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A los pies del heredero. por Cam Rams

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6

A los pies de la ciudad el anciano lacayo de Sesshoumaru junto con unos cuantos guardias llegaron hasta una casa con una de sus murallas derrumbada y tenía una tela suplantándola. Kagome estaba entre los hombres que la llevaban cubierta con un velo, miraba todo con terror, sería abandonada ahí. Vio salir a quien recordaba bien, pero ahora parecía más demacrada y delgada. Sango venía con las manos cubiertas en sangre al igual que su ropa.

 –la hemos traído tal y como dijo el amo Sesshoumaru  –dijo sin ningún tono de educación.

 –es bueno que vinieras  –dijo Sango mirando a la que era su hermana concubina e ignoro a Jaken.

 –bueno será para ti… ¿qué significa esa sangre?—dijo apuntándola sin destaparse.

 –he asistido un parto… pero, el bebe no resistió… nació muerto…  –dijo con pesar.

La mujer era joven y el niño solo era fruto de vender su cuerpo, pero a pesar de todo la chica lo había querido tener, la cara sonriente de la chica cuando le dijo que quería tenerlo vino a la cabeza de Sango, la chica se había desmayado y aun no sabía lo que había pasado con su hijo. Cerró los ojos y suprimió un lamento.

No era un caso aislado, sin embargo no podía evitar sentir pena por la muerte de un pequeño inocente.

 –¿para qué tener un niño en un lugar como este?  –dijo casi en un reclamo Kagome.

 –deja de decir cosas estúpidas y se más respetuosa  –dijo jalando el velo descubriendo su cabello cortado conteniéndose de dejar salir un alarido.

Kagome sostuvo su cabeza y se agacho como si tratara de taparse. Los hombres comenzaron a retirarse.

Sango estaba sorprendida, Sesshoumaru la había despojado de su título, pero más aun había declarado que no serbia como mujer, ningún hombre se acercaría a Kagome, no podía ejercer u obligarla a ejercer la prostitución, no podía irse, ni pedir trabajo en ninguna parte a no ser que quiera ser esclava de alguna casa. Nadie tomaría como empleada a una mujer que fue desechada. Una sonrisa de comprensión se puso brevemente en los labios de Sango, sabia porque Sesshoumaru lo había hecho, así no podría escapar a ningún sitio; pero como mujer entendía la tristeza que sentía Kagome. Con el velo que antes le quito la cubrió agachándose y le sonrió diciéndole.

 –no te preocupes aquí estarás bien y nada te faltara, ni un techo ni comida.

Kagome solo apretó los ojos y siguió derramando lágrimas.

 

La noche los atrapo, la tierra infértil solo mostraba árboles secos y la tierra carente de agua. Inu Yasha miraba con desconfianza todo el rededor, no sabía que daba más miedo si ese paisaje o quien estaba frente a él apilando ramas secas para hacer un fuego.

La brisa era helada y a lo lejos se escuchaban sonidos extraños, pero Sesshoumaru parecía no alertarse por lo que Inu Yasha supuso no era nada de riesgo.

Tenía deseo de preguntarle tantas cosas que no entendía, pero no sabía por dónde empezar. Sus ojos estaban pegados en la cara sería del príncipe que aun con la escasa luz de la noche parecía destacar. Las palabras de aquel llamado Akago se repetían en la cabeza de Inu Yasha, el parecido con el porquerizo de Sesshoumaru le llamaba la atención, no obstante algo le decía que por ahora no preguntara.

 –oye… ¿me dejarías ver a Kou…?  –antes de poder terminar escucho como un chispazo y el fuego se encendió

 –no lo traje  –dijo seco.

 –¿Qué?

 –no lo traje  –repitió, mientras hurgaba en las cosas que habían traído.

 –pero…  –un fruto seco golpeo su pecho.

 –comételo y ve a dormir, mañana nos levantaremos al alba.

 –espera… te estoy hablando, tú dijiste que si me comportaba me dejarías ver a Kouga y…

 –deja de comportarte como una damisela enamorada, es patético  –lo interrumpió  –jamás dije que traería conmigo el espejo, recuerdo que te lo pase, si no lo trajiste solo cúlpate a ti de no poder verlo  –el tono de Sesshoumaru era de molestia.

 –yo… solo quería saber cómo estaba y…

 –repugnante  –gruño por lo bajo siendo escuchado por Inu Yasha que lo miro con desagrado  –deja de lloriquear por no verlo…

 –¿Qué demonios? ¿repugnante? Eso debería decírtelo a ti, no parpadeas siquiera antes de matar a un inocente.

Las cejas de Sesshoumaru se juntaron mirando con enfado a quien estaba frente a él encontrándose con los molesto de Inu Yasha.

 –no sabes nada.

 –algo si sé… y es que no deseo saber como matar a un inocente.

 –no sabes nada de este mundo, es mejor que te calles  –le advirtió.

 –no sé nada, porque no me has dicho nada de lo que tengo que saber  –reclamo.

 –un idiota como tú aun si le explicara nada entendería.

 –¿Quién es el idiota? Solo prueba y verás…

Sesshoumaru apretó los dientes con molestia y comenzó a hablarle de cómo se formaron los imperios y sus espíritus mientras Inu Yasha se comía la fruta, ya le había hablado del espíritu de esas tierras… realmente no entendía mucho, pero podía decir que si el espíritu no estaba la tierra moría…

 –ummm… y sobre las cosas que tengo que encontrar ¿no me dirás que son?

 –se supone que debes saberlo. El portador del collar debe saberlo, no sé ni qué o cómo son las cosas; solo sé que al encontrar al portador del collar este me guiara a los objetos  –Inu Yasha miro el collar  –ponte a pensar, pues tú debes saber que son los objetos.

 –como si pudiera saberlo  –reclamo Inu Yasha recostándose sobre una tela y cerrando los ojos un momento.

 –si es así…  –no continuo las palabras pero su mirada que estaba sobre la fogata parecía ensombrecer.

 –el trato es que te ayude… aun si no tengo idea de qué son  los voy a encontrar y recuperaras tus poderes, deja de mostrarte tan miserable  –dijo casi en un reclamo, pero ni él sabía porque había dicho eso, solo sabía que la mirada de Sesshoumaru la había sentido que se adentraba en la desesperación.

No entendía cómo funcionaba ese mundo y poco entendía de lo que eran los espíritus… ahora se suponía que él tenía que saber que objetos buscar ¿Cómo demonios lo iba a saber? Tomo el collar apretando los ojos “madre ¿Qué me diste? ¿Por qué tu collar tiene que ver con este lugar?”

Un murmullo llamo su atención sintiendo una suave brisa. Abrió un poco los ojos viendo el perfil de Sesshoumaru que con los ojos cerrados parecía sentir las caricias del viento mientras murmuraba lo que parecía un poema, como si fuera cantado por el viento, pero no lograba saber que decía… el sueño comenzó a vencerlo y solo pudo escuchar de la voz de Sesshoumaru un murmullo que lo oyó agonizante.

 –… Kagura…

Inu Yasha no fue capaz de abrir los ojos hasta que el sol golpeo su rostro, había soñado con su madre que le recitaba aquel poema siempre para dormir. Cuando abrió los ojos Sesshoumaru estaba de pie a unos metros de él mirando la dirección que habían dejado atrás. Ese territorio moría día a día y no había mucho que hacer… no solo tenía ese problema, ese príncipe estaba caminando en la cuerda floja por la reina y al parecer la única solución que tenía era despertar a ese espíritu, él recobrar sus poderes, pero quien debía saber dónde estaban los “sellos” no tenía idea de nada.

 –levántate  –escucho la voz de Sesshoumaru.

Salió de sus pensamientos viendo a Sesshoumaru alzaba hacia él una espada. Inu Yasha pestañeo un par de veces hasta que entendió que era lo que le estaba diciendo. Entrenaría. Se levantó y la tomo apretándola al tener el pensamiento que lo volverían a golpear e insultar. Entendía que tenía que aprender a defenderse en ese mundo, aunque cuando se ponía a entrenar con Sesshoumaru solo podía pensar en golpearlo por lo arrogante que era.

 –oye, Sesshoumaru… –Sesshoumaru no respondió solo alzo la espada enfundada  –no hay otra forma para poder ver a Kou…

La espada de Sesshoumaru pasó por el lado de su mejilla casi rosando su rostro en un solo instante congelando su cuerpo entero, los ojos de Inu Yasha se abrieron y sus pupilas se dilataron.

 –no te distraigas  –escucho la voz del príncipe.

 –… ¿Qué… demo…?  –no pudo evitar que la voz se le cortara y al verlo acercarse a él se puso en guardia.

 –tus oídos están mal o tienes cero percepción del peligro  –dijo pasando a su lado.

Inu Yasha lo siguió con la mirada hasta donde Sesshoumaru se dirigía encontrándose con una criatura ensartada por la espada de Sesshoumaru a un par de metros de él. Parecía un escorpión de un metro de largo y en sus tenazas un líquido viscoso escurría.

 –debe haber un nido cerca  –dijo como si nada Sesshoumaru.

 –… un… un nido… ¿Por qué lo dices?  –pregunto saliendo del asombro.

 –porque este es una cría…

Sesshoumaru quito la espada y el escorpión desde la herida comenzó a burbujear como si hubieran vertido en la herida acido que se expandía por el cuerpo desasiéndolo por completo y provocando una erosión en el suelo donde estuviera el cuerpo. Inu Yasha no había sido capaz de despegar los ojos de eso, se acercó al lugar agachándose estiro la mano para tocar el suelo que seguía burbujeando y parecía inflarse un poco. Sesshoumaru al verlo con rapidez sostuvo su mano y lo jalo hacia él provocando que se golpeara contra su pecho.

 –¿quieres morir igual como ese escorpión?  –pregunto con enfado soltando el brazo de Inu Yasha.

 –¿eh?… no… yo solo…  –no sabía que decir, solo le había llamado la atención y por curiosidad quería tocar la tierra.

 –levántate.

 –¿Qué tan peligrosos son?  –pregunto Inu Yasha.

 –son cazadores sigilosos y a distraídos como tú los desasen con su veneno para ir comiéndoselos mientras te disuelves, quedaras inconsciente por el dolor antes de morir  –dijo con tono indiferente.

Inu Yasha sintió su cuero cabelludo crisparse por lo que escuchaba. Sesshoumaru sacudió la espada y la guardo en su funda comenzando a caminar.

 –hey ¿a dónde vas?

 –a exterminar una plaga de los territorios de mi padre.

 –¿eh? Pero…  –no era que tuviera miedo solo que no tenía idea de a que se iba a enfrentar, el escorpión que había visto solo era una cría entonces supuso debían ser más grande  –eso que salía de las tenazas ¿Qué era?

Sesshoumaru se detuvo un momento mirándolo.

 –creí que me dirías que no querías ir o que no sabías pelear todavía –dijo en tono burlesco.

 –no soy ningún cobarde y si están en el territorio cerca de tu ciudad puede ser que se acerquen a ella ¿no?  –golpeo el brazo de Sesshoumaru y le dijo  –solo estas tratando de proteger a tu gente asique quien soy yo para detenerte, mejor trato de ayudar  –le sonrió para comenzar a caminar unos pasos delante de él.

Sesshoumaru miro a quien le había golpeado el brazo, el golpe no fue fuerte, fue más como un toque brusco, pero de alguna manera lo sorprendió, no solo el dejarse golpear, no solo las palabras de ese chico, aquella sonrisa le había hecho sentir un calor extraño en su interior.

 –vamos no te quedes atrás o los eliminare a todos yo solo  –dijo confiado Inu Yasha.

La boca de Sesshoumaru se torció en una sonrisa y siguió a Inu Yasha.

Los árboles muertos se encontraban dispersos como salpicados a una distancia de metros los unos de los otros. El brazo de Sesshoumaru lo volvió a jalar hacia él y lo puso detrás sujetando la espada. Inu Yasha se tragó la protesta al ver la postura de Sesshoumaru.

 –llegamos al nido.

Aun si Sesshoumaru dijo eso Inu Yasha no veía nada que cambiara del paisaje que había estado viendo y mucho menos veía un nido por ninguna parte solo lo que parecía un pozo a unos casi diez metros de ellos.

 –¿estás seguro de que es aquí?

 –esa formación  –apunto a lo que para Inu Yasha era un pozo de agua.

 –¿Qué pasa con el pozo?

 –¿pozo?  –lo miro Sesshoumaru.

 –¿no es un pozo de agua?

 –¿Por qué haríamos un pozo de agua fuera de la ciudad? ¿y por qué lo haríamos así?

 –bueno… 

Inu Yasha miro la estructura, era como en su mundo lo hacían, una formación redonda de piedras para marcar donde estaba el agujero del pozo de agua ¿Cómo eran en este mundo si no eran así? Y en su mundo los nómades le habían contado que en el desierto ellos sabían dónde habían pozos de agua u oasis.

 –te dije que la vida solo esta donde haya un espíritu y el agua es vida.

 –bueno… –de alguna manera le costaba entender cualquier cosa de ese mundo  –pero ¿Por qué estás esperando?

No respondió y siguió mirando en dirección al supuesto pozo. Un animal se comenzó a acercar a la estructura parecía una especie de reptil, Inu Yasha lo asemejo al dragón de comodoro tanto en aspecto como en tamaño. Se acercó a la estructura y parecía mirar hacia dentro, una tenaza roja sangre se alzó atrapando al reptil, la tenaza era el doble de grande que la del escorpión que habían visto antes. Sesshoumaru sonrió.

 –la madre está dentro, será más rápido  –aseguró clavando la espada en el suelo.

Inu Yasha no entendía nada solo estaba demasiado sorprendido de lo que había visto, pues el reptil fue jalado a dentro por aquella tenaza. Inu Yasha desenfundo la espada que el príncipe le había dado esperando a que ocurriera algo, Sesshoumaru estaba golpeando el canto del mango de la espada.

Las vibraciones se expandían por el suelo hasta donde estaban los escorpiones, contantes y molestas vibraciones que parecían cada vez ser más fuertes. La madre escorpión había dejado al reptil ser cazado por sus crías.

Sesshoumaru seguía aun con las preguntas de Inu Yasha él simplemente lo ignoro continuando. El escorpión salió de su nido con facilidad podía medir cuatro metros. Alzo la espada y comenzó a caminar hacia el escorpión.

 –Quédate detrás  –le dijo a Inu Yasha.

 –¿de qué…?

No fue capaz de terminar, Sesshoumaru se lanzó al ataque contra el escorpión, las tenazas amenazaron con atacar a Sesshoumaru. La espada golpeo la tenaza sacando una chispa donde golpeo, pero parecía la piel del escorpión adulto era más dura que el de la cría, el aguijón de la cola fue hacia Sesshoumaru obligándolo a saltar hacia atrás para esquivarlo. El pecho de Inu Yasha se contraía en miedo y sorpresa al ver a Sesshoumaru. Trago pesadamente, ese príncipe parecía moverse con ligereza y sus movimientos eran fluidos mientras luchaba contra el escorpión.

Del pozo una cría comenzó a salir y detrás de ella otra. Inu Yasha apretó la empuñadura y miro de reojo a Sesshoumaru que luchaba contra ese monstruo para él y tomo la decisión de ir él por las crías, su mano tembló un poco pero con rapidez rodeo el tramo para llegar donde estaban saliendo las crías de escorpión.

 –¿Qué demonios está…? 

Sesshoumaru no pudo terminar de hablar al tener que esquivar una tenaza del escorpión y miro de nuevo donde Inu Yasha que aunque sus movimientos eran bruscos, casi como si estuviera balanceando un tronco en vez de una espada comenzó a cortar a las crías y esquivaba los aguijones. Aun si estaba sorprendido sabía que debía sacarlo de ahí. La espada de Sesshoumaru volvió a golpear el cuerpo del escorpión y esquivaba la cola mientras miraba de reojo a Inu Yasha cortar a las crías, colas y tenazas salpicaban de un lado a otro y las crías no paraban de salir.

 –maldición  –sabía que Inu Yasha pronto quedaría rodeado.

Los cuerpos de escorpiones se comenzaron a apilar alrededor de Inu Yasha pero el número parecía no decrecer.

Inu Yasha sentía como sus fuerzas iniciales comenzaban a ceder, aun así no podía detenerse, agitaba la espada y agradecía que no fueran muy rápidos, pero algunos que eran un poco más grandes necesitaban más de un golpe, con patadas en los costados alejaba a algunos y debía cuidarse del asido que expulsaban. De pronto la espada de Inu Yasha se colapsó rompiéndose en un golpe contra el cuerpo de un escorpión mediano, esquivando un golpe de cola y unas cuantas tenazas retrocedió, su pierna roso uno de los cadáveres sintiendo inmediatamente el ardor alejándose, pero era poco lo que podía escapar y ya se encontraba rodeado. Maldijo un sin números de veces y con cada vez que su cuerpo tocaba un cadáver un sentimiento de miedo comenzó a crecer en su interior “voy a morir”

Sesshoumaru al ver cómo estaba la situación de Inu Yasha sus ojos se ensancharon, su espada retuvo una de las tenazas del escorpión madre mientras miraba el círculo alrededor de Inu Yasha cada vez se hacía más pequeño.

 –… Inu Yasha…  –salto para esquivar la cola e iba a aprovechar para ir por Inu Yasha, pero una tenaza fue en su dirección  –maldición… ¡no estorbes!  –grito apretando y blandiendo su espada contra la tenaza partiéndola.

El grito del escorpión parecía hacer retumbar el suelo y otro escorpión colosal salió desde el nido, Sesshoumaru ignoro el hecho y corrió donde Inu Yasha, sin embargo al estar a unos pocos metros un gruñido y la sensación de parálisis le recorrió el cuerpo por un momento. Los escorpiones que tenían rodeado a Inu Yasha salieron volando destrozados en miles de pedazos. Inu Yasha con los puños cerrados golpeaba a los escorpiones, sus manos humeaban y el rostro de Inu Yasha parecía había cambiado. Los dos escorpiones de mayor tamaño se dirigieron dónde estaba Inu Yasha y el cuerpo de Sesshoumaru se movió por inercia entre ellos. Inu Yasha estaba destrozando a las crías con las manos desnudas, debía detenerlo, pero no podía dejar que esos dos tocaran a Inu Yasha. Se lanzó a atacarlos, no podía perder tiempo, sus pasos fueron más rápidos y sus golpes ahora parecían ser más fuertes, no entendía por qué cuando se trataba de Inu Yasha parecía que su fuerza se elevaba, con su espada en tan solo unos momentos elimino a los dos escorpiones, cuando miro a donde estaba Inu Yasha este seguía atacando a las crías incluso a las que ya estaban muertas hasta que otra lo atacara, la última cría fue la que siguió recibiendo los golpes aun al ya haber sido destrozada.

 –Inu Yasha detente  –por más que le grito al correr a él parecía no escucharle.

Cuando estaba a un metro Inu Yasha salto para alejarse de él, Sesshoumaru pudo ver el estado de Inu Yasha, las manos las tenía quemadas y humeaban como si el asido siguiera carcomiendo, las piernas tenían quemaduras y la túnica parecía quemada aquí y allá, los ojos de Inu Yasha tenían un tono sangriento y una marca azulosa surcaba en ambas mejillas, pero, Inu Yasha al verle sonrió con un gruñido y se abalanzó contra Sesshoumaru, quien sorprendido esquivo con un poco de esfuerzo el puño, lo llamo una y otra vez esquivando dándose cuenta de que cada vez se volvía los ataque más fuertes y rápidos a este paso las cosas iban a comenzar a empeorar, la sed de sangre de Inu Yasha no hacía más que aumentar.

 –¡¡reacciona!!  –le grito dándole un golpe en la mejilla botándolo recibiendo una descarga él mismo.

Inu Yasha cayo y Sesshoumaru se comenzó a acercar con sigilo parecía aun estaba en esa condición y se veía que ya estaba tratando de levantarse otra vez.

 –demonios  –gruño Sesshoumaru y recordó algo que su padre le había dicho años atrás en una caza de bestias “dominarlas se puede hacer de dos maneras; una es con poder y la otra con el placer” Sesshoumaru agito la cabeza y apretó sus puños, lo volvió a golpear recibiendo otra descarga.

Su cuerpo se sentía entumido y sabía que cada golpe que le diera seria electrocutado.

 –que problemático  –reclamo al verlo levantarse de nuevo e ir por él.

Sesshoumaru ya estaba comenzando a cansarse y frunció el entre cejo al verlo correr gruñendo como una bestia.

 –¿Por qué no entiendes?  –dijo con los dientes apretados  –¡detente!

El puño roso la mejilla de Sesshoumaru que lo golpeo ligeramente sintiendo solo una pequeña corriente, se alejó un poco y lo tacleo votándolo debajo de él. La corriente tenso todo su cuerpo, pero sostuvo los brazos de Inu Yasha y se la arreglo para inmovilizar sus piernas. Inu Yasha se contorsionaba debajo de él y gruñía pero parecía que aun era un poco más débil que él o ya estaba demasiado agotado. Pudo ver adecuadamente que este Inu Yasha no era el mismo que conocía, las pupilas se encontraban azules como los ojos de los espíritus. Aun con el asombro el retorcimiento de Inu Yasha ya lo comenzaba a molestar y más al sentir cierta dureza frotarse en su bajo vientre.

 –detente Inu Yasha  –ordeno pero su voz salió ronca  –tú… volverás a llamar a ese sujeto….

Inu Yasha seguía retorciéndose sin prestar atención a las palabras de Sesshoumaru, pequeños gruñidos de excitación comenzaron a salir de los labios de Inu Yasha que se rosaban con el par de colmillos… Sesshoumaru miraba la cara extasiada de Inu Yasha y aquellos labios que parecían una peligrosa tentación, inconscientemente lamio su propio labio mientras seguía sintiendo las acciones de Inu Yasha. La lengua de Inu Yasha salió de sus labios al acercarse a la mejilla golpeada y lamio la zona. Sesshoumaru cerró los ojos al húmedo contacto y dejo salir un quebrado suspiro.

Se sentía en un aprieto, si lo soltaba volvería a atacarlo y si seguía así su cordura seria puesta en su límite. La lengua de Inu Yasha viajo al oído de Sesshoumaru. Una queja salió de la garganta del príncipe al sentir los colmillos herir su oído.

 –si así lo quieres  –le murmuro.

Soltó una de las manos de Inu Yasha tomando ahora su mandíbula sintiendo enterrarse en su hombro las garras de Inu Yasha mientras él le susurro en su oído.

 –Inu Yasha absorberé de ti cada gota de esta energía como se consume el aire que da vida hasta que tu cuerpo quede en silencio  –sintió el cuerpo de Inu Yasha estremecer su propia voz era acalorada, se levantó un poco viendo los tentativos labios armados con colmillos y sonrió  –supongo que no tengo elección.

Lamio los labios tomándolos tentando a Inu Yasha a participar del beso, la lengua de Inu Yasha salió como pidiendo un encuentro y Sesshoumaru se lo daría, profundizo el beso acariciando la lengua de Inu Yasha con la suya absorbiendo en el proceso el oxígeno de Inu Yasha que pronto se comenzó a sentir sofocado y su cuerpo se sintió cada vez más débil, lucho entonces para alejarse de aquel beso pero Sesshoumaru no lo dejaría, gruño mordiendo temblorosamente el labio que lo aprisionaba, las garras que estaban enterradas en el hombro de Sesshoumaru cortaron la piel, pero nada le sirvió. Cada vez se sintió más débil, pronto no pudo luchar, su consciencia desapareció cayendo inconsciente. Sesshoumaru alejo sus labios cortados de los de Inu Yasha, la mano que lo había tenido capturado había caído, miro la cara inconsciente de Inu Yasha con aquello labios hinchados pintados con su sangre por sus acciones. Las marcas habían desaparecido. Se separó de él viendo con asombro que las heridas que se había hecho al atacar a los escorpiones eran más grabes de lo que pensó, pero había seguido e incluso atacándolo a él ¿Qué era ese chico realmente? Se preguntó mientras lo miraba.

 

Inu Yasha se veía en una completa oscuridad sentía su interior hervir y su cabeza, sentía un dolor en su cuerpo cada vez más intenso y el olor ferroso de la sangre. Iba a morir, estaba muriendo. El miedo lo abrazo sofocándolo, sus brazos comenzaron a doler como si los hubiera sumergido en lava.

“no, no puedo morir… debo ir por Kouga, debo encontrarlo… es mi turno de salvarlo… Kouga, Kouga”

Aun peleando con el dolor comenzó a sentir otra sensación en sus labios un hormigueo sus mejillas las sintió calientes y la imagen de Sesshoumaru vino a su cabeza, el dolor parecía disminuir y su cabeza comenzó a nublarse sintiéndose cada vez más despejada, el beso que había recibido frente al monarca vino a su cabeza, agito su cabeza en el intento de borrar la imagen de Sesshoumaru.

“no, debo concentrarme en salvar a Kouga… encontrare a Kouga… y nos iremos… nos iremos”

Abrazo su cuerpo que había despertado extrañas sensaciones…

“Kouga si no te encuentro pronto ¿Qué voy hacer?… cada vez me vuelvo más extraño… este príncipe me hace sentir extraño… Kouga tengo miedo… de seguir en este lugar con este príncipe… Kouga, Kouga ¡Kouga!”

el sofoco parecía haber pasado y el dolor volvía y cada vez más fuerte.

“duele, duele… ayuda” pensó al no saber que hacer “por favor, ayuda… Sesshoumaru”

 

Sesshoumaru estaba poniendo un ungüento en las heridas de Inu Yasha, lo había acercado a donde habían dejado los caballos y uso una de sus togas para ponerle en la cabeza, en el trayecto parecía murmurar algo y las lágrimas habían comenzado a surgir, pensando que era debido al dolor de las quemaduras comenzó a tratarlas. Lo miraba esperando escuchar el nombre de aquel sujeto, pero lo que escucho no lo esperaba.

 –Sessh…

Junto con la sorpresa un dolor en el pecho lo hizo sujetarse la túnica en ese lugar un calor comenzó a expandirse en su interior, el ardor de brazas ardiendo no podía compararse con esto. Se comenzó a localizar en las heridas aumentando el dolor cada vez más, sin poder soportarlo más y quiso decir algún hechizo para menguar el dolor, pero de su garganta no salió más que un carrasposo gruñido, fibra por fibra estaban regenerándose la carne y la piel de sus heridas, solo eran heridas menores pero le provocaban un dolor sobre humano ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué estaba sintiendo semejante dolor? ¿Qué o quién era Inu Yasha? ¿un espíritu o un sacerdote? Pero ¿Qué era lo que le estaba haciendo a él?

De reojo vio a Inu Yasha dándose cuenta que las heridas casi habían desaparecido en Inu Yasha  la vista de Sesshoumaru se nublo por un momento apretó los dientes y se sentó al lado de Inu Yasha. Lo que fuera ese chico lo necesitaba con vida y si así estaba curándose de aquellas quemaduras podía soportarlo, pero Inu Yasha tenía muchas cosas que decirle de ese mundo del que él provenía. Según él sabía los espíritus vinieron de los cielos y he hicieron que su mundo floreciera quienes estaban en ese entonces en ese mundo solo sabían vivir en las cuevas y devorando las criaturas que pudieran atrapar, pero cuando las cuevas se inundaron con el líquido de la vida fueron obligados a surgir. Muchas historias se han escrito de sus orígenes y de donde provienen los espíritus, sin embargo aun cuando él mismo era un sacerdote no creía más que en lo que él podía ver, pero antes de que ese niño llegara Kana le había informado que llegaría una persona de la luna azul. Con vestimentas extrañas y lo que él buscaba. Y ahí apareció este chico que por enfado casi lo mata al pensar que le había hecho daño a Rin. Ahora no estaba seguro si podía decir que quien estaba inconsciente no le haría daño a la pequeña.

Las lágrimas descendían de los cerrados ojos de Inu Yasha, soportando el dolor quito de la frente aquellos cabellos despejando el rostro de quien tenía los labios temblorosos. Despertando el deseo de tomarlos de nuevo. Debía comenzar a dejar de pensar en ese tipo de estupideces, se recrimino a él mismo que aun sintiendo aquel dolor pudiera estar pensando en volver a besarlo y más que eso. Cerro los ojos concentrándose en regularizar su respiración, sintiendo el viento comenzaba a fluir a su alrededor con suavidad menguando la fiebre que el dolor le había causado.

En la mañana Inu Yasha despertó estirándose como si nada hubiera pasado. Sesshoumaru estaba arreglando algunas cosas en el caballo de carga, miro a quien se estaba levantando, ni rastro de las heridas y quemaduras, él por su parte sentía que había sido golpeado por una roca, pero ninguna herida estaba en su cuerpo.

  –hey, Sesshoumaru ¿Qué paso ayer?

 –¿Qué es lo que recuerdas?

La mirada de Inu Yasha se dirigió a la dirección donde habían estado luchando con los escorpiones, luego miro a Sesshoumaru.

 –que peleabas con un enorme cosa y yo con sus crías…  –hizo una pausa tocando donde debía tener la espada que Sesshoumaru le había dado sin hallarla –la espada que me diste… se rompió… no recuerdo bien solo sé que trate de alejarme, pero estaba siendo herido y luego todo se volvió negro. Creí que moriría…

 –¿no recuerdas nada más?

 –solo algunas cosas vagas

 –¿Qué?

 –que me llamaste una sensación cálida y que el dolor se comenzaba a ir. Me curaste ¿verdad?

 –oh, si es así que importa lo demás. Los escorpiones han sido eliminados y es hora de entrenar  –sentencio Sesshoumaru.

 –pero no tengo…  –la espada de Sesshoumaru le fue lanzada a sus manos antes de que terminara y vio a Sesshoumaru sacar un látigo.

 –prepárate Inu Yasha, en los días que quedan te enseñare a eliminar a tus enemigos.

Inu Yasha sonrió en afirmación y se puso en guardia.

 

Cuando llegaron a Babil las puertas de madera, grandes como para que pasara a sus anchas un elefante adulto lo sorprendieron, entro a pie estando al lado del caballo de Sesshoumaru llevando la espada. Antes de llegar ahí Sesshoumaru le dijo que no podía hablar cuando se le placiera hacerlo, que tenía que comportarse de la manera más tranquila que pudiera y que por sobre todas las cosas no podía olvidar que en Babil la desobediencia era pena de muerte. Sesshoumaru le aseguro que estaría bien mientras no hiciera nada más allá de su alcance y que no se alejara de él. Dirían que era su consejero por lo que podría estar a su lado todo el tiempo, pero por lo mismo no podía entrar por las puertas de la ciudad en el mismo caballo y dado que no sabía montar no lo pondría en un caballo para que lo dejara en ridículo.

Las tierras fueras de aquellas murallas era muy diferentes a las tierras de Taisho, el verdor se podía ver desde lejos provocando un gran contraste entre la ceca tierra de los hitit a la verde de los Babil, aun cuando se sintió traicionado pues demoraron 2 semanas en vez de 1. Los entrenamientos con Sesshoumaru fueron aumentando hasta hacerlo mientras viajaban dejándolo mayormente casi inconsciente más de una vez.

Sus túnicas estaban cambiadas por unas limpias, Inu Yasha traía unas largas con mangas anchas donde metió sus brazos y botas de cuero, erguido mostraba una estampa que Sesshoumaru ya antes le había visto… cual noble caminaba con la frente en alto y paso firme. Sesshoumaru por su parte estaba arriba del caballo tomando la rienda con una sola mano, erguido miraba hacia el frente solo bajando un poco la vista para ver a Inu Yasha y devolver la vista al camino, su blanca túnica larga de lino tenia cortes a los costados para poder montar, las sandalias de correas se ajustaba a sus fuertes pantorrillas, el cinto amarillo con líneas azules, la corona con la que lo había visto Inu Yasha la primera vez con aquella luna azul al medio.

Inu Yasha miro al príncipe que se encontraba arriba del caballo, aun sin un sequito, aun sin armada a su lado las personas le abrían el paso y bajaban la cabeza en forma de respeto. Esa ciudad era animada, casi desde la entrada se veían comerciantes ofrecer sus mercancías y los edificios estaban bien cuidados. Miro al frente al Sesshoumaru detenerse y detuvo sus pasos, al menos unos 15 soldados bajaron la cabeza ante Sesshoumaru.

 –habla  –fue lo único que dijo Sesshoumaru.

 –hemos venido por usted gran príncipe Sesshoumaru, su alteza el príncipe Miroku lo espera en su palacio.

 –guíenme  –dijo desde el caballo mirando al que era el general de esos soldados.

El latido del corazón de Inu Yasha repico con rapidez, según Sesshoumaru le había dicho que aquel que respondía a ese nombre estaba en el palacio del príncipe Miroku… el sentimiento de volver a ver a Kouga, la incertidumbre de saber si era o no era él. Sus pisadas temblaron por un momento, pero fijo la mirada al frente… sabría si Kouga estaba ahí, algo dentro de él le decía que sí, sin embargo, si por algún motivo estaba equivocado no pararía de buscarlo hasta encontrarlo y pudieran irse de regreso a casa. De alguna manera sus ojos se posaron en la espalda del príncipe Sesshoumaru, se irían y no volvería a ver a ese arrogante y orgulloso, pero sabía que no era… malo… o eso pensaba…

Sesshoumaru miro de reojo a Inu Yasha dándose cuenta de aquella mirada dudosa… de seguro pensaba en aquel sujeto. Una parte de él aun si no lo aceptaba rogaba que no fuese ese sujeto, por algún motivo le enervaba la idea de que lo encontrara y más… aun si sabía que dijo que lo mandaría de regreso, estaba seguro que Inu Yasha terminaría muerto junto con él al despertar al espíritu, pero mientras estuviera en este mundo le pertenecía y no se lo daría a nadie, aun si tenia que obligar al mismo Inu Yasha a haceptarlo.

Las altas murallas de azul con las puertas doradas le dijeron que ya habían llegado al palacio real, los guardias abrieron las puertas dándole paso a Sesshoumaru, pero detuvieron a Inu Yasha.

 –hey…

 –suéltenlo  –ordeno Sesshoumaru.

 –los sirvientes deben pasar por la…

 –él no es mi sirviente es mi concejero  –dijo Sesshoumaru.

 –mi señor, pido me disculpe, pero solo la familia real puede entrar  –puso la mano en el hombro de Inu Yasha y dijo  –. Yo guiare a su…

 –harás que entre por donde entra la servidumbre.

 –no mi señor  –dijo aterrado  –usted tiene el derecho de…

 –entrare por donde él entre  –dijo señalando a Inu Yasha.

 –Sesshoumaru… puedo entrar…  –no termino de decir al ver la mirada malhumorada del príncipe, pero en cambio dijo  –te enfadas muy rápido, solo es entrar…

Los soldados se sorprendieron de quien le hablaba de esa manera al príncipe del imperio hermano de Babil.

 –Inu Yasha acércate  –le ordeno.

Los soldados estaba congelados por alguna razón se imaginaban era el final para ese sujeto. Inu Yasha chisto con la boca y comenzó a acercarse. Al verlo cerca Sesshoumaru se inclinó tomando a Inu Yasha de la cintura y subiéndolo al caballo sentándolo de lado frente a él. Provocando la vergüenza en Inu Yasha.

 –cre… creí que no podía entrar en tu caballo  –reclamo.

 –cambie de parecer  –fue la escueta respuesta que le dio a Inu Yasha, dirigió una mirada a los estupefactos guardias  –¿seguirán bloqueándome el paso?

 –oye bájame, Sesshoumaru.

 –cállate, no te quiero bajar Inu Yasha, compórtate o te obligare a estar quieto  –escondido por la capa que tapaba los hombros de Sesshoumaru se encontraba el látigo que en los entrenamientos le mostro que era fácil de capturar y que el látigo no servía solo para golpear, pero odiaba la sensación de estar atrapado asique se quedó quieto mirando el frente  –así está mejor.

La sonrisa de Sesshoumaru petrifico a muchos que sabían quién era, la mano de Sesshoumaru desordeno un poco el cabello de Inu Yasha quien le dio un manotazo y de respuesta solo recibió una amplia sonrisa. Todos le abrieron el paso para que entrara al primer palacio donde el chambelán los llevarían al palacio del príncipe Miroku.

 

Un mensajero llego informando a Miroku que el príncipe había llegado, solo con un sujeto que tal como lo había visto no era lo que el propio príncipe decía que era, jamás habían visto a un consejero que estuviera en las faldas de su príncipe o que se le fuese permitido golpear la mano sin recibir un castigo.

Miroku suspiro en desagrado… camino a la puerta continua despachando al mensajero y al abrir la puerta de la habitación de al lado vio que Kouga ya estaba frente a la puerta.

 –me sentiste venir  –dijo sabiendo que era así.

La sonrisa del moreno le parecía atractiva y el conjunto de soldado le quedaba bien, mostrando las trabajadas piernas y sus brazos fuertes, el cabello lo traía suelto y aun húmedo, se había dado un baño tras estar en el templo con Banryu. Sus ojos seguían vendados ya que con la luz le dolían y estaba acostumbrándose otra vez de apoco.

 –ya llego a quien tienes que matar  –dijo tocando el pecho del moreno para indicarle que le de paso, pero esa mano fue sujetada por el moreno.

 –se lo dije, haré lo que me pida.

Sostener esa mano le gustaba, tal vez se había acostumbrado al ser Miroku el que siempre lo guiaba, pero le gustaba el calor de esa mano, la calidez de la voz del príncipe aun cuando daba órdenes podía sentir una calidez y fuerza, tanto que muchas veces le provocaron que su corazón latiera de manera desordenada. Pero le fascinaba avergonzarlo.

  –incluso si me deseara a mí…  –dijo en tono sugerente.

 –¿q… qué estás diciendo?  –dijo con la voz casi en un hilo  –no digas tonterías…

Podía imaginarlo sonrojado y sabía lo que venía después de todo estaba hablando con un príncipe.

 –con todas mis concubinas para qué deseo a un hombre en mi cama ¿acaso tú podrías tener un hijo mío?

 –supongo que no  –dijo sonriendo Kouga antes de decir  –pero jamás dije que para la cama…

La mano de Miroku se tensó y quiso que lo soltara.

 –te estas burlando de mí.

 –no mi príncipe solo era una broma, pero si no tuviera a Inu Yasha le daría a usted lo que deseara  –dijo con seriedad besando la mano de Miroku.

 –arrodíllate Kouga  –le ordeno con fuerza y Kouga lo hizo  –no voy a tolerar tu insolencia, no estas ni cerca de mi estatus. El que te permitas tales libertades al hablarme es a causa de Banryu… aprende tu lugar, yo jamás tendría algo tan sin sentido como a un hombre de pareja.

Por alguna razón las palabras le molestaron, tal vez por estar él mismo con un hombre o por ser rechazado tan tajantemente, lo que fuera le molestaba.

 –entonces jamás a amado como yo amo a Inu Yasha, príncipe Miroku.

Una puntada en su pecho le provoco que estrechara sus ojos, no sabía desde cuándo, pero el nombre de Inu Yasha le había comenzado a molestar. Abofeteo la mejilla de quien estaba arrodillado frente a él.

 –mantente alerta hasta que te de las ordenes de ir por la vida de quien viene con Sesshoumaru, lo liberare de aquel que lo tiene embrujado.

Un portazo le declaro que Miroku ya había salido. Dejo salir un pesado gruñido, a pesar de que Miroku decía eso de las parejas de hombres, esas dos semanas había escuchado de esos labios lo magnifico que era Sesshoumaru y lo desdichado que se sentía al saberlo presa de un encantamiento. “Inu Yasha, si no me alejo pronto de este hombre mis instintos más bajos me van a traicionar” golpeo el suelo con el puño cerrado sin usar mucha fuerza y aun así el suelo de piedra se triso. “Inu Yasha, espero estés bien”

 

  

Notas finales:

bien, lo dejo hasta aquí por ahora...

espero les guste el capitulo.

gracias por leer!!!

nos leemos!!


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