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Hormona exclamation! por nezalxuchitl

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“Kerido Degel”

Le dolían los ojos con sus faltas de ortografía, pero ya ni modo.

“Me tire a la Sisi”

¿Qué?

En serio, ¿Qué?

“Tenemos que yrnos para que El Chido no me mate…”

Era en serio, martilleaba algo en su corazón. ¡Era en serio!

Las lagrimas estallaron en sus ojos violetas. ¿¡Como podía!? Y luego le proponía secuestrar a la diosa. No, no se lo proponía, se lo ordenaba. No tomaba, como nunca, en cuenta su opinión.

Habia sido un estúpido por ilusionarse asi, y que hasta la Sisi hubiera sido una de las infidelidades de Kardia lo superaba. O sea, no habia nadie mas soso que la Sisi, reprimida, aburrida y casada. La ultima persona con la que alguien desearía tener una aventura.

Fea, vieja, machorra, poco turrinina. Y aun asi, pensaba con lagrimas escurriéndole por las mejillas, aun asi Kardia la habia considerado mejor que el, mas deseable. Por eso se habia acostado con el.

Sentia una rabia y unas ganas de desquitarse como nunca en la vida. Contra Kardia, principalmente, pero como no sabia donde estaba, porque ni eso podía, hablarle con tiempo y espacio… Se dirigio a las cocinas donde la aburrida esa debería estarle haciendo la comida al marido, la brocheta esa ensartada que mas parecía comida de caníbales que de gente civilizada.

Con los ojos enrojecidos y peor cara que de costumbre estaba ahí. ¡Con la cinta de la virtud cruzándole la frente! La sintió como una bofetada. Como una afrenta personal.

-¡Zorra robamaridos! – le grito, aventando cazuelas y pateando sirvientes.

Sisifo lo miro, incrédulo.

-¿Yo?

-¡Si, tu! – le meneo la carta en las narices - ¡Zorra hipócrita que usas la cintita de la virtud cuando todos sabemos que jamas la has tenido!

Aquel golpe era, quizá, el que mas podía afectar a la Sisi. El secreto de su pasado no habia sido contenido, como sospechaba, y sus compañeros sabían, todos sabían…

Degel le arranco la cinta de la frente y se la tiro en la sopa.

-¡Asi estas mejor! Que todos vean el pedazo de zorra que eres, sonsacando a mi facilote aunque fuiste su maestra, ¡que asco!

La princesa tenia una capacidad para hacer muecas. Hirientes.

-¡Tu novio… - no veía a nadie en torno, pero sabia que habia oídos por doquier - ¡me hizo algo! – declaro en un energico susurro.

No podía decir que lo habia violado porque no estaba seguro.

-¡Ya lo creo que te lo hizo! – se exarbero Degel - ¡Y bien que te gusto, porque mi novio si sabe, no como tu marido!

-¡Elshido es perfecto! – lo defendió.

-¡Seguro te mete Excalibur, so guarra!

-¡No digas eso! - ¡La misma boquita que el novio!

-¡Digo lo que quiero! – la jaloneo.

-¡Que se me quema la paella! – la Sisi evitaba las confrontaciones sistemáticamente.

-¡Que se vaya al infierno! – arrojo el almuerzo de su marido por los aires.

-¿Por qué me atacas? – le reclamo la Sisi, todavía sin devolver golpe - ¡A Kardia es a quien tendrías que reclamarle!

Tenia razón. Y eso lo enfurecia.

-¡A ti también, por zorra!

-¡Zorra tu, que empezaste a los trece!

Degel se le fue a los golpes. Mas menuda, tenia que aprovechar el impulso inicial para tomar ventaja. Trato de darle un puñetazo, pero la Sisi lo esquivo fácilmente. Pero no hurto el cuerpo y ambas fueron a dar un grande, pero de veras grande, molde de gelatina empezando a cuajar.

Rosada gelatina de fresa iba a ser el postre para todo el santuario.

Degel, la mas furiosa, era la que atacaba con toda su alma a la Sisi, pero era mucho menos buena que ella en un cuerpo a cuerpo. La Sisi la detenia, o la sometia, sin pegarle. Sin jalarle incluso los cabellos, hasta que Degel lo pellizco.

-¡Tramposa! – le dijo sumiéndole la cara en la gelatina y deteniéndola ahí el tiempo de un buzito.

-¡Aaah! – la petera tomaba aire con la boca abierta y cosita rosa escurriendo de ella - ¡Me quisiste ahogar! – le pego en la panza.

-¡No es cierto! – le jalo las greñas.

-¡Dejame mis greñas! – lo intento arañar, pero resbalo por la gelatina.

-¡Chiquilla igualada! – le dio una bofetada.

Degel se esponjo con su cosmos aguamarina, solo surgiendo de el, no tan perdido como para usarlo.

-¡Plebeya irreverente! ¡Te pondrán en el cepo por hacerle eso a una princesa de Bluegard!

-¡Las princesas de Bluegard son todas unas zorras! ¡Agustina sama…

-¡Serafina! – la corrigio Degel

-¡Agustina y esa perra de Unity, que no sale ni en rifa!

-¡Con mi hermano no te metas!

-¡Con mi marido tampoco!

-¿Quién ha dicho algo del cornudo de tu marido?

Un gran coro de gente, semes en su mayoría, habían acudido al grito de que la princesa y la Sisi estaban peleando en gelatina. Hasta los patriarcas habían llegado, desapercibidos porque el foco estaba en otro lado.

-¡Te pondré en el cepo! – Degel trataba de picarle los ojos.

-¡A ti deberían ponerte, y nalguearte – Aspros asintio – para que fueras una niña bien portada y no la zorra precoz que eres!

-¡Vieja raboverde! – forcejeaban, resbalando y rodando por el molde de gelatina.

Degel lo manoseaba todo, en un intento de pegarle o escurrirse, pero la Sisi lo sometia con facilidad, poniéndola en las poses que quería, las ropas de ambos bien pegadas por la gelatina, mostrando lo excitadas que estaban por la pelea… Sisi se le subia encima planchandola con su peso, pero resbalando por los chicoleos de Degel.

Aspros también comenzaba a encender su cosmos, por lo que Hakurei intervino.

-A ver, ustedes dos – se metio en la tina de gelatina y las separo a ambas por el pecho. Era mas fuerte de lo que parecía. Mucho.

-¿Les parece este el comportamiento apropiado para un par de caballeros dorados?

-¡Uy, la pelea de los mil días en gelatina! – grito algún exaltado.

-Lo siento, Patriarca. – se inclino la Sisi.

-Lo lamento mucho. – trato de recobrar la seriedad Degel.

Sage trato de teletransportarlos, pero desde que estaba Athena.

-¡Ay, que lata con esta niña!

“Que pone la barrera cuando no debe”, le dijo con la mirada a su gemela, y antes de que Aspros se ofreciera a ayudarlos entre las dos lemurianas lograron superar la barrera de la diosa en entrenamiento la poca distancia que separaba las cocinas de la sala del trono.

Hakurei, con gelatina en pies y manos, se la sacudia. Degel y Sisi, perdidas, se veian de lo mas comicas tratando de mantener la compostura mientras chorreaban.

-¿Qué paso?

-Degel me ataco.

-Sisifo se lo merecia. – volvió a hacer morritos, y luego el llanto - ¡Se acostó con Kardia!

-Ay, princesa, si sacudieras a cada zorra con la que Kardia se mete sacudirías al santuario como maraca!

-¡Ya lo se! – grito la princesa.

-Hermano, no ayudas poniendo esas cosas en perspectiva. – lo regaño Sage.

Hakurei se encogio de hombros.

-Sisifo, no creo que tu hayas accedido… de buen grado, a serle infiel a tu marido.

Sisi estaba callado y Degel lo miraba.

-No, yo no quería. Pero no me opuse.

-¡Zorra!

-Degel. – una mirada fría de las joyas verdes.

-Tenia ganas, pero contenia mis instintos… bajos. Kardia llego, y luego me hizo algo… algo raro. Me miraba con unos ojos… y luego ya no pude moverme.

-La restricción del Escorpion. – aseguro Sage y Hakurei también asintió.

-¿Qué?

-Una técnica de Escorpio para inmovilizar a sus victimas.

La Sisi se solto a chillar también, ahora que se sabia violada.

-Kardia cabron – susurro Degel, que habia sido la primer violada por el.

Eso cambiaba las cosas, aunque no quería creer que su novio hubiera hecho algo tan horrible. Luego de violarlo a el sin saber lo que hacia (pues ambos tenían trece años) no habia vuelto a violar a nadie, que supiera.

Las lemurianas compartían esa mirada de “ejecutaremos a Kardia”

-Deberiamos oir a Kardia contar su versión. – dijo.

-Si. ¿Dónde esta?

-No tengo idea. Me mando esta carta.

Engelatinada y emborronada, pero todavía podía leerse.

-“Me tire a la Sisi” – Sage abrió la boquita horrorizado, y miro a Degel.

La pobre princesa se dejo querer con morritos.

-¡Que carta tan fea! – exclamo Hakurei.

-Y lo que dice. Planeando secuestrar a la diosa.

-Otra vez.

-¿Quién te la trajo? – pregunto a Degel.

-Una niña, la que luego les trae flores a usted y a Albafica.

-Tal vez aun este en el pueblo.

“¡Por supuesto!”, volvió a sentirse estúpido Degel.

-Mandemos a Albafica por el. – dijo Sage.

-No, acuérdate que la ultima vez que mandamos a Piscis por Escorpio salio muy mal. – le recordó su gemelo.

-Cierto. – recordó Sage – Que vaya por el Manigoldo.

-Manigoldo de Cancer, a la sala del trono. – ordeno Sage a los guardias de la entrada, y uno salio corriendo a buscarlo.

-¿Estas bien? – tomo el brazo Hakurei a Sisi.

-Si. – moqueo esta – No tengo pruebas, ni nada.

Era tan triste que hablara asi, la pobre. Pruebas en lugar de marcas.

-El Cid no puede saberlo. – dijo con ojos asustados.

O la despreciaría por siempre.

El patriarca asintió. No querían dos caballeros dorados muertos, a duras penas los habían completado para la guerra santa.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Proximo capitulo, ¡Manigoldo se pone guapo!

Slán!


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