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Chilanguitos. por Linlim

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Notas del capitulo:  
Me inspiré en los baños públicos de la película Mexicana "El callejón de los milagros" Minuto 24.
 
https://www.youtube.com/watch?v=sqKdL9Z3_oo
 
 
 
 
Habían  pasado ya unos días, los jóvenes habían tomado la rutina de dormir en la vieja construcción, se levantaban en la madrugada para que le Chilango fuera al mercado a trabajar de cargador.
 
El Güero lo acompañaba porque no le gustaba quedarse solo, aunque por su complexión el Chilango no lo dejaba ayudarlo, así que se sentaba a unos metros del carro donde se descargaba la mercancía, con la esperanza de que alguna manzana, aguacate o naranja rebelde se separara de la reja donde iban empaquetadas y así podría contribuir a su desayuno haciéndolo mas saludable, eso si, las matemáticas le ayudaban a fraccionar cualquier alimento de manera tal que fuera repartida equitativamente entre el y el Chilango.
 
Luego iban a desayunar  con Doña Trini, por las tardes a veces conseguían comida  gracias a lo que las fondas regalaban porque era comida sobrante del día anterior  otras veces era porque  ganaba cierta  apuesta que hacía con algún  incauto que lo conocía o gastando algunos pesos en bolillos, siempre intentando economizar para evitar despilfarrar  sus raquíticas ganancias. 
 
Después de dichas  peripecias vagabundeaban, iban a algún parque, jugaban, por las  noches cuando iban a dormir a la vieja construcción, antes de dormir se contaban anécdotas de su vida,  a veces y solo a veces , se drogaban un poco.
 
A pesar de la tristeza de sus cortos pasados, el Chilango siempre trataba de buscar historias que hacían reír al menor, había aprendido a distinguir los estados de ánimo del menor a través de sus ojos,  cuando estaba triste sus ojos grises se opacaban y oscurecían un poco su tonalidad, cuando estaba asustado el gris se vetaban con color verde, cuando estaba contento eran grises iridiscentes, esos eran los que le gustaba ver.
 
Aunque no conocía esas palabras, si conocía la paleta de grises al observarlo
 
Un día después de engullir sus racionados alimentos, mientras se encontraban echados sobre el césped, el rubio miraba con atención al Chilango, dubitativo, abría y cerraba la boca como cuando extraen a un pez del agua y boquea.
 
-Dime- De reojo el mayor se había dado cuenta de la situación.
 
-Pedro…yo…sabes a mi … me gustaría…- El chico se sentía nervioso por pedir algo.
 
-¿Tu qué?- Un Chilango despreocupado sentado sobre el verde césped del parque lo miraba mientras masticaba ruidosamente su chicle.
 
-Es que yo…si se puede…pero si no se puede esta bien…-
 
Una sonora bomba de chicle se reventó en la cara del Chilango.
 
La sonrisa del menor por esta acción, hizo que el mayor lo mirará con mas  atención ahora, esperando le dijera lo que quería.
 
-Yo quisiera …un baño- Esta frase hizo sonrojarse, como su piel era blanca rápidamente su cara se coloreaba.
 
-Si, pues ve-
 
El Chilango supuso que como siempre iría tras un árbol.
 
-No…yo…me refería a…-
 
-Ah ya, pus´ vamos al de Don Sebas- Buscó monedas en su pantalón.
 
-No…es que…yo necesito bañarme- Su cara se coloreó de carmín hasta las orejas.
 
Para el Chilango no era un tema que le preocupara mucho, solo lo hacía en situaciones especiales y aún no era viernes, aunque no entendía muy claramente la importancia de esto asintió.
 
-Ven vamos a los baños públicos-
 
-Pero no tengo otra ropa-
 
-Vamos a la construcción te prestaré de la mía-
 
El menor asintió. Después de ir por la ropa y traer algo de dinero que tenía escondido en ella, se dirigieron al baño público.
 
 
Al llegar el encargado, un señor como de 30 años o mas, con un rostro mal encarado acompañado de una barba de días les proporcionó unas toallas y un jabón después de que pagaron.
 
Les dio indicaciones de ocupar  una puerta al final del pasillo. Asintieron y se dirigieron a ella. Al entrar encontraron un baño amplio de azulejos blancos con azul, de esos típicos de las casas antiguas en México.
 
-Lo siento, no quería causar molestias-
 
-No te preocupes, no es molestia-
 
El rubio le dio la espalda y empezó a quitarse la sudadera que pertenecía al Chilango, en su espalda desnuda resaltaban los huesos de su columna, se desabotonó su pantalón y este cayó por sus delgadas piernas , su cuerpo pálido quedó totalmente  expuesto a la visión del mayo,  al quitarse su ropa interior  pudo ver ese pequeño y un poco abultado trasero, al agacharse le permitió ver su pequeño ano rosáceo y su casi ausente vello  café claro , algunas marcas ligeramente violáceas casi imperceptibles le recordaban lo que hacía ya varios días le había hecho, giró su cabeza sintiéndose algo culpable.
 
-¿No vas a bañarte?- Preguntó el rubio.
 
-Si- 
 
-No te has quitado la ropa-
 
-Ah si-
 
El Chilango rápidamente se desvistió. Quitándose la camiseta, el pantalón, la truza los maltrechos calcetines y tenis viejos, se sintió mas incomodo por su desnudez que por el olor de sus pies.
 
 
El pequeño rubio ya se encontraba bajo la regadera, cantaba quedamente una canción.
-Disfrutas bañándote ¿verdad?-
 
-Si, mi piel es muy delicada, cuando vamos al baño de Don Sebas me lavo un poco, porque si no me rozo mi…bueno…yo- Su rostro carmesí denotaba el arrepentimiento de las palabras fugitivas de su boca sin consentimiento de la razón.
 
-Si entiendo- El Chilango se metió bajo la regadera con algo de repulsión y empezó a bañarse. 
 
Observaba de reojo el lánguido y blanco cuerpo del menor, la espuma escurriendo por su espalda, el agua  que viajaba por sus piernas le antojaba lamerla. Se dio cuenta que sobre la cintura del menor se encontraba un poco de mugre que el menor no había alcanzaba a quitarse.
 
-Espera tienes sucio aquí-
 
Se acerco al rubio y talló con su mano la espalda de este, pero sintió como su cuerpo se sobresaltó.
 
-Lo siento no quise…yo…-
 
-Está bien, no alcanzo de todos modos-
 
Agacho su cabeza resignado y se dejó esperando que el Chilango hiciera lo que quisiera con el.
 
Rápidamente el mayor talló la espalda y se volteó.
 
-Ya terminé-
 
El menor se volteó y se dio cuenta que el Chilango le daba la espalda, se sintió agradecido por la forma tan delicada en que lo trataba y quiso corresponder haciendo lo mismo,  era muy alto para el, así que se estiró un poco y ahora el empezó a tallar con suavidad.
 
El Chilango confundido no se movió y comenzó a disfrutar el baño, las manos del menor eran muy delicadas con su tacto, entrecerró los ojos y sintió como este empezó a enjabonar toda su espalda.
 
El rubio lo rodeó y empezó a tallar su pecho. Al ver el miembro semi erguido del mayor se sintió apenado, cerró los ojos pero siguió con su trabajo.
 
Sintió como el otro empezó a tallar el jabón en su cabeza y lo masajeaba suavemente a pesar de sus manos asperas, bajo por su cuello, era la primera vez que se sentía una caricia con delicadeza.  
 
Sin darse cuenta apoyó su frente en el pecho del otro mientras este enjabonaba sus brazos, su espalda, cuando el mayor enjabonó su cintura y sus dedos rozaron la parte alta de su trasero, este se detuvo, pero en ese momento el deseaba mas contacto, no sabia porque ni quería pensarlo, ni recordar eventos anteriores, su cuerpo juvenil necesitado de atención, afecto y caricias por eso  lo hizo reaccionar con su  tacto,  su respiración empezaba a hacerse mas rápida, lo mismo que la del Chilango, pues podía sentir la elevación del pecho de este debido a que  tenía  su frente recargada en el.
 
 -Sigue por favor- Un hilo de voz salió de su boca.
 
El Chilango levantó su rostro con una mano y lo miró a los ojos.
 
Eran grises con vetas verdes.
 
-No, yo no debo-
 
-Pero quiero… que me toques-
 
-No quiero lastimarte, yo…-
 
El pequeño rubio se paró de puntas y le dio un beso en un arranque de espontaneidad, un simple roce de labios. Lo miró atentó y paro los labios esperando la respuesta del Chilango.
 
 
Este sonrió y acercó sus labios e intento  besar suavemente los labios ajenos durante algunos minutos, eran pequeños besos, pero fueron continuos, uno tras otros, donde chocaban se separaban y nuevamente de iniciaba otro. 
 
-Ahora has sido el primero en todo- Le dijo tímidamente el pequeño.
Observó detenidamente sus ojos de un gris tan claro que no pudo interpretarlos esta vez, le menor se repego, necesitaba ese contacto físico, estaba necesitado de afecto ,  paso las manos por su cuello para que este se acercara.
 
Comenzaron a besarse nuevamente, pero ahora los besos eran mas largos, succionaba el labio del menor y con la lengua el chilango acariciaba el interior de la boca del rubio, todo suavemente,   el mayor lo empujo bajo la regadera y empezó a acariciar sus hombros, bajo por su espalda, ahora sin temor, empezó a besar su rostro, sus mejillas, sus ojos, sus orejas rojas, bajo por su cuello y succionó un poco, sacando un gemido, paso sus manos por los respingones glúteos, el menor empezó a excitarse, su hombría de menor tamaño que la del Chilango ahora estaba erguida. 
 
Se sentía extraño, pero su cuerpo adolescente ansiaba ese contacto físico que era lento, suave y excitante, nadie había tenido la delicadeza de acariciarlo de esa manera. Se separó un poco y  puso sus brazos sobre los hombres del mayor para permitirle tocar con mayor facilidad.
 
Una mano del mayor apretó su cadera y con el dedo pulgar empezó a frotar su pelvis, su boca bajo hasta el pezón rosado del menor y su lengua rodeo la circunferencia del pezón rosáceo, aun cuando no tenía experiencia, de manera instintiva sentía que debía ser lento y suave ante ese pequeño ángel frágil y delicado.
 
Los suspiros y quejidos de placer del menor lo aventuraron a tocar el miembro de este, que al sentir la mano del mayor aprisionar un poco su virilidad, abrió los ojos y se acercó un poco más a el, abrazándolo, apretándose y moviendo sus cadera, el chilango empezó a masturbarlo lentamente y de la boca abierta del rubio los gemidos se intensificaron en frecuencia y volumen.
 
Con la mano libre amasó un poco el glúteo que estaba a su alcance, resbaló la mano hasta la base del trasero y lo subió pasando el dedo por encima de la raya del rubio, después de subir y bajar el dedo por fin lo introdujo por su línea sobando un poco la piel, pero al llegar a su ano, el rubio se sobresaltó, por ello , retiro la mano y decidió mejor acariciar la espalda.
 
El Chilango se sentía tan escitado, aun con la incomoda posición, trataba de besarlo en el cuello para aumentar el placer del menor. Un pequeño grito y el liquido caliente en su mano le indicó que se había corrido, lo apretó de la cintura para sostenerlo, pues el rubio al estar  extasiado, disminuyo su abrazo y temió que este se cayera. Lo enjuago y lo abrazo. 
 
Nuevamente besó su cara, sus ojos, su frente, cuando abrió sus ojos el rubio, sus pupilas dilatadas y su iris de un gris tan claro.
 
-¿Estas bien?-
 
-Ehhh si…yo…si- El menor aun tenía la respiración entrecortada y sus orejas carmín parecía estaban ardiendo.
 
-Yo no se si debía…pero tu…dijiste que si…- Un Chilango un poco avergonzado se sentía culpable por no poder parar.
 
-Yo sentí que quería… o sea si quise… me gustó muchp- 
 
El rubio lo miraba apenado, pero tratando de que entendiera que había sido consensual.
 
-Pedro, no eres una mala persona, lo que paso…bueno eso…no fue tu culpa y se que de alguna manera me protegiste, sino hubieras sido tu, hubiera sido peor-
 
El Chilango lo miró, no sabía porque, ni siquiera entendía totalmente lo que había pasado, nunca se había sentido atraído por un chico, pero a este  quería cuidarlo, protegerlo, hacerlo feliz.
 
 Le dio un beso en la frente, era su ángel, era su luz en un mundo sin sentido, le estaba dando una ilusión en su vida, una lágrima resbaló en su mejilla.
 
Un golpe en la puerta lo saco de sus cavilaciones.
 
-Ya tardaron demasiado- El encargado de el baño asomó su cabeza.
 
-Ya salimos-
 
-Que bonito güerito- Le cerró el ojo al menor, que rápidamente se paró detrás del Chilango.
 
-Ya vamos, salte- Un Chilango molesto y protector cubría con su cuerpo la desnudez del otro.
 
-Ya vi porque tardan tanto, si todo eso se lo esta comiendo el Güerito- Señaló la erección del mayor.
 
-¡Ya lárgate chingao! , ya salimos-
 
-Tienen cinco minutos o te vuelvo a cobrar- Salió el tipo azotando la puerta.
 
-Vístete y salte por fa-
 
El rubio se vistió rápidamente con la ropa que el  mayor le había prestado y era gracioso ver como  le quedaba grande.
 
Al verlo bañado y vestido se dio cuenta que era aun mas bonito, su piel blanca y limpia hacía resaltar mas sus facciones, eran delicadas y finas, de no ser por la ropa, parecería uno de esos artistas que salen en la televisión o las revistas.
 
-Espérame afuera no tardo- 
 
El menor asintió y salió.
 
El Chilango con una erección que ya dolía rápidamente se empezó a masturbar remembrando el níveo y delicado cuerpo del menor, no tardo en eyacular, se enjuago y cambió.
 
Al salir el menor se encontraba pegado a la pared mientras  el tipo que atendía el baño le acercaba su cara peligrosamente.
 
-Que bonito estas Güerito-
 
Sumamente molesto se paró entre los dos.
 
-¿Que pedo cabrón?-
 
-Uyyy, con ese genio cómprate una lámpara-
 
-¡Y tu cómprate un mapa y piérdete!- Dijo molesto, mientras pasaba el brazo por los hombros del rubio y caminaba hacía la salida. –Pendejo-Murmuró entre dientes.
 
-¡A ver cuando me lo prestas un ratito!
 
Un Chilango fúrico se volteó dispuesto a  golpear al insolente, de no ser porque el pequeño a su lado lo jaló.
 
-Por favor vámonos, por favor- Sus ojos gris verdoso, lograron congelarlo.
 
-Nomas no le parto su madre por ti- El menor rodeo la cintura del mayor y recargo su cabeza en el pecho de este, que correspondió al pasar su brazo por su hombro.  
 
Empezaron a caminar.
 
En ese momento cayó en cuenta que debido a lo atractivo del rubio  no podían seguir durmiendo en la vieja construcción, el pequeño corría riesgo de que alguien drogado pudiera atacarlo, además que si el se encontraba intoxicado no sería capaz de defenderlo,  tenía que sacarlo de ahí, pero definitivamente a partir de ese momento tenían que dejar  de drogarse. 
 
 
 
 
 
 
 
Notas finales:

Gracias por leer.


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