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Chilanguitos. por Linlim

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Notas del capitulo: Por favor estimado lector, lea el capitulo hasta el final, si después de terminar ya no le gusta la historia es respetable, solo le pido termine este capitulo completo.
 
 
-Bonito te ves mal…debemos ir con un doctor.
 
-Estoy bien…-El menor titiritaba ya de frió la imagen era lastimera.
 
-No tenemos dinero…pero…pero, ya veré como le hago.
 
-No pasa nada, estaré bien en unos días.
 
-No has dormido casi nada…mira hay un dispensario… vamos siempre hay un médico que no cobra…por favor- La cara angustiada de el Chilango al verlo, solo atinaba acariciar el rostro del rubio. Nada mas podía, si pudiera cambiar las cosas y ser el que estuviera enfermo, lo haría, lo amaba.
 
El menor estaba acostado, encogido sobre si, semejaba un feto. El miedo se apoderó de Pedro, pues otrora perdió a su madre por tardar en solicitar ayuda médica. Pero era un niño, casi uno, un ignorante, sin apoyo, sin guía, inmaduro, los reveces de la vida y la aparición en su vida de ese jovencito le hicieron cambiar la perspectiva de las cosas.
 
-No importa lo que digas…te llevaré.-
 
Se decidió,  no espero autorización por parte del menor. Con dificultad  lo levantó como si este fuera de cristal y en algún momento se fuera a desquebrajar , caminaron lentamente, bajaron  por las interminables escaleras, las que cuando llegaron parecieron divertidas, de unos días a la fecha parecían haber  aumentar en número de escalones. 
 
 Con lentitud pasmodica, recorrieron  cuadras que asemejaban en percepción visual a canchas de futbol de doble longitud , pero era el miedo, la preocupación el que le hacia creer ello. El sol de la mañana  empezaba a entibiar,  el aire aunque frio, contrastaba con la calidez de los brazos de Pedro que rodeaban por la espalda al menor y de frente por la cintura. La gente pululaba ya por las calles, con prisa, con sus menesteres, con sus problemas, con su vida, ajenos a la de los demás.
 
Llegaron a una casa habilitada como dispensario, a lado de una iglesia,  acogía a la gente de bajos recursos, porque aun existen, esas manos desinteresadas que ayudan sin esperar nada a cambio, hombres y  mujeres, que dan parte de si mismos, porque la ayuda por mínima que sea es mejor que nada. El lugar subsistía a base de medicamentos comprados y no usados por paciente, porque la muerte llegaba antes de terminar el tratamiento o aquellos curados antes de tiempo y decían donarlos en agradecimiento al milagro recibido por la gracia del Señor. Otros tantos porque estaban a punto de caducar, pero el sujeto lleno de carencias económicas no le importa la fecha de agonía del medicamento sino el alivio que le puede producir salvándolo de la propia.
 
Entraron por una  puerta que sonaba un poco como un llanto silencioso al ser empujada. Caminaron por una salita de color verde claro  con sillas un tanto desvencijadas por sostener la vida y en ocasiones la proximidad de la muerte. Se sentaron a esperar ¿que esperaban?…la cura, las respuestas, una  solución: La esperanza.
 
Un médico joven, delatado por la típica bata, cuya edad no pudo ser calculada,  salió de un pequeño pasillo.
 
-Buenos días, jovencitos, en que puedo ayudarlos –Pero al dirigir la vista al Güero no fue muy difícil deducir la causa. El semblante y la coloración de  Pablo facilitaron inferir la situación.
 
-El se siente mal…no sabemos que tiene.
 
-Ok…mi nombre es Edwin y soy el médico de este lugar, pasen, por aquí voy a revisarlo.
 
 Se dirigió al interior del pasillo, alzando una cortina de tela entro a una pequeña habitación. Una camilla de auscultación, cubierta por una sabana blanca, luida de un lado. Pedro sostuvo a Pablo y cargándolo con sumo cuidado, como un padre amoroso, colocando las manos en las axilas lo elevó para colocarlo en esta, lo recostó y acomodó  los largos cabellos que caían en su frente, cual experto verificó con  la mano la temperatura aunque era nula la utilidad al desconocer el concepto de grados centígrados.
 
El médico, Edwin tomó un termómetro y lo colocó bajo la axila y espero un momento. 
 
-Me vas a dar tus datos…¿como te llamas?
 
-Pablo.
 
-Apellidos.
 
-No tengo…- Avergonzado.
 
-En tu acta de nacimiento… ¿que dice?
 
-No tengo.
 
-Todos tenemos…cuando nacemos…
 
-Yo no debí nacer…no tengo.
 
-De veras, el no tiene doctor.
 
-¿Los de tu mamá?
 
-Ramírez…solo se me ese.
 
-Esta bien… ¿edad?
 
-Creo que dieciséis, casi diecisiete…creo.
 
-¿Dirección?
 
La dijo con orgullo, esa si la tenía, la de ambos, con claridad con nombre de colonia, numero interior y todo, algo es algo.
 
El médico tomo el termómetro y lo observó, también observó  al menor,  lánguido, pálido, delicado. Todos sus movimientos vigilados por la mirada oscura del Chilango. Receloso, desconfiado.
 
-Tiene 39 ° …tiene temperatura- Revisó los ojos rojos  y algo inflamados. 
 
-Dime que sientes y desde cuando.
 
-Desde hace dos días que…
 
-Dos día… Bonito por que no me dijiste nada-. La mirada de reproche del Chilango hizo bajar la mirada del Güero.
 
-No quería preocuparte.
 
-Ok, lo mas importante que ya está aquí…así que hace dos días…-El médico anotó 
 
-Me duele el cuerpo, la cabeza, mis ojos, mi cuerpo se pone caliente y me salieron ronchas…y ya.
 
-Donde tienes las ronchas.
 
-En todo el cuerpo.
 
-Voy a tener que revisarte, te vas a quitar la sudadera por favor.
 
La mirada angustiada, el temblor de su cuerpo y no por la temperatura, no soportaba o no quería…era lo mismo,  que vieran su cuerpo, desnudo, semidesnudo, era solo suyo y de Pedro, mas de Pedro que suyo, el así lo había decidido, entregárselo. Nadie más debería verlo o tocarlo. Pedro entendió. Lo miró a los ojos, grises opacos, oprimieron su pecho, lo tomó de la mano.
 
-Aquí estaré ¿ si?- Una mirada dulce, infundió  seguridad en el, en su Bonito.
 
-Solo voy a revisar las ronchas que dices y enseguida te vistes. Quiso generar confianza. 
 
Pedro lo ayudo, el adolorido cuerpo tenía dificultades para estirarse. Retiró la sudadera, su  vieja sudadera que al menor tanto le gustaba  usar  porque le recordaba que  lo conoció, no importaba las circunstancias si ello lo llevó a su lado, estaba vieja, pero eso si, bien remendada, bien cocida y muy limpia. 
 
 Pablo cruzó un brazo  sobre  su pecho. Edwin  revisó un poco, observó  el pecho, lo visible, la espalda,  brazos, el  cuello y  tal vez más zonas, pero sin saber el médico entendió. Entendió mas cosas que las necesarias para el diagnóstico. La mirada avergonzada, el temblor en su cuerpo cuando toco débilmente con el dedo, la vergüenza en su mirada, la fuerza oprimiendo la mano de su amigo moreno, la mirada angustiada de este.  Sabía lo que eso significaba.
 
-Ya puedes vestirlo.
 
Como la cosa mas preciada Pedro lo vistió, acaricio con un afecto limpio la espalda del rubio para darle tranquilidad. La mirada devuelta en agradecimiento por parte de Pablo. Eran tan transparentes para los ojos del médico.  Cuando se ama, es tan difícil ocultarlo y tan fácil traslucirlo.
 
-Te pondrás bien- Pedro beso el dorso de la mano del menor, con amor, con calidez. 
 
Dándoles la espalda para darles cierta privacidad innecesaria Edwin hablaba-Necesito que se haga análisis de sangre para confirmar el diagnóstico. Vas a ir por el químico para que venga a tomar la muestra y en la tarde tendrán los resultados.
 
-No es necesario, yo me sentiré bien…-El sabía que no tenían dinero, se lo habían dado a Juguis y no se sentía capaz de pedir algo.
 
Pedro lo sabía, se conocían. –No te preocupes si se podrá, yo veré como le hago. 
 
El médico oía la conversación. Apuntó algo en una receta para solicitar el estudio específico de la sospecha del diagnóstico.
 
-Toma dale esto y dile que venga , nos hace descuento al dispensario, puedes pagar cuando te entreguen los resultados, yo hablaré con el.
 
-Si…gracias- Pedro corrió, ya vería la manera de pagar tenía horas para juntarlo, tiempo mas que suficiente.
 
Corrió, entró, solicitó, regresó, prometió. La muestra de sangre fue tomada mientras sostenía fuertemente la mano del rubio. Una mano apretada tantas veces ese día.  Este dejaba correr una lagrima por el miedo, dolor, zozobra o por un no se que en un no se donde.
 
El médico se alejó para hablar con el sujeto que había tomado la muestra.
 
-Pedrito, no quiere que te preocupes.
 
-Todo estará bien, voy a ir a hacer lo que me toca hacer hoy y me escaparé para hacer mandados y te  prometo que juntaré para pagar, no será difícil, no te preocupes. Voy a tener que dejarte solo, pero …regresaré lo prometo.
 
Un nudo en la garganta.  Salió, no debería ser nada grave.
 
Cubrió su zona. Era tarde, ya no había para descargar, a pesar de ser las 9 de la mañana. Hizo mandados, pidió favores, pidió prestado, de a diez varos, de a 20 pesos, jugó volados con el volovanero y ganó incluyendo un volován . Jugó unas  carreritas, quien ganaba con el diablito le daba parte de la paga del otro, ganó una, perdió otra.  Cobró algún favor. Hizo sus entregas, hubo una propina, otra no, pero pidió, negoció y  lo logró. Juntó de más, por las dudas, por si acaso, por si tal vez.  La entrega era a las 2 de la tarde. 
 
Lo seguían, pero tan presuroso iba, más que los pastores a Belén, que no lo notó.
 
Llego puntual. Justo a tiempo. Dio el pago y los resultados fueron entregados, los llevó al médico Edwin los revisó.
 
-Lo que sospechaba…es…-
 
Un sujeto alto y vestido de negro irrumpió el lugar.
 
-No lo  escondas, pendejo…¿donde  esta?.
 
-¿Que pasó Chiquilín?. Aquí estoy.
 
Un golpe en el estomago  le sacó el aire y lo tiró al suelo. El médico rápidamente intervino.
 
-No puede estar aquí. El señor sentado en la sala de espera salió despavorido, conocía al sujeto, el sujeto era conocido y no de buena manera. Si conoces al sujeto, huyes para no verte involucrado en problemas ajenos, es mejor no tener problemas ni ajenos ni propios.
 
-Yo entró a donde se me de la puta gana, pendejo-. Se metió revisando los pocos cuartos, entró donde estaba el rubio. Lo siguió el Chilango y tras de este Edwin.
 
-¿Que quieres?- articulo el rubio. La respuesta fue una mirada  con asco. Para el no fue agradable la vista. 
 
-¿Donde está el Juguis?, díganme,  deben saber, en la madrugada lo vieron con ustedes ya  me dijeron no se quieran hacer los pendejos o se los va a cargar la puta madre.. La voz grave y déspota. 
 
Pedro contestó-No sabemos..el solo fue….pero no dijo nada…solo tenía que irse…dijo eso, pero no sabemos mas, Pablito estaba enfermo y solo nos fuimos a la casa y pensamos que Juguis iba a la Oficina o a la casa del Boss o…yo que se…
 
Un golpe en la cara y una nueva patada en el abdomen lo  hizo encogerse del dolor.
 
-Por favor no le pegue es verdad, solo se fue.
 
El Chiquilín se dirigió al rubio.
 
-A este me cabrón se lo va a cargar su puta madre  sino me dices donde esta, si el Juguis no aparece, Boss me dijo que me llevara a el Güero-. Hizo amago de agarrarle  el brazo. 
 
 Edwin grito.-¡ NO LO TOQUE…!
 
-Si se me hincha el güevo, lo toco ¿quien me lo va a impedir? Y si quiero me lo llevo, lo madreo o lo mando a la verga.
 
 -Está enfermo…es grave…es…
 
-¿Que  tiene?-Le  arrebató la tabla donde tenía la hoja del menor, iba apuntar algo cuando se la quitó
 
-Tie..tiene si…..sik…sid…
 
-Tiene SIDA, así es y es sumamente contagioso…el puede…puede estornudarle y contagiarlo-Siguió explicando mientras se acercaba al Chiquilín, se retorcía la manos nervioso-Por eso le recomiendo no lo toque ha sudado mucho si lo toca …no se…puede ser que lo contagie o si tose…cerca de usted…o no se…que tal…
 
La cara desfigurada por asco o por miedo o por ambas cosas,  colorearon la cara del Chiquilín.
 
-¡TÚ ME LAS PAGAS!- Se dirigió a el Chilango con pasó firme y antes de que descargará un puñetazo, un grito lo paralizó.
 
-¡NOOO!…se ve que es pareja del rubio …si han hecho cosas…ya sabe…cosas de jóvenes…como jóvenes…si han tenido sexo lo mas seguro que el…el…también esté contagiado, si lo golpea y le salé sangre…si lo mancha…o lo escupe…o no se …pues queda a su riesgo que se quiera morir. Yo soy medico no tengo opción…pero ustedes…yo le recomendaría…pero bueno.
 
En shock, Pedro miraba al Güero, el Güero a Pedro. Desde el inicio de la trifulca Pablo ya lloraba.
 
-Termina tus entregas y no te vuelvas a presentar. Si te pelas con la mercancía, mandaré a alguien que te mate.
 
Ultimó, confundido pero sobretodo asqueado, se dio la media vuelta y salió.
 
Pedro se abalanzó hacía Pablito, las lagrimas caían a raudales la culpa, el dolor, el miedo…fue el.
 
Pedro lo acunaba, no lo culpaba, no fue su intención, era ignorante pero sabía como se contagiaba esa enfermedad, lo obligaron, nada pudo hacer. El no fue capaz de defenderlo, fue ultrajado, maldita vida que castiga a quien no debe. Tan absortos estaba que no escuchaban el llamado de Edwin.
 
-Lo siento, no lloren, por favor …escuchen…
 
-No se acerque podríamos contagiarlos.
 
-No tienes sida.
 
-El lo dijo, lo leyó.
 
-Era sika solo trate de cerrar la K , es por un zancudo, nada grave, te recuperaras, solo necesitas descansar…disculpen lo dije porque quise evitar te golpearan, la gente es muy ignorante y lo creen con facilidad…lo siento…no fue mi intención preocuparle.
 
Pedro sonrió. Pablo sonrió. El alma nuevamente regresó a su cuerpo. Pablo lo jaló para darle un profundo beso, jamás lo había hecho por iniciativa propia siempre esperaba, sin importarle que lo miraran, Pedro no dudo en corresponderle, que rayos, era su Bonito, no le importaba lo que pudieran decir.
 
-Debo irme a entregar esto y regresaré rápido. Además no creo que nos busquen después de lo que dijo el doctor.
 
Salió, contento,  entregó lo que le faltaba, dio los avisos, miró lo que tenía  que observar, reportó lo visualizado, mas tarde  llamó para avisarlas de las entregas dadas, que eran en horarios específicos. Unas se extendían hasta en la noche.  No hubo más instrucciones. Ya no lo necesitaban, caía la noche, el que le daba indicaciones no dijo nada mas, después  de todo se sintió aliviado, era mejor retirarse y volver al mercado a la tranquilidad, a cargar cosas mas pesadas que el, a esperar una fruta rebelde que se escapará, a ganar puesto de cargador  en el proceso de reclutamiento para ser aceptado, todo seria mas seguro, mas tranquilo. Mas pobres que antes, pero ya sin miedo. Estaba cansado de sentir miedo, mucho muy cansado.
 
Camino con tranquilidad ya era entrada la noche, tras la ultima diligencia. Su celular vibró, llegó una imagen, no lo podía creer, la imagen era increíble, corrió, como si su vida dependiera de ello, con la respiración entre cortada, con el miedo incrustado nuevamente en su corazón y llegó y observó, era cierto, la imagen fue clara y certera, la amenaza era cruel, inhumana, malévola. Por segunda vez lloró ese día.
 
Su cuerpo  apareció en unas bolsas  junto a un terreno baldío, recargada sobre una vieja barda que irónicamente tenia carteles de personas desaparecidas...cuantas familias rotas , cuantas lágrimas derramadas con la desazón de no saber donde se encuentra ese ser amado, cuantas madres, padres, esposos, hijos  rezaron un padre nuestro deseando una entidad suprema cuidara de el ausente  donde quiera que estuviese, el  anhelo de descubrir la incógnita...vivo, enfermo, muerto , pero saber de ellos , la zozobra de la duda es lo que apaga  la llama de la vida, cuantos acostados en sus camas vieron llegar el día sin un ápice de sueño, pensando , cuantos mas  cerraron los ojos rumbo a la  eternidad en la espera de saber...pero cuantos mas callaron a sabiendas de saber donde poder ubicarlos… por temor, por apatía, por cobardía , pero aun peor aquellos que callaron por complicidad. Cuanta conciencia social nos hace falta como  sobre denuncia ciudadana.
 
Cuantas y cuantos mas...
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Notas finales:  

Seria imposible decir que no me inspire en la realidad  en esta última parte… cuantas historias surgen cada día, cuantos casos quedan en anonimato, cuantas fosas clandestinas, cuantas denuncias hechas y cuantas no hechas .
 
La petición de que terminara de leer estimado lector, es porque no quería que pensara era una jalada lo del SIDA,  que ya era demasiada tragedia y exageración y se retirará antes de terminar, pero bueno se aclaró que NO tiene. Si llego hasta aquí, le aviso que ya está próxima a acabarse la historia y se exactamente como termina. 
 
 
 
 
 

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