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A los pies del heredero. por Cam Rams

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El tiempo pasaba mientras iba de un país a otro estando con los espíritus… reía y era feliz aun cuando discutía a menudo con Inugami que  tendía a hacerlo practicar y la terquedad con su altives hacía que muchas veces no quisiera escucharlo. Poco a poco aprendió de los hechizos, Ookami se enfadaba cada vez más provocando que los temblores fueran más frecuentes… por eso obligaron a Yasha a idear algo para controlarlo por si se volvía loco… cuando por fin termino el collar con el que podría sellar los poderes de Ookami al transferirlo a otro le dijo al espíritu de la tierra lo que eso significaría él sería lastimado sin poder evitarlo perdería la mitad de su vida y Ookami sería solo un humano… con el miedo de lastimar a Yasha uso más auto control.


Yasha comenzó a hacer que los espíritus se juntaran con él en un punto neutral, solo unas horas cierto día para que el espíritu de la muerte no se tratara de apoderar de sus tierras abandonadas aun cuando en su mayoría era solo discusiones y Banryu a veces no podía ir, salir de sus tierras sin que los humanos lo detectaran siendo un gran dragón era muy difícil. Onigumo opto por simplemente salir, era el rey, Ookami salía sin que nadie se diera cuenta y Inugami no le importaba si lo veían. Ya era habitual que Inugami lo fuera a buscar donde estuviera y lo dejara donde tendría que quedarse durante una temporada.


Ookami aun cuando podía controlarse más, los celos le remordían el alma y más al Yasha hablar de Inugami, un día cuando Inugami fue a buscarlo Ookami lo sujeto jalándolo a él y besándolo sorprendiéndolo a quien estaba paralizado. Inugami empujo con un fuerte viento a Ookami separándolo del sacerdote de los espíritus y se lo llevo sin decir una palabra.


En esa oportunidad por más de dos semanas no le hablo tras dejarlo en el palacio que construyo para que Yasha se quedara el tiempo que debía estar incluso tenía sirvientes para que lo atendieran como era debido, aun cuando se quedaba a ver las prácticas de Yasha no se acercaba o le decía nada, hasta que Yasha cayo colapsado. Cuando despertó, Inugami le contó que había dormido por tres días y se fue sin más. Tenía un paño en la frente y estaba cubierto por el manto que él le había hecho, en la habitación que daba hacia la torre donde estaba la sacerdotisa del viento, ya la reconocía como su habitación. Pero aun así Yasha sentía distante a Inugami más de lo que usualmente era. Iba estaba con él mientras estaba o se hacía el dormido y si mostraba cualquier señal que estaba despertando comenzaba su retirada diciéndole donde estaba la comida y la medicina… cuando completo un mes de estar así la paciencia de Yasha se acabó, su cansancio había desaparecido.


El día le dio paso a la noche y desde el balcón comenzaba a ingresar Inugami, el paso ligero casi no le dejaba escuchar que se acercaba a él, una suave brisa toco su frente antes de sentir la suavidad de unos dedos que cuando se iban a alejar los sostuvo mirando al propietario de estos.


–¿hasta cuándo seguirás evadiendo estar conmigo en el día? –le reclamo a quien retiro su mano y sin decir nada se comenzó a retirar –¿a qué le tienes miedo que escapas?


Inugami se detuvo dándole una mala cara a Yasha.


–al menos aun me escuchas.


–eres de Ookami –murmuro Inugami casi tan suave que por poco no lo escucha.


–yo no soy de nadie –respondió.


Un viento fuerte entro revolviendo el cabello de Inugami que lo miraba con el entrecejo fruncido. Yasha tuvo que cubrirse por el vendaval viéndolo solo por entre sus brazos que cubrían su rostro, cuando sentía que Inugami se iría salto de la cama hacía él, pero no logro sujetarlo se quedó viendo al enorme perro que se alejaba a esa torre a la distancia. A la noche siguiente Inugami no vino. Yasha corrió a la torre fastidiado del comportamiento del espíritu y grito desde afuera.


–¡¡¡Inugami, me largo a Babil!!! ¡¡¡No tienes que molestarte en ir a buscarme o dejarme otra vez!!! ¡Adiós! –por algún motivo al decir esa palabra su garganta se apretó provocando que fuera más despacio.


Sus pasos lo alejaban y de alguna manera cada paso lo desilusionaba más ¿Qué esperaba? Cuando estuvo en la puerta de la ciudad dejo salir un suspiro pesado, no podía solo dejarlo así, pero si iba ahora donde Inugami lo más seguro era que le comenzara a gritar al espíritu, no sabía qué le había pasado o por qué estaba tan enojado.


–Olvídalo… –susurro dando el paso que lo dejaba fuera de la ciudad.


Un fuerte viento lo hizo retroceder el paso que había dado cubriéndose el rostro y pronto no sintió nada bajo sus pies conteniendo el aliento trato de moverse encontrándose sujetado, la calidez de un pecho en su espalda lo sobrecogió, el brazo alrededor de su cintura lo sujetaba con firmeza y cuidado, miro a quien lo llevaba…


–Inugami…


El espíritu no lo miro siquiera, pero su serio semblante de siempre parecía consternado por algún motivo quitándole cada reclamo que deseaba hacerle.


–no puedes irte –aseguró Inugami.


–tú no estás dispuesto a enseñarme o solo estar en el mismo espacio que yo, entonces…


Sus pies tocaron el balcón y en ese mismo segundo fue empujado contra una muralla aplastando su pecho y cara contra ella, sus manos habían sido sujetadas a sus costados por las manos de Inugami que no dejaba que se moviera posando su peso en él.


–si eres de Ookami ningún otro espíritu debe tocarte… eres así de ignorante niño –le susurro con voz molesta.


–ya te dije que no soy de nadie –refuto casi en un gruñido por la molestia y por la presión.


Inugami lo volteo sujetando sus manos arriba de su cabeza, viendo la mirada de molestia del segundo príncipe de Egit.


–Lo dejaste que te besara –el pulgar de la mano libre de Inugami acaricio el labio inferior de Yasha.


–eso…


–dejas que cualquiera te bese –dijo molestándolo ninguna de esas palabras había sido una pregunta lo daba por sentado.


–¡¿Quién te crees?! ¡Suéltame! –hizo fuerza aun cuando sabía que era inútil su fuerza era muy por debajo de los espíritus, pero no dejaría de pelear.


–entonces ¿Por qué?


La pregunta con la mirada de enfado lo freno fue soltado e Inugami dio un paso atrás e inconscientemente Yasha lo sostuvo del brazo.


–no sé por qué lo hizo Ookami, pero esa fue la primera vez… yo no…


No sabía por qué le estaba explicando a Inugami, pero solo no podía dejarlo ir.


Su brazo fue jalado cortando la distancia que tenían en un abrazo, sintió como su corazón golpeaba su pecho, no entendía si era por el repentino movimiento o por lo que estaba haciendo Inugami que lo abrazaba estrechamente, su mano atrapada entre sus pechos sentía los latidos del espíritu que aun ritmo acelerado golpeaba provocando que el nerviosismo creciera en él.


–entonces se mío –el ronco susurro lo estremeció parecía como si esas palabras hubieran forzado su garganta dejándolo libre solo tomando sus manos a sus costados.


Yasha alzo la vista topándose con los ojos del espíritu, aun se sentía confundido cuando sintió el aliento del espíritu acariciar sus labios, sus labios temblaron y sus mejillas hormigueaban, lentamente Inugami se acercó provocando una corriente cada vez que rozaba los labios de Yasha, pero sin besarlo realmente.


–dime Yasha tu deseo y lo concederé… poder, este mundo…


–no quiero eso…


Ambas voces eran silentes solo escuchadas por ellos, Inugami atrajo el cuerpo de Yasha a él soltando sus manos, pero Yasha no hizo nada para alejarse estaba hipnotizado con esos ojos que lo veían con un deseo que solo hacía más difícil para él entender realmente que estaba pasando.


–¿entonces?


–yo solo quiero que todos vivan en paz… yo…


–¿Qué puedo darte para que seas mío? –Inugami junto su frente con la Yasha cerrando un momento los ojos.


–no entiendo…


–olvídalo –termino por susurrar en un siseo alejándose, pero Yasha lo rodeo con sus brazos.


–no… no quiero que te vayas otra vez… –murmuro avergonzado de lo que estaba haciendo.


–mírame –pidió sorprendido.


–no, tengo vergüenza… –reclamo Yasha.


–Yasha… mírame –susurro en su oído sintiendo como se encogía el adolecente.


Solo dejo que alzara la cara a su ritmo y cuando pudo ver los labios de Yasha se apodero de ellos sintiendo el brinco del joven pero no se detuvo, la muralla volvió a sentir la espalda de Yasha de nueva cuenta. El beso hambriento de Inugami le quitaba el aliento tragando pequeñas bocanadas cada vez que sus bocas se alejaban un poco siendo insuficiente, la vergüenza y el calor que crecían en su interior lo hacían temblar debilitando sus piernas, los brazos de Inugami lo sostuvieron contra él sin dejarlo que se alejara de aquel beso, una de las manos de Inugami bajo desde la cintura al trasero de Yasha acercando sus caderas sintiendo el brinco del chico que dejo salir un sonidito entre sus labios.


Esa noche se dejaron llevar por la pasión y cada encuentro no era más que un arranque de pasión sin nombrar lo que eran, pero para los espíritus era claro que Inugami lo veía como suyo, sin una ceremonia, sin una marca Yasha aun podía elegir a alguien más. El tiempo pasaba, sin mayores novedades y Yasha iba y venía como siempre comenzando a transcurrir los años. Yasha ya tenía 19 cuando pudo por fin lograr crear la esfera para Banryu, aunque aun no era muy poderoso como para desaparecer de sus quemaduras era lo suficiente para arreglar un hechizo de cambio de apariencia.


Cuando ese año fue donde Onigumo este le dijo:


–Inugami solo está jugando contigo.


–… Onigumo… eso…


–si no es así ¿Por qué no ha hecho la ceremonia para que seas suyo? ¿Por qué ni siquiera te ha marcado? –estaba cabreado.


–yo…


No sabía que decir ante eso y solo callaba, los espíritus podían reclamar a un humano como suyo ante los dioses por medio de una ceremonia o por una marca personal, pero Inugami nunca le hablo de ello o le dijo que deseara eso. Onigumo al darse cuenta de su mirada solo resoplaba y traía la cabeza de Yasha a su hombro y le susurraba que él siempre estaría de su lado, teniendo solo de respuesta una sonrisa de Yasha. Ese rey había cambiado su forma tan bruta para castigar a su gente solo para hacerlo feliz a él.


El paisaje de los países cambio habiendo más vegetación en ellos y sus tierras siendo más fértiles, el agua fluía en todos los países, ya había aprendido a sanar sus heridas he incluso sus cicatrices pues el vínculo con los espíritus había crecido al él volverse más fuerte y como muestra de ello estaba el ave que creo de los elementos de los espíritus, todos adoraban al sacerdote de los espíritus que velaba por su bien. Antes de finalizar el año el padre de Yasha murió siendo envenenado, fue dicho que fue uno de los eunucos y este fue decapitado, su hermano subió al trono al día siguiente y se encargó de todo…


La noticia le fue dicha por Ookami cuando se juntaron con todos los espíritus ya que él estaba con Inugami, todos lo contuvieron y así él se fue con Ookami para atender el velorio de su padre…


Yasha muchas veces tuvo que persuadir a su hermano que deseaba expandir el territorio, por suerte los senadores estaban con él y lograba hacerlo entender. Los años pasaron y a diferencia de los humanos normales Yasha no envejecía. El pelo de su hermano ya estaba volviéndose cano cuando ocurrió la desgracia.


Por un mensajero de Ookami supo que su hermano estaba llevando soldados a la frontera de Egit y Hitit, estando él en las tierras de Onigumo no perdió tiempo y en Kirara fue de inmediato enviando un mensaje a los demás espíritus pidiendo ayuda para detener a su hermano. Jamás creyó lo que vería: Ookami estaba herido y trataba de levantarse, cuerpos estaban por todos lados, unos mal heridos y otros muertos. Su hermano se apoyaba en su espada mal herido cuando Inugami iba a atacar otra vez.


–¡¡Espera!! –grito Yasha deteniéndolo bajo a metros de él interponiéndose entre él y su hermano –está mal herido ya no puede hacer nada.


–volverá a intentarlo solo es escoria –sentencio con rencor –muévete.


–es mi hermano… –sintió una espada en su cuello desde atrás –hermano…


–dame la bebida de la inmortalidad y lo dejare ir –escucho desde atrás la voz de su hermano.


–¿bebida de la inmortalidad? ¿de qué…?


La espada de Inugami atravesó el pecho de Yasha atravesando el de su hermano.


–está herida no te matara pero así puedo deshacerme de esa escoria.


A lo lejos escucho el grito de los otros espíritus sintió como espadas los sentimientos de los espíritus lo atravesaran, el peso del cuerpo de su hermano lo hizo arrodillarse e Inugami cayo con él.


–rápido, di el conjuro ¿Qué esperas? –susurro Inugami aun sujetando la espada.


–… hermano… –susurro comenzando a llorar, su hermano le había susurrado algo…


Él sabía que las palabras de un moribundo eran la peor maldición.


–… séllame… o matare a todos… no me llames… hasta que vuelva solo o no podré escapar de esto… –murmuro tan bajo que solo Inugami y Ookami fueron capaces de escuchar.


Onigumo y Banryu corrían pero eran detenidos por Kirara y por el ave de Yasha haciéndolos retroceder. Ookami quiso detener a Inugami, pero un torrente lo alejo.


–te esperare… –entre las lágrimas Yasha le ofreció una sonrisa.


       – ¿de qué me sirve esta bebida de la inmortalidad a mí, ahora que nunca nos volveremos a vernos de nuevo y gasto mis días derramando las suficientes lagrimas para flotar sobre su estela?


La clara voz del espíritu ahora temblaba suavemente mirando el rostro de Yasha.


Con mi poder y mi arco, debería poder abatir al dragón y obtener la gema de su cuello… –el pecho de Baryu golpeo, su garganta se cerró de golpe acallando un grito, su pierna dolió haciéndolo caer, preocupado miro a la dirección donde estaba Yasha, dagas se formaron arriba de su cabeza estaba dispuesto a atacar a Inugami pero cayó cuando el dolor se volvió más fuerte.


Pensé que era real, pero cuando observe de cerca, no era más que una rama enjoyada adornada con palabras.


La rama que contenía las perlas de los espíritus y la creada por Yasha, coronaba la cabeza de Yasha incrustándose en su frente haciendo que los puños de Yasha se apretaran. Inugami aun sostenía la espada que atravesaba el pecho de Yasha, aun lo miraba dejando salir más de un titubeo antes de continuar. 


Ahora que he obtenido prenda que no ardera en las llamas inmortales de mi amor, mis mangas se secarán de mis lágrimas melancólicas, y hoy podré verte de nuevo…


El dolor que sintió en su brazo fue como si estuvieran destrozando sus huesos mientras se quemaba poco a poco su piel, pero no se detuvo.


Sabiendo que este traje ardería sin sufrir un rasguño, no hubiera dudado de su veracidad; en vez de colocarlo entre llamas, hubiera pasado mis días admirándolo.


Los gritos de los espíritus a su alrededor solo caían en oídos sordos. Yasha no podía dejar de mirar aquellos ojos que parecían apagarse con cada palabra dicha y aun así parecía a punto de llorar.


Hacía tiempo que no te pasabas; ¿Es cierto que espero la concha del molusco absolvedor en vano, igual que no hay plantas ni caparazones en la cala que evitan hasta las olas?


Un gruñido de parte de Ookami le informo del dolor antes que él mismo lo sintiera como compartía el dolor de los demás. La pregunta dicha por Inugami lo hizo sonreír… el espíritu más poderoso, líder de los otros le temía al vaivén de las emociones por eso se escudaba en los silencios.


Pensé que la copa de piedra estaría alumbrada por la virtud de Buda, pero ni siquiera veo el brillo que tiene la hierba bañada por el rocío.


Onigumo cayó provocando la tierra se quemara bajo él.


Aquel poema que jamás había escuchado le dejaba saber muchas cosas de aquel que estaba frente a él, tal vez para nadie más que para él tuviese significado, pero aunque lo hacía feliz también lo lastimaban ¿Por qué ahora que era el final?…


–¿Qué has visto realmente en el monte Osore?


¿Por qué le hablaba de su amor cuando ya no podrían estar más juntos? ¿Por qué tenía que decirle con esas palabras lo importante que era para él y lo absurdo que sentía el mundo sin él?


–… ahora que ha llegado el momento de ponerme la prenda de plumas celestiales y despedirme del mundo terrenal echo de menos tu presencia y sufro…


… decirle cuanto iba a sufrir por esto que él le pidió hacer… ¿Por qué tenían que sufrir?


Las lágrimas de Yasha se mezclaron con su propia sangre mientras trataba de decirle algo a Inugami pero su voz no salía. Con un murmullo desde la sangre de Yasha una ligera tela apareció, Inugami retiro la espada viendo flotar la tela que se posó en el pecho de Yasha desapareciendo la herida. Los ojos de Yasha aun miraban a Inugami cuando él lo sostuvo para que no cayera al suelo, pero sus latidos ya no estaban, el brillo en la mirada se había perdido y el calor de su cuerpo solo seguía desapareciendo… Inugami cerró los ojos de quien estaba entre sus brazos dejándolo en el suelo se levantó tapando la boca de Ookami que al igual que los otros le gritaban, pero Ookami iba a decir el nombre de Yasha.


–ninguno de nosotros puede llamarlo, hasta que su alma nos perdone porque una parte de ustedes al igual que yo lo deseaba muerto para ser libre –soltó a Ookami.


Nadie fue capaz de decir nada pues a su manera y aun si deseaban que se levantara y aquel dolor que sentían era genuino una parte de ellos sentía alivio, pues no tendrían que compartirlo, no lo verían irse sabiendo que su corazón no era de ellos, por eso solo pudieron callar ante esas palabras.


–aun si lo hiciste por la maldición que tuvo antes de morir y nos maldijo a nosotros a sufrir su perdida… yo no lo haré –dijo Ookami – yo no deseaba que fuera más que un simple humano… que viviera tranquilamente. Mi alma dormirá hasta que él vuelva… estaré en quien este a su lado y no lo dejare jamás.


La marca de su brazo se había borrado, tomo la cala apretándola y esta se volvió en garras. Cada artículo hecho por Yasha podía usarse para defenderse o atacar todo dependía de lo que deseara su dueño. Con esas garras Ookami atravesó su propio pecho estrujando su corazón hasta destruirlo.


Inugami miraba estupefacto lo que había hecho ese espíritu de la tierra…


–abandonas a tus tierras y a los humanos por él…


Inugami no escucho los reclamos de los otros se transformó en un perro gigantesco y miro hacia la ciudad de Egit “yo solo quiero que todos vivan en paz” dirigió su camino a aquellas tierras…


–que yo sea su imagen y que mi voz sea la suya –murmuro cambiando su apariencia por la de Yasha entrando en el palacio y diciéndoles que se fueran.


–el espíritu de la muerte pronto vendrá, Ookami se ha ido y estás tierras morirán –viendo el miedo en los ojos de las personas se comenzó a retirar –en tres días váyanse… al quinto llegara el padre del obelisco, el que todo lo convierte en muerte y sepulta bajo la arena.


Sin escuchar o decir nada más se fue a sus tierras, se vio seguido por Kirara que le araño la mejilla y sus rugidos parecían reclamos y llanto.


–es mejor que también duermas a esperar a tu amo, así no sufrirás –toco la frente de la pantera y esta se convirtió en piedra y de sus frente una perla luminosa salió.


Su mejilla sangraba, pero ni siquiera la limpio, camino hacia un lugar entre los árboles donde iban cada vez después de entrenar, aquel hermoso paisaje que Yasha había hecho para él, una laguna a la distancia que parecía un espejo del cielo, rodeado por un campo de muchas flores y un gran árbol cerca que era donde siempre se sentaba bajo su sombra, pero lo que fue hermoso para él ahora parecía tan insípido, quiso llamarlo pero clavo sus garras en sus palmas y regreso sus pasos al palacio, pero aquella habitación solo le traía los recuerdos hiriéndolo más, yendo a la torre y mandando a la sacerdotisa al palacio…


 


Sesshoumaru se levantó su cabeza le dolía, miro a su alrededor y no vio más que un hermoso paisaje, era con aquel que soñaba a menudo cuando lograba conciliar el sueño que rara vez podía, sin embargo justo ahora lo sentía vacío, su mirada buscaba a alguien sin descanso, no importaba cuanto buscaba no estaba y su garganta apretada estaba imposibilitada de gritar el nombre de esa persona, pero ¿Cuál era el nombre de esa persona? ¿a quién buscaba con tanto ahínco?


–aun no lo sabes –la voz de una mujer lo hizo voltear.


–¿Kagura?


La mujer sonrió orgullosa y el paisaje se movió con rapidez, mostrándole el día que la conoció y cada uno de sus momentos juntos…


–recuerdas que en un comienzo solo me tratabas como una princesa abandonada… casi no me hablabas más que para reñirme por salir sin escolta –dijo sonriendo.


–¿Qué está ocurriendo? –pregunto sin entender viendo los diferentes recuerdos.


Las imágenes mostraban cada vivencia que tuvo con ella y como con la franqueza que tenía esa orgullosa, pero amable princesa hizo que él la tomara como una amiga, su única amiga… hasta que el recuerdo llego a cuando ella le dijo sus sentimientos por otro hombre… no lo había engañado y no deseaba hacerlo, Sin embargo fue sincera y no creyó poder no hacerlo jamás. Sesshoumaru no la volvió a tocar como mujer aun si la llamaba y hablo con el hombre lo único que les podía dar era que estuvieran juntos en secreto, no obstante si eran descubiertos él no podría ayudarlos, si tenían pruebas… algunos años pasaron y vivían con tranquilidad, Rin había nacido y Sesshoumaru la trataba como a su hija y Kanna también… para todos Kagura era la mujer más amada de Sesshoumaru y él no mostraba lo contrario. El cumpleaños número dos de Rin el cual fue celebrado por el rey y donde se invitó a los parientes de la niña fue donde todo cambiaria…


–¿Qué es todo esto? –pregunto.


Aun si no amaba a Kagura le dolía ese recuerdo.


–tal como te niegas a recordar este día y te esmeras en solo recordar lo bueno –comenzó a decirle Kagura –te niegas a recordar a quien buscas… afróntalo cobarde –le dijo recibiendo una mala mirada del príncipe pero ella sonrió.


–recuerdo lo que paso… –apretó la mandíbula Sesshoumaru –Rasetsu guio a mi padre donde estabas con el padre de Rin, ustedes estaban copulando… con esa evidencia yo no podía hacer nada… aun si fueron drogados. El hecho de que estuviste con otro hombre a los ojos de todos y para la ley era…


–un pecado –termino ella –. No te culpo y agradezco que mi última vez haya sido con quien amaba y no con un desconocido. Solo lamente herirte y dejar a mi pequeña…


–ella se parece a ti –murmuro Sesshoumaru –va a los pies de la ciudad y ayuda a la gente…


–deja de cambiar el tema –se cruzó de brazos –no tengo mucho tiempo o no podré devolverte…


–¿de qué hablas?


–acepta tu pasado y tus sentimientos, acepta que tienes miedo…


–Kagura ¿de qué…?


–Sesshoumaru abre tu mente y acepta la verdad, como debes aceptar lo que te remuerde de estos recuerdos.


Sesshoumaru camino unos pasos para atrás y vio la expresión de Naraku cuando él tuvo que cortarle la cabeza a quienes lo habían traicionado como la ley lo demandaba, de los ojos de quien era el hermano de Kagura ni una sola lagrima se había escapado ninguna palabra o intento de salvarla o regañarla, nada, pero cuando la cabeza rodo y Sesshoumaru lo vio a él encontrándose con los ojos del rey de Minni, este sonrió como si le preguntara “¿estás bien?”


–a ese bastardo… quiero matarlo –dijo al fin sintiendo los brazos de su amiga.


–recuerda… Sesshoumaru debes recordar quien eres y responder ¿Quién deseas ser? –se alejó de él sonriéndole –pues te están esperando y yo no te dejare pasar al otro lado… no aun… quizás luego de unos cientos de años…


–¿Quién soy? –repitió sin entender y las imágenes se distorsionaron dándole un fuerte dolor de cabeza.


–debes recordar… no le temas a lo que sientes Sesshoumaru, todo, debes aceptarlo todo…


La voz de Kagura comenzó a sentirse más lejana y el dolor de cabeza cada vez más fuerte…  


–… no dejare que mueras Inugami…


Una suave y silente voz hizo que todo se detuviera.


Alzo la cabeza de apoco viendo la silueta de alguien que detrás de él tenía el sol evitando que pudiera verlo adecuadamente, y aun así, sabía que estaba sonriendo… estiro temblorosamente la mano como si tratara de alcanzarlo y temiera hacerlo, su pecho dolía y su garganta estaba apretada sin dejarlo decir nada… sin embargo en su mente un nombre apareció.


 


Yasha se dio cuenta de que de los ojos de Sesshoumaru caían lágrimas acariciando su mejilla retirándolas en una caricia.


–no dejare que mueras Inugami –susurro Yasha siendo visto por Kouga. Se levantó suspirando y miro a Ookami –Me comenzare a preparar, voy a traer a Inugami de regresó. Cuídale, si algo le pasa perderé la cordura…


–lo haré –fue la agotada respuesta de Kouga y miro con desprecio a Sesshoumaru.


–gracias… primero tengo que hacer unas cosas, luego traer el manto… –murmuro mientras salía de la cueva.


Al ver la espalda de Yasha no pudo evitar sentir como si se comenzara a vaciar su pecho poco a poco, sin poder evitarlo fue donde él abrazándolo con necesidad, sintiendo el calor de aquel cuerpo, su olor.


–Inu Yasha –murmuro frunciendo el entre cejo, lo extrañaba y el sentimiento confuso que tenía mezclado no hacía más que agobiarlo, las imágenes de la vida de Ookami, los recuerdos de su vida con Inu Yasha lo que había vivido en ese lugar y el rostro de aquel príncipe de Babil que lo había ayudado, su cabeza estaba hecha un lio y sentía que necesitaba a Inu Yasha más que nunca.


–no te equivoques Ookami –dijo con voz calmada –el alma de ese chico está a punto de desaparecer del interior de este cuerpo.


El pecho de Kouga se saltó unos latidos antes de golpear con dolor soltando el abrazo teniendo la imagen de la sonrisa de Inu Yasha. Volteó a Yasha mirándolo a los ojos con miedo de no encontrar nada de Inu Yasha en ellos.


–tú… deseas que él me haga desaparecer a mí ¿no es así?


La sonrisa de los labios de Yasha hizo temblar a Kouga no podía responder y solo pudo comenzar a soltarlo sintiéndose impotente. Pero en ese instante tuvo que abrazarlo y saltar esquivando un destello que tras golpear el suelo se regresó por donde vino.


–¡¿Quién demonios eres?! –gruño Kouga poniendo a Yasha detrás de él.


–¡oh! Lindo lobito debes calmarte –dijo con una sonrisa –¡auch! –se quejó al sentir la mordida del pequeño dragón de agua –solo estaba dando un saludo…


–Ban –murmuro Yasha y el dragón dio un pequeño brinco.


–si vengo de parte de él, soy Jakotsu…


–Ookami cálmate, si es amigo de Ban no es malo…


–¡¡nos atacó!! –apunto al recién llegado.


–todo estará bien –sonrió Yasha.


–¡¡Como quieras!! –les dio la espalda molesto Kouga.


El dragón de agua floto a donde estaba Yasha asiéndolo sonreír. Jakotsu se comenzó a acercar a ellos, pero de alguna manera tenía cierto recelo de quien parecía conversar con el dragoncito de agua sintiendo un escalofríos al sus ojos encontrarse.


–has traído la prenda celestial –estiro la mano Yasha.


–¿he? Realmente Ban solo me dijo que te ayudara y si estabas herido te diera… no sé cómo sacarlo… –dijo agitando la mano.


Yasha murmuro una palabra y de la mano de Jakotsu salió una ligera tela que voló hasta él y con ella fue a cubrir a Sesshoumaru a quien poco a poco las heridas comenzaron a curarse y de golpe la respiración que era casi nula volvió, pero seguía inconsciente. Salió de la cueva viendo a Ookami y a Jakotsu hablar… más bien a Jakotsu acosar a Ookami mientras un pequeño dragón mordía a Jakotsu. Suspirando comenzó a reunir energía.


–Beknu –llamo y el ave volvió a aparecer sorprendiendo a Jakotsu y preocupando a Kouga.


El ave agito sus alas y un fuerte torrente se liberó esparciendo y alejando la arena, obligándolos a cubrirse, el remolino hizo que Kouga tomara el brazo de Jakotsu y aferro sus pies a la tierra, el remolino se convirtió en tornado… los minutos se sintieron como horas al hacerse cada vez más grande hasta que ellos quedaron en el ojo del huracán creado por el ave de Yasha. De pronto la lluvia comenzó a mojarlos y el suelo bajo ellos que ahora estaba libre de arena era mojada por ella, Yasha apretó su herida haciendo que sangrara más, gotas de su sangre que se mezclaban con el agua de la lluvia cayeron a la tierra y como si se tratara de magia el verde pasto comenzó a crecer.


–Yasha.


La voz preocupada de Kouga lo hizo mirarlo pero solo le sonrió antes de comenzar a caminar mientras tarareaba una melodía que Kouga recordaba de su vida en la tierra, Yasha dejaba tras de sí un camino de pasto que con el agua de la lluvia se comenzaba a expandir, agachándose en algunos lugares ponía la mano en la tierra dejando que se empapara de su sangre y comenzaba a levantarla, de la tierra empezaba a salir una planta mientras seguía tarareando y susurraba un hechizo, la planta que él dejaba para ir a otro lado y hacer lo mismo se comenzó a transformar en robusto árbol. Para cuando era el atardecer Yasha cayo de rodillas siendo socorrido por Kouga.


–Ookami… –susurro agotado.


–es Kouga… aun si acepto que tengo algo que ver con quien tu llamas… mi nombre es Kouga.


–bien… Kouga… –dijo dejando que lo ayudara a entrar a la cueva y apoyándose en la muralla al lado de Sesshoumaru sonrió al verlo dormir y él mismo cerro los ojos.


Jakotsu estaba maravillado, sorprendido, pero por alguna razón no era capaz de decir ni una palabra, solo miraba como lo hacía Kouga a ese chico que agotado dormitaba.        


 


Las tropas de diversos ciudades pequeñas de los alrededores de Hitit, antiguos vasallos del país alzaban armas contra el rey pidiéndole que ejecutara al príncipe Sesshoumaru y aquel consejero o destruirían la ciudad e irían tras ellos como los nuevos señores de esas tierras.


Taisho movió sus tropas a las murallas de la ciudad esperando a que su segundo mensaje encontrara a Sesshoumaru… lucharía por esas tierras aun si su vida se fuera en ese momento. Miro como cada vez llegaban más soldados a las filas enemigas.


–padre –la voz de Kageromaru lo hizo voltear a verlo.


El cuerpo de su segundo hijo era débil y jamás tendría descendencia, pero su mente ágil compensaba en mucho sus falencias.


–¿Cómo ves el panorama? –le pregunto su padre.


–la salida más rápida y fácil sin tener bajas la conoces padre, pero la posibilidad de ganar esta batalla es posible pero tendremos muchas bajas.


–hay alguna manera de disminuir las bajas –dijo no como pregunta sino para hacer pensar de nuevo a su hijo.


–la hay –aseguró –pero debes entender rey padre que si no les damos lo que nos están pidiendo otros vendrán, porque le temen a Sesshoumaru y a quien ha causado destrozos en los grandes países. Estos también pedirán cuentas si los sigues apoyando…


–hasta que estas tierras caigan las protegeré, si Sesshoumaru cae estas tierras morirán más rápido de lo que lo están haciendo… – el rey suspiro pesadamente y miro a su hijo –ayuda a la gente a evacuar la ciudad hacia la ciudadela imperial, en el peor de los casos haré que entren en la ciudad…


–como ordene rey padre –hizo una reverencia –en el camino preparare las trampas de la ciudad –dijo volteando tras ver el asentimiento de su padre.


Taisho miro la lejanía de sus tierras rogando Sesshoumaru volviera lo antes posible, aun si en su interior sentía una opresión desde lo que le había dicho Izayoi… suspiro susurrando su nombre como si fuera su último aliento tratando de dejar que se fuera con ello el dolor que sentía.


 


Una sombra se escabullía por las partes oscuras del palacio de Sesshoumaru haciendo caer a uno y otro guardia cerca de donde pasaba dejando los cuerpos escondidos hasta llagar a los establos donde con una flecha que tenía la punta envuelta en un paño empapado de aceite fue encendido y lanzado prendiendo el heno haciendo que los caballos relincharan y corrió antes de que alguien viniera.


Hakudoshi escucho un grito desconocido que alertaba de fuego, corrió avisando a unos cuantos sirvientes y les ordeno a los guardias que quedaron del llamado del rey que cuidaran a Rin yendo a la dirección cuando llego lo primero que vio fue las llamas que se extendían con rapidez por el heno y la estructuras de maderas, los relinchos de los caballos lo hicieron correr a ellos entrando al establo tratando de soltar a los caballos que despavoridos jalaban las cuerdas entre las llamas. Los otros sirvientes ya estaban acarreando agua y lanzándola a los establos.


Hakudoshi salió tomando la espada de uno de los guardias que lo habían acompañado y volvió a entrar cortando las cuerdas de los caballos que corrieron fuera apenas se vieron sueltos. Rápidamente fue a los otros establos, la túnica corta comenzó a quemarse al igual que su cabello, cuando soltó al último sintió el crujiente sonido de las vigas de maderas que estaban pronto a ceder corrió hacia la salida escuchando como todo estaba cayendo a sus espalda hasta que estuvo cerca y sintió que algo golpeo su espalda antes de caer al suelo haciéndolo arrodillarse uno de los sirvientes lo vio caer y entro a socorrerlo cubriéndolo con una tela empapada ayudándolo a pararse y salir. Cuando le quitaron la tela su cabello estaba quemado quedándole corto y dejando solo algunos mechones largos, y en la espalda una marca de quemadura.


Hakudoshi miro a su alrededor a las personas que vinieron con él y no vio a nadie que él no hubiera traído eso era demasiado extraño para él ¿Quién había gritado?


Corrió de regreso a la mansión olvidando sus quemaduras y el dolor que estas le causaban. Al llegar los guardias estaban muertos y no se veía a Rin por ningún lado. Entro al palacio y vio a la aya de Rin herida en la espalda y aun murmuraba con débil voz “salven a la princesa”


Hakudoshi desplego a los que estaban con él, los sirvientes y guardias que estaban en el palacio estaban muertos, no se veía ni las concubinas o Jaken por ningún lado, era imposible que esto fuera hecho por una sola persona, era imposible que nadie se diera cuenta de que entraron… esto significaba que alguien había traicionado a Sesshoumaru y perpetrado este plan. Su sangre burbujeo en ira, su hogar había sido destruido.


–¡¡Maldicion!! –grito colérico.


Reunió a los hombres que estaban y de uno de ellos escucho algo que lo helo, todos tenían piquetes como de un insecto, la imagen de las abejas de Kohaku vinieron a su cabeza con un piquete de esa abeja un adulto moriría dentro de unos minutos el nombre de alguien vino a él haciéndolo chistar con la lengua.


–¡¡busquen en cada rincón del palacio e incluso de la ciudad si es necesario!! ¡¡La prioridad es encontrar y salvar a Rin!! ¡¡Muévanse!! –dio las ordenes sin dejar que nadie dijese lo contrario, todos sabían que ese chico era un príncipe, pero era por el hecho de que la perdida era la querida hija del tercer príncipe de esas tierras lo que hacía que solo obedecieran sin decir nada en absoluto.


Hakudoshi miro como se fueron todos, vio a Kaede que había muerto poco instantes después de que ellos entraran, no podían estar muy lejos si el culpable había usado a las abejas, pero estaba seguro que en esto estaban las manos de aquella mujer metidas, corrió sin detenerse donde debía estar la reina de ese país.


 


Kanna tenía abrazada a Rin en un palanquín, la niña sollozaba en su regazo aterrada y Kanna solo podía rogar que el dolor que venía no durara mucho tiempo.


Unos brazos las jalaron fuera lanzándolas. Kanna trato de proteger de la caída a Rin golpeándose ella la cabeza, con vista borrosa distinguió las siluetas de personas y de bultos en el suelo, el hedor le dijo lo que podían ser, le susurro a Rin que no abriera los ojos y que no se alejara de ella.


–¿Dónde está el espejo del abismo? –la voz que pregunto fue reconocida por Kanna como la que respondió.


–Aquí…


Su vista pudo volver a enfocar, viendo a Kikyou extendía su espejo y luego la miro a ella con desprecio antes de decirle.


–¿no lo viste en tus predicciones mi querida Kanna?


Kanna solo callo abrazando a Rin que lloraba aterrada de todo lo que había visto ese día y por desgracia Kanna sabía que no era lo único que iban a ver.


–¿Dónde está el espejo del espacio? –pregunto la reina.


Kanna no hablo y solo desvió la cara como si frente a ella solo hubiera cosas desagradables. La rabia de la reina deformo su rostro por un momento antes de que gritara.


–¡¡Háganla hablar!!


A fuerza alejaron a Rin de Kanna, la pequeña princesa gritaba desesperada mientras veía como tomaban a Kanna amarrándola y comenzando a golpearla gritándole que hablara, pero se negaba a hacerlo y en los pequeños lapsos que la dejaban le decía a Rin que todo estaba bien, aun si ella misma sabía que no era así. Estando en las manos de esa reina en el oscuro templo que tenía para el dios oscuro, rodeadas de cadáveres de becerros putrefactos, aun así le sonrió a Rin diciéndole que todo estaría bien.


 


Taisho miro a lo lejos como si ya supiera su destino… Kanna le había dicho que no saliera ¿era por esto? Jamás había creído tanto en las predicciones, pero los dioses eran crueles con los que los desafiaban…


–estamos condenados Sesshoumaru… no conoceremos la paz… –susurro con una triste sonrisa antes de endurecer la vista y ordenar –¡¡¡Hoy no soy su rey!!! ¡¡¡Solo soy un padre que desea salvar a sus hijos!!! ¡¡¡Quien desee ir con su familia y refugiarse!!! ¡¡¡Vayan!!! ¡¡¡No tendrán cargos ni sentencias!!! ¡¡¡Quien desee luchar!!! ¡¡¡Que tome un arco y su espada y luche!!! –nadie se alejó o se fue todos tomaron sus arcos mostrándoselos al rey, su número era menor, pero la valentía y el deseo de proteger a los suyos todos ellos lo entendían. Taisho inclino su cabeza ante sus hombres sorprendiéndolos a todos– ¡¡¡Hoy viviré o moriré con ustedes!!! –Taisho tomó un arco y preparándose para disparar dijo– ¡¡Preparen los arcos!! ¡¡Todos vayan a sus posiciones!! ¡¡Les mostraremos que no le tememos a nada!! ¡¡¡Protejamos aquello que amamos!!! ¡¡¡Hasta nuestra propia muerte!!!


Como rugido se escuchó la respuesta de los soldados del país de Hitit.


 


Byakuya volaba en su gruya sosteniendo un manto rojo como la sangre, pronto vería caer a ese país y todo en ese mundo a manos del príncipe heredero de Egit o a manos del espíritu del viento. Una sonrisa maliciosa apareció en su semblante apretando el manto.


 


Sango cabalgaba a lo que más podía el caballo siguiendo a la gruya que Byakuya le dijo lo llevaría a donde estaba su hermano mientras rogaba que estuviera bien y poder llegar a tiempo.


–espérame Kohaku, por favor mantente a salvo hasta mi llegada.


 


Akago no entendía a ese mocoso de Kohaku, a pesar de que él por cualquier motivo lo lastimaba, este jamás reclamaba y hacía sus tareas adecuadamente y en silencio. Ahora estando en la cantera sacaba los bloque de piedras a pulso junto otros con cincel y un rustico martillo, pero algo había comenzado a llamar su atención, aun si no tenía mucha expresividad en aquel rostro no era que fuese completamente inexpresivo y lo comenzó a encontrar interesante hasta el punto de molestarlo para ver qué pasaba. Ahora mismo estaba observando como trabajaba a unos tres metros de él, vio como inhalaba profundamente por la nariz y tragaba para exhalar por sus labios entre abiertos.


–si tienes sed ve por agua y vuelve –le ordeno seco mirándolo como este asentía y se iba, al percatarse de que sonreía volteo encontrando a dos de sus hombres viéndolo–si no tienen nada que hacer pónganse a trabajar.


Acataron la orden yendo hacia un costado de la muralla de piedra cerro los ojos un momento y la imagen de su hermano sonriendo ampliamente por ese chico y aunque no lo aceptara del todo ese silencio en ese chico le daba la sensación de calma, al verlo regresar se dio cuenta que la mirada vacía de Kohaku parecía suavizarse mientras caminaba hacia él, la misma mirada que le vio un par de veces cuando estaba cerca de Hakudoshi… “tan estúpido” pensó relajando su rostro lo más seguro era que estuviera pensando en Hakudoshi al mirarlo a él no se podía evitar eran hermanos y gemelos idénticos si no fuera que él se cortó el cabello estaba seguro que serían dos gotas de agua, el dolor en su pecho por eso lo hizo voltear la cara.


Kohaku llego a su lado y haciendo una pequeña reverencia extendió para Akago una copa de agua, los ojos de Akago se abrieron en sorpresa, todos los miraban y sin pensarlo dos veces pateo el pecho de Kohaku.


–¡¡¿Quién te crees?!! –le grito.


Kohaku cayo para atrás dando unos cuantos paso chocando con uno de los esclavos que estaba trabajando en la muralla teniendo el cincel clavado en la muralla el repentino golpe hizo que golpeara de mala manera el cincel provocando que la grieta se expandiera en la muralla de roca. Kohaku se levantó viendo a quien había empujado y lo ayudo a levantarse agachando su cabeza como disculpa.


–¡¡Azótenlo!! –grito Akago apuntando a Kohaku, el otro hombre se arrodillo en el suelo poniendo su cabeza en el suelo rogando a él no lo castigaran.


Kohaku miro el suelo como resignado a lo que le harían, pero cuando los soldados tomaron sus brazos escucho un sonido viniendo desde arriba…


 

Notas finales:

<3 <3


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