Llevaba toda la mañana con la boca seca y lleno de unas nauseas horripilantes, había puesto a los discípulos a correr y hacer combate en parejas porque no me sentía bien para instruirlos. La noche anterior Kasumi había insistido en que debía acompañar a Akane en el hospital pues el bebé llegaría pronto y era mi deber estar a su lado. Trate de convencerla diciéndole que ella era mucho mejor en la parte del entendimiento y el servicio además de que pronto sería fin de mes y no podía cancelar el entrenamiento de los discípulos del Dojo de una noche a otra.
No había recibido noticias ni nada de información. Termino la penúltima clase y aún había sol, para la última clase no había nadie inscrito en ese día por lo que decidí quedarme a practicar un poco para liberar el estrés, no quería pensar ni siquiera en la idea de llegar al hospital y encontrarme con las miradas de reproche de todos por no estar ahí.
Di varios golpes y patadas al aire, estaba en plena concentración de una kata magistral cuando escuche el timbre de mi teléfono.
- ¿Ranma? - era la voz de Ryoga.
- ¿Qué quieres? - dije aún enfadado.
- Estoy fuera del dojo pero la puerta está cerrada ¿Creí que tenías entrenamiento? -
- Es un entrenamiento privado -
- ¿Estas solo? -
- Si -
- ¿Puedo pasar? - tarde en responder y solo hice si veloz antes de colgar.
Me puse los zapatos y salí a abrir. Estaba por abrir la puerta cuando el teléfono sonó de nuevo. Sin ver la pantalla conteste de mala gana.
- Ya estoy abriendo demonios – le grite sin permitirle hablar y abriendo de golpe la puerta. El me miro un poco desconcertado con las manos en los bolsillos.
- ¿Ranma? - la voz al teléfono era de Nabiki – Ya nació. Es una hermosa niña...-
Me quede perplejo viendo a Ryoga con una expresión de horror en el rostro, el me devolvió una mirada de completa incredulidad.
- ¿Ranma..... Ranma? ¿... me escuchas? - la voz insistente de su cuñada no consiguió llamar en nada su atención.
- ¿Qué sucede? - trato de romper el silencio pero yo penas podía pensar. No tenía idea de que sentiría exactamente al momento de ser padre, pero esto era mucho peor de lo que esperaba. Agache mi rostro en busca de su pecho para refugiarme de alguna forma, inmediatamente sus brazos me rodeó ofreciéndome ese confort que necesitaba en aquel instante.
Interpreto perfectamente mi silencio y no volvió a preguntar. Al contrario movió una de sus manos con suavidad buscando mi mejilla y la acarició por unos instantes elevando lentamente mi rostro hasta quedar de frente al suyo, robo mis labios con un suave beso, uno que nunca me había dado. Sus besos siempre estaban llenos de pasión, deseo, lujuria pero esta vez era apenas un roce de labios lleno de comprensión.
No estoy seguro si fue aquel beso o fue por la inminente noticia que había terminado de derrumbar mi vida pero me entregué, me deje llevar por esa constante voz que torturaba mi mente, deje de luchar contra el instinto y el deseo para simplemente dejarme avanzar. Perdí toda fuerza, toda negativa, todo temor.
Todo sucedió entre una cámara lenta y borrosa frente a mis ojos, el aprovecho la mente revuelta y la guardia baja, se hizo de mi cuerpo a su entero antojo. Sus manos más que nunca recorrían mi cuerpo con ansiedad acariciando mi abdomen y delineando mis músculos. Sus labios besaban cada parte de mi rostro mientras me empujaba con cuidado hasta llegar al dojo donde termino tirándome sobre el tatami. Sabía muy bien lo que sucedía y no tenía ni la menor intención de frenarlo.
Se deshizo rápidamente de mi gi blanco arrojándolo a un lado y dejando a su merced mi torso que comenzó a inundar con besos extravagantes que me hacían perderme aún más en toda aquella pasión. Sus labios aprisionaron nuevamente uno de mis pezones y me entregue deseoso de sentir todo lo que me quería ofrecer, después de unos pocos minutos sus labios abandonaron mi pecho para continuar bajando por mi abdomen besando cada centímetro de mi piel, provocando una curiosa y deliciosa sensación en mi interior. Sus besos se detuvieron juste debajo del ombligo en ese ligar donde el pantalón impedía continuar y su lengua estratégicamente y con perversidad baño toda mi superficie haciéndome gritar por lo bajo.
Jamás creí en la existencia de un placer así, era algo que nunca había experimentado y que sin duda quería continuar.
CONTINUARÁ....