con ternura. Que me quiera tal y como soy, que me haga feliz y llene mi mundo de fantasía, que desate mi locura, que cure mis heridas con sus besos, que acelere los latidos de mi corazón, alguien que viva en mí, que se impregne en cada poro de mi piel.


– ¡Que cursi! – Sus palabras cortaron crudamente mi inspiración y en respuesta le miré con molestia.


– Tú preguntaste…


– Yo quería saber de tu lista, no que me describieras a ese tal Christopher.


– Como sea… Christopher complementa mí triángulo perfecto: Compromiso, intimidad, pasión. Con él lo tengo todo. Aún ahora, sé que pase lo que pase, no nos vamos a olvidar. También quiero compartir mis deseos, sentimientos y mis secretos con él.  


– ¿Y el sexo? – A mi parecer Kenneth era muy curioso.


– Lo deseo… Me desea, aun cuando para Christopher el tema es un poco delicado. Sé que necesita tiempo para asumirlo y no voy a presionarlo… tanto. – Era mejor aclarar, él era renuente al respecto y yo no estaba seguro de querer esperar tanto. – Quiero que nuestra intimidad sea gratificante para ambos. – Aseguré.


– ¿Y planeas conservar tu rol?


– ¡No! El solo hecho de lo que implica es demasiado perturbador para él, no puedo exigirle más. Además, yo quiero pertenecerle…– Otro aspecto que también me emocionaba, internamente, tenía la seguridad de él era el indicado. La persona a la que deseaba entregarme. – Kenneth, él es mi momento, mi disposición para enamorarme, es mi entorno, el misterio, la personalidad y por supuesto, también es el físico. Chris es un excelente material genético. – Reímos, el físico por supuesto que es importante. Aun si no lo es todo. – Pero también tiene de esos pequeños detalles que significan mucho. Él se ha convertido en el centro de todo para mí.   


– Haz caído en lo que se conoce como el efecto Romeo y Julieta. – Kenneth casi no podía ocultar la sonrisa burlona en su rostro, en algún momento le había dicho que a mí jamás me pasaría algo así, que era estúpido y ficticio, y él había dicho que cuando me llegara la persona indicada seria el peor de todos los enamorados y quizá no se equivocó. Después de todo, Christopher se estaba volviendo la excepción a todas mis reglas, el “a mi jamás me va pasar” que más estaba disfrutando que me sucediera. – Para ti, ni la mayor distancia parece ser un obstáculo, y cualquier problema se superara con facilidad.


Aún si se burlaba, no estaba tan lejos de que sus palabras fueran verdad. Quería a Christopher porque él me llenaba. Su convivencia, el interés que ponemos en conocernos mutuamente, aun si yo trato de ser más sutil y él es más impulsivo al respecto. El apego, los afectos, la estabilidad y seguridad que me hace sentir, ese equilibrio del que solo puedo gozar en su compañía y del que carezco cuando se va. Sus constantes muestras de cariño, cosas tan clásicas como un beso al despertar, sus abrazos que llenan de esa sensación de protección y calidez, de que todo está bien si estamos juntos. Todo era perfecto, indispensable, yo le seguiría con los ojos cerrados, no dudaba que él era persona que pedí.


– Parece que lo tienes más claro de lo que me imagine… ¿Cuál es el problema entonces?


– Que es la primera vez que lo reconozco abiertamente… – Confesé. – Me negué a esto, porque aceptarlo me daba miedo. Miedo a ilusionarme y después sufrir. – Sufrir por amor, era de las peores cosas que te podían suceder, yo lo sabía, ya lo había experimentado una vez.


– ¿Y ya no existe ese miedo?


– Ahora lo siento mucho más que cuando lo negaba, pero debo actuar o lo voy a perder. No soy el único que está interesado en él…– A mi mente vino el recuerdo de Mark, ese y yo aún teníamos un asunto pendiente. El coraje volvió a aflorar en mí, y poco me importo la mirada curiosa de Kenneth – Mis ojos ya lo vieron, he soñado con su risa y quiero ser feliz con él. No voy a dejárselo a nadie, y apartaré a quien intente quitármelo, porque Christopher es mío… Solo mío.  


– Nadie es de nadie, Dae-Hyung y devuélveme a Eren, tu nunca me has agradado. – Sonreí complacido, y eso me asusto. Yo no quería desagradarle a Kenneth pero a esta parte de mí, perecía no importarle en lo absoluto. – Estaré esperando el día en que finalmente, Eren se deshaga de ti, tú no tienes buenos modales y no eres atento. Exigente, malvado, egoísta y pretensioso. Christopher hará que te olvide… – Sus ultimás palabras vinieron acompañadas de un vaso con agua que me aventó a la cara. Sus métodos eran bastante cuestionables, aunque igualmente lo agradecí.      


– No era necesario hacer eso… – Me quejé, mientras me sacaba el agua que chorreaba con las manos. – Creo que mejor me iré, eres peligroso cuando te pones agresivo.


– Vete y el próximo mes quiero que vuelvas, pero no olvides traerlo. Quiero conocer al que pudo domar a semejante bestia salvaje. – Casi se carcajeo. No esperaba abrazos de despedida ni felicitaciones por los nuevos sentimientos que estaban surgiendo en mí, pero esto, tampoco. – Para ese tiempo, espero que ya estén juntos y te tenga bien acortada la cadena, que eso es lo que te hace falta.


Sonreí ante la posibilidad, la verdad era que la idea no me desagradaba. Le dedique una última mirada a Kenneth antes de salir de la habitación, se había quedado en el sillón, su mirada estaba fija en el lugar que segundos antes ocupe, y sonreía. – Estoy feliz por ti… – Agregó. – Ahora largate y cierra esa puerta. – No había cambiado en lo absoluto.


 Curiosamente, me sentía mucho mejor. Como si me hubiera quitado un enorme peso de encima. Todo seguía siendo igual, pero el sentimiento ya no era el mismo, la esperanza de dejar todo atrás, era mucho más intensa.  Ahora me sentía listo para lo que seguía. Pero antes, quería verlo, lo extrañaba y aunque sea de lejos quería verlo sonreír. Si me apuraba, era posible que aún lo alcanzara en la universidad.


Maneje lo más rápido que el tráfico del medio día me permitió. Sin el uniforme, no podía entrar a la Universidad, así que me quedé en el estacionamiento y espere por un atisbo de suerte y poder verlo. No tuve que esperar mucho, y el refrán que dice “El que busca donde no debe, encuentra lo que no quiere” me taladro la mente. Ni siquiera se había tomado la molestia de llamarme, de ir a verme para preguntarme cómo estaba, cómo me sentía después de todo lo que por su culpa tuve que pasar, pero si tenía tiempo para dejarse abrazar por ese imbécil. Y al parecer, Mark no entendía con palabras, sentí mis manos cerrarse con fuerza sobre el volante. Yo luchaba por ser alguien bueno para él y Christopher se dejaba acariciar por ese, a la vista de todos.


Podía quererle mucho, y así era, pero si me la hace, me la paga. Yo nunca había sido el juguete de nadie y no iba a empezar a serlo ahora. Estuve tentado de salir y caminar hasta ellos para separarlos, pero no estaba en condiciones de iniciar una pelea, estaba enojado, muy enojado y terminaría haciendo una estupidez. Pero por esto, ambos se iban a acordar de mí, sabrían quién soy cuando me enojo y de lo que soy capaz.

Notas finales:

Capitulo con dedicatoria: Nani, aqui esta la segunda parte. Esperamos sea de tu agrado. Intentamos que sea lo más realista posible. Gracias por seguir con la historia, tus reviews nos hacen muy feliz.

Aclaraciones: Largo... Este es uno de los capitulos que más dificil me ha resultado para escribir. Queriamos aclarar algunos aspectos que no se conocian de Eren y al mismo tiempo, explicar las conductas pasadas (Las razones por las que reaccionaba de manera tan drastica con Christopher. Porque se enojaba tan derrepente, para que al otro segundo, estuviera llorando o riendose). Además de que no pudo ser el capitulo romantico que hubieramos querido. Sin embargo, fue lo más sincero y apegado a los sentimientos reales de Eren. En ningun momento existe una bipolaridad, pero si hay algunas caracteristicas que presumen un transtorno de doble personalidad. Como tal, yo no lo asumo de esa manera. Aun si Eren no esta de acuerdo, Dae-Hyung es solo una excusa, alguien aquien culpar cuando se trata de reaccionar de manera impulsiva, como lo veremos en el siguiente capitulo. Con referente a su trabajo, en efecto, Dae, es todo lo que Eren mencionó.

Sobre Kenneth, él forma parte de un lindo pasado de Meghan, y es un personaje creado en base a alguien importante para mi. Amiga Valeria, finalmente converti tu más grande fantasia sexual en realidad, te hice chico jajajaja. Igual de sarcastico y pedante, eres un ser frio y que siempre se burlo de mis sentimientos de chica enamorada, pero que indirectamente y muuuuuy a tu manera me diste tu apoyo, se que fuiste feliz por mi felidad. Gracias, te aprecio mucho. Ahora que ya todo es pasado me puedo reir del dolor, y de tus tonterias. Gracias tambien por leer la historia.

Taiga, mi chica de los reviews, te estoy inmensamente agradecida por tu apoyo, estoy muy feliz, porque esta historia me ha permitido conocerte. 

Si hay alguna duda sobre algun termino utilizado, con gusto se haran las aclaraciones necesarias. Saludos!!

 

 

 


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