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Solo un poco confuso #5 KangTeuk por Chulixxx

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El tiempo pasó en un extraño estado de duermevela, los días desangrándose hasta que Dennis perdió el registro de cuántos días habían pasado desde que SungMin se fue. A veces comía cuando el personal del hotel no se hartaba de llamar a la puerta.

A veces se sintió enfermo, por estar tirado en la cama sintiendo lástima de sí mismo o viendo los pocos canales en inglés del televisor, y salió. Vagó por las calles sin rumbo, escuchando un lenguaje desconocido a su alrededor, hasta que su nariz estaba goteando y él se sentía tan frío por fuera como lo estaba en su interior.

Un par de veces se perdió, pero el GPS lo ayudó a encontrar su camino de regreso al hotel. Las dos mujeres del vestíbulo seguían disparándole miradas extrañas y susurrando en ruso entre ellas al verle.

Generalmente las ignoraba e iba directamente hacia su habitación, donde tomaba una larga ducha caliente -podría ser un miserable jodido deprimido, pero se negaba a apestar. Después de la ducha, iba a la cama.

A veces se masturbaba, tratando de deshacerse de la horrible necesidad permanente que lo carcomía por dentro. No funcionó, sin importar lo duro que se folló a sí mismo con el consolador. Después de todo, sólo se sentía más patético y vacío. Así que se metía debajo del edredón y no saldría de la cama hasta la mañana siguiente... muy tarde en la mañana.

Esa mañana no fue diferente a las otras.

Hasta que un golpe en la puerta interrumpió sus somnolientos pensamientos.

No se molestó en levantarse. Probablemente era el servicio. No tenía hambre.

Pero los golpes no pararon.

Cuando se hicieron más fuertes, suspiró, se arrastró fuera de la cama y se encaminó hacia la puerta, frotándose los ojos.

Abrió la puerta y se congeló, su aliento quedando atrapado en su garganta.

KangIn estaba de pie al otro lado, alto y más grande que la vida misma, con las manos en los bolsillos de su gruesa y oscura chaqueta. La mandíbula de este estaba en tensión, su rostro difícil de leer mientras que sus ojos oscuros lo recorrían completamente. Eso lo hizo notar que sólo vestía un par de bóxer gris.

- Luces horrible.

KangIn entró en la habitación y cerró la puerta.

- Gracias.

Dijo cuando encontró la voz. Sonaba áspera, como si le faltara uso. Ahora que lo pensaba, ¿Cuándo fue la última vez que había hablado con alguien?

Se cruzó de brazos, metiendo las manos bajo sus axilas para resistir el impulso, casi irresistible, de saltar sobre él y envolverse en él como un pulpo.

– ¿Qué haces aquí?

Su voz sonó hostil.

Los ojos del hombre se estrecharon. Se quitó la chaqueta y la arrojó al sillón.

- Estábamos preocupados. SungMin está desaparecido desde hace diez días.

Parpadeó.

- ¿Diez días?

KangIn se quedó viéndolo.

- ¿No lo sabías?

Con el ceño fruncido, negó con la cabeza. Sabía que SungMin había estado fuera por un tiempo, pero no le había parecido que fuera tanto.

Mierda.

¿Cuándo había perdido el contacto con la realidad?

- Tu padre estaba preocupado por ti. Ahora puedo ver por qué.

- ¿Papá te llamó?

Dijo aturdido.

- Sí. – dijo KangIn, acercándose. Tomó los hombros de Dennis con sus manos, apretando con fuerza. – ¿Qué carajo, Denny?

Respirando superficialmente, Dennis levantó la barbilla.

KangIn olía a invierno y a aire fresco, y a hombre.

Eso lo mareó, pero a la vez, su mente se sentía más aguda de lo que se había sentido en mucho tiempo. La habitación parecía más nítida y brillante.

Se sentía más como él mismo, como si hubiera estado durmiendo por mucho tiempo y de repente se despertará en este mundo extraño que no tenía mucho sentido.

- ¿Qué?

Dijo a la defensiva.

- ¿Qué? – KangIn repitió – ¿Has visto un espejo últimamente? Has perdido por lo menos 5 kilos.

¿Lo había hecho?

Se encogió de hombros.

- Estoy bien. Supongo que no soy un gran fan de la cocina rusa.

- Ni mierda.

Tomó su barbilla y obligándolo a mirarlo a los ojos. Sus dedos estaban helados.

- Denny. - dijo, más suave esta vez, con una extraña expresión en el rostro. – Soy yo. Háblame.

Dennis tragó, sintiéndose más patético que nunca.

Odiaba cómo KangIn seguía llamándolo Denny.

No se sentía como Denny.

Denny era alguien más feliz, alguien que pertenecía.

Denny le pertenecía a KangIn.

Él no era de KangIn.

Nunca lo había sido.

Miró hacia el otro.

- Regresa a Londres. Te lo dije: ya no tienes que preocuparte por mis estúpidos sentimientos. No soy tu preocupación.

La ira se dibujó en el rostro del mayor.

- ¿Sabes qué es una estupidez? Que pienses que no eres mi preocupación. Dejarás de preocuparme cuando me muera.

Se fulminaron con la vista mutuamente, respirando con dificultad.

- ¿Sabes lo que es realmente estúpido? – devolvió. – Que creas que quiero ser tu preocupación. Búscate un jodido cachorro si quieres algo que acaricie tu complejo de héroe. O mejor aún, ¡Llama a Arin! Así tendrás algo que cuidar. No me necesitas para que...

KangIn pegó sus bocas.

Fue tal shock para el sistema del rubio, luego de meses de nada, que un sonido lastimero escapó de su garganta. Sólo podía permanecer allí, intentando retenerlo mientras que KangIn tomaba, y tomaba, y tomaba, un beso sin restricciones, brutal, lleno de una necesidad ardiente.

Convirtió las rodillas del chico en gelatina. KangIn mordió su labio posesivamente, obligándolo a gemir, a inclinarse más cerca, a pedir más. Su sangre latía mientras que el hombre devoraba su boca con besos hambrientos, ásperos, y aún no podía creer completamente que esto estaba sucediendo, esperando por el golpe que seguro estaba por venir... porque KangIn se alejara, diciendo que fue un error y que no quería a Denny de ese modo.

Pero en cambio, el alto enroscó los dedos en su cabello y metió la lengua hasta la mitad de su garganta, besándolo brutalmente, su deseo inconfundible mientras que atraía las caderas de Denny contra su dura polla.

- Lo lamento.

El pelinegro dijo con voz ronca, mordisqueando a lo largo de la mandíbula del rubio, acariciando sus manos por la espalda de este y metiéndolas luego dentro de su bóxer para agarrar sus nalgas.

- Lo lamento.

Dijo, empujando a Denny hacia la cama.

Incluso a través de su mente aturdida por el deseo, Denny sabía porque se estaba disculpando: esto aún no significa nada.

Pero de momento, con el aroma y el cuerpo del hombre sobre su cuerpo, no era capaz de preocuparse por ello. Lo quería, lo quería, lo extrañaba... lo extrañaba tanto que quería meterse dentro de él o meterlo dentro de sí mismo, pegarlo a sí mismo.

Denny gimió cuando KangIn lo empujó hacia atrás en la cama y se arrastró sobre él, cubriendo su rostro y cuello con besos urgentes y húmedos, dejando chupones en su piel.

- Denny .

Su nombre sonando con veneración.

- Denny.

Dijo de nuevo, arrastrando sus labios entreabiertos por el pecho del menor.

- Denny.

Murmuró sobre el ombligo de Dennis, su voz gruesa y apenas reconocible.

- Bebé.

Mordió y lamió el hueso de la cadera de Denny, haciéndolo sacudirse y retorcerse bajo KangIn con suaves gemidos rotos. Ni siquiera se dio cuenta de que el mayor le quitó el bóxer notó que estaba desnudo cuando KangIn separó sus piernas y se detuvo para mirar la ingle de Denny.

Jadeante, se sintió ruborizar, temeroso de que KangIn se enfriara al ver su dura polla de cerca, en vivo y en directo.

Con las manos en los muslos del rubio, el otro miraba la polla con una expresión extraña, antes de desviar la mirada hacia los tonificados muslos de Denny.

Sus ojos oscuros se volvieron vidriosos. Se inclinó y mordió la cara interna del muslo de Dennis. Un sonido lamentable escapó de los labios del chico.

Dios. Estaba tan duro que dolía.

- KangIn. - graznó, girando sus caderas. - Por favor.

Los ojos del pelinegro se elevaron hacia el enrojecido rostro de Denny.

- Por favor, ¿qué?

- Fóllame.

Respondió buscando a ciegas el lubricante que guardaba en el cajón. Por algún golpe de suerte, sus inestables dedos lo encontraron. Lo dejó caer en la mano de KangIn.

- Fóllame.

Dijo de nuevo, mirándolo a los ojos.

 


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