Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Segunda oportunidad. por DanTamMu13

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nuevamente les dejo actualización del fic, aprovechen que estoy con tiempo libre jajajaja 

A partir de aquel día Naruto me acompaño a visitar a Sai diario y Tsunade aprovechaba cada día para ver mi progreso, ya en la misma habitación ya que Naruto ya conocía la historia. Hasta que finalmente llegó el viernes, y fuimos juntos nuevamente.

 

-        Hola, chicos. – saludó Tsunade cuando entramos a la habitación.

-        Hola. – saludamos al unísono.

 

Naruto fue de inmediato con Sai, a platicarle su día, contarle de nuestras clases, y mientras tanto Tsunade me llamaba para acompañarla a su consultorio. La seguí nuevamente al final del pasillo para entrar, sentarme y esperar a que ella tomara su lugar.

 

-        ¿Has hablado con tu familia? – me preguntó una vez cerró la puerta.

-        Sólo con Itachi el martes. Me pidió primero que dejara de venir con mi misterioso acompañante; pero estaba yo con Naruto, así que dedujo y él le contó que te conoce.

-        Ahora comprendo. – comenzó sentándose en la silla detrás del escritorio. – Me preguntaron por él, y por si realmente era buena idea. Evidentemente dije que sí, entre más visitas tenga el chico, más rápido sanara.

-        ¿Qué tanto lo visitan ellos? – pregunté esperando una respuesta concreta, algo parecido a “más que tú”, o parecido.

-        No tanto como quisiera. Vienen ocasionalmente, se quedan una hora. Tu madre llora, tu hermano sólo le recuerda que mejorará y se van. – dijo honestamente.

 

Eso me había descolocado, me habían mandado al dormitorio para no estar solo porque no podría cuidar de Sai y finalmente eso he terminado haciendo. No estaba molesto, estaba verdaderamente furioso con todos, incluyendo a Sasori.

 

-        Descuida, él sólo interactúa con sus psiquiatras y con ustedes dos. – admitió.

-        ¿Por qué? – pregunté sin comprender.

-        Son a quiénes mejor reconoce. Son los únicos que están aquí sí o sí.

-        Gracias, Tsunade.

-        No hay problema, ahora déjame ver tus muñecas.

 

Me revisó ambas muñecas como siempre, aunque día con día forzaba un milímetro más el movimiento, al menos hasta que sintiera incomodidad. Había mejorado bastante debido a que había dejado de usar en exceso las muñecas, sobre todo, porque Naruto me regañaba todo el tiempo.

 

-        Has mejorado. – admitió.

-        Oh sí, Naruto me cuida demasiado, se la pasa regañándome con la comida, con cómo me muevo, el si le parece demasiado para mi muñeca, o lo que se le ocurra. – confesé riendo.

-        Así que te tiene bajo su propia observación, ese chico es listo. – dijo sonriendo.

-        Lo es, y tenías razón, es un buen chico. – atajé recordando cuando días atrás lo dijo.

-        Vaya que sí, por lo que tengo que avisarte, como lo lastimes, te rompo un brazo. – dijo con rostro serio. No era normal verla así, y tampoco comprendía a qué se refería con lastimarlo.

-        ¿Lastimarlo? – pregunté desconcertado.

-        Te gusta – espetó. -, y está bien; pero si le haces algo, te lo haré peor. – su rostro serio me preocupaba, aunque cuando dijo que el rubio me gustaba me sonrojé furiosamente, lo que la hizo reír de pronto.

-        Podrá gustarme; pero eso no significa que vaya a suceder algo, después de todo no depende sólo de mí. – hablé aún sonrojado.

-        Sí, sí. Ya, ve con ellos.

 

Tsunade prácticamente me había corrido de su consultorio, no me quedaba nada claro; pero no pelee tampoco. Quería ver a Sai, y cada vez que veía a Naruto con Sai me gustaba mucho más.

 

-        ¿Qué más puedo contarte Sai? Sólo una cosa, creo, de tu hermano… - escuché a Naruto hablando antes de que abriera la puerta, y lo que siguió no lo distinguí.

 

Entré a la habitación y encontré a Naruto murmurando algo al oído de Sai, ese era el motivo por cual no había escuchado el final de eso; pero, de cualquier modo, debería fingir no haber escuchado nada.

 

-        ¿Cómo vas? – me preguntó el rubio mirándome.

-        Mejor, gracias a tus constantes regaños. – le dije con una pequeña sonrisa de lado.

-        Idiota. – susurró.

-        Te escuché, estúpido. – contesté caminando hacia Sai.

-        Ese era el punto, Sasuke-imbécil.

 

Ignoré aquel último comentario, me acerqué a Sai, sentándome a su lado en un banquillo, lo miré a los ojos y contuve todas mis emociones en ese segundo.

 

-        Hola, hermanito, ¿todos te tratan bien?, ¿te trata bien el estúpido de ahí? – pregunté mirando a Naruto, buscando ver sus pucheros. – Seguro que sí, también me trata bien, a veces. – dije riendo. – Yo tengo que contarte que las clases han estado tan bien que creo que llamaré al amigo de papá, le pediré que me siga ayudando. No regresaré aún, y menos si no vas conmigo a conocer la capital. – le dije sonriendo honestamente.

 

Sai sólo me miraba fijamente, aún estaba recluido; pero el hecho de que ya nos mirara cuando le hablábamos, me hacía muy feliz.

 

-        También pensaba el otro día que cuando estés mejor, finalmente te enseñaré a manejar, y en mi auto, ya sabes, el que te gustó. – le dije recordando uno de los días que cuidábamos a papá donde vio mi Bugatti y me expresó lo mucho que le había gustado. – Y si aprendes bien, te regalaré un auto, el que prefieras.

 

Sabía que uno de los máximos sueños que él tenía era poder manejar autos de lujo, ya que nuestros padres siempre se opusieron a que él estudiara para ser piloto de autos de carreras de verdad. Saqué el libro, ya estábamos por terminarlo, sólo este y un día más y terminaríamos el libro.

 

Antes de que pudiera leer algo abrieron la puerta y hubo un silencio sepulcral, Naruto prácticamente había brincado del sillón, manteniéndose de pie, y entonces pude adivinar quién, o quienes era.

 

-        Nosotros vendremos del viernes al domingo. – avisó la voz de una mujer, mi madre.

-        Sai, te quiero – anuncié antes de abrazarlo y tener la oportunidad de susurrarle. -, perdón por todo esto, prometo que el martes terminaremos el libro, al fin.

 

Me levanté del banquillo y caminé hacia Naruto, tomé su brazo y lo jalé, sin hablar.

 

-        ¿No saludas? – preguntó Itachi.

-        Hmp. – bufé pasando de largo de ellos con Naruto siguiéndome de cerca por el mismo agarre que le hacía.

 

Caminamos sin decir ni una palabra, salimos del hospital, cruzamos un par de calles hasta que me calmé un poco. No era sólo el ver a Sai así, era el saber que los demás no estaban tan preocupados, el saber que no lo veían mucho y sumarle que, además, tendría horario para ver a mi hermano sólo porque no querían verme a mí.

 

-        ¡Sasuke! – gritó Naruto deteniéndose en seco y jalándome hacia él. Me caí al sentir la fuerza de Naruto, y estando en el suelo vi pasar, justo frente a mí, un auto a toda prisa. – Imbécil, fíjate. – pidió Naruto bastante asustado.

-        Lo lamento. – me disculpé honestamente.

 

Me levanté y vi a Naruto aún algo pálido, realmente se había asustado, y sin pensarlo lo abracé. Me disculpé nuevamente y luego lo solté, antes de que mis emociones se desbordaran.

 

-        Está bien mientras estés bien. – anunció cuando lo solté.

-        Gracias.

-        Sasuke. – me llamó antes de intentar cruzar.

-        ¿Hmm?

-        Ellos, ¿eran tu familia? – preguntó asumiendo al haber visto a Itachi.

-        Itachi, su novio Sasori y mi madre Mikoto. – mencioné apenas.

 

Él sólo guardó silencio, pensando, probablemente, en la actitud que tuvimos como “familia”. Seguimos caminando juntos de vuelta a la universidad. Ya no era peligroso dejar solo a Naruto, con sus pintas nuevas nadie pensaba en acosarlo, bueno, no si era a golpes. Apenas llegamos lo miré y dudé unos segundos hasta que me decidí.

 

-        Naruto, ¿está bien si te dejo solo unas horas? – le pregunté viendo que eran las 4 de la tarde.

-        Uhm, seguro, ¿todo bien? – me preguntó sin comprender.

-        Sí, sólo iré a la capital a hablar con un amigo de la familia y volveré. Estaré aquí a eso de las 12. – expliqué.

-        Oh, seguro, ¿no pasarás tu fin de semana fuera del dormitorio? – me preguntó sin mirarme.

-        Bueno, ya no. – admití.

-        Yo tampoco – advirtió. -, así que creo que estaremos juntos hasta los fines de semana.

-        No me molesta. – admití.

 

Seguí caminando con él hasta que estuvimos fuera del edifico de nuestro dormitorio, estando ahí volteé la cara, esperando esquivar su mirada.

 

-        ¿Estás bien quedándote aquí? – pregunté, refiriéndome al fin de semana.

-        Uhm, sí. Desde que llegué no he salido, ya me acostumbré. – confesó.

-        Bueno, es que me quedé pensando, y tal vez vaya a mi casa, me refiero a la de la capital. – anuncié.

-        Oh, bueno, entonces ¿te veré el domingo por la noche? – ofreció.

-        En realidad, pensaba invitarte, sólo si quieres. – admití sonrojado; pero evitando a toda costa que lo notara.

-        ¿En serio? Me refiero, te conocí hace unos días apenas. – argumentó.

-        Si no quieres ir, sólo dilo. – atajé.

-        Uhm, bueno, tal vez sería bueno ver cuánto ha cambiado.

-        ¿Eso fue un sí? – pregunté aun evitándolo.

-        Con una condición. – advirtió.

-        Tus condiciones. – susurré. - ¿Cuál?

-        ¿Me acompañarías a ver a mi padre? – preguntó entrando al edificio.

-        Se-seguro.

 

Mi respuesta nerviosa había sido demasiado notoria, aunque esperaba que pudiera interpretarse como sorpresa; pero no estaba seguro. Entramos a la habitación y noté como tomó su maleta y guardó algo de ropa y pertenencias. Supuse que cuando su padre lo sacó de la capital él se llevó todo lo que tenía. Sin hablar, lo esperé pacientemente. Una vez estuvo todo listo, le avisé apenas de que manejaba demasiado rápido, a lo que no se inmutó. Tomé las llaves del auto, y salimos cerrando la habitación con seguro.

 

Fuimos directo al estacionamiento, subimos al coche, y conduje de vuelta a la capital. Prendió el radio y buscó algo que escuchar, y yo, a diferencia de siempre, no hice nada, sólo lo miraba ocasionalmente de reojo. Normalmente me hubiera quejado porque alguien tocara mi auto; pero con Naruto no podía molestarme. Al no haber tránsito en la carretera, hicimos una hora con cuarenta y cinco minutos, al menos hasta antes de entrar a la capital, donde tuve que reducir la velocidad notablemente, dándome oportunidad de notar con Naruto se destensaba.

 

-        Parecía no importarte cuando te lo mencioné. – le mencioné.

-        No creí que estuvieras tan loco, idiota. – admitió.

-        Ya, ¿podrías desenterrar tus dedos de mi auto? Es nuevo y es excesivamente caro. – dije riendo.

-        Imbécil, si algo le sucedió, fue tu culpa.

-        Ya, ya, cuando volvamos procuraré no ir tan deprisa, ¿feliz?

-        Un poco.

 

Por nadie había decidido hacer algo así, quién me lo dijera yo optaba por ignorarlo y seguir conduciendo como me venía en gana; pero Naruto movía demasiado en mi interior como para ignorarlo. Unos diez minutos después de haber entrado a la ciudad llegamos a la residencia Uchiha, que ahora, por testamento de mi padre, era completamente mía. Itachi había renunciado a su herencia y Sai heredó la casa donde vivía mi madre.

Cruzamos la reja principal, que impedía que cualquiera que no tuviera la clave pudiera pasar, a menos que se le conociera dentro. Me detuve al frente de la casa y pronto el servicio me esperaba.

 

-        Buenas tardes, señor Uchiha. – saludó Yumiko, una chica de servicio con la que hablaba ocasionalmente de manera personal.

-        Yumiko, hola, ¿puedo pedirte si llevas las cosas de Naruto a una habitación de huéspedes? – pregunté y ella de inmediato asintió. Se acercó un chico de servicio, el hermano de Yumiko, Ryu. Llevó su maleta a donde Yumiko le indicó.

-        Sí que vives a lo grande, idiota. – me habló mirando la casa.

-        Uhm, un poco. Vamos. – invité.

 

Entramos juntos a la residencia y le mostré los cuartos principales, tales como salón de música, salón de juegos, el cine privado, la piscina techada, el cuarto de jacuzzi, sauna y vapor, el gimnasio, la sala de estar principal, la cocina, el salón de artes, la bodega, la terraza, la salida al patio, la salida al jardín y, finalmente, su habitación y la mía, que no estaban tan alejadas.

 

-        ¿Estarás bien solo? – le pregunté recordando sus terrores nocturnos.

-        Sí, bueno, no es como que vayas a dormir a mi lado incluso aquí. – atajó.

-        No, estúpido; pero hay una habitación conectada a la mía. – anuncié.

 

Naruto me aseguró que estaría bien, entonces le pedí que me acompañara a la empresa antes de que viéramos a su padre. Para cuando volviéramos ya debía estar lista la cena.

Naruto accedió y tomé otro auto, un audi R8 spyder, en color blanco, subimos y salimos nuevamente.

 

-        Lo lamento, podías haber descansado. – dije cuando miré que ya eran las 7:30, había tomado tiempo demás para mostrarle la casa.

-        No importa, vamos.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado el capi, recuerden dejarme sus reviews, por favor.

 

Les quiero un montón, buenas a todos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).