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Dudas por Chocoshawol

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Estaba hecho un desastre. Tenía el cabello todo desaliñado, y una barba creciente. Mi traje de Superman estaba maloliente y sucio. Salí de mi habitación y en la entrada principal encontré al Batiavión. ¿Esto si era la realidad? No lo sé. Ante se había sentido tan real.

Desconfiado avancé hasta la salida, flotando. Bruce se encontraba ahí, con un traje similar al que había soñado, no igual. En lugar de la máscara que le aislaba del frío, tenía un tipo de bufanda que le cubría la boca y unos lentes le cubrían los ojos. Al bajar del vehículo, llevó consigo unas cajas, no unas bolsas.

No pude determinar lo que ocurrió cuando me vio, tan sólo se quedó inmóvil observándome por unos segundos, después avanzó hacia mí.

Le di entrada a mi refugio y ahí, pedí que aumentaran la temperatura. Bruce se deshizo de la bufanda y lo lentes. Pude ver su mirada de decepción posada en mí. Y después de esa mirada, ésta cambió a una más tranquilizadora.

“¿Tienes donde tomar una ducha aquí?” Fue lo primero que me dijo.

“Sí.” Respondí. Aun sorprendido. “¿Estoy soñando?” Lo miré.

“No lo creo Clark. No creo que seas tan cruel como para soñar como mi trasero se congela.” Respondió a mi pregunta mientras se sacaba su máscara de murciélago. “Vamos a la ducha que tienes, debes asearte.”

Asentí sin decir nada más, me encontraba completamente sorprendido, él realmente había venido. En la parte de atrás de la fortaleza había una especie de aguas termales. Fuimos ahí. Con dulzura me desnudó. Me sentó dentro de las aguas y él se quedó fuera, sentado en el borde.

Con sus manos empezó a ponerme agua en la cabeza. Me dejé hacer.

“No te preocupes por la reacción de los jabones con el agua, los residuos del jabón desaparecerán.” Le dije relajándome y cerrando mis ojos. Él respondió con un “Mhm.”.

Se dedicó a enjabonarme el cabello y a lavarlo. El roce de sus manos se sentía tan real, más que antes. Una vez lavó todo mi cabello enjabonó mi cara. Me pidió que volteara ligeramente y así aseó mi barba.

“Voy a afeitarte ¿Sí?” Me preguntó dulcemente.

Reí ligeramente. “Las navajas convencionales no pueden cortar mi cabello.” Le respondió besando el dorso de su mano.

“Lo sé. Hice unas con kriptonita, esas sí que van a rasurarte.” Observó mi cara de pánico, inmediatamente posó una de sus manos sobre mi mejilla y la acarició con su pulgar. “Tranquilo. No voy a herirte. Tendré cuidado.” Asentí y con suma delicadeza me rasuró. Incluso cortó mi cabello largo y lo perfiló a cómo estaba semanas antes.

“¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me fui?” Pregunté temeroso.

“Tres semanas Clark.” Lo miré a la par que asentía. “Fui muy duro contigo. Lo lamento. Tenías razón, siempre tuviste razón Clark, tenía miedo de perderte.”

Lo miré y toqué su mejilla.

“Yo…” Fui interrumpido por su dedo en mis labios.

“Espera por favor, tengo que decirte más.” Hizo una suave pausa, asentí y él continuó. “No tienes idea de lo tortuosas que fueron estas semanas. Quería buscarte, quería venir aquí, pero Diana me dijo que te diera tu espacio, que debías pensar. Pero ya no pude resistir más. Tenía que pedirte perdón por el imbécil que fui contigo.”

Volvió a mirarme, acaricio mi cuello.

“Lamento haberte lastimado Clark. Yo, realmente deseo estar a tu lado, sólo… Que hace mucho que no le doy la entrada a absolutamente nadie.”

Sonreí. No podía evitarlo, sentía que era la primera vez que me sentía realmente feliz en mi vida.

“No hagas que me arrepienta de decírtelo Clark. Ha sido muy difícil para mí, sincerarme conmigo y derribar mi orgullo. Así que sea lo que sea que tu mente esté pensando, detente. Sabes que yo no soy precisamente el hombre más romántico del mundo.”

Me acerqué suavemente y le besé. Él correspondió el beso con dulzura y de la misma forma, lo terminó.

“Ahora, quiero que tú me digas lo que piensas.” Oh Bruce esto es lo que siempre soñé, pero me da tanto miedo que sea de nuevo un sueño, una ilusión de mi cabeza.

“Te amo Bruce, eso es algo que no ha cambiado. La razón por la que me fui, fue para pensar todo con claridad, y eso fue lo que hice. Te amo.” Su sonrisa me iluminó, simple y sencillamente sólo una sonrisa suya bastaba para hacerme vivir nuevamente. “Sólo por favor, no vuelvas a rechazarme de esa forma tan terrible. No lo soportaría de nuevo.”

“No lo haré Clark.” Juntó su frente con la mía y ambos cerramos los ojos. “¿Quieres ser mi pareja Clark?” Preguntó. Así como así, mi sorpresa era enorme.

“Sí. Sí quiero.” Abrí los ojos y me encontré con su sonrisa de nueva cuenta.

“Termina de limpiarte ¿Sí? Yo me encargaré de cocinar algo para que comas.” Asentí y besé sus labios una vez más. Se levantó y se fue.

Terminé de asearme completamente. Me puse ropa cómoda y mientras me cambiaba podía oler que Bruce estaba haciendo algo delicioso afuera. Cuando salí, lo vi en una estufa que al parecer él había traído, reconocí sándwiches en la mesa y todo olía a panqueques recién hechos.

Bruce había cocinado cosas simples, pero conociendo mi voraz apetito y anticipándose a mi necesidad de comer más de lo normal por todo el tiempo en que no me he alimentado, llenó toda la mesa de comida.

Al notar mi presencia en el lugar, giró su cabeza hacia mí. Sonrió de lado y volvió a su labor. La vista de ese hombre cocinando para mí, era tan perfecta que sentía que desfallecería.

“Has llegado justo a tiempo, estaba terminando los panqueques. Toma asiento Clark, debes estar sumamente hambriento, ya vi que no has comido nada en tu estancia aquí.” Reí nerviosamente y obedecí a lo que me dijo.

Al probar el primer bocado me sorprendí de sobremanera. Él al notar mi sorpresa, cambió su semblante a uno de preocupación.

“¿No te gusta? ¿Sabe mal cierto? Perdóname, es la primera vez que cocino en mi vida... Alfred siempre se encarga de todo.” Se disculpó rápidamente e intentó tomar mi plato.

“No es eso. No es nada de eso. Está delicioso.” Dije, rápido, tomando el plato, impidiendo que Bruce lo apartara. “Bruce, es realmente bueno y después de no haber comido en tanto tiempo, los sabores se magnificaron.” Me miró un poco sorprendido.

“¿Seguro? No quiero que comas algo que no está bien hecho, aunque lo haya cocinado yo.” Respondió tomando mi mano.

“Prueba por ti mismo.” Le dije mientras cortaba un trozo de panqueque y se lo daba en su boca. Al probarlo me dio la razón.

Terminamos de comer y fuimos a mi habitación. Tal como Bruce lo esperaba olía fatal, así que entre los dos, limpiamos y ordenamos de nuevo.

Al finalizar es parte de mi refugio estaba impecable. Digna de ser ocupada por el ser más importante de mi vida, Bruce. Después de limpiar terminamos algo sucios, así que nos fuimos a dar un baño a las aguas termales.

Aprecié su hermosa silueta una vez más, conforme me iba acercando, comprobaba que tal como su cara estaba, también su cuerpo, con moretones recientes. Sin poder resistirme y necesitando más que nunca la tranquilidad que sólo sus brazos podían brindarme, lo abracé por detrás, deseando con toda mi alma que no me alejase.

Bruce, no me alejó, al contrario. Tomó mis brazos que se posaban sobre su cintura y los apretó entre sus brazos. Deseaba tenerme así tanto como yo.

“Bruce…” Mis labios se movieron por sí mismos, revelando mis anhelos más profundos.

“Clark…” Pronunció mi nombre, lo susurró con cariño, con amor. Recargó su nuca sobre mi hombro y pude observar que cerró sus ojos. “No vuelvas a irte.”

“No lo haré.” Vi sus labios torcerse en una sonrisa sincera y mis labios le imitaron, aún, moviéndose por sí mismos.

“Vamos adentro.” Me dijo y yo asentí. Nos metimos a las aguas.

Después del infierno pasado, para mí, no había nada mejor que tener a mi hombre sentado a mi lado, entrelazando su mano con la mía mientras se recargaba en el borde y se relajaba.

Un suspiro decidió salir de mi boca, provocando que él me mirase. “¿Todo está bien?” Su voz calmada, me encanta.

“Sí. Sólo pensaba que no puede haber un mejor momento que este, así, a tu lado.” Sonreí.

“Eres tan cursi Clark.” Sonrió de lado. Sabía que no le gustaba mucho ese tipo de acciones así que no pude más que bajar la cabeza. Al notarlo, volvió a hablar. “No tienes por qué avergonzarte. No me molesta en lo absoluto.” Hizo una pausa para acercarse seductoramente a mí y rozar mi oído con sus labios. “Me encanta que mi hombre sea cursi… Pero, creo que puede haber algo mejor que esto.” Lo sentía respirarme en el cuello mientras empezaba a besar mi mandíbula inferior.

Una mano traviesa recorrió mi muslo, lo acarició estando bajo el agua y lentamente fue moviéndose hasta la ingle. Sentía como masajeaba mi falo, que comenzaba a despertar a la mínima provocación.

Definitivamente había un momento mejor.

“¿Ah sí? Dime… ¿Qué momento?” Le pregunté, sonriendo. No hay cosa que me encante más que hacerle decir el acto sexual.

“Esto.” En un ágil movimiento digno de Bruce Wayne, se sentó sobre mi regazo. Con sus brazos envolvió mi cuello y se dedicó a besarme apasionadamente, al mismo tiempo que usaba su cadera para que nuestros penes se frotasen.

Un gemido ronco salió de mi garganta sin poderlo controlar. Él aceleró el ritmo aferrándose más a mi cuerpo, a la par que yo rodeaba su cintura con mis brazos.

Dejó de besarme y fue haciendo un camino de besos hasta mi cuello. Una vez ahí, volvió a hablar.

“¿No prefieres continuar esto en la cama Kent?” Me sonrió lascivamente y yo estaba tan estupefacto que sólo asentí. Sin soltarlo, nos elevé, volamos lentamente hasta la cama mientras él seguía con su juego de seducción y yo había dejado de agarrarme de su cintura, para posar mis manos en su duro trasero y amasarlo, escuchando sus gemidos agolparse contra mi cuello.

Con delicadeza lo coloqué en el centro de la cama, empecé a besar su cuello, bajé con besos hasta su pecho. Sus pezones fueron víctima de la pasión que se había mantenido escondida durante este tiempo. Le escuchaba jadear y dejarse hacer, así como le veía aferrarse a mi cuerpo con sus piernas.

Fui bajando poco a poco, dejando suaves muestras de amor por sus recientes heridas, él viéndome, mantenía un sonrojo en su rostro que no hacía más que elevarse.

Seguí bajando hasta toparme con su glande, goteando ya líquido pre seminal, demostrándome lo bien que estaba complaciendo a mi hermoso hombre.

Llevé mis dedos hasta la boca de Bruce y él supo lo que debía hacer. Sentí mis dedos ser devorados lascivamente. Mi excitación subía a cada segundo, el cuerpo de Bruce, tan fuerte, grande, hacía que me perdiese.

Daba ligeros lengüetazos al falo de mi amado, mientras con mis dedos comenzaba a prepararlo para mi entrada. Hacía mucho tiempo que no teníamos relaciones y tenía que dilatarlo correctamente o lo heriría gravemente.

No pasó mucho tiempo para que tres de mis dedos pudiesen moverse libremente en la entrada de Bruce. O al menos así lo sentí yo, pues los gemidos y los susurros que Bruce daba, provocaban que el tiempo se detuviese.

Estando entre sus piernas, tomé la base de mi pene y lo conduje hasta Bruce.

Entré en él con lentitud, deseando sentir cada parte de su interior. Dejando que el calor de mi hombre me rodeara y me absorbiera.

“Clark…” Lo escuché gemir mi nombre mientras extendía sus brazos al frente. Me incliné hasta él y me fundí entre sus brazos. Con sus piernas también se aferró a mi cintura, besándome con pasión y fervor.

Deseaba quedarme en ese lugar eternamente, sintiendo su cuerpo chocar contra el mío, escuchando su piel estrellarse contra la mía. Él era sólo mío a partir de ese momento y yo, yo siempre fui suyo.

De un momento a otro, entre su voz llamándome, susurrándome su amor, los sonidos de mi pene entrando y saliendo de él una y otra vez, en un vaivén acelerado, sentí algo caliente estrellarse contra mi abdomen.

Bruce se había corrido, sabía que su orgasmo había sido bastante bueno, porque mantenía su boca abierta, sus ojos cerrados y aún tenía espasmos que podía sentir sobre todo a lo largo de mi pene.

Un cosquilleo me recorrió el vientre y pronto comenzó a propagarse por todo mi falo. Iba a correrme en cualquier momento.

“Bruce… Voy, a correrme.” Dije entrecortadamente, mirándole a los ojos. “Saldré.”

“¡No!” Lo escuché jadear. “No salgas…” Su voz pausada y gemida había sido lo suficientemente fuerte como para hacerme obedecerle.

Sentí mi cadera moverse impulsivamente, el ritmo de las embestidas fue frenético, mantenía un vaivén profundo y rápido a la par que las uñas de Bruce se enterraban en mi espalda, en un intento de controlar su voz, que de no estar en la fortaleza, sería escuchado por todo el mundo.

Me corrí. Y sin dejar de abrazarlo, salí. Lo puse sobre mi pecho y lo cubrí al instante con las cobijas.

.

.

.

Abrí lentamente mis ojos.

Ésta vez no había sido un sueño, pues tenía al hombre de mi vida entre mis brazos, y él, correspondiendo mi acción entre sueños.

 

Besé su frente, suspirando y esperando no despertarle del cómodo sueño que le estaba poseyendo.

Notas finales:

¡Espero les haya gustado!


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