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A los pies del heredero. por Cam Rams

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Pasado de Inu no Taisho:

Taisho ese día cumpliría los 17 años y era un día especial porque harían el anuncio de que su esposa estaba embarazada de ya tres meses. Él mismo lo había descubierto el día de ayer de los labios de Irasue. Su padre le haría como todos los años un banquete y anunciaría la buena nueva a los senadores, luego de contarle a su padre fue raudo a hablar con el espíritu de su país, para él era su salvador pues le habían contado que gracias a él estaba vivo yendo, desde que era pequeño a acompañarlo aun si no le respondía en un comienzo o lo trataba de alejar, pero aun cuando era un niño podía ver en esos ojos, que su padre le dijo se habían vuelto dorados por salvarlo a él, mostraban dolor y una soledad que jamás había visto en nadie. Aun cuando sabía que los espíritus pedían sacrificios o una persona que mengue su soledad, este espíritu que siempre había pedido niñas para que lo acompañaran en su solitaria vida cuidándolas como un padre cuidaría de sus hijas o simplemente las dejaría vivir en la torre y les llevaría comida dejándolas solas, pero desde antes de que Taisho naciera había hecho que ya nadie fuese llevada, por ello y por haberlo salvado Taisho lo iba a ver dado que era a quien más admiraba.

Miro para atrás como despidiéndose por última vez del espíritu que le dio como respuesta un ligero resoplido y le dijo “de dos estrellas solo una quedara y así se repetirá” cuando le conto de que sería padre. Vio la espalda cubierta con aquella larga cabellera plateada que elegante se balanceaba con el viento mientras la mirada de Inugami se encontraba perdida en lo alto del cielo.

Taisho llego al palacio al lado de su esposa y prima Irasue tomando su mano le conto como de costumbre como estaba Inugami y que al nacer su hijo se lo llevaría para enseñárselo. Kaguya entro inclinándose frente a la princesa y el príncipe, la escena para quien la viera era de dos enamorados y para nadie era un secreto que la mujer que más amaba Taisho era Irasue, parecía que se complementaban más que cualquiera. Kaguya era solo la obediente concubina regalada por el monarca de Babil.

Fue en un amanecer cuando fue llamado porque Irasue estaba en trabajo de parto y al llegar escuchaba los gritos de Irasue haciéndolo sudar frío queriendo entrar siendo retenido por las sirvientas que corrían con fuentes con agua y paños. Y pronto escucho un débil llanto de un bebé una sonrisa se formó en su rostro pero cuando entro una sirvienta salió llorando con algo envuelto entre sus brazos. Irasue lloraba y la partera tenía entre sus brazos un bebé que lo acerco a él… era tan pequeño.

–mi señor –la voz cansada de Irasue lo hizo verla –eran…

–¿eran? –pregunto mirando a Irasue.

Las lágrimas de su mujer y aquella simple palabra lo hicieron entender… eran gemelos… el bulto que la sirvienta llevaba era a su otro hijo. No se podía permitir tal mal augurio. Los gemelos eran señal de dolor y desgracias. Nombro al hijo que cargaba Ryukotsusei y abrazo a Irasue. La noche paso estando él cuidando de Irasue y tratando de consolarla, no había dudas de que la quería, era su prima, su mejor amiga desde la infancia y sería su reina sin ninguna duda al ser una mujer inteligente y diestra en los temas políticos. Pero se sentía con un vacío que no era capaz de entender, como si dentro de él faltara un fragmento de algo, los sacerdotes y oráculos le habían dicho que era al haber sido curado por el espíritu tenía dentro de él una parte de su aflicción, sin embargo ahora estaba triste y ese vacío solo hacía peor su pena, aun así su mujer era la que más había sufrido al ser ella la que por ley debe elegir al bebé que no se quedara aun sabiendo que sería matado, no podía mostrar dolor o tristeza era inapropiado.

Al alba camino hacia el bosque a un punto en particular, detrás de donde estaba la torre de la sacerdotisa que hace décadas ya no era usada. Enterró uno de sus anillos y encima puso una gran piedra que tenía un lado recto dejándola como cara y escribió con una daga aunque mayormente solo hacía cortes poco profundos aun cuando forzaba la daga con todas sus fuerzas.

–¿qué tratas de hacer con esa roca de lonsdaleida? –la voz lo hizo detenerse pero solo por un momento.

–su señoría Inugami… escribo en algo que nadie podrá destruir. Aquí estará el nombre de quien jamás podrá decirme padre, de quien solo vio este mundo para morir…

–tu especie solo sabe destruirse o buscar el dolor… eso realmente no logro entenderlo.

La voz calmada del espíritu solo logro congelar su pecho, pero aun así termino de escribir, su mano dolía si no fuera él príncipe de ese imperio no hubiera podido ni rasguñar aquella piedra en donde se podía leer ahora el nombre de “Ray” se levantó diciendo.

–dice no entender el dolor de los míos, pero yo sé que usted sufre más que cualquiera de nosotros…

Inugami no le respondió nada ante aquellas palabras y solo se alejó un poco e Inu no Taisho fue a traer su hijo vivo llevándolo donde estaba el espíritu que al verlo.

–tu raza es frágil… y aun así traen más al mundo…

–porque nuestra vidas son cortas y le tememos a la soledad.

–la soledad es algo que nadie conoce hasta estar con otros –las palabras de Inugami atrajeron la atención de Taisho.

La mirada de ese espíritu se dirigió al cielo, no importara como lo viera la soledad era algo que Inugami entendía tal vez mejor que muchos.

Taisho por las noches tenía la costumbre de leer los antiguos escritos que las sacerdotisas, muchas de ellas se habían enamorado del espíritu, pero ninguna fue amada por él, ninguna fue tratada más que como la hija de un padre silencioso, no había gran diferencia a como lo trataba a él. Las bestias que se acercaban a él lo hacían con miedo y respeto. Las historias decían que era el espíritu más poderoso de los cuatro grandes espíritus, aun el espíritu de Egit que había desaparecido eones atrás no podía compararse con su poder, era el más antiguo y el último en aceptar a los humanos en sus tierras.     

Un año se hicieron dos y el tercero le deparo algo que no esperaba… había intentado no tener más hijos pues no deseaba pasar por lo mismo otra vez, pero Irasue estaba feliz aun cuando había la posibilidad de que ocurriera, pero él ya sabía que así sería, las palabras de Inugami se lo habían dicho, palabras que en un comienzo no entendió “de dos estrellas solo una quedara y así se repetirá” de su descendencia siempre uno debería morir.

Su padre como era costumbre hizo una cena por la noticia contratando a artistas ambulantes que eran nómades descendientes del antiguo imperio Egit. Baile, música y la doma de animales fueron los espectáculos, pero al en sus venas tener genes de los Egit por los antiguos matrimonios entre los países hermanos los Hitits también podían dominar a algunas bestias, entonces probaron al domador de las bestias. Toda una manada de caballos salvajes, un total de doce de ellos debían ser domados y solo le darían una noche cuando al más experto de ellos tardaba una semana en domar a tres a lo mucho. Se vio un asentimiento de la persona que estaba tapada con una capa desteñida por el sol y los años de uso, y un anciano respondió.

–para mañana todos serán formados en línea frente al palacio.

Sin más tardanza llevaron a la persona a donde tenían a los caballos todos seguían luchando contra las cuerdas que los sostenían, fuertes garañones y yeguas.

Taisho se quedó escondido esperaba a ver que trataría de hacer y lo ayudaría si veía que no era capaz, pues era una tarea imposible y sin embargo cuando todos se hubieron ido vio la capa caer y comenzó a escuchar un susurro que no podía lograr entender, la cabellera de ébano y una piel tan clara que le parecía mentira que fuera descendiente de los Egit, la suave voz lo aturdió por un momento para al siguiente darse cuenta que había soltado a los caballos salvajes y estos la seguían como si estuvieran encantados por ella. Sorprendido solo pudo quedarse mirando a la mujer, solo hasta que escucho llamar su nombre por una de las criadas de Irasue y se tuvo que ir.

A la mañana siguiente tal como lo habían prometido los caballos obedientemente estaban formados frente al palacio sin ninguna atadura y en medio estaba la mujer que ya no ocultaba su cara. Una suave y amable sonrisa estaba en sus labios, era hermosa en una forma humilde pero fina a diferencia de la belleza altiva y refinada de Irasue.

Probando que tan mansos habían quedado los caballos algunos se subieron a sus lomos, siendo guiados por ella para elegir el caballo correcto, cada caballo se comportó de manera mansa y el rey pidió a la mujer le dijera su procedencia. Todos ya sabían que ellos eran los descendientes de los Egit pero los únicos capaces de tal proeza no podían ser otros que los descendientes de la familia real, cuando ella lo asevero que era hija de la línea al trono de Egit el rey puso frente a ella muchas cosas, pero ella escogió el collar de perlas negras y colmillos.

El rey les explico a las personas de los nómades lo que significaba y les dio una gran cantidad de comida y oro para que ella se quedase en ese país y sirviera como la sacerdotisa al espíritu del viento Inugami. Fue la misma mujer la que acepto siendo guiada por guardias a la torre donde las antiguas sacerdotisas habían estado.

El tiempo paso, Taisho casi no veía a la mujer que estaba en la torre cuando iba a donde Inugami, pero la primera vez que la mujer fue donde los otros espíritus él y Inugami tuvieron que ir a Babil el espíritu Banryu le gritaba que trajera de una vez a quien ellos deseaban de vuelta. Taisho e Inugami sellaron gran cantidad de los poderes de Baryu.

Sus hijos nacieron y como la primera vez uno tuvo que morir, su segundo hijo fue llamado Kageromaru y un nuevo nombre y anillo fueron puesto bajo la roca de lonsdaleida “Jorumaru”…

Un día vio a la mujer tocando la roca donde él había grabado los nombres y él al acercarse esta se levantó mirándolo.

–lo siento –solo esas palabras hicieron que Taisho tragara.

–te disculpas sin saber nada…

–no importa si lo entiendo, solo sé que si has venido aquí tantas veces y has tallado estos nombres es porque son importantes para ti y eso es suficiente para que lamente tu pena, príncipe Taisho.

–son mis hijos… pero solo es una tumba bacía… –camino a la roca y miro los nombres marcados con un color claro como si fuera una clara perla.

Sus ojos se dirigieron a la mujer y a las manos de ella que tenían brillos claros en sus dedos… no estaba seguro cómo o qué les había echado pero estaba agradecido, los nombres de sus hijos resaltaba en aquella piedra de un gris oscuro.

Hablando comenzaron a pasar más días e incluso Irasue se unió a las conversaciones y cuando trataban que el espíritu hablaran con ellos, cuando la sacerdotisa no tenía que ir a los otros espíritus por orden de Inugami, este solo le repetía a su sacerdotisa que debía escoger a un hombre para tener hijas y casarlas con los príncipes de los países, pues del vientre de una de sus hijas saldría a quien los espíritus esperaban desde eones.

Cuando el segundo hijo de Taisho aun solo tenía meses de nacido su padre murió de una enfermedad que también se llevó a su primogénito y dejo débil a su segundo hijo. Ese mismo día tuvo que ascender al trono, atender los informes de los senadores, escuchar las dolencias de los ciudadanos por la enfermedad e ir donde el espíritu para pedir ayuda… el fuerte viento disipo el virus y hiervas pedidas a Babil hizo que el brote se controlara. La noche mostraba las dos lunas en lo alto cuando Taisho camino agotado a la tumba de sus hijos, grabaría los nombres de su padre e hijo aun si ellos estaban descansando en la tumba imperial, pero esta estaba a las afuera de la ciudad y él siendo el rey no podría ir cuando lo deseara. Estaba trabajando en el nombre de su primogénito cuando a su lado se inclinó la sacerdotisa tocando la mano que trabajaba con fuerza.

–Izayoi –susurro al sentirla a su lado –siento que me estoy ahogando… como si me asfixiara  y al tiempo tan cansado que no deseo pelear por otra bocanada de aire.

–Permítase llorar mi rey, que es su dolor el que lo ahoga, permita que la luz lo abrace para que la oscuridad lo deje en paz… –de rodillas a su lado quito el cabello de su rostro viendo el dolor en sus ojos –pero debe saber que debe dejar que la herida este al descubierto para que pueda sanar.

Los dorados ojos del rey se posaron en los castaños de la sacerdotisa… tan puros como se veían mostraban una mirada de comprensión, el rey trago y suspiro sus ojos se comenzaron a inundar y las dulces palabras de Izayoi lo hacían olvidar que era rey, solo era una persona más. Los brazos de Izayoi lo contuvieron y un suave susurro acompaño a su sollozo, al despertar aún estaban ahí y él estaba cubierto por una tela de un blanco pulcro al igual que Izayoi que le atribuía a Inugami, aun cuando no se veía por ningún lugar solo él podía haberla llevado.

Izayoi se volvió una buena compañía para Irasue y detuvo su enfermedad, poco a poco los sentimientos entre ellos crecieron pidiendo el permiso del espíritu la hizo su mujer, pero aun debía hacer los deberes de la sacerdotisa del espíritu del viento e ir donde los otros espíritus y hacerles compañía durante un tiempo para volver a Hitit.

Izayoi comenzó a hablarle de un deseo… hacer algo por ese espíritu que protegía a sus tierras y a aquellos que vivían en ella sabía de lo que esperaba y deseaba que sintiera lo que ellos podían sentir de vivir una vida con la persona amada. Sin embargo la persona que ese espíritu esperaba era un humano lo que haría que tarde o temprano tendría que haber un adiós, cuando le conto que le había preguntado sobre convertirse en un humano para vivir y morir con esa persona la respuesta de aquel espíritu solo fue “no abandonare a quienes viven en mis tierras estaré bien con estar con él por su tiempo de vida” las palabras entusiasmada de ella lo conmovían… el vacío que Taisho sentía dentro de él al compartir los sentimientos con Inugami se habían disipado pero la ansiedad a veces lo tomaba por completo y levemente podía sentir la calma al tener cerca a Izayoi.

Su segundo hijo pronto tendría seis años y ya llevaba dos con Izayoi. Irasue estaba bien y era una maravillosa reina y compañera… Kaguya era la sacerdotisa del templo de los dioses y hablaba seguido con ellas dos, pero ya jamás la dejaban estar a solas con una o la otra aun cuando Taisho no sabía el por qué solo lo acepto así “cosas del serrallo” pensaba, sin embargo hubieron ocasiones que Kaguya le pedía poder hablar con Izayoi para poder preguntarle algunas cosas de su país natal así que él la dejo pues no veía nada de malo.

La mayoría de las noches cuando Izayoi estaba en Hitit él la llamaba para estar con él de lo contrario estaría con Irasue. Esa noche estaba con Izayoi, su música, su calor, su aroma y caricias todo de ella le daba una paz que jamás había sentido. Jamás pensó que esa misma mujer lo traicionaría…

Kaguya esa noche lo saco de su descanso diciéndole que vio a Izayoi llorando yendo donde Inugami. Preocupado de que algo le hubiera pasado, envuelto solo en una toga salió de su palacio corriendo descalzo donde se encontraba Inugami, pero jamás espero ver lo que sus ojos le mostraron. Izayoi tenía abrazado a Inugami susurrándole algo.

–desvergonzada…

La voz de los eunucos lo saco de la consternación de Taisho. Los ojos de Inugami se volvieron rojos como el manto que usaba en la noche para abrigarse. Los gritos de los eunucos que condenaban a Izayoi retumbaban en la cabeza de Taisho, la voz de una mujer dijo que no era la primera noche que los veía abrazados, la voz de otra le decía que escuchara a Izayoi… Inugami jalo a Izayoi detrás de él dejándole claro que él la protegería poniendo su mano en el estómago de ella para no dejarla que se pusiera enfrente ¿Por qué? ¿Por qué él que no mostraba interés en ninguna mujer ahora mostraba tal enfado ante los que la insultaban?

–Inuga… –la voz de Izayoi llamo por el nombre del espíritu.

Una mirada de asombro se puso en Inugami que vio desde su hombro donde estaba Izayoi, la miro con ternura y tristeza sin ser capaz de decir nada más  que un susurro que no fue escuchado más que para quien estaban destinado. Tal mirada jamás, jamás la había visto en el rostro de ese espíritu. La rabia creció en su interior quito la espada de uno de los eunuco. No se la daría ni a él, ni a los eunucos que la deseaban castigar, ni a nadie…

–Inu debe de haber un motivo no te precipites –escuchó la voz de Irasue.

–…. No puedo dejar que te hagan daño… –el susurro de Inugami se volvió audible, molestamente –los eliminare a todos.

Su voz se distorsiono y su forma comenzó a cambiar a la forma de un perro gigantesco.

–¡¡¡Inugami!!! –grito Izayoi provocándole un profundo dolor en el corazón a Taisho.

La capa roja quedo en las manos de Izayoi al Inugami saltar, cuatro objetos cayeron al suelo cerca de Izayoi. El viento era fuerte y hacia que todos tuvieran que protegerse, las espadas de los eunucos se apuntaron hacia Inugami, las nubes comenzaron a agruparse y rayos y truenos fueron escuchados cada vez más fuertes y cayendo en diversos lugares.

¿de qué me sirve esta bebida de la inmortalidad a mí, ahora que nunca nos volveremos a vernos de nuevo y gasto mis días derramando las suficientes lagrimas para flotar sobre su estela?

La voz de Izayoi hizo que Inugami se detuviera por un momento sintiendo Taisho una opresión, miro a Izayoi que en sus manos tenía el collar blanco y con este dibujo en el aire una estrella y siguió recitando.

Con mi poder y mi arco, debería poder abatir al dragón y obtener la gema de su cuello… –la esfera brillo y golpeo la pierna izquierda del gran perro atravesándolo. Las manos de Izayoi temblaron pero siguió.

Pensé que era real, pero cuando observe de cerca, no era más que una rama enjoyada adornada con palabras –una corona con perlas de cinco colores se puso arriba del espíritu que comenzó a gritar de dolor comenzando a volver a la apariencia humana.

Los truenos resonaron y rayos comenzaron a golpear cerca de Izayoi impidiendo que se acercaran a ella. La corona se incrusto en la frente de Inugami y la voz de Izayoi se escuchó con más poder.

Ahora que he obtenido prenda que no ardera en las llamas inmortales de mi amor, mis mangas se secarán de mis lágrimas melancólicas, y hoy podré verte de nuevo –la capa roja comenzó a deshacerse de a poco y como si fueran dagas se incrustaron en su brazo derecho.

Los gritos de Inugami cada vez fueron más fuertes, su mirada miro en dirección a donde estaba Izayoi despertando el temor de que le fuese hacer algo en Taisho que se esforzaba por estar de pie y con la espada daba escuetos pasos.

–tu… me traicionaste –gruño con voz ronca Inugami.

Sabiendo que este traje ardería sin sufrir un rasguño, no hubiera dudado de su veracidad; en vez de colocarlo entre llamas, hubiera pasado mis días admirándolo.

La misma sangre de Inugami comenzó a crear cadenas de un rojo intenso rodeándolo, mientras las lágrimas caían del rostro de Izayoi.

Hacía tiempo que no te pasabas; ¿Es cierto que espero la concha del molusco absolvedor en vano, igual que no hay plantas ni caparazones en la cala que evitan hasta las olas?

Su brazo izquierdo fue atravesado por la cala echa de concha, pero aun permanecía de pie, los rayos cada vez se hacían más fuerte, la tierra golpeada comenzó a quemarse.

Pensé que la copa de piedra estaría alumbrada por la virtud de Buda, pero ni siquiera veo el brillo que tiene la hierba bañada por el rocío.

La pierna izquierda de Inugami fue quemada por el magma que salía de la copa, sus rugidos eran acompañados con los truenos y un incendio provocado por los rayos que caían en los árboles, de pronto barios cayó en la torre.

–… no lo permitiré… –la voz de Inugami se escuchaba agotada pero aun así parecía dispuesto a todo.

–¡¡¡Izayoi!!! –grito Taisho tratando de correr a ella.

–¿Qué has visto realmente en el monte Osore? –las lágrimas que salían de los ojos de Izayoi comenzaron a ser rojas.

Al Taisho correr Inugami lanzo un rayo a él, pero este fue empujado recibiendo el rayo Irasue. Taisho fue donde ella sosteniéndola la llamo una y otra vez. La tomo esquivando rayos que caían al azar viendo de reojo que Inugami saco de entre sus ropas manchadas con su sangre una tela y la lanzo al aire y dijo con dificultad.

–… ahora… que ha llegado… el momento… de ponerme la prenda de plumas… ce… celestiales… y despedirme… del mundo terrenal… e… echo de menos… tu presencia… y… su…fro…

Un rayo azul golpeo a Izayoi que fue rodeada por la tela que Inugami había lanzado, grito de dolor pero el grito se cortó rápidamente. Taisho cubrió a Irasue cuando el resplandor desapareció, Taisho examino a Irasue que agitada le sonrió débilmente…

–no los odies –susurro –él también fuecogf engañadocogf… Izayoi… cogf cogf cogf…

–no hables, descansa. Después hablaremos…

Kaguya llego a su lado y se hinco parecía preocupada por Irasue.

–su majestad.

Uno de los eunucos lo llamo y gracias a eso se dio cuenta que los truenos se habían acabado ahora solo quedaba la lluvia que hacía que las llamas no se extendieran.

–Cuídala –le ordeno a Kaguya y se levantó.

Con la mirada busco algún rastro de Izayoi pero donde había estado solo se encontró la tela que comenzó a desvanecerse y donde debía de estar Inugami los eunucos estaban apuntando hacia el centro… se acercó con la espada empuñada, su sangre burbujeaba y el dolor que sentía jamás antes lo había experimentado quería matar a Inugami por haberle quitado a la mujer que amaba y haberla matado y herido a quien era su compañera más confiable y querida, pero al ver no estaba aquel imponente ser si no un niño cubierto por un manto rojo, líneas magentas marcaban su cuerpo que como si la lluvia las fuera limpiando se fueron disolviendo, un profundo gruñido se escapó de su garganta lo que alerto a los eunucos que apuñalaron el cuerpo, el grito se convirtió en llanto y un viento se arremolino en el cuerpo del niño explotando, los cuerpos de los eunucos fueron cortados por el torrente dejando intacto a Taisho que vio como el viento apago el fuego, despejo el cielo deteniendo la lluvia, las espadas se deshicieron como si fueran bruma. Los ojos rojos con las pupilas azul celeste se volvieron dorados, parecía que no podía respirar bien y un silencioso llanto salió de la garganta del niño antes de cerrar los ojos. Las heridas no se le habían cerrado. Taisho recordó las palabras de Izayoi cuando le había dicho como un espíritu podía convertirse en humano.

  –desde hoy… y si mi aceptas como tu padre, seré tu familia… y desde hoy serás humano, mi hijo… cuyo nombre será… Sesshoumaru…

Cortó la palma de su mano e hizo beber su sangre al niño, las heridas comenzaron a desaparecer, pero en los brazos, piernas y cabeza tenía marcas.

–así está bien… vive sin recordar esta traición. Tú ya has sufrido eones solo, ahora vive como quieras Sesshoumaru…

Lo envolvió con el manto y lo tomo en brazos a donde estaba Kaguya e Irasue. Kaguya lloraba abrazando a la reina de esas tierras, dejo a Sesshoumaru a un lado recostado y miro a sus mujeres, pero antes de que pudiera decir algo Kaguya hablo.

–perdón mi rey –decía acongojada –no pude salvarla.

Las palabras de Kaguya lo hicieron caer de rodillas a su lado empujándola tomo a Irasue pero ya no había signos de vida en ella…

–Ira…sue… –sus ojos perdieron la luz apretó la mandíbula con rabia…

¿A quién tengo que odiar? ¿Quién es el culpable de esto? ¿Por qué? ¿Por qué está pasando esto? ¿en qué me equivoque? Las lágrimas se agolparon en sus ojos y deseo sentir nuevamente el calor de Izayoi, recordó sus dulces palabras que lo hacían sentir humano, la melodía que tocaba cuando no podía dormir, sus ojos se posaron en el niño y abrazo con fuerza el cuerpo de su reina cerrando los ojos dejo caer las lágrimas. Esa mujer era la única culpable, la única que merecía su repudio, la culpable de todas sus desgracias, si no la hubiera conocido nada de eso hubiese pasado.

Cuando llegaron a su palacio Kaguya ayudo a que las marcas de Sesshoumaru desaparecieran, tardo en despertar y no recordaba nada. Taisho le conto lo ocurrido pero cambio la historia diciéndole que Irasue era su madre y había muerto cuando durmieron al espíritu de esas tierras y los poderes de Sesshoumaru habían sido sellados pues eran demasiados para él mismo siendo aun solo un niño de once años.

A los ojos de Taisho y Sesshoumaru esa mujer era la única culpable de todo y ahora después de tantos años que la creyó muerta a quien sepulto con todos esos sentimientos y solo dejo los de rencor hacia ella y, sin embargo, solo le bastaba verla otra vez para que su pecho doliera y deseara gritarle mil cosas a la vez y aun así también deseaba abrazarla con todas sus fuerzas, pero solo fue capaz de decir unas escuetas palabras en un susurro casi inaudible.

–…tú… cómo…  –sin apartar la vista estupefacto dio un paso atrás aun si se sentía paralizado al grado de costarle respirar ¿Cómo era posible que estuviera ahí?

–Inu…–dijo con suave voz serena.

–…Iza…yoi…  

Aun no podía creer lo que estaba frente a él debía ser una ilusión era simplemente  imposible que ella estuviera así hay frente a él con aquella sonrisa gentil, pero la mirada de tristeza en su mirada…

–mi rey…

–Silencio… –susurro tajante.

Tenía miedo de escucharla, temía seguir viéndola, pero se tendría que acercar a ella si deseaba salir por la puerta detrás de ella  y aun así deseaba seguir mirándola. La imagen de Inu Yasha se puso al lado de ella haciendo que su rabia latiera en su pecho.

–no hables si te has aparecido para hablar por tu bastardo –desdeño –no me hagas perder el tiempo y lárgate como lo hiciste en ese momento…

–yo jamás…

–no digas cosas innecesarias crees que me importaran –las palabras de Taisho la silenciaron.

–Eres tan necio  –dijo sonriendo con tristeza –se parecen tanto…

Por un momento Taisho no entendió, sin embargo antes de que pudiera entender algo Izayoi lo abrazo.

–deja de herirte… fui demasiado ingenua, perdón Inu…–el cuerpo de Inu no Taisho se paralizo, era su mismo aroma, la misma suavidad y gentileza al abrazarlo, pero ya no sentía el calor en su cuerpo y temía tocarla y que se desvaneciera –cause mucho daño y ahora mi pequeño debe pagar por mi culpa, y solo fui capaz de encontrar esta manera para ayudarlo un poco, pero ya se acaba el tiempo…mi amado Inu cuida de mi pequeño Inu que contiene a Yasha y el poder de Inugami…

–¿Qué estás…?

Un fuego azul los rodeó cortando la respiración de Taisho. ¿Acaso… lo iba a matar?

 

Inu Yasha se miraba en una especie de cueva no era capaz de pensar en nada, le dolía el cuerpo, se sentía cansado y deseaba dormir, solo dormir. Pero sus piernas no se lo permitieron, se adentró más en la cueva hasta que llego a un lugar oscuro, aun si se sentía perdido teniendo el eco de las voces que venían desde el exterior de su mente… los gritos, los llantos, el deseo de poder contener eso que tenía y no entendía… las tantas cosas que pasaban, las tantas cosas que no sabía. Un susurro inentendible llamo su atención.

–¿Por qué te escondes? –pregunto a la oscuridad.

–la oscuridad es más tranquila que la luz –dijo una voz distorsionada.

Inu Yasha aun si no sabía dónde o con quien hablaba camino acercándose un poco más a las sombras que estaba en esa cueva.

–no mientes y mientes al mismo tiempo… –la voz de Inu Yasha parecía cansada.

–eso es imposible.

–la oscuridad es tranquila si es lo  que conoces, pero te mantiene solo con tus miedos… –suspiro entre un quejido de dolor.

–yo no…

–la luz cambia constantemente, pero te muestra nuevas cosas… –lo interrumpió Inu Yasha.

–no todas las cosas son buenas –sentenció.

–sin lágrimas no habrán sonrisas… –dijo jadeando entre los dolores, pero sonreía –prefiero sentir que quedarme estático…

La copa de piedra comenzó a brillar y la silueta de una gran araña fue vista. Inu Yasha dio un paso para acercarse sin miedo. La silueta comenzó a cambiar hacía la de un hombre.

–Onigumo –susurro Inu Yasha –sabes que la piedra más dura puede ser abatida por el agua o la arena… pero eso solo pasa porque la piedra no se mueve y es golpeada por la arena movida por el viento o el agua y su corriente y solo se necesita tiempo…

–pero… yo no puedo…

–Onigumo tu puedes hacer lo que desees hacer, puedes ir hasta donde quieras ir y vivir cuanto desees vivir, si así tú lo decides. Solo tú eres capaz de decidir por ti… nada es eterno…

Lo que le decía ese chico era algo que ya sabía pero había decidido olvidar, fue por eso que le pidió a Yasha una copa hecha de una sola piedra para probar que nada era eterno que la piedra más dura podía ser cambiada.

–nada es eterno –repitió en un murmullo mirando el rostro de aquel que aun estando en dolor sonreía de forma genuina.

–nada es realmente bueno o malo, solo son ellos, solo eres tú… solo somos nosotros…

Pero las palabras de este niño habían calado dentro de su pecho deseaba sentir lo que ese chico le decía… experimentar esas emociones, ver el mundo como él lo hacía tan diferente de como él o cualquiera que conocía lo hacía.

–Inu Yasha… si me guías te seguiré…

Con el susurro suprimió el poder de la copa en su mente…

  

La copa desapareció de enfrente de Naraku, las telas de arañas se formaron como si de patas se trataran y comenzaron a atacar a Sesshoumaru que tomo a Inu Yasha saltando donde estaba la pantera, las garras de Inu Yasha se habían enterrado en sus brazos mientras gruñía de dolor, tenía que quitárselo y hacer que volviera en sí. Sesshoumaru trato de que lo soltara pero no había caso y solo logro que se incrustaran más en su piel, eso precisamente ahora que su fuerza parecía no desear volver y solo disminuir no era para nada bueno, las heridas de su espalda aun no se cerraban y las nuevas aun si eran pequeñas no sanaban como normalmente lo hacían; no podía detenerse a pensar por qué pasaba. Jalo a Inu Yasha para que lo soltara rasgando sus brazos y abrazo a Inu Yasha que soltó un quejido por la presión ejercida. La pantera como si entendiera comenzó a repeler los ataques de Naraku hacia ellos. Los dientes de Inu Yasha se enterraron en el hombro de Sesshoumaru en un intento para que lo soltara, pero la fuerza que ejercía solo era mayor, cada vez que Inu Yasha exhalaba la presión era mayor haciendo que Inu Yasha no pudiera inhalar el aire suficiente, si hacía que perdiera la consciencia Inu Yasha volvería a la normalidad, no podía hacer demasiado ni usar magia al estar tan herido pero debía hacer que perdiera la consciencia.

–Inu Yasha –lo llamo pero no hubo respuesta –sé que estas sufriendo pero sopórtalo un poco…

El que lo estuviera mordiendo lo ayudaba a dejarlo sin aire, pero sus fuerza si seguían así solo se perderían e Inu Yasha aun mantenía gran fuerza y más al estar transformado, debía apresurarse.

La pantera cayo a su lado sorprendiéndolo sin poder evitar que sus brazos se soltaran un poco lo suficiente para que Inu Yasha se liberara tirándolo lejos de él por un fuerte viento. Flechas fueron lanzadas por los soldados de Onigumo dirigidas a Inu Yasha y a Sesshoumaru. Inu Yasha miro a la dirección de donde provenían abriendo los ojos por completo la presión del aire cambio a su alrededor un húmedo y pesado viento se expandió provocando la disminución de la velocidad de las flechas dejando que Sesshoumaru pudiera escapar de ellas en dirección donde Inu Yasha siendo expulsado, cayendo a unos metros de Naraku al tiempo que las flechas eran incapaz de tocar a Inu Yasha incinerándose, poco a poco una figura se formó a su alrededor. Inu Yasha se en cuclillo en medio de la figura…

–¡¿Qué creen que hacen?! –gritó Naraku –¡Si tienen tiempo para esto alejen a las personas!

Los sorprendidos soldados acataron la orden de su rey y comenzaron a alejarse…

–Inu… Yasha…

La voz de Sesshoumaru lo hizo ver a Inu Yasha quedando pasmado. Estaba agazapado con la vista fija en ellos o talvez en Sesshoumaru mientras una bestia en forma de un ave con hermoso plumaje formado de agua, tierra y fuego lo iba rodeando formando una protección de viento a su alrededor y el suelo tocado parecía erosionar. Sesshoumaru estaba a tan solo unos metros frente a Naraku y le daba la espalda.

Sesshoumaru no podía dejar de ver a la bestia que giraba alrededor de Inu Yasha, un dolor de cabeza lo hizo fruncir al tener la imagen borrosa de alguien mostrándole una bestia hecha con los elementos de los cuatro espíritus. Pero la imagen de aquella ave solo se adjudicaba al príncipe de Egit pues él lo creo, un espíritu que no necesitaba comer, ni nada para sobrevivir y era imposible de derrotar pues solo era energía y solo ese príncipe lo podía invocar… la confusión se apodero de su cabeza y aun que se repetía que Inu Yasha solo era Inu Yasha para él una parte de él deseaba saber… era el hijo de la mujer que traiciono a su padre, era el portador del collar… era…

–…Yasha… –el susurro de la voz de Sesshoumaru fue escuchado por Onigumo.

Sesshoumaru miraba fijo a quien aun estaba agazapado dispuesto a atacar, no entendía por qué aquel nombre vino a su cabeza, por qué su corazón le dolía de esa manera al pronunciarlo tanto que sería capaz de llorar.

Inu Yasha se abalanzo a atacarlo obligándolo a pararse rápidamente, pero al momento de hacerlo su pecho fue perforado por una de las patas de Naraku.

–no tienes derecho de llamarlo Inugami –le susurro con desprecio lanzándolo contra una de las casas de los aldeanos haciendo que cediera la estructura de la casa encima de él.

Inu Yasha que solo se había detenido un momento e inclino la cabeza mirando a Naraku volvió a atacar. Las patas hechas de las telas de arañas se deshacían y se arremolinaban tratando de atrapar a Inu Yasha, estacas de tierra y fuego aparecieron alrededor del ave y de Inu Yasha siendo expulsadas destrozando los alrededores. Naraku trato de detenerlos, pero estos eran secundados por cuchillas de viento y agua que el ave provocaba con su aleteo obligándolo a retroceder un poco.

De entre los escombros de una casa Naraku vio lanzarse un destello directo a Inu Yasha, tuvo que hacerles frente al igual que él pero a diferencia de él que se cubrió con las telas de arañas Sesshoumaru golpeaba con las manos desnudas sin detenerse y deshacía las cuchillas con torrentes de vientos. Inu Yasha ataco a Sesshoumaru.

 

Kouga se encontraba en la puertas de la ciudad de Minni, la vista de aquella ciudad lo sobrecogió, gente estaba corriendo desesperada y más allá se veían estruendos, el olor de sangre inundo sus fosas nasales mareándolo un poco, su visión aumento pudiendo ver a Inu Yasha a la distancia peleaba contra el príncipe de las tierras de Hitit sin darle tiempo de sorprenderse o sentirse aturdido por ello corrió lo más fuerte que le permitieron sus piernas sin perder un segundo.

Los cuerpos tirados en el suelo perdigados por diferentes partes solo le producían escalofríos, el llanto de muchos estaban cerca y lejos, agónicos lamentos perforaban su cabeza, pero uno que iba directo a su interior tensaba su cuerpo urgiéndolo para apresurarse a donde se encontraba Inu Yasha borrando por completo la vista de los cuerpos, los heridos y de las casas destruidas.

 

Naraku trato de detener a Sesshoumaru pero para asombro de él el tercer príncipe de Hitit solo con sus manos rasgo su túnica dejando en su pecho la marca de sus garras.

–no puede ser –murmuro mirando a Sesshoumaru.

La herida que tenía en su pecho hecha por Sesshoumaru no se estaba serrando al igual que la herida que le había hecho Inu Yasha, pero el único que podía hacerlo era Yasha, herir e incluso matar a un espíritus por el trato que habían hecho con él hace eones… acaso… ¿Yasha los quería muertos?

Su mirada fue a la herida que él le hizo a Sesshoumaru dándose cuenta que tampoco se había curado. Una sonrisa retorcida apareció en su rostro antes de abalanzarse tenía que detener a Inu Yasha.

 

Byakuya llego a los pies de la ciudad de Hitit todas las mujeres que antes trabajaban en ese lugar estaban muertas, el lugar estaba silencioso demasiado para su gusto, algunas estaban recostadas sobre la basura pero algo tenían en común… un cuenco estaba cerca de ellas… busco con la mirada a quien era su cómplice, escucho un sonido y volteo. A sus pies cayó el cuerpo sin vida de Kagome.

–vaya, vaya… –dijo sonriendo Byakuya mirando a Sango –tal como lo predije solo tú sobrevivirías… la hija del hermano de quien debería ser el rey de Egit.

–¿Qué es lo que pretendes? –la molestia era visible  en el rostro de Sango.

El cuerpo de Kagome tenía destrozada la cara, una sonrisa se puso en los labios de Byakuya.

–no pretendo demasiado, vengar a mi familia y volver a mis tierras… –se agacho y cerró los ojos de Kagome –te dije que no hicieras nada innecesario… –le reclamo al cuerpo a sus pies.

–tú la mandaste a matarme.

–corrección, yo le dije que no hiciera nada innecesario –dijo levantándose y expandiendo los brazos haciendo que Sango viera los cuerpos de las demás –la reina la mando a matarte…

–tú trabajas para la reina –le reclamo culpándolo a él también.

–trabajo para quien no tenga las manos manchadas de la sangre de mi gente… Sesshoumaru solo miro como sus hombres mataban a los míos y me torturo hasta que llegue a este lugar…

–el príncipe Sesshoumaru jamás…

–¡no te atrevas a defenderlo frente a mí! –le grito con odio, se quitó la parte superior de la túnica mostrándole las cicatrices que surcaban su espalda y pecho –esto lo hace un príncipe piadoso –dijo con sarcasmo.

Sango retuvo su aliento por un momento ante las cicatrices de aquel joven hombre.

–pregúntale a tu hermano si los azotes del látigo de Sesshoumaru son leves caricias y si las cenizas son más ardientes que las llamas…

–¿Qué estas…? Él jamás haría…

–ja… ¿sabes que tu hermano mato a tu gente y no fue Naraku como te lo dijo tu príncipe? –Sango abrió los ojos incrédula. Byakuya siguió –y que tu príncipe le dijo a tu hermano que había matado a los que sus padres y tú habían tratado de proteger –la mirada de Sango bajo perdida provocando una sonrisa en Byakuya –¿sigues preguntándote por qué tu hermanito no habla? O ¿Por qué no se acerca a ti? ¿aun crees que Sesshoumaru es su salvador? Ahora tu hermanito que solo es el esclavo de tu príncipe, el juguete de su hija…

–Rin no…

–y no detuvo que Akago se lo llevara, crees que ella no conoce lo que él hace con los esclavos…

Un escalofrío recorrió su espalda, era conocido lo que hacía el príncipe Akago en las fronteras de las tierras de su padre.

–no… eso…

–¿quieres ver lo que está pasando tu hermano?

Gruyas de papel comenzaron a volar frente de Sango quien se puso en guardia frente al hombre de la reina pero sus manos cayeron cuando vio a Kohaku era aplastado bajo un montón de piedras y frente al derrumbe estaba Akago simplemente mirando al inconsciente… la imagen se desvaneció.

–no, espera… eso… –el miedo se apoderaba de ella sin poder evitarlo aun si su cabeza le gritaba que era mentira sus emociones no escuchaban nada.

–no es mentira, ni un hechizo… solo es lo que va a pasar dentro de un día…

–¡estás mintiendo! –le grito asustada de que no fuera mentira.

–así como sabía que hoy sería la única en sobrevivir, sé que tu querido hermanito quedara sepultado en ese derrumbe provocado por Akago…

–dime ahora dónde está –exigió.

–ups… no, así las cosas no se piden –dijo haciendo chocar a las abejas con sus gruyas –se inteligente heredera de la guardia del rey de Egit.

–Egit ya no existe y aun si mis padres eran descendientes del hermano del rey de Egit no me obliga a…

–el rey ha aparecido y tú y tu hermano no harán nada por él ¿vaya?

–eso es una mentira –espeto –no me interesa lo que digas, solo dime de una vez dónde…

–si yo no gano nada ¿por qué debería?

–te obligare –de entre sus ropas saco una daga, pero Byakuya se elevó en una gran gruya.

–no puedo dejarte matarme…

Desde la gruya cayeron gruyas de papel incendiadas que tenían que ser esquivadas por Sango que solo pudo ver como los cuerpos de las mujeres se comenzaban a quemar mientras Byakuya continuaba hablando.

–si escucharas esto no pasaría… si escucharas podrías salvar a tu hermano, si escucharas podrías salvar a tu querido príncipe y a los inocentes… no lo entiendes para salvar a los demás y tener una vida sin guerras, el príncipe de Egit debe ascender.

–¡Cállate! Eso es…

Las llamas comenzaron a expandirse y pronto la rodearon, un viento hizo que se cubriera, pero el calor desapareció y lo que vio la dejo casi sin aliento. Un pastizal cubierto de diversas flores, árboles inmensos, un río que fluía cristalino y a lo lejos un hombre que le daba la espalda con el cabello plateado, por un momento pensó debía ser su amado príncipe que cuidaba su tierra y deseaba traer este hermoso paraje a todos ellos, pero cuando se agacho y con tocar un pedazo de tierra seca la humedecía y al acariciarla brotes salían y crecían cubriendo la tierra pudo ver que no se trataba del tercer príncipe de esas tierras sino aquel que ese día había ido con el príncipe Sesshoumaru. De improviso todo volvió a las llamas dejándola agitada.

–¿Qué… qué fue eso?

–el futuro si no lo matan… –dijo Byakuya.

–eso es…

Byakuya hizo desaparecer el fuego tan solo moviendo la mano y bajo quedando frente a la mujer.

–no te mentiré, yo deseo matar a la familia real de estas tierras y hacer desaparecer a Sesshoumaru –la mirada de odio de Sango lo hizo dar un paso atrás al saber que lo atacaría –pero si ese Sesshoumaru muere el que quedara es Inugami.

–¿de qué…?

–él mismo no lo recuerda, pero ese príncipe realmente es el espíritu de estas tierras –Sango negó con la cabeza incrédula –lo es… por qué crees que no recuerda nada de su infancia, ni a su madre o por qué sus poderes están sellados… tal vez esto te convenza, sé que lo hará… alguna vez has conocido a alguien que sane tan rápido y que pueda estar en una tras otra pelea por seis días seguidos sin descanso, comida o agua, tú que eres guerrera y eras la sacerdotisa de la tierra deberías saber la respuesta…

Los ojos de Sango se abrieron de par en par, ni un sacerdote era capaz de eso, supo que Sesshoumaru era diferente desde un comienzo, pero no quería pensar demasiado en ello… su frialdad, pero al tiempo se preocupaba de los demás a su manera… era capaz de matar o castigar con frio corazón y sabía bien que si las reglas o leyes no se seguían era capaz de matar a quien fuese el infractor aun si era la mujer que todos dicen que más amo… no era imposible que hubiera lastimado a Kohaku o que le hubiera dicho las cosas… cayo en sus rodillas, enamorarse del espíritu de esas tierras era lo más estúpido que podía haber hecho en esa vida ya no era siquiera una sacerdotisa y mucho menos quien lo liberaría…

–Sesshoumaru está destinado a desaparecer… aunque no hagas o yo haga algo el mismo está buscando su muerte.      

–pero…

–si todos los países desean la muerte del príncipe de Egit, pero no así los espíritus… dime ¿Cómo es la única forma de mantener este mundo con vida?

–…eso…

–si matan al príncipe de Egit los espíritus se vengaran ¿crees que podríamos defendernos de los cuatro espíritus atacándonos?

–¿cuatro?

–si el espíritu desaparecido retorno con el príncipe… ¿Qué harás descendiente de la guardia real de Egit?

 

Kaguya miraba a la distancia caminaba por un sendero muerto, miraba la estructura quemada, solo cuando no estaba Sesshoumaru era capaz de acercarse a este sitio, vio la estatua de la pantera rota y entro a la estructura. El recuerdo de Izayoi frente a un estante sirviendo un poco de agua vino a su cabeza.

“podrías probar y hablar, eres hermosa Kaguya y él esta solo”

Esas palabras dichas con una sonrisa ahora no le producían más que un odio por ella. Comenzó a buscar entre las cosas quemadas pero parecía en aquella planta no estaba, miro las escaleras acercándose a ella toco la muralla y cerró los ojos encontrándolo.

 

Kanna abrió los ojos de golpe agitada vio su espejo que estaba frente a ella. Volvió a cerrar los ojos tratando de calmarse. La imagen de Inu Yasha venía a su mente bañado de sangre y a sus pies un río de rojo, lágrimas carmesí caían de los ojos dorados y detrás de él estaba el espejo del tiempo…

–no podré evitar que suceda –susurro viendo el espejo frente a ella –príncipe perdón…

 

Kaguya salió de la torre con un espejo en la mano, para su plan debía tener los otros dos espejos, así podría controlar a la bestia dentro del portador del collar.

–esa infeliz arruino mi plan cuando sello los poderes de Inugami en su bebé y volvió humano a Inugami, y para colmo el estúpido de Inugami mando a esa estúpida a otra parte, pues yo vi que uso el espejo del tiempo –dijo mirando el de su mano y recordando el brillo que vio cuando para todos Inugami había matado a Izayoi – y el del espacio que debería estar en mis manos al ser la emperatriz, pero está en manos de ese insolente de Sesshoumaru que dijo que era lo único que recordaba, pues Inugami era quien se lo entregaba a la emperatriz y lo guardaba si esta moría hasta que la siguiente emperatriz digna aparezca…

–no se enfade tanto majestad –la voz de una mujer la hizo resoplar.

–necesito el espejo del abismo y el de espacio…

–Kanna no se aleja de demasiado de él y el otro…

–Sesshoumaru no lo ha llevado con él.

–Cuando el caos comience –dijo la que se ocultaba de la vista de la reina aun si sabía muy bien quien era –solo no lo olvide la vida de esa persona me pertenece; deseo ver su rostro al perder a su hija querida.

Kaguya solo fue capaz de ver una tela deslizarse dejándola saber que se había ido.

–esa mujer solo se mueve por su odio –murmuro a la nada.

     

Kouga al llegar lo que vio lo detuvo de golpe solo un instante antes de interponerse entre Inu Yasha y Sesshoumaru que estaban a punto de herirse mutuamente y Naraku que con sus telas de araña pretendía atrapar a los dos al ver al moreno cambio de objetivo. Kouga golpeo con una patada el pecho de Sesshoumaru lanzándolo a metros de ellos, sin dejar salir un solo alarido… los ojos del tercer príncipe se veían opacos y sin vida como si no estuviera consciente, de sus labios hilos de sangre bajaban desde sus comisuras hasta su barbilla y descendiendo al suelo gota a gota.

–¿Qué demonios? –murmuro viéndolo.

Los gruñidos a su espalda lo hicieron voltear dándose cuenta que Inu Yasha había sido atrapado por las telas de arañas de Onigumo, no obstante la criatura que rodeaba a Inu Yasha deshacía poco a poco las telas que eran rápidamente remplazadas cubriéndolo más.

–detente Inu Yasha –dijo el rey de Minni.

–¡déjalo! –grito Kouga con la intención de atacar a Naraku, pero tuvo que esquivar el ataque de Sesshoumaru –demonios ¡No molestes!

El golpe esta vez fue esquivado y las garras de Sesshoumaru hirieron a Kouga.

–…Inu…Yasha… –salió de los labios de Sesshoumaru.

Soldados de Babil comenzaron a llegar a la ciudad alertando al rey de Minni, si esto seguía así…

Onigumo apretó las telas de arañas con mayor fuerza en un intento de dejar inconsciente a Inu Yasha sacando de su garganta un fuerte gruñido. Las vistas de Sesshoumaru y Kouga viajaron a Inu Yasha. Ambos corrieron hacía él. Kouga volvió a usar las garras hechas de la cala de conchas produciendo un dolor sofocante en Inu Yasha, con ellas corto las telas de arañas liberándolo, pero el golpe de Sesshoumaru lo lanzo cerca de Naraku.

–¡deshazlo! –le grito el rey de Minni y el obedeció al ver el dolor de Inu Yasha.

Sesshoumaru estaba dándole la espalda a Inu Yasha cuando su brazo izquierdo fue arrancado de golpe por el ave y su pecho atravesado por la mano de Inu Yasha.

–Inu… Yasha…

Ante los ojos impactados de Kouga, Naraku y los soldados que habían llegado el cuerpo de Sesshoumaru cayó. El olor de la sangre de Sesshoumaru invadió las fosas nasales de Inu Yasha haciéndolo reaccionar. Miro el rededor viendo la destrucción, los cuerpos y al ver sus manos que estaban completamente ensangrentadas lo vio… Sesshoumaru estaba a sus pies… el brazo izquierdo había sido arrancado más arriba del codo y su pecho estaba perforado, no había duda alguna quien lo había hecho. Su respiración se agito temblando dio un paso atrás, no escucho que Kouga lo llamaba, ni lo que decían los soldados o Naraku, le dolía respirar, sus ojos se anegaron su garganta se apretó quemándole, temblaba mientras trataba de acercar sus manos al cuerpo de Sesshoumaru cayendo hincado a su lado con mano temblorosa retiro el cabello del rostro, los labios rojos por la sangre estaban entre abiertos y parecía dormir, pero no respiraba y la tierra estaba mojada de su sangre… una flecha cayó en el hombro de Inu Yasha que acaricio la mejilla de quien su mente no concebía la imagen que veía. Al sentir el impacto de la flecha un susurro se escapó de su apretada garganta.

–Sessh… –el dolor le decía que no estaba soñando…

–ve por él –le dijo Onigumo a Kouga dándose la vuelta a quienes habían disparado las flechas.

Una tras otra eran lanzadas. Kouga corrió a Inu Yasha y Onigumo con las telas de arañas hacia una muralla de protección. Kouga al estar cerca escucho el lastimero llanto que llamaba por el tercer príncipe de las tierras de Hitit. Gruyas de papel encendidas comenzaron a caer prendiendo los alrededores. Kouga estaba a dos pasos de Inu Yasha cuando de la garganta de Inu Yasha salió un grito que produjo un viento como torrente botando a todos sin excepción.

La pantera acaricio el hombro de Inu Yasha que sostenía el cuerpo de Sesshoumaru entre sus brazos, las lágrimas recorrían silenciosas su camino chocando en la mejilla de quien estaba en sus brazos.

–Ookami –la voz apagada llamo desde donde estaba Inu Yasha.

Kouga se levantó viendo a quien seguía sosteniendo a Sesshoumaru, la serena expresión en el rostro húmedo por las lágrimas le recordó el rostro de quien había estado durmiendo en aquel ataúd de cristal.

–Yasha… –murmuro con cierto dolor.

–vamos a casa…

El suspiro de aquella voz hizo que Naraku volteara mirando con dolor a aquel que ya estaba arriba de la pantera y llevaba consigo el cuerpo de Sesshoumaru. No importaba que hiciera… siempre se iría de su lado.

–Kirara, vámonos –dijo acariciando su pelaje antes de que la pantera se elevara.

–Yasha.

La voz de Onigumo lo llamo suavemente y se detuvo encima de él. Los soldados estaban petrificados… la pantera bajo dejándolo al lado de Naraku que se arrodillo y Yasha tomo un poco del cabello de Onigumo.

–Yasha…

–ve por Ban –le dijo acariciando la cabeza del rey de Minni.

La mano de Onigumo tomo la de Yasha.

–acaso el alma de ese muchacho…

–dame la copa Onigumo y ven a mi hogar…

La copa de piedra fue entregada a Yasha. Naraku se puso de pie, telas de arañas tomaron la flecha y la retiraron usando la telas de araña como hilos coció la herida. En ese momento nada que hiciera lo beneficiaria y solo haría que tal vez perdiera la consciencia y ya se había dado cuenta que en ese estado no era capaz de detenerlo y menos ahora, vio el cuerpo del tercer príncipe…

Yasha se fue en la pantera de dos colas mientras Kouga corría dejando un remolino detrás de él.

–su majestad –hablo uno de sus hombres –¿Qué…?

–prepara a los hombres y evacuen… el magma va a subir… tienen hasta mañana o morirán aquí…

Su mirada permaneció en quien se alejaba. El recuerdo de las veces que vio a Yasha irse de la misma forma vino a su mente, pero ahora estaba enfadado, herido y aun así al ser un príncipe solo mostraba en su semblante calma aun cuando estaba seguro que deseaba matar a todos los que estaban ahí. No se dio cuenta cuando llego a su lado Miroku y había bajado del caballo.

–¿Qué ha pasado? –Pregunto sin recibir una respuesta real –¿Dónde está el príncipe Sesshoumaru?

Se puso frente a el rey de esa tierra que seguía mirando el cielo… bajo la vista al heredero de las tierras de Babil y miro donde antes estuviera Inu Yasha y el tercer príncipe. La mirada de Miroku siguió los ojos de Naraku y encontró algo que lo horrorizo, entremedio de un charco de sangre había un brazo Izquierdo con la marca de Ookami en la piel clara como la de Sesshoumaru.

–su alteza –uno de sus hombres se acercó a él contándole lo ocurrido –ese hombre se llevó el cuerpo del príncipe Sesshoumaru y el hombre moreno lo siguió.

La rabia creció en el interior de Miroku recordando la imagen de Inu Yasha, ese sujeto debía morir, sentencio en su mente apretando sus manos.

–¡tienen hasta mañana para irse de mis tierras! –dictó el rey de Minni comenzando a caminar a su palacio.

–espera…

–Miroku es mejor que obedezcas –dijo sintiendo el aire caliente venir desde donde estaba el rey –para mañana al amanecer quien este en estas tierras morirá…

Sin decir más desapareció como si fuese un simple espejismo. Miroku observo el lugar; niños, de todas edades, mujeres, ancianos, hombres y soldados todos estaban muertos como si una bestia los hubiera cazado solo por diversión apretó el bastón con odio hacia quien era el culpable, ese sujeto había venido simplemente a destruir su mundo… Inu Yasha debía morir.    

 

 

Notas finales:

Cambie el monte Ogura por el Osore por el hecho de que el monte Osore tiene que ver con la entrada al inframundo y significa monte del miedo que le viene más a de donde vendría Onigumo n.n

de alguna manera siento que me ban a odiar X.X


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