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Wife por metallikita666

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Notas del capitulo:

¡Kyaaaa! My piasu boys ;w;

Veinte: “Pretty boys make the most noise”

 

A pesar de todas las cosas poco afortunadas que me sucedieron en ese periodo, al menos ocurrió que el día siguiente a haber rechazado a Takashima y su más que obvia proposición de ir a la cama, no tuvimos ninguna lección perteneciente a Estudios Sociales. Era viernes, y aunque tales días cursábamos Cívica, el profesor tuvo un inconveniente en el último momento y no se pudo presentar. Así, no fue forzoso que departiéramos con los de onceavo para seguir los ensayos de la presentación, pues la maestra de biología cubrió la hora.

Fue un día pacífico y normal, durante el cual hasta disfruté las otras clases. Además, el almuerzo también estuvo exento de los acosos que habían sido normales hasta entonces, pues una vez que acabó el tonto jueguito del postre, con mi consiguiente “derrota” y su “castigo”, el mayor no volvió a importunarme enviando a su molesta amiga.

Lo complicado, de momento, fue evadir las preguntas del enano al respecto, una vez que casi se pone a llorar al saber que no habría más golosinas gratis cada mediodía.

-¡Awww! ¡No puedo esperar a que llegue Mai-chan!- Exclamó ilusionado, tras acabar el último bocado de su caja. Faltaba un día más para que sus padres volvieran a casa, pero esa vez decidimos comprar los bentos cerca del colegio.

-Pues… No quiero ser aguafiestas, Tecchan, pero dudo que venga.- Le dije, como quien no quiere la cosa, mientras me terminaba los últimos trozos de calamar de la promoción con mucha más parsimonia que él.

-¿Por qué lo dices?- Preguntó, mordiendo los palillos. -¿Estará enferma? Oye, ¿cómo te enteraste?-

Eran muchas preguntas, dichas con demasiada ingenuidad dulce y boba como para no sonreír. Pero si lo hacía, corría el riesgo de que el menor no me creyera lo que le estaba refiriendo, y siguiera con la idea de esperar a la chica, así que tenía que mantenerme serio.

-No se trata de eso, tonto… A ver, ¿cómo te explico?- Y sobre todo, intentaba figurarme yo mismo cómo decirlo sin darle pie para que sacara conclusiones rápidas sobre las que habían sido las verdaderas intenciones de Uruha. –Mai no vendrá porque Takashima ya no  me va a enviar ningún postre. Ese asunto terminó con el parfait de fresa, ¿recuerdas? Yo perdí el juego.-

-Oh, ¿así que era un juego?- Se admiró el otro, todavía sin caer en cuenta del duro golpe a su glotonería.

En ese momento, le inventé que el reto fue consentido, diciéndole que el mayor quería que yo le presentara al tío Tatsu, lo cual yo acepté siempre y cuando él acertara con mi postre favorito, pues pensé que jamás adivinaría.

–Ya veo… Uhm, pero espera. Al final siempre conoció a Shinozaki-san días antes de adivinar, ¿no? Cuando fue con tu hermano a su casa para comenzar los trajes.-

Por más que lo pareciera, no era un despistado, y eso resultaba difícil de sortear a veces.

-Pues sí, pero de puro orgulloso siguió empecinado en adivinar. Y finalmente lo logró.-

Me encogí de hombros y agradecí internamente al dar la explicación por terminada, levantándome segundos después y recogiendo mis desechos para llevarlos a un bote de basura. Empero, apenas le di la espalda al más bajito y me dirigía tranquilamente al cesto, un alarmado lamento por poco me tira al piso de bruces.

-P-pero eso… ¡ESO QUIERE DECIR QUE YA NO HABRÁ MÁS DULCES GRATIS LUEGO DEL ALMUERZO! ¡Uaaaahh!-

-Tecchan, ¿¡eres bruto o te haces!?- A causa del susto, me vi forzado a voltear con los ojos muy abiertos y el ceño fruncido. -¡No me digas que hasta ahora te cae el veinte! ¡Eso fue lo que te dije desde el inicio!-

Pero ninguna razón iba a detener su puchero, y esa mirada que parecía echarme las culpas de todo lo horrible que no solamente le había ocurrido, sino que le ocurriría en la vida de ahí en adelante.

-¡Sí, pero…!- Se detuvo. Pequeño detalle: carecía de una razón coherente que argumentar. Aun así, él no era el tipo de persona que se hiciera demasiado problema por eso. -Es que… ¡no es justo! ¡Yo era feliz comiendo postres todos los días! ¡Ahora tendré que volver a la normalidad y eso no me gusta!-

A pesar del berrinche, no le quedó más remedio que hacerse a la idea, para lo cual tuvo todas las lecciones del resto de la tarde.

En el momento en que íbamos de salida, nos topamos con un personaje muy particular que logró atraer mi atención pues me recordó a mis padres, con su cabellera mitad negra y mitad roja. Y los menciono a ellos por lo obvia que resulta su cercanía, pero en realidad esa característica era un referente bastante general que simbolizaba casi la totalidad del movimiento musical que ambos, juntos con algunos otros, fundaron en el país cuando nosotros apenas nacíamos.

El sujeto en cuestión era un poco mayor que nosotros dos, pero no estaba cursando la secundaria y tenía toda la pinta de ser un callejero más; listo para ver en qué riña metía las narices o qué cosa mal puesta se levantaba. Sin embargo, la eterna sonrisa en su cara daba la impresión de que más que fastidiar de esas maneras, era un experto en estar haciendo bromas y payasadas todo el tiempo, para hacer reír a los demás.

Se acercó a nosotros cuando a Tetsu se le cayó su hanbo de la mochila, el cual comenzó a llevar –lo más visible que pudiera- todos los jueves y viernes, desde aquel incidente con Kagawa. Al escuchar el ruido del bastón contra el suelo, el menor se sobresaltó y se volteó de inmediato para buscarlo, temiendo que cayera en poder de alguien inconveniente. Pero fue en ese momento que vimos al peculiar chico, a quien no conocíamos de entre los que solían merodear la zona o la ciudad entera, quien sostenía el arma con ambas manos en ademán de entrega.

-Hola… Ah, gracias.-

Itakura la tomó, pero tanto él como yo nos sentíamos intrigados por saber quién era el otro, una vez que sus fachas nos resultaron familiares, aunque a la vez peculiares y curiosas. Como parte de ellas, junto con lo usual y esperable, portaba un prendedor grande del Pato Donald en una de las solapas de la chamarra.

-Oye… ¿Tú no eres de aquí, verdad?- Le dije con un tono firme pero todavía afable, pues noté que la curiosidad era mutua por la manera en que nos miraba. –Yo soy Takayuki.-

-Sé quién eres.- Respondió él, sonriendo nuevamente. –Y no, no soy de aquí. O más bien, acabo de llegar. Pueden llamarme Shizuki.-

El enano y yo nos quedamos hablando con él durante un buen rato, gracias a lo cual nos enteramos de que también había llegado a la ciudad con aspiraciones musicales, pues era un novel baterista. Al parecer, gracias a sus vagabundeos había conocido ya a Chihiro y a Ruiji, los cuales lo pusieron al tanto de la dinámica que empleaban mis padres para elegir y distribuir a los músicos en las diferentes subsidiarias. No obstante, y dado que nuestra banda todavía no contaba con candidatos para el puesto de baterista, al escuchar que ese era su instrumento me decidí a proponerle una audición, mediante la cual sabría si podríamos contar con él para un futuro próximo. Naturalmente, el de melena bicolor aceptó sin problema, y la prueba quedó pactada para la semana siguiente, durante la cual tendríamos más tiempo para ocuparnos de esos asuntos, una vez que pasara la presentación del proyecto.

Fue hasta después que me di cuenta de que nuestras audiciones y las de los compañeros de mi hermano posiblemente coincidirían; pero más allá de tener que verles las caras a Uruha, Aoi y Reita en el estudio, sería un día de pruebas cualquiera desde el punto de vista de la discográfica.

Más tarde, cuando cayó la noche, y dado que llevaba días de no aparecerme por el sello, decidí hacerles una visita relajada a mis viejos, una vez que terminamos de conversar con el recién llegado a la ciudad. Sin embargo, cuando le pregunté a Tetsuya si quería acompañarme, este declinó la oferta. Me explicó que como sus padres estaban por llegar a casa tras aquella ausencia de días, quería tenerlo todo listo. Lo único que necesitaba hacer antes de ir a su paradero era regresar por uno de los libros de su papá, el cual había dejado olvidado en su casillero. Así las cosas, decidimos despedirnos.

Pese a que no había olvidado que era viernes, me preocupé mucho menos de lo que debí. Tal vez fue al creer que el hecho de que el otro estuviera armado era suficiente, pero lo que sí es seguro es que habría tenido muy pocas razones para esperar que sucediera lo que, muy por desgracia, aconteció horas después.

La visita a la Free-Will fue bastante entretenida, debido a que esa semana también estaba programada gran cantidad de pruebas, tanto para el sello madre como para la Anarchist. En realidad, tanto el big boss como su middle boss favorito esperaban la presencia de sus dos vástagos; no obstante, al parecer Ruki había salido con Reita a tomar un café después de clases y a hablar de vaya uno a saber qué, pues para ese entonces no imaginaba conversaciones posibles con el sujeto que no tuvieran que ver con tintes de mala calidad, pañuelos doblados o tartas de fruta. Felizmente, y a pesar de lo que mi hermano me había contado sobre Makoto, tampoco me topé con el primo en el edificio. Su dichosa selección como roadie, si es que se daba, sucedería en unos días: apenas Dir en Grey iniciara el tour doméstico que centraría su primera parte en el área de Kansai.   

Luego de que mamá, papá y yo regresáramos a casa nos dispusimos a cenar, pero en eso sonó el teléfono y yo tuve una corazonada. Puede que fuera a causa de que la última interrupción que recordaba también me apartó molestamente de mi comida, pero en esa ocasión fue más que un simple disgusto por tener que levantarme de la mesa. Presentía algo.   

Mamá atendió, pues justo en ese momento volvía a la cocina para tomar otra rebanada de pastel. Alzó el auricular y saludó emocionada a la persona que le hablaba desde el otro lado de la línea, pero rápidamente requirió mi presencia.

-Sí, de acuerdo. Ya te lo comunico.- Dijo, despidiéndose de su interlocutor. Luego se volteó hacia mí. -¡Yuki, es Hiro-chan! Quiere hablar contigo.-

Evidentemente, había escuchado desde antes el nombre de quien telefoneaba, pero dado que no era el único Hiro conocido, tenía que aguardar. Apenas el mayor me avisó que la llamada en realidad era para mí, me levanté, no sin antes dejar escapar un suspiro preocupado. Chihiro jamás llamaría por causa de una tontería.

-Hola. ¿Qué cuentas?-

-Yuki… Tienes que venir al hospital.- Sin mucho rodeo, el rubio confirmó mis sospechas: tenía que ser algo inusual. –Se trata de Tetsu…-

Una sensación horrible se cernió en mis entrañas, y automáticamente todo lo que había ingerido hasta el momento pareció convertirse en piedras. Pero tenía que hacer lo posible por mantener la compostura: más que por mis viejos, por mí mismo.

-¿Qué le pasó? ¿Le dio indigestión después de comerse una torta entera?- Bromeé nerviosamente, si bien sabía de antemano que algo como eso no tendría por qué involucrar al otro vocalista. No obstante, necesitaba aunque fuera esos segundos para ir digiriendo la idea de lo que estaba a punto de escuchar.

-No… Mira, la historia es confusa, pero hace un rato, Kirala recibió una llamada de este amigo tuyo… Takashima.- A pesar de la seriedad del tema, el infeliz no pudo dejar de colar un dejo de sarcasmo en el parlamento. –Al parecer, el día de la fiesta, y cuando todavía creía que era chica, le dio su número en un papel, y de puro milagro el otro no lo tiró. Le contó que había visto a Tetsuya malherido en los alrededores del colegio, cuando ya era de noche y no quedaba casi nadie por ahí. El enano estaba tan débil que apenas y lo reconoció, pero no pudo decirle quién lo había golpeado hasta dejarlo de esa manera.-

-¡Ese imbécil de Uruha!- Grité, sin importarme si mamá y papá escuchaban. -¿¡Para qué coño pierde el tiempo llamándolos a ustedes!? ¿¡Qué acaso no le da el cerebro para marcarle él al servicio de emergencias!?-

-Tranquilízate. Sí lo hizo, pero de seguro pensó que sería mejor que los amigos de Tetsu se encargaran de acompañarlo y cuidar de él, dado que apenas y si lo conoce. Kirala llamó a Ruiji, y Ruiji me llamó a mí. En este momento, estamos aquí los dos.-

-No digas más. Voy para allá.-

Cuando colgué, papá me miraba extrañado y mamá tenía los ojos muy abiertos por el exabrupto anterior.

-¿Sucede algo, hijo?-

El empresario intentó sonar despreocupado, pero me conocía bien. Mi cara de seguro que lucía descompuesta, porque desde el momento mismo en que Chihiro mencionó al castaño senpai, afloraron las sospechas de que él estuviera directamente implicado en lo que le había sucedido a mi amigo.

-Tecchan está en el hospital. Tengo que irme; lo siento.-

Después de la tarde tan agradable que habíamos pasado los tres, se sentía horrible dejarlos en esos términos, pero no podía perder más tiempo. Tenía que llegar lo más pronto posible al lugar, ver al enano e intentar hablar con él; o en todo caso, con alguien que pudiera darme más información, porque las elucubraciones me iban a matar. En cierto momento, incluso, no supe si debía dirigirme al hospital o a Chuo-ku con dos o tres de mis compinches, para darle su merecido a aquel idiota.

Cuando por fin arribé a la sala de espera del piso indicado, me topé al pelirrojo de coletas junto con quien me había llamado, y ellos me llevaron al cuarto donde estaba Itakura. La paranoia hasta me había sugerido sospechar de Shizuki, quien se apareció de la nada esa tarde, era nuevo en la prefectura o al menos en el distrito, y se había fijado antes que todo en el hanbo del otro pelicolorido.

-¡Tecchan!- Exclamé suavemente al entrar al cuarto, por si abría los ojos apenas percibiera mi voz; cosa que por fortuna sucedió.

No obstante, mirar su estado me devolvió el desasosiego, pues tenía la cara muy amoratada y una férula en el brazo derecho.

-Yuki…-

Abrió los ojos al oírme, pero no intentó incorporarse más. Le habían colocado un par de almohadas bajo la espalda, así que se hallaba relativamente sentado. También, tenía una vía en el brazo izquierdo, y algún otro aparato conectado a dos dedos.

-¿Qué demonios fue lo que te pasó?...- No podía apartar la vista de todos aquellos aditamentos: en especial, porque era la primera vez que le sucedía una cosa de esas. Para esos años todavía éramos muy inexperimentados, y si bien solíamos vernos envueltos en riñas, ninguna había alcanzado niveles que superaran una que otra herida, raspón o cortada; o a lo sumo, un susto como el que me había llevado yo en el puerto días atrás. Pero aquello había sido una vil golpiza. -¿¡Quién demonios te hizo esto!?-

Había prometido no exaltarme, especialmente cuando entré en esa habitación, pues de nada le serviría al otro que hiciera corajes delante de él, estando como estaba. Pero lo cierto era que me resultaba demasiado difícil controlarme.

-Ese tarado de Uruha… Estoy seguro de que fue su culpa.- No podía mirar al más pequeño. Tenía la vista fija en una de las mesas de noche, en donde se hallaba un platillo de acero con motas de algodón saturadas de sangre, recién desechadas y que de seguro recogerían muy pronto. -Y lo peor de todo es que sé que como nunca se atrevería a hacerlo él mismo porque no podría contigo, de seguro envió a quién sabe cuántos…-

-Te equivocas. No fue él.-

Automáticamente, mis ojos se desplazaron hacia el lastimado semblante ajeno. Si lo que Tetsuya decía no era cierto y él lo sabía, no soportaría un encubrimiento de su parte. Pero si me estaba contando la verdad, de pronto no se me ocurría otra explicación para lo sucedido. En una palabra, estaba desconcertado, y no requerí articular nada para comunicar mi confusión.

-Fue Kagawa.-

-No puede ser…- Contesté en un murmullo; aunque más bien como un pensamiento en voz alta.

El maldito portero. Lo peor era que tenía sentido, por lo cual automáticamente empecé a reprocharme no haberme acordado de su existencia.

–Tetsu, ¿pero qué dices?- Mi mente repitió para mí los recuerdos del lunes de la semana anterior, en el momento en que entré al colegio y el malnacido empleado levantó su meñique mientras me miraba, para luego echar a reír, además del hecho de que yo no había comprendido el significado de tal ademán. -¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿No te atacaron a traición?-

Parecía como si quisiera defender al maldito e inculpar a quien yo había creído responsable del ataque, pero todo se trataba de un intento desesperado e inconsciente de no sentirme culpable por no haber protegido al menor. Ultimadamente, quien hubiera sido no cambiaba las cosas para él en ese instante, pero a mí me habría salvado de sentirme inútil y estúpido. De una u otra manera, volvía a sentirme como aquella noche en el puerto, gracias a que la vida no paraba de echarme en cara que todavía no estaba preparado para convertirme en un yankii respetable. Al pensar eso, resonaron también las palabras burlistas que al respecto nos había dirigido Kagawa la última vez que nos vio juntos.

-Sí, pero no me noquearon desde el principio.- Tetsu, por su lado, ya fuera por estar tan débil o porque sabiamente aceptaba que de nada le servía indignarse para entonces, explicaba las cosas con una tranquilidad que al principio se me hizo chocante. –Esa era su intención, pero al no lograrlo, creo que se molestó más. Caí de lado y me volteé pronto, entonces pude ver su cara. Pero el sujeto no estaba solo, y yo no tenía forma de alcanzar mi hanbo. El tipo que lo acompañaba tuvo la previsión de patearlo lejos una vez que caí al piso.-

El relato de los hechos solo lograba ponerme más indignado y nervioso: ¿por qué a Tetsu?, ¿por qué a traición?, ¿por qué entre dos? ¿Es que se podía ser aún más cobarde? Pero a pesar de que por fin entendía el porqué del gesto del meñique, había piezas que seguían sin calzar.

-Mierda… Ese hijo de puta va a pagar por esto. Cometió un error muy grande al fallar, y que lograras reconocerlo. Tendrá que salir de Osaka porque si no, será hombre muerto.- Por supuesto que estaba dispuesto a usar todos mis recursos: hablaría con papá, con mamá y con quien fuera con tal de orquestar un escarmiento que el imbécil no olvidara jamás. –Pero no sé por qué, hasta dudo un poco de las intenciones de Shizuki-kun para haberse acercado a nosotros…-

-No creo que tenga algo que ver. Ya sabes que Kagawa odia a todos los chinpira y yankii por igual…-

Eso era verdad. Pero todavía restaba alguien más.

-¿Y qué hay de Uruha? Supuestamente, el tarado fue quien te encontró después de que te dejaran ahí tirado. ¿No es eso demasiado sospechoso?-

-De hecho, recuerdo que vi pasar a Kouyou-senpai a lo lejos, junto con Aoi, aunque no me daba la voz para gritarles… Pero Shiroyama parecía no querer detenerse. ¿Es lo esperable, no?...- Agregó él con algo de risa, y el comentario logró relajarme un poco a mí también. –Sin embargo, Takashima-kun sí se acercó. Me preguntó que si creía tener algo roto y me dijo que no me moviera, que él llamaría a una ambulancia y les avisaría a mis amigos…-

En ese momento, no pude evitar preguntarme por qué el castaño no me informó a mí directamente, siendo que tenía el número de teléfono de mi casa y sabía dónde vivía, pero también entendí su decisión de no hacerlo al tratarse de Tetsuya. Tal vez imaginó malas interpretaciones de mi parte como las que en efecto habían surgido, o sencillamente estaba dispuesto a evitar el tema a toda costa. Sea como fuere, yo estaba en deuda, pues sabía muy bien que si de Yuu hubiera dependido, Tetsu se habría quedado donde estaba hasta probablemente el otro día, para espanto de los transeúntes y revuelo del colegio.

-¿Tú… de veras crees que él no tuvo nada que ver?- A riesgo de parecer insistente y que no creía su versión volví a preguntarle, pero el menor no se molestó.

-No creo que sea ese tipo de persona.-

La conversación con él había logrado calmarme, pues a pesar de las heridas y los moretones, sabía que el bobo estaba fuera de peligro, y de lo demás ya me encargaría con sumo gusto. Así fue que miré la puerta que había quedado entreabierta y me acerqué para cerrarla, volviendo a su lado de inmediato.

-¿Les avisaron a tus padres?...-

El enano miró hacia la ventana cerrada y cubierta por la persiana.

-Les pedí que no lo hicieran, pero sería mejor si tú los llamas y les dices que me quedaré en tu casa esta noche, y que ya me dormí. De todas maneras, habría dado igual que lo hubiese acomodado todo en casa…-

Por toda respuesta y asentimiento sonreí amargamente con los labios juntos. ¿Por qué es que existen cosas que parece que no cambiarán nunca? Ni aun cuando uno hace su mayor esfuerzo y pone lo mejor de sí.

Y fue entonces cuando me acordé.

-¿Sabes algo?- Le dije, bajito, acercándome a su rostro mientras le tocaba la punta de la nariz repetidamente con la yema del índice, y antes de cambiar mi dedo y su nariz por nuestros labios. -“Pretty boys make the most noise” me parece genial y me gusta mucho para la banda…-

Notas finales:

Uaaaahhhh!!!! Askdsjdjsdk *fangirleando intensamente y sin remedio*

Mi pobre bebé flancito... Y ese Yuki que no para de llevarse sorpresas. Pero por encima de todo, lo importante es que su relación se fortalece cada vez más. 

Espero que hayan disfrutado la lectura de esta actualización, así como el comienzo del desenlace. Como siempre, les agradezco mucho por continuar a mi lado. Se les quiere enormemente y como no tienen idea.


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