Choi Minho no estaba seguro de que esperar cuando su madre le había invitado para esa tarde. Ella había llamado dos días atrás, y le había dicho que tenía que asistir a la cena en su casa. Había mandado un traje color oscuro hecho a la medida, y había insistido en que llegara puntual.
Llegaba tarde, y molesto. Kibum había estado de acuerdo en cancelar su cena, él había murmurado sobre un evento al que tenía que asistir y había besado su mejilla rápidamente antes de perderse en su habitación.
Minho estaba realmente cansado y lo último que quería era asistir a una de las cenas de su madre, pero ella insistió en que debía hacerlo.
Minho no esperaba a tanta gente, pero cuando cruzó el vestíbulo el murmullo de las conversaciones le golpeó. Las personas se reunían cerca del vestíbulo, cruzando hasta la sala, algunas cercas de las escaleras. Todos llevaban bebidas en sus manos, conversaban animadamente y reían.
Estaba seguro que le comenzaría el dolor de cabeza. Minho suspiró y buscó a su madre entre los rostros. Ella no se encontraba cerca y Minho caminó entre las personas, para encontrarla.
Extrañamente, las personas a su alrededor le sonreían y felicitaban, confundido, Minho caminó hasta la oficina de su madre, donde supuso que se encontraría. Él sonreía a las personas y asentía y realmente comenzaba a preocuparse sobre lo que su madre había hecho.
Él llegó hasta la puerta, justo en el momento en Yuri salía del lugar. Ella le miró con los ojos asombrados, preocupados, Minho enarcó la ceja al verle.
—Lo siento mucho, Minho. —Las palabras abandonaron rápidamente sus labios, Minho comenzó a preocuparse. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué Yuri estaba aquí, saliendo de la oficina de su madre? ¿Por qué ella se estaba disculpando? —Yo no… no tenía…
La puerta de la oficina se abrió de nuevo, esta vez su madre salía de lugar. Ella sonrió al verle, pero Minho se vio incapaz de devolverle la sonrisa.
—Minho, querido, me alegro que hayas llegado.
Bueno, él no estaba tan alegre. Estaba demasiado confundido y preocupado también. ¿Por qué Yuri se estaba disculpando? ¿Por qué su madre y ella habían estado juntas?
—¿Qué está pasando, mamá?
Su madre miró a Yuri, mientras que estaba bajaba la cabeza, y se disculpaba de nuevo. Esta no era la Yuri confiada e independiente que había conocido, ésta Yuri se encontraba realmente alterada y apenada. Y a él sólo le confundía aún más.
La mujer suspiró, mientras le tomaba el brazo y le arrastraba de nuevo a la oficina. Minho pensó que Yuri les seguiría, pero la puerta se cerró con ella aún detrás. Su madre caminó hasta el escritorio y cruzó sus manos mientras le miraba.
—Diciembre se acerca, ¿no es así? —Minho asintió, él lo sabía más que nadie. El tiempo golpeaba su espalda y el día para su cumpleaños 30 estaba por acercarse. —Es sólo un mes, Minho, y tú no estás casado. ¿Qué estás haciendo, querido?
Bueno, ciertamente no estaba haciendo lo que su madre quería. Había estado disfrutando de su tiempo con Kibum, mientras decidía, y seguía consultando con un par de abogados. Hasta ahora no tenía una respuesta, pero estaba seguro que pronto lo tendría y entonces decidiría.
No estaba negando su relación con Kibum en un futuro cercano, pero como le había dicho a su pareja, el lugar era como su bebé y perderle, sería como perder ante su padre.
—Créeme he estado pensando en esto mucho. Lo sé, mamá, creo que yo más que nadie lo sabe.
—Deja de perder el tiempo entonces, Minho, Yuri está dispuesta a casarse, hablamos hace un momento, ella te quiere.
O quería lo que podrían tener, Minho no estaba completamente seguro. Sin embargo, lo que Yuri quisiera o no, no era importante.
—Yuri puede querer muchas cosas, no importa.
Ella negó con la cabeza, mientras se acercaba a él. La espalda de Minho golpeó la puerta y su madre tocó su mejilla suavemente.
—Te quiero, aunque tal vez no lo creas. —Ella sonrió como hacía mucho tiempo no lo hacía. —Y pensaras que no debí tomarme este atrevimiento, pero lo hice por ti, hablé con Yuri, —Los ojos de Minho buscaron los de su madre y esperó, pero sentía que algo no estaba bien. —ella lo quiere, y tú lo necesitas. Esta reunión es para anunciar tu compromiso.
Minho rió, en verdad lo hizo. Su madre era tan graciosa. Negó con la cabeza una vez más y le miró. Su madre no reía con él, ni mucho menos sonreía, le miraba con esos mismos ojos con los que le regañaba cuando él no actuaba como correspondía.
Ella no bromeaba. Ella era seria. Tan seria, que Minho dejó caer su cabeza contra la puerta. La cabeza le palpitó y no era sólo por el golpe que acababa de darse. Los ojos de Minho buscaron los de su madre, pero ella seguía tan imperturbable como siempre.
—Debes estar bromeando.
Pero ella no lo estaba y él lo sabía. ¿Qué se suponía que iba a hacer?
Ahí, detrás de esa puerta, había una fiesta para celebrar su compromiso. Pero, ¿Qué compromiso? Se preguntó. No había ningún anillo brillante y costoso adornando el dedo de Yuri, no había, eso tenía que contar. Sin anillo, no había compromiso. Sí, pensó, eso era.
—Por favor, Minho, sé serio.
—Oh, créeme estoy tratando de serlo ahora.
—He hablado con Yuri…
—Espera, —Minho sonrió. —¿Y en qué momento hablaste conmigo? Porque, lo último que sabía, es que yo era el novio. Y también sé que se supone que debo entregar un anillo y hablar con los padres y esas cosas. —Caminó hasta alejarse de la mujer. —Pero tú te has encargado de todo, supongo que deberías decir acepto por mí en la ceremonia también.
—Sé que estás enojado.
—¿Enojado? —Minho rió de nuevo. —En lo absoluto, madre. —Ironizó.
—No debí tomarme este atrevimiento, pero Minho, el tiempo pasa.
—Tienes razón, no debiste tomarte este atrevimiento.
Ella no debía hacer nada por su vida en un futuro cercano. Minho estaba tan enojado que estaba seguro que podría gritarle. Y ella podría haberle hecho enojar un millón de veces, pero nunca había sido irrespetuoso con ella y no comenzaría en ese momento.
—Minho.
—Estoy terminando con esto, debiste consultarme primero. —Suspiró, mientras caminaba hacía la puerta de nuevo, dispuesto a despedir a todo el mundo. —Estoy tratando de arreglar mi situación, no debiste entrometerte en esto, madre.
—Pero, Minho.
—No. —El negó con la cabeza, sus dedos aferrados a la perilla. —Lo estoy terminando, encontraré a Yuri y acabaré con esto.
Kibum se sentía incómodo. Sentía que la corbata le asfixiaba y la cabeza le palpitaba. Iba por el tercer trago y comenzaba a sentirse ligeramente mareado.
Una mujer con vestido rojo, brillante, le había acorralado cerca de las escaleras. Ella hablaba sobre sus hijos, sobre el matrimonio de éstos, sus adorables nietos y toda la familia en general. Aún no entendía como las personas podían contarle a un completo desconocido gran parte de su vida en tan sólo unos minutos, pero no se sentía especialmente de humor para averiguarlo.
—Ellos son realmente una bonita pareja. —Ella dijo, mientras el líquido de su vaso se movía. —Me recuerda a mi pequeño Jonghyun cuando se casó, parecían la pareja perfecta, aún lo son. Su madre está encantada, nos hemos encontrado algunas veces en algunas cenas, ella no para de hablar de lo perfecta que es la pequeña Kwon Yuri.
Oh, él lo sabía. Él sabía que ella era perfecta, adorable y que muchas madres la querían como esposa de sus retoños. Él se había encargado de encontrarla después de todo. Él también sabía que ella y Minho hacían la pareja perfecta, pero pensarles juntos, le revolvía el estómago.
—Encantadores. —Murmuró, para después darle un trago a su bebida.
Aun no estaba del todo seguro que hacía ahí. Sabía que Minho no estaba enterado, porque había sido la Sra. Choi quien había enviado la invitación.
Si Minho le viera, seria toda una sorpresa. Pero se estaba ocultando cerca de las escaleras para que no le viera. Él era un completo masoquista, quería verle y después, tal vez ir a casa a llorar, y terminar de una vez, todo lo relacionado con Choi Minho.
Se permitiría llorar por la noche, se dijo, él dejaría sacar todo esa noche. Él lloraría y después continuaría con su vida, porque no había más. No podía permitirse caer en algún tipo de depresión, su agencia necesitaba de él, su abuela estaría realmente decepcionada si se dejara caer después de esa decepción.
No, él tenía una vida que seguir.
—Y estoy segura de que su madre querrá niños pronto. Yo amo tanto a mis nietos, estoy segura que cuando la madre de Minho se convierta en abuela estará de lo más feliz. —Ella dio un trago a su bebida. —Yo estuve encantada cuando el primero llegó. Sabes, era tan encantador cuando era un bebé y ahora es un niño verdaderamente inteligente.
Niños.
Él no había pensado en eso, pero ahora que la mujer lo mencionaba, imágenes de pequeños con el rostro de Minho le atacaron. El dolor de cabeza le atacó y se preguntó porque esa mujer le había escogido a él para divulgar su vida.
Era una mujer realmente adorable si la observaba bien, pero Kibum estaba seguro que sería el doble de adorable si sólo dejara de hablar de lo que Minho podía hacer o no con su vida. Él no podría ser grosero, su abuela le había educado después de todo, pero estaba a punto de darse la vuelta y alejarse de ella.
—Seguro. —Kibum murmuró. —Los niños son realmente encantadores, estoy seguro que sus nietos lo son.
La mujer rió suavemente, y Kibum sonrió.
Realmente nunca había pensado en niños, le gustaban sí, pero nunca se imaginó con bebés propios. A él le iban los hombres después de todo, pero ahora que la mujer los mencionaba, Kibum se permitió imaginarse con niños, con Minho a su lado, y sus perros correteando a su alrededor. Parecía un buen futuro, era una lástima que no fuera su futuro.
Suspiró, terminándose el resto de su bebida, y decidió, no seguir bebiendo. Él no podría darse el lujo de embriagarse en la fiesta de compromiso de Minho. No estaba tan seguro de poder estar tan controlado. Aunque él no se pensaba gritando y reclamando a Minho, sí se pensó quebrándose frente a él.
—Realmente lo son. —La mujer sonrió de nuevo. —Tienes que verlos, son adorables.
Después de sus palabras la mujer buscó en su bolso y después de unos momentos Kibum contemplaba las imágenes de cada uno de los pequeños bebés.
La mujer hablaba maravillas de los niños y Kibum se limitaba a sonreír cada que una imagen le era mostrada. Kibum observó a los niños pasar de unos pequeños y adorables bebes hasta pequeños sonrientes de dos y tres años. Sí, terriblemente adorables.
Kibum suspiró y cuando estuvo seguro dejaría a la mujer, ella se despidió de él con una última imagen de sus nietos y prometiendo regresar. Ella caminó lejos de él hasta otra mujer con un vestido verde, ellas se saludaron y ella comenzó a hablar de nuevo y estaba seguro que no regresaría pronto.
Se recostó contra una pared cerca de las escaleras, y decidió que se iría pronto. Él no tenía que ver a Minho, después de su conversación con la mujer, sabía perfectamente el futuro de Minho.
Las conversaciones seguían a su alrededor y Kibum se preguntó en dónde se encontraba Minho, después de todo, esa era su fiesta.
Una puerta al final del pasillo se abrió, cuando el decidió que era suficiente. Kibum alzó la mirada justo cuando Minho salía. La respiración escapó de él y de pronto sintió la necesidad de estar oculto.
Kibum bajó la cabeza y esperó a que Minho le pasara por alto. Nada sucedió por unos momentos y cuando él alzó la mirada de nuevo, Minho caminaba hacia él, Yuri justo a su lado.
Él se veía realmente molesto, su ceño fruncido, y sus labios presionados juntos. Kibum se movió lejos de la escalera, pensando en una manera de huir antes de ser visto.
Pero la suerte no estaba de su lado.
Justo cuando su cuerpo había dejado la escalera, los ojos de Minho encontraron los suyos. Y todo se arruino.
—Joder.
Oh, sí.