Su mañana no era la mejor, de hecho casi siempre sus mañanas eran muy abrumadoras y cansadas.
Destapa su cuerpo y se sienta en la cama. Siente como las patas de su perro se acercan lentamente a él. Su feo y obeso perro. Su casi todo, su familiar más cercano (y el único que tenia), se llama Fisher, un pastor alemán que más bien parecía un chihuahua, demasiado sumiso, demasiado sensible (como él).
Fisher se acerca lo más rápido que su obesa panza y sus patas flojas le permiten; se agacha y lo acaricia, la acaricia matutina que ambos se daban.
Ese sábado no era como cualquier otro sábado. Ya que, sus padres junto con su hermano cumplían 6 años de haber fallecido, un trágico accidente automovilístico que se los había quitado.
Se levanta de su cama con toda la motivación del mundo para ir a verlos. Se rasca la panza en un claro ademan que había adquirido por su padre.
Camina a la cocina y coloca una olla en el fregadero, la llena de agua y la pone en la estufa.
– Ay, Fisher, tengo que mandar a componer el cochino calentador o esto me sacara una gran cantidad de dinero en gas. –MinHo mira a su perro, esperando una respuesta –sabes, a veces olvido que eres un ser que solo dice wow o algo así dicen los perros, ¿no?
MinHo regresa a su habitación y prepara la ropa que iba a usar ese día. Él no se entendía algunas veces, cada vez que se cumplía un año, a veces tenía ganas de ir con traje negro y otras tan solo quería ir en jeans y una sudadera lo más holgada posible.
Era una mañana fría podía sentirla a través de la tela de sus calcetines.
Preparo un bóxer negro (el favorito de las nenas como decía su amigo), un jeans, la sudadera más grande que todo su cuerpo, la chaqueta favorita de su hermano y uno de sus gorros preferidos, uso calcetines lo suficientemente calientes y un par de tenis. Camino de regreso a la cocina y quito la olla de la lumbre.
Camino al baño sosteniendo con mucho cuidado la olla caliente, lleno un tambo de agua fría, le hecho el agua caliente y preparo sus neceser.
Se metió en la regadera. Le tomo menos del tiempo que creía le tomaría salir ya limpio y con un olor mejor del que tenía apenas unos minutos. Entro en su habitación y se vistió, una vez arreglado se perfumo y preparo la correa de Fisher, para una mediana caminata al panteón, una ventaja bastante grande era que vivía a unas 10 cuadras aproximadamente del panteón y eso era bueno, tanto para él como para su fofo perro.
El panteón siempre le daba una calma que pocos lugares lograban en él. Él y Fisher entran y comienzan el camino a esa lapida que como todos los años visitaba.
En una sola lapida contenía los tres nombres y un solo pensamiento…
“Siempre recordados, nunca olvidados, siempre amados”
MinHo apenas tenía trece años cuando un grupo de jóvenes alcoholizados hasta la conciencia, decidieron no respetar las señalizaciones e impactaron su auto con el de sus padres y así quitarle la vida a ellos y a su hermano mayor. MinHo tenía apenas trece, cuando la mamá de su mejor amigo llorando le dijo que esa noche debía quedarse más tiempo. MinHo tenía tan solo trece cuando descubrió lo que verdaderamente era estar solo.
- Eh, miren, otro año más. –comenzó a hablar en voz alta –Vaya ya son 6 y aun se siente como si apenas hoy en la mañana la mamá de Jong me dijera la verdad… -suspiro –me dijera que ustedes ya no estaban. Quiero decirles que estoy bien, he tenido un par de problemas financieros pero no es nada que no pueda arreglar con un par de préstamos a la mamá de Jong, también quiero decirles que estoy próximo a mi titulación aunque parece que apenas entre a la universidad estoy a tres módulos de salir, seré un exitoso abogado, se los prometo. –soltó otro suspiro, contuvo sus lagrimas, mejor de lo que esperaba –aun los extraño mucho, aunque parezco alguien fuerte, no es así, no saben la falta tan grande que me han hecho todo este tiempo, los amo muchísimo.
MinHo tomo de la correa a Fisher y con un beso a la lapida se despidió. Comenzó a caminar de regreso a la entrada del panteón.
Al parecer a Fisher ya le costaba mucho el caminar y con los años se ponía más rejego.
- Vamos Fisher, camina grandulón. –parecía ponerse más duro –vamos, no planeo cargarte y ni pienses que te arrastrare. Camina como los perros normales de tu edad, Fisher tonto.
Seguía peleando con su gordo perro que no se percato de cuando se tropezó con otra persona.
– Oh, disculpe estoy bastante distraído y no lo vi –Esa persona fue la primera en pedirle disculpas.
– No se preocupe, fui yo quien no lo vi, mil disculpas de verdad –MinHo se disculpo, pero seguía jalando a su perro fofo –bueno mil disculpas, con permiso.
Se retiro mientras seguía jalando a su torpe perro que parecía no poner de su parte. Y así estuvo peleando con él por bastante tiempo, hasta que llego a su casa y por fin esa lucha que pareció eterna, termino.
- Bien Fisher, si crees que te daré un premio por tu pésimo comportamiento en el panteón estas equivocado –el perro tan solo movía su cola –no tendrás premios por tu mal comportamiento, ¿entiendes? –y como si el perro captara su idioma, bajo sus orejas y dejo de mover su cola –bien eso está mejor.
MinHo camino a la cocina y se preparo un ramen, se sentó en el sillón y prendió la televisión en el canal de deportes donde estaban dando un partido que lograría despejar su mente un buen momento.
No sintió en qué momento se quedo dormido. Cuando despertó el canal ya no había un partido, ahora un programa de comentaristas que hablaban de quien sabe qué partido. Apago la televisión, tomo su teléfono y se fijo en la hora, eran las ocho con treinta minutos y él sentía que había dormido toda la vida.
Se levanto cerro todas las ventanas de su casa y aseguro su puerta y se fue a su cuarto, donde rápido se despejo de su ropa y se coloco su pijama, que constaba de un pants largo y una camiseta sencilla, un par de calcetines y su fiel perro fofo, que como siempre ya estaba en su cama.
Activo la alarma de su teléfono y se recostó, para quedarse profundamente dormido en cuestión de segundos.