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Él ángel cubierto de sangre. por Sora17

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Notas del capitulo:

Perdon por mi ausencia, espero sus comentarios!

En cuanto Will volvió a quedarse dormido entre sus brazos, Hannibal se levantó y lo cargó de regreso al hotel donde se estaban quedando.

Lecter se aseguró de que nadie los viera y subió rápidamente a la habitación que ambos compartían.

Una vez allí, Hannibal recostó a Will con cuidado en la cama y comenzó a revisar cualquier posible herida que pudiera tener el menor.

Con habilidad medica despojó al jovencito de su ropa mientras este seguía inconsciente, y se tomó su tiempo para revisar si los puntos de su pierna estaban sanando bien.

Sintió alivio al comprobar que así era.

Mas allá de unos golpes y rasguños, Will estaba bien, y para su alivio Hannibal pudo comprobar que esos desgraciados seres no habían llegado a violentar a su pequeño amado.

Algo así hubiera convertido la tortura que les dio en un paseo por el parque en comparación a lo que realmente les hubiera hecho si Will sufría un daño de gravedad.

En cuanto terminó de revisarlo, Lecter fue al baño y llenó la tina con agua tibia, regresó por Will y lo colocó con cuidado allí dentro para lavarlo.

El menor solo recuperaba la consciencia de a ratos, pero la voz sedante de Hannibal lo obligaba a volver a dormirse.

Las manos del joven estudiante recorrieron ese hermoso cuerpo juvenil una y otra vez mientras lo limpiaba, de la manera mas decorosa posible. A pesar de que la tentación existía ninguna voluntad era más férrea e inquebrantable que la de Lecter. Y jamás estuvo en sus planes aprovecharse de aquel niño.

En cuanto terminó lo envolvió en una gran toalla y lo llevó de esa manera a la habitación. Secó su cuerpo con devoción, parte a parte, y por fin lo vistió con la muda de ropa que Will había traído dentro de su propia mochila cuando iniciaron esta aventura.

Por espacio de cerca de dos horas, Hannibal dejó a Will dormir en calma, pero el tiempo los tenía contra las cuerdas y debían marcharse antes de que amaneciera y alguien encontrara los cuerpos.

Después de tanta oscuridad, lo primero que Will sintió fueron las amables manos de Lecter que comenzaban a ayudarlo a que despierte.

Una sonrisa se pintó en sus labios y cuando sus ojos se abrieron Will se aferró con fuerza al cuello de Hannibal, besándolo en los labios.

—Mi salvador…— murmuró Graham, escondiendo su rostro contra el cuello de Hannibal.

—Aquí estoy Will… Ya debemos irnos…— le informó Hannibal, aunque no se negaba al abrazo ni a los besos.

—Ya perdí la cuenta de las veces que me salvaste…—

—Todas ellas insignificantes…—

—No… en lo absoluto…— Will acarició suavemente el rostro del estudiante y lo miró a los ojos, como dándole a entender que era perfectamente consciente de lo que habían hecho.

Su mirada incluso logró perturbar por un instante a Hannibal, quien enseguida se levanto y le tendió la mano para irse.

Will la aceptó y en solo cuestión de minutos ya se encontraban ambos acomodados en el auto debajo del frio cielo nocturno de aquel pueblo olvidado.

Hannibal sabía que podía tener problemas, así que había firmado en los registros del hotel con un nombre falso y se había asegurado de no dejar huellas ni evidencias. Pero quizás eso no seria suficiente. Solo esperaba no tener que terminar huyendo con Will como prófugos de la justicia.

Todavía quedaba mucho viaje por delante, pero entre risas y juegos, los dos chicos terminaron llegando a destino.

Compraron el horno, que era el verdadero motivo del viaje, y una vez que la cargaron en la parte de atrás del auto, por fin enfilaron de regreso hacia casa.

Se habían tomado más días de lo previsto y quizás al llegar Edward Graham estuviera muy molesto, pero al menos por fin lo tenían.

Will y Hannibal intercambiaron una mirada y después comenzaron a reír.

—No puedo creer que pasamos por todo esto solo para conseguir ese maldito horno… Ah…— se quejó Will recostándose sobre el asiento del auto.

—Pudo ser peor…—

—Quizás, pero lo mejor del viaje no tuvo nada que ver con la cocina. — recordó Will con una sonrisa, llevando sus manos a sus labios.

Ahora tenía un … ¿Novio?

Diez años mayor que él y que se lo comía a besos cada vez que él lo deseaba.

Para confirmarlo se acercó a Hannibal y le dio un beso en la mejilla, el cual el estudiante enseguida correspondió con un beso en los labios.

Cada beso… era simplemente como descubrir un mundo nuevo o así se sentía para Will. Una locura de emociones y sensaciones que corrían por todo su cuerpo.

Definitivamente esta era la fuerza del primer amor, y Will deseaba que fuera eterna.

—Aun pienso que deberíamos habernos escapado juntos…— bromeo Will mientras se recostaba en el asiento cómodamente, mirando a Hannibal a cada rato.

—No sigas o acabare secuestrándote. — le aseguro Lecter al pequeño Will.

Su voz daba a entender que bromeaba, pero también que quizás había un cierto punto de verdad en sus palabras. Eso hizo suspirar al ojiazul un poco, no seria para nada malo si Hannibal decidía secuestrarlo, o al menos así lo veía él.

Luego de viajar por largas horas, llegaron de nuevo a Baltimore. El cielo de la ciudad estaba gris y encapotado y apenas eran las seis de la mañana.

Will dormía cómodamente en el auto del estudiante hasta que escucho su voz llamándolo, avisándole que habían llegado a destino.

Will se desperezó y bostezó largamente hasta que vio la entrada de la puerta de su edificio, aquel que compartía con Hannibal.

Lo que vio lo despabilo por completo, delante de las puertas del edificio había una camioneta blanca de la perrera municipal, y dos hombres estaban metiendo dentro a los perros que Will cuidaba. El jovencito se bajo de inmediato del auto y fue corriendo hacia esos hombres.

—¡No! ¡No se los lleven! ¡Son míos! — gritó haciendo que los empleados de la perrera se detuvieran inmediatamente.

—Joven, estos animales estaban en la calle, los vecinos llamaron para que viniéramos a llevárnoslos…— declaró uno de los hombres.

—No, No, son míos, lo juro. Tuve que salir de viaje por unos días, pero ya estoy aquí, por favor no se los lleven…— clamó Will con los ojos llenos de lágrimas, sabía muy bien lo que pasaría si sus amados perritos acababan en la perrera.

El empleado ya estaba negándose férreamente a la petición de Will, cuando Hannibal bajó del auto con expresión seria y se acercó a ellos.

—Yo puedo atestiguar que Will cuida muy bien de estos perros, no es necesario llevarlos a la perrera…— dijo el estudiante, sacando su billetera y unos cuantos dólares de ella.

—Espero que esto arregle el problema. —

En cuanto vio los billetes, la expresión taciturna del empleado cambio a una mas agradable y de inmediato ordeno que bajen a los perros del vehículo, aceptando el dinero de manos de Hannibal. Will soltó un suspiro de alivio, era realmente bueno que Hannibal fuera rico y en cierta forma poderoso para influir en los demás.

Los canes fueron devueltos a su dueño, reuniéndose con gran alegría.

Will los abrazaba y los besaba a los cuatro, mientras estos movían la cola y lo llenaban de babas. Y el momento pudo ser hermoso después de que se fue la camioneta de la perrera, pero cuando Will estaba por darle las gracias a Hannibal apareció en ese momento Edward Graham, abriendo la puerta de salida del edificio.

Primero se quedo mirando a los chicos como si no pudiera creer que estuvieran allí, pero después su ceño se frunció de mala manera. Estaba ya vestido para ir a trabajar, como siempre bien temprano, pero el trabajo por esta vez podía esperar. Su hijo Will había vuelto a casa después de varios días desaparecido, habiendo dejado solo una nota detrás de el con una muy vaga explicación.

—Jovencito, tienes muchas cosas que explicarme, entra ya mismo. — dijo seriamente el padre de Will, haciendo que el ojiazul se separe de sus perros y mire a su padre con algo de miedo.

—Señor Graham, yo le puedo explicar…— comenzó a decir Hannibal en ese momento, pero fue silenciado por un gruñido de parte de Edward.

—Contigo también tengo que hablar Hannibal, suban los dos…—

Y así, tanto Hannibal como Will acataron la orden de Graham y subieron al departamento silenciosos y cabizbajos.

Hannibal tomo la mano de Will y la acaricio suavemente mientras Edward no se daba cuenta, era una manera de transmitirle algo de calma, pero lo cierto era que si el padre de Will se enteraba de lo que había entre ellos dos y de todo lo que habían hecho durante el viaje, entonces estarían en serios problemas.

Una vez que estuvieron en el departamento de los Graham, se acomodaron en las sillas y esperaron a Edward, este ultimo subió con mala cara y se sentó frente a ellos también.

Su mirada primero se dirigió a Will.

—Perdiste muchos días de clases… Te fuiste dejando una carta escrita a medias y…— hizo una pausa, al parecer la rabia invadía al mayor de los Graham.

—¿Te das cuenta de que solo tienes 14 años? —

—Lo se papá, pero Hannibal es mayor y me acompañó, no es para tanto…— intento defenderse Will.

Ahora Edward miro a Hannibal.

—Tu eres mayor, debiste haberme avisado en persona al menos que te llevarías a mi hijo por espacio de cuatro días…—

—Lo se y lo siento mucho señor Graham, fue descortés de mi parte, pero no fue algo planeado, simplemente queríamos conseguir el horno que exploto durante aquel incidente, esta en el baúl de mi auto y puedo instalarlo cuando usted quiera…— aseguro el joven estudiante después de una breve pausa.

Graham suspiro, abarcando a ambos jóvenes con la mirada.

—Bueno, supongo que esa es una buena noticia…— admitió Edward, y tanto Hannibal como Will suspiraron de alivio al notar que Edward ya no estaba tan enojado.

Después de darles la charla un rato más, Hannibal fue a buscar el horno y lo instaló en la casa de los Graham, Edward ya se había ido a trabajar por lo que Hannibal y Will estaban solos de nuevo.

—Por un momento pensé que mi padre nos ahorcaría…— murmuro Will mirando lo que Hannibal estaba haciendo en la cocina, no sabía que además de ser un futuro doctor también era tan habilidoso con los aparatos.

—Salimos bien librados, tener una cocina nueva es lo que nos salvo de la furia de tu padre. — bromeo Hannibal mientras terminaba de conectar el gas.

—Si… definitivamente. Pero, aunque se hubiera enojado mucho mas no me arrepiento en lo absoluto de haberme ido contigo. —declaró Will con una media sonrisa. Sus palabras también hicieron sonreír a Hannibal, quien en cuanto termino se acerco al mas joven y lo beso en los labios suavemente.

—Tal vez deberíamos escaparnos mas seguido…— murmuro Hannibal con esa voz sensual que derretía a Will.

—Si me lo propones no me lo pensaría dos veces…— susurro Will contra los labios del estudiante, acariciando su rubio cabello.

Las manos de Hannibal acariciaban su espalda suavemente, haciendo que el cuerpo de Will se pegue mas al suyo, se quedaron así por un rato mas hasta que finalmente Hannibal decidió que era momento de separarse y lo hizo.

—Iré a mi apartamento a estudiar un poco, después podemos comer juntos…— sugirió el mayor con una sonrisa deslumbrante.

—Me parece bien señor responsable…— murmuro Will entre pequeñas risas.

—Solo intenta no incendiar la casa de nuevo mientras no estoy…— le pidió Hannibal riendo también y caminando hacia la puerta.

Estaba ya solo en su departamento con sus libros de medicina cuando el recuerdo de los asesinatos cometidos regreso a su mente. Quizás incluso saldría en las noticias, pero sabia que nadie los encontraría ni sabría que habían estado allí.  

Lo mas importante ahora para él era vengarse de los asesinos de su hermana, terminar por fin con la misión que lo había traído a Baltimore, y nada lo detendría.


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