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Cuando vayas a morir... por kozzha

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Notas del capitulo:

Waaaa!! mil disculpas por el atraso pero es que pues hay veces que la musa se va y a uno no lo invitan en sus viajes u.u  y pues por eso me atrasé jejeje.

Espero y sea de su agrado este capi y y me gustaría saber si el poema del inicio les gustó, pues una servidora lo escribió jejeje XD.

dejen muuuuchos reviews por fa!!!

besos

kozzha

 

 

A Esog.

Sonríe niño
que tu vida
es tan larga y divertida
como la de un Dios.

Ni ríes. Ni lloras;
que belleza.

Tan pulcro e inocente.

Tan puro y tan sucio.

Para todos temor,
para nadie descanso.

Tan tranquilo,
tan inquieto,
que perfecto.

Todo a la vez
y nada al instante.

Tan muerto como tu mismo nombre...
Dulce muerte.





Sus ojos amarillentos no despegaban la vista de aquel ser tan curioso que dormitaba frente a él. Su apariencia aniñada e inocente era tan incoherente a su forma de ser tan cruel que no podía entender como es que un Dios; si es que existía, podría crear a un ser como Esog. Es un demonio, pensó Eiri con rencor.

-No soy un demonio…-musitó la muerte sin abrir lo ojos, provocando un respingo en el joven escritor-y aunque no lo creas, Dios está orgulloso de mí.

El rubio lo ignoró enfurruñado, mientras se dedicaba a mirar el monótono paisaje que se vislumbraba por la ventanilla del tren, aquel paisaje blanco lo tenía tan hastiado.

-No te desesperes pequeño, el paisaje pronto cambiará- la muerte abrió los ojos, mostrándo cierto brillo. Eiri se removió incómodo en su asiento pues sabía perfectamente cuál sería la siguiente estación, la etapa más tormentosa de su vida; su adolescencia. Trató de disimular su inquietud para que el mocoso de Esog no se burlara de su vulnerabilidad-No tengas miedo...-le tranquilizó con voz queda-Kitasawa Yuki ya no podrá hacerte nada, bueno... por el momento-sonrió- ya que no te puedo asegurar que en el infierno no te lo encuentres.
-¿Infierno?-preguntó el escritor, dedicándoles una mirada de desconcierto al la pequeña muerte.

-¿No creeras que vaz hacia el paraíso?-arqueó la ceja-que criatura tan curiosa-comentó Esog.

-No me refería a eso...sólo que pensé que el infierno no existía-se justificó el rubio escritor.

-No es como ustedes los mortales lo describen o se imaginan.

-¿Como es ese lugar?

-Ni yo misma sé...

-Pero...

-De lo único que tengo conocimiento, es que no hay peor lugar para un alma pecadora que el infierno- interrumpió Esog a Yuki- una alma como la tuya...-los grandes ojos negros de la muerte miraron al escritor.

-Estoy consciente de que mi lugar es el infierno; como también estoy consciente de que merezco un castigo por privar de la vida a alguien-musitó cabizbajo.

-Si sabías las consecuencias de tus actos, ¿Por qué lo hiciste?

-Tenía que defenderme.

-Esa no es una razón para haberlo matado.

-¡El quería violarme!-vociferó Yuki, poniéndose de pie.

-No era razón-insisitó la muerte, pasiva. Eiri rechinó los dientes, colérico.

El tren se detuvo frente a un gran bosque. Esog se puso de pie de un salto e ignorando al rubio bajó del vehículo; aún furioso, el escritor imitó a la muerte, mirando de hito en hito el amplio bosque frente a él.

-Te dije que íbamos a cambiar de paisaje-comentó Esog. “ El bosque de la adolescencia” leyó Yuki de un gran letrero que colgaba de un árbol viejo-Bienvenido a la época más tormentosa de todo ser humano- Eiri guardó silencio.

Se adentraron al espeso bosque en donde el rubio escritor pudo percibir cierto olor a frescura a pesar de que la mayoría de los árboles estuvieran secos y el musgo fuera de un color morado. A unos cuantos metros más adelante, los áboles secos fueron reemplazados por cuevas de distintos tamaños.

-Pronto llegaremos a tu cueva-informó Esog.

-¿Cueva?

-Así es, esta faceta de la vida de un ser humano es aguardada en cuevas-comentó la muerte, sin detener su andar. Durtante el camino, Eiri se topó con las cuevas de sus abuelos paternos y la cueva de su madre, la cuál se encontraba muy desgastada y llena de telarañas. Usegui detuvo su andar en una cueva que tenía como nombre “Yuki Kitasawa”-No querrás entrar.-inquirió la pequeña muerte, Yuki no contestó-A pesar de todo el daño que te causó y aún sigues pensando en él.-lo miró con los ojos entrecerrados.

-Él fue mi primer amor pero...-acarició un extremo que sobresalía de la cueva-nunca pude entender el porqué de su actitud hacía mí...-miró con gesto doloroso a la cueva.

-Y nunca lo entenderás...-musitó la muerte-hay cosas que simplemente son carpichos de Azznarepze-suspiró el niño de mirada triste.

-¿Azz...azznarep...ze?-tartamudeó el escritor, confundido.

-Si, Azznarepze es una mocosa pedante y caprichosa-bufó Esog, sorprendiendo a Yuki por su drástico cambio de actitud al mencionar ese nombre- y lo peor es que se cree mejor que yo...¿Puedes creerlo?-comentó ceñudo Esog.

Yuki miró por el rabillo del ojo a la muerte, que tenía una gran puchero acentuando sus facciones añiñadas.

-Es mejor que ya no preguntes más de esa mocosa.-instó la muerte-Continuemos nuestro camino-se apresuró a decir mientras tomanba de la mano al rubio y lo alejaba de la cueva de su gran amor: Yuki Kitasawa.

Eiri vió como la cueva iba desapareciendo entre los árboles y troncos.

-Nos veremos pronto...Yuki....-murmuró el rubio.

Repentinamente el chico de rostro aniñado detuvo su andar. Frente a ellos estaba la cueva de la adolescencia del joven escritor. Esog entró a la cueva mientras que el rubio titubeó un poco.

-No seas cobarde, humano-se escuchó la voz con eco de la muerte. Lanzando un bufido, Usegui se adentró a la cueva en donde a tan sólo poner un pie dentro de ella, se iluminó y presentó la imágen de un jovencito de no más de 12 años llorando desconsoladamente mientras era señalado por varios chicos de su misma edad. El rubio apretó los puños.

-Al parecer eras muy llorón...-comentó Esog con su seca voz-sígeme-ordenó. El par se adentró más a la cueva, atravesando la escena de los chicos y Eiri llorando.

Se detuvieron frente a una imágen del escritor, quien estaba sentado en el piso abrazando sus piernas y mirando al vacío.

-¿Por qué todo mundo se burla de mí?-musitó el joven Eiri de 13 años-¿A caso es por mi apariencia de extranjero?, ¿Por mis ojos amarillos?...yo no me merezco esto...

-Pobrecillo...-comentó la muerte, atravesando la imágen pasada mientras que Eiri se tragaba un gran nudo que se le había formado en la graganta-No t atrases pequeño, que te puedes perder. Armándose de valor, el escritor siguió a Esog.

Presenciaron diferentes escenas de los 14 y 15 años del primogénito de los Usegui y ante esto el ánimo del espíritu del joven iba decayendo.

-Alto-dijo por fin Esog después de haber dejádo varios metros atrás la última escena de los 15 años de Eiri-Ahora comienza la parte emocionante de tu adolescencia-sonrió de tal manera que su rostro se desfiguró de una manera grotesca; el escritor sintió una ganas de golpearla pero se contuvo pues estaba consciente de las consecuencias. Miró a su alrededor, temeroso, pero nada ...ninguna imágen o escena de sus tormentosos 16 aparecía.

-¡Ya no quiero vivir aquí!-vociferó con exasperación una voz familiar para Eiri quien se giró hacia la dirección de donde provenía la voz. Ahí se encontraba Eiri acompañado de un joven de ojos turquesa y cabello rubio.

-Touma...-susurró el Eiri actual.

-Eiri-le llamó Touma, quien se incó frente al jovencito y tomaba su mano en forma de apoyo-ahora puedes huir...tú tienes el poder de decidir...¿que es lo que deseas?

-Deseo ir a Nueva York...ahí quiero rehacer mi vida.

-Tu deseo se hará realidad...-la escena se esfumó, dejando a un taciturno escritor y a una muerte muy atenta a las reacciones del joven.

Una imágen de Eiri y Touma en el aeropuerto de Nueva york se hizo presente en la cueva.

-Tendrás un profesor particular con él que vivirás en un departamento-comentó Seguchi-su nombre es Yuki Kitasawa y es maestro en letras inglesas, es un conocido mío, se que de agradará, Eiri-le acarició la cabeza de manera fraternal.

-Gracias, oni-san-sonrió el pequeño. La imágen se esfumó como todas las anteriores y Usegui comenzó a tensarse ante la nueva imágen que se abría ante su mirada.

-¡Yuki!-gritó un alegre jovencito rubio, quien corría por un parque en dirección a un árbol en donde se encontraba un hombre de 30 años aproximadamente y de cabello castaño-maestro...-dijo el niño, tomándo un poco de aire-por fin lo encuentro, ¿en donde ha estado? Lo he buscado por todas las librerías cercanas al centro.

-Sólo quise dar una vuelta por ahí para tomar aire-comentó el castaño, con voz pastosa.

-Me tenía preocupado profesor...-hizo un puchero el pequeño de cabellera rubia.

-Que tierno eres Eiri...-sonrió el castaño que se hacía llamar Yuki...

-¡Basta!-vociferó el escritor, tomándose la cabeza-Ya fue suficiente...

-¿Ya no quieres seguir?-preguntó con voz neutra la soez muerte.

-No...ya tuve suficiente...he tenido suficiente con estos recuerdos que aparecían cada vez que cerraba los ojos...ya no quiero volver a vivirlos...-se dejó caer sobre sus rodillas, temblando.

-Si vuelves sobre tus pasos te volverás un lamentable árbol seco...

-¿Que dices?

-¿No te fijaste en los áboles secos que adornan este peculiar bosque?-los ojos amarillentos del escritor lo mirarón con duda...-¿no pusiste atención en sus troncos?-el joven trató de recordar las carásterísticas de aquellos áboles, remembrando que en sus troncos se formaban rostros con rasgos de sufrir una lenta agonía...un escalofrío recorrió su espalda-“Los áboles que olvidan su pasado, están condenados a repetirlo”- Esog tomó la barbilla de Eiri-todo aquel que olvide o no quiera enfrentar sus recuerdos se vuelve un árbol más en este gran bosque u como castigo están condenado a vivir y revivir los momentos más dolorosos de su vida...¿eso es lo que deseas pequeño?-el rubio mordió su labio-al parecer ya estás echando raíz...-comentó con sorna la curiosa muerte.

Eiri miró sus rodillas que se encontraban ya incrustradas al suelo pastoso, de un salto se puso de pie, arrancando las raices qeu se habían formado en sus rodillas.

-Bien...-sonrió Esog, complacido-creo que es momento de continuar...













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