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Give Me Love por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Hola~


Un poco tarde, pero sigue siendo sábado, ¿no?

Choi Sulli era perfecta.


 


Tenía unos grandes ojos cafés, cabello largo y lacio, sonrisa tímida, un cuerpo proporcionado y firme y, sobre todo, le encantaban los deportes.


 


Podía haber sido la indicada, si la mente de Minho no estuviera recordando a los pequeños labios acorazonados de Kibum y la forma en que se curvaban en una sonrisa, o la forma en que sus dientes le apresaban, o…


 


—Es la tercera vez, Minho. —Sulli rió, su risa refrescante contra el día caluroso. Ella extendió su sonrisa y su raqueta golpeó la pequeña pelota de tenis, marcando un punto más con un perfecto ace.


 


—Eres demasiado buena.


 


Ella rió una vez más, su mano jugando con su cabello ligeramente húmedo. Ella abrió los labios y la punta de su lengua jugó contra ellos. Hubiera estado bien, pero Minho decidió pensar en los labios de Kibum de nuevo, y las maravillas que pudieran hacer y su entrepierna dolió.


 


—¿Acaso me estás dejando ganar? —Los grandes ojos de Sulli brillaron, pero Minho no quiso notarlo. —No tengo miedo de ti, Minho, sé que puedes hacerlo mejor.


 


Ella parecía conocer su lado competitivo y Minho se vio asintiendo, tomando el desafío muy enserio.


 


El partido comenzó de nuevo, y aunque Sulli era realmente buena, Minho se sentía desafiado. La raqueta comenzaba a pesar en su mano y sus brazos dolían, pero no podía dejarse ganar, bueno…


 


Sulli rebotó la pelota y sonrió hacía él antes de marcar de nuevo. Minho la dejó ganar.


 


—Eso fue increíble. —Sulli abanicó su rostro, mientras sus pasos le llevaban a su lado. Sus labios se curvaron suavemente, y su mano cayó contra su hombro casualmente. —Pero sé que me dejaste ganar.


 


—¿Cómo lo sabes? —Él tomó una botella de agua y bebió un poco. Sulli se colocó frente a él, sus ojos coquetos mirándole directamente.


 


—Los rumores dicen que eres bastante competitivo, papá dijo que levantaste una empresa que parecía no tener esperanza. —Sus dedos golpearon su pecho y Minho pensó que ella definitivamente no era como Soojung, —además, jugué contigo, ¿no?


 


Ella se encogió de hombros y la sonrisa tímida que había conocido en ella, había desaparecido por completo. 


 


Eso era todo, Minho pensó que tardaría en llegar, pero parecía que no sería así. Sulli era todo lo contrario a Soojung, porque mientras ella parecía haber aceptado que nada entre ellos sucedería, Sulli no parecía esa clase de chica. Minho de pronto se encontró atrapado en su propia red.


 


—Acaso no sabes que los rumores, son ciertamente eso, rumores. —Ella mordió su labio inferior, y Minho comenzaba a cansarse de los rumores que seguían su nombre y que hacían que todas las chicas se volvieran locas.


 


—Sé que no todo lo que dicen sobre ti es necesariamente cierto, Minho, lo sé. —Ella se acercó a él, su pecho aplastándose contra él. —No soy estúpida, Minho, créelo o no, mi padre se ha encargado claramente de eso.


 


Ahora que Minho recordaba, Sulli era apenas un año o dos más joven que él, trabajaba en la empresa de su padre y parecía tener un cerebro privilegiado. Ella era la niña buena, de cuerpo espectacular, que salía de fiesta, pero que trabajaba tan duro como cualquiera de su empresa.


 


Minho estaba seguro que no era tonto. No, ella era demasiado inteligente.


 


—Yo no pienso eso.


 


Ella sonrió, sus ojos mirando directamente a sus labios. Minho carraspeó, dejó que sus manos viajaran hasta tomar los hombros de Sulli y separarla de él. Ella frunció el ceño ligeramente y sus labios quisieron formar un puchero, pero ella era demasiado inteligente para eso.


 


—Y como no soy estúpida, siempre consigo lo que quiero. —De nuevo sus dedos paseaban sobre su pecho, y sus ojos le miraban peligrosos. —Me gustas, Minho, te quiero.


 


Minho sabía demasiado bien que ese ‘te quiero’ era más como una posesión que como una muestra de cariño. Negó con la cabeza, mientras sus manos viajaban de nuevo a los hombros de Sulli.


 


—Creo que estás siendo demasiado rápida.


 


—Yo sé lo que quiero, Minho.


 


Ella no lo pensó más, y estrelló sus labios juntos. Fue un beso rápido, y que sólo le hizo darse cuenta que a él no le iban las mujeres. No, definitivamente no.


 


—Basta. —Sulli frunció el ceño.


 


—Mira, Minho, me gustas y sé que podría funcionar, no tiene que haber amor, podría ser un matrimonio beneficioso para los dos.


 


Minho estaba seguro de eso, él podría decir que sí y salvar su empresa y beneficiarse de ese matrimonio que tendría locos a todos, y estaría bien, si tan sólo su mente dejara de pensar en Kibum y lo que su sonrisa hacía a su corazón.


 


—Soy gay, Sulli, me van los hombres.


 


Sulli abrió los ojos, sus labios ligeramente separados. Parpadeó y lo hizo de nuevo y por ultimo soltó una carcajada que la hizo sostenerse de su brazo.  


 


—Tan sólo debías decir que no estabas interesado, Minho. —Sulli palmeó su brazo y sonrió hacía él, esta vez sus grandes ojos brillando divertidos. —Aunque eso fue demasiado gracioso definitivamente.


 


Ella rió de nuevo, más suave y lindo y Minho se preguntó qué diablos sucedía.


 


Sabía que no había pensado cuando las palabras escaparon de su boca, pero estaba sorprendido de la respuesta de Sulli. Jamás pensó que no le creería y casi estaba seguro que Sulli correría lejos de él cuando se enterara, pero eso… no era nada de lo que había imaginado.


 


—Sulli, yo…


 


Ella colocó un dedo sobre sus labios, silenciándolo, sus ojos volvieron a ser todo coquetos y parpadeantes y Minho casi estuvo a punto de gritarle que en verdad era gay y le gustaban los besos demandantes y un pene a mitad del camino.


 


—Me gustas, Minho, ya lo he dicho, y creo que podría funcionar. —Ella se acercó y sus labios bailaron con una sonrisa antes que le besara suavemente una vez más. —Le diré a Kibum que la pasamos en grande y espero saber de ti pronto.


Ella se marchó después de eso, ondeando su cabello y su cuerpo.


 


 


 


 


 


Kibum suspiró, mientras cerraba su oficina. Dejó que su mano masajeara suavemente la tensión de su cuello y contrajo los músculos para descargarse del estrés un poco.


 


—¿Estás de salida? —Kibum miró directamente a la puerta café frente a él y pensó en si debía ignorar a Minho y seguir con su camino. Pero eso no era políticamente amable, pensó, y su abuela estaría muy decepcionada. —¿Kibum? —La voz ronca de Minho le sacó de sus pensamientos y Kibum se vio a sí mismo, enfrentándole.


 


—En realidad sí, estaba por irme, —Asintió a Minho y después señaló el reloj minimalista que colgaba al otro extremo de ellos. —Son más de las nueve.


 


Minho se acercó un poco más, Kibum se dio cuenta del exquisito traje gris que abrazaba su figura. Las manos de Minho sostenían un par de vasos de papel con detalles en verde, que claramente gritaban que eran café.


 


—Pensé que tal vez quisieras un café. —Minho sonrió, todo encantador como siempre, y extendió el café para él. Kibum vaciló, pero finalmente cerró sus dedos contra el vaso. —Además tengo que hablar contigo sobre mi última cita.


 


—¿Ahora? —Minho asintió —Estoy de salida.


 


—Te llevo a casa.


 


Kibum mordió su labio inferior. Si fuera otro, Kibum no hubiera dudado en aceptar, había ido al trabajo caminando ese día, y estaba demasiado cansado y estresado, y hubiera aceptado, pero era Minho y él tenía unos graves problemas estando cerca de Minho en los últimos días.


 


Era su cliente, no eran amigos y debería dejar de pensar en él como una potencial pareja porque claramente Minho no era gay.


 


—No estoy realmente seguro.


 


—¿Por qué no? —Minho dio un paso más cerca de él. —Por favor, Kibum, no muerdo. Vamos, te llevare a casa y será todo una cita de negocios.


Kibum lo pensó un momento, pero finalmente se vio asintiendo y devolviéndole la sonrisa a Minho.


 


—Gracias.


 


Caminaron en silencio hasta la salida, Minho iba a su lado y Kibum podía sentir el aroma que desprendía, a limpio, un toque picante de algo que hacía querer sentirlo más de cerca.


 


Bastaron tan sólo un par de minutos para llegar hasta el vehículo de Minho. Kibum no sabía de automóviles, pero parecía lujoso y brillante, negro y no demasiado pequeño.


 


Kibum entró y el aroma de Minho le sorprendió de nuevo.


 


—Entonces, —Sus dedos se aferraron al vaso, mientras Minho ponía el vehículo en marcha. —¿Qué sucedió esta vez?


 


—Entonces, —Minho sonrió, —¿A dónde llevaría llevarte? —Kibum le dijo su dirección y Minho asintió. Él esperó por algo más, pero Minho parecía distraído por el camino. Finalmente, por lo que pareció una eternidad, él habló. —No funciono, necesitare otra cita programada.


 


Debería haberlo esperado, Kibum pensó. Él tomó un poco de su café y asintió hacía Minho.


 


—¿Qué sucedió? —Preguntó, y negó con la cabeza suavemente.


 


Minho suspiró, sus manos contra el volante. Kibum lo estudió mientras esperaba por una respuesta. Su mandíbula marcada, sus grandes ojos, y su mirada dura por unos momentos, encantadora en otras. Era atractivo, demasiado y se preguntaba qué podía estar mal con él y sus citas fallidas.


 


—Sulli es un poco atrevida, sabe lo que quiere, y no tiene reparos en decirlo, no creo que vaya de acuerdo conmigo.


 


Kibum se sorprendió por la descripción. Sulli parecía tan tímida, tan linda, tan inocente, que le pareció perfecta, pero al parecer había capas sobre ella para ocultar su verdadera personalidad.


 


—¿En así? Parecía perfecta para ti. Además, dijo que habían conectado.


 


—Pues no lo es, y definitivamente Sulli fue la única conectada.


 


—Dime la verdad, Minho. —Kibum le miró esta vez, el perfil de Minho le atacó. Minho le miró rápidamente asintiendo hacía él antes de regresar la mirada a las calles. —¿En verdad quieres esto? Porque, lo siento, pero no pareces quererlo, comienzo a pensar que nadie llegara hasta tus estándares.


 


—No sabía que todo esto pasaba dentro de tu mente.


 


—¿Lo quieres? O sólo lo haces porque tu madre quiere te cases pronto. —Kibum miró por la ventanilla. —De esa manera, créeme no funcionara.


 


—¿Hay una regla sobre casarme antes de los 30? —Minho gruñó sus palabras, sus manos aferrándose más fuerte al volante. —Estoy esperando por la persona de mi vida, Kibum, llámame cursi o como quieras, pero espero amor.  —El vehículo se detuvo cuando el semáforo parpadeó en rojo y Minho le miró directamente a los ojos. —Y creo que estoy a punto de encontrarle.


 


El corazón de Kibum latió un poco más rápido y no sabía exactamente por qué. Las palabras de Minho golpearon en él y le pensó casado con una hermosa jovencita, o… las palabras de Minho significaban otra cosa.


 


Comenzaba a preguntarse qué clase de juego era ese, qué clase de coqueteo se estaba llevando a cabo entre ellos y porque - ¡Diablos por qué! – seguía permitiéndolo.


 


—¿Qué significa eso? —Kibum mordió su labio inferior, sus dedos aferrados al vaso entre sus manos. —¿Al fin te has decidido por una chica?


 


Minho sonrió de esa forma en que hacía que Kibum quisiera besarle la sonrisa y olvidarse que era su cliente, uno que buscaba una mujer para casarse.


 


—Eso, Kibum, creo que estoy por encontrar a esa persona.


 


Kibum tomó un poco de su café, sólo para mantenerse ocupado y no mirar a Minho. Miró por la ventanilla y se dio cuenta que sólo estaban a un par de cuadras de su casa, tal vez podría permanecer en silencio por el resto del camino y esperar a llegar a casa.


 


Se sentía estresado, su cuello dolía, y sentía la tensión floreciendo en él. Una de sus manos viajó hasta su cuello y lo rodeó, mientras masajeaba un poco. El estrés seguía ahí.


 


—¿Te duele? —La voz de Minho le hizo mirarle una vez más.


 


—Estoy un poco cansado y el estrés del día acumulado… —Se encogió de hombros. —Supongo que ya me está afectando.


 


Minho murmuró algo que no escuchó y detuvo el vehículo segundos después. Kibum miró hacia afuera, su mirada cayendo hacía su casa. Habían llegado al fin.


 


—Soy bueno con las manos. —Minho dijo y antes de que Kibum pudiera decir algo, las manos de Minho acariciaron suavemente su cuello y un poco más debajo.


 


—¿Qué estás haciendo?


 


—Te estoy dando un masaje, tienes suerte, normalmente cobro por ello. —Minho rió. —¿Podrías girarte un poco? Será más fácil de esa manera.


 


Kibum negó con la cabeza, pero terminó por girarse un poco para Minho.


 


Las grandes manos de Minho se sentían como gloria sobre su cuerpo, masajearon sus omoplatos y trazaron una línea de un lado a otro de sus hombros. Kibum mordió su labio inferior para no gemir y sostuvo el café más fuerte.


 


Sintió a Minho un poco más cerca, comenzaba a tener un grave problema dentro de sus pantalones y estaba seguro que en cualquier momento algún sonido vergonzoso escaparía de sus labios.


 


—Detente. —Pidió.


 


—¿Por qué?


 


—Estoy mejor. —Movió su cabeza de un lado a otro. —Gracias.


 


Kibum esperó que las manos de Minho dejaran su cuerpo, pero eso no sucedió. Minho se acercó tanto como el espacio lo permitía y después susurró.


 


—Kibum, —Comenzó. —¿Te gustan los perros?


 


—Tengo dos.


 


—Entonces quiero que mi próxima cita ame los animales, en especial los perros.


 


 

Notas finales:

Atracción lista.


Nos leemos el sábado. 


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