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Give Me Love por keny_shawol

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Notas del capitulo:

11:49 pm, aún sábado. 

Choi Minho era todo lo no esperaba. Tenía una boca astuta y unos labios esponjosos que Kibum últimamente conocía de esquina a esquina.


 


Choi Minho había llegado a su vida de una forma no esperada y que le hacía preguntarse muchas cosas. Kibum estaba seguro de su sexualidad, le gustaban los hombres, le gustaba Minho, y no lo escondía. Pero Minho… Minho aún seguía escondido, y lo peor de todo es que le entendía a su manera.


 


Kibum suspiró y dejó caer su cabeza contra el respaldo de su silla. Aún no estaba seguro de que pensar. Le había dicho a Minho que necesitaba que escalara un balcón y le besara cuando llegara a la cima, pero los besos ya habían sido dados, y el balcón seguía sin ser escalado.


 


Aunque a veces no importaba. No es como si se fueran a casar, ni conocer a la familia, y cuando él sintiera que las cosas se estaban tornando más formales de lo que en ese momento estaban, entonces, tendrían un platica larga y tendida.


 


La puerta de su oficina fue golpeada y Kibum se enderezó, murmurando un suave ‘adelante’. Yongsun, su secretaria, entró y le dedicó esa sonrisa tímida de todos los días.


 


—El Sr. Choi está aquí, dice que tiene una cita con usted, pero no lo tengo agendado, —Ella habló, dejando que su sonrisa se volviera más tímida y linda. Kibum le pensó como una niña en ese momento, —¿debería dejarle pasar?


 


Kibum mordió su labio inferior, mientras suspiraba y asentía hacía Yongsun.


 


—Hazlo pasar.


 


Su secretaria asintió y después desapareció por la puerta. Sólo bastaron un par de segundos para que Minho entrara. Debía haber salido de la oficina porque su cuerpo aún estaba cubierto por un traje azul y un maletín colgaba de su mano. Kibum pensó que nunca se cansaría de verlo entrar en traje, comenzaba a tener una imaginación muy vivida de distintas fantasías de Minho y él y una oficina.


 


—¿Te diviertes a cuestas de mi secretaria?


 


—Por favor, Kibum, es tan divertido. —Minho se dejó caer en frente a su escritorio, abandonando su maletín en el camino. —Hubieras visto su rostro cuando le dije que tenía una cita que seguramente no había agendado.


 


Kibum escondió una sonrisa tras su mano, y negó con la cabeza. Minho le dedicó una sonrisa de millones de dólares y Kibum se vio a sí mismo, regalándole una sonrisa más. Le gustaba la manera en que la boca esponjosa de Minho se extendía, como sus ojos brillaban con diversión y como lograba de esa simple manera, hacerle sonreír como un tonto.


 


—Déjala, Minho, o la sonrisa con la que te recibe desaparecerá. —Minho se encogió de hombros después de sus palabras y Kibum estaba seguro que Yongsun no se libraría de él. —¿Qué estás haciendo aquí?


 


—Bueno, ¿no es acaso la mejor bienvenida que he recibido? —Las esquinas de sus labios se curvaron peligrosamente y de pronto, Minho ya no estaba frente a su escritorio. Sus largas piernas le llevaron hasta a un costado de él y su rostro quedó a escasos centímetros del suyo. —Hola a ti también, Kibum, estoy tan feliz de verte.


 


Y antes de que pudiera decir algo más, la boca de Minho tomó la suya y Kibum no pudo pensar en nada más.


 


Los labios de Minho eran expertos contra su boca, y la manera en que tomaba su cabello entre sus dedos, le dejó en claro a Kibum, una vez más, que Minho no mentía cuando le decía que le gustaba. Ningún hombre heterosexual, besaría su boca de esa manera, no.


 


Kibum sonrió contra la boca que lo tomaba y enredó sus manos en el cabello de Minho, también. Era sedoso y le gustaba sentirlo contra sus dedos. Kibum acercó el rostro de Minho aún más y no le importó que estuvieran en su oficina con Yongsun detrás de esa puerta.


 


Todos podían esperar si la boca de Minho estaba sobre la suya, haciendo maravillas en él.


 


Cuando los labios de Minho le dejaron ir, Kibum sólo pudo parpadear y mirar fijamente a esos ojos más grandes que le observaban divertido.  


 


—Hola. —Murmuró, sin saber exactamente qué decir. Estaba aturdido por los labios de Minho y quería más de ellos.


 


—Bueno, es mejor que nada. —Minho sonrió suavemente y dejó un beso rápido contra sus labios. —Llevo toda la mañana pensando en esos labios, Kibum, tuve que escapar de la oficina una vez que la hora del almuerzo llegó.


 


Kibum decidió ignorar el comentario de Minho y mordió sus labios, causando que Minho se acercara una vez más a él. Sonrió traviesamente y sus dedos se enroscaron en el cuello del otro, abriéndose como abanico después.


 


—¿Quieres ir a comer?


 


Minho gimió, y negó con la cabeza. Su cuerpo aún doblado contra su la silla, sus respiraciones mezclándose todavía.


 


—Me encantaría. Pero en realidad tengo una comida de negocios, debería estar en camino ya. —La respiración de Minho chocó contra él cuando las palabras fueron dichas y Kibum quiso besarle una vez más. —En realidad quise pasar rápido a probar tus labios, no te he visto lo suficiente esta semana.


 


Y era su culpa lo sabía, pero había estado ocupado con un par de chicos esta semana, que buscaban a la señorita perfecta para sus vidas. Kibum había supervisado todo y también había estado con Soojung, escuchándole hablar maravillas de chico con el que le había agendado una cita.


 


—Lo siento. —Kibum pasó sus dedos por la mandíbula de Minho, deteniéndose en su labio inferior después. —¿Cenamos?


 


Minho sonrió, y atrapó su dedo entre sus dientes. Kibum comenzaba a tener duros problemas en sus pantalones, problemas que sólo Minho podía resolver esta vez.


 


—Recuerdo que habías dicho que sabías cocinar. —Su dedo aún jugaba contra los labios de Minho, y sus ojos parecían hipnotizados por esos labios. —¿Qué te parece si me preparas la cena?


 


Kibum sonrió, recordando a Minho decir que era pésimo en la cocina.


 


—Bien. Preparé la cena para ti.


 


Minho se fue después de sus palabras con una sonrisa torcida en sus labios y la promesa de más besos como ese.


 


 


 


 


La cena había sido perfecta. Minho no se imaginó que Kibum cocinara también, pero cuando había dado el primer bocado, todos los sabores correctos habían explotado en su boca, y pensó, si Kibum decidía abrir un restaurante, él comería ahí cada día.


 


Minho suspiró y después sonrió a la persona frente a él. Kibum comía el postre, sus labios haciendo movimientos que le tenían hipnotizado, y Kibum… Kibum sabía perfectamente que estaba haciendo.


 


Minho extendió su sonrisa cuando pensó en lo mucho que Kibum se sentía más cómodo con él. Sólo había pasado un poco más de dos semanas, pero Kibum parecía haber entendido que le gustaba, que le gustaba en verdad y que no se estaba yendo a ningún lugar pronto.


 


—¿Es bueno?


 


Kibum abrió los ojos, y su postre se detuvo a mitad del camino, asintió después de unos momentos, mientras las esquinas de su boca se elevaban suavemente.


 


—Muy bueno.


 


Minho rió y negó con la cabeza. Kibum le volvería loco. Ellos habían estado jugando este juego desde hace una semana, y Minho creía que era excitante. Si bien no le importaría tener a Kibum en su cama, él sabía que tenía que esperar, y cada maldito segundo, valdría la pena.


 


Decidió que era momento de parar el juego de Kibum, y se acercó a él, justo como lo había hecho más temprano en la oficina, acorralándolo entre su cuerpo y la silla.


 


—Estás jugando con fuego, Kibum. —Minho acercó sus labios y besó la esquina de la boca de Kibum, sabía al dulce que comía y combinado con Kibum, Minho decidió que era un maldito buen sabor. —Deberías verte, te ves malditamente sexy con esa camisa y el postre en tus labios.


 


Kibum rió, y el sonido calentó el corazón de Minho. ¿Se sentía como si se estuviera moviendo muy rápido? Algo así.


 


Minho no estaba por jurarle amor eterno ni mucho menos. Se había estado moviendo al ritmo lento de Kibum los primeros días y ahora se estaba moviendo al ritmo quiero jugar contigo y tentarte. Minho estaba bien al ritmo de Kibum, sin embargo, no podía decir que Kibum no le encantaba, que no le gustaba su risa y que su sonrisa no le hacía sonreír. Parecía rápido, porque nunca se había sentido así, pero se sentía bien.


 


—Comienzo a creer que está relación es sólo sobre el sexo nada más, Minho. —Los ojos de Kibum le miraron divertidos, mientras dejaba escapar sus palabras y Minho sonrió, mientras se inclinaba y capturaba sus labios una vez más.


—Ni siquiera hemos tenido sexo.


 


Kibum rió y dejó caer su cabeza contra el hombro de Minho. Sus brazos se cerraron automáticamente sobre Kibum, sus dedos caminando sobre la espalda de Kibum, mientras éste seguía riendo contra su camisa.


 


—Dios, debí imaginarlo, sólo estás conmigo por eso.


 


Minho rió también, y Kibum dejó la silla para quedar frente a él. Los ojos de Kibum brillaban divertidos, y Minho cerró la distancia entre ellos una vez más.


 


—No me puedes culpar por encontrarte malditamente caliente, —Minho dejó que sus dedos viajaran por la mejilla de Kibum, hasta detenerse en su mandíbula. —Pero conociéndote, supongo que esperaré al sexo después del matrimonio, ya sabes cómo esas chicas del pasado.


 


Los ojos de Kibum se abrieron, y sus manos viajaron hasta su pecho, donde se detuvieron.


 


—Alguien se está moviendo muy rápido. —Movió la cabeza de un lado a otro, cuando las palabras escaparon de sus labios. —¿Matrimonio? ¿Cuánto hace que nos estamos viendo, dos semanas, un poco menos?


 


Ahora que Kibum lo mencionaba, Minho trató de tener la fecha exacta. Parecía tanto y la vez tan poco el tiempo que había pasado con Kibum, que Minho no podía esperar más días perezosos a lado del chico de los ojos de gato.


 


Minho nunca había sido del tipo de hombres que desperdiciaban los días, su padre se había encargado de eso desde muy joven. Minho siempre estaba practicando algún deporte, obteniendo buenas notas y siendo, básicamente, un buen hijo. Pero relajarse con Kibum, tener una cena tranquila, hecha en casa, descubrió, no era tan mala idea.


 


Minho no podía dejar de esperar más días como ese, más noches de esa manera.


 


—Algo así.


 


Kibum sonrió, y Minho le recordó como el primer día que le miró. Tenía esa sonrisa que parecía suave y tímida a la vez, pero esta vez sus pómulos tenían una tonalidad suave de rojo y sus ojos brillaban cansados también.


 


Minho decidió que era momento de irse y dejarle descansar. Sus labios se presionaron contra la nariz adorable de Kibum, y éste cerró los ojos ante el contacto.


 


—¿Qué fue eso?


 


También hacía las preguntas más estúpidas, y él claramente era un estúpido también al encontrarlo adorable.


 


—Un beso, Kibum. —Kibum rodó los ojos ante sus palabras y él le acercó más a su cuerpo. —Sabes, labios contra labios, labios contra piel, o labios contra…


 


—Basta ya. Olvídalo. —Kibum separó su cuerpo, y se alejó hasta la mesa de nuevo. —A veces odio tu boca.


 


—Aunque, algunas veces… —Minho se encogió de hombros y se carcajeó cuando Kibum rodó los ojos de nuevo.


 


—Dios, te odio.


 


—Sí, yo también te quiero. —Minho se acercó de nuevo, y le tomó entre sus brazos una vez más. —Y aunque me encantaría quedarme para hacer que ames mi boca, me tengo que ir.


 


Kibum mordió su labio inferior, y bajó la mirada, antes de murmurar: —Tal vez podrías quedarte.


 


—Me estás matando aquí.


 


—No significa que haremos algo más que dormir, te lo advierto.


 


—Jesús, suenas como una chica.


 


—No soy fácil.


 


Ah, claro que no.


 


—Por supuesto que no, he tomado más duchas frías estos días que antes de que te conociera.


 


Eso logró una sonrisa en los labios de Kibum, y Minho dejó que sus manos vagaran por la espalda de Kibum, sintiendo sus estremecimientos bajo su palma.


 


—Si intentas algo más, el sofá es cómodo también.


 


—Bien, pero mis manos nunca me hacen caso, debo decirte, tendrás que lidiar con ellas.  


 


Kibum dejó escapar una risa, y no advirtió nada sobre sus manos. Tal vez sus dedos tendrían más suerte esa noche.


 


 

Notas finales:

¡Nos estamos leyendo!


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