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Los sabores de la vida por Are

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Ácido


–¡¿Eh?! – El grito del rubio había sido escuchado por todos en el local pero al pequeño pareció no importale; Haru lo ignoró y a Rei se le colorearon las mejillas, Rin simplemente rio, ya sabía que el rubio no cambiaría a pesar de los años. – ¿Y por qué tuviste que hablarle a Sou-chan? Haru-chan lo que hiciste fue muy precipitado, no sabes cómo puede ponerse Sou-chan aprovechando la situación.


–Por primera vez estoy de acuerdo con Nagisa, Haruka-senpai– El rubio solo hizo un puchero. – Si Azakami-san no ha hecho ningún movimiento por el terreno legal tener un abogado no tiene caso, menos si se trata de Yamazaki-san.


–Yo creo que están exagerando.


–No, no es una exageración. Sousuke no tiene pareja, sigue enamorado de ti y si no había tratado de conquistarte otra vez es porque no sabía de ti– Dio un sorbo a su bebida – Él mismo me lo dijo, no habías contestado a sus llamadas y si dejó de insistir fue porque en ese periodo de tiempo se había encontrado muy ocupado con un caso, no porque dejaras de interesarle. – Confesó el pelirrojo.


Haru lo pensó por un momento, probablemente no debió llamarle, pero se encontraba realmente desesperado en ese momento. Tan solo pensar en que pudieran separar a Nozomi de Makoto le aterraba, el castaño se había convertido en lo mejor de su vida y no podía desear menos que su felicidad, que sería la suya también.


Si lo pensaba seriamente, los demás tenían razón. Aún recordaba a flor de piel todo lo que había pasado con Sousuke, desde la tensa relación que al principio pensó que era odio por sus sentimientos por Rin hasta el desenlace en el que casi tuvo que poner una demanda para tener alejado al Yamazaki. En primera instancia pensó que Sousuke, igual que él, estaba enamorado del pelirrojo y estaba temeroso de que Haru pudiera de alguna forma actuar para ganarse el cariño del pelirrojo, pero esa idea quedo deshecha cuando lo acorraló contra la máquina de refrescos y furiosamente estampo sus labios contra lo del Haru, proclamándose celoso de otros competidores que deliberadamente le observaban.


Haru llevó inconscientemente sus manos a sus labios. El sabor de Sousuke no lo recordaba ni por asomo, ahora todo era el sabor dulce los labios de Makoto, todo su cuerpo estaba impregnado del castaño y aquello lo hacía sonreír aun sin querer.


–Además– Continuó Rin – Si la mujer es como dices, no creo que tenga el valor para regresar a reclamar a Makoto y a Nozomi cuando ella misma los abandonó, no creo que una mujer así entienda lo que es tener una familia. Seguramente solamente quiere tenerlo porque ya no es suyo.


–No lo tomes tan a la ligera, RinRin– El mencionado desvió la mirada, todavía le avergonzaba que Nagisa le llamara de ese modo después de tantos años – Los seres humanos somos egoístas, y una mujer despechada es capaz de las peores atrocidades. – El pelirrojo asintió dándole la razón.


–Pero no tienes de qué preocuparte, Haru, después de todo ella no ha hecho nada y pues… Esperemos que no lo haga, no puede ser tan hija de puta.


.


Se sobó el puente de la nariz con frustración, llevaba más de una hora en esa estúpida sala de juntas y las partes no habían llegado a un acuerdo. La parte menos afectada era la que él trataba de defender, al ser la esposa tenía más chance de ganar, la ley la protegía por ser la madre y el mundo en general le daba ciertos privilegios al ser mujer; pero aunque era su trabajo sentía que estaba mal, ella no merecía ganar el juicio.


Todo había comenzado por una infidelidad, y contrario a lo que la mayoría pensaba, había sido la esposa y no el esposo el que habían sido infiel. Sousuke pudo notar tan solo en la primer entrevista que el hombre era un verdadero devoto a su familia, el amor con el que miraba a su futura exesposa era más que obvio para todos, menos para ella. La mujer no deshacía su frío semblante y el desprecio en la mirada cuando la fija sobre él. Los niños también parecían darse cuenta, y se sentían más apegados a su padre que a su misma madre.


Lamentablemente, ella había acudido a él para lograr tener una buena pensión al separarse del hombre al que ella llamaba miserable, Sosuke no estaba de acuerdo con esa forma despectiva de hablar del padre de sus hijos; y por supuesto los niños.


Sousuke odiaba su trabajo en ocasiones como esas.


Después de más de media hora, por fin había terminado las negociaciones. Como era de esperarse él había ganado el caso. Debía admitir que fue doloroso ver el sufrimiento en los ojos del hombre, su llanto amargo todavía desgarraba sus oídos, escucharlo mezclado con cínica risa de la mujer le provocaba nauseas de una manera inexplicable.


Llegó a su oficina y sin recato se aventó el su cómoda silla, minutos después, la mujer entró y se sentó cruzando sus piernas coquetamente, Sousuke notó la clase de mirada que le dirigía y no pudo evitar devolverle una con fastidio.


–Todo ha salido justo como quería, sabía que hacía bien en contratarte como mi abogado, Yamazaki-kun; no me mintieron cuando dijeron que eras el mejor abogado– Finalizó bajando un poco más su blusa, pronunciando su escote.


–Podríamos discutir ahora sus honorarios– No fue pregunta, y el tono insinuante que usó en cada palabra le dejó en claro a Sosuke que no hablaba precisamente de dinero.


Las mujeres siempre se quejaban de los hombres, de que las trataban como a un pedazo de carne, de que no las respetaban; admitía que habían mujeres que eran un ejemplo a seguir, aquellas que se merecían todo el mundo a sus pies, pero también existían mujeres como la que tenía frente a él, mujeres que no se merecen ser llamadas damas y, Dios lo perdone, no merecían ser madres.


–Eso tiene que hablarlo con el departamento de contabilidad del buffete, no conmigo. Si no mal recuerdo, el pago de mis honorarios quedó pactado cuando usted firmó el contrato por los servicios.


–¡Oh! Creí que tú y yo podríamos llegar a un arreglo para que tengas un extra– Guiñó un ojo.


Sousuke suspiró tratando de clamarse, no debía ser grosero con una clienta y tampoco podía darse el lujo de ponerse de mal humor cuando le faltaba una reunión más. – Disculpe, pero no puedo aceptar eso, además– Se levantó de su asiento. – Voy tarde a otra reunión. Con su permiso.


Salió lo más rápido que pudo, haciendo un chasquido mientras miraba su reloj de muñeca, ya era tarde y le faltaba un largo tramo para salir del trabajo, tendría que posponer la reunión con Haru. –Maldición.


.


Cuando llegó a casa era temprano aún, Nozomi no había regresado y faltaban unas horas para saliera de la escuela. Suspiró y se dirigió a la cocina para comenzar a preparar el almuerzo, tenía que darse prisa, pues antes de su turno se iba a encontrar con Sousuke en el restaurante y eso lo tenía nervioso.


Nunca le había atraído Sousuke, era atractivo, no lo negaba, tenía ese porte de chico malo que llamaba la atención de cualquiera, aunque por dentro era un ser dulce, tierno y romántico. Todavía recuerda los detalles que tuvo con él cuando trató de conquistarlo, hasta la fecha lograban arrebolarle las mejillas aquellas dulces palabras y su amable trato. Casi tanto como el de Makoto.


Su celular vibrando llamó su atención, se acercó al aparato y abrió el mensaje que acababa de llegar, un suspiro de alivio salió de sus labios, era Yamazaki posponiendo su reunión dos días por trabajo. Eso le daba tiempo para pensar una excusa para quitarse a Sousuke de encima nuevamente; aunque no dejaba de sentirse como un cínico, después de todo, fue él el que lo contactó.


 


El almuerzo y la cena transcurrieron con normalidad, Makoto y Nozomi parecían no haber recibido la noticia del regreso de la señora Azakami, ambos reían y bromeaban incluyendo a Haru en su amena plática. El moreno se permitió relajarse un poco, parecía que, tal y como Rei había dicho, esa mujer no iba a iniciar nada contra el castaño y eso le hacía feliz de una forma tan egoísta que se sentía mal. Por un lado estaba bien para él que las cosas siguieran así, y los Tachibana parecían felices, pero por otro, sentía que estaba de intruso en una familia que no le pertenecía, que estaba siendo un usurpador de un lugar que obviamente debería ser ocupado por una mujer que fuera amorosa con esos dos, una mujer que supiera valorarlos y cuidarlos; tal vez no la madre de Nozomi, pero si una mujer que fuera merecedora de un hombre tan maravilloso como Makoto.


Después de todo el castaño no era gay, él había sido el que había llegado a poner su mundo de cabeza y eso de cierta forma le molestaba.


 


Al día siguiente, lo primero que vio al levantarse y bajar a preparar el desayuno, fue a Makoto, mirando fijamente el piso con una carta en la mano. Haru no tuvo que ser adivino para saber que eso era un citatorio y que su peor miedo se había hecho real: Azakami Mei quería recuperar a su familia, o al menos a la que ella creía su familia.


Todo ese día estuvo inquieto, su jefe lo notó y lo mandó a descansar pensando que se encontraba enfermo. Él no objetó nada, simplemente se cambió y salió del restaurante sin rumbo fijo. Caminó por varias horas por el centro de la cuidad hasta que algo lo detuvo. Al voltear encontró a Sousuke sosteniendo su brazo, analizándolo desde arriba con sus penetrantes ojos.


Terminaron en una cafetería cercana, Haru mirando la taza de té que había pedido sintiendo sobre sí la mirada azul de Sousuke, quien no dejó de mirarlo incluso cuando el menor alzó el rostro. Al contrario, se deleitó observando el hermoso rostro de Nanase, estaba más hermoso de lo que podía recordar, aun cuando sus ojos mostraban tristeza podía apreciar lo bello de su mirada.


–¿Ya me dirás qué es lo que pasa? – Preguntó sin tacto – Supongo que el que me contactaras es la razón que te tiene así.


Haru suspiró como preludio a la narrativa que iba a comenzar. No faltó ningún detalle que consideró importante para el caso, todo lo que sabía de la familia Tachibana Sousuke lo escuchó con detenimiento, analizando cuidadosamente todos los hechos.


–Supongo que el tal Makoto es tu novio, ¿es correcto? – Haru asintió – ¿Por qué debería yo ayudarte? No creo que tengan para pagar mis honorarios, ni tu novio ni tú.


–¿Qué es lo que quieres, Yamazaki? De verdad necesito de tus servicios, eres el mejor y ellos son una familia poderosa, pueden hacer lo que sea y yo… no quiero ver a Makoto triste.


Esa la conversación más larga que habían sostenido ellos dos. Sousuke sonrió. – Nunca pensé verte más enamorado que cuando lo estuviste de Rin, me sorprende que el amor por él haya desaparecido tan rápido, lo que significa que puede que esta vez también sea algo pasajero– Haru apretó los puños con ira, no podía armar un escándalo y menos hacer un desplante para Yamazaki, no es este momento que necesitaba de él.


–No me mal interpretes, de seguro tu novio debe estar muy abrumado como para sumarle dejarlo sin su apoyo, pero, si ganamos el caso, deberás darme una oportunidad, una verdadera, no una como la que fingiste cuando estábamos en preparatoria. Esta vez no quiero una farsa– Se acercó hacía la mesa, recargando sus codos en esta, clavando su mirada en los zafiros de Haru.


Sousuke que aquello no era correcto, iba contra toda ética, pero seguía loco por Haru y esta era la perfecta oportunidad para tenerlo. Había intentado de todo, Dios sabe que si, para olvidar al menor, incluso recluirse en el buffete y mantener ocupada su cabeza, pero de alguna forma Haru siempre se hacía presente. Sin embargo, no podía evitar sentirse asustado, tal vez esto había pasado así como una señal de que ellos no estaban destinados a estar juntos, pero si la vida le estaba dando una segunda oportunidad no iba a desaprovecharla.


–Si ganas, si logras que Nozomi se quede con Makoto, prometo que seré tuyo.

Notas finales:

Hola!


Una enorme disculpa por demorar tanto, pero, de verdad que salir de la uni no es tan fácil como lo hacen parecer en las películas.


Un besote a todas las que me dejaron sus hermosos mensajitos, no se preocupen bonitas, que no abandoné la historia, solo que no había tenido tiempo.


Espero que les siga gustando cómo va y pues, como advertencia debo decir que leer fics SouHaru no es bueno cuando haces un fic MakoHaru.


Gracias por leer.


Espero leernos pronto.


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