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A los pies del heredero. por Cam Rams

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Notas del capitulo:

hola.... cuando iba a informar en Face resulta que me sale un mensaje de bloqueo no me afecta realmente (creo) despues de todo casi no lo ocupo... es una lastima ya que tal vez no pueda hablar con las chicas que me escriben pero bueno usualmente estoy en el trabajo.

bueno dejando de lado la lata, gracias por estar leyendo n.n/

que lo disfruten!!

 

5

 

Byakuya caminaba cabizbajo hacia la biblioteca cuando unos niños lo rodearon pidiéndole les leyera alguna cosa, eran hijos de los sirvientes que se colaban a veces para pedir limosnas, pero a él ya lo conocían y siempre acedia…

 –bien pero vámonos a otro lugar  –les dijo llevándolos fuera de los recintos de los nobles.

 –siéntense y escuchen pues no lo repetiré, teman de los espíritus guardianes y agradezcan sus vidas como tal dado que…  –levantó una humareda de tierra y con las manos fue formando figuras mientras hablaba… en el polvo las imágenes como sombras iban ilustrando lo que él decía.

 –La civilización en un comienzo era nómada y se asentaban cerca de los ríos solo por un tiempo dado que las tierras eran áridas en su mayoría. Solo donde se conocía la existencia de un espíritu las tierras eran fértiles, pero la probabilidad de vivir en dicho lugar era casi nula, dado que sin el consentimiento del espíritu era imposible quienes osaban en molestarlos morían.

>>Con el tiempo y tras muchos intentos de los humanos por ser aceptados en las tierras de los espíritus, cuatro de ellos los aceptaron, todos a ciertas personas que supieron ofrecer lo correcto al espíritu del territorio, convirtiéndose poco a poco bajo la protección del espíritu en imperio, estando aquel que supo agradar al espíritu como gobernante de las tierras y quien cumpliera el trato con el espíritu de lo contrario el espíritu dejaría el territorio provocando la muerte lenta de la tierra o podría matar a la gente.

 

>>Los imperios fueron nombrados por los espíritus según su significado:

>>Hitit: son el imperio ubicado en la península superior del continente. El nombre proviene de Hit “golpear” siendo protegidos por el espíritu del viento y manejando la industria de la metalurgia.

La leyendas del pueblo dicen que fue una mujer en cinta la que hizo al espíritu acceder prometiendo que estaría a su lado y daría a su hijo como ofrenda, de ella nació un niño de cabello como la plata y ojos de oro convirtiéndose en el rey de dicho imperio como muestra de la protección del espíritu. Pero la mujer no sería de nadie más que de él. Así cuando muriera la mujer cuatro años esperaría para que las niñas fuesen presentadas las niñas de cuatro años de edad serian tomadas por el rey y las pondría frente de cinco objetos, quien cogiera el correcto sería la próxima en apaciguar al espíritu que la vería crecer como crecen las flores y la tendría a su lado.

 

>>Egit: ubicados al noroeste de Hitit. El nombre significa “gracia” siendo protegido por el espíritu de la tierra sus campos eran prósperos. También conocidos como los domadores de las bestias tenían una cercana relación con los Hitit incluso concertando matrimonios provocando la mezcla de las dos razas.

La leyenda de su país era que el espíritu pedía un tributo, el recién nacido cuyos ojos fueran dos jemas de un color determinado, el nacido con aquel color de ojos seria enterrado al pie de la montaña con solo un hueco para que entrara el suficiente oxígeno, el niño lloraría toda la noche, el llanto se convertiría en gritos y gruñidos hasta el alba, dejando solo huesos del infante dentro del agujero. Cada año pasaría lo mismo, el niño podía nacer tanto en la familia real como en la casa de un plebeyo debía ser llevado ante la gracia del espíritu guardián.

Aunque no se sabe que paso realmente en ese imperio, se decía que parte de la familia real estaba escondida… tal como en todas las familias reales solo se puede saber que lo son por sus poderes… pero ahí algunos países pequeños cuyos reyes solo terminan como esclavos  –suspiro lo último y continuo con voz histriónica.

 

>>Minni: ubicado al sureste de Hitit. El nombre proviene de Min “yo” siendo protegido por el espíritu del fuego, el calor aun cuando es abrazador en sus tierras las cosechas y cultivos logran sobrevivir, siendo un país rico al tener las minas de las gemas y telas más exquisitas entre sus manos.

La leyenda de sus tierras hablan de su espíritu como el dios de sus tierras, el rey de turno tomara su nombre y llevara su emblema dándole como tributo la adoración de todo el pueblo pues solo él sería venerado, cualquiera que venerara a otro debía ser llevado a su altar despellejado y lanzado al desierto estando aun con vida.

 

>>Babil: ubicado al este de Minni su nombre proviene de Babbi “balbucear” siendo protegidos por el espíritu del agua sus tierras son fértiles y llenas de verdor y vida.

La leyenda de sus tierras dice que el espíritu solo pidió divertirse fue un sabio quien lo persuadió a cambio de historias y diversión para él, un hombre o mujer llegarían a él y se consagraría como su oráculo a cambió de divertirle, pero cada año parecía que la persona duraba menos y menos tiempo siendo asesinado por el espíritu hasta el día de hoy el agua sagrada de los templos de Babil se estremece cada vez que un nuevo enviado muere.

 

>>Por ello teman a los espíritus pues podrían ser uno de ustedes enviado a ellos  –de golpe deshizo la humareda y termino diciendo –bien pueden agradecer que estas tierras ya no tenga espíritu, aunque significa que esta tierras van a morir.

Tomo las tablillas dejando a los niños mirándose los unos a los otros un poco con asombro un poco con miedo, miro las puertas de la ciudadela y se juró.

“yo haré que este sucio imperio caiga antes que la tierra muera por la pérdida de su espíritu”.

 

Las tablillas fueron entregadas al rey por Byakuya y se alejo a hacer sus otras labores. El rey vio la de su nieta en primer lugar… una petición para cenar juntos, de seguro y deseaba hablar de hacer algo a los pies de la ciudad, siempre traía nuevas ideas… claro que jamás terminaban en buen termino, pues él le hacia ver que no servirían realmente. Sonrió ante la idea de ver a la niña animada que hablaba con él sobre sus fantásticas ideas… como la vez que le dijo que cultivaran en las piedras, porque su aya le hablo de plantas que crecían en piedras… claro, aquellas plantas crecían en determinadas piedras como en Minni, sin embargo en estas tierras no había de esas piedras.

La sonrisa de sus labios se borró al ver la tablilla de Kagome:

 

¡Oh, mi rey, con su sabiduría y esplendor vea lo que su hijo, mi amado príncipe está haciendo!.

Dejará de lado sus enseñanzas por una travesura de curiosidad, hoy seré yo quien sea alejada por ese al que él llama consejero, pero mañana ninguna quedara a su lado. Quiero tanto como usted, mi rey, ver al príncipe Sesshoumaru en la gloria, pero aquel a su lado solo lo llevara a la vergüenza, lo guiara en un camino de tormentas y lo arrastrara a la oscuridad del abismo.

Kana ya lo a dicho, Oh, Mi rey. Ese hombre segara a su hijo y ya no verá nada. Oh, mi venerado rey, ilumine a su hijo y no le permita caer, haga caer a aquel que desea sepultar al príncipe Sesshoumaru, le ruego mi rey salve a su hijo. Escuche la voz de esta antigua princesa, que fue capaz de dejar todo por su hijo y hoy soy capaz de dejar incluso mi orgullo, mi nombre y solo ser una sierva a sus pies, con humildad le pido sea implacable con aquel sucio hombre.

 

El rey dejo caer la tablilla, sabia en los pasos peligrosos que estaba su hijo, pero el molesto suspiro que dejo escapar fue por lo que le decía aquella chica. En esa tablilla le estaba ordenando que hacer al rey, con el descaro de decir que era de manera humilde y decía que su hijo ya había perdido la cabeza… se describía como una víctima y al tiempo olvidaba que al entrar en el harem de su hijo ya era una cierva de su hijo y de él como leal súbdita. Su nombre podía ser retirado con facilidad si ofendía a su hijo o al rey y su padre así lo sabía… que eran las hijas sino una moneda que aseguraba la amistad entre dos países, y ellas habían sido traídas luego de que el país de los ríos callera en las manos de los Hitit. Sesshoumaru al haber conocido antes a la mayor las trajo. Solo eran un trofeo, ya no tenían nombre, aun si su padre vivía solo era un lacayo de él.

 –esta mujer no conocerá lo que es la humildad a aun si la golpea. Mi hijo es muy blando con ella debería darle una lección.

 

La mañana llego y los rayos del sol golpearon su rostro…

 –ugh… mi cabeza…  –se quejó alejando sus ojos de los infernales rayos de luz.

Su cabeza la sentía que le estallaría… no recordaba como volvió a la habitación solo que parecía que se quedó dormido en el baño la vergüenza le subió al ver las telas, al pensar en la posibilidad de que Sesshoumaru lo hubiera traído en tan estado lamentable… recordaba haber soñado cosas pero no recordaba nada, más que cuando Kouga lo cambiaba y le decía “no puedes dormir así Inu Yasha te enfermaras” pero solo había sido un sueño… la tristeza apretó su pecho quería saber cómo estaba Kouga. Se ordenó e iba a salir y pedirle al príncipe le dejara verle… se estaba comportando bien por lo que no podía decirle que no, con eso en mente se acercó a la puerta que se abrió dejando ver al príncipe, pero por alguna razón que no lograba entender sentía en la mirada la misma hostilidad o tal vez mayor que cuando recién se conocieron.         

 –apresúrate y sal al patio  –fue la orden de Sesshoumaru antes de irse.

¿Qué demonios había pasado?

Por la cara que traía Sesshoumaru decidió solo salir, parecía haber pasado algo grave. Lo siguió a fuera, todo parecía estar como de costumbre, bueno casi todo con la excepción de que el príncipe parecía estar de un humor del demonio y provocaba que hasta sus guardias estuvieran nerviosos.

 –Jaken  –solo le basto llamarlo una vez para que apareciera el anciano postrándose a los pies de su señor.

 –a su servicio amo bonito…

 –trae a Kagome y Kikyo  –le dijo y el sirviente sin demora fue a hacer la orden.

Inu Yasha miraba como se iba el anciano con la rapidez de a quien le dieron tiempo límite de un par de segundos. Un sonido lo saco de estar mirando y devolvió la mirada al príncipe que lanzo una espada que cayó a sus pies, la comenzó a recoger…

 –… si solo querías entrenar me hubieras dicho… por tu cara creí… bueno, da igual… oye, me podrías dejar ver a Ko…  –no fue capaz de terminar cuando lo vio frente a él y tubo que bloquear apenas la espada enfundada de Sesshoumaru  –hey…  –quiso reclamarle pero otro golpe lo hizo retroceder.

La mirada de ese príncipe lo hizo tragar ¿Qué demonios le pasaba? Pero no podía ni siquiera preguntar los golpes de Sesshoumaru iban uno tras otro y con dificultad podía bloquearlos, cada golpe hacia sus manos temblar y sentir la fuerza. Inu Yasha solo podía retroceder y tratar de evitar que los golpes de esa espada enfundada no lo golpearan a él, aun cuando casi todo su cuerpo era capaz de sentir la fuerza de cada golpe que ese príncipe daba solo usando su mano izquierda.

 –…¡hey! Ugh…  –por poco recibe el golpe en su costado derecho.

No podía hacer nada más que protegerse, los movimientos de Sesshoumaru eran demasiado rápidos y no le daban el tiempo de atacar. Inconscientemente usaba a medias los movimientos que le había enseñado el mismo príncipe que ahora lo acataba. Un crujido llamo solo por un momento su atención mirando la vaina de su espada, sin embargo un segundo golpe hizo que cerrara los ojos alzando la espada para protegerse.

Jaken llego con las dos concubinas mirando a un Inu Yasha casi arrodillado sosteniendo la espada cubriéndose de un golpe de Sesshoumaru, donde había recibido el golpe la vaina de la espada de Inu Yasha se rompió dejado ver parte de la espada con un movimiento de Sesshoumaru Inu Yasha quedo desarmado, cayendo la espada a los pies de Jaken haciéndolo saltar. La espada enfundada de Sesshoumaru apuntaba a Inu Yasha.

 –demasiado débil  –dijo el príncipe a un sorprendido Inu Yasha, pero al oírlo golpeo la vaina de la espada con su puño y se levantó molesto lanzando un golpe a la cara de Sesshoumaru.

 –Cállate  –dijo viendo como lo esquivaba con facilidad  –demonios   –gruño al ver que sin importar cuantos lanzara los esquivaba como si no fueran nada.

 –débil  –dijo golpeando el estómago de Inu Yasha haciéndolo caer de rodillas sosteniendo su estómago –parece que para lo único que tienes fuerza es para llorar ese estúpido nombre. Que patéticos son…

Sesshoumaru soltó la espada viendo que Inu Yasha se levantaba y parecía quería seguir.

 –bastardo…  –mascullo Inu Yasha yendo contra el príncipe.

Pero Sesshoumaru lo intercepto a medio camino, con una mano en el pecho de Inu Yasha lo desequilibro botándolo por el golpe y velocidad de su movimiento. Inu Yasha cayó al suelo a vista de todos teniendo a Sesshoumaru presionándolo contra el suelo con la mano izquierda. Inu Yasha había sentido el golpe tal como la presión que estaba haciendo Sesshoumaru en su pecho, sujeto la mano del príncipe que inclinado parecía poner todo su peso en aquella mano. Las cicatrices de los látigos aun si por la superficie estaban sanadas en su interior aun quedaban vestigios de ellos provocándole dolor. Sesshoumaru miro la cara de dolor du Inu Yasha y un pesar se puso en su pecho.

 –compórtate y pídeme te libere, promete ser obediente a mis órdenes Inu Yasha  –le susurro.

 –…ughh… vete… a la mierda  –dijo con dificultad cabreando más a Sesshoumaru, sintiendo más aun la presión.

Inu Yasha se quejó apretando los dientes siendo visto por todos los presentes, Kagome sonreía satisfecha de lo que veía, Kikyo tenía la sensación de no querer acercarse a Sesshoumaru, aun si no era capaz de verle adecuadamente por los cabellos del príncipe tapar sus facciones sabia estaba molesto o peor…

Solo una vez lo había visto molesto, había sido cuando aun era una princesa extranjera y vino invitada por la reina a una fiesta por el nacimiento del menor de los Taisho, su padre le había dicho que cautivara a Sesshoumaru que ya había cumplido los 15 años. Pero antes de conocerlo a él conoció a una mujer de cabellos oscuros, su ojos cafés parecían tener un tono rojizo, su mirada era desafiante y estaba acompañada de una chica silenciosa que con el tiempo sabría que era Kana… aquella mujer parecía cualquier otra invitada más, su vestido era uno de hermosa seda teñida de un azul verdoso teniendo por cinto entallando su cintura unas cinta trenzadas de un verde esmeralda… el cabello recogido y sujeto por un broche de plumas blancas, las únicas joyas que la adornaban eran uno aros de ágata verdes de cinco esferas misma que tenía el broche en su cabello. Pero algo hizo que ella la despreciara, mientras hablaba con la chica albina… un sirviente tropezó con la mujer luego de cambiar las jarras de vino, ella espero a que se levantara, pero el sirviente estaba muy ocupado pidiendo disculpas, pues el vestido había sido arruinado… la mujer se agacho y con el abanico que sostenía le pego en la cabeza…

>> –solo es un vestido y tú aun tienes que hacer trabajo, vete antes que te castiguen por perder el tiempo.

Luego se levantó y miro la mancha de vino en el vestido.

>> –se ve como un remolino ¿no lo crees Kana?  –le sonrió a la albina.

Kikyo no podía entender, en su país eso merecía castigo, pero esa mujer dejo que se fuera y más aun, se rebajó para hablar con él, eso era insultante. Si esa mujer tenía hombre lo que acababa de hacer sería visto como un insulto para ese hombre. La mujer era hermosa y rivalizaba con ella en ese aspecto, pero Kikyo había usado su vestido más hermoso de lino blanco entallado por un cinto de satín rojo, tanto su cabello, manos, cuello y hasta su tobillo mostraban la opulencia de su pueblo con sus gemas traídas desde Mini, cuando entro todos voltearon a verla y comentaban su belleza, todos excepto esa mujer pues en ese momento había pasado lo del sirviente. Sesshoumaru por órdenes de su padre como comandante en ese tiempo la escolto frente a su padre, haciendo una leve reverencia frente a ella sin dejar de lado su intimidante forma de ser, de cuando en cuando miraba a la dirección de aquella mujer… no escucho o eso le pareció a Kikyo, lo que ella le estaba diciendo de lo indigna que era esa mujer de aquel lugar, de seguro de bajo estatus, pero cuando la dejo frente al rey él solo le dijo.

>> –las joyas no son más que piedras, si no brillas por ti misma estas obligada a usarlas para mostrar su estatus, las joyas más hermosas nacen de los lugares más humildes –hizo una reverencia a su padre y camino lejos de ella.

Sintiéndose ofendida miro como iba al lado de la mujer que le sirvió vino, pero antes de entregárselo bebió ella botando la copa y cayendo… fue sujetada por Sesshoumaru que con rapidez la recostó y pregunto ¿Quién había traído el vino?. Había sido el sujeto de antes, aquel sirviente… Kikyo hablo al ver a Sesshoumaru tan agitado y por orden del rey, el sirviente fue capturado, Sesshoumaru fue quien frente a todos le pregunto qué veneno era mientras uno a uno pisaba los dedos del hombre provocando los desgarradores gritos del sirviente, la cara distorsionada de Sesshoumaru lleno de miedo a Kikyo, pero vio como la mujer abrazo a Sesshoumaru y susurro el veneno… para luego caer inconsciente… Kikyo había escuchado la débil voz de la mujer y de entre sus ropas saco unas semillas dándoselas a Sesshoumaru…

>> –… son… un antídoto… sirve también para ese veneno, pero tendrá que descansar…

Aun con miedo se las entrego y escucho…

>> –Rey exijo este hombre sea mi esclavo, haré pagar este intento de asesinato.

>> –que así sea.

>> –Jaken  –un anciano llego cuando él tomo en brazos a la mujer.

>> –me llamo amo…

>> –lleva a ese sujeto al verdugo, que le enseñe en carne propia cada una de las maneras de torturar, pero que no lo mate.

El hombre suplico piedad aferrándose al pie de Sesshoumaru, pero este solo dijo “me estas ensuciando” el miedo hizo que el hombre lo soltara, aun así Sesshoumaru piso con fuerza las manos que lo habían tocado y se encontraban juntas rogando piedad, destrozándolas ensuciando el piso del palacio del rey que solo dejo salir un suspiro.

Kikyo temblaba como una hoja siendo jalada por el fuerte viento, jamás había visto algo así en su vida… le temió y fue fruto de múltiples pesadillas para ella. Justo ahora tenía la sensación de que estaba igual de cabreado… por lo que fuese no quería enfadarlo más.    

Sesshoumaru de repente alejo la mano del pecho de Inu Yasha empuñándola. Había sentido una fuerte corriente proveniente de Inu Yasha… miro el collar mientras Inu Yasha sujetaba su pecho y tocia. Ese collar ya antes le había dado descargas, aun cuando habían sido de menor fuerza, pensó por un momento y se dio cuenta, cada vez había sido por hacerle daño o querer robarle el collar, ese collar debía tener algún conjuro.

 –levántate  –dijo dándole la espalda  –no seas débil, en una pelea real estarías muerto.

Inu Yasha aunque no deseaba aceptarlo, si todos eran tan endemoniadamente fuerte como ese maldito príncipe era lo más seguro que moriría, lo cabreaba que no pudiera darle ni un solo golpe. Quería gritarle, pero aun sentía que le faltaba el aire. Se levantó de apoco.

 Sesshoumaru se dirigió con paso firme a donde estaban sus concubinas, ambas se postraron en el suelo y esperaron a que Sesshoumaru las dejara levantarse. El príncipe espero a que Inu Yasha llegara a su lado y dijo.

 –Kagome levántate  –esta comenzó a hacerlo, quedando Kikyo postrada  –habla…

 –mi príncipe, ruego me perdone pues los celos y la envidia me cegaron…

 –estas mal Kagome, no es a mí a quien tienes que dirigir las disculpas ¿lo olvidas?

 –… yo… ese hombre no le traerá nada bueno mi señor, yo…

 –Kagome, yo decidiré quien es bueno para mí, ahora hazlo  –le ordeno.

 –no puedo rebajarme a pedirle disculpas a un…   –la mirada de odio que le dio a Inu Yasha no paso desapercibida por nadie.

Kikyo tomo el pies de su hermana, no podía esperar que su hermana fuera perdonada.

 –mi señor le ruego la perdone…  –rogo Kikyo.

 –… oye… no me importa si se disculpa o no…

 –guarda silencio Inu Yasha  –le dijo con enfado  –Kikyo alza el rostro  –ella lo hizo las lágrimas y el miedo se veían en su rostro como las ojeras del seguro desvelo hablando con su hermana  –ruegas porque no la mande donde ella desea ir…

 –mi señor se lo ruego, Kagome no sabe lo que está haciendo, ni lo que dice…

 –… Kikyo  –hablo Kagome sin entender.

 –la protegiste demasiado sin dejar que viera el mundo, ni el miedo, ni la soledad…

 –es mi hermana menor… yo… tomare su castigo, por favor…

 –espera Kikyo, yo…

 –¡Cállate Kagome!  –le grito sobresaltándola jamás le había gritado de esa manera, pero el miedo de enfurecer a Sesshoumaru o de que su hermana callera en las manos de la reina eran demasiado.

 –esto por ese estúpido  –apunto con odio a Inu Yasha.

La mano de Sesshoumaru sostuvo el cabello de Kagome haciendo que gritara por el agarre…

 –mi señor, por favor  –la cara de Kikyo bajo al suelo rogaba por la vida de su hermana, sabía que al ser enviada donde la reina esta seria asesinada, pues en el palacio solo ella era la única mujer joven todas las demás fueron muriendo diciendo que era por decisión divina, pero su tía sabía bien que no era por eso que las mujeres del rey morían, su mano estaba metida en ello y hablar de eso solo haría a su reino caer en la desgracia. Kikyo lo sabía pues el veneno usado era uno que solo la familia real de su pequeño país conocía. Mandar a su Kagome era mandarla a la muerte.

 –hey  –Inu Yasha sujeto el brazo de Sesshoumaru  –no crees es esto es demasiado.

Sesshoumaru hizo caso omiso de ellos, saco una daga de su cinto y con un rápido movimiento y provocando que contuvieran el aliento corto la larga cabellera de Kagome dejándola caer.

 –llévenla al pie de la ciudad…

 –Mi señor  –dijo Kikyo con labios temblorosos ¿la daría como prostituta?.

 –no la enviare donde la reina, pero no la deseo en mi palacio, le enseñare lo que tú no hiciste Kikyo, ayudara a Sango como su criada, ella tendrá toda la autoridad sobre tu hermana.

 –perdón  –susurro Kagome  –perdóneme mi señor… ruego me perdone  –de rodilla se aferró a los pies del príncipe. Perdería todo, estaría en ese lugar sin un lugar seguro.

 –basta  –fue lo único que dijo mirándola con frialdad.

Kagome se arrastró a los pies de Inu Yasha rogando mientras lloraba.

 –perdón, se lo ruego… perdóneme, por favor, se lo ruego.

 –oye… Sesshoumaru…  –dijo comenzando a agacharse, pero Sesshoumaru lo sostuvo.

 –no cambiare de opinión  –miro a Kikyo  –¿Qué eliges para tu hermana?

 –se lo ruego mi príncipe, désela a Sango como una criada… 

Las manos de Kikyo temblaban y el llanto de Kagome creció… Inu Yasha estaba completamente perdido fue jalado por Sesshoumaru a dentro del palacio, vio a Rin estaba al lado de su aya y que bajo la cabeza a su padre cuando paso frente a ella como lo hizo la anciana.

 –hey  –dijo tratando de soltarse pero no lo consiguió siendo arrastrado –¿Qué demonios pasa?

Inu Yasha estaba siendo jalado por los corredores, aun si él estaba tratando de no ser jalado y reclamaba Sesshoumaru solo lo ignoraba y seguía como si nada. Inu Yasha se detuvo de golpe sosteniéndose de un guardia, no entendía realmente que pasaba, que significaba lo que había dicho aquel príncipe ni quién era esa Sango.

Sesshoumaru volteo al sentir el peso añadido, mirando con desprecio a su soldado paralizado al verlo quiso forcejear con quién lo había sujetado, pero la mano de su señor tomó la que dirigió al brazo de Inu Yasha.

 –lárgate  –ordenó en corto.

Pero Inu Yasha no lo soltó temiendo que lo volvieran a arrastrar.

 –¿Pretendes desobedecer?

 –mi señor...  –la voz del sujeto temblaba al ver la semisonrisa de aquel príncipe, la conocía, lo desafiaba a que lo desobedeciera, pero conocía bien las consecuencia de ello.

Inu Yasha al ver el temor del soldado lo dejo ir.

 –me puedes explicar ¿qué pasó allá afuera?

 –no es de tu incumbencia  –fue la escueta respuesta antes de volver a jalarlo.

 –¿Por qué me jalas?

 –porque no deseas caminar por tu propio pie.

 –puedo hacerlo sólo dime a dónde demonios vamos.

 –las cosas ya están listas.

Antes de poder de decir algo la puerta del palacio se abrieron, dos caballos eran sujetados por Hakudoshi, el caballo de Sesshoumaru era grisáceo y su crin parecía tener una tonalidad verdusca, mientras el otro parecía tener un tono crema con crin Albina. Dos maravillosos ejemplares que parecían la imagen de la perfección y  cuando vio a Sesshoumaru montar el suyo no pudo pensar en otra cosa más que en el hecho de que ese hombre imponente jamás había perdido la prestancia de un príncipe, no importaba los que dijeran ese hombre tenía un aura que indudablemente era de la realeza y aun así, algo le hacía pensar que en ese príncipe algo era diferente, una fuerza extraña... recordó que este le había dicho que sus poderes habían sido sellados, quizás era eso... pero ¿Por qué había sido? ¿Quién lo había hecho?

 –¿Cuánto más me estarás observando?  –la voz del príncipe lo sacó de sus pensamientos devolvió viéndolo al presente.

Ambos caballos tenían mantas en su espalda y detrás unos bultos de telas y cantimploras, el dilema ocurría por el hecho de que el en su vida se había montado en un caballo él sólo siempre que lo hizo fue con su madre o con Kouga. Se comenzó a acercar al caballo algo indeciso, tomó la cuerda que hacía de bozal acarició el cuello del caballo siendo visto por ambos príncipes.

 –por favor ayúdame  –le susurró al oído al caballo antes de tomar su crin y saltar para subirse tal como lo había visto hacer a aquel príncipe, sin embargo no fue capaz quedando sólo de panza en el lomo del animal que intentaba estar quieto.

 –¿Piensas montar así?  –dijo divertido conteniendo la sonrisa que se deseaba asomar en sus labios.

 –en serio este sujeto es divertido, ¿de dónde viene que no sabe cómo montar siendo tan viejo?  –pregunto Hakudoshi riéndose a carcajada.

 –cállate  –gruño por lo bajo Inu Yasha.

Intento ponerse en una posición correcta o al menos, menos vergonzosa, pero el caballo comenzó a moverse al sentirse incomodo, no lo intento botar, aun así por más que Inu Yasha trato de subirse adecuadamente no podía. Hakudoshi reía sin contenerse ni un poco, al menos hasta que escucho.

 –aquel caballo no es uno de los que solo tú y yo podemos montar…

La risa del caballerizo se detuvo en seco.

 –creí que eras el único que los podía manejar aparte de mí…

 –tú les das miedo…y eso… ¿Quién es ese sujeto?

 –es suficiente  –dijo la voz de Sesshoumaru acercándose en su caballo donde estaba Inu Yasha –es claro que jamás te has subido en un caballo…

 –…eso… no es verdad, he montado con Kouga…  –dijo mientras seguía tratando, pero cuando estaba a punto de poder sentarse adecuadamente Sesshoumaru lo alzo con un brazo subiéndolo a su caballo frente a él.

 –Hakudoshi  –dejo caer los bultos que tenía detrás de su caballo –pónselos al otro caballo.

Inu Yasha salió del asombro de haber sido tomado como si fuera un muñeco de trapo y puesto en el otro caballo.

 –¡ehy, no pienso ir así!

 –entonces te llevare como un costal…

 –¡¡Yo…!!

No alcanzo a decir nada más al caballo donde estaban montados comenzó a cabalgar haciendo que Inu Yasha involuntariamente se apoyara en el pecho del príncipe. Se enderezo avergonzado al ahogar un gritito por el repentino movimiento del caballo, un “hun” logro escuchar de parte de Sesshoumaru que tomaba las riendas del caballo y lo dirigía. Cada movimiento del caballo provocaba que sus piernas rosara las del príncipe… la vergüenza y la incomodidad que sentía le hacía que intentara alejarse lo más que podía, pero todos sus esfuerzos solo provocaban que cayera más cerca de Sesshoumaru.

El recuerdo del toque de la piel de Inu Yasha cuando estuvieron en el baño hacia que Sesshoumaru apreté los dientes, la molestia punzante por el pensamiento que eso para Inu Yasha había sido algo que hizo con aquel sujeto le quemaba las entrañas y cada intento de Inu Yasha de alejarse de él solo provocaba más el deseo de molestarlo.

 –déjame bajar –reclamo Inu Yasha.

 –¿iras caminando?

 –lo prefiero…  –dijo subiendo por undécima vez las piernas tratando de alejarlas de las del príncipe.

 –si así lo quieres… te dejare bajar…

Paro el caballo. Estaba a las puertas de la ciudadela que separaba la ciudad imperial de los comunes, y dejo uno de sus costados libres de tomar la rienda y le señalo el suelo con la mano, Inu Yasha miro el suelo desde la altura del caballo, por un momento pensó simplemente bajarse, sin embargo, al moverse se dio cuenta que no había como hacerlo sin tocar la pierna desnuda del príncipe.

 –¿Qué esperas?

 –… nada…  –dijo frunciendo un poco el entre cejo.

Abrazo el cuello del caballo y comenzó a bajarse por el lado tratando de que su pierna tocara el suelo.

 –que extraña manera de bajar  –lo molesto el príncipe.

 –cállate  –reclamo por lo bajo sintiendo que toco el suelo con la punta del pie teniendo el otro aun estirado en el cuerpo del caballo.

 –… bastante flexible  –dijo alzando una ceja el príncipe viendo a Inu Yasha.

 –Kouga me ayudo a ser flexible  –dijo con una sonrisa al recordar los entrenamientos con su amigo y sintiéndose orgulloso de ello.

El nombre escuchado molesto a Sesshoumaru quien hizo andar al caballo provocando que Inu Yasha perdiera el equilibrio y cayera arrodillado.

 –no te voy a esperar, camina  –le ordeno.

Tras un gruñido comenzó a seguir al caballo. Sesshoumaru tomo su cabello enrollándolo y cubriéndolo con un turbante, Inu Yasha miraba lo que hacia ese príncipe, no entendía la mitad de lo que hacia ese hombre y realmente la otra mitad tampoco… nada de ese lugar lo entendía, pero simplemente había decidido no pensar demasiado, jamás había sido lo suyo pensar las cosas, pero lo que sabía era que encontraría a Kouga y volverían a su mundo.

 –ahora ¿Por qué escondes tu cabello? ¿no te da calor?

 –deberías hacerlo también, el color de tu cabello traerá problemas a los pies de la ciudad…

 –no voy a ocultar mi cabello, lo herede de mi padre y…

 –si fueras de este mundo eso me preocuparía…

 –¿Por qué?  –dijo caminando al lado mirando la cara de quien miraba al frente.

 –porque solo los Taisho tienen el cabello plateado… herencia del espíritu…

 –oye, no piensas decirme más de eso… y de qué tengo que buscar… y…

 –para…

 –¿Por qué? Si me lo dices…

 –cállate de una vez. No son cosas que te pueda decir así sin más…

 –¿ni lo de ese espíritu guardián?… –pregunto.

 –eso…

Sesshoumaru miro las calles de las tierras de su padre, tierras que dejaría a uno de sus hermanos, aquellas tierras que han estado muriendo año con año por el haber perdido a su espíritu. Las casas de adobe, sus calles estaban con diferentes tiendas salpicadas por aquí y por allá, los escasos cereales, telas… y bajillas de barro cocido. Por entre los callejones niños miraban hambrientos y con harapos cubriéndolos. Inu Yasha miro más allá de las voces que llamaban a comprar, más allá de las mujeres que ofrecían panes y galletas. Los llantos y sollozos se escuchaban como murmullo.

 –alguien más a muerto.

La sentencia en murmullo del príncipe hizo que su mirada bajara un momento. Gradualmente la vista de las calles comenzó a cambiar las casas parecían estar derrumbándose unas cuantas y el número conforme avanzaban aumentaba.

 –el espíritu de nuestras tierras fue uno temible  –comenzó a hablar de repente llamando la atención de quien caminaba a su lado  –antes de que mis antepasados llegaran nadie vivía en estas tierra, fue una de las ultimas tierras en poblarse, pero rápidamente nos volvimos fuertes y expandimos el territorio, hicimos tratos con otros y así hicimos prosperar nuestras tierras… pero debíamos darle algo al espíritu para que este no nos abandonara, el trato con nuestros antepasado era una doncella que le hiciera compañía…

 –¿la sacerdotisa?  –pregunto viendo como respuesta un asentimiento.

Escasos recuerdos de una mujer sonriente junto a su padre y madre venían a la mente de Sesshoumaru, miro de reojo a Inu Yasha…

 –no sé lo que realmente paso… tenía 10 años, ese mismo día mis poderes fueron sellados, el espíritu dormido, mi padre traicionado…  –el semblante de aquel príncipe se ensombreció tras el recuerdo.

 –el espíritu debió haber hecho algo… para ser dormido…

 –no lo sé… fue lo que se me dijo cuando desperté y pedí explicaciones…

 –pero ¿Por qué sellaron tus poderes?

 –no lo recuerdo  –fue la respuesta.

 –¿en este lugar…?  –no pudo seguir la pregunta al ver por el rabillo del ojo una sombra que paso a gran velocidad. La imagen de la ciudad para Inu Yasha fue el primer shock, todas las casas estaban deterioradas o destruidas. Sesshoumaru llevaba al otro caballo cerca de él del lado contrario de donde estaba Inu Yasha.

 –es mejor que corras  –le dijo Sesshoumaru antes de hacer a los caballos ir más rápido.

 –¡hey!  –exclamo Inu Yasha al verlo irse con ambos caballos dejándolo atrás.

Comenzó a correr tras ellos, pero al escuchar que a su alrededor entre los callejones y casas cada vez más sonidos de gente corriendo se detuvo de golpe al ver que estaba rodeado teniendo en frente mujeres de diversas edades.

 –¿Qué quieren?  –pregunto pero nada le respondieron.

 –este será una buena mercancía  –dijo una.

 –mira su cabello… es un Taisho  –dijo otra temerosa.

 –no han hecho nada por nosotras. Solo ese noble nos ha dado algo para comer…  –menciono otra apuntando brevemente por donde se había ido Sesshoumaru.

 –no sé de qué tanto están hablando, pero no me voy a quedar…

Antes de que pudiera terminar unas cuantas se acercaron a él, aun si se puso en guardia, no era capaz de golpear a una mujer y mucho menos a estas que tanto a su vista como en la realidad eran débiles, era aquí la respuesta de lo que había querido saber… en ese mundo no todos tenían la fuerza de Sesshoumaru. Sin embargo aunque intentaba esquivarlas eran demasiadas, en un movimiento empujo levemente a una de ellas que se dejó caer llorando por el dolor paralizando a Inu Yasha quien fue criticado por las otras mujeres sin dejarle ni siquiera responder a sus ofensas. Su cabello fue tomado desde atrás y un fuerte golpe en la nuca lo noqueo, detrás de él una mujer sostenía un palo en sus manos.

 –llevémoslo al vendedor de esclavos y pidamos el doble por él.

 –no sería mejor pedir una recompensa.

 –eres idiota, apenas sepan quienes somos seremos asesinadas.

Todas se miraron y decidiendo que venderlo al vendedor de esclavos era la mejor idea comenzaron a llevar a Inu Yasha tratando que no se lastimara, entre más ileso estuviera mejor sería la paga.

 

Sesshoumaru freno de golpe al sentir un fuerte dolor en su pecho. Algo le había pasado al mocoso, soltó las riendas del otro caballo e hizo girar al que montaba regresando. Poco paso antes de que viera a las mujeres que lo llevaban inconscientes, saco su espada y freno al caballo tapando el paso de las mujeres que con una tela desgastada le taparon la cara y el cabello de Inu Yasha.

 –suéltenlo  –ordeno.

 –solo es un cadáver que llevamos… mi señor, no es algo para que sus ojos vean  –dijo condescendiente una de las mujeres mayores.

 –abran más cadáveres si no lo sueltan ahora.

 –mi señor… haa…

La mujer no alcanzo a decir más, la espada de Sesshoumaru rasgo el vestido de la mujer obligándola a cubrirse.

 –la siguiente vez será tu cuello y de quien desobedezca… suéltenlo.

El cuerpo de Inu Yasha fue soltado como si las quemara y todas corrieron ante tal amenaza. Sesshoumaru miro a quien estaba en el suelo, bajo del caballo acercándose y se agacho, tomo el paño y descubrió su rostro.

 –te dije que te cubrieras el cabello  –susurro retirando unos mechones rebeldes de su rostro, lo tomo sujetándolo lo puso como un costal frente a donde él se sentó.

Miro el cuerpo de Inu Yasha colgando por un momento pensó en ponerlo de una manera más cómoda, pero el solo hecho del recuerdo de un nombre hizo que comenzara a cabalgar hasta una ubicación especifica.

Una mujer estaba regañando a los, al menos 12 ó 13 niños que jalaban a un caballo cargado, la mujer de cabellera castaña había logrado que el caballo no pateara a los niños. El caballo corrió en dirección de la ciudad, dejándole ver a un hombre que venía arriba de otro caballo, temiendo que el caballo desbocado colisionara con él iba a lanzar una daga que tenía en su cinto, sin embargo el caballo freno dándole paso al hombre. Un turbante tapaba su cabello pero las facciones de ese hombre eran para ella inconfundibles, bajo la vista quedando a la altura de las piernas del hombre. Un hombre era llevado como un costal.

 –Sango  –la voz del príncipe la hizo mirarlo nuevamente  –arregla un lugar.

Fue la simple orden que le dio para que ella entrara a una de las derrumbadas casas y pidiera que todos salieran siendo recompensados con un anillo de Sango. Sesshoumaru entro, con Inu Yasha en sus brazos miro el lugar, una parte de la muralla estaba un poco derrumbada, pero la mayor parte sobrevivía y el techo era aceptable, Sango arreglo unas telas roñosas que habían en el lugar encima de la paja que hacía de cama y le dejo el lugar para que pusiera a aquel hombre inconsciente. Esperaba que su príncipe hablara y le diera la venia para hablar.

No podía dejar de preguntarse ¿Quién era ese desconocido y qué era para el príncipe? Conocía a su príncipe y al único que consideraba a alguien con quien hablar era a su padre, la única persona importante para él era Rin y su confianza jamás era completa para nadie aparte de un pequeño puñado de personas.

Sesshoumaru reviso la cabeza de Inu Yasha sintiendo un chichón en la parte de atrás, dejando salir un suspiro de alivio, no parecía ser nada grave. Volteo a donde estaba la chica que bajo la cabeza.

 –Sango, pronto llegara aquí Kagome.

 –¿Kagome?

 –será tu sirvienta, vigila sus movimientos y cuida la información que compartes con ella  –Sango miraba con confusión, pero sabía que si su príncipe lo decía debía ser por un buen motivo  –llevaré una de las abejas de Kohaku…

Ella asintió entendiendo que quería que lo mantuviera informado. Furtivamente seguía viendo a quien inconsciente estaba recostado donde el príncipe lo había dejado.

 –si tienes algo que preguntar hazlo.

Ante la orden ella asintió y pregunto.

 –solo me preguntaba quién era este joven que viene con usted, mi príncipe.

 –mi consejero  –dijo sin más.

 –desea que le diga a su consejero hacia donde debe ir para encontrarlo  –dijo casi afirmando lo que se suponía debía preguntar, su príncipe jamás retrasaría su viaje por nadie.

 –no, esperare a que despierte…  –fue la respuesta.

Los ojos dorados se posaron en el rostro de Inu Yasha con una extraña sombra y brillo inusual en ellos. Sango miro a Inu Yasha por un momento “un concejero… y lo esperara… la mirada de mi príncipe me deja confundida. Ese brillo en sus ojos jamás lo había visto y aun así parece molesto. ¿Quién eres?”          

 –organiza las cosas del caballo que traje con carga, saca lo necesario y deja lo que voy a necesitar.

 –sí mi señor.

 –cuando nos vayamos mantén comunicación con Kana…  –Sango lo miro extrañada  –al parecer mientras yo no este algo ocurrirá… si es necesario vuelve al palacio.

 –mi señor… Kohaku…

 –he dicho si es necesario, si una lucha estalla en mi palacio sabes lo que ocurrirá.

Sango con pesar asintió.

 

Inu Yasha despertó con un dolor en la cabeza, pero cuando abrió los ojos deseo no haberlos abiertos, Sesshoumaru estaba sentado en una silla de madera que parecía vieja pero firme, le daba la espalda dejándole ver su cabello plateado, frente al príncipe una mujer de cabellera castaña dejo caer la túnica y se acercó a él, tomando las manos del príncipe.

 –será un tiempo sin su cariño…  –dijo ruborizada  –deme algo para que esta noche al menos no lo extrañe tanto, mi príncipe.

Hizo que las manos de Sesshoumaru se deslizaran con lentitud por su cuello hasta sus firmes pechos. Un punzar se puso en el pecho de Inu Yasha, por algún motivo no había sido capaz de decir nada ni siquiera de moverse, estaba paralizado y con la mente en blanco, solo sentía este extraño dolor en el pecho que parecía una molestia creciente al verlo.

 El suspiro de Sesshoumaru fue sonoro, se enderezo de la silla y cubrió el cuerpo de Sango.

 –no te desnudes frente a otros hombres  –Sango se percató de Inu Yasha y Sesshoumaru volteo mirándolo  –¿no sabes que espiar es mal visto?

 –…¿q… qué? ¡¡Son ustedes quienes están haciendo estas cosas frente a otra persona inconsciente!!  –reclamo poniéndose de lado un poco.

 –y la persona inconsciente debería decir algo si ya ha despertado  –respondió, sonriendo al ver que Inu Yasha no sabía que responder  bajando la cabeza como si buscara la respuesta en la orilla de la cama de paja.

Molesto al escuchar la corta risa nasal del príncipe se levantó con rapidez con la intención de salir de aquella casa deteriorada que tenía agujeros en las murallas y el techo dejando que los rayos del sol se filtraran, el mareo por el brusco movimiento lo hizo tambalear siendo sujetado por Sesshoumaru para que mantuviera el equilibrio.

Inu Yasha se sentía mareado y su cuerpo no reaccionaba bien quedándose un momento así para recuperarse. Sesshoumaru teniéndolo apoyado en su hombro sujetándolo con el brazo sintió el agarre de las manos de Inu Yasha en su brazo y la otra que se apoyó en su pecho y ahora sujetaba su túnica, los ojos de Inu Yasha estaban cerrados como si tratara de que el mareo pasara rápido frunciendo un poco el entrecejo, una sutil sonrisa se puso en los labios del príncipe aun si él mismo no era consiente de ella Sango quedo sorprendida de esta, pero tal como esa mirada extraña que había visto cuando Inu Yasha estaba inconsciente tan pronto como apareció se deshizo en una mirada de molestia al mismo tiempo que Inu Yasha se alejó poniéndose de pie por su propia cuenta.

 –ten más cuidado  –dijo Sesshoumaru.

 –…solo déjame en paz  –mascullo saliendo.

Salió mirando a los caballos, el bulto de quien llevaba las cosas se veía más pequeño, se acercó al caballo y acaricio su cabeza. Desde que era un niño siempre tuvo afinidad con los animales, sin importar cuales sean siempre podía hacer que ellos le hicieran caso, claro para él era que los animales son inteligentes y con hablarles ellos logran entender y si lo pides adecuadamente ellos lo harán, claro que el temperamento de cada uno es diferente jamás tuvo problemas, por lo mismo lo habían dejado al cuidado de los “gatitos” del circo.

 –supongo que no quieres llevar a nadie, aun el peso que llevas es bastante… pero no importa caminare…

 –eres estúpido,  –dijo Sesshoumaru al escucharlo  –es un viaje de 6 a 7 días si no tenemos retrasos… si vas caminando estarás viajando por lo menos el doble.

 –ni siquiera sé dónde demonios vamos ¿Cómo voy a saber cuánto demoraremos?  –reclamo.

 –haremos una parada en Babil, se me informo que un sujeto responde al nombre de a quien buscas ahí…

 –¿Kouga?  –dijo casi en susurro, los ojos de Sesshoumaru se ensombrecieron aun si asintió al ver el rostro iluminado y alegre de Inu Yasha no pudo evitar apretar sus dientes  –seguro es él en este mundo no creo tengan un nombre como el de él. Jejeje… lo podré ver y…

 –no te apresures demasiado recuerda que tienes un trato conmigo, iremos y confirmaremos pero solo será eso hasta que no acabes…

 –lo sé, lo sé  –dijo cruzándose de brazos  –pero poder verlo  –sonrió olvidando el mal rato que había tenido antes.

Camino al otro caballo sonriendo Sesshoumaru lo iba a detener aquel caballo solo lo obedecía a él y a Hakudoshi, siendo este el que aun a veces le daba problemas a Hakudoshi pues tenía el temperamento de su padre, A-un, la mano de Inu Yasha lo acaricio dejando sorprendido a Sesshoumaru.

 –Hey  –comenzó a hablar Inu Yasha  –iremos a ver a mi amigo, sé que pedirte que nos cargues es molesto, pero por favor ¿me dejarías montarte?

Como respuesta el caballo se agacho en el suelo e Inu Yasha pudo subir a su lomo dándole las gracias y acariciando su cuello una vez el caballo estuvo de pie Inu Yasha miro a Sesshoumaru y le reclamo su lentitud. Inu Yasha se veía de buen humor y el de Sesshoumaru parecía empeorar. Tomo de la cintura a una Sango que estaba a su lado atrapándola en un beso. El corazón de Inu Yasha se saltó unos latidos al verlo y volteo su rostro de inmediato.

Sesshoumaru al separarse miro en dirección a Inu Yasha que miraba al lado contrario, Sango respiraba agitada por el beso ardiente que había recibido.

 –sabes lo que tienes que hacer  –le dijo antes de comenzar a caminar al caballo y de un solo salto se subió detrás de Inu Yasha.

Sango estaba un poco sorprendida por las cosas nuevas que había visto en su príncipe, pero el hecho de que compartiera el caballo con otro hombre la sorprendió mucho más.

Inu Yasha cuando Sesshoumaru se subió choco con el pecho de quien se subió y fue sujetado por él, trato de acomodarse, pero como antes había pasado era imposible, sus piernas se rosaban y él no podía mantener la distancia por mucho tiempo pues el movimiento hacia que se acercara. Aun si trataba de repetirse que lo hacía para ir donde Kouga lo antes posible le parecía que su cuerpo no podría relajarse en lo absoluto.

Las puertas de la ciudad se encontraban abiertas mostrando parte del paisaje de afuera de la ciudad, parecía que estaba aun peor que dentro de las murallas, el camino era el contrario del que había visto por los balcones del palacio de Sesshoumaru, la naturaleza se veía muerta por donde sea que mirara. Una tela se puso en su cabeza.

 –cúbrete, el sol es muy fuerte.

La voz de Sesshoumaru lo saco de su contemplación a aquellas tierras, los árboles se encontraban secos y el suelo parecía que no había recibido agua por años teniendo arena que cubría poco a poco las profundas grietas en el suelo. Inu Yasha se cuestionó si lo que había planteado podía funcionar en un terreno así… ¿acaso en eso se convertiría la ciudad dentro de las murallas? Se preguntó tratando de ponerse la tela como lo había hecho Sesshoumaru, pero unas manos tomaron las suyas.

 –eres torpe  –el paso del caballo hacia que sus cuerpos estuvieran en un vaivén e Inu Yasha no sabía mantener el equilibrio.

Las manos de Sesshoumaru hicieron que sujetara el crin del caballo y él comenzó a arreglar la tela.

 –…¿q… qué estas…?

 –solo concéntrate en no caer  –dijo mientras su propio cuerpo se balanceaba rosando la espalda de Inu Yasha que parecía estar tenso  –relájate un poco  –susurro al terminar rosando el cuello de Inu Yasha que se estremeció y al sentir los dedos del príncipe recorrían sus brazos solo rozándolos mientras el vaivén provocaba que su espalda se rosara con el pecho del hombre que estaba atrás de él le hizo resoplar y girar molesto viendo la estoica mirada de aquel hombre que ya había tomado las riendas del caballo al terminar de colocarle el turbante.

 –no hables o morderás tu lengua  –le sugirió poco antes de hacer acelerar al caballo.

Inu Yasha devolvió la vista hacia a delante, ese hombre solo lo molestaba.

 

El rey estaba en su trono había dejado de hablar con el senado de la salida de Sesshoumaru y el tiempo límite que le había dado. Todos se habían retirado, miro a uno de sus sirvientes y le ordeno fuera por Akago, pero este le informo que el príncipe Akago había salido poco antes de que el comenzara la reunión con el cenado… había salido a cazar.

 –¿cazar?  –pregunto y continuo al ver el asentimiento –¿Qué tanto va a cazar en estas tierras donde ya no hay casi vida?

El sirviente bajo la cabeza y dijo.

 –el sale a fuera de la ciudad a cazar, su majestad…

 –sabes que es lo que caza  –dijo con toda la seguridad.

 –mi… señor…

 –no me mientas, si sale es por un motivo conozco a mi hijo…

 –… sus… sus propios esclavos…  –termino por decir con temor, los ojos del rey se ensombrecieron al saber lo que significaba, pero lo hacia fuera de las murallas lo que lo dejaba libres de las leyes de la ciudad.

 

Un chico idéntico a Hakudoshi, con la variante que el cabello de este lo traía más corto, estaba montado en su caballo teniendo frente a él un puñado de aproximadamente 20 personas y a su lado cuatro hombres que eran de su entera confianza, uno de ellos volvía de hacer lo que se le había ordenado. Akago alzo la mano a un punto distante… a unos aproximadamente 400 metros una bandera flameaba en un árbol seco.

 –miren esa bandera  –dijo con autoridad  –a quien consiga tomarla será libre y ganara una bolsa de monedas…  –los esclavos miraron la bandera como quien miraba un tesoro.

A cada uno de los esclavos se le dio una espada mientras Akago continuaba.

 –aquellos que no lo logren estarán muertos, así que ni les importara… no importa si están atravesados o heridos, solo tiene que tomarla para ser libre.    

 

Inu Yasha miraba avergonzado las manos que tenían las riendas mientras él se afirmaba del crin del caballo, para él era realmente incomodo, cuando montaba con su madre, ella montaba de lado y él frente a ella, y con Kouga, él montaba atrás de Kouga, siendo un adulto y estando así era realmente vergonzoso, era como si estuviera siendo abrazado por Sesshoumaru. Unos gritos lo sacaron de sus pensamientos, a lo lejos parecía que había un grupo de personas… unos pocos parecían correr. Sesshoumaru dirigió su caballo al lugar antes de que Inu Yasha siquiera entendiera que era lo que veía.

Al llegar la risa estridente de alguien se mezclaba con los gritos de las personas. Las flechas llovían desde el cielo de a cuatro enterrándose en las personas que corrían, todos en una dirección, los que eran alcanzados por la flechas, los con suerte aun podían seguir corriendo teniéndola ensartada en un brazo, pierna o en una parte que no fuera de riesgo, sin embargo los desafortunados recibían un golpe certero…

 –¿q… que… es… esto?  –pregunto entrecortado Inu Yasha estupefacto.

 –una caza  –murmuro en respuesta.

Los hombres que estaban cerca de la bandera sacaban sus espadas atacándose los unos a los otros. Algunos habían corrido con suerte y las flechas aun no los hería, las flechas aun eran lanzadas por los hombres. Los esclavos luchaban entre sí mientras trataban de no ser asesinados por las flechas y aquellos que no estaban heridos iban contra la vidas de quienes lo estaban, solo uno podía tomar la bandera.

Sesshoumaru llego al lado de los que tiraban las flechas.

 –Akago  –lo llamo Sesshoumaru.

La risa se detuvo, pero el príncipe más joven no volteo ni hablo solo siguió mirando la cacería.

 –detén esto… este tipo de caza…

 –calla. No estoy dentro de la ciudad  –dijo con molestia.

 –es territorio Hitit, aun puede ser castigado  –fue la respuesta de Sesshoumaru.

 –oh, bien comandante de las fuerzas imperiales de nuestro reino, protegido por el escudo del espíritu guardián como usted lo diga  –dijo con voz socarrona y miro a sus hombres  –

deténganse.

Sus hombres se detuvieron, pero los esclavos seguían peleando entre ellos.

 –jamás has sabido hacer las cosas bien, no importa si yo me detengo en la caza, ellos seguirán  –apunto a los que con las espadas cortaban y se mataban entre sí.

 –dales la orden de detenerse  –le dijo Sesshoumaru.

 –no me oirán, no quieren detenerse, no lo harán.

Sesshoumaru sabía que era verdad lo que le decía, no era primera vez que le decía que frenara esta práctica enfermiza, aun que esta era la primera vez que lograba llegar antes de que estuvieran todos muertos… como lo dijo Akago aun si les daba la orden de que se detuvieran no lo hacían dado que estaban cegados por la promesa del premio. Akago y Sesshoumaru fueron donde estaban los tres que quedaban combatiendo, Inu Yasha estaba obligado a ir y por más que quisiera era incapaz de apartar la vista de los cuerpos que teñían la tierra árida con su sangre. cuando llegaron solo quedaban dos que ajenos a su alrededor chocaban las armas cuando una espada hizo volar un brazo, paralizando por un momento la respiración de Inu Yasha.

 –¡¡Alto!!  –grito Sesshoumaru ya a unos pocos metros, pero solo uno quedo en pie.

 –¡¡Maravilloso!!  –exclamo extasiado Akago al ver que quien había cortado el brazo caía teniendo la espada de su contrincante clavada en el pecho.

El esclavo que había perdido el brazo camino ajeno a los que se habían acercado con la mano que le quedaba tomo la bandera y grito con todas sus fuerzas al cielo. Giro viendo los cuerpos de aquellos que hace horas atrás eran sus compañeros, sus amigos e incluso su hermano. Camino tambaleante, Akago lanzo a sus pies una bolsa de monedas que el antiguo esclavo solo miro, el odio se apodero de la vista del ahora hombre libre. Akago bajo del caballo estaba desarmado, sonreía y le dijo con tono burlesco.

 –disfruta tu libertad  –extendió los brazos como si le señalara los cuerpos caídos.

 –… tú… ¡Maldito monstruo!  –grito con odio tomando la espada que antes estuviera ensartada en el pecho de quien había luchado con él.

Akago se mantenía con los brazos abiertos y su sonrisa se amplió al verlo cerca un gruñido desde atrás de Inu Yasha lo hizo dar un pequeño brinco, vio la mano estirada de Sesshoumaru y el hombre cayó a los pies de Akago muerto al haber sido atravesada su garganta con una fina daga.

 –… ¿Por qué… hiciste eso?  –pregunto trémulo Inu Yasha.

 –deja que yo te conteste…  –dijo Akago yendo a su caballo y subiendo a él para acercarse  –porque es el perro guardián de la familia, es capaz de matar a quien ama si se le ordena o poner a su hermano como esclavo ¿no es así hermano?  –dijo despectivo.

 –¿de qué estas…?  –se frenó al no oír nada de parte de Sesshoumaru para defenderse solo…

 –será la última vez que te lo diga, la siguiente vez te llevare frente al rey para que presentes tus acciones.

Hizo voltear el caballo y comenzó a retirarse…

 –hey, ¿no le dirás nada? ¿no te vas a defender? ¿acaso tú…?

 –cállate, no te compete  –dijo para luego comenzar a cabalgar.

Inu Yasha se sentía sobre pasado lo que había visto y lo que ese sujeto dijo de Sesshoumaru no le dejaba de dar vuelta la cabeza y un miedo comenzó a crecer en su interior ¿acaso ese príncipe lo iba a matar?     

 

         

Notas finales:

las palabras puesta en los imperios son de dibersos idiomas, elegidos realmente un poco al azar....

aclaro que este ff esta orientado en el periodo antes de cristo (se veía... XP) bueno es un antes de cristo de otro planeta. Uno de nuestro sistema solar... 

bueno sin más gracias por leer...

nos leemos!!


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