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A los pies del heredero. por Cam Rams

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Sesshoumaru le daba la espalda a un Inu Yasha ya vestido, luego de lo que habían hecho no se había dicho una sola palabra, pero la cara de Inu Yasha había volteado negándole un último beso cómplice del momento. La culpa había hecho que Inu Yasha se sintiera mal, la culpa, confusión y temor a lo que ese príncipe le despertaba, él le había prometido a Kouga irse con él, sin embargo cada momento que pasaba algo dentro de él lo hacía dudar… Sesshoumaru por aquel acto simplemente se alejó de él y se vistió dejando a Inu Yasha se vistiera.

Inu Yasha cuando se iba a levantar con en desazón en su pecho, vio en el suelo un cinto bordado donde tenía el símbolo que leyó en alto.

 –Sora…

Sesshoumaru volteo mirándolo con sorpresa y con algo de molestia consigo mismo por haberlo olvidado y todo por alguien que lo rechazaba, fue donde él extendiendo la mano sin decir nada aun cuando su mirada decía lo que sus labios no.

 –esto es…

 –No es de tu incumbencia  –sentencio quitándole el cinto y caminando a la fogata que se estaba apagando.

Inu Yasha ya había visto ese cinto el día que Kanna lo había hecho ir y que casi lo matan, ese día Sesshoumaru lo estaba usando, pero en algún momento lo dejo de ocupar aun si en ese momento no creyó que fuera nada ahora podía deducir que había pasado con el cinto y el símbolo que era lo que significaba ¿quizás el nombre de una de sus concubinas que él no había visto?. Lo vio doblarlo y guardarlo entre sus ropas con cuidado, ese acto de alguna manera le molesto haciendo que deseara arrebatarle aquel cinto y tirarlo.

 –Comeremos y nos iremos  –comenzó a hablar Sesshoumaru  –. En el primer pueblo debemos cambiarnos las vestimentas.

 –… claro…  –camino hacia él absteniéndose de decir nada.

No podía encontrar ánimos para decirle nada más, de pronto se sintió extraño algo escurría cayo arrodillado de golpe a unos pasos de Sesshoumaru un poco pálido y avergonzado ¿acaso estaba sangrando?

Sesshoumaru al darse cuenta volteo a verlo, Inu Yasha estaba arrodillado sujetando la túnica en sus muslos con el rostro pálido mirando el suelo.

 –¿Qué te ocurre?

 –…yo…  –aun con el miedo la vergüenza de decirlo tiño sus mejillas de rosa  –… no sé…

Sesshoumaru alzo una ceja ante la respuesta que le dio, lo miro detenidamente. Inu Yasha miraba errático a diferentes partes sin toparse con su mirada, temblaba de cuando en vez y apretaba sus manos y piernas. Era demasiado obvio lo que le pasaba, pero cómo podía remediarlo, no había ni un rio cerca, no obstante Inu Yasha podía controlar el agua…

 –¿quieres asearte?

Inu Yasha lo miro y asintió un par de veces.

 –controla un poco de agua y tráela…

 –¿eh?

 Sesshoumaru dejo la carne cocinando y se levantó, sentándose detrás de Inu Yasha.

 –¿Qué haces?  –Sujeto sus manos poniendo sus palmas hacia arriba  –¡hey!

 –Cierra los ojos  –le ordeno a mediana voz provocándole un escalofrío le iba a reclamar  –hazlo… debes aprender a hacerlo.

Aun si no entendía del todo y se sentía nervioso al estar sus dedos entrelazados y el pecho de Sesshoumaru apegado a su espalda lo hizo.

 –… siente la humedad a tu alrededor, en la tierra, en las plantas, en el aire, en mí, en ti…

La voz susurrante de Sesshoumaru en su oído lo estremecía, su respiración se volvió más profunda, no podía sentir lo que Sesshoumaru le pedía que sintiera, su ser estaba demasiado consciente de la presencia de Sesshoumaru, de su respiración, de su voz, de su piel. Le cosquillaba la piel. Los labios de Sesshoumaru rosaron su oído con cada palabra.

 –Inu Yasha concéntrate… relájate…

 –¡Suficiente!

Grito levantándose de golpe mirando a Sesshoumaru con una mezcla de sentimientos frustrándolo.

 –lo conseguiste tienes agua, aséate –le dijo levantándose para ir por la carne viendo a Inu Yasha que era rodeado por el agua en forma de dragón como si esta quisiera protegerlo.

Miro el cielo encontrando el brillo estaban siendo observados.

 –Ban…

Al escuchar la voz de Inu Yasha volteo a verlo, tenía al dragón de agua frente a él y le sonreía.

 –¿Quién es Ban?

 –¿no es el espíritu del agua?

Sesshoumaru volvió sus pasos hacia la carne que se cocinaba moviendo la mano un viento hizo que el dragón de agua se esparciera y lo que había visto en el cielo también.

 –¿he? ¿Qué ocurrió?  –no tuvo respuesta.

 

Miroku salió de su palacio, Kouga no se encontraba por ningún lado, uno de sus guardias le comunico que lo vio salir saltando por la ventana de la habitación donde lo había dejado.

 –príncipe Miroku no debe…

 –Silencio Takemaru. No voy a permitir que él muera por su estupidez.

Takemaru observo a Miroku que molesto caminaba a paso rápido. Takemaru sabía lo que significaba que ese príncipe actuara así, solo deseaba que no terminara como él.

Miroku camino con rapidez en dirección a donde Kouga podía haber ido a averiguar la ubicación de Inu Yasha. El espíritu del agua, pero la molestia que pululaba en su interior no lo dejaba tranquilo, escaparse cuando él le dijo que lo iba ayudar hacer este espectáculo después de que… estaba seguro que ese “novio” de él lo había herido de esa manera. Solo podía pensar que era un idiota.

 –príncipe…

 –Takemaru no deseo escuchar nada más…

 –mi señor, el bastón…

La mano de Takemaru apunto el bastón, Miroku se detuvo alzándolo, los aros parecían tirar en una dirección en particular.

 –Kouga  –murmuro antes de correr a esa dirección… no era la dirección hacia el palacio de su padre.

El bosque que rodeaba su palacio, esa dirección era una que hacía muchos años no caminaba, no deseaba ir ahí pero si Kouga estaba en ese lugar debía sacarlo, su familia se había hecho cargo del cuerpo de quien estuvo con los espíritus. Según sabia lo habían decidido así los espíritus, pero jamás pudo entrar.

El gran edificio con pesadas puertas de piedra, las murallas parecían echas de agua, pero eran solidas como el cristal, pero sin dejar de ver nada hacia dentro, desde la distancia parecía un pilar que reflejaba su entorno cual espejo, solo la puerta era visible con facilidad, aquella puerta que jamás se abría. Imagino a Kouga viendo la puerta cerrada, sin embargo al estar a unos metros la puerta estaba abierta de par en par. Freno de golpe ante lo que veía.

 –Imposible  –susurro dando un paso lento siendo visto por Takemaru antes de que corriera a la puerta con cierto temor de ser expulsado como le había ocurrido hace años atrás cuando intento entrar.

Solo sintió una fría brisa que lo acaricio y pudo ver a Kouga de pie frente a una estatua de cristal viendo un sarcófago de frío hielo teniendo dentro la viva imagen de Inu Yasha, pero los cabellos eran negros como el carbón, perecía dormir con sus manos en el pecho y sosteniendo entre sus manos una cala blanca hecha de conchas que brillaba con su propio fulgor. Miroku pudo llegar cerca y ver asombrado que de los ojos de Kouga caían lágrimas.

 –…Kouga  –lo llamo casi en un susurro.

 –No sé quién es, pero mi pecho duele al verlo, no entiendo por qué, pero en mi interior siento gritar un nombre y sé que es de él  –las gotas golpeaban el ataúd y la cala parecía cada vez más luminosa  –¿Qué me está pasando?

Miroku no sabía que decirle, él mismo no entendía muchas cosas de ese moreno y mucho menos de aquel hombre en el sarcófago, se sorprendió de ver que lo que custodiaba su familia fuese de hecho el cadáver de un joven que no parecía tener más allá de unos 20 años y que parecía estar solo durmiendo cuando era realmente un cuerpo de eones.

 –… Kouga…

Lo llamo con suavidad esperando a que lo viera y le sonrió como si lo entendiera. La confusión de no entender que le pasaba al ver una persona y que su corazón se mueva sin su permiso aun sin saber realmente quien es esa persona…

 –príncipe Miroku… no importa cuántas veces lo mire siempre pienso que sus ojos se pueden llegar a convertir en mi prisión.

 –…¿Qué estás diciendo?  –Dijo limpiando los ojos del moreno de las gotas que aun se acumulaban  –debemos salir de aquí.

 –príncipe Miroku ¿cree que si lo llamo se levantara?

Miroku bajo la vista y negó…

 –lo veo sonreír como si fueran recuerdos, pero no reconozco esos recuerdos y al mismo momento los siento tan míos, pero al igual que está ocurriendo con Inu Yasha lo alejaron de mí…  –dijo apretando las manos con dolor devolviendo su mirada al ataúd.

No pudo siquiera ser capaz de tocar el ataúd de cristal ni de hablar mientras estuvo solo, aun ni siquiera sabe por qué su cuerpo lo llevo ahí si él tenía la intención de ir a preguntar la dirección donde estaba Inu Yasha al espíritu del agua.

 –Kouga es mejor si salimos de aquí  –sugirió Miroku.

 –¿lo crees?  –aun si sabía que debía salir para ir a buscar a Inu Yasha su cuerpo parecía pegado y sus ojos no deseaban ver otro lugar que el rostro durmiente de aquel que yacía como si esperara a que despertara.

 –Príncipe Miroku  –la voz de Takemaru hizo voltear a Miroku dándose cuenta que Takemaru no había entrado, pero no por no desearlo parecía que algo lo retenía.

Escucho un sonido y al devolver la vista se dio cuenta que el ataúd de cristal estaba roto, la mano de Kouga estaba sangrando y agua escurrió del interior regándose por el suelo. Kouga tomaba el cuerpo con cuidado…

 –¿Qué…estás…?

 –no lo sé… solo deseaba tenerlo entre mis brazos  –susurro abrazándolo con un doloroso suspiro.

La cala hecha de conchas cayó al suelo, el sonido de movimiento alerto a Miroku.

 –¡Kouga!  –grito a su lado empujándolo con todas sus fuerzas haciendo que se caiga protegiendo el cuerpo de quien estaba en sus brazos sin dejarle tiempo a él que pudiera salir del golpe que le propiciaría la estatua detrás del sarcófago, solo pudo alzar un poco el bastón en un burdo intento de protegerse.

Kouga abrió los ojos de par en par casi petrificado por lo que vio. Miroku fue lanzado contra una de las murallas desplomándose al caer, la estatua giro a donde estaba Kouga abrazo el cuerpo saltando a un lado para evitar el golpe, por el rabillo del ojo veía a Miroku deseando que se levantara, pero parecía que no lo haría trago comenzando a sentir un miedo crecía en su interior. El cuerpo frio que estaba entre sus brazos, con el que corría y saltaba de un lado a otro esquivando los ataques de la estatua. La voz de Takemaru que llamaba a su señor y golpeaba tratando de entrar, sintiendo la desesperación al ver que su príncipe no se levantaba y aquel enemigo se acercaba a él…

 –¡¡Príncipe Miroku!! ¡¡Príncipe Miroku!!

Kouga seguía esquivando los ataques, pero cada vez sentía el cuerpo más pesado, la humedad y frialdad del cuerpo hacía temblar sus dedos mientras su pecho cada vez más se apretaba. De un momento para el otro el cuerpo se volvió demasiado pesado para levantarlo siquiera, pero aun así Kouga se reusaba a soltarlo. A unos cuantos metros se encontraba Miroku que de apoco se incorporaba, con su vista borrosa y adolorido por el golpe propiciado por la estatua busco a Kouga…

 –¿Qué…?  –no pudo decir nada más al ver borrosamente la figura de un gran lobo frente a la estatua, pero aquella visión solo fue momentánea enfocando logro ver a Kouga que abrazaba el cuerpo que su familia protegía.

Tomo el bastón con rapidez gritando en su mente el nombre de Kouga al ver la estatua lo volvería a atacar, con rapidez llego frente a Kouga sorprendiéndolo.

Kouga tenso su cuerpo al ver a la estatua seguía con su ataque teniendo a Miroku frente de él ¿en qué momento había despertado? ¿Por qué ese príncipe se ponía en riesgo? Alargo el brazo tomando las ropas de Miroku jalándolo a él haciéndolo tropezar con el cuerpo y cayendo a su lado apoyando medio cuerpo en el pecho de Kouga.

 –¿Qué estás…?

Los ojos de Kouga estaban fijos en la estatua que se disponía a atacar. Kouga dejo el cuerpo al lado de Miroku parándose frente de la estatua le daría un puñetazo cuando.

 –¡¡Kouga!!

La mano izquierda de Kouga brillo cuando retuvo el golpe de la estatua, la neblina negra comenzó a salir de su marca con un movimiento rápido destrozo la estatua. En su muñeca unas cadenas la rodeaban subiendo por sus dedos y terminando en unas garras como si fueran hechas de conchas brillantes como las gemas y afiladas como cuchillas. Kouga las veía con extrañeza, confundido…

 –¿Qué es…?

 –eso… Ookami…

Kouga miro a quien estaba detrás de él, Inu Yasha lo había llamado así también. Una risa perdida salió de sus labios al venir a su mente las imágenes de aquel que estaba en el suelo… “Ookami… ¿estarás a mi lado verdad?” los recuerdos en su cabeza eran de aquel llamado Ookami ¿Qué demonios era todo eso?

Se comenzó a acercar yendo donde estaba el cuerpo se arrodillo ante él, Miroku desvió un momento su mirada.

 –…Yasha…  –susurro y Miroku volvió la vista al moreno –… siempre lo estaré…

Gotas cayeron de los ojos de Kouga mientras acaricio la mejilla de quien comenzó a desintegrarse como si se tratara de hojas llevadas por la brisa…

La mirada de dolor estrujo el pecho del príncipe de Babil le dolía y de alguna manera se sentía patético, apretó las manos apretando el bastón, el dolor de los golpes recibidos no era realmente nada a lo que sentía en su pecho. Puso su mano libre sobre el hombro de Kouga y le susurro.

 –te llevare donde Inu Yasha… déjame ser tu guía.

Kouga lo miro por sobre su hombro, estando él arrodillado vio tan alto a ese príncipe mirándolo con aquella mirada de bondad, era para Kouga la imagen de la magnanimidad y la fría luz de aquel lugar no hacía más que provocar que se viera más majestuoso, desvió la cara levantándose. Por un momento pensó en ese príncipe como alguien hermoso y su pecho había perdido unos latidos.

 –gracias…

No se atrevió a mirarlo o decir nada más, miro el ataúd ya vació tratando de procesar todo lo que había en su cabeza, todas las emociones en su pecho, era tan difícil; a la vez tan fácil solo decidir no tomarle importancia y aun así no poder hacerlo “Inu Yasha” lo llamaba con desespero deseando tenerlo al lado, volver a su hogar y olvidarse de todo lo de este lugar y sin embargo eso le traía una comezón molesta y era por ese príncipe detrás de él una parte de él no deseaba dejarlo atrás.    

 

La mirada de Sesshoumaru iba y venía de donde estaba Inu Yasha aun jugando con unas gotas de agua que pudo aprender a controlar luego de poder limpiarse pidiéndole ayuda a Sesshoumaru. No habían vuelto a hablar e Inu Yasha se escondía del otro lado del caballo. La imagen de lo que había hecho lo obligaban a ver a otro lado. Era rechazado por ese niño no importaba como lo viera o si entre ellos estaba esa fuerte atracción, ese chico lo rechazaba por aquel moreno, dejo salir un resoplido.

Inu Yasha jugaba con las gotas, sentía la mirada de Sesshoumaru y por las gotas veía su reflejo, aun no se atrevía a verlo a la cara por mucho tiempo, escucho el resoplido de Sesshoumaru produciéndole un escalofrío provocando que las gotas cayeran. Un calambre en su brazo izquierdo detuvo su paso sujetándolo apretó los dientes.

Sesshoumaru al darse cuenta volteo viéndolo fue donde él.

 –hey ¿Qué…?

 –Kouga  –murmuro haciendo fruncir a Sesshoumaru.

Sujeto el brazo que Inu Yasha sostenía alzando la manga de la túnica roja viendo como la marca negra parecía enraizarse en su brazo, quejidos de dolor comenzaron a salir de la garganta de Inu Yasha y un dolor fue sentido por el príncipe. El brazo de Inu Yasha comenzó a arder y su pecho se estrujaba a cada palpitar.

 –hey… Inu  –la frente de Inu Yasha se puso en el pecho del príncipe tratando de buscar un apoyo que encontró al ser sostenido.

Sentía una extraña pena y la voz susurrante de Kouga que llamaba su nombre con tristeza, sujeto las ropas del príncipe con fuerza tratando de soportarlo, su cabeza comenzaba a nublarse y poco era lo que escuchaba la voz de Sesshoumaru, que le subió la vista dándose cuenta que el dorado de sus ojos flaqueaba viniendo a él la imagen del cambio de Inu Yasha estrechándolo.

 –debes calmarte… Inu Yasha…

 

Bankotsu abrió los ojos dirigiendo su vista al agua, había mandado un pequeño espíritu donde Inu Yasha, sin embargo este había sido destruido y ahora sentía que Inu Yasha estaba con dolor, miro con odio sus cadenas.

 –hey Ban  –lo llamo quien había estado rondando el templo, pero él solo lo había estado ignorando desde que llego y aun estaba ahí tercamente.

No importaba como lo ignorara seguía poniéndose frente el lago y lo llamaba, incluso si el olor a sangre proveniente de Jakotsu le llamo la atención opto por no darle importancia, pero no lograba entender si el aroma que venía de él se hacía más fuerte porqué seguía moviéndose de un lado a otro y no iba a tratarse.

 –Ban, vamos deja de ignorarme…  –Jakotsu salto para estar en frente de Bankotsu en esa piedra provocando que Banryu lo lanzara golpeando la muralla cayo en el suelo de aquella cueva tosiendo y respirando con un poco de dolor.

Banryu miro a otro lado al darse cuenta que el chico tomaba sus costillas.

 –eso… dolió…

 –Solo lárgate  –le dijo dejando escapar un molesto resoplido, no estaba de humor para soportarlo cerca, le preocupaba Inu Yasha y algo le decía que estaría en más riesgo. Y él ahí atrapado.

 –oye, no seas así… solo quiero saber…  ugh!  –una estaca de agua perforo su mano que comenzó a sangrar.

 –hace un rato tu olor a sangre está molestándome.

 –eso…  –apretó los dientes al sentir la estaca salir de su mano, la herida de su mano comenzó a cerrarse  –es solo una herida que aún no puedo cerrar.

La mano de Jakotsu se puso en el costado.

Setsuna antes de dejarlo ir lo había apuñalado con una daga pasándola entre sus costillas ordenándole no la sacara, a cada paso que daba sentía como la daga cortaba el interior que su cuerpo trataba de reparar.

 –solo… quiero que me digas donde está la persona a la que le diste la joya…

 –¿Qué te hace pensar que te lo diré?

 –yo… realmente lo necesito…

 –eso no es mi incumbencia…

 –lo sé… solo…  –miro el suelo y suspiro  –como sea…¿Por qué tus ojos están rojos? ¿has estado llorando?  –cambio el tema tratando de que Banryu lo aceptara.

 –¡¿Quién ha estado llorando?!

Jakotsu salto para escapar de las estacas de agua que se clavaron en el suelo, no sin sentir el dolor al moverse la daga que cortaba su interior.

 –… eres realmente temperamental…

 –cállate humano, no quiero escuchar eso de alguien como tú.

 –uhy… que mal, no digas eso…

 –Si no quieres que te llene de agujeros es mejor que te largues  –dijo alzando una mano y con ella estacas de agua…

 –si pudieras matarme sería feliz… pero aun tengo algo que hacer y para conseguirlo necesito encontrar tu gema…

 –no necesito que me digas esas cosas de ti… no me interesan las cosas de los humanos, siempre son lo mismo el egoísmo de sus propios deseos…

 –si lo somos, lo soy  –dijo sonriendo tristemente  –. Creí que mi hermano sería feliz en ese país pero no sabía que la oposición de mi padre haría que eso pasara ese día…

 –dije que te ca…

 –solo quiero sacarlo de a donde lo metí, pero necesito tres juramentos ya tengo dos, por eso… necesito…  –decía con desespero ante la situación.

 –¿tú qué ganaras de eso?  –pregunto Bankotsu bajando las lanzas.

 –¿eh?

 –¿a qué viene la cara de Idiota?  –pregunto Bankotsu cruzando los brazos.

 –es que dijiste que no te interesaba… y ahora…

 –no paras de hablar de todas maneras y aun si te atravieso con todas las estacas seguirás… asique es mejor que termines y así te calles de una maldita vez…

 –oh… entonces seguiré, Ban  –dijo sonriendo ampliamente.

 –y ahora sonríes, eres el humano más raro que he conocido…

 –…lo que gano ya te lo dije…

 –deseas que tu hermano te perdone… ¿no?

 –no, lo que hice no tiene perdón alguno  –dijo con tristeza pero sonrió de inmediato al decir  –solo quiero estar tranquilo al saber que mi hermano es libre de las preocupaciones de nuestro clan o de que lo encierren por su poder…

 –¿poder?

 –es capaz de hacer magia e incluso…

 –Maldecir…  –termino y vio el asentimiento de Jakotsu.

 –Por eso… quiero que los tres imperios sellen el acuerdo y…

 –los humanos traicionan cuando les es necesario ¿Qué te hace pensar que esto servirá?

Las manos de Jakotsu temblaron ante la idea de que eso pasara, pero ¿Qué más podía hacer?

 –…al menos lo intentare…

La voz fue baja casi inaudible para el oído humano no así para el agudo de un espíritu.

 –Realmente eres raro  –asevero Bankotsu recibiendo una sonrisa como respuesta.

Una sensación de culpa se puso en su pecho. Aquellos niños que tenían cierto tipo de poderes eran los que serían elegidos por cierto espíritu, así había sido desde el comienzo, la capacidad de ganarse a los espíritus de los primeros humanos que lo lograron hacia que estos se convirtieran en reyes para los demás humanos dándoles algo a los espíritus aquel que quedaba con el espíritu ganaría cierto poder Bankotsu había dotado el poder de lograr el arte de la magia para sellar y las ilusiones, las maldiciones eran algo que todos los espíritus manejaban, sin embargo, todas eran diferente y todas las clases se habían prohibido, la magia en sí era una maldición si no se sabía manejar, las palabras de aquellos que nacían para estar al lado de los espíritus eran poderosas y las claves de la magia, las palabras y el deseo eran lo que ellos debían aprender a controlar, por ello cada espíritu hacia que esa persona viviera con ellos, al darse cuenta que los humanos eran débiles ante las tentaciones y sentimientos. Él e Inugami habían decidido interactuar con aquellos y básicamente alejarlo de los demás, Ookami y Onigumo por su parte solo los hacían desaparecer, pero desde que perdieron a Yasha ninguno había estado interesado en los demás humanos, Ookami había desaparecido, Onigumo seguía alimentándose del humano y ellos… cada uno trato de pasar los días de diferente manera con la espera de que Yasha volviera a ellos y la única pista era que este volvería junto a Ookami, según sabia Inugami fue sellado al ser traicionado. Y ahora tenía frente a él tenía la consecuencia de las decisiones que habían tomado, no, que él había tomado. Le había dado igual que humano fuera el que le traían después de perder a Yasha.

 –no puedo darte la gema y tu hermano dudo que quiera lo que tú le darás.

 –pero…

 –la libertad solo es algo que uno decide tener, aun si no te puedes mover puedes ser libre  –las cadenas en los brazos de Banryu sonaron al moverlos  –deberías desistir…

 –no lo haré  –sentencio acercándose al agua.

Banryu se quedó un momento viendo la seriedad de los ojos de ese chico, aun si le decía que era raro al menos debía reconocer que era leal a su palabra, una sonrisa se puso en sus labios al llegar a esa conclusión.

Las mejillas de Jakotsu se volvieron rosadas al verlo sonreír mirándolo, aun si tenía que convencerlo de que le dijera quien y donde estaba la persona que tenía la joya de su cuello, de alguna manera podía decir que le gustaba estar frente a ese espíritu. Era honesto si algo no le gustaba lo diría, si no te creía lo diría y si no le agradabas simplemente te mataría.

 –dile a tu rey que venga que le daré la información solo a él… pero que no venga hasta que la luna azul se interponga con la luna de plata.

 –eso es dentro de 30 días…

 –lo sé, ese día será divertido  –sonrió ante la cara complicada de Jakotsu  –acércate un poco más.

Jakotsu sin pensarlo dio otro paso quedando a solo un pie del lago. El agua subió atrapando sus piernas y jalándolo. El brusco movimiento provoco que la daga cortara su interior atrapando su respiración y acallando su gritó. Bankotsu lo dejo caer recostado en sus piernas sujetándolo con sus brazos sin ninguna consideración a su lesión, un bocado de sangre se juntó en su boca escurriendo por sus comisuras, respirando cortamente tratando de que la daga no se moviera.

Bankotsu lo observo, unos centímetros más alto que él era más delgado que el sin tanta musculatura. Lo sostuvo con una mano mientras con la otra abrió la parte de arriba de sus prendas y sostuvo la parte que se veía de la daga retirándola, todo en un rápido movimiento sin dejarle tiempo a Jakotsu para que pudiera reclamar, solo pudo dejar salir un quejido gutural por el dolor ocasionado.

 –…no…

 –Silencio  –le ordeno, no podía creer como había soportado aquella daga en su interior.

La herida se cerró, la mirada de preocupación en el semblante de Jakotsu lo desconcertó un poco. No era que no se la pudiera sacar, no se la sacaba por alguna razón en particular y parecía ahora estaba preocupado por ello ¿Qué podía moverlo a hacer eso? No lograba entender a ese chico.

 –solo has lo que te digo…

 –pero Setsuna… creerá…

Los ojos de Jakotsu se abrieron al sentir la lengua de Banryu recorrer el camino que su sangre había dejado.

 –…¿Qué…?  –no dijo más al ver que se mordía el dedo asiéndolo sangrar.

 –Abre la boca  –le ordeno poniendo el dedo en los labios de Jakotsu.

 –… engh…  –no lo dejo decir nada aprovechando en cuanto abrió la boca para meterle el dedo y tocar con el la lengua de Jakotsu.

 –me muerdes y te arranco la quijada  –amenazo al sentir los dientes de Jakotsu cerrarse un poco provocando que se asustara un poco. Comenzó a retirar el dedo cuando unas marcas comenzaron a verse bajo los ojos de Jakotsu  –te he hecho mi oráculo, Setsuna ni nadie te puede tocar…

 –¿Por qué lo haces?

 –porque tu hermano me pertenece, deje de llamar a aquel que tuviera esos poderes antes de que Egit desapareciera… solo… esperaba por la venida de alguien y olvide por completo a los demás humanos, luego no me importo a quien trajeran ante mi presencia…

 –eso significa que… mi hermano… era quien tenía que ser tu oráculo…  –Jakotsu decía sin llegar a procesar del todo  –mi hermano… podría…

 –solo preocúpate por hacer lo que te digo, quieres sacar a tu hermano de ese lugar. Lo haré, pero a cambio no puedes desobedecer, estas marcas  –toco con el dorso de su dedo índice una de las marcas al decir  –son mi maldición, en el momento que desobedezcas quedaras en la oscuridad.

Jakotsu no sabía realmente como sentirse, por un lado le daba la mano; por otro lo maldecía… un suspiro se escapó de su garganta.

 –estoy coleccionando maldiciones  –murmuro viendo a los ojos azules frente a él dándose cuenta de la marca en la frente de Banryu alargando la mano para tocarla  –me pregunto ¿Qué maldición hay sobre ti?

Banryu al sentir los dedos de Jakotsu tiro la cabeza hacia atrás, pero al escucharlo lo lanzo al otro lado del lago, la cascada detrás de él por un momento  se detuvo dejándole ver a Jakotsu un brillo extraño venir desde adentro de lo que parecía una cueva. Baryu al percatarse hizo que el agua siguiera corriendo. Miro con molestia y preocupación a Jakotsu.

 –Lárgate  –gruño.

Jakotsu por alguna razón sintió miedo comenzando a caminar hacia atrás pudo ver la agitación de ese espíritu ¿Qué es lo que había en esa cueva para que él se comportara de esa manera?

 

Sesshoumaru estrecho con mayor fuerza a Inu Yasha.

Una ráfaga de aire caliente hizo que Sesshoumaru pusiera atrás a Inu Yasha había aterrizado una bestia a su espalda, pero al verle no pudo más que sorprenderse, era imposible, como una bestia que se había extinto estaba frente a ellos y más aun justo en el peor momento.

La pantera de fuego con dos colas estaba agazapada como si fuera a atacar en cualquier momento era el más grande de los felinos y ciertos individuos lo usaban como montura, pero eran ingobernables, caprichosos y solo leales a quienes querían, eran las únicas criaturas que incluso desobedecían a los espíritus al ser criaturas que dominaron los cuatro elementos, su fuego no se extinguía con el agua, corría tanto por la tierra como en el cielo. Según leyendas que escucho el espíritu de su país sello al último que había luego de la muerte del príncipe de Egit al este volverse loco por la pérdida de quien él era leal.

Las grandes fauces del felino mostraban con un rugido sus poderosos colmillos Sesshoumaru sostuvo su látigo golpeando el suelo frente a la pantera como advertencia haciendo que el ataque de la pantera fuera detenido pero solo por un momento. De improviso su espalda fue rasgada atrapando su aliento y haciendo que escapara al sentir el peligro de otro ataque. Inu Yasha se había transformado y ahora corría a atacarlo. Su espalda palpitaba y sentía como la sangre humedecía su espalda su mano bacilo al decidir atrapar a Inu Yasha con el látigo, ese chico frente a él sin importar si lo deseaba aceptar o no se había transformado en tan poco tiempo en su persona deseada. La pantera se abalanzo a donde estaba Inu Yasha. El corazón de Sesshoumaru se detuvo por unos instantes llegando sin saber cómo al lado de Inu Yasha y con un golpe certero mando a volar a la pantera sintiendo las garras de Inu Yasha incrustarse en su espalda herida, para en siguiente lugar sentir una lengua lamer sus heridas provocándole un doloroso escalofríos.

 –…Inu…Yasha…

Quiso voltear, pero su vista estaba clavada en la pantera que se comenzaba a levantar, esto definitivamente era un problema tenía que moverse, tenía que sacar de ahí a Inu Yasha, las garras de Inu Yasha rasgaron un poco más su piel atrapando su voz.

 –I…Yasha Ahagh… 

La pantera se lanzó contra ellos, Sesshoumaru apretó los dientes voltearía aun si eso provocaba que su espalda fuera destrozada sacaría a Inu Yasha de ese lugar. En cuanto lo decidió e iba a hacerlo una mano pasó por el lado de su cuello.

 –detente…

Una orden en susurro escucho desde atrás, era la voz de Inu Yasha y al tiempo algo lo sentía extraño. Una tristeza emano desde su pecho olvidándose por un momento de que estaban siendo atacados por una pantera que no se había detenido y seguía con su ataque.

 –lo siento…  –murmuro antes de caer de rodillas.

Sesshoumaru se agacho para verle y este alzo la vista.

 –Inu…

 –Sesshoumaru… me siento aturdido.

 –levántate debemos  –lo jalaba, estaban perdiendo el tiempo y estaban a una zancada para que la pantera llegara a ellos.

Inu Yasha vio la pantera sobre ellos y aun estando aturdido empujo al príncipe a un lado sorprendiéndolo, tomo las patas del felino teniéndolo encima de él y volteo acostándolo de lado para que no tuviera mucha movilidad, sabía que con los felinos debía ser rápido y la parte vulnerable de estos era difícil de tomar y si no se tomaba bien la probabilidad de ser lastimado era grande.

Sesshoumaru estaba estupefacto, Inu Yasha tras empujarlo a él alejándolo había derribado al felino y de un salto se puso en la espalda de la pantera que en cuanto sus patas fueron soltadas se enderezo. Las manos de Inu Yasha tomaron una parte del pellejo del felino y tras un solo corcoveo este se hecho.

 –cálmate, no quiero hacerte daño… si te calmas te soltare…

Le susurraba, Sesshoumaru estaba sorprendido y se iba a enderezar pero el felino al verlo rugió.

 –¡detente, Sesshoumaru! Quédate quieto…  –miro al príncipe y luego al felino apoyando su frente en la cabeza de la pantera sin soltarla  –no te haremos daño… calma… solo calma…

Se mantuvo así por un rato hasta que sintió más relajado al felino y de apoco sin descuidar el agarre de la otra mano comenzó a hacerle cariño en la nuca hasta que lo vio comenzar a cerrar los ojos.

 –de alguna manera esto se siente bien… eres cálido… podría dormir feliz aquí  –dijo con voz pausada escondiendo su cara en el pelaje de aquel gran felino.

Sesshoumaru los miraba sentado desde una distancia prudente, se concentraba para que las heridas en su espalda sanaran más rápido, consiguió en ese tiempo dejar de sangrar aun estando asombrado de que esa pantera no peleara más y se mantuviera recostada. No bajaba la guardia y susurraba al viento un hechizo para sanarse más rápido de lo usual o tendría que esperar por lo menos tres días, sabía que para el mayor común de las personas eso era básicamente imposible ningún otro sacerdote podría hacerlo por sí solo, por ello estaba seguro que si recuperaba sus poderes podría despertar al espíritu y traer de vuelta aquel paisaje que alguna vez vio aun a coste de su vida, aun a coste de…

Podía ver escasamente a Inu Yasha que parecía dormir abrazando desde la espalda a esa pantera que parecía de apoco caer dormida pero lo vigilaba. Sentía que la idea de sacrificar a Inu Yasha cada vez se transformaba en algo molesto. Aun así no deseaba dejar de lado ese deseo, su pecho, su alma la sentía confundida, pero aquel que lo hacía sentirse confundido se iría de su lado con eso en mente solo podía pensar en al menos lograr su cometido. Con sus poderes restaurados podía luchar contra la reina como igual, podría salvar a su gente y tal vez volver a sentir lo que un borroso recuerdo le había despertado, aquel que las imágenes que vio al estar dando el juramento con Inu Yasha le despertaron. Un dolor punzante lo hizo encorvarse tosiendo sangre.

Las heridas se negaban a cerrarse y su cuerpo estaba por colapsar. Era extraño aun no debería ocurrir, no habían transcurrido las noventa noches desde que había ocurrido, entonces por qué.

 –hey… ¿te encuentras bien?

Inu Yasha se encontraba frente a él a solo un paso y detrás de él a poco más de un metro se encontraba la pantera con un movimiento paso a Inu Yasha detrás de él protegiéndolo, sudaba respirando agitadamente.

 –oye… no nos hará nada  –Inu Yasha puso la mano en la espalda de Sesshoumaru sintiendo como se estremeció por el dolor  –Sesshoumaru… tu… espalda…

No se movía, el brazo de Sesshoumaru aun hacía de barrera entre Inu Yasha y la pantera. Podía decir que ese príncipe estaba con una alta fiebre y se veía que estaba sufriendo ¿en qué momento? ¿Qué había pasado para que estuviera en ese estado?

Borrosas imágenes pasaron e Inu Yasha miro sus manos aun manchadas. Había ocurrido otra vez, había vuelto a quedar inconsciente y alguien terminaba herido. La mano de Inu Yasha fue a tocar su hombro siendo su mano la que fue sostenida y jalada de repente parándolo al Sesshoumaru levantarse.

 –debemos irnos se están acercando  –murmuro un poco jadeante.

Inu Yasha por un momento pensó que tal vez estaba delirando por la fiebre, sin embargo la cara seria de aquel príncipe le decía lo contrario.

 –busquemos un lugar para…

 –no hay tiempo…

En cuanto dijo eso el sonido de caballos se escuchó a la distancia debían salir de ahí y rápido. La urgencia por correr tenso el cuerpo de Inu Yasha.

 –si puedes correr, corramos.

Inu Yasha lo miro sin saber que decir, ese príncipe estaba herido por su culpa y debía tratar esas heridas, pero el rostro de Sesshoumaru parecía que ya estaba bien.

Corrieron y Sesshoumaru llamo a su caballo que había escapado por la pantera, subiendo a Inu Yasha y él mismo detrás de su consejero… el galope de los soldados se escuchaba cerca así que Sesshoumaru ingreso más hacia el bosque para tratar de perderlos y tratar de descansar. La herida punzaba sin intenciones de cerrarse, debía concentrarse y manipular su energía para lograr cerrar esa herida.

La noche los tomó aun escapando, debía dejar a su caballo descansar, por ahora parecía que los había perdido. Descendió del caballo y ayudo a Inu Yasha a bajar para luego sentarse en el suelo y cerrar los ojos, pero Inu Yasha se acercó a él preocupado.

 –¿estás bien?

 –lo estoy  –fue la escueta respuesta. Lanzó una daga al cielo haciendo caer un ave  –me viste como lo prepare, hazlo por ti mismo…

 –¿eh? Pero el fuego no hará que los soldados…

 –haré una barrera, solo come y descansa.

 –esta bien… tú…

 –estoy bien, si quieres serme de utilidad déjame comerte…

La mirada de Sesshoumaru hizo que Inu Yasha recordara lo que había hecho con aquel príncipe avergonzándose.

 –sin embargo no deseo que luego digas el nombre de ese… novio… tuyo  –Sesshoumaru vio la cara de Inu Yasha palidecer al hacerle recordar a Kouga…

 –yo… él es mi… novio…  –la voz de Inu Yasha disminuyo, no sabía o mejor dicho no deseaba admitir lo que había despertado en el ese príncipe y el hecho de que había engañado a Kouga lo carcomía desviando la mirada de los dorados de Sesshoumaru con rechazo a lo que él sentía por ese príncipe.

 –eso creí  –murmuro Sesshoumaru siendo visto por un dolido Inu Yasha al él verlo con frialdad  –. Ve a comer y duerme un poco, los soldados no deben estar muy lejos.

Sesshoumaru se concentraba para percibir cualquier cambio en el viento ampliando su el diámetro para tener más información. Inu Yasha molesto le obedeció, sentía que ese príncipe jugaba con él y odiaba el hecho de que no pudiera responderle nada.

Cuatro días pasaron sin hablar más allá de lo necesario y Sesshoumaru todas las noches se sentaba cerca de un árbol y solo cerraba los ojos. No había comido nada y parecía no dormir pues cada vez que Inu Yasha se acercó este abría los ojos y le preguntaba ¿Qué quería? La pantera los había seguido, pero por alguna razón no se acercaba, aun así Inu Yasha le daba de su carne que algún animal que Sesshoumaru hubiera casado para él.

 La mañana del sexto día encontró a Inu Yasha durmiendo. Sesshoumaru lo miraba desde su posición como se le estaba haciendo costumbre. El dolor de su espalda no disminuía y su cansancio solo aumentaba, se debatía si era una buena idea ir al pueblo que estaba a un día más de donde estaban, pero la probabilidad de que algunos soldados se adelantaran para atraparlos en la entrada era alta, pero también él debía encontrar un lugar donde descansar, su situación podía empeorar y colapsar a ese paso.

El aroma de Inu Yasha era traído por el viento haciéndolo tragar, se comenzó a acercar sentándose a su lado mirando el rostro durmiente de aquel chico que hacía sus sentimientos un lio; lo enfadaba, lo hacía amarlo y odiarlo. La mano de Sesshoumaru se acercó a la mejilla del durmiente con duda retirándola tomo en su lugar un mechón de cabello besándolo, había caído en el embrujo de ese chico, pero nada podía hacer. Inu Yasha o moriría con él al despertar al espíritu de sus tierras o se iría con aquel llamado Kouga. De alguna manera ambas opciones provocaban que Sesshoumaru frunciera el entre cejo.  

El aroma de los soldados hizo que se enderezara mirando en la dirección estaban cerca. Por concentrarse en el aroma adictivo de Inu Yasha descuido el de los soldados sujeto el brazo de Inu Yasha y lo levanto provocando en el dormido un mareo.

 –…¿Qué…?  –dijo restregándose un ojos tratando de despertar.

Pero al pararse de golpe la espalda de Sesshoumaru lo hizo apretar los dientes. Las heridas estaban lejos de sanar y con cualquier movimiento descuidado volvían a sangrar debilitándolo más. Debían salir de ahí y encontrar alguna cueva o algo donde poder descansar, su cuerpo no soportaría ni un día más.

 –Debemos…  –su voz se cortaba y su vista comenzaba a flaquear, el aroma de los soldados lo comenzó a perder, eso eran malas noticia, a ese paso no podría saber dónde estaban los soldados.

Sesshoumaru al ver la expresión de Inu Yasha al escuchar cerca a los soldados lo empujo cayendo él de rodilla  y solo logrando que Inu Yasha diera unos pasos hacia atrás.

 –­­… lárgate…  –dijo agitado, sus brazos y piernas las sentía débiles y la herida de su espalda se  negaba a cerrarse.

 –¡¿de qué demonios estás hablando?!   –Inu Yasha se intentó de acercar pero la punta del látigo de Sesshoumaru golpeo frente a él.

 –… en el estado en que estoy, no puedo protegerte… lárgate y escóndete mañana iré por ti… solo mantente a salvo…

 –¡Cállate! ¡no soy un maldito cobarde!

Inu Yasha piso el látigo y lo sujeto jalándolo arrebatándoselo de las manos con una facilidad que lo sorprendió, era imposible ese príncipe era para él la persona más fuerte que había conocido.

 –si no te llevo conmigo nos quedamos los dos  –se acercó extendiendo la mano a ese príncipe.

 –Estas demente –murmuro sonriendo levemente y tomando la mano de quien le ofrecía ayuda.

 –no me interesa, no soy un cobarde que dejo atrás a alguien que esta herido y me ha salvado más de una vez…

Sesshoumaru suspiro y con un silbido suave llamo al caballo subió con ayuda de Inu Yasha. La mirada de Inu Yasha se quedó en su propia mano que había sentido húmeda viéndola ensangrentada.

 –esto…

 –no es momento para preocuparse por eso… –

Inu Yasha pensó en la herida que él le había hecho, lo miro con pesar. Sesshoumaru le estiro la mano para que subiera y poder irse sin lograr tomarle la mano,vio al caballo ser ensartado en el cuello por una flecha haciéndolo caer siendo sostenido por Inu Yasha. No podían perder más tiempo las flechas estaban dirigidas a matar estaban siendo tratados como traidores, ahora ni su padre el rey podría abogar por él.

 –debes…

 –Como malditamente me repitas que me vaya te pateo  –gruño Inu Yasha jalándolo para correr.

Aun no podía creer como ese príncipe estaba en ese estado siendo que esta esos días le había parecido que ya estaba bien ¿la herida era tan profunda? Pero él le había visto que sus heridas sanaban con rapidez entonces ¿Por qué?

Corrían con dificultad teniendo a los soldados pisándoles los talones, no tenían caballo y Sesshoumaru comenzaba a tropezar cada vez más, su respiración agitada solo le decía que debía encontrar un lugar donde poder dejarlo descansar.

Agradecía que aun tuvieran árboles alrededor y escuchaba a Sesshoumaru decirle hacia donde ir pero poco a poco el sonido de los soldados que venían a caballo se acercaban encerrándolos aun no eran visible sin embargo las flechas que se incrustaban en los árboles se lo dejaba claro.

Sesshoumaru tosió con dolor botando un bocado de sangre con ello obligándolo a detenerse, estaban rodeados para cuando Sesshoumaru logro darse un segundo aliento.

 –ya no podemos escapar…  –murmuro Sesshoumaru.

 –no te rindas, ya lo dije moriré cuando yo lo decida y aun no estoy dispuesto a morir aquí…

 –entonces déjame y corre…

 –¡¡Cállate príncipe estúpido!!  –le grito sujetándolo con más fuerza.

La pantera apareció frente a ellos.

 –tú…  –las dos colas de la pantera se meneaban en el aire y Sesshoumaru tomo su látigo, ambos parecían querer pelear hasta que Inu Yasha los detuvo  –estás así de herido y quieres pelear con esta pantera que ya te gano una vez… eres idiota…

 –tú… cómo…

 –hey… este… no sé tu nombre, pero llévate a este estúpido príncipe contigo, él podrá darte toneladas de comida y serás libre… puedo…

 –¿Qué estás diciendo?

 –cállate… no puedo pedirle que nos lleve a los dos.

 –¡hablas con una bestia! ¡crees…!

 –eso no significa que no entienda, tú eres el que se reúsa a entender, no vino a pelear o ya nos hubiera atacado.  

La pantera de dos colas se puso de lado mostrándole el lomo a Inu Yasha, que sonrió al acto acercándose puso a Sesshoumaru arriba.

 –cuídalo por favor.

 –… espera…

 –dijiste que volverías mañana por mí, te esperare… no voy a morir Sesshoumaru  –le aseguro golpeándole el estómago dejándolo inconsciente  –realmente esta débil.

De un solo salto emprendió el vuelo sorprendiendo a Inu Yasha, los caballo y los gritos de los soldados lo sobresaltaron corrió hacia un árbol y lo escalo escondiéndose en el follaje. Comenzó a rasgar la túnica roja y vendar sus manos.

 

Taisho fue a caballo a donde se encontraba aquella estructura quemada.

Su pecho golpeaba con dolor; ese lugar, esos recuerdos lo atormentaban. Los creía enterrados, pero solo le basto ver a ese chico para que todos los recuerdos renacieran como los sentimientos que tenía por ella, así como el dolor que ella le provoco y lo que le hizo a su pueblo.

Esa noche hace 18 años atrás luego de estar con él y esperar a que él se durmiera ella había salido de sus aposentos y se encontró con el espíritu de sus tierras en secreto… si Kaguya no le hubiese dicho aun seguiría creyendo que lo amaba; pero lo que vio era lo contrario… no solo a él sino que también traiciono al espíritu enloqueciéndolo y sellándolo, pero con sus últimas fuerzas el espíritu la elimino, aquel rayo azul no dejo rastro de ella. Debía estar muerta, pero entonces que pasaba con aquel chico que llego y le recuerda tanto a ella…  ¿Por qué se tenía que parecer a Izayoi y tener que estar cerca de Sesshoumaru?

Un sonido desde afuera llamo su atención y al salir pudo ver estaba Kanna esperándolo.

 –¿Qué haces aquí?

 –vine a verlo su majestad.

 –¿Qué ocurre? Habla.

 –rey Inu no Taisho… debe hacer que el príncipe Sesshoumaru vuelva y traiga con él al joven que lo acompaña.

 –¿Por qué?

 –todo tiempo llega y el tiempo que se ha evadido o perturbado tiene un precio que pagar.

 –no te entiendo…

 –majestad, solo usted puede salvar a su tercer hijo… pero él tendrá que ser perdonado. Le ruego mande un mensaje al príncipe Sesshoumaru pidiendo su retorno.

 –iré por él yo mismo…

 –su majestad, le ruego que no deje el territorio…

 –¿ocurrirá algo?

Kanna solo asintió, un pesado suspiro salió de la garganta del rey. Esa chica desde que había aprendido a hablar era capaz de prever los desastres por venir, aun cuando en un comienzo todo el mundo aplaudía sus capacidades al darse cuenta de que solo eran desastre el miedo se generó cada vez que se decía que Kanna había visto algo siendo pedido por el senado y la reina que fuese encerrada en el templo, aun siendo la sobrina del rey, él nada pudo hacer para ayudar a una niña tan pequeña.

 –siento ser mensajera de malas noticias su majestad.

 –Kanna, tu don no es una desgracia y nos ha ayudado en muchas ocasiones, yo te estoy agradecido.

Las mejillas pálidas de Kanna se sonrojaron e hizo una reverencia antes de retirarse dejando en ese lugar a su querido tío. Para ella ese hombre era como su padre pues una vez fue encerrada en el templo nadie iba a verla, nadie excepto el rey y poco más a delante una joven princesa de otro país llamada Kagura que le hablaba de la libertad y el mundo exterior, pero aquella princesa había sido convocada con el deseo de que tratara de despertar al espíritu de aquellas tierras cortándole las alas de su libertad, la única luz que había conocido era aquella que le hablaba de ser libre como el viento y la quiso como si Kagura representara la libertad misma y al conocer por medio de ella a Sesshoumaru sintió por primera vez que su don no estaba tan maldito a el príncipe decirle que solo los cobardes temían de lo venidero, que él jamás se asustaría de sus predicciones y extendiéndole la mano le había dicho que si le prestaba su poder él la sacaría de ese encierro y le daría lo que quisiera. Y así lo cumplió, ahora ella podía ver el cielo y caminar por los territorios de Sesshoumaru con libertad como cuando lo hacía con Kagura. Más allá estaba Sango que había vuelto a ir para hablar con Rin, pero ella se reusaba a hablar de quien le había hecho daño según ella a su padre. Esperándola para ir de regreso y hablar con la princesa Rin otra vez, pues tenía que dejar que Kagome volviera entrar a ese palacio, dado que para Kanna era más fácil vigilar a Kagome teniéndola encerrada en el palacio de Sesshoumaru que fuera y de paso vigilar a Sango, pues había soñado que Sango apuñalaba a un hombre de cabellera plateada.

 

Sesshoumaru veía a lo lejos a alguien, una enorme tristeza invadió su pecho, no era capaz de verlo adecuadamente, pero sabía que estaba sonriendo debajo de la sombra de un gran árbol cerca de donde estaba aquella edificación quemada, pero ahí estaba en todo su hermoso esplendor. La vida de las plantas alrededor solo parecía hacer a esa persona más hermosa.

Quiso dar un paso para acercarse a él, deseaba abrazarlo y no volver dejarlo irse de su lado, no deseaba dejar de mirarle parecía llamarlo pero no era capaz de escucharlo. Se quiso acercar pero todo el entorno comenzó a cambiar con rapidez, dándole un sentimiento vertiginoso lanzándose a él con el deseo de protegerlo deteniéndose de golpe al estar a tan solo unos cuantos pasos de él, este le daba la espalda y era atravesado por tres armas mientras abrazaba a alguien, todo su cuerpo tembló y su vista se oscureció viéndolo caer en el suelo y el cayo de rodillas sujeto su cabeza dejando salir un grito que fue acompañado de un rugido animal que parecía resonar en el cielo.

“¿Por qué… por qué me traicionaron?¿por qué me abandonaste?”

Su dolor no lo dejaba saber de quién era esa voz ¿era de él? ¿era de quien fue atacado? ¿de quién? ¡¿de quién?!

“déjenme ir con él, seré su guía para que cuando logre perdonarnos vuelva a nosotros, protegeré su alma hasta ese entonces”

¿Qué es esto? ¿Quiénes son ellos? ¿Quiénes hablaban? Ya no era capaz de ver nada, solo escuchaba las voces distorsionadas sin saber o entender quiénes eran.

 

Inu Yasha saltaba de una rama de un árbol a otro haciendo piruetas esquivando las flechas sin saber que estaba siendo observado desde unos metros, montado en su caballo que tenía una piel como si fuese piedra, pues se había adaptado al ambiente donde los Minni vivían.

 –vaya chico interesante  –dijo Naraku que lo había estado observando desde que Inu Yasha mando a Sesshoumaru con aquella pantera de dos colas.

Viendo el desempeño de Inu Yasha que saltaba de un árbol a otro lo había maravillado, solo con su habilidad tenia a poco más de 15 soldados a raya sin dejarlos que lo lastimaran siquiera, un espectáculo digno de ver, sin embargo grullas de papel en llamas comenzaron a estrellarse contra los árboles y eso solo significaría que ese niño caería en las manos de los soldados. Naraku solo tenía planeado ver qué pasaba, pero por más que se dijo eso su cuerpo ya se había movido en dirección de donde estaban los soldados y aquel chico. Saltando lo tomo en el aire y aterrizo con un aturdido Inu Yasha en su caballo galopando.

 –tú… ¡¿qué… qué quieres?!  –le grito, pero la cara de quien lo… ¿rescato?… parecía molesta.

 –duerme…

Como si fuera un hechizo sus ojos se comenzaron a cerrar, pero extrañamente no se sentía en peligro, cayendo dormido en los brazos de aquel hombre.

Naraku miro el rostro de aquel chico dormido, detrás de él estaban los soldados de Babil, pero por alguna razón no quería entregar a ese chico.

 –“suelo ardiente”  –susurro y debajo de las pesuñas del caballo se expandía por lo menos a unos dos metros brasas que asustaban a los caballos deteniéndolos, eso le daría tiempo, pero con eso si alguno había tenido alguna duda de quién era eso la había disipado por completo.

 –¿Qué demonios estoy haciendo?  –se recrimino, pero su pecho se sentía calmado al tenerlo entre sus brazos asiéndolo suspirar estrechándolo más a él como si fuera una persona que estuvo esperando por años  –con que eres tú… Yasha…

    

   

 

 

 

 

                                                                                                    


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