Por primera vez en muchos años deje el dojo sucio y sin ordenar, estaba sumamente ansioso de salir de ahí y en cuanto el ultimo alumno se fue, salí en carrera dirigiéndome a aquel callejón que ocultaba aquel sitio de prohibidos placeres.
EL tipo tétrico de la entrada se había vuelto mi amigo y cada noche me recibía con la misma sonrisa lúgubre que ya no me incomodaba en nada, hacía algunas semanas que me había icho su nombre, Gusunkugi. Deje mi abrigo y camine entre las personas buscándole en aquel sofá de siempre. Hacía ya tres meses que habíamos empezado algún tipo de relación de algo más que amistad en la que el uno al otro saciábamos esa necesidad de cariño puro que teníamos.
- Ryoga – le llame levantando la mano y me recibió con esa amplia sonrisa que había aprendido a necesitar para sentirme feliz.
- Llegas tarde … - rio indiscretamente mientras me jalaba sobre el para besarme con ardiente pasión con solía hacer.
Fundirse en un beso con el era el mayor placer de mi vida, sentir su cálida saliva bañar mi boca con esas deliciosas pinceladas que me ofrecía su lengua, era capaz de apagar toda mi sed en un segundo, la terrible sed que ella me provocaba. Sentir sus dientes aprisionar mi labio inferior era exquisito y me hacia perder la poca cordura que creía conservar. Cada noche era así y jamás me cansaba de su desbordada pasión, aún a pesar de esa necesidad y placer me costaba mucho disfrutar de sus caricias por completo.
Una parte de mi aún tenia miedo del calor con el que sus dedos pintaban cada parte de mi cuerpo que tocada, aún más cuando se atrevía a rebasar los limites de mi ropa y tocar mi piel directamente. Sabia muy bien que nadie nos veía pues cada cual estaba ocupado en sus "asuntos" y poco les importaba lo que hiciera el resto, pero tenía miedo de cruzar aquella línea que sabía que era de esas que una vez traspasadas nada vuelve a ser igual.
Su mano jugo traviesamente sobre mis pezones haciéndome reprimir algunos gemidos con sus besos, sus labios abandonaron los míos pero sin despegarse de mi haciendo arder mi piel conforme la recorría con sus labios y su lengua, dio besos seductores sobre mi cuello, dibujando las líneas de la clavícula que lo guío con facilidad hacia mis pectorales que se sentían deseosos de ser marcados. estaba perdido y sumergido en el placer hasta que su lengua alcanzo uno de mis pezones y comenzó a lamerlo con cierto seductor frenesí que me hizo soltar un gemido vergonzoso.
En ese momento el sonido de mi voz quebrándose me trajo de regreso a la realidad con un espasmo en los ojos, me vi ahí en medio de ese mar de hombres a punto de traspasar aquella línea que tanto me atemorizaba.
- Detente – dije al tiempo que lo empuje suavemente alejándolo de mi.
- ¿Sucede algo? - dijo mientras lamia sus labios que brillaban por la saliva que los cubría.
- No... es solo que... - No sabia verdaderamente que decir, algo en mi quería continuar sin importar nada, sin pensar en que sucedería después y era lo que me dejaba sin palabras.
- Tu nunca... - dirigió una mirada sugerente hacia mi entrepierna.
- ¿Qué dices? Te recuerdo que estoy a punto de ser padre – dije más apenado que ofendido.
- lo sé - se echo para atrás recargándose en el respaldo contrario – me refiero a con otro hombre – volvió a reír.
- No y no quiero hacerlo – dije casi seguro de mis palabras y frunciendo el entrecejo.
- Pues no lo parecía hace unos momentos – me reto con mirada felina.
- Que tonterías dices – Me levante muy enfadado pero no con él si no conmigo mismo por ser consiente de que tenía razón con cada palabra.
Deseaba continuar y entregarme completamente a él, deseaba que sus manos y sus labios no se detuvieran y tomaran todo de mí. Pero sabía muy bien que yo no era gay y había una línea muy delgada entre disfrutar del cariño que otro hombre me pudiera dar y volverme homosexual.
- Me tengo que ir – dije temeroso de arrepentirme de mi postura.
- ¿Te veré mañana? -
- No lo creo - parecía que mi rechazo no lo había ofendido cosa que me hizo enojar aún más.
Salí un tanto furioso de aquel lugar sin siquiera despedirme de Gusunkugi que como siempre estaba de pie en la entrada, me limpie la boca con la manga del abrigo tratando de borrar el sabor que me había dejado en los labios y camine concentrado hacía mi casa. Estaba tan enfrascado en mis pensamientos que no me di cuenta de que había algunos coches en la entrada y una ambulancia. Al entrar encontré el la sala a mi padre, a Soun y a las hermanas de Akane que la ayudaban a respirar mientras los paramédicos la acomodaban en una silla de ruedas.
- Ya va a nacer mi amor – dijo estirando su mano en mi dirección.
CONTINUARÁ …..