Era un típico y tedioso día en Aaa, el Dulce príncipe le gritaba a la mucama mentita para que le trajiera su ropa limpia, no soportaba el hecho de que alguien lo viera semi-desnudo, muchas veces se avergonzaba a sí mismo, no sólo por el hecho de que no tenía músculos, sinó que cada vez que la Reina Helada lo secuestraba y él no podía hacer nada se sentía inútil, cada vez que Gumball pensaba acerca de esto se solía deprimir y esta no sería la excepción, pero antes de que nuestro príncipe se deprimiera y comenzara a llorar llegó la mucama mentita con la ropa del príncipe para qué este dejara de gritar y armar tanto escándalo, pasaron un par de minutos y Gumball se vistió tan rápido cómo pudo y con una mirada más animada cogió el teléfono y llamo a un viejo amigo, quería que lo animaran y lo hicieran sentir mejor.
Marshall llevaba ya casi dos horas espiando al Dulce Príncipe, no sabía por qué pero cada vez que veía al Dulce Príncipe se ponía muy feliz, sin darse siquiera se había enamorado de esa goma rosada, pero sin importar que Marshall quería estar con el Dulce Príncipe y deseaba que él lo viera del mismo modo, Marshall había empezado a espiar Príncipe a su y comenzaba a notar varias cosas especiales acerca de él, pero no se alegraba al saberlo, comenzando que cuando el Dulce Príncipe salía de la ducha se cambiaba lo más rápido posible, pero mientras se vestía ponía una cara algo triste y preocupada, se preguntaba si su Príncipe no se quería a sí mismo o si estaba enfermo y segundo que cuando solía llamar a alguien posaba una mirada feliz y se emocionaba, Marshall se solía preguntar ¿Quién es? y ¿Por qué el Dulce Príncipe se ponía feliz al llamarlo?" pero decidió no darle mucha importancia en ese momento.
El Dulce Príncipe salió de su cuarto y llamo a la mucama mentita para que esta lo acompañara a planear el siguiente baile del Dulce Reino, lo que hizo que Marshall aprovechara el momento para entrar a escondidas al cuarto del Dulce Príncipe y ver que podía tener para que este aprovechara, Marshall empezó a ver fotos qué habían en un álbum, en esta se encontró fotos de el con muchos otros príncipes, pero casi en todas las fotos salía haciendo la misma cara aburrida y sería, menos en una. Al volver a dejar ese álbum donde estaba vio otro libro, el cual tenía una cerradura, esta parecía un diario, pero se veía en el papeles dentro, podrían llegar a ser fotos o cartas, la curiosidad de Marshall empezaba a tener un límite y las ansias le comenzaban a ganar, pero si abría a la fuerza el libro rompería la cerradura y el Dulce Príncipe sabría que alguien estuvo allí y se volvería un problema volver a espiarlo, busco una pinza tan rápido como pudo, pero no encontró nada con que abrirlo.
-¿Por qué Gumball no tiene nada afilado?- Marshall dio un suspiro y siguió buscando, hasta que en un cajón encontró el teléfono del Príncipe y vio la luz de este parpadear. –un mensaje…- Marshall se preguntaba si debía o no ver el mensaje, la curiosidad lo mataba, hasta que una vos dijo –Mentita voy a estar en mi habitación, llámame si falta algún preparativo para el baile real- en ese instante Marshall quedo petrificado, no sabía dónde esconderse, tanto así que se metió debajo de la cama del Príncipe, se llevó el diario pero dejó caer el teléfono.
El Dulce príncipe por fin tenía un momento a solas, se recostó sobre su cama, cerró los ojos y empezó a tararear una canción que siempre le hacía feliz, el príncipe empezó a recordar cuando escuchaba esta canción, en ese momento su celular comenzó a sonar, el príncipe raciono y encontró a este en el piso, el príncipe estaba algo sorprendido por haberlo encontrado en ese lugar, pero no le dio importancia, lo recogió y empezó a ver los mensajes.
Al ver de quien eran los mensajes el Dulce príncipe poso una gran sonrisa y con mucha alegría empezó a grita –Vendrá hoy- y se paró de su cama y empezó a buscar en su armario, -¿qué me debo poner?- y salió de su cuarto a toda prisa para avisarle a la mucama mentita quien iba a venir y que pasaría, en ese momento Marshall aprovecho y salió de la cama, y con una gran prisa agarro en teléfono del príncipe y vio de quien eran los mensajes, a los segundos de saberlo Marshall quedo atónito, no podía creer que Gumball se hablara con alguien como él, no comprendía el por qué, pero con una vos de extrema seriedad dijo -pero esto no se va a quedar así, Gumball será el que decida con quien estará-.